miércoles, 22 de septiembre de 2021

 

LA VIRGEN DE LA CABEZA, OBRA DE RODRIGO ALEMÁN

 

 



 

            Es una representación de la Virgen Odegetria -la que guía- bizantina (60 x 40 x 24 cms). Se nos ofrece María en pie, en actitud de caminar, lleva al Niño (35 cms.) sobre el brazo izquierdo. Este, desnudo, juega con su Madre que le ofrece una avecilla, mostrando actitudes naturalistas[1].

            Esta imagen de granito que albergaba el templete (granito, 235 cms. alto) del "Puente Nuevo" de Plasencia, pudo haber sido realizada por el mismo Rodrigo Alemán autor del mismo, y data de una fecha próxima a la construcción del templete[2]. Apoyo esta hipótesis no solamente con datos cronológicos, sino también, porque en una misericordia de la Sillería de Coro de la Catedral placentina, obra de Rodrigo Alemán y su taller, se representa un tallista –que bien podría ser el mismo escultor- tallando justamente la imagen de La Virgen de la Cabeza.

            En 1498, una riada se lleva el antiguo puente de madera conocido con el nombre de "Pascual Clérigo". Al ver la necesidad de él, don Gutiérrez Alvarez de Toledo, obispo de Plasencia, mandó construir uno nuevo, más sólido. Así quedaba asegurado el intenso paso hacia las comarcas de la Vera y el Valle del Jerte. Este nuevo puente data de los primeros años del siglo XVI, es obra de sillería, de estilo gótico, esbelto de proporciones y estrecho de paso. En el pretil del arco central se levantó un hermoso templete gótico que se comenzó en el año 1500 y se terminó doce años después. El templete se compone de tres cuerpos: una hornacina para albergar a la Virgen de la Cabeza y a la que posteriormente se la protegió con una reja; un escudo de los Reyes Católicos; y en la parte inferior, dos escudos con el emblema de la ciudad y una inscripción conmemorativa, en la que reza: "Esta noble ciudad de Plasencia mandó/ hacer este puente de la Ysla regnando/ el rey don Hernando e la reyna doña/ Isabel nuestros señores e comenzose/ En el año del señor MCCCCC/E acabose en el de MCCCCCXII a seis del mes de abril/ Fue maestro Rodrigo Alemán"[3].

            Debido a la intensa circulación que el puente soporta, el templete se vió enseguida seriamente dañado y ya fue objeto de una primera restauración en el año 1897, por don Cesareo, a expensas del Chantre de la Catedral don José Benavides[4]. Originariamente, la imagen fue algo más esbelta de lo que es ahora, ya que al partirse por el cuello, perdió algunos milímetros por lo que parece algo achaparrada.

            El templete recibió en 1987 una segunda restauración por parte de los alumnos de la Escuela-Taller de Plasencia, siguiendo los pasos que ahora exponemos:

                        a) Traslado de las piezas a los talleres de la Escuela.

                        b) Limpieza superficial de las piezas originales.

                        c) Adecuación de las piezas no existentes al estilo general del templete, partiendo de un dibujo detallado de este.

                        d) Unión de las piezas añadiendo grapas y espigas para una mayor sujeción.

                        e) Restauración de la Virgen de la Cabeza o "de los gitanos".

                        f) Confección de la reja que la protege.

 

            Hemos tenido la ocasión de comprobar la restauración de la imagen de la Virgen de la Cabeza en el año 1987, tarea llevada a cabo por doña María Antonia González Luceño y un grupo de alumnos de la Escuela-Taller Municipal de Restauración de Plasencia, bajo la dirección de don Antonio Gómez Blázquez.

            La restauración ha sido realizada llevando a cabo el siguiente proceso:

                        a) Se reconstruyeron los fragmentos que faltaban en la corona, rodilla derecha y uno de los pliegues.

                        b) Se le aplicaron los panes de oro y se la preparó para recibir la policromía al temple.

                        c) Se perfilaron los rostros de Madre e Hijo, y se le hizo a la obra un tratamiento protector a base de resina.

            En esta imagen de granito se reconstruyeron en primer lugar los fragmentos que faltaban en la corona, rodilla derecha y uno de los pliegues, con resina epoxidice. Después, se preparó la imagen con bol rojo, para recibir los panes de oro. Igualmente, se estucaron las encarnaduras para recibir la policromía. Más tarde, se colorearon la túnica y el manto de la Virgen, así se procedió al estofado de éste -a base de estrellas- en fondo azul. Por último, se perfilaron los rostros y la figura recibió un tratamiento protector a base de resina.

            Por tanto, podemos datar la ejecución de la Virgen de la Cabeza entre los años 1500-1507. Realizada en el taller de Rodrigo Alemán.

 

 

 

 

 

 



[1]Según TRENS, María. Iconografía de la Virgen en el arte español. Ed. Plus Ultra. Madrid, 1947, pp. 545-547: "Pudiera representar este ave el alma del pescador que escapa al lazo de los cazadores que lo persiguen y encuentra cobijo en brazos de María". También opina, "que al estar la paloma en manos de la Virgen y del Niño, se pone de manifiesto el misterio de la Anunciación de la divina maternidad de María". No obstante, la paloma es asimismo símbolo del Espíritu Santo y por extensión de Cristo Hombre. Por su parte, el Evangelio apócrifo del pseudo Mateo, en el capítulo XXVII (SANTOS OTERO, A. de: Los Evangelios Apócrifos. Ed. crítica y bilingüe. B.A.C. 5ª ed. Madrid, 1985, p. 225), nos refiere la leyenda de las aves de barro que Jesús fabricó cuando era niño, insuflándolas vida para que volaran.

[2]En diciembre del año 1507, ya estaba realizada, según consta en el Libro de Cuentas de propios del Ayuntamiento de Plasencia. Se pagaron "ciento cincuenta y tres maravedís por colocar en la imagen de nuestra. Sra. cerrojos, con sus cerraduras y llaves".  Fue pintada en 1509, entre los meses de enero y mayo, por el "pintor valenciano" al que le pagaron doscientos setenta y dos maravedís. Fuente citada. Cuaderno 30.B y 34.B.

       

[3]Cit. por MATIAS GIL, A.: Las Siete Centurias de la Ciudad de Alfonso VIII. 2ª ed. Asociación Cultural Placentina "Pedro de Trejo". Plasencia, 1984, p. 172.

[4]Su obra Prelados placentinos, editada en 1907, es una inagotable fuente de la historia de Plasencia.