viernes, 19 de enero de 2024

 

 

UN VIAJE  A TRUJILLO (Extremadura)

 

 

Amigo viajero cuando veas las cigüeñas revolotear en el cielo, volando pesadamente, habrás llegado a Trujillo. Cuando escuches el son de las campanas al anochecer, lentas y melancólicas, estarás en Trujillo. Bienvenido a nuestra Ciudad. Siéntate al caer la tarde en el atrio de la iglesia de San Martín, cuando las campanas tocan a misa y se acercan a la iglesia hombres y mujeres silenciosos escuchándose el taconeo los zapatos en el empedrado de la calle. Todo en Trujillo es hermoso, con una belleza lineal y brillante, serena, que no cansa jamás. Destacamos en esta singular Plaza Mayor -donde se encuentra la iglesia de San Martín, pregonando a los cuatro vientos la nobleza de su estirpe- los balcones de esquina, tan extremeños, los del palacio del Marqués de la Conquista y del Duque de San Carlos, buenos linajes, a los que perteneció el propio Francisco Pizarro que recibió dicho marquesado del emperador Carlos V por la conquista del Imperio Inca, que tanto influyó en los destinos de España. Frente por frente se encuentran dichos balcones esquinados, donde se enlaza la historia monumental de Trujillo con la de España y América. Presidiendo la Plaza Mayor está la estatua ecuestre de Francisco Pizarro.

Por la Cuesta de la Sangre llegarás a la zona monumental, que quedará separada en lo alto, a tu espalda, la ciudad del sur, llena de vida, de color. Frente a ti, un mundo medieval y quieto, donde pasan las horas una a una, donde las tardes son largas y melancólicas, donde el sol se pone más lentamente que en ninguna otra parte porque está enamorado de una piedra vieja y tiene que disfrutarla antes de marchar. Existe un importante contraste entre la zona monumental y la zona nueva, la urbe, donde vive la mayoría de la población.  Cuando las tardes de invierno caen despacio paseamos por la zona monumental, cayendo en el hechizo de las viejas piedras, adentrándonos en un mundo que sólo existe aquí, distinto del de ahora, más quieto, más lleno, más sereno. La parte alta de la ciudad es un conjunto impresionante, en el que se enlazan lo románico, lo mudéjar y lo gótico, con torres del siglo XIII y murallas con puertas monumentales. Tras atravesar el arco de Santiago, entramos en la iglesia gótica de su mismo nombre, donde se mezclan varios estilos artísticos. Nos arrodillamos bajo las bóvedas sostenidas por viriles nervios que pasan su esfuerzo a los pilares insensiblemente. Aquí se encuentra el Cristo de las Aguas, del siglo XIV, al que acudía el trujillano en plegarias en tiempos de sequía. Saldremos a la calle y nos dirigiremos por una angosta cuesta hacia el castillo moruno, cuyos fuertes cimientos se asientan en grandes sillares romanos, piedras reutilizadas por los árabes en el siglo IX para construir una de las principales fortalezas extremeñas.

Un castillo que se construyó firme y seguro en sus raíces, el hombre se integra en el viejo escenario vital hasta la impregnación, delicia de los muchos fotógrafos que pasan por nuestra Ciudad, impresionante mole reproducida mil veces en postales y acuarelas, en una armoniosa y pintoresca síntesis de lo medieval, ya casi como un elemento decorativo con sus torres albarranas y presidiendo la patrona de la ciudad, la virgen de la Victoria, colocada en una hornacina sobre la puerta de herradura. Un sol llameante la ilumina en un ocaso de oro al mediodía. Por la Calleja de los Mártires llegamos a la casa solar de los Pizarro, cuyo escudo campea en la fachada principal. Y es que los buenos hidalgos de entonces siempre dormían teniendo sobre la cabeza su blasón esculpido en piedra, en la portada de su casa cuando vivían, sobre su tumba cuando morían. Era su orgullo, su gloria, su tarjeta de visita, la mejor herencia que dejaban a sus descendientes. Y es verdad. Casas nobles, la de Francisco de Orellana o la de los Pizarro se confunden con la roca. Los hijos de Trujillo siempre han tenido temple de diamante. Francisco Pizarro, conquistador del Perú; Francisco de Orellana, el descubridor del Amazonas; Diego García de paredes, el hombre de las mil hazañas; Francisco de las Casas, que fundó Trujillo de Honduras y participó en la conquista de México; entre otros, así lo acreditan. Trujillo está escrito por los siglos. Aquí abrieron por primera vez sus ojos a la luz y de aquí salieron ilusionados hacia América, con el corazón angustiado y el cerebro lleno de aventuras y ambición, los héroes de nuestra historia nacional, algunos de ellos se bautizaron en la iglesia gótica de Santa María “La Mayor”, osario de ilustres linajes, fue mezquita árabe hasta la reconquista en el año 1233; su altar mayor contiene un magnífico retablo gótico que deslumbra con sus veinticinco tablas del taller de Fernando Gallego. Se podría seguir la enumeración de un gran número de palacios y casas solariegas, testigos de grandes hazañas y cargados de arte.

Salimos del barrio antiguo, para desembocar en la cuesta de San Andrés que nos presenta un conjunto urbano y bellísimo de carácter típico y en la lejanía urbanizable. Donde se ha ido asentando esa generación nueva que sucumbe cada día con el pie en el acelerador y la mano crispada sobre el volante, los viejos trujillanos que aún residen en la Villa se burlan de la muerte invierno tras invierno, mientras el calendario gira sin prisa entre murallas, palacios y casas fuertes. Porque las murallas los defienden y los palacios les cobijan. La Ciudad madre de aquellos veintidós Trujillos de América, es hoy una ciudad eminentemente turística, los descendientes de aquellos hombres que hicieron patria, viven y trabajan al igual que en todas partes para llevar a cabo la ruda conquista de cada día y cada hora por un futuro que se nos antoja satisfactorio. Atrás queda ese fabuloso espectáculo de murallas, torres y casas solariegas, y en lo alto del Cabezo de Zorro, el castillo que nos despide en la lejanía de este viaje de leyenda y de historia, de vida y recuerdos, ayer y hoy….

 

TRUJILLO, SOLAR DE CONQUISTADORES, CUNA DE FRANCISCO PIZARRO

 

 En la conquista histórica de las tierras de América va siendo cada vez más valorado el nombre de Extremadura. Y esto es porque tal región española constituye la parcela de suelo hispano más representativa de la ciclópea empresa de la civilización y colonización americana. Basta para comprender esta afirmación los nombres de Cortés, Pizarro, Valdivia, Alvarado, Orellana, Nicolás de Ovando etc., que constituyen un grupo de exploradores extremeños o descubridores.

Ancha es Castilla, y las que fueron sus tierras en otras épocas son el empuje vital de sus ánimos. En la profunda y dura Extremadura es el berrocal la excelencia de su configuración topográfica, sus encinares son la esencia de sus ansias por la aventura, por escribir páginas históricas.

En torno a Trujillo, el Peñascal y el Berrueco son la forma peculiar de su suelo por naturaleza, así es que el hombre nacido sobre esta cantería habría de ser duro. Por eso aquí lo pensado fue ejecutado sin dilación, lo soñado fue vivido con decisión. Los sueños al socaire de lo sencillo no suelen conducir a grandes empresas, mas lo soñado sobre el berrocal o al cobijo de la áspera encina tiene que ser amplio y heroico. Por eso lo fueron las empresas llevadas al nuevo mundo desde aquí, por eso la inmensidad del esfuerzo realizado y lo inconmensurablemente de su acción.

El fuero extremeño fue llevado hasta la otra orilla o sean a desde Trujillo por la figura señera, la tenaz osadía de Francisco Pizarro. El empuje de este extremeño audaz hizo solidario del al gran solar hispano. Y por tal arrojo, en ese soñar y realizar tan grande está presente lo estará siempre Extremadura.

Trujillo en una plaza mayor con todo lo que debe tener una plaza histórica, sus porches provincianos con sabor de siglos, su antigua casa consistorial de arquitectura señorial, sus palacios nobles para aureolar la aristocracia de la plaza, su iglesia de San Martín con su reloj para contar el tiempo histórico de la ciudad, y en medio su pilar y su sol veraniego extremado y extremo.

Pero sobre todo esto, en la plaza mayor de Trujillo está la figura ecuestre de Pizarro, modelado en bronce tan duro como él, con su casco plumeado, su coraza y su caballo que trotar para alcanzar el centro de la plaza, pues lo dejaron al borde de ella. Esta es la plaza mayor de Trujillo, palenque para la figura de los conquistadores y palestra para su fama. Es, pues, plaza de armas para torneos y, además, para profesiones y para festivales.

Francisco Pizarro nació en Trujillo, era hijo natural del famoso capitán don Gonzalo Pizarro, destacado Guerrero. Al gran capitán. Francisco Pizarro fundó la ciudad de Lima y fue émulo de Hernán Cortés y de Núñez de Balboa. Jamás le abatieron las fatigas de la guerra, demostrando una robustez a toda prueba. Sin medios, al principio, para ejecutar sus proyectos, se asoció con Diego de Almagro y Fernando de Luque, jurándose mutua colaboración en el reparto de sus conquistas y botines de guerra. Primeramente se dirigió a la expedición de las costas del sur, disponiendo tan sólo de una nave con la que se lanzó hacia el Ecuador en peligrosas singladuras, pero el hambre, la fatiga y los indígenas le hicieron desistir.

El gobernador le envió un barco para obligarle a regresar, y esto fue lo bastante para confiar su ánimo, haciéndole sacar todas osadía y valor. Y trazando el suelo una raya con su espada, pronunció estas palabras que han pasado a la historia: “ el que quiera seguir la senda de los peligros y de la fortuna, salve esta raya y quédese conmigo, los demás pueden volverse a Panamá”.

Crece sólo se quedaron con él, marchando la expedición a la isla de Gorgona, uno de los peores terrenos de América, poblados por salvajes que pasaban desde el continente. Allí les vino a socorrer un barco enviado por sus compañeros, con el cual descubrió las costas del Perú y tomó tierra en Tumbez, más disponiendo de pocas fuerzas se trasladó al Itsmo para adquirir refuerzos. No encontró en Panamá lo que deseaba, por lo que regresó a España, pidió protección al gobierno y volvió nuevamente América, donde, a pesar de ir provisto de títulos oficiales y de ser ayudado por Luque y Almagro, apenas pudo armar tres navíos dotados con 180 hombres, 80 caballos y dos piezas de artillería.

Con tan escasas fuerzas se atrevió a atacar a una nación extensa como Perú, ya bastante civilizada, con su gobierno, su religión, su agricultura y sus artes: en una palabra, una nación regularmente constituida y organizada. Después de un considerable número de encuentros, escaramuzas y combates, consiguió rodar el golpe de gracia los incas en la batalla de Cajamarca, en la que destrozó a los enemigos que, aturdidos ante los caballos de su tropa, animal allí desconocido entonces todavía, huyeron aterrados abandonando a Atahualpa, que fue prisionero. Esta jornada decidió la suerte del Perú. Atahualpa fue juzgado y decapitado, y los españoles se vieron dueños de aquella vasta región, en la que los indígenas, dispersos y divididos, se rindieron sin condiciones con los caciques Cuzco y  Quito a la cabeza. Almagro adelantó sus descubrimientos hasta Chile. Pizarro pensó en colonizar para España aquel vasto territorio que había ocupado, y este fin repartió entre sus gentes los terrenos conquistados y echó los cimientos de la ciudad de Lima, en el año 1535.

Lima que habría de servir de capital del nuevo imperio, se convirtió poco tiempo en una respetable población, estratégicamente construida. Pizarro, halagado con sus triunfos y con la tranquilidad que rodeaba su colonia, en un hombre dichoso, su corazón y su gran simpatía le hacían acreedor al cariño de las gentes. Almagro había vuelto también triunfante de Chile y no quería reconocer a nadie superior a él unto y Pizarro, por igual razón, tampoco se avenía a ocupar un puesto secundario. Y vino la guerra entre ellos. Aquellos dos jefes que al principio se habían jurado mutuo husillo protección, y que al comienzo de la conquista marcharon de común acuerdo, querían ambos ocupar la jefatura de la colonia peruana, y esto, repercutido en sus compañeros y subordinados, fue aprovechado por los naturales del país para crear sublevaciones.

Estos enfrentamientos acabaron en sangre, declarándose la guerra entre los partidarios de uno y otro, y después de varias vicisitudes, Almagro fue vencido con los suyos o las tropas de Pizarro, siendo aquel jefe hecho prisionero. Almagro había perdonado a Gonzalo y a Hernando Pizarro, parientes del conquistador del Perú, cuando estuvieron prisioneros del primero, pero Hernando, cuando tuvo en sus manos la suerte de Almagro, se manchó con la ingratitud, haciendo matar a su rival en la ciudad de Lima en el año 1538. Todo quedó en tranquilidad con la muerte de Almagro, pero habiendo dejado este un hijo de espíritu guerrero, a quien Pizarro cedió una parte de las conquistas de su padre, se unió a sus partidarios eran numerosos y después de un acto de conspiración y rebeldía atravesaron la plaza sin que nadie les opusiera resistencia y entraron en el palacio de Francisco Pizarro. Éste se defendió heroicamente, mas a pesar de ello fue vencido y asesinado su propio dormitorio. El conquistador del Perú y fundador de Lima acabó allí su vida el día 26 junio de 1541, quedando la colonia entregada a una guerra civil que por muchos años de sólo su suelo. Poco antes de su muerte, el emperador Carlos I le había concedido los títulos de marqués de Abatillos y de marqués de las Charcas, por cuyos nombres apenas se le nombra en la historia.

 

SOR MARIANA DE SANTA CLARA Y LA DEVOCION A LA VIRGEN DE GUADALUPE EN TRUJILLO

 

Sor Mariana de Santa Clara fue la primera abadesa del Real Monasterio de la Madre de Dios de Mula (Murcia)[1].

Nació en Trujillo el 17 enero del año 1631, sus padres fueron don Juan Orozco Carrasco y doña María Alarcón Pizarro, nobles por su linaje. Su padrino fue su tío don Fernando de Alarcón, del que recibió las aguas del bautismo el día 5 febrero del mismo año, en la parroquia de San Martín[2]. Vistió el hábito franciscano el 12 agosto del año 1643 en el convento de San Antonio de Trujillo, en cumplimiento de un voto de sus padres, profesando con gran júbilo el 21 enero 1647.

Gracias a la crónica de Molina y Castro conocemos algunos datos de su biografía. Padeció una enfermedad muy grave que fue desahuciada por los médicos, incluso su familia la vieron agonizar. Su padre se fue desconsolado al convento de San Antonio, religiosas descalzas de Santa clara, de quien era especial bien hecho, y en aquella época Síndico. Refirió a las monjas su dolor, afirmando que se hallaba en tan lastimoso estado la niña que no sería posible hallar la vida cuando volviese a su casa. Le oyó una religiosa y le consoló afirmando sanar a la niña si él hacía voto de consagrar la Dios en aquel monasterio, y que vistiese luego el hábito de religiosa, como prenda que asegurarse el cumplimiento de su palabra en tiempo oportuno.

La proximidad de la muerte de esta santa religiosa, anunciada por ella misma al padre de la niña, con la singularidad de que no moriría mientras Suiza no entran en el convento, resolvió definitivamente a dar cumplimiento a la promesa.

Procesa ya en el convento desempeña a pesar de sus años, diversos oficios, incluso el de Prelada. Con fecha 9 mayo del año 1677 la destino el reverendo padre Samaniego para fundadora y abadesa del proyectado monasterio de Mula, con Sor Juana de la Cruz (Vicaria), Sor Juana María de Santa Teresa (Tornera y Maestra de Novicias) y Sor María de San Pablo. En cumplimiento de la obediencia salieron juntas del convento de San Antonio con dirección al de las Descalzas Reales de Madrid, donde habían de esperar el término de la epidemia que asolaba por entonces el territorio de Murcia. En Madrid, fue maestra de novicias de Teresa Herrera, Margarita de Cantos, Francisca de las Heras, Catalina García de Torrealta, Manuela Martínez, María Luisa Ortiz de la Torre, Francisca de Cabra y Manuela Sarmiento, que con las anteriores partieron para Mula el día 19 febrero 1678, donde establecieron la más estrecha observancia de la primitiva Regla de Santa Clara.

Sor Mariana de Santa clara realizó un viaje en romería a visitar la Virgen de Guadalupe en su monasterio de Las Villuercas. Según su biógrafo el padre Molina y Castro[3] “Como andaba el demonio solícito contra la vida de esta criatura, apenas había salido de su susto, cuando daban como otro. A los cinco años le preparó una caída tan terrible, que se abrió todo el casco de la cabeza, y quedó toda lastimoso me levantada. Examinadas las heridas por los cultivos, se negaron a su curación, declarando, sólo Dios por conocido milagro la podía remediar. En este desamparo recurrió al Padre, lleno de fe, a la Madre de Misericordia por su milagrosa imagen de Guadalupe, a quien pidió salud para Suiza, prometiendo llevar la a su casa para darle gracias. Oyó la Divina Reyna su oración, y alcanzó salud instantánea, y milagrosa tanto, que no pudieron negar la evidencia del milagro, aún los más escrupulosos, admirando la prontitud y solidez de la curación. Por toda su vida conservó las cicatrices en la cabeza, para perpetuo testimonio de su gratitud por el favor. Cumplió el padre de su voto llevando la niña aquel célebre santuario, donde ofreció dones y sacrificios, y dio afectuosa gracias a la patrona”.

Hemos de tener muy en cuenta que en la huerta del convento de San Antonio de Trujillo, había una ermita consagrada a la Virgen de Extremadura.

Continúa el biógrafo: “ caminando un día con la Cruz al hombro, y el crucificado en el pensamiento, se le apareció Cristo en forma de Nazareno, quien tomando la Cruz de los hombros de Mariana, la colocó en los suyos, y mandó seguir. Caminaba el Divino Redentor llevando la Cruz, y le seguía Mariana toda absorta, hasta entrar en una Hermita que había en la huerta, dedicada a María Santísima, en su imagen de Guadalupe. Aquí aparecieron ángeles que quitaron la Cruz de los hombros del Redentor, y Mariana como otra Magdalena, llena de lágrimas, confusión y vergüenza se postró a sus pies”[4].

Aquí terminó la visión, y ante la virgen de Guadalupe, prometió resueltamente desechar las tibiezas, y emprender una vida santa, como lo hizo. De suerte que a la virgen de Guadalupe fue cierto modo deudor a de la santidad de su vida.

 



[1] MOLINA Y CASTRO, P. Angel: Crónica del religioso, observantísimo Real Monasterio de María Santísima de la Encarnación. Murcia, 1779.

[2] Libro III de Bautizados de la parroquia de San Martín de Trujillo, folio 217. Según certificación firmada por don Juan Loro Peña, presbítero.

[3] Molina y Castro, op. Cit.., pp. 424-425.

[4] Molina y Castro, op. Cit., pp. 610-611.

lunes, 15 de enero de 2024

 

TRUJILLO, CIUDAD DESDE LA EDAD MEDIA

 

Trujillo fue pueblo celtíbero; Villa del imperio romano desde el años 206 antes de Cristo, hasta el 414 de la era cristiana en que pasó a ser visigoda. Ocupada por los árabes, permaneció en su poder hasta 25 de enero de 1232, en que fuera reconquistada definitivamente por las tropas de Don Fernando III de Castilla, cuyo Rey Santo le concedió Escudo de Armas: En campo de plata, una imagen de Nuestra Señora, bajo la advocación de la Victoria (en recuerdo de la gran victoria sobre los agarenos), con el Niño Jesús en brazos, sobre la muralla almenada y acostada de dos torres, todo en gules y mazonado de plata. El 27 de julio de 1256, en Segovia, Alfonso X el Sabio le otorga Fuero. Sancho IV, le concede el título de Villa Realenga, en Medina, el 25 de abril 1302. Alfonso XI, el de alfolíes de la sal, en las Cortes de Madrid. El rey Don Pedro I, por la gran seguridad de la fortaleza, guarda sus tesoros en el Castillo de Trujillo, custodiado por su tesorero real, Samuel Leví. Don Juan II de Castilla, valorando los grandes servicios prestados a la Corona, le concede el título de Ciudad, por Real Cédula de 12 de abril de 1.430, en Astudillo. Su hijo Enrique IV, en premio a su lealtad, el privilegio de Mercado franco los jueves de cada semana, favor que solo se concedía a muy determinadas ciudades. Abolidos por los Reyes Católicos, Carlos I concedió nuevo privilegio de Mercado Franco, en las Cortes de Toledo en 1522, pero distinto al anterior y por distintos méritos, que aún se conserva vigente. En el reinado de los Reyes Católicos, Trujillo era capital de la provincia de Extremadura, como así lo dice E. Escobar Prieto, Académico C. de la Historia, en su escrito "Los Reyes Católicos en Trujillo", cuando dice: "Las honrosas distinciones otorgadas a Trujillo, Capital de Extremadura en aquel entonces...". En 1479, la Reina Isabel fundó en Trujillo la Santa Hermandad, para combatir el pillaje y el latrocinio, muy extendido en aquellos tiempos. Trujillo fue una de las ciudades que dispuso de la fuerza conocida por Los Pardos, creada en 1526 por el Cardenal Cisneros, para el respeto y defensa interior de España. En 1790 Trujillo disponía del Partido judicial de mayor extensión de la provincia de Extremadura, al que se hallaban adscritos 84 villas y aldeas, llegando su jurisdicción hasta Belalcázar e Hinojosa del Duque, hoy de la provincia de Córdoba y por el norte incorporaba aldeas de Toledo, quedando también incluidas poblaciones importantes, como son Guareña, Medellín, Don Benito, Puebla de Alcocer, Herrera del Duque..., solamente agregar que los demás Partidos Judiciales tenían: 61, 48, 45, 40, 37, 36, 20 y 18 villas y aldeas en sus demarcaciones. Hecho suficientemente elocuente para demostrar la importancia de Trujillo dentro de la provincia de Extremadura, de la que fue su Capital durante siglos.

La fuerza militar en la ciudad, ya en 1815, la componía el Regimiento Provincial de Trujillo, que permanecería hasta 1873. La Administración provincial de Correos fue creada en Trujillo, de la que dependían subalternas, todas las estafetas, permaneciendo hasta 1857 en que se la llevaron.

En 1888 se estableció en Trujillo uno de los cuatro Colegios Preparatorios Militares, creados en España por el Ministerio de la Guerra, que funcionó con gran aprovechamiento durante muchos años. El nivel cultural y sanitario de la ciudad era tan elevado, que a finales del siglo XIX, disfrutaba de agua corriente abundante, cuyos gobernantes habían conseguido con grandes esfuerzos y sacrificios, con la canalización de las aguas de la garganta de Santa Lucía, en las Villuercas, con un recorrido de unos cincuenta kilómetros, el primer proyecto se había realizado en 1874, sin duda debió ser una de las primeras obras de su categoría a nivel nacional. Por Decreto 2223/1962, del 5 de septiembre, "se declara Ciudad Monumental

Histórico-artística, el Conjunto Urbano de la Ciudad de Trujillo". Por sus valores arquitectónicos, históricos y culturales, en 1.975, mereció ser la aportación de España al año Europeo del Patrimonio Arquitectónico de Europa. El 29 de diciembre de 1979, se reunía en Trujillo la Junta Gestora para crear la Academia de Extremadura, recordando que en esa fecha cinco siglos antes, se había firmado en la ciudad, por los Reyes Católicos, el Primer Documento de Cancillería, en el que aparecían unidos por primera vez Aragón y Castilla, como Reyes de España. El resultado de aquella reunión fue el Real Decreto 1422/1980, de 6 de junio que creaba la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, con sede en Trujillo. Y el 3 de diciembre de 1980, se inauguraba en Trujillo, con toda solemnidad, la Real Academia de Extremadura, representando a los Monarcas, sus hermanos los Duques de Badajoz.

 

DATOS HISTORICOS IMPORTANTES

Se encontraba en Trujillo Enrique IV, cuando recibió una carta de su hermana, la infanta doña Isabel, comunicándole su matrimonio con el infante de Aragón don Fernando. Se ha escrito, que entre 1477 y 1479, los Reyes Católicos cruzaron sin cesar las tierras extremeñas, especialmente las de Trujillo "como si la Reina Católica presintiera los servicios que la había de prestar la Ciudad y los altos destinos reservados por la providencia a sus hijos".

Fallecido Enrique IV, puede decirse que la lucha entre doña Isabel y doña Juana la Beltraneja, por los derechos a la corona de Castilla, transcurrió por tierras trujillanas, que fue teatro de la mayor parte de los acontecimientos que determinaron los destinos históricos de España. Para la mayor seguridad de doña Juana, se la había enviado para residir en el castillo de Trujillo, que se le tenía como inexpugnable, en donde se habían acordado sus desposorios con el Rey de Portugal, don Alfonso V. Conocido por doña Isabel, trató de ganar la plaza para evitar el matrimonio anunciado, para lo que mandó un nutrido ejército, dando lugar a la huida de doña Juana a Plasencia, temerosos de que fuera hecha prisionera.

En agosto de 1.478, doña Isabel mandó otro ejército más poderoso que enfrentara a los portugueses y castellanos, partidarios de la Beltraneja, repartiéndole entre la ciudad, sus arrabales y aldeas más próximas. Doña Isabel i don Fernando llegaron a la ciudad el 20 de noviembre siguiente, hospedándose en el alcázar de Luis Chaves, ilustre y poderoso personaje trujillano e incondicional y fiel servidor de los monarcas. En enero de 1.479, los Reyes Católicos habían trasladado la Corte de Castilla a Trujillo, estableciendo la capital del reino. En ese mes se produce el fallecimiento del rey don Juan de Aragón, padre de don Fernando, celebrándose solemnes funerales en la iglesia de Santa María la Mayor. Terminado el luto oficial, los Reyes convocan a la Corte, al Clero y a la Nobleza, a un Consejo que resultó de la mayor importancia y trascendencia, en el que se resolvieron importantes problemas de Estado. En él fue designado, por disposición testamentaria, a don Fernando para suceder a su padre a la corona de Aragón y Sicilia. Mas como doña Isabel era reina de Castilla, León, Toledo, Valencia, Mallorca, Sevilla, Cerdeña, Córdoba, Córcega, Murcia, Jaén, los Algarbes, Algeciras y Gibraltar, y poseía ducados, marquesados y condados, aconsejaba la unión de todos estos territorios bajo el cetro de Isabel y Fernando, lo que así se acuerda, pues dijeron y escribieron "Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando". En este acuerdo se habían sentado las bases para la Unidad de España, se había gestado la Hispanidad. De ahí que se haya escrito que Trujillo fuera la primera Capital de España, y que se la conozca como "Cuna de la Hispanidad".

En Trujillo se encontraba doña Isabel, donde tenía su cuartel general, cuando recibió la noticia del triunfo de sus tropas contra las de la Beltraneja y las portuguesas, en la batalla de La Albuera, el 24 de febrero de 1479. Su consecuencia fue la firma del documento que la historia conoce como la Paz de Trujillo, el 30 de septiembre siguiente, que se ponía término a la guerra de sucesión y acordaba la paz con Portugal (y Francia su aliada), con renuncia por la Beltraneja a cualquier derecho a la corona de Castilla.

La firma se llevó a cabo en el alcázar de Luis Chaves, quien había perdido tres de sus hijos en estas luchas en favor de los Católicos, siendo recompensado con grandes privilegios.

Otro importante hecho tuvo lugar en Trujillo, para la unidad de España, el 29 de diciembre de 1.479 y en dicho alcázar de Luis Chaves, cual fue la firma por los Reyes Católicos, del Primer Documento de Cancillería, donde aparecen por primera vez unidos Castilla y Aragón, figurando ya como Reyes de España. Las posteriores incorporaciones de Granada (1492) y Navarra (1512), lo serían a la corona de España.

Don Antonio Vargas-Zúñiga, Académico de Extremadura, refiriéndose a la unión de los reinos españoles, afirma que la primera Capital de España fue Trujillo, pues es allí donde se encuentran los Reyes Católicos cuando nace el reino de España, hechos que se produjeron en 1479, con los que termina la Edad Media.

La historia de Trujillo está tan vinculada a la vida de los Reyes Católicos, que podían llenarse muchas páginas con hechos relacionados con ellos. Tan importante fue esta vinculación, que el Conde de Canilleros la define con esta significativa frase: "principio y fin de un periodo histórico", para continuar diciendo: "En Trujillo comenzó el reinado completo de los Reyes Católicos, al morir el Rey Juan de Aragón; en Madrigalejo, Aldea de Trujillo, terminaba definitivamente la prolongación de aquel reinado, con la muerte de Don Fernando en 23 de enero de 1.516. En aquellas tierras se marcó el rumbo futura de la Patria dos veces: con la unificación de las tierras españolas bajo el mando de los Soberanos, primero; ahora con el testamento regio". Efectivamente, como ya se ha dicho, en Trujillo, en enero de 1,479, por disposición testamentaria, se designa a Don Fernando Rey de Aragón para suceder a su padre, y a pocos kilómetros, en 1,5 16 se produce su fallecimiento. La primera carta en que menciona a Don Fernando, es la que escribe Doña Isabel a su hermano Enrique IV, dirigida a Trujillo, comunicándole su matrimonio; la última carta del Rey Católico, el 13 de enero de 1.516, fue dirigida al municipio de Trujillo y ambas se encuentran en el Archivo de Trujillo. Su original fue encontrado por el archivero e historiador en este escrito. A este insigne trujillano, le hemos tomado este interesante contenido: "Los Reyes Católicos, Colón y Trujillo, son los pilares firmísimos sobre los que se levanta la historia del Nuevo Mundo". Noticias de última hora --pendientes de confirmar- nos dan a conocer que en el Archivo de Simancas se ha encontrado un documento que acredita que el dinero que financia el primer viaje de Colón a América, lo aporta la ciudad de Trujillo.

Se da la curiosa circunstancia, de que don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, que tanta gloria aportaría a España en guerras de Italia (y con él el trujillano Diego García de Paredes (Sansón de Extremadura y Hércules de España), hizo sus primeras armas en Extremadura, en la guerra contra Juana la Beltraneja y en favor de los Reyes Católicos, mandando una tropa de 120 hombres de su hermano don Alonso Aguilar, llamado a Trujillo por doña Isabel. Y, las cosas del destino, en Trujillo se encontraba el Rey Católico cuando le llegó la noticia de su fallecimiento, y el 3 de enero de 1516, en esta ciudad, fechaba una carta de pésame a la duquesa de Terranova por la muerte del Gran Capitán, justamente veinte días antes de que él mismo entregara su vida a Dios, en tierras trujillanas.

Visto el contenido en este apartado, entendemos tuvo Trujillo una especial y decisiva influencia en la historia hispana durante el reinado de los Reyes Católicos, con una indiscutible proyección en la historia de España con sus derivaciones y repercusiones en la historia universal. Tan decisiva, que nos permitimos las siguientes preguntas: ¿Qué curso hubiera seguido la historia hispana y la del mundo, sin el triunfo de los Reyes Católicos a la corona de Castilla? ¿Se hubiera conseguido la Unidad Nacional? ¿Qué habría sido del descubrimiento de América? ¿Hubiera sido obra española? ¿En qué fecha y con qué resultados? finalmente, ¿aquellos más de 300 millones de seres compartirían hoy nuestra sangre, idioma y religión?

"Trujillo: Plaza Mayor de la Hispanidad"
"Trujillo: Capital del Mundo Hispánico"

El concepto de lo hispánico, entendemos no se produciría sino años más adelante y posteriormente a 1479, pero por hechos "distintos" y "distantes" a los referidos, producidos tras el descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1492, y a los que la historia también tenía reservado un Especial y único protagonismo para con la ciudad de Trujillo.

Políticamente se está desvirtuando y desmesurando aquel importantísimo y glorioso hecho del Descubrimiento, que fue sino el producto de las circunstancias que predominaban en aquella época, en la que la guerra dominaba la vida nacional y europea, tras siete siglos de dominio árabe sobre nuestra nación. E elemento guerrero era al que pertenecía gran parte de la población, que hasta entonces había dedicado su actividad a combatir al agareno hasta la total liberación de Granada, último reducto que permanecía en España, aunque se mantenían guerras en Italia y Flandes. Terminada la campaña granadina, era mucho el elemento militar el que quedaba libre de ocupación habitual, lo que pudo ser el mayor motivo fuera el empleado para embarcar para América, por si se encontraran tribus de las que tener que defenderse. Pero, además, embarcó mucha población civil, de muchas variadas profesiones, con normas muy rígidas de comportamiento, dictadas por los Reyes Católicos, con la misma legislación que regía en España, a los que se agregaron muchos religiosos, que en todo caso protegían a los nativos de cualquier desafuero. Pero la leyenda negra sigue ensañándose contra aquel gran acontecimiento y se están juzgando, con la actual legislación, hechos producidos hace ¡cinco siglos! Nos gustaría conocer como juzgarían la actuación de los franceses en 1808, en que Trujillo sufrió en sus carnes el vandalismo, el latrocinio y la mayor destrucción conocida, ocasionando la dispersión de gran parte de su población, la que jamás pudo volver a sus hogares a disfrutar de sus bienes, que habían sido arrasados y destruidos por la horda francesa. Nos atreveríamos a asegurar que la decadencia de Trujillo arranca en gran parte de 1a triste historia que protagonizaron los franceses, época en que sin duda, esta ciudad ostentaba la capital de la región. Esos mismos que tan a la ligera juzgan a los españoles en América en 1492, ¿qué juicios emitirían de los franceses dos siglos después?

Para rebatir los argumentos de los detractores de aquella gloriosa efemérides, nada mejor que recordar las palabras de un ilustre peruano, don Raúl Porras Barrenechea, destacado y reconocido historiador, Catedrático de la Universidad de San Marcos, en Lima, y uno de los más prestigiosos Embajadores de su nación en España, quien, refiriéndose al Descubrimiento, decía: "Descubrir, para el genio creador y misionero de España, era civilizar y poblar".

Escritores antiguos, hablando de la conquista de América, entre los que se encontraban de otras naciones europeas, decían que los alemanes en sus colonias levantaban ante todo un castillo, los ingleses una factoría, los franceses un salón de baile, y los españoles una iglesia, una escuela y unos talleres.

La importancia del descubrimiento de América la para la humanidad, unos la expresan con toda elocuencia y sencillez, López de Gómara, cuando dice: "la mayor cosa de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias".

A quienes hicieron posible aquella gran gesta, se les ha calificado de "dioses". Por la gran destacada actuación de los trujillanos, se ha dicho que: "Trujillo es la ciudad donde nacían los "dioses". Y lo entendemos, porque fue magna la obra que realizaron en América, a base de sufrimientos, privaciones y sacrificios, propia de seres superiores, que fueron "sobrehumanos", "sobrenaturales"... "dioses! Alejandro Casona afirma: "El gesto de Pizarro en la Isla del Gallo, al trazar una raya con su espada en el suelo, marcando que detrás de ella estaban los abismos, los desiertos, las fieras, el hambre, las penalidades, las privaciones, las flechas envenenadas; una raya que separaba lo conocido con su vida cómoda y sus prebendas seguras, de lo desconocido, realizó el gesto más sublime de toda la historia del mundo".

El gran comportamiento de los trujillanos en América, nos da a conocer el historiador don Clodoaldo Naranjo, que confirma el también historiador don Juan Tena Fernández, cuando dice: "Trujillo ha puesto en América los dos mayores genios conquistadores. Los exploradores más audaces y valerosos. Los obispos y religiosos de más celo. Las mujeres más patriotas y virtuosas. Ciento capitanes de capacidad y valor a toda prueba. Gobernantes y magistrados los más dignos. Los artistas más notables. Y los colonos en número todavía no calculado".

Otros historiadores y escritores extremeños también nos han dejado su testimonio escrito, del que nos valemos para argumentar este documento. Don Pedro de Lorenzo, en su escrito "Trujillo, Plaza Mayor 2, nos dice: "Una obra de Extremadura se llamaría de este modo: Mérida, Romanidad; su hora universal, Trujillo: Hispanidad. Plaza Mayor de la Hispanidad".... "Trujillense era el maestro -¿digo arquitecto?- de la catedral de Méjico. En tres cuartos, trujillana, la sangre de Hernán Cortés; Francisco de las Casas, yerno de Cortés y Capitán de la desventura, sostiene con otros veinte trujillanos la retirada de la Noche Triste. Trujillana la primera mujer casada europea, que pisa el Nuevo Mundo; trujillano el primer cereal. El ejército de Cajamarca fue una pequeña cruzada de capitanes de Trujillo. ... Trujillo, hora cero de la Hispanidad".

El Conde de Canilleros, en su trabajo "Solar de Conquistadores", nos ha dejado escrito: "No hay en toda Extremadura -que en este caso es decir que no hay en el mundo, porque la conquista de América, fue monopolio extremeño- localidad alguna que pueda adjudicarse con más derecho el título de Solar de Conquistadores... Además se da el caso de que algunos importantísimos paladines, como Hernán Cortés, por ejemplo, aunque no era de Trujillo, tenían sangre trujillana. Es verdaderamente curioso, porque parece como si la providencia hubiera reservado de manera específica a esta ciudad la primacía conquistadora, formando una raza seleccionada para este fin... Sesenta y seis de los conquistadores trujillanos tenían la misma sangre, procedente de un tronco común, la de Fernán Ruiz de Altamirano, personaje casi fabuloso... Junto a los que hay que poner los que faltan para superar los ciento, que fueron los que destacaron en muchos campos diferentes... No hubo rincón de América al que no llegase lo trujillano, y nacieron Trujillo sobre tierras vírgenes, a orillas de mares y bajo cielos de trópicos. El nombre de la ciudad se impuso a puntos de islas, en Cuba y Santo Domingo; a bahía en Chile, a pueblos y ciudades, en Canarias, en Honduras, El Salvador, Venezuela, Colombia, Puerto Rico, Méjico, Perú... Rematando con los paladines la formación del Imperio Español, estuvieron los frailes de Trujillo y las mujeres trujillanas, tres de ellas con auténtico rango histórico. Se llamaban Inés Muñoz, María Escobar e Isabel Rodríguez. La primera llevó el olivo al Perú; la segunda el trigo... Cuando Trujillo se preparaba para esas glorias que le dieron el título de Solar de Conquistadores, nació aquél, el 30 de marzo de 1468, Diego García de Paredes, Hércules y Sansón de España, cuyas aventuras asombrosas culminó esa tónica de lo extraordinario, símbolo de lo trujillano. Fue el representante magnífico de la ciudad en el Viejo Continente, mientras que en el Nuevo sus paisanos, ganadores del título indiscutible, echaban los firmes cimientos del Mundo Hispánico, de ese mundo que, en frase de Rubén Darío, Aún reza a Jesucristo y aún habla en español".

Don Vicente González Hernández, Académico de la Real Nobles y Bellas Artes de San Luis, en un bello trabajo titulado "La Hispanidad de Trujillo en las Américas", dedicado a Francisco Pizarro, termina diciendo: "En Trujillo y en aquellos lugares del Nuevo Mundo llamados Trujillo; en el paisaje americano abierto al entendimiento entre Culturas milenarias, los nombres de Francisco Pizarro y Hernán Cortés simbolizan ideales de universalidad; representan todas aquellas virtudes y defectos, triunfos y derrotas, proximidades y alejamientos que abrieron los caminos de la Hispanidad, título que doy por merecido y ha de otorgarse con justicia a la ciudad extremeña e hispana en la memoria de América: TRUJILLO.

La Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, gestada en Trujillo el 29 de diciembre de 1.979 y fundada en la misma ciudad el 3 de diciembre de 1.980, en el art. 4°. de sus Estatutos, establece: "La sede de la Academia estará en Trujillo, ciudad que resume el acervo de cuantos valores históricos y artísticos encierra la región extremeña y aglutina su vocación hacia los pueblos de América, a los que la Academia pulsando el hondo sentir de Extremadura, dedicará singular atención". Creada la Academia, sus primeros Académicos declaraban ante la prensa. Don Antonio Hernández Gil: "Esta Academia se propone ser una nueva ruta de Extremadura hacia América". Don Xavier de Salas Bosch: "Una extensión de la gran aventura americana de los extremeños". Don Antonio Vargas-Zúñiga, su primer Presidente: "Intentar mantener todo momento un íntima relación cultural con América". Y cuando se le preguntó el porqué de la sede en Trujillo, fue rotundo afirmando: "Porque Trujillo ha sido la primera Capital de España y la ciudad donde se realizó por primera vez la unidad territorial de España, como actualmente está configurado", y "Porque aquí se firmó la primera capitulación entre don Fernando y doña Isabel, y sobre todo, cuando muere don Juan II de Aragón, aquí se firma el primer documento de cancillería donde están unidos los reinos de Castilla, León, Aragón, las dos Sicilias con el reino de Valencia y el condado de Barcelona".

Francisco Pizarro, quien tuvo amores con la princesa Inés Yupanqui Haylas, hija, nieta y hermana de emperadores Incas, con la que tuvo dos hijos, creando la familia y la raza hispánica. A su muerte, asesinado por los almagristas, le protegen su hermano Francisco Martín de Alcántara y su fiel amigo y paisano Francisco de Chaves, que les preceden con la entrega de sus vidas. Tres mujeres trujillanas: Inés Muñoz, María Escobar e Inés Rodríguez, cumplen el triste deber de dar sepultura a los cadáveres. Sus cenizas reposan en la Catedral de Lima (que dedicó a Santa María de la Asunción, a la que rezaba en su juventud en la iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo), construida (como las de Méjico, Puebla y Cuzco) por el arquitecto trujillano Francisco Becerra, y de la que fuera su primer Arzobispo, el también trujillano Fray Jerónimo de Loaysa.

Su hija Francisca Pizarro Yupanqui, nacida en Jauja, hija de princesa y nieta y sobrina de emperadores Incas, con sangres mestiza, viene a Trujillo, donde contrae matrimonio con su tío Hernando Pizarro, creando nuevo mestizaje con los hijos habidos. Y se hace trujillana por hija esposa y madre de trujillanos y, a perpetuidad, porque sus cenizas reposan con las de su esposo y tío Hernando, en la iglesia de San Francisco, de Trujillo.

Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, mezcla su sangre trujillana en los hijos que tuvo con la princesa Inquill, o Flor Olorosa, de la familia del Inca Manco Capac, con la que tuvo dos hijos, uno llamado Francisquito y una hija llamada Inés, nacidos en Cuzco y que fueron legitimados por el rey Carlos I. También vinieron a Trujillo, donde conocieron la ciudad natal de su padre y a sus familiares.

Otro singular hecho le encontramos en la participación trujillana en el descubrimiento y exploración del río Amazonas, del que se ha dicho que fue un mal entendimiento entre dos paisanos, Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana. Pero se da la circunstancia, de que entre los escasos componentes de aquella difícil empresa, llena de peligros, hambre y privaciones, figuraron varios trujillanos, entre los que encontramos junto a su figura principal, Francisco de Orellana, a su paisano Fray Gaspar de Carvajal, que llevó las tareas de cura de almas y de cronista de la extraordinaria aventura, junto a los cuales están también Rodrigo de Arévalo (muerto en aquella empresa descubridora), a Lorenzo Muñoz y a Diego Matamoros.

Pero cuando hubo que sustituir una de las naves, a la nueva se la bautizó con el nombre de Victoria, tal vez en recuerdo de la patrona de Trujillo, posiblemente a petición de tan abundante representación trujillana. Esta obra descubridora, abría el camino a la exploración y colonización de una zona cuya extensión es de cinco millones de kilómetros cuadrados que dicen, equivalen a la mitad de os territorios de Europa.

Interminable se haría mencionar aquí y sus méritos, a cuantos trujillanos pasaron a Indias con tareas de descubrir, colonizar o evangelizar. No todos fueron con funciones conquistadoras, sino a ejercer el sagrado ministerio del sacerdocio, a labrar la tierra con que cosechar el trigo y el aceite para el sustento diario, que las trujillanas se habían encargado de llevar. Pero es que entre millar y pico que tenemos catalogado, se encuentran casadas y viudas con hijos pequeños, unas a reunirse con sus maridos y las otras tal vez en busca de un supuesto bienestar, para los que la travesía, en barcas de poca seguridad, quedaban expuestas a toda serie de peligros y muchos no lograrían sus deseos de conocer tierras y parajes nuevos y desconocidos. El más representativo de los trujillanos es Francisco Pizarro, quien incorporó un nuevo Imperio a la corona de España, y del se han ocupado ampliamente los historiadores, del que se han publicado más de 135 biografías. Seguimos con sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro y Francisco Martín de Alcántara, todos destacadísimos y con luz propia, con hechos relevantes propios. Francisco de Orellana, descubridor y explorador del inmenso río Amazonas y Fray Gaspar de Carvajal, su cronista de aquella epopeya. Fray Jerónimo de Loaysa, dominico, primer Arzobispo mártir en América. Fray Diego de Torres Altamirano, franciscano, Obispo de Cartagena de Indias, consagrado en el Convento de la Concepción de Lima, donde era Abadesa una hermana suya. Fray Juan de Trujillo, Jerónimo, a quien Felipe II le presentó para el obispado de Guadalajara, en Méjico. Diego García de Paredes, hijo del Sansón y Hércules de España, a quien Felipe II nombró Gobernador y Capitán General de la provincia de Popayán y fundador del Trujillo de Venezuela. Francisco de las Casas, destacado capitán con Hernán Cortés, al que encargó quemar las naves tras el desembarco; también capitán de la flota de Garay y encargado de la armada que se mandó a la Especiería a través del Estrecho de Magallanes.

Juan Chaves, fundador de Gracias a Dios, en Honduras, en 1.536. Nuflo de Chaves, fundador de Nueva Asunción en 1559 y de Santa Cruz de la Sierra, en 1.561, en Bolivia, que se llamó así por su parecido a la villa de su nombre, muy próximo a su natal Trujillo. Hernando de Alarcón, descubridor y explorador de la desembocadura del río Colorado, que bautizó con el nombre de la Buena Gracia, describió la primera carta hidrográfica de la costa californiana más exacta y que aún se conserva en un Museo. Alonso de Hinojosa, General de la escuadra de Gonzalo Pizarro, compuesta de 22 buques. Alonso de Sotomayor, que hizo la campaña de Chile bajo su mando con el grado de Coronel, y su también hermano Luis de Sotomayor, Maestre de Campo de Alonso. Alonso de Toro, que desempeñó cargos de la máxima confianza de sus paisanos los Pizarro, siendo Maestre de Campo Gonzalo y Gobernador de Cuzco. Alonso de Briceño, uno de los "Trece de la Fama", que le valieron grandes honores y recompensas. Francisco de Chaves, fundador y Regidor de la Villa Real de Chipa en 1528, pasando después al Perú fundando la ciudad de Guatemala. Francisco de Carvajal, valeroso general en la campaña de Italia, enviado por Carlos I a América, fue Maestre de Campo de su paisano Gonzalo Pizarro. Diego de Sanabria, nombrado en 1.547 adelantado en el río de La Plata, y su hermano Juan de Sanabria, que compartió con él sus descubrimientos. El Licenciado Diego González Altamirano, Oidor en Lima en 1.551 y después Alcalde del Crimen de su Audiencia. Francisco Altamirano Torres, Corregidor en la Paz, Bolivia. Fray Diego de Altamirano, primo de Cortés, con el que partió al país de Anahuac. Blas Altamirano Torres, Oidor de Quito y Fiscal Oidor de Lima. Juan de Olmos, Gobernador de Puerto Viejo, ciudad del Perú. García Torres Carvajal, capital y encomendero de Osorno. Fray Alonso de Trueno, dominico, que partió para América con el Obispo de Chiapa, Bartolomé de las Casas, desarrollando tan gran labor espiritual en la Isla de Santo Domingo, que hubo de quedarse a ruegos de los naturales. El Licenciado Alonso de Tapia, que pasó como canónigo de la catedral de Lima. Fray Juan de la Cruz, dominico, vicario, guardián y definidor varias veces de la provincia de Méjico, fundador del Convento de la Piedad de Ahuehuetián, donde vivió y murió con fama de santidad. Nuño Chaves Figueroa, Alcalde Mayor de la Villa de Santa María de la Victoria de Tabasco, en Méjico. Juan Prieto de Orellana, abogado, marchó como visitador de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, en 1.582. Hernando Alonso Villarejo, nombrado Arcediano de la Catedral de Cartagena de Indias. Gaspar Sánchez Sanjuán, que marchó al Perú siendo niño y llegó a Canónigo de la Catedral de Lima. El Licenciado Mateo Sánchez, médico, marchó a Santo Domingo, donde ejerció la medicina con gran ejemplaridad... Pero antes de cerrar esta breve relación, queremos incluir cuatro mujeres trujillanas, tres de ellas ya aludidas: Inés Muñoz, que llevó el olivo al Perú y que llevó el trigo, e Isabel Rodríguez (acaso familiar de los Pizarro, pues así se llamó su abuela materna), las tres, como las Tres Marías en el entierro de Cristo, protagonizaron el triste deber del traslado de Pizarro a su sepultura. Hemos de dejar para el final, a Sor María de Jesús

Paredes, fundadora de las Carmelitas Descalzas, a la que se conoció como la "Azucena de Quito", que murió en olor de santidad.

El eco de la destacada participación trujillana en el Nuevo Mundo, ha motivado a historiadores y escritores para que le dediquen sus mejores titulares e inspiradas frases, de las que hemos seleccionado las siguientes:

"Trujillo, Casa Solariega de la Hispanidad".

"Trujillo, Hogar Universal de la Hispanidad, Ciudad Madre de la Américas y soberana Cuna de Conquistadores".

"Vientre erguido que gestó el Nuevo Mundo"

"Plaza Mayor más que de Castilla, de la Hispanidad la de Trujillo".

Trujillo ha sido señalado como: "Hogar, vientre, alma, corazón, casa propia... de la Hispanidad"

"Trujillo tiene el orgullo de ser cuna de múltiples conquistadores, colonizadores y evangelizadores, forjadores de nuestro Imperio y alma de la Hispanidad".

"Madre y cuna, elección y ejemplo, grito y estandarte, reloj y altar, para nacientes tierras"

Terminamos con el contenido de los dos tercetos del soneto titulado "A la puerta de Santiago", de la obra "Trujillo en Sonetos", del Padre Máximo González del Valle, que tenemos editada:

Aquí nace el fecundo "Monta Tanto, o Tanto Monta", y aquí un augusto encanto tiene color de mies y olor de entraña. Aquí la Hispanidad. Aquí represan los siglos su inquietud. Aquí se besan la sombra de Santiago y la de España.

TRUJILLO: CONJUNTO MONUMENTAL

Se ha indicado en el Prólogo, que investigadores e historiadores que sitúan los orígenes de la ciudad, en el siglo IV antes de Cristo, en razón a los vestigios encontrados. Son muy interesantes los estudios realizados sobre las pinturas rupestres encontradas en las Cuevas del Pradillo y sobre los hallazgos en las excavaciones efectuadas en la finca "Agua Vieja". Posteriores civilizaciones también han dejado marcadas sus huellas, como lo atestiguan los restos romanos, visigóticos, árabes... Como se ha indicado, a comienzos del siglo XIII, el 25 de enero de 1232, Trujillo fue recuperado para el cristianismo, siendo esta época la que más defina la arquitectura que domine.

El paso de la historia, ha dejado uno de los conjuntos históricos y monumentales más interesantes de Extremadura y de España. Así lo atestigua su recinto amurallado, cuyos palacios conforman un excepcional conjunto, en el que sobresalen los alcázares cuyos rasgos militares aún persisten a pesar de los siglos y las reformas realizadas.

Consciente de sus responsabilidades, el gobierno de la nación, inició una interesante campaña de restauraciones, por los años 1960, que a la vista quedan. La posterior Asociación de Amigos de Trujillo, responsablemente, continuó aquella tarea con resultados satisfactorios, no obstante sus reducidos medios económicos, recuperando de sus ruinas, verdaderas joyas arquitectónicas. Pero aún queda mucho por recuperar con verdadero valor monumental y sentimental, por haber sido cuna de trujillanos con talla universal, que consiguieran gloria para su natal Trujillo, para Extremadura y para España. Incomprensiblemente aún se conservan las ruinas del que se tiene por solar de Diego García de Paredes, conocido por el Sansón de Extremadura y Hércules de España, que asombró al mundo con sus prodigiosas fuerzas en las guerras de Italia. Otro tanto ocurre al que se le tiene como palacio de la familia Carvajal, a la que pertenece el Cardenal Juan de Carvajal, diplomático al servicio del Vaticano durante 25 años, al que, según sus historiadores, su gran humildad le privó lucir la Tiara Pontificia. El ruinoso palacio que fuera de Juan Alfonso Altamirano (Juan Alfonso de la Cámara), primer Señor de Orellana la Vieja, cuyos ruinosos cubos, dejan entrever su belleza monumental. El de la familia Vargas, en las proximidades del Mirador de las Monjas, en cuya hermosa y bella fachada resiste las inclemencias de los siglos los escudos de su nobiliaria.

Y otros más que urge rescatar para rehabilitar en su totalidad el conjunto intramuros, que formaba la antigua "Villa". A pesar de los actuales abandonos, hemos de confesar que jamás disfrutamos de nada tan hermoso y bello, quede ese conjunto monumental, en los años en que dispuso de iluminación artística. A cierta distancia, no se podía apreciar si ese bellísimo espectáculo descendía desde el cielo, o por el contrario era que emergía entre luces maravillosas.

En el siglo XV, la ciudad hubo de buscar nuevas zonas donde encontrar cobijo para el aumento de su población. Fueron naciendo arrabales, que se situaban en torno a los muchos Conventos que circundaban la ciudad. En las proximidades de uno de ellos, se tiene casi la certeza que naciera el trujillano más universal, Francisco Pizarro. Todas las teorías se encaminan a que en la actual calle Tintoreros, en su n° 20, llegara al mundo nuestro personaje, junto al Convento de San Miguel, demostrado que dicha casa fuera propiedad de Juan Casco, que se encontraba en la Huerta de Trujillo, pues es sabido que los Conventos disponían de hermosas y feraces huertas, que el trujillano labraba. Hay algún autor, afirma que Pizarro fundó su primera ciudad llamándola San Miguel, en recuerdo de su arrabal trujillano. Buena ocasión para acelerar estas investigaciones y en caso afirmativo tener un recuerdo colocando una lápida en su fachada, que recuerde el lugar de su nacimiento. Casa humilde y sencilla, como corresponde a las grandes figuras; Cristo nació en un pajar.

La importancia monumental de Trujillo, motivó que fueran declarados de interés nacional los más representativos. Pero el Decreto 2223/1962, de 5 de septiembre, en su art. primero: "Declara ciudad monumental histórico-artística el conjunto urbano de la ciudad de Trujillo", reconociendo los valores monumentales a que nos venimos refiriendo. No tardaría en llegarle el espaldarazo, cuando en 1975 merecía ser la aportación de España al Año Arquitectónico de Europa, con cuyo motivo, la Asociación de Amigos de Trujillo, organizó una interesantísima exposición en el Club Urbis, de Madrid, que se tituló "Trujillo en el Año Internacional Arquitectónico". Se ofreció el Club para organizarle porque Trujillo había sido seleccionado como una de las ciudades modelos en España de lo que es y puede ser una ciudad antigua. Su inauguración fue refrendada por las conferencias del Ilmo. Sr. D. Miguel Alonso Báquer, Director General del Patrimonio Artístico, sobre "La vitalización del patrimonio arquitectónico hispano", y otra por el Excmo. Sr. D. Javier Carvajal, Doctor Arquitecto, con el tema "Trujillo, ciudad histórica". Mientras tanto, en la exposición, plazas, calles, retablos de iglesias y retablos fabulosos de sus fachadas solariegas, quedaban reflejadas por obra y gracia de las fotografías del genial Romero, a la admiración de todo Madrid. Y para que nada faltara, allí había un magnífico panel con los nombres de Trujillo en la geografía mundial, que hasta 16 veces se repite, y los blasones de los linajes trujillanos. Y es que, se decía:

"Trujillo Universaliza Extremadura". Está claro, que si España selecciona a Trujillo para que la represente con motivo del Año Europeo del Patrimonio Arquitectónico de Europa, es porque tiene categoría y méritos más que suficientes para ocupar un lugar ante la UNESCO.

El programa de TVE, titulado "Las Cuentas Claras", emitido el 31 de diciembre de 1.985, estuvo dedicado a la entrada de España en el Mercado Común Europeo. Trató la apertura de España hacia Europa, la que se incorporaba en su cultura. Con ese motivo, las cámaras ofrecieron un esmeradísimo programa documental de las dos ciudades españolas que habían sido seleccionadas como las más universales, Santiago de Compostela y Trujillo. Aquella por su apertura hacia Europa, a la que tiene abiertos caminos de peregrinaje hacia el sepulcro de nuestro Santo Patrón, el Apóstol Santiago. A Trujillo, como genuino e indiscutible representante de España, por su especial proyección hacia tierras americanas, por el camino que abrieron los trujillanos, a través de tierras y océanos, y por el puente espiritual que establecieron entre España y aquellas fraternas y queridas naciones hispanas. Se las representaba con tantos paralelismos, que se las hacía coincidir como hermanas gemelas. Las dos son interesantísimos Conjuntos Monumentales, cuyo mensaje televisado debió llegar a todos los rincones patrios y a otros muchos puntos del extranjero. Si Santiago había sido declarado Patrimonio de la Humanidad, Trujillo había representado a España en el año Arquitectónico de Europa, como modelo de lo que es y debe ser una ciudad histórica y monumental. Nos hace pensar, que tanto en este como en el anterior caso, fueron mensajes lanzados por las autoridades nacionales, reconociendo y recordando innegables e indiscutibles valores, hasta ahora ignorados por quienes tienen responsabilidades regionales, estimulándoles en funciones que no ejercen. Resultado curioso, que en tanto a nivel nacional, repetidamente, se le reconoce, se le ensalza, engrandece y valora a Trujillo, a nivel regional se le ignora, menos cuando se quiere salir airoso en determinadas fechas. Confiemos que los políticos extremeños, de una vez para siempre, se tomen con la debida seriedad un tema tan serio, que sólo abundantes frutos pueden acarrear a nuestra región.

Nadie ignora el gran papel que viene jugando Trujillo en los últimos años, asumiendo con la mayor dignidad, su condición de Centro Cultural Regional y su Plaza Mayor convertida en la Plaza Mayor de Extremadura -funciones que siempre ha asumido- con motivo del Día de Extremadura, acogiendo a esos 90.000 representantes de nuestra región que se dieron cita el último año, para festejar los importantes actos. Pasados los primeros años, que se hicieron coincidir con los religiosos en honor a la Patrona, la Stma. Virgen de Guadalupe y en aquella villa, la Junta Regional se convención de la necesidad de desligar unos de otros festejos. Haciéndolos coincidir en Guadalupe, se creaban serios problemas de espacio, había que buscar a los profanos un lugar más apropiado dentro del territorio regional, se necesitaba una ciudad con unas características determinadas y con una Plaza Mayor, la de mayor capacidad donde acoger en un mismo acto a miles de extremeños. No hubo necesidad de un concurso, porque todas las miradas se encaminaron hacia una misma dirección, porque en todas partes se sabía que la de Trujillo ofrecía todas las características que se necesitaban. Es la de mayor cabida, la más bella, la más monumental y envuelta en un Conjunto Monumental de primera magnitud, que siempre ha asumido su condición de Capital de la Región, desde que lo fuera durante siglos. Sus características aseguraban de antemano todos los éxitos, como se ha demostrado en los años pasados. Se ha comportado como la auténtica Capital Cultural, porque además de ser sede de su Real Academia, ha acogido en años precedentes a todas las asociaciones culturales, reuniendo durante varios años, a todas las bandas de música, orfeones, agrupaciones corales, folklóricas y de cualquier otro tipo y todas las deportivas que se han dado cita en esta misma fecha, hecho que no se ha producido en ningún otro acto regional, en ningún otro punto de nuestra geografía. Y se ha rebasado lo regional y nacional con intervención de espectáculos internacionales (aunque sus protagonistas sean nacionales). Nada más que recordar a Montserrat Caballe, José Carreras, Luis Cobos y su orquesta, The Royal Philarmonic Pops Orchestra de Londres y Otras. Y es que, una vez más "Trujillo Universalizaba Extremadura".

Aprovechando la referencia que hemos hecho de la Plaza Mayor de Trujillo, completaremos su información, con unas citas sobre ella que tenemos archivadas, en las que sus autores nos dejan de cuanto en ella han creído ver, que reforzará los juicios que sobre la misma se han vertido en el párrafo anterior.

Para una de las últimas Marquesas de la Conquista: "La Plaza Mayor de Trujillo era la más bella".

Javier Martín Artajo: "La Plaza Mayor de Trujillo es única del mundo por su anárquica belleza, circundada de palacios y de casonas nobles, cuyas fachadas barrocas uno ha visto reproducidas muchas veces en Méjico, Puebla, Tasco y otras antiguas ciudades del Nuevo Mundo".

Antonio Lucas Verdú: "Asombro de propios y extraños. Oh, bella Plaza trujillana, exclamará Chico Pello, que la ve más hermosa y bella que la Grande Place de Bruselas, orgullo también de españoles, lujo de España, o la de Trafalgar Square y aún más hermosa que las Plazas Mayores de Madrid y de Salamanca. Plaza, sin duda, precisaré, más en su apertura, frente a la perfecta y geométrica Plaza Mayor de Salamanca, como la intuyó Pemán, ser la Plaza Mayor del Imperio Español. ...Plaza Mayor trujillana, en cuyo recinto se alzaron pendones a voz de pregoneros proclamando a los Reyes de España, o se celebraban fiestas y torneos cuando los trujillanos ensanchaban los mundos o realizaban la unidad geográfica. Plaza Mayor de la hispanidad, Plaza de Trujillo".

Juan Pedro Zarranz y Pueyo, que fuera obispo de Plasencia: "La Plaza Mayor de Trujillo es la ¡Plaza Mayor de España!".

Felipe Sasone: "La Plaza Mayor de Trujillo es la Plaza más española de España".

Francisco Acaso Gómez: "Prefería la de Trujillo entre todas las Plazas de España, porque es la más bella, porque es la obra del subconsciente por espontánea y madurada de un proceso de siglos, no del genio de un sólo hombre, sino del genio de un pueblo. Y reveladora de las más hondas raíces de España. Anchurosa Plaza, máxima representación de las plazas españolas. En Trujillo y en su Plaza Mayor como símbolo, está España, la España viva, la España auténtica y eterna".

José García Nieto: "¡Bien servida fuiste, Ciudad de Trujillo, bien recordaba y amada de lejos, en distancias que nadie había logrado!... Tú eres América... Porque de tu espléndida riqueza monumental yo quiero escoger ese Palacio del Marqués de la Conquista. Y de ese Palacio voy a quedarme con la fachada, ay de esa fachada con una esquina, y de la esquina con ese maravilloso balcón. Porque ese balcón eres tú, Trujillo, esa esquina, esa proa de una nave que abre la esperanza del mundo nuevo, ese balcón, ese pecho abierto a la luz estelar de la futura Hispanidad".

Ángeles Villarte, de su escritorio "Evocación de América en la Plaza Mayor de Trujillo": "La Plaza deja maravillados a quienes la contemplan... Se la ha calificado de monumento único en el mundo y no hay exageración".

Pedro de Lorenzo: "Plaza de caballeros, en su ruedo el trujillano corre toros a la antigua usanza... Amplia, perfecta, circunstanciada, se merece lo que es: Plaza Mayor, de las más acabadas de la patria. ¡Plaza Mayor de la Hispanidad!".

Jean Cau, premio Goncourt: "Trujillo es una maravilla. Una ciudad fijada en el tiempo, en la Historia. Da la impresión de una ciudad petrificada, en el paisaje. Me pareció extraordinaria -no me importa si es buena o mala la estatua "surrealista" de Pizarro. Su sombra se dibuja gigantesca, por las noches, en el palacio que tiene enfrente. Es como una nueva Pompeya. La gente visita Toledo como visita obligada. Debiera visitar Trujillo".

Antonio Díaz Cañabate: "Hay que imaginarse la Plaza Mayor de Trujillo en los buenos siglos, en los del esplendor trujillano, el XVI y XVII... Plaza Mayor es, en efecto, la de Trujillo, concebida con grandeza y riqueza trazada. Palacios la rodean. Un templo la preside. Un amplio espacio la forma. La vista se extasía. El ánimo se esparce. Las bellezas se amontonan... Remanso de glorias pasadas es hoy la Plaza Mayor de Trujillo, que es para mí la Plaza Mayor de la España Imperial, la Plaza de Carlos V".

En este interesante muestrario de opiniones, expresadas con la mayor sencillez y sinceridad, creemos haber captado seguridad y continuidad en sus afirmaciones por parte de sus autores, por espontáneas. Un momento más, en el haber trujillano que en lo histórico, monumental y en lo universal, digno de ser patrocinado por la UNESCO.

Como dejara escrito el Conde de Canilleros: "...mientras en el Nuevo los trujillanos echaban los firmes cimientos del Mundo Hispánico, en el Viejo Continente, los magníficos representantes de la ciudad mantenían esa tónica de los extraordinarios, símbolo de lo trujillano". Y sin hacer una meticulosa Selección, esos Trujillanos podían llamarse:

Diego García de Paredes.- Sansón de Extremadura y Hércules de España, cuya fama llegó a todos los rincones del mundo. Destacó en Nápoles y en Roma, en las guerras de Italia. Estuvo al servicio directo del Papa Alejandro VI. Brazo derecho del Gran Capitán, cuya fuerza era tal, que se contaba que él solo era capaz de detener un ejército de enemigos apostado en un puente. Sus últimos años permaneció a las órdenes personales del Emperador Carlos V. Alcanzó el grado de Coronel. Su biografía, contiene abundantes e interesantes hazañas de nuestro personaje.

Juan de Carvajal.- Estudió en Salamanca y en Roma. Cardenal de Santo Ángelo. Durante un cuarto de siglo fue el diplomático y embajador más hábil del Vaticano, disfrutando de la confianza de los Papas Martino V y Eugenio IV. Destacó por su piedad y sabiduría. Su gran humildad le privó de la Tiara Pontificia.

Gaspar Cervantes de Gaete.- Fue Arzobispo de Mesina, en Italia. Destacó como Canonista en el Concilio de Trento en 1563. Arzobispo de Salerno hasta 1564. Nombrado Arzobispo de Tarragona en 1568, le retuvo el Papa San Pío V, gran amigo suyo, para solucionar la famosa causa inquisitorial del Cardenal Carranza, Arzobispo de Toledo. Ocupó el Arzobispado de Tarragona en 1572. Se le atribuye la fundación de los llamados Seminarios Tridentinos, primeros Seminarios de España.

Juan Alfonso Altamirano.- Estudió Leyes en Sevilla, alcanzando altos puestos en Burgos y en Valladolid. Alfonso XI le nombró su Secretario de Cámara, por lo que se le conoció como Juan Alfonso de la Cámara. Valorando sus méritos, el Rey le concedió el Señorío de Orellana la Vieja, apellido que adoptó desde entonces, aunque manteniendo el escudo de armas: los diez roeles.

Juan de las Casas.- Capitán de corazas en la guerra de Alemania y Portugal. En 1600 era Regidor de Trujillo. Murió siendo Alcaide del Castillo de Alcalá la Real. Tenía el hábito de Calatrava.

García Cervantes de Gaete.- Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Fue Oidor en la Cancillería de Granada y después del Consejo Real. Era sobrino del Cardenal Cervantes de Gaete.

Hernando de Becerra, "El Maestro".- Profesor de la Universidad de Valladolid en la facultad de Filosofía. Era hermano de Alonso Becerra, padre el arquitecto Francisco Becerra.

Diego García Bejarano.- Conocido por "El Rico". Político distinguido. Intervino en las guerras sostenidas por Enrique III. Cuando subió al trono Juan II, le nombró de su Consejo Real.

Diego Bejarano Cervantes Orellana.- Ingresó en 1646 en la Orden de San Juan de Jerusalén, con el cargo de Procurador en Andalucía y después en Castilla. Secretario de Embajada en 1672, y en 1674 Recibidor o Tesorero General en Madrid y, en 1675, Gran Canciller. Confirmado Recibidor en 1676 y Bailío del Santo Sepulcro en 1679. Permaneció casi 50 años al servicio de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Fray Felipe Meneses.- Dominico. Estudió en Salamanca. Profesó en el Convento de la Encarnación de Trujillo, componiendo las sabias Reglas de la Cofradía de Caballeros del Hospital del Espíritu Santo. Colegial en San Gregorio de Valladolid y catedrático de la Universidad de Alcalá. Reformador de la Orden de la Merced. Escribió "Tratado de Confesores", "Tratado de los Sacramentos", "Compendio de la Doctrina Cristiana", y la obra ascética "Luz del Alma".

Fray Juan de Orellana.- Perteneció a la Orden de Predicadores. Escribió sobre Dogma y Moral Ascética con gran elogio de sus contemporáneos. Fue consultor del Supremo Tribunal de la Inquisición y del Consejo Real.

Fray Gaspar de Nelo.- Agustino. Muy versado en sagrada Escritura, escribió "Comentarios de San Mateo y San Lucas", "Comentarios sobre el Apocalipsis de San Juan", editadas en 1584. Residió en Salamanca, donde fue Maestro de su Orden y Profesor de sagrada Escritura en Valladolid.

Fray Diego de Borja.- Jesuita. Prefecto de Estudios de América. Escribió "Epístolas sobre la vida y muerte del padre Alfonso de Aragón".

Fernando Calderón y Chaves.- Perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén, profesando en 1612 y fue nombrado Procurador de la Enfermería en 1631 y Procurador del Granero en 1631.

Luis Francisco Calderón.- Distinguido militar, de vida azarosa, pero hecha penitencia, escribió un libro "Opúsculo de Oro", el camino de la perfección, que describe siguiendo a Santo Tomás. Sus prologuistas y censores le califican de "príncipe de los eruditos".

Álvaro Carvajal Pizarro.- Fue un gran militar. Sus campañas en Francia y en Portugal le dieron renombre y prestigio entre los generales del ejército.

Fray Diego de Chaves.- Nacido en 1.492. Dominico en su natal Trujillo. Estudió en Salamanca y en Sevilla. Lector de Teología en San Esteban de Salamanca. Sustituyó en la Cátedra de Prima a Fray Pedro de Soto cuando marchó al Concilio de Trento. También sustituyó al gran Melchor Cano por el mismo motivo -Concilio al que también fue a sentarse entra tantos sabios-, teniendo como discípulo al que sería Gran Teólogo, Domingo Báñez. Nombrado por Felipe II confesor de su esposa Isabel de Valois y del príncipe Carlos. Posteriormente el mismo Rey le nombró su confesor, cargos del que jamás fue relevado. Fue muy elogiado por los sabios de la época: Soto, Melchor Cano, Santa Teresa de Jesús, Arias Montano... Su humilde condición no le permitió aceptar de Toma, los obispados para los que fue propuesto Felipe II.

Gabriel de Chaves.- Jurista distinguido, nacido a finales del siglo XVI. fue del hábito de la Orden de Calatrava, gozando en Madrid gran renombre como abogado. Fue del Consejo Real de Hacienda y del de Castilla.

Juan Chaves Mendoza.- Estudió en Alcalá de Henares. Fue Juez y Corregidor de Sevilla y más tarde se le nombró en Madrid Consejero Real de Castilla, y cuando murió desempeñaba la Presidencia del Real Consejo y Cámara de dicho alto Cuerpo. Tuvo el hábito de Santiago.

Luis Chaves, el Viejo.- Gran caballero, nacido en 1400. En su Alcázar fue donde se hospedaron los Reyes Católicos cuando trasladaron la Corte de Castilla a Trujillo, en sus luchas contra la Beltraneja. En su palacio se celebró el Consejo en el que le nombró a don Fernando como Rey de Aragón, a la muerte de su padre don Juan, y en el que se tomó el acuerdo de la unión de todos los territorios para la Unidad Nacional, con el "Tanto Monta...". También se firmó con Portugal la "Paz de Trujillo", que afirmaba a los Reyes Católicos en la corona de Castilla, y también se firmó el Primer documento de Cancillería, en diciembre de 1479, en el que por primera vez aparecen unidos Castilla y Aragón, y ellos como Reyes de España. Perdió tres de sus hijos defendiendo los derechos de doña Isabel. Recibió grandes recompensas y honores, entre ellos el Señorío de Caudilla (Toledo) y tomar juramento a los Reyes de Castilla. Fue un personaje que disfrutó de la estima personal de los Reyes Católicos. Murió en 1492.

Alonso de Escobar.- Renombrado militar, nacido a finales del siglo XVI. Caballero del hábito de Santiago. Alcanzó el empleo de Teniente General del Ejército, en el que tuvo una actuación muy destacada. Gozó de la Encomienda de la Orden.

Gonzalo Pizarro.- Fue el padre de Francisco, Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro, grandes conquistadores en América. Se inició en la guerra en Trujillo en tiempos de Enrique IV. Tomó parte muy activa en la conquista de Granada, pero donde se distinguió fue en las campañas de Italia y Flandes, con su paisano Diego García de Paredes. Enviado a Navarra para contener a los franceses, falleció en Pamplona por las heridas recibidas en el sitio de Amaya. Se le conoció por El Largo, por su estatura y El Romano por sus campañas en Italia, habiéndose distinguido en el asalto a la Ciudad Eterna. Alcanzó el grado de Coronel.

Alonso García de Vargas.- Fue Consejero del rey don Juan II de Castilla, al que sirvió y al que le unió una gran amistad. Obtuvo para Trujillo el Título de Ciudad, del rey citado en el Astudillo en 1430.

Fray García de Loaysa.- Arzobispo de Sevilla. Fue General de los Dominicos y Presidente del Consejo de Indias. Fueron sus hermanos Fray Jerónimo de Loaysa, Arzobispo de Lima y Fray Domingo de Mendoza, que es el siguiente:

Fray Domingo de Mendoza.- Dominico. Era subprior del Convento de San Esteban en Salamanca, cuando en 1510 fue comisionado para llevar diez religiosos de su Orden a la isla de Santo Domingo.

Juan Vargas Carvajal.- Nacido en 1528. Perteneció a la Orden de Alcántara. Vivió muchos años en la Corte de Felipe II, quien le nombró gentil hombre de Casa y Boca. Acompañó al monarca desde Alemania y España a la conquista de Portugal en 1580.

Fernando Pizarro de Orellana.- Colegial en Cuenca. Catedrático de la Universidad de Salamanca. Obtuvo el grado académico de Licenciado, ocupando el puesto de Oidor de la Real Audiencia de Sevilla y de Granada. Pero donde sobresalió, fue como Fiscal del Supremo Consejo de Ordenes Militares. Fue Comendador de Bétera. Contra las falsedades vertidas, reivindicó la fama de sus paisanos en Indias, publicando una obra titulada "Varones Ilustres del Nuevo Mundo" y otra titulada "Descubridores, conquistadores y pacificadores".

Gutiérrez de Vargas Carvajal.- Teólogo distinguido, nacido en 1504. Obispo de Plasencia en 1556. Se le conoció como el Obispo-arquitecto, pues bajo su dirección se alzaron muchas iglesias en su Diócesis. Era hermano de Francisco de Camargo, capitán de la armada de Cortés, de la de Garay de la que marchó a la Especiería, por el Estrecho de Magallanes.

 

 

sábado, 13 de enero de 2024

 

 

 

GARITAS DE FIELATOS EN TRUJILLO

 

En los alrededores de Trujillo se encontraban fuentes y lagunas que utilizaron como agua potable los ciudadanos desde mediados del siglo XV, tales como la Añora, La Almohalla, Olalla, Fontalba, Manzanillo y La Carbonera. El Concejo se preocupaba de su limpieza, dictando normas en sus sesiones concejiles.

 

En Trujillo existen aún algunas de las escasas casetas de cobro de los arbitrios o tasas municipales sobre el tráfico de mercancías o recintos/fielatos con los que contaba la ciudad en los accesos naturales a la misma, concretamente se encuentra cercano al matadero viejo, es semicircular, de mampostería, y está cubierto con una bóveda de ladrillo. Estuvieron en servicio desde finales del siglo XVI. Fue Felipe II el primero en instaurar en Madrid en 1561 el impuesto a determinadas mercancías que se introducían en la ciudad para sufragar obras de mejora en la villa. Felipe IV impulsó nuevamente los fielatos para recaudar fondos capaces de financiar las guerras.

 

A estas construcciones no se les ha prestado la atención necesaria para su conservación y puesta en valor. Por tal motivo, lamentablemente han desaparecido casi todas las casetas de obra de fielato a las que no se han dado importancia y que han llegado hasta nuestros días, excepto esta que dan a conocer y la que está a la entrada del Parque.  Desaparecieron al final de los años cincuenta o comienzo de los sesenta del siglo pasado al quedar abolida la obligación ineludible –si es que no funcionaba la picaresca- de satisfacer aquellas contribuciones o derechos de consumo. Los productos que entraban en la ciudad se pagaban en los llamados fielatos, una especie de aduanas domésticas, que no eran sino unos pequeños recintos habilitados para dar acogida al funcionario de servicio y poco más –en algún caso una simple garita-, ubicados estratégicamente a la entrada de las poblaciones.

 

En otras ciudades estuvieron aplicándose durante gran parte del gobierno de Franco –aunque venían de bastante más antiguo- unas contribuciones que gravaban los productos alimenticios y bebidas que entraban a las ciudades para el consumo de la población.