jueves, 23 de marzo de 2023

 

TRAS LAS HUELLAS DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA

 

 

San Pedro de Alcántara es una figura importante dentro de la espiritualidad española del siglo XVI, donde floreció la pléyade singular y portentosa del Siglo de Oro español, un reformador e impulsor del movimiento franciscano descalzo. La biografía de San Pedro de Alcántara tiene un enorme caudal de vida y espiritualidad.

 

Nació en la villa altoextremeña de Alcántara en el año 1499[1], y fue bautizado en la iglesia de Santa María de Almoçovar con el nombre de Juan de Sanabria[2], hijo de Alonso Garabito y de María Vilela de Sanabria.

 

En el año 1506 falleció prematuramente Alonso Garabito[3]. La viuda, María Vilela, contrajo matrimonio con Alonso Barrantes, viudo y padre de cinco hijos, y fruto de este matrimonio nacieron dos nuevos hijos. Uno de éstos, Pedro Barrantes Maldonado Sanabria definió a su madre como "una de las más excelentes señoras y más cristianas y de más caridad de las que en su tiempo nacieron en Alcántara"[4].

 

Por su procedencia, cabe catalogar a Juan de Sanabria entre la hidalguía local cualificada, pues su padre es citado como el bachiller Garabito, letrado y regidor, circunstancia que le permite acceder a los estudios gramaticales e incluso a los estudios académicos en la Universidad de Salamanca, en los años 1511-1515, cuando ejercía como rector Luis de Pimentel y destacaron como catedráticos de Prima Tomás de San Pedro, Alonso de Zúñiga y el jurista y cronista castellano doctor Lorenzo Galíndez de Carvajal[5]. Su estancia en Salamanca fue muy productiva, allí sintió el carisma de San Francisco de Asís[6].

 

En el año 1515 ingresó en la Orden franciscana. Cuando contaba con 16 años recibió la licencia de ingreso, firmada por el Provincial fray Francisco de Fregenal que se encontraba de visita en el convento de San Francisco de Belvís de Monroy[7]. Juan de Sanabria partió de Alcántara en el año 1515 para tomar el hábito y profesar la regla de San Francisco en el convento de los Majarretes, en las cercanías de Valencia de Alcántara[8], uno de los tres conventos que tenían en Extremadura los frailes del capucho y que había sido fundado un año antes, perteneciente de la Provincia de San Gabriel y Custodia de Extremadura, junto con los de San Marcos de Altamira de Casar de Palomero, Santa Margarita de Jerez de los Caballeros y Nuestra Señora de Rocamador de Almendral, todos bajo la inspiración reformadora de fray Juan de Guadalupe[9]. En el convento de los Majarretes, Juan de Sanabria cambió su nombre de bautismo por el de Pedro de Alcántara y renunció a sus bienes en favor de su madre. Allí tomó el hábito de la Custodia de Extremadura, por orden del custodio fray Francisco de Fregenal, lo vistió su paisano fray Miguel Rocco.

 

Según el padre Juan de Santa María: "En esta jornada, yendo a tomar el hábito al convento de San Francisco de los Majarretes de la dicha Provincia (San Gabriel), una legua apartado de la Villa de Valencia de Alcántara. Estaba este convento en aquel tiempo, en un sitio harto devoto y solitario, no lejos de unos riscos y despeñaderos muy altos, que por aquella parte dividen el Reino de Castilla, de Portugal, y le llaman los Majarretes. Allí tomó el hábito, y luego que el religioso mancebo se vio en aquella pobre casa, escondida de la comunicación de los hombres, y apartada del bullicio del mundo, donde se pensaba escapar de sus inquitudes, metido en el rincón de su celda, y guardar el preciosísimo tesoro de la castidad"[10].

 

Se fue formando paulatinamente el núcleo originario de lo que se convertiría en la Provincia de San Gabriel en 1519, con la fundación de los conventos de San Onofre de La Lapa (Badajoz)[11], San Francisco de Belvís de Monroy y Madre de Dios de Alburquerque. Concretamente, durante su estancia en Belvís de Monroy. donde vivió tres años continuos ejercitándose en las virtudes y en el estudio, conoció a los condes de Deleitosa, en una época de los grandes reyes, de los grandes teólogos, de los grandes santos, entendiendo la santidad como una identificación perfecta con Cristo crucificado y trazó un camino para ir a Él. El itinerario comienza por una intuición del Verbo encarnado que muere en cruz por amor nuestro, moviendo al hombre a penitencia de sus culpas y arrastrándole a una estrecha imitación[12]. Así introduce al alma en una total pobreza y renuncia de este mundo, en el que vivirá sin apego a criatura alguna, como extranjera y peregrina; de aquí la llevará a desear el oprobio y menosprecio de los hombres, será humilde; de aquí, despojada ya de todo obstáculo, a una entrega total al prójimo, en purísima caridad fraterna.

 

En su faceta de reformador e impulsor del movimiento descalzo, Pedro de Alcántara vivió en un contexto social y religioso dominado por la reforma y afirmada por hombres de gran carisma, que se consolidaron con el apoyo del Pontificado y de las Monarquías nacionales. Las reformas tuvieron su gran empuje en el reinado de los Reyes Católicos (1475-1517) y perduraron a lo largo del siglo XVI, a la sombra de la Monarquía de Carlos V y Felipe II[13].

 

Este fue ahora el panorama. La formación de los grupos reformados en el único cuerpo de la Regular Observancia, implicó, cuando menos, una merma de los grupos espontáneos, incluso cuando se les concedieron espacios propios —las custodias— y superiores regionales. De esta reducción institucional surgieron situaciones de inquietud y disconformidad que se procuró acallar desde 1500 con la solución tradicional de una opción jerárquica: las casas de recolección[14].

 

Pedro se aclimató en la Orden entre los años 1516-1522, testigo de los movimientos religiosos que atrajeron a los frailes de su tierra, que tenían por valedor a Francisco de los Ángeles Quiñones, futuro cardenal de Santa Cruz. Valorado por su formación y por su mentalidad religiosa, realizó en la Orden Franciscana una carrera intensa de gobierno, que fue desde la guardianía del Convento de San Onofre de La Lapa en 1532, donde compuso su Tratado de la oración y meditación[15], a instancia de don Rodrigo de Chaves, al cargo de Consejero Provincial en los años 1533, 1544 y 1551, y Ministro Provincial, en 1538. En el año 1521 fue destinado al convento de San Gabriel de Badajoz, que fue construido por Gómez Fernández de Solís y doña Catalina de Silva, inaugurándose ese año. En 1522 fue ordenado su diácono, diácono y sacerdote en 1524.

 

Pedro de Alcántara, firme en sus principios y seguro del apoyo de prelados y señores, intentó salir de este encierro pasándose a la jurisdicción de los superiores de la rama conventual de la Orden Franciscana y perfilando su movimiento religioso como nueva familia de “conventuales de vida reformada”. Los superiores conventuales aceptaron con gusto su propuesta y lo nombraron comisario, el 18 de abril de 1459, designación confirmada por el papa Pablo IV, el 8 de mayo de 1559. La decisión de Pedro de Alcántara iba en firme y cuajó de inmediato en la formación de una custodia (8 de octubre de 1559), luego provincia de San José (22 de febrero de 1559). Era el momento en que se encontró con Santa Teresa (agosto de 1560) y otros entusiastas de la iniciativa como el obispo Álvaro de Mendoza, el gran factor de las fundaciones teresianas.

 

Por su extracción hidalga y por sus estudios salmantinos, realizados alrededor del año 1511, en un momento de agitación y reforma, y sobre todo por su carácter firme en sus propósitos, destacó a partir de la década de 1530, cuando Francisco de Quiñones, tras su ministerio de ministro general de la Orden (1523- 1527), ascendió al cardenalato y tuvo un protagonismo religioso notable de tinte erasmiano. Ensayó dentro de la institución de la Observancia sus proyectos de Felipe II, como definidor y ministro provincial de la provincia de San Gabriel (1538- 1541) y fue autor de las Ordenaciones provinciales de 1540[16].

 

En 1528, Pedro de Alcántara pasa a ser guardián de San Miguel de Plasencia[17]. El día 2 de febrero de 1529, fallece en Alcántara su padrastro Alonso Barrantes, a la edad de ochenta años y fue enterrado en la iglesia de Santa María de Alcomóvar de Alcántara. Un año más tarde, residiendo en el convento de Alburquerque, se libra de la peste que azotó terriblemente a la población. Marcharía en 1531 al convento de San Gabriel de Badajoz por disposición del provincial fray Diego de Chaves[18].

 

En el mes de diciembre de 1532 Pedro de Alcántara fue elegido Guardián de San Onofre de la Lapa (Badajoz)[19], donde escribe el Tratado de Oración y de la Meditación[20], guía de santidad para sus semejantes.

 

En el año 1534 es nombrado por la Provincia Procurador, juntamente con los guardianes de Monteceli y de los Ángeles, ante los obispos de Coria y Plasencia para defender el pleito de integridad territorial de la provincia descalza de San Gabriel suscitado por la Provincia Observante de Santiago. Un año después, asiste al Capítulo general de Niza con los padres Gallego y Chaves; en octubre del mismo año es elegido Definidor de la Provincia en el Capítulo de San Gabriel en Badajoz. Será entonces cuando recorra los obispados de Ciudad Rodrigo, Coria, Plasencia y Badajoz y llegará hasta Sierra Morena, logrando conversiones innumerables de gentes de todas las clases sociales[21].

 

Pedro de Alcántara es elegido en el Capítulo Provincial celebrado en el mes de octubre de 1538 en el convento de Madre de Dios de Alburquerque[22], Ministro provincial de San Gabriel y recibe la fundación del convento de Nuestra Señora de la Esperanza de Villanueva del Fresno (Badajoz). A partir de entonces, llevó a cabo varias fundaciones en Extremadura, concretamente Madre de Dios, en Valverde de Leganés[23]; Santa Margarita en Jerez de los Caballeros[24].

 

El día 29 de octubre de 1540 le escriben los reyes de Portugal don Juan III y su mujer doña Catalina, ofreciéndose a su servicio. Pedro de Alcántara llegó a mortificarse tan ásperamente en el comer y el beber que perdió el sentido del gusto y así todos los alimentos le sabían igual. Dormía sobre un duro cuero en el puro suelo. Pasaba horas y horas de rodillas, y si el cansancio le llegaba, apoyaba la cabeza sobre un tronco en la pared y así dormía arrodillado. Pasaba noches enteras sin dormir rezando y meditando. Por eso ha sido elegido protector de los celadores y guardias nocturnos.

 

Casi tres años duró la estancia en Portugal de Pedro de Alcántara, habiendo sido muy bien acogido en Portugal bajo el amparo de Juan III y de la reina Isabel. En Portugal fundó la Custodia de la Arrábida, con la ayuda de Juan de Alancáster, duque de Aveiro,  y los conventos de Nuestra Señora de la Consolación de Palhais en 1542, y el de Nuestra Señora de la Piedad, en Casa-Rica (Lisboa), en el año 1550. Llegó a escribir: "Tengo cierto más amor a las cosas de Portugal que a las de Castilla"[25]. Aunque también tuvo sus detractores en la persona del ministro general de los observantes, fray Andrés de Isla o da Insua, que no cesaba de cercar a Pedro de Alcántara y a sus seguidores, para evitar la difusión de la incipiente corriente descalza[26]. En el mes de marzo de 1541, camino de Mantua para asistir como provincial al Capítulo General, concluía su provincialato, enfermó en Barcelona; los días que pasó en la ciudad le permitió conocer al virrey de Cataluña Francisco de Borja, duque de Gandía[27]. Allí le llegó una gratificante noticia desde Portugal, fray Martín de Benavides, con el apoyo de la nobleza portuguesa, iniciaba la vida eremítica en la montaña de la Arrábida.

 

El 3 de octubre de 1544 es elegido por segunda vez Definidor de la Provincia en el Capítulo celebrado en el convento de Madre de Dios de Alburquerque[28]. Funda un beato de doncellas, llamado de las Acostas o de Sanabria, en Jerez de los Caballeros. Por entonces, fallece su madre María Vilela en Alcántara en el mes de febrero de 1544, habiendo dejado testamento firmado el 18 de julio de 1540, ante el escribano público Agustín de Aguilar, donde ordena los sufragios que se han de celebrar por su alma y por sus familiares difuntos y el arreglo de la hacienda familiar[29]. En su testamento, María Villela reconocía a uno de sus hijos y recompensaba tan generoso cariño: “considerando la continua obidençia de mi hijo Pedro Barrantes Maldonado, por le ser grata madre e pagarle en algo lo mucho que yo le devo”. Los hijos que tuvo María de su  primer matrimonio fueron:  García, Juan de Sanabria, el futuro San Pedro de Alcántara; María de Villela. Del segundo matrimonio, nacieron Pedro Barrantes Maldonado, Francisca Maldonado[30].

 

El 1 de abril del año 1548, en el Capítulo Provincial celebrado en San Gabriel de Alconchel, presidido por el Ministro General fray Andrés de la Isla, eligen los capitulares, que eran pares, la mitad a fray Pedro de Alcántara y la otra mitad a fray Juan del Águila, para Ministro provincial de San Gabriel. Tras un empate, resolvieron los vocales ceder su voto al Ministro General para que decidiera la votación, habiendo renunciado gustosamente los dos santos varones. El padre Isla eligió a fray García del Castillo.

 

En 1549 regresa Pedro de Alcántara a la Arrábida en unos momentos en que fray Andrés de la Isla ocupaba el cargo de Ministro General de la Orden, él que nunca vio con buenos ojos la vida eremítica. Pedro de Alcántara contó con la ayuda del infante portugués don Luis y con el duque de Gandía, con el que mantuvo buena relación. El resultado final serán dos Breves Pontificios (1551-1552) a favor de la Custodia de la Arrábida, cesando la oposición de fray Andrés de la Isla contra aquélla, pero no contra Pedro de Alcántara a quien no le permitirá volver a la Arrábida[31].

 

En el año 1550 Pedro de Alcántara viajó nuevamente a Portugal, acompañado de fray Juan del Águila y otros religiosos de San Gabriel, para asegurar el porvenir de la Custodia y la fundación de la futura provincia de la Arrábida. Un año después regresó a Portugal llamado por el presidente del Capítulo y el Ministro provincial fray García del Castillo. Se celebró el Capitulo el día 29 de marzo de 1551 en San Miguel de Plasencia, donde fue elegido por tercera vez Pedro de Alcántara como Definidor de la provincia. Pero de Alcántara supuso a ser nombrado Ministro provincial por estar comprometido en Portugal para continuar ampliando la Custodia de la Arrábida[32].

 

En el año del 1551 había sido fundado por fray Alonso de Manzanete el convento de Loriana, próximo a la población de La Roca de la Sierra. El convento se construyó en una de esa propiedad de don Juan Velázquez Dávila, señor de las villas de Loriana y don Llorente y caballero de la Orden de Alcántara, denominada Loriana. Este convento fue precursor de Nuestra Señora de la Concepción de "El Palancar", ambos para dedicarse a la vida eremítica[33].

 

El 20 de mayo de 1553 asiste Pedro de Alcántara al Capitulo General celebrado en Salamanca como Custodio de la Provincia con Francisco de Martiago. Pronto vio extendido el movimiento franciscano a Galicia, Castilla, Valencia; más tarde China, Filipinas, América. Los alcantarinos eran proverbio de santidad entre el pueblo y los doctos por su vida maravillosamente penitentes.

 

Mientras tanto, Pedro de Alcántara visitó el convento de Loriana para participar con los frailes de la pobreza y la soledad. Pero, en 1554 decide el nuevo reformador franciscano marcar su nueva andadura[34]. Obtiene licencia pontificia y se desvincula de la Provincia de San Gabriel y se instala en Santa Cruz de las Cebollas, contando con el beneplácito del Obispo de Coria. En el año 1556 se entrega obediente a los franciscanos conventuales en Roma, siendo nombrado comisario de los conventos reformados de España, con la facultad de convertir la Custodia de San José en Provincia.

 

En 1557, inmerso en una vida eremítica, se marchó a Pedroso de Acim y allí, contactó con don Rodrigo Chaves que le donó una huerta y una pequeña casa de campo junto a la fuente de "El Palancar", en la dehesa de El Berrocal. Consiguió el permiso pontificio y el beneplácito de su Provincial y allí, retirado en la oración y a la penitencia, construyó su pequeño convento, donde tenía una pequeñísima celda donde oraba.

 

Fue la propia Santa Teresa de Ávila la que divulgó las vigilias de este buen fraile consagrado a una alta contemplación mística. Durante su estancia en el "conventito" de El Palancar viajó a Roma y al llegar de su viaje clavó su bastón entre dos rocas y dio origen a la famosa higuera que se encuentra en la huerta del convento[35].

 

También atendió Pedro de Alcántara espiritualmente a los condes de Osorno y duques de Galisteo, don García Fernández Manrique y doña Teresa Enríquez; a don García López de Carvajal y doña Catalina Manrique; a los condes de Oropesa don Fernando Álvarez de Toledo y doña Beatriz de Monroy[36].

 

Pedro de Alcántara continuó el enfrentamiento con fray Andrés de la Isla, sobre todo en el Capítulo celebrado en Montecoeli del Hoyo en el mes de septiembre de 1557, donde se adoptan medidas contrarias a la vida mítica, acogiéndose pero no alcanzará a los Conventuales reformados, cuyo primer Comisario General en España será fray Juan Pascual.

 

En pocos meses dio vida a un nuevo distrito franciscano que llevaba su impronta descalza: la Custodia de San José, de Castilla la Nueva, constituida en el mismo año de 1558, y elevada a provincia con nuevas ordenanzas en 1561. Se fundaron los conventos de San Juan de la Viciosa, en Deleitosa; Nuestra Señora del Rosario, en Oropesa; Descalzas Reales, en Madrid; San José, en Elche; Nuestra Señora del Loreto, en Monforte; Nuestra Señora de la Piedad, en Sollana; también en Paracuellos, Valencia, Cadalso, Aldea del Palo y el convento de Arenas, con los que la Custodia de San José se constituyó en Provincia, el 2 de febrero de 1561 en el Capítulo celebrado en El Palancar. Además, se promulgan las Ordenanzas Provinciales en las que se prestó atención a las medidas a las que deben sujetarse los diversos espacios del convento, tales como:

 

-que ninguno de nuestros conventos sean hechos de piedra labrada y toda, su madera sea tosca, sin labrar a cepillo, salvo la iglesia, coro y sacristía.

-que las iglesias sean pequeñas, de manera que no tengan de ancho más de ocho pies y de largo veinticuatro con capilla y todo y a lo más diez pies de ancha y treinta de larga.

-las celdas sean de siete palmos de vara y la que más de siete pies.

-Y no tengan más de ocho celdas, iglesia, sacristía y uno o dos altares; coro con sus sillas. Enfermería alta y baja. Hospedería de seglares. Portería y tránsito para la huerta. Claustro alto y bajo si fuese de cuatro cuartos, y no sea lo claro del claustro más de ocho pies; lo demás dé a los paños por donde han de andar.

Pedro de Alcántara fue nombrado Comisario General obligando de a suspender su vida eremítica, fundando casas nuevas y multiplicando los viajes a diversas poblaciones como Ávila, en cuyo camino descubriría la ermita de San Andrés del Monte, en Arenas. Donde años después construiría un convento.

 

Su último refugio fue el minúsculo Convento de Hontiveros, donde le acosaban los superiores observantes, en septiembre de 1562, que, por su portavoz en la Corte de Felipe II, lo acusaban de “inventar [...] nueva Orden e manera de religion no aprobada[37].

 

Entre los días 17 y 25 de agosto de 1560, reside Pedro de Alcántara en Ávila, llamado por doña Guiomar de Ulloa, para organizar la fundación del convento en la dehesa de "Aldea del Palo" (Zamora). Durante su estancia conoció a doña Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada (Santa Teresa de Jesús), comenzando una gran amistad espiritual con la reformadora del Carmelo[38], a quien siempre atendió en sus ruegos, quien llegó a definir que Pedro de Alcántara "parecía hecho de raíces de árboles", por su extrema delgadez. Santa Teresa evoca en su Vida cómo durante cuarenta años Pedro de Alcántara "Me dijo este santo que había dormido solo hora y media entre noche y día y que éste era el mayor trabajo de penitencia que había tenido en los principios de vencer el sueño, y para esto estaba siempre de rodillas o en pie. Lo que dormía era sentado, y la cabeza arrimada a un madero que tenía hincado en la pared"[39]. la relación espiritual fue muy intensa entre ambos.

 

Han sido varios los artistas que han reflejado esta relación espiritual entre San Pedro de Alcántara y Santa Teresa de Jesús, relación que fue decisiva para los inicios de la reforma teresiana, en la cual Santa Teresa estaba implicada de lleno cuando conoció a fray Pedro de Alcántara. La santa consiguió encontrar su propio camino religioso, reza así: "Este santo hombre medio luz en todo y me lo declaró y dijo que no tuviese penas sino que alabase a Dios y estuviera tan cierta era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más verdadera no podía haber ni que tanto pudiese creer"[40].

 

Las obras del convento de Arenas, que definitivamente sería su última morada, comenzaron en 1561. Pedro de Alcántara había partido previamente hacia Arenas acompañado de fray Miguel de la Cadena[41]. Los vecinos de la villa le habían cedido unos terrenos para construir el convento. Eligió el terreno donde estaba ubicada la ermita de San Andrés, un lugar rodeado de abundante y variada flora y plantas medicinales como el orégano o la sanguinaria[42]. El convento actual sería construido en 1789 sobre las ruinas del antiguo, pues al ser muy pequeño para la comunidad existente, el padre Eleta, Obispo de Osma, ordenó edificar uno mayor, siendo maestro de obras el lego fray Miguel de Jesús María, que trazó en el edificio los caracteres de la sencillez franciscana, a la que hacer una obra sólida y adecuada de acuerdo a las necesidades de la comunidad[43].

 

Volviendo a Pedro de Alcántara. Llegó a ser reclamado por Carlos V en su retiro en Yuste. Hacia el Monasterio jerónimo se dirigió Pedro de Alcántara acompañado por fray Miguel de la Cadena y fray Pedro de Alconchel. El emperador le nombró su confesor, cargo que rechazó contrariándole en sus deseos[44], quien no tuvo reparo en contestar: "Plazca a Vuestra Majestad que en este negocio se haga la voluntad de Dios. Por tanto, si yo no vuelvo, tenga por cierto que es voluntad de Dios en este asunto no asienta a Vuestra Majestad"[45]. Y, Pedro de Alcántara no volvió.

 

La entrevista del emperador y el fraile está documentada en el proceso instruido en la Diócesis de Plasencia, a cuya jurisdicción eclesiástica pertenece el Monasterio de Yuste, donde tuvo lugar en encuentro. En el proceso de beatificación de 1615, fray Alonso de Alcalá, fraile jerónimo, testificó sobre el hecho de la entrevista, de la siguiente forma: "Por la grand fama de sanctidad que entonces corría del sancto fray Pedro de Alcántara su Magestad del dicho Emperador le mandó llamar y el vino a su mandato y estuvo con el dicho emperador nuestro Señor e comunicándole cosas de su alma al dicho padre fray Pedro de Alcántara le eligió por su confessor y que el dicho santo fray Pedro le respondió que lo comunicaría con Dios y que si era su voluntad bolvería en hazer lo que su magestad mandaua y que si no bolviese tuviesse por cierto que no convenía a lo que su Magestad mandaua (literal)"[46].

También, la reina doña Juana desde Valladolid, solicitó la ayuda espiritual de Pedro de Alcántara[47]. El 13 de septiembre de 1562 preside la Congregación capitular de la provincia de San José en el convento de San Juan Bautista de la Viciosa[48], conforme la disposición del Capítulo de "El Palancar" de 1561. Pero, los últimos años de su vida los dedicaría a ayudar a Santa Teresa a la fundación de la comunidad de Hermanas Carmelitas que ella había fundado, logrando muchos éxitos en la extensión de la comunidad carmelita.

En el mes de agosto se encontraba ya indispuesto en Ávila, según manifiesta en una carta que dirige al Obispo de Ávila[49]. Desde Ávila se dirige al convento de La Viciosa, en Deleitosa en septiembre de 1562 para celebrar el Capítulo de su Provincia de San José, que tendría lugar el día 13 de ese mes. Allí se agravó su enfermedad y el conde de Oropesa, don Fernando Álvarez de Toledo, se lo llevó a su palacio en Oropesa para que fuera atendido por su médico personal[50].

A primeros de octubre  fue trasladado por los frailes al convento de Arenas. Tras varios penosos días, Pedro de Alcántara murió en Arenas de San Pedro a la edad de 63 años[51], en casa de su amigo el médico doctor Vázquez, el 18 de octubre de 1562. Su hermano Barrantes dio noticia en el año 1563, unos meses después de su muerte, de aquellos últimos momentos de Pedro de Alcántara: "y estando tan flaco que no se podía menear en la cama sino lo revolvían, se levantó con gran velocidad sobre la cama que era una corcha y un canto por cabecera y dixo: Laetatus sum in bis quae dicta sunt mibi in domum domini ibimus, y alabando la cabeza dio su alma a Dios". Con estas palabras, nos habla Teresa de Jesús la relación que tuvo con fray Pedro de Alcántara, reformador franciscano y consejero suyo: "Este santo hombre me dio luz en todo y me lo declaró, y dijo que no tuviese pena, sino que alabase a Dios y estuviese tan cierta que era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más verdadera no podía haber, ni que tanto pudiese creer. Y él se consolaba mucho conmigo y hacíame todo favor y merced, y siempre después tuvo mucha cuenta conmigo y daba parte de sus cosas y negocios. Y como me veía con los deseos que él ya poseía por obra -que estos dábamelos el Señor muy determinados- y me veía con tanto ánimo, holgábase de tratar conmigo; que a quien el Señor llega a este estado no hay placer ni consuelo que se iguale a topar con quien le parece le ha dado el Señor principios de esto; que entonces no debía yo tener mucho más, a lo que me parece, y plega al Señor lo tenga ahora"[52].

La urna con las reliquias de San Pedro de Alcántara se encuentra en el presbiterio de la capilla del lugar de Arenas. La Real Capilla fue construida en 1755 por el insigne arquitecto Ventura Rodríguez Tizón. La capilla se construyó en el viejo convento, tiene planta circular y el orden de arquitectura con que está adornada es corintio. Tiene una elegante media naranja sobre pilastras[53]. Hay tres altares. En el mayor ocupa todo el frente un altorrelieve de seis metros de altura por tres de ancho que representa a San Pedro en su apoteosis subiendo a la Gloria sobre un trono de nubes y ángeles, obra de Francisco Gutiérrez y fue costeado por el duque del Infantado en 1773. Sobre el nivel del altar y adosada a la pared, está la urna que guarda las reliquias del santo, compuesta de ricos mármoles, y descansa sobre cuatro garras de león, forjadas en bronce. Fue costeada por el duque de Medinaceli en 1777 y el bajorrelieve grabado es obra de Manuel Salvador Carmona. Los dos laterales están dedicados a San Pedro Bautista, que fue novicio y a San Pascual Bailón. Coronaron los altares dos urnas de madera y cristal con los cuerpos de San Celestino y San Vicente enviados desde Roma por el papa Pío VI. El altar mayor tiene por retablo un altorrelieve de estuco, obra del siglo XVIII del escultor Francisco Gutiérrez, representa al santo que asciende entre ángeles y nubes. La composición equilibrada se remata en una banderola en semicírculo: "ET ERIT SEPULCHRUM EJUS GLORIOSUM". esta capilla fue consagrada por el obispo de Salamanca, don José Zorrilla, el día 16 de septiembre de 1776. El actual convento de Arenas de San Pedro se comenzó a construir en el año 1786, cuyas obras fueron dirigidas por el hermano fray Juan de Afrofin, según los planos del arquitecto Francisco Sabatini que simultáneo los trabajos de ornamentación de la capilla del Santo[54].

Ya hemos indicado que en 1561 la Custodia de San José se constituyó en Provincia, en dependencia de los Conventuales, a pesar de una fuerte tendencia en favor de la Observancia. Cuando llegó la confirmación de Pío IV (Bula In suprema militantis Ecclesiae, 25 de enero de 1563), Pedro de Alcántara ya no estaba allí. Había muerto en casa de Vázquez, médico de Arenas, el 18 de octubre de 1562. Había recibido la extremaunción del padre fray Arias[55]. De sus 47 años de vida religiosa, había pasado cuarenta y dos en la provincia de San Gabriel (1515-1557) y cinco en la de San José (1557-1562): 37 años con los Observantes (1517-1554) y 10 con los Conventuales (1515-1517 y 1554-1562), siempre entre los descalzos.

Pedro de Alcántara fue el renovador del franciscanismo. Uno de los principales oradores del Siglo de Oro en España. Fue un hombre lleno de celo apostólico, tranquilo y prudente, pobre y generoso, disponible y obediente, humilde y magnánimo, penitente y acogedor[56]. Dejó escritos ascéticos, normativa de reforma y sobre todo el testimonio de una vida extremosa en la ascesis religiosa y en el radicalismo reformista[57]. San Pedro de Alcántara es un notable escritor espiritual, meritorio como testigo de las corrientes y motivaciones religiosas de su tiempo. Dejaba claro su ideario que había formulado sucesivamente en textos legislativos de los años 1540 y en los proyectos de 1562. Los ejes de su propósito eran una liturgia silenciosa, acompasada y meditativa; una oración mental prolongada, de dos horas diarias, separadas por el trabajo corporal; la mendicación como forma de sustento; vestido religioso y ajuar litúrgico concordante con la pobreza ambiental; vivienda similar a la de los campesinos extremeños[58].

Desaparecido Pedro de Alcántara quedaba su aliento institucional. La provincia de San José que buscaba afanosamente su prolongación en nuevos parajes de escasa presencia franciscana: la montaña valenciana y murciana, donde surgió la custodia de San Juan Bautista; las tierras tudenses de Galicia, en las que había comenzado sus fundaciones fray Juan Pascual por los años de 1517. Parecía un árbol muy pobre y desolado en 1562. Pronto demostró que tenía hondas las raíces[59].

 

Fue beatificado en 1622 y canonizado el día 28 de abril de 1669 por el papa Clemente IX[60]; y nombrado patrono de la diócesis de Coria-Cáceres el día 22 de octubre del año 1674. Un años después, la Congregación de Ritos ratificó este patronato, concretamente el día 23 de noviembre de 1675 (el papa Clemente X lo confirmó el día 23 de  diciembre de  1675). En 1826, León XII, a instancias del emperador Pedro I, le nombró patrono de Brasil. En 1962 el Papa Juan XXIII le proclamó patrono de Extremadura[61].

 

San Pedro de Alcántara es uno de los santos que más representaciones artísticas ostenta, desde las primigenias caracterizaciones en el grabado de I. Messager (1615-1620) y los grabados de Lucas Ciamberlano (1618-1620) hasta la actualidad[62]. Hemos de tener en cuenta que en España los descalzos alcanzaron una gran expansión, igualmente por ultramar y en el sur de Italia.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Abad Pérez, A y Sánchez Fuertes, C: "La descalcez franciscana en España, Hispanoamérica y Extremo Oriente. Síntesis histórica, geográfica y bibliográfica", en AlA, 59 (1999); número monográfico con motivo del V Centenario del nacimiento de San Pedro de Alcántara.

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[1] En el forro del libro de partidas bautismales, de 1586 a 1600, se puede leer la siguiente nota: "La partida de bautismo de San Pedro de Alcántara, verificada el año de 1499 ha desaparecido, habiendo nacido este santo en la villa de Alcántara, siendo su padre el bachiller don Pedro Alonso Garabito, descendiente de la casa solariega de los Garabitos sobre el río Mansilla; persona muy noble, com asimismo lo fue su madre María Vilela de Sanabria, hija que fue de Juan de SAnagria y de Urraca González Maldonado, naturales de Alcántara".

[2] Cambió su nombre por el de Pedro al profesar como religioso en la Orden Franciscana, en 1516 y se puso el apellido "Alcántara" por la villa en la que nació, célebre por su puente romano construido bajo el imperio de Trajano, entre los años 103 y 106.

[3] Arias de Quintanadueñas, 1661.

[4] Entre creación y traducción, escribió cuarenta obras, la mayoría perdidas. Vid. Rodríguez-Moñino, 1969, pp. 563-569; Carabias Torres, 2020.

[5] González Ramos, 1982, 40 y 41; Esperabé de Arteagam 1917, 8.

[6] Conocemos datos fiables de la biografía de Pedro de Alcántara gracias a los escritos de Barrantes Maldonado, quien en las Varias Noticias o en otras obras históricas como Ilustraciones de la Casa de Niebla, nos aportó innumetables datos. Noticias de los papeles de Don Pedro Barrantes Maldonado (Manuscrito), 1601 y 1700.  Vid. Devís Márquez, 1998.

[7] Moles, 1592, 114; Trinidad, 1652, 147. Vid. Ortega, 1917, 28.

[8] San Bernardo, 1667, 31 y 38. Convento de Santa María o de San Francisco de los Majarretes, que fue de la Provincia de Santiago, de la conventualidad o de la claustra. Eugenio IV, bula Piis supplicium votis de 17 de septiembre de 1432. Vid. Alcalá, 1736-1738. cap. VII, 92.

[9] Tejada, 1996, 4.

[10] Santa María, 1615-18, 69.

[11] Trinidad, 1652, 159. Se conservan documentos de este convento en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, sección Clero. Libros 1011, 1012 y 1013, legajos 793 y 794.

[12] Solar y Taboada, 1950.

[13] Sanz Valdivieso, 1996, 23; García Oro y Portela Silva, 1998, 240.

 

[14] Villasante, 1963, 210.

[15] Tratado de oración y meditación, editado en los años 1556- 1557, por el impresor Juan Blavio de Colonia. Donde lleva a cabo una reelaboración sincrética de ideas leídas en la obra de fray Luis de Granada y otras lecturas devocionales. Vid. Sanz Valdivieso, 1996, 252.

[16] García Oro, 2000.

[17] Gonzaga, I parte, 1587, 958. Sobre el convento véase Sánchez Loro, tomo C, 1983, 265; Ámez, 1999, 375-379; Benavides Checa, 1907, 202.

[18] González Ramos, 1982, 57.

[19] Barrado, 1962.

[20] Pecellín Lancharro, 1998, 590.

[21] González Ramos, 1982, 63.

[22] Ámez, 1999, 95.

[23] Gonzaga, 1587, parte III, 960; Alcalá, 1736-1738, 209-210; Moles, 1592, 185.

[24] Alcalá, 1736-38, cap. III, 209; Gonzaga, 1587, 956; Wadingo, tomo XI, 1933, 130.

[25] Salvador Plans, 1989, 131.

[26] Recio Veganzones, 1962, 223

[27] Efrén de la Madre de Dios, 1977, 129.

[28] Wadingo, XV, 1506 (ed. 1933), 434. El Archivo Histórico Nacional de Madrid conserva documentos de este convento en sección del Clero. Legajo 10.

[29] Testamento. Archivo de la familia Barrantes Maldonado. Vid. Rodríguez Moñino, 1948, 289-304.

[30] Martín Nieto, 2019, 330.

[31] Tejada Vizuete, 1996, 6.

[32] Fueron varias las cartas que envió la infanta doña Isabel a Pedro de Alcántara reclamando su presencia en la Custodia de la Arrabida.

[33] Barrado, 1962, 562.

[34] Alcalá, 1736-38, 268; Santa María, 1615-18, 36.

[35] Ámez Prieto, 1995, 20.

[36] Barrado, 1965; Gutiérrez Rodríguez, Moreno y Piña Hernández, 1985, 23.

[37] Salvador Plans, 1989, 131.

[38] "En ella -se refiere a la casa de Guiomar de Ulloa- y en algunas iglesias le hablé muchas veces de esta primera vez que estuvo aquí" . Libro de la Vida, cap. 30. Además de las entrevistas personales, hubo un intercambio epistolar entre ambos. Sanz, 1996, 364 y 379.

[39] Teresa de Jesús: Libro de la Vida, cap. 30.

[40] Teresa de Jesús, Libro de la Vida, 30, 5-G. Alonso Planchuelo, 1999, 103.

[41] Pedro se crio con este placentino. Miguel era hijo de Lope de la Cadena y de doña Mencía de Carvajal. Tuvo dos hermanos canónigos, Andrés y Francisco. Barrado, 1995, 124; Matías Gil, 1876, 185.

[42] Madrid, 1765, tomo I, cap. 13.

[43] Trinidad, 1958, 60.

[44] Proceso Toledo, 1618, fo. 44vº.

[45] Tejada Vizuete, 1996, 9; Annales Minorum, seu Trium a S. Francisco Institutorum ab anno MDLIV usque ad annum MDLIX continuati a Fr. Josepjo María ab Ancona. XIX Quaracchi 1933, 405, nñum. 291. García, 1999, 126.

[46] Archivo del Monasterio de Guadalupe, fondo de Arcángel Barrado. Vid. Proceso de Beatificación de Plasencia, 1515, foo. 23 vº, y 1518, fol. 32 r y vº.

[47] El conde de Morata en la declaración del 11 de agosto de 1618, añade: "De la poca estimación que tenía de los favores de la tierra y como siendo llamado por el emperador Carlos quinto y Princesa de Portugal doña Juana para que fuese su confesor se habia escusado muy humilde y santamente y no lo quiso aceptar". Proceso Toledo, 1618, fo. 44vº.

[48] San Bernardo, 1667, 558.

[49] García Santos, 2013, 22.

[50] Herranz Migueláñez, 2022, 24.

[51] Badajoz Corónica, f. 122 vº.

[52] Libro de la Vida, 30, 5.

[53] Ponz, 1776; Montes Serrano, 2003.

[54] González Ramos, 1982, 269; Estremera, 1917.

[55] De Madrid, 1765.

[56] San Bernardo, 1667.

[57] Tratado de la oración y meditación. La atribución de esta obra a Pedro de Alcántara ha suscitado controversia al atribuirla otros autores a Luis de Granada, como una recopilación sacada de su célebre Libro de la oración aparecido en 1553. Ciertas inserciones debidas a Pedro y que no se encuentran en Luis de Granada parecen suponer el conocimiento del texto español de los Ejercicios espirituales de San Ignacio; Francisco de Borja se lo habría comunicado a Pedro. Super psalmum Miserere. Transcrito en 1561 por Bernardo Benegas, discípulo de Juan de Avila, se conserva en la Real Academia de la Historia. Constituciones de la provincia de San Gabriel, 1540, conforme a los Estatutos de Juan de Guadalupe (1501): manuscritos en el Archivo Histórico Nacional de Madrid (Clero, Monteceli del Hoyo, Leg. 1434). Constituciones de la provincia de San José, de 1561 y 1562. Un breve Camino de perfección es atribuido a Pedro (Biblioteca Universidad de Barcelona, ms. 1744, f. 63r-67v; copia del siglo XVII-XVIII). Vid. Acebal Luján, 1986.

[58] Vid. Fernández, Tomás y Tamaro, 2004.

[59] García y Portela, 1998, 299.

 

[60] El Breve de la Canonización se recoge en el Bullarium Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris Observantiae Discalciatorum, Madrid, 1744-1749. Vid. González Ramos, 1991, 28-38.

[61] Espino Nuño, 1989, 131.

[62] San Pedro en oración, grabado por Ciamberlano en 1618, Convento de Arenas de San Pedro o el también realizado por Ciamberlano en 1620 (Biblioteca Nacional de Madrid). Véase Andrés, 2002, 67.