TRAS LAS HUELLAS DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA
San Pedro de Alcántara es una figura
importante dentro de la espiritualidad española del siglo XVI, donde floreció
la pléyade singular y portentosa del Siglo de Oro español, un reformador e
impulsor del movimiento franciscano descalzo. La biografía de San Pedro de
Alcántara tiene un enorme caudal de vida y espiritualidad.
Nació en la villa altoextremeña de
Alcántara en el año 1499[1],
y fue bautizado en la iglesia de Santa María de Almoçovar con el nombre de Juan
de Sanabria[2],
hijo de Alonso Garabito y de María Vilela de Sanabria.
En el año 1506 falleció prematuramente
Alonso Garabito[3].
La viuda, María Vilela, contrajo matrimonio con Alonso Barrantes, viudo y padre
de cinco hijos, y fruto de este matrimonio nacieron dos nuevos hijos. Uno de
éstos, Pedro Barrantes Maldonado Sanabria definió a su madre como "una de las más excelentes señoras y más
cristianas y de más caridad de las que en su tiempo nacieron en Alcántara"[4].
Por su procedencia, cabe catalogar a
Juan de Sanabria entre la hidalguía local cualificada, pues su padre es citado
como el bachiller Garabito, letrado y regidor, circunstancia que le permite
acceder a los estudios gramaticales e incluso a los estudios académicos en la
Universidad de Salamanca, en los años 1511-1515, cuando ejercía como rector
Luis de Pimentel y destacaron como catedráticos de Prima Tomás de San Pedro,
Alonso de Zúñiga y el jurista y cronista castellano doctor Lorenzo Galíndez de
Carvajal[5].
Su estancia en Salamanca fue muy productiva, allí sintió el carisma de San
Francisco de Asís[6].
En el año 1515 ingresó en la Orden
franciscana. Cuando contaba con 16 años recibió la licencia de ingreso, firmada
por el Provincial fray Francisco de Fregenal que se encontraba de visita en el
convento de San Francisco de Belvís de Monroy[7].
Juan de Sanabria partió de Alcántara en el año 1515 para tomar el hábito y
profesar la regla de San Francisco en el convento de los Majarretes, en las
cercanías de Valencia de Alcántara[8],
uno de los tres conventos que tenían en Extremadura los frailes del capucho y
que había sido fundado un año antes, perteneciente de la Provincia de San
Gabriel y Custodia de Extremadura, junto con los de San Marcos de Altamira de
Casar de Palomero, Santa Margarita de Jerez de los Caballeros y Nuestra Señora
de Rocamador de Almendral, todos bajo la inspiración reformadora de fray Juan
de Guadalupe[9].
En el convento de los Majarretes, Juan de Sanabria cambió su nombre de bautismo
por el de Pedro de Alcántara y renunció a sus bienes en favor de su madre. Allí
tomó el hábito de la Custodia de Extremadura, por orden del custodio fray
Francisco de Fregenal, lo vistió su paisano fray Miguel Rocco.
Según el padre Juan de Santa María:
"En esta jornada, yendo a tomar el
hábito al convento de San Francisco de los Majarretes de la dicha Provincia
(San Gabriel), una legua apartado de la Villa de Valencia de Alcántara. Estaba
este convento en aquel tiempo, en un sitio harto devoto y solitario, no lejos
de unos riscos y despeñaderos muy altos, que por aquella parte dividen el Reino
de Castilla, de Portugal, y le llaman los Majarretes. Allí tomó el hábito, y
luego que el religioso mancebo se vio en aquella pobre casa, escondida de la
comunicación de los hombres, y apartada del bullicio del mundo, donde se
pensaba escapar de sus inquitudes, metido en el rincón de su celda, y guardar
el preciosísimo tesoro de la castidad"[10].
Se fue formando paulatinamente el
núcleo originario de lo que se convertiría en la Provincia de San Gabriel en
1519, con la fundación de los conventos de San Onofre de La Lapa (Badajoz)[11],
San Francisco de Belvís de Monroy y Madre de Dios de Alburquerque.
Concretamente, durante su estancia en Belvís de Monroy. donde vivió tres años
continuos ejercitándose en las virtudes y en el estudio, conoció a los condes
de Deleitosa, en una época de los grandes reyes, de los grandes teólogos, de
los grandes santos, entendiendo la santidad como una identificación perfecta
con Cristo crucificado y trazó un camino para ir a Él. El itinerario comienza
por una intuición del Verbo encarnado que muere en cruz por amor nuestro,
moviendo al hombre a penitencia de sus culpas y arrastrándole a una estrecha
imitación[12].
Así introduce al alma en una total pobreza y renuncia de este mundo, en el que
vivirá sin apego a criatura alguna, como extranjera y peregrina; de aquí la
llevará a desear el oprobio y menosprecio de los hombres, será humilde; de
aquí, despojada ya de todo obstáculo, a una entrega total al prójimo, en
purísima caridad fraterna.
En su faceta de reformador e impulsor
del movimiento descalzo, Pedro de Alcántara vivió en un contexto social y
religioso dominado por la reforma y afirmada por hombres de gran carisma, que
se consolidaron con el apoyo del Pontificado y de las Monarquías nacionales.
Las reformas tuvieron su gran empuje en el reinado de los Reyes Católicos
(1475-1517) y perduraron a lo largo del siglo XVI, a la sombra de la Monarquía
de Carlos V y Felipe II[13].
Este fue ahora el panorama. La
formación de los grupos reformados en el único cuerpo de la Regular
Observancia, implicó, cuando menos, una merma de los grupos espontáneos,
incluso cuando se les concedieron espacios propios —las custodias— y superiores
regionales. De esta reducción institucional surgieron situaciones de inquietud
y disconformidad que se procuró acallar desde 1500 con la solución tradicional
de una opción jerárquica: las casas de recolección[14].
Pedro se aclimató en la Orden entre
los años 1516-1522, testigo de los movimientos religiosos que atrajeron a los
frailes de su tierra, que tenían por valedor a Francisco de los Ángeles
Quiñones, futuro cardenal de Santa Cruz. Valorado por su formación y por su
mentalidad religiosa, realizó en la Orden Franciscana una carrera intensa de
gobierno, que fue desde la guardianía del Convento de San Onofre de La Lapa en
1532, donde compuso su Tratado de la
oración y meditación[15],
a instancia de don Rodrigo de Chaves, al cargo de Consejero Provincial en los
años 1533, 1544 y 1551, y Ministro Provincial, en 1538. En el año 1521 fue
destinado al convento de San Gabriel de Badajoz, que fue construido por Gómez
Fernández de Solís y doña Catalina de Silva, inaugurándose ese año. En 1522 fue
ordenado su diácono, diácono y sacerdote en 1524.
Pedro de Alcántara, firme en sus
principios y seguro del apoyo de prelados y señores, intentó salir de este
encierro pasándose a la jurisdicción de los superiores de la rama conventual de
la Orden Franciscana y perfilando su movimiento religioso como nueva familia de
“conventuales de vida reformada”. Los superiores conventuales aceptaron con
gusto su propuesta y lo nombraron comisario, el 18 de abril de 1459,
designación confirmada por el papa Pablo IV, el 8 de mayo de 1559. La decisión
de Pedro de Alcántara iba en firme y cuajó de inmediato en la formación de una
custodia (8 de octubre de 1559), luego provincia de San José (22 de febrero de
1559). Era el momento en que se encontró con Santa Teresa (agosto de 1560) y
otros entusiastas de la iniciativa como el obispo Álvaro de Mendoza, el gran
factor de las fundaciones teresianas.
Por su extracción hidalga y por sus
estudios salmantinos, realizados alrededor del año 1511, en un momento de
agitación y reforma, y sobre todo por su carácter firme en sus propósitos,
destacó a partir de la década de 1530, cuando Francisco de Quiñones, tras su
ministerio de ministro general de la Orden (1523- 1527), ascendió al
cardenalato y tuvo un protagonismo religioso notable de tinte erasmiano. Ensayó
dentro de la institución de la Observancia sus proyectos de Felipe II, como
definidor y ministro provincial de la provincia de San Gabriel (1538- 1541) y
fue autor de las Ordenaciones provinciales de 1540[16].
En 1528, Pedro de Alcántara pasa a ser
guardián de San Miguel de Plasencia[17].
El día 2 de febrero de 1529, fallece en Alcántara su padrastro Alonso Barrantes,
a la edad de ochenta años y fue enterrado en la iglesia de Santa María de
Alcomóvar de Alcántara. Un año más tarde, residiendo en el convento de
Alburquerque, se libra de la peste que azotó terriblemente a la población.
Marcharía en 1531 al convento de San Gabriel de Badajoz por disposición del
provincial fray Diego de Chaves[18].
En el mes de diciembre de 1532 Pedro
de Alcántara fue elegido Guardián de San Onofre de la Lapa (Badajoz)[19],
donde escribe el Tratado de Oración y de
la Meditación[20], guía de santidad
para sus semejantes.
En el año 1534 es nombrado por la
Provincia Procurador, juntamente con los guardianes de Monteceli y de los
Ángeles, ante los obispos de Coria y Plasencia para defender el pleito de
integridad territorial de la provincia descalza de San Gabriel suscitado por la
Provincia Observante de Santiago. Un año después, asiste al Capítulo general de
Niza con los padres Gallego y Chaves; en octubre del mismo año es elegido
Definidor de la Provincia en el Capítulo de San Gabriel en Badajoz. Será
entonces cuando recorra los obispados de Ciudad Rodrigo, Coria, Plasencia y
Badajoz y llegará hasta Sierra Morena, logrando conversiones innumerables de
gentes de todas las clases sociales[21].
Pedro de Alcántara es elegido en el
Capítulo Provincial celebrado en el mes de octubre de 1538 en el convento de
Madre de Dios de Alburquerque[22],
Ministro provincial de San Gabriel y recibe la fundación del convento de
Nuestra Señora de la Esperanza de Villanueva del Fresno (Badajoz). A partir de
entonces, llevó a cabo varias fundaciones en Extremadura, concretamente Madre
de Dios, en Valverde de Leganés[23];
Santa Margarita en Jerez de los Caballeros[24].
El día 29 de octubre de 1540 le
escriben los reyes de Portugal don Juan III y su mujer doña Catalina, ofreciéndose
a su servicio. Pedro de Alcántara llegó a mortificarse tan ásperamente en el
comer y el beber que perdió el sentido del gusto y así todos los alimentos le
sabían igual. Dormía sobre un duro cuero en el puro suelo. Pasaba horas y horas
de rodillas, y si el cansancio le llegaba, apoyaba la cabeza sobre un tronco en
la pared y así dormía arrodillado. Pasaba noches enteras sin dormir rezando y
meditando. Por eso ha sido elegido protector de los celadores y guardias
nocturnos.
Casi tres años duró la estancia en
Portugal de Pedro de Alcántara, habiendo sido muy bien acogido en Portugal bajo
el amparo de Juan III y de la reina Isabel. En Portugal fundó la Custodia de la
Arrábida, con la ayuda de Juan de Alancáster, duque de Aveiro, y los conventos de Nuestra Señora de la
Consolación de Palhais en 1542, y el de Nuestra Señora de la Piedad, en
Casa-Rica (Lisboa), en el año 1550. Llegó a escribir: "Tengo cierto más amor a las cosas de
Portugal que a las de Castilla"[25].
Aunque también tuvo sus detractores en la persona del ministro general de los
observantes, fray Andrés de Isla o da Insua, que no cesaba de cercar a Pedro de
Alcántara y a sus seguidores, para evitar la difusión de la incipiente
corriente descalza[26].
En el mes de marzo de 1541, camino de Mantua para asistir como provincial al
Capítulo General, concluía su provincialato, enfermó en Barcelona; los días que
pasó en la ciudad le permitió conocer al virrey de Cataluña Francisco de Borja,
duque de Gandía[27].
Allí le llegó una gratificante noticia desde Portugal, fray Martín de
Benavides, con el apoyo de la nobleza portuguesa, iniciaba la vida eremítica en
la montaña de la Arrábida.
El
3 de octubre de 1544 es elegido por segunda vez Definidor de la Provincia en el
Capítulo celebrado en el convento de Madre de Dios de Alburquerque[28]. Funda
un beato de doncellas, llamado de las Acostas o de Sanabria, en Jerez de los
Caballeros. Por entonces, fallece su madre María Vilela en Alcántara en el mes
de febrero de 1544, habiendo dejado testamento firmado el 18 de julio de 1540,
ante el escribano público Agustín de Aguilar, donde ordena los sufragios que se
han de celebrar por su alma y por sus familiares difuntos y el arreglo de la
hacienda familiar[29]. En
su testamento, María Villela reconocía a uno de sus hijos y recompensaba tan
generoso cariño: “considerando la
continua obidençia de mi hijo Pedro Barrantes Maldonado, por le ser grata madre
e pagarle en algo lo mucho que yo le devo”. Los hijos que tuvo María de
su primer matrimonio fueron: García, Juan de Sanabria, el futuro San Pedro
de Alcántara; María de Villela. Del segundo matrimonio, nacieron Pedro
Barrantes Maldonado, Francisca Maldonado[30].
El 1 de abril del año 1548, en el
Capítulo Provincial celebrado en San Gabriel de Alconchel, presidido por el
Ministro General fray Andrés de la Isla, eligen los capitulares, que eran
pares, la mitad a fray Pedro de Alcántara y la otra mitad a fray Juan del
Águila, para Ministro provincial de San Gabriel. Tras un empate, resolvieron
los vocales ceder su voto al Ministro General para que decidiera la votación,
habiendo renunciado gustosamente los dos santos varones. El padre Isla eligió a
fray García del Castillo.
En 1549 regresa Pedro de Alcántara a
la Arrábida en unos momentos en que fray Andrés de la Isla ocupaba el cargo de
Ministro General de la Orden, él que nunca vio con buenos ojos la vida
eremítica. Pedro de Alcántara contó con la ayuda del infante portugués don Luis
y con el duque de Gandía, con el que mantuvo buena relación. El resultado final
serán dos Breves Pontificios (1551-1552) a favor de la Custodia de la Arrábida,
cesando la oposición de fray Andrés de la Isla contra aquélla, pero no contra
Pedro de Alcántara a quien no le permitirá volver a la Arrábida[31].
En el año 1550 Pedro de Alcántara
viajó nuevamente a Portugal, acompañado de fray Juan del Águila y otros
religiosos de San Gabriel, para asegurar el porvenir de la Custodia y la
fundación de la futura provincia de la Arrábida. Un año después regresó a
Portugal llamado por el presidente del Capítulo y el Ministro provincial fray
García del Castillo. Se celebró el Capitulo el día 29 de marzo de 1551 en San
Miguel de Plasencia, donde fue elegido por tercera vez Pedro de Alcántara como
Definidor de la provincia. Pero de Alcántara supuso a ser nombrado Ministro
provincial por estar comprometido en Portugal para continuar ampliando la
Custodia de la Arrábida[32].
En el año del 1551 había sido fundado
por fray Alonso de Manzanete el convento de Loriana, próximo a la población de
La Roca de la Sierra. El convento se construyó en una de esa propiedad de don
Juan Velázquez Dávila, señor de las villas de Loriana y don Llorente y
caballero de la Orden de Alcántara, denominada Loriana. Este convento fue
precursor de Nuestra Señora de la Concepción de "El Palancar", ambos
para dedicarse a la vida eremítica[33].
El 20 de mayo de 1553 asiste Pedro de
Alcántara al Capitulo General celebrado en Salamanca como Custodio de la
Provincia con Francisco de Martiago. Pronto vio extendido el movimiento
franciscano a Galicia, Castilla, Valencia; más tarde China, Filipinas, América.
Los alcantarinos eran proverbio de santidad entre el pueblo y los doctos por su
vida maravillosamente penitentes.
Mientras tanto, Pedro de Alcántara
visitó el convento de Loriana para participar con los frailes de la pobreza y
la soledad. Pero, en 1554 decide el nuevo reformador franciscano marcar su
nueva andadura[34].
Obtiene licencia pontificia y se desvincula de la Provincia de San Gabriel y se
instala en Santa Cruz de las Cebollas, contando con el beneplácito del Obispo
de Coria. En el año 1556 se entrega obediente a los franciscanos conventuales
en Roma, siendo nombrado comisario de los conventos reformados de España, con
la facultad de convertir la Custodia de San José en Provincia.
En 1557, inmerso en una vida
eremítica, se marchó a Pedroso de Acim y allí, contactó con don Rodrigo Chaves
que le donó una huerta y una pequeña casa de campo junto a la fuente de
"El Palancar", en la dehesa de El Berrocal. Consiguió el permiso
pontificio y el beneplácito de su Provincial y allí, retirado en la oración y a
la penitencia, construyó su pequeño convento, donde tenía una pequeñísima celda
donde oraba.
Fue la propia Santa Teresa de Ávila la
que divulgó las vigilias de este buen fraile consagrado a una alta contemplación
mística. Durante su estancia en el "conventito" de El Palancar viajó
a Roma y al llegar de su viaje clavó su bastón entre dos rocas y dio origen a
la famosa higuera que se encuentra en la huerta del convento[35].
También atendió Pedro de Alcántara espiritualmente
a los condes de Osorno y duques de Galisteo, don García Fernández Manrique y
doña Teresa Enríquez; a don García López de Carvajal y doña Catalina Manrique;
a los condes de Oropesa don Fernando Álvarez de Toledo y doña Beatriz de Monroy[36].
Pedro de Alcántara continuó el
enfrentamiento con fray Andrés de la Isla, sobre todo en el Capítulo celebrado
en Montecoeli del Hoyo en el mes de septiembre de 1557, donde se adoptan
medidas contrarias a la vida mítica, acogiéndose pero no alcanzará a los Conventuales
reformados, cuyo primer Comisario General en España será fray Juan Pascual.
En pocos meses dio vida a un nuevo
distrito franciscano que llevaba su impronta descalza: la Custodia de San José,
de Castilla la Nueva, constituida en el mismo año de 1558, y elevada a
provincia con nuevas ordenanzas en 1561. Se fundaron los conventos de San Juan
de la Viciosa, en Deleitosa; Nuestra Señora del Rosario, en Oropesa; Descalzas
Reales, en Madrid; San José, en Elche; Nuestra Señora del Loreto, en Monforte;
Nuestra Señora de la Piedad, en Sollana; también en Paracuellos, Valencia,
Cadalso, Aldea del Palo y el convento de Arenas, con los que la Custodia de San
José se constituyó en Provincia, el 2 de febrero de 1561 en el Capítulo
celebrado en El Palancar. Además, se promulgan las Ordenanzas Provinciales en
las que se prestó atención a las medidas a las que deben sujetarse los diversos
espacios del convento, tales como:
-que ninguno de nuestros conventos sean hechos de piedra labrada y toda,
su madera sea tosca, sin labrar a cepillo, salvo la iglesia, coro y sacristía.
-que las iglesias sean pequeñas, de manera que no tengan de ancho más de
ocho pies y de largo veinticuatro con capilla y todo y a lo más diez pies de
ancha y treinta de larga.
-las celdas sean de siete palmos de vara y la que más de siete pies.
-Y no tengan más de ocho celdas, iglesia, sacristía y uno o dos altares;
coro con sus sillas. Enfermería alta y baja. Hospedería de seglares. Portería y
tránsito para la huerta. Claustro alto y bajo si fuese de cuatro cuartos, y no
sea lo claro del claustro más de ocho pies; lo demás dé a los paños por donde
han de andar.
Pedro de Alcántara fue nombrado
Comisario General obligando de a suspender su vida eremítica, fundando casas
nuevas y multiplicando los viajes a diversas poblaciones como Ávila, en cuyo
camino descubriría la ermita de San Andrés del Monte, en Arenas. Donde años
después construiría un convento.
Su último refugio fue el minúsculo
Convento de Hontiveros, donde le acosaban los superiores observantes, en
septiembre de 1562, que, por su portavoz en la Corte de Felipe II, lo acusaban
de “inventar [...] nueva Orden e manera
de religion no aprobada”[37].
Entre los días 17 y 25 de agosto de
1560, reside Pedro de Alcántara en Ávila, llamado por doña Guiomar de Ulloa,
para organizar la fundación del convento en la dehesa de "Aldea del
Palo" (Zamora). Durante su estancia conoció a doña Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada (Santa Teresa de
Jesús), comenzando una gran amistad espiritual con la reformadora del Carmelo[38],
a quien siempre atendió en sus ruegos, quien llegó a definir que Pedro de
Alcántara "parecía hecho de raíces
de árboles", por su extrema delgadez. Santa Teresa evoca en su Vida
cómo durante cuarenta años Pedro de Alcántara "Me dijo este santo que había
dormido solo hora y media entre noche y día y que éste era el mayor trabajo de
penitencia que había tenido en los principios de vencer el sueño, y para esto
estaba siempre de rodillas o en pie. Lo que dormía era sentado, y la cabeza
arrimada a un madero que tenía hincado en la pared"[39].
la relación espiritual fue muy intensa entre ambos.
Han sido varios los artistas que han
reflejado esta relación espiritual entre San Pedro de Alcántara y Santa Teresa
de Jesús, relación que fue decisiva para los inicios de la reforma teresiana,
en la cual Santa Teresa estaba implicada de lleno cuando conoció a fray Pedro
de Alcántara. La santa consiguió encontrar su propio camino religioso, reza
así: "Este santo hombre medio luz en
todo y me lo declaró y dijo que no tuviese penas sino que alabase a Dios y
estuviera tan cierta era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más
verdadera no podía haber ni que tanto pudiese creer"[40].
Las obras del convento de Arenas, que
definitivamente sería su última morada, comenzaron en 1561. Pedro de Alcántara
había partido previamente hacia Arenas acompañado de fray Miguel de la Cadena[41].
Los vecinos de la villa le habían cedido unos terrenos para construir el
convento. Eligió el terreno donde estaba ubicada la ermita de San Andrés, un
lugar rodeado de abundante y variada flora y plantas medicinales como el
orégano o la sanguinaria[42].
El convento actual sería construido en 1789 sobre las ruinas del antiguo, pues
al ser muy pequeño para la comunidad existente, el padre Eleta, Obispo de Osma,
ordenó edificar uno mayor, siendo maestro de obras el lego fray Miguel de Jesús
María, que trazó en el edificio los caracteres de la sencillez franciscana, a
la que hacer una obra sólida y adecuada de acuerdo a las necesidades de la
comunidad[43].
Volviendo a Pedro de Alcántara. Llegó
a ser reclamado por Carlos V en su retiro en Yuste. Hacia el Monasterio
jerónimo se dirigió Pedro de Alcántara acompañado por fray Miguel de la Cadena
y fray Pedro de Alconchel. El emperador le nombró su confesor, cargo que
rechazó contrariándole en sus deseos[44],
quien no tuvo reparo en contestar: "Plazca
a Vuestra Majestad que en este negocio se haga la voluntad de Dios. Por tanto,
si yo no vuelvo, tenga por cierto que es voluntad de Dios en este asunto no
asienta a Vuestra Majestad"[45].
Y, Pedro de Alcántara no volvió.
La entrevista del emperador y el
fraile está documentada en el proceso instruido en la Diócesis de Plasencia, a
cuya jurisdicción eclesiástica pertenece el Monasterio de Yuste, donde tuvo
lugar en encuentro. En el proceso de beatificación de 1615, fray Alonso de
Alcalá, fraile jerónimo, testificó sobre el hecho de la entrevista, de la
siguiente forma: "Por la grand fama
de sanctidad que entonces corría del sancto fray Pedro de Alcántara su Magestad
del dicho Emperador le mandó llamar y el vino a su mandato y estuvo con el
dicho emperador nuestro Señor e comunicándole cosas de su alma al dicho padre
fray Pedro de Alcántara le eligió por su confessor y que el dicho santo fray
Pedro le respondió que lo comunicaría con Dios y que si era su voluntad
bolvería en hazer lo que su magestad mandaua y que si no bolviese tuviesse por
cierto que no convenía a lo que su Magestad mandaua (literal)"[46].
También, la reina doña Juana desde
Valladolid, solicitó la ayuda espiritual de Pedro de Alcántara[47].
El 13 de septiembre de 1562 preside la Congregación capitular de la provincia
de San José en el convento de San Juan Bautista de la Viciosa[48],
conforme la disposición del Capítulo de "El Palancar" de 1561. Pero,
los últimos años de su vida los dedicaría a ayudar a Santa Teresa a la
fundación de la comunidad de Hermanas Carmelitas que ella había fundado,
logrando muchos éxitos en la extensión de la comunidad carmelita.
En el mes de agosto se
encontraba ya indispuesto en Ávila, según manifiesta en una carta que dirige al
Obispo de Ávila[49].
Desde Ávila se dirige al convento de La Viciosa, en Deleitosa en septiembre de
1562 para celebrar el Capítulo de su Provincia de San José, que tendría lugar
el día 13 de ese mes. Allí se agravó su enfermedad y el conde de Oropesa, don
Fernando Álvarez de Toledo, se lo llevó a su palacio en Oropesa para que fuera
atendido por su médico personal[50].
A primeros de
octubre fue trasladado por los frailes
al convento de Arenas. Tras varios penosos días, Pedro de Alcántara murió en
Arenas de San Pedro a la edad de 63 años[51],
en casa de su amigo el médico doctor Vázquez, el 18 de octubre de 1562. Su
hermano Barrantes dio noticia en el año 1563, unos meses después de su muerte,
de aquellos últimos momentos de Pedro de Alcántara: "y estando tan flaco que no se podía menear en la cama sino lo
revolvían, se levantó con gran velocidad sobre la cama que era una corcha y un
canto por cabecera y dixo: Laetatus sum in bis quae dicta sunt mibi in
domum domini ibimus, y alabando la cabeza dio su alma a Dios". Con
estas palabras, nos habla Teresa de Jesús la relación que tuvo con fray
Pedro de Alcántara, reformador franciscano y consejero suyo: "Este
santo hombre me dio luz en todo y me lo declaró, y dijo que no tuviese pena, sino
que alabase a Dios y estuviese tan cierta que era espíritu suyo, que, si no era
la fe, cosa más verdadera no podía haber, ni que tanto pudiese creer. Y él se
consolaba mucho conmigo y hacíame todo favor y merced, y siempre después tuvo
mucha cuenta conmigo y daba parte de sus cosas y negocios. Y como me veía con
los deseos que él ya poseía por obra -que estos dábamelos el Señor muy
determinados- y me veía con tanto ánimo, holgábase de tratar conmigo; que a
quien el Señor llega a este estado no hay placer ni consuelo que se iguale a
topar con quien le parece le ha dado el Señor principios de esto; que entonces
no debía yo tener mucho más, a lo que me parece, y plega al Señor lo tenga
ahora"[52].
La urna con las
reliquias de San Pedro de Alcántara se encuentra en el presbiterio de la
capilla del lugar de Arenas. La Real Capilla fue construida en 1755 por el
insigne arquitecto Ventura Rodríguez Tizón. La capilla se construyó en el viejo
convento, tiene planta circular y el orden de arquitectura con que está
adornada es corintio. Tiene una elegante media naranja sobre pilastras[53]. Hay tres altares. En el mayor ocupa
todo el frente un altorrelieve de seis metros de altura por tres de ancho que
representa a San Pedro en su apoteosis subiendo a la Gloria sobre un trono de
nubes y ángeles, obra de Francisco Gutiérrez y fue costeado por el duque del
Infantado en 1773. Sobre el nivel del altar y adosada a la pared, está la urna
que guarda las reliquias del santo, compuesta de ricos mármoles, y descansa
sobre cuatro garras de león, forjadas en bronce. Fue costeada por el duque de
Medinaceli en 1777 y el bajorrelieve grabado es obra de Manuel Salvador
Carmona. Los dos laterales están dedicados a San Pedro Bautista, que fue
novicio y a San Pascual Bailón. Coronaron los altares dos urnas de madera y
cristal con los cuerpos de San Celestino y San Vicente enviados desde Roma por
el papa Pío VI. El altar mayor tiene por retablo un altorrelieve de estuco,
obra del siglo XVIII del escultor Francisco Gutiérrez, representa al santo que
asciende entre ángeles y nubes. La composición equilibrada se remata en una
banderola en semicírculo: "ET ERIT SEPULCHRUM EJUS GLORIOSUM". esta
capilla fue consagrada por el obispo de Salamanca, don José Zorrilla, el día 16
de septiembre de 1776. El actual convento de Arenas de San Pedro se comenzó a
construir en el año 1786, cuyas obras fueron dirigidas por el hermano fray Juan
de Afrofin, según los planos del arquitecto Francisco Sabatini que simultáneo
los trabajos de ornamentación de la capilla del Santo[54].
Ya hemos indicado que en 1561 la Custodia de San José se
constituyó en Provincia, en dependencia de los Conventuales, a pesar de una
fuerte tendencia en favor de la Observancia. Cuando llegó la confirmación de
Pío IV (Bula In suprema militantis Ecclesiae, 25 de enero de 1563),
Pedro de Alcántara ya no estaba allí. Había muerto en casa de Vázquez, médico
de Arenas, el 18 de octubre de 1562. Había recibido la extremaunción del padre
fray Arias[55].
De sus 47 años de vida religiosa, había pasado cuarenta y dos en la provincia
de San Gabriel (1515-1557) y cinco en la de San José (1557-1562): 37 años con
los Observantes (1517-1554) y 10 con los Conventuales (1515-1517 y 1554-1562),
siempre entre los descalzos.
Pedro de Alcántara fue el renovador del franciscanismo.
Uno de los principales oradores del Siglo de Oro en España. Fue un hombre lleno
de celo apostólico, tranquilo y prudente, pobre y generoso, disponible y
obediente, humilde y magnánimo, penitente y acogedor[56].
Dejó escritos ascéticos, normativa de reforma y sobre todo el testimonio de una
vida extremosa en la ascesis religiosa y en el radicalismo reformista[57].
San Pedro de Alcántara es un notable escritor espiritual, meritorio como
testigo de las corrientes y motivaciones religiosas de su tiempo. Dejaba claro
su ideario que había formulado sucesivamente en textos legislativos de los años
1540 y en los proyectos de 1562. Los ejes de su propósito eran una liturgia
silenciosa, acompasada y meditativa; una oración mental prolongada, de dos
horas diarias, separadas por el trabajo corporal; la mendicación como forma de
sustento; vestido religioso y ajuar litúrgico concordante con la pobreza
ambiental; vivienda similar a la de los campesinos extremeños[58].
Desaparecido Pedro de Alcántara
quedaba su aliento institucional. La provincia de San José que buscaba
afanosamente su prolongación en nuevos parajes de escasa presencia franciscana:
la montaña valenciana y murciana, donde surgió la custodia de San Juan
Bautista; las tierras tudenses de Galicia, en las que había comenzado sus
fundaciones fray Juan Pascual por los años de 1517. Parecía un árbol muy pobre
y desolado en 1562. Pronto demostró que tenía hondas las raíces[59].
Fue beatificado en 1622 y canonizado
el día 28 de abril de 1669 por el papa Clemente IX[60];
y nombrado patrono de la diócesis de Coria-Cáceres el día 22 de octubre del año
1674. Un años después, la Congregación de Ritos ratificó este patronato,
concretamente el día 23 de noviembre de 1675 (el papa Clemente X lo confirmó el
día 23 de diciembre de 1675). En 1826, León XII, a instancias del
emperador Pedro I, le nombró patrono de Brasil. En 1962 el Papa Juan XXIII le
proclamó patrono de Extremadura[61].
San Pedro de Alcántara es uno de los
santos que más representaciones artísticas ostenta, desde las primigenias
caracterizaciones en el grabado de I. Messager (1615-1620) y los grabados de
Lucas Ciamberlano (1618-1620) hasta la actualidad[62].
Hemos de tener en cuenta que en España los descalzos alcanzaron una gran
expansión, igualmente por ultramar y en el sur de Italia.
BIBLIOGRAFÍA
Abad Pérez, A y Sánchez
Fuertes, C: "La descalcez franciscana en España, Hispanoamérica y
Extremo Oriente. Síntesis histórica, geográfica y bibliográfica", en AlA,
59 (1999); número monográfico con motivo del V Centenario del nacimiento de
San Pedro de Alcántara.
Acebal Luján, M: "San Pedro de
Alcántara, santo franciscano", en Santuario,
número 124, noviembre-diciembre, Arenas de San Pedro, 1998, pp. 7-12.
Alcalá, M. de: Chronica de la Santa Provincia de San José, Madrid, 1736-1738.
Alonso Planchelo, S: "Relaciones
espirituales entre San Pedro de Alcántara y Santa Teresa de Jesús",
revista Alcántara, mayo-agosto, 1999,
numero 47, pp. 103-104.
Álvarez Álvarez, C:
Pedro de Quiñones. Madrid, 2018.
Álvarez-Osorio y Fárfán de los Godos, F:
Amuletos conocidos como "osculatorios" romano-cristianos de bronce
hallados en España. Tip. de Archivos. Madrid, 1929.
Ámez Prieto, H: La Provincia de San Gabriel de la Descalcez franciscana extremeña.
Madrid, 1999.
Andrés Martín, M: "Primeros pasos
comunes de la descansé franciscana en España y Portugal (1500-1523)",
revista Alcántara, mayo-diciembre,
Cáceres, 1991.
Arias de Quintanadueñas, J: Antigüedades y Santos de la Muy Noble Villa de Alcántara. Dedícase a la
misma villa por el Licenciado Jacinto Arias de Quintanadueñas su hijo y autor.
Madrid, 1661.
Barrado Manzano, A, O.F.M.: San Pedro de
Alcántara (1499- 1562). Estudio documentado y crítico de su vida. Segunda
edición preparada por fray Antonio Arévalo Sánchez. Editorial San Antonio,
Cáceres 1995.
Barrado, A: "Algunas actas capitulares de la
provincia de San Gabriel al principio del siglo XVII", en Archivo Iberoamericano, tomo XX, 1960.
Barrado Manzano, A: "San Pedro de Alcántara en las
provincias de San Gabriel, la Arrábida y San José". Archivo Ibero-Americano, 87-88, 1962, pp. 562-563.
Barrado, A: "El Palancar de San Pedro
Alcántara", en Guadalupe, 688,
1984.
Becek, C: "Historica Notitia in Ordinis Primordia,
incrementa adque propagationem", en Anuarium
ordinis Fratrum Minorum, II, 1956-1957, Roma, 1962, pp. 11-18.
Bustamante, E (coord.): San Pedro de Alcántara: Tratado
de la oración y meditación. Tercera edición. Rialp, Madrid 1991.
Calderón de Robles, J: Privilegia selectiora Militiae Sancti luliani de Pereiro (hodie de
Alcantara) Cisterciensis Ordinis, a Summis Pontificibus hactenus concessa,
Madrid 1627.
Castro, M: "San Pedro de Alcántara
en el arte", en Archivo Ibero-Americano, 87-88, 1962, pp.
586-587.
Chacón Cabello, E: Crónicas y fuentes
documentales para el estudio de la provincia franciscana descalza de San Pedro
de Alcántara. III Curso de verano El
Franciscanismo en Andalucía, Priego de Córdoba, Córdoba, 1999, pp. 321-348.
Cotallo, J. L: Extremadura y el franciscanismo en el siglo XVI. Cáceres, 1950.
Espino Nuño, J: Voz "San Pedro de Alcántara",
en la Gran Enciclopedia Extremeña.
Mérida, 1989, pp. 130-131.
Estremera, V: Sucesos
ocurridos durante la obra de la capilla de San Pedro de Alcántara, Ávila,
1917.
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Santa Teresa de Jesús». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona, 2004.
García, S: "San Pedro de Alcántara,
recuerdos de una vida extremeña", revista Alcántara, mayo-agosto, 1999, numero 47, pp. 107-127.
García, S: "San Francisco de Asís y la Orden Franciscana
en Extremadura", en El culto a los
santos: cofradías,
devoción, fiestas y arte, 2008, pp.
762-780.
García Araya, A: "El Palancar, presencia viva
de San Pedro de Alcántara". San
Pedro de Alcántara, hombre Universal. Congreso de Guadalupe, 1997.
García Oro, J, O.F.M: Voz "San Pedro de
Alcántara" en Real Academia de la Historia, 2000.
García Santos, J: "San Pedro de
Alcántara y Santa Teresa de Jesús. V. En el Palacio Episcopal pintan
bastos", revista Guadalupe, 836,
2013, pp. 22-23.
Gonzaga, F: De origine Seraphicae Religiones Franciscae.
Roma, 1587.
González Ramos, V: Biografía de San Pedro de Alcántara,
Apoyo de la Reforma Teresiana. Gráficas Sandoval, Plasencia 1982.
González Ramos, V: Vida popular de San Pedro de
Alcántara. «Premio Alcántara» de
1961.
González Ramos, V: "Bula de Canonización de San
Pedro de Alcántara". Guadalupe,
núm. 709, 1991, pp. 28-38.
Herranz Migueláñez, J: "A 400 años de su
beatificación, 1622-2022. San Pedro de Alcántara en Arenas", revista Guadalupe, 878, 2022, pp. 23-26.
Irazola, P: "La higuera del Palancar", revista Guadalupe, mayo-junio, 1962.
Iriarte, L: "Conventualismo y Observancia
(1318-1517)", en Historia
Franciscana, Valencia, 1979, pp. 99-117.
Lejarza, F: "Orígenes de la Descalcez
Franciscana", en Archivo
Iberoamericano, 22, Madrid, 1962.
Madrid, fray Diego de: Vida admirable del phenix seraphico y redivivo Francisco, San Pedro de
Alcántara. Madrid, 1765.
Madrid, F. de: Bullarium
Fratrum Minorum Sancti Francisci strictioris Observatiae Discalceatorum.
Madrid, 1724.
Martín Nieto, S: "El linaje de San Pedro de
Alcántara". Boletín de la Real
Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. XXVII, Badajoz, 2019,
pp. 301-351.
Martín Nieto, D. A., Miranda Díaz,
B, Martí Nieto, S y López de Zuazo, J. Mª: Noticias de Alcántara: Pedro
Barrantes Maldonado y sus antigüedades de la villa de Alcántara. Cáceres,
Diputación Provincial de Cáceres, 2010.
Martínez de Vega, M. E:
"Formas de vida del clero regular en la época de la Contrarreforma: los
franciscanos descalzos a la luz de la legislación provincial", Cuadernos de Historia Moderna, 25, 2000,
pp. 125-187.
Martínez Senderos, P: "La
Reforma Alcantarina", en Ciencia y
Santidad, núm. 184-185, 1948, pp. 18-35.
Miglioranza, C, O.F.M.: San Pedro de
Alcántara. Coedición de Misiones Franciscanas Conventuales (Buenos Aires
1982) y Cruzada Mariana (Cáceres 1982).
Moles, J. B: Memorial
de la Provincia de San Gabriel, Madrid, 1592 (ed. 1952).
Odoardi, G: "Conventuali, Fratri Minori". En
Guerrino, Pelliccia; Rocca, Giancarlo, eds. Dizionario degli Istituti
di Perfezzione. Roma: Edizione Paoline, 1976.
Ortega, A: "El convento de San Francisco de Belvís
de Monroy", en Archivo
Ibero-Americano, julio-agosto, 1917.
Pecellín Lancharro, M: "San Pedro de Alcántara:
Análisis literario de sus escritos espirituales". San Pedro de Alcántara. Hombre universal. Madrid, 1998.
Pelaez del Rosal, M, (dir.
y edit.) – El franciscanismo en la Península Ibérica. El viaje de San
Francisco por la Península Ibérica y su legado (1214- 2014), Sevilla,
Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos (AHEF), p.75-65.
Polo Cordero, J: El
extremeño santo. Madrid, 1969.
Recio Veganzones, A: “Ensayo bibliográfico sobre San
Pedro de Alcántara”, en Archivo Ibero-Americano (AIA), 22 (1962),
pp. 223-290.
Rodríguez-Moñino, A: "El testamento de la madre de
San Pedro de Alcántara (Notas sobre su descendencia)”, en Revista de
estudios extremeños, tomo IV, 3-4, Badajoz, 1948, pp. 289-304.
Salvador Plans, A: Voz "San Pedro de
Alcántara", en la Gran Enciclopedia
Extremeña. Mérida, 1989, pp. 130-131.
San Bernardo, I. de: Crónica
sobre la vida de San Pedro de Alcántara, Nápoles, 1667.
Santa María, J. de: Chrónica de la provincia de San José
de los descalzos de la orden de los menores de San Francisco. Madrid,
1615-1618.
Santa María: "De cómo esta Custodia se
aumentó en mayor número de conventos y se hizo Provincia» en Chrónica de la
Provincia de San Joseph de los Descalzos de la Orden de los Menores de Nuestro
Seraphico Padre San Francisco y de las Provincias y Custodias Desca4sas que della
han salido y son sus hijas. Madrid. Imprenta Real. MDCXV AFIO, F 4/16-17R;
primera parte, lib. 1, cap. IX, fols. 50-57.
Sanz Valdivieso, R, O.F.M. (Edit.): Vida y
escritos de San Pedro de Alcántara. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC
570), Madrid 1996.
Solar y Taboada, A. del: El verdadero tratado de la oración y meditación de San Pedro de
Alcántara, Badajoz, 1950.
Tejada Vizuete, F: San
Pedro de Alcántara. Personajes Extremeños. núm. 5. Ed. Hoy. Diario de
Extremadura. Murcia, 1996.
Torrubia, J: Chronica
de la Seráfica Religión del glorioso Patriarcha San Francisco de Assis. Roma,
1755.
Uribe, A: "Espiritualidad de la descansé
franciscana", en Archivo
Ibero-Americano, 85-86, 1962.
Varios Autores: Un hombre de hoy. San Pedro de
Alcántara. Editorial Cisneros, Madrid, 1976.
Villasante, L: "Doctrina de San Pedro de
Alcántara sobre la oración mental", en Verdad y Vida, números 81-84, año
XXI, 1963, pp. 207-255.
Wadingo, L: Annales Minorum, Quaracchi, 1506 (ed. 1933).
[1]
En el forro del libro de partidas bautismales, de 1586 a 1600, se puede leer la
siguiente nota: "La partida de
bautismo de San Pedro de Alcántara, verificada el año de 1499 ha desaparecido,
habiendo nacido este santo en la villa de Alcántara, siendo su padre el
bachiller don Pedro Alonso Garabito, descendiente de la casa solariega de los
Garabitos sobre el río Mansilla; persona muy noble, com asimismo lo fue su
madre María Vilela de Sanabria, hija que fue de Juan de SAnagria y de Urraca
González Maldonado, naturales de Alcántara".
[2]
Cambió su nombre por el de Pedro al profesar como religioso en la Orden
Franciscana, en 1516 y se puso el apellido "Alcántara" por la villa
en la que nació, célebre por su puente romano construido bajo el imperio de
Trajano, entre los años 103 y 106.
[3]
Arias de Quintanadueñas, 1661.
[4]
Entre creación y traducción, escribió cuarenta obras, la mayoría perdidas. Vid.
Rodríguez-Moñino, 1969, pp. 563-569; Carabias Torres, 2020.
[5]
González Ramos, 1982, 40 y 41; Esperabé de Arteagam 1917, 8.
[6] Conocemos datos fiables de la biografía de Pedro de
Alcántara gracias a los escritos de Barrantes Maldonado, quien en las Varias Noticias o en otras obras
históricas como Ilustraciones de la Casa
de Niebla, nos aportó innumetables datos. Noticias de
los papeles de Don Pedro Barrantes Maldonado (Manuscrito), 1601 y 1700. Vid. Devís Márquez, 1998.
[7]
Moles, 1592, 114; Trinidad, 1652, 147. Vid. Ortega, 1917, 28.
[8]
San Bernardo, 1667, 31 y 38. Convento de Santa María o de San Francisco de los
Majarretes, que fue de la Provincia de Santiago, de la conventualidad o de la
claustra. Eugenio IV, bula Piis
supplicium votis de 17 de septiembre de 1432. Vid. Alcalá, 1736-1738. cap. VII, 92.
[9]
Tejada, 1996, 4.
[10]
Santa María, 1615-18, 69.
[11]
Trinidad, 1652, 159. Se conservan documentos de este convento en el Archivo
Histórico Nacional de Madrid, sección Clero. Libros 1011, 1012 y 1013, legajos
793 y 794.
[12]
Solar y Taboada, 1950.
[13] Sanz Valdivieso, 1996, 23; García Oro
y Portela Silva, 1998, 240.
[14]
Villasante, 1963, 210.
[15]
Tratado de oración y meditación, editado en los años 1556- 1557, por el
impresor Juan Blavio de Colonia. Donde lleva a cabo una reelaboración
sincrética de ideas leídas en la obra de fray Luis de Granada y otras lecturas
devocionales. Vid. Sanz Valdivieso, 1996, 252.
[16]
García Oro, 2000.
[17]
Gonzaga, I parte, 1587, 958. Sobre el convento véase Sánchez Loro, tomo C,
1983, 265; Ámez, 1999, 375-379; Benavides Checa, 1907, 202.
[18]
González Ramos, 1982, 57.
[19]
Barrado, 1962.
[20]
Pecellín Lancharro, 1998, 590.
[21]
González Ramos, 1982, 63.
[22]
Ámez, 1999, 95.
[23]
Gonzaga, 1587, parte III, 960; Alcalá, 1736-1738, 209-210; Moles, 1592, 185.
[24]
Alcalá, 1736-38, cap. III, 209; Gonzaga, 1587, 956; Wadingo, tomo XI, 1933,
130.
[25]
Salvador Plans, 1989, 131.
[26]
Recio Veganzones, 1962, 223
[27]
Efrén de la Madre de Dios, 1977, 129.
[28]
Wadingo, XV, 1506 (ed. 1933), 434. El Archivo Histórico Nacional de Madrid
conserva documentos de este convento en sección del Clero. Legajo 10.
[29]
Testamento. Archivo de la familia Barrantes Maldonado. Vid. Rodríguez Moñino,
1948, 289-304.
[30]
Martín Nieto, 2019, 330.
[31]
Tejada Vizuete, 1996, 6.
[32]
Fueron varias las cartas que envió la infanta doña Isabel a Pedro de Alcántara
reclamando su presencia en la Custodia de la Arrabida.
[33]
Barrado, 1962, 562.
[34]
Alcalá, 1736-38, 268; Santa María, 1615-18, 36.
[35]
Ámez Prieto, 1995, 20.
[36]
Barrado, 1965; Gutiérrez Rodríguez, Moreno y Piña Hernández, 1985, 23.
[37]
Salvador Plans, 1989, 131.
[38]
"En ella -se refiere a la casa
de Guiomar de Ulloa- y en algunas
iglesias le hablé muchas veces de esta primera vez que estuvo aquí" . Libro de la Vida, cap. 30. Además de las
entrevistas personales, hubo un intercambio epistolar entre ambos. Sanz, 1996,
364 y 379.
[39]
Teresa de Jesús: Libro de la Vida, cap. 30.
[40]
Teresa de Jesús, Libro de la Vida,
30, 5-G. Alonso Planchuelo, 1999, 103.
[41]
Pedro se crio con este placentino. Miguel era hijo de Lope de la Cadena y de
doña Mencía de Carvajal. Tuvo dos hermanos canónigos, Andrés y Francisco.
Barrado, 1995, 124; Matías Gil, 1876, 185.
[42]
Madrid, 1765, tomo I, cap. 13.
[43]
Trinidad, 1958, 60.
[44]
Proceso Toledo, 1618, fo. 44vº.
[45]
Tejada Vizuete, 1996, 9; Annales Minorum, seu Trium a S. Francisco Institutorum
ab anno MDLIV usque ad annum MDLIX continuati a Fr. Josepjo María ab Ancona.
XIX Quaracchi 1933, 405, nñum. 291. García, 1999, 126.
[46]
Archivo del Monasterio de Guadalupe, fondo de Arcángel Barrado. Vid. Proceso de
Beatificación de Plasencia, 1515, foo. 23 vº, y 1518, fol. 32 r y vº.
[47]
El conde de Morata en la declaración del 11 de agosto de 1618, añade: "De la poca estimación que tenía de los favores
de la tierra y como siendo llamado por el emperador Carlos quinto y Princesa de
Portugal doña Juana para que fuese su confesor se habia escusado muy humilde y
santamente y no lo quiso aceptar". Proceso Toledo, 1618, fo. 44vº.
[48]
San Bernardo, 1667, 558.
[49]
García Santos, 2013, 22.
[50]
Herranz Migueláñez, 2022, 24.
[51]
Badajoz Corónica, f. 122 vº.
[52]
Libro de la Vida, 30, 5.
[53]
Ponz, 1776; Montes Serrano, 2003.
[54]
González Ramos, 1982, 269; Estremera, 1917.
[55]
De Madrid, 1765.
[56]
San Bernardo, 1667.
[57] Tratado de la oración y meditación. La atribución de esta obra a
Pedro de Alcántara ha suscitado controversia al atribuirla otros autores a Luis
de Granada, como una recopilación sacada de su célebre Libro de la
oración aparecido en 1553. Ciertas inserciones debidas a Pedro y que
no se encuentran en Luis de Granada parecen suponer el conocimiento del texto
español de los Ejercicios espirituales de San Ignacio;
Francisco de Borja se lo habría comunicado a Pedro. Super psalmum Miserere.
Transcrito en 1561 por Bernardo Benegas, discípulo de Juan de Avila, se
conserva en la Real Academia de la Historia. Constituciones de la
provincia de San Gabriel, 1540, conforme a los Estatutos de
Juan de Guadalupe (1501): manuscritos en el Archivo Histórico Nacional de
Madrid (Clero, Monteceli del Hoyo, Leg. 1434). Constituciones de la
provincia de San José, de 1561 y 1562. Un breve Camino de perfección es
atribuido a Pedro (Biblioteca Universidad de Barcelona, ms. 1744, f. 63r-67v;
copia del siglo XVII-XVIII). Vid. Acebal Luján, 1986.
[58]
Vid. Fernández, Tomás y Tamaro, 2004.
[59] García y Portela,
1998, 299.
[60]
El Breve de la Canonización se recoge en el Bullarium
Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris Observantiae
Discalciatorum, Madrid, 1744-1749. Vid. González Ramos, 1991, 28-38.
[61]
Espino Nuño, 1989, 131.
[62]
San Pedro en oración, grabado por Ciamberlano en 1618, Convento de Arenas de
San Pedro o el también realizado por Ciamberlano en 1620 (Biblioteca Nacional
de Madrid). Véase Andrés, 2002, 67.
No hay comentarios:
Publicar un comentario