sábado, 4 de marzo de 2023

 ARROYO DE LA LUZ (CACERES)


ERMITA DE LOS MARTIRES (actualmente, Iglesia de San Sebastián)

 

 

Actualmente, la fábrica eclesial de la ermita de Los Mártires, es la iglesia de San Sebastián, situada en la plaza de su mismo nombre. En el año 1959 deja de ser ermita para pasar a ser Parroquia.

En los primeros años del siglo XX  J. R. Mélida nos describe esta ermita: “Situada al extremo de dental de la villa. Tiene un ancho pórtico con construcciones anejas para peregrinos, a los costados, y en el frente de tres arcos de medio punto, de los cuales sólo el central sirve de ingreso, estando cegados los otros dos. Este pórtico da paso a la iglesia por su puerta de occidente que es de medio punto con moldura perlada. La puerta lateral del sur es un arco apuntado. La torre está situada junto a la cabecera. Dichos pórtico y portadas, así como los muros de la ermita hasta unos dos metros de altura, son de sillería granítica, e igualmente los arcos formeros de la nave, que son de medio punto, menos el de la capilla mayor es apuntado y de menos vano. Lo demás de los muros es de mampostería, y de ladrillo las bóvedas bajas, de lunetos y enjalbegadas. La capilla mayor es cuadrada, y está cubierta con cúpula sobre pechinas. A la izquierda está la sacristía. Deberá atar esta ermita del siglo XVI y debió ser reformada posteriormente. El retablo mayor, que ocupa todo el testero es de talla, en nogal, sin pintar ni dorar, barroco, del siglo XVIII. En él se ve la imagen de San Sebastián, de talla policromada y del mismo tiempo”[1].

La actual iglesia parroquial de San Sebastián fue en sus orígenes una ermita dedicada a los Santos Mártires (San Fabián y San Sebastián), obra del siglo XV. La más antigua referencia a la ermita de San Sebastián se encuentra en el Libro 1º de Cuentas del Archivo Parroquial. Es de 1529. La iglesia de la Asunción se está construyendo y todas las ermitas existentes en Arroyo han prestado dinero para obra tan importante. En el año citado la iglesia parroquial paga el préstamo a la ermita de los Mártires y de la Magdalena. Esto nos hace suponer que la ermita del Santo data, al menos, del siglo XV. La segunda referencia a la ermita es de 1559[2]. Previamente, en el año 1754 el Obispo de Coria don Juan José García Álvaro ve la situación deplorable en la que se encuentra la entonces ermita y prohíbe la celebración de la Santa Misa por la inminente ruina de sus paredes. Los maestros alarifes consultados presupuestan la obra en 2.000 reales. También indican que, ante la falta de recursos, podría destruirse todo lo que queda de la capilla mayor, poner una pared de cerramiento en el arco último y en ella hacer un nicho para el Santo. Los fondos de la ermita eran de 500 reales y, con esta cantidad, poco se podía hacer. El Obispo comisiona a don Pedro Sanguino Polo, sacerdote, para que se encargue de todo lo relacionado con la reconstrucción y se incremente la devoción de los habitantes de Arroyo a los Mártires. En una colecta realizada en la población se recaudan mil reales, se acomete la obra de restauración y el Obispo autoriza las celebraciones sagradas en la ermita. Pero habría que esperar a los años 1775-1778, a  la aportación de  don  Diego Holgado de Guzmán, Fiscal de la Real Audiencia de Lima y natural de Arroyo de la Luz, para acometer las obras más relevantes: la capilla mayor, la cúpula y una sacristía[3].

Es una obra popular en la que se mantienen algunas estructuras del siglo XV, correspondientes a la antigua ermita de los Mártires San Fabián y San Sebastián, manteniéndose aún el arco de medio punto con la decoración a base de bolas o bezantes, tan característicos de los años finales del siglo XV. El pórtico existente en la antigua emita ha sido cegado colocándose en los laterales del arco de acceso al interior de medio punto, dos ventanas de medio punto fasciculados que permiten la entrada de luz a la siguiente estancia; por encima, un gran óculo central y dos ventanas con arcos de medio punto en los laterales en correcta simetría con las ventanas de la planta baja. Se accede al interior mediante dos puertas, en arco apuntado la que se encuentra a los pies, pertenece a la primitiva ermita y se encuentra en la estancia que permite el paso del pórtico a la puerta de entrada; dicha sala mantiene la que debió ser la cubierta del antiguo pórtico con  bóveda de aristas de ladrillo;  y, la otra puerta se encuentra en el lado de la Epístola, es adintelada; en este mismo lado se levantan dos espadañas de sencilla estructura.

Es una construcción de mampostería con presbiterio de testero plano y nave dividida en cuatro tramos que están separados por arcos de medio punto sobre pilares adosados, y van cubiertos mediante bóveda de cañón con lunetos. La capilla mayor, a la que se accede a través de un arco toral apuntado, se cubre con cúpula sobre pechinas, donde puede leerse con claridad las fechas de construcción y las reparaciones realizadas posteriormente, llevándose a cabo labores de policromía en la misma y la frase latina: “Fundata est supra firmam petram anno 1755-1970” (Fue asentado sobre cimiento firme, anno 1755-1970). En el lado del Evangelio se sitúa la sacristía, cubierta con bóveda de aristas. El coro se levanta a los pies, mediante arcos rebajados en su frente, cubierto con  bóveda de aristas en la cubierta del sotocoro.

En el lado del Evangelio se conserva un retablo de la segunda mitad del siglo XVIII, de madera sin policromar y con dos columnas con rocallas. En la hornacina, la escultura de San Antonio con el Niño Jesús, de madera policromada, del siglo XVIII; en lo alto del retablo, óleo sobre lienzo de la Inmaculada, obra popular del siglo XVII.

En el presbiterio, un retablo rococó de madera sin policromar, de un cuerpo con cuatro columnas de orden compuesto, frontones curvos y un gran broche de hojarasca; En el centro, en una hornacina la imagen de San Sebastián el siglo XVIII, se demuestra desnudo, cubierto por un sencillo lienzo sobre las caderas, con los brazos sujetos por detrás de la espalda a un tronco de un árbol y traspasado su torso por flechas, aparece impasible. San Fabián y San Sebastián, unidos en el martirio y en la conmemoración litúrgica, así como en su Fiesta el 20 de enero. Pero, no se conservan datos de la existencia de la imagen de San Fabián, solamente la escultura de San Sebastián. En los laterales del retablo, a ambos lados de la imagen de San Sebastián, dos imágenes modernas con las representaciones de la Inmaculada y el Sagrado Corazón de Jesús; y, rematando el retablo, en el ático se abre una hornacina que alberga un Calvario.

San Sebastián es uno de los santos de los que existen noticias desde época más temprana. Se le cita ya en la Depositio martyrium del año 354, en el que se registra su muerte en el día 20 enero y se anota su enterramiento en la Vía Appia. El relato hagiográfico de su vida se basa en la Passio Sancti Sebastiani obra escrita en el siglo V y  atribuida a San Ambrosio, sin fundamento, de la que se sirvieron como fuente los textos medievales posteriores, especialmente la Leyenda Dorada de Jacobo de Vorágine a qué se debe su difusión. En estos textos se dice que era natural de Narbona y que residía en Milán como oficial de los ejércitos romanos en tiempos de Diocleciano y Maximiano. Descubierta su condición de cristiano fue pegado a un grupo de arqueros para que lo asaetearan, por haber dado testimonio de su fe. Recuperado milagrosamente de sus heridas, fue de nuevo condenado por el emperador a morir a paliado. Su cuerpo fue arrojado entonces a la Cloaca máxima, de donde los rescató piadosamente Santa Inés para enterrarlo en el lugar donde poco tiempo después se levantara su basílica[4].

 

 












 



[1] MELIDA, J. R: Catálogo Monumental de  España. Provincia de Cáceres (1914-1916). Tomo I, Madrid, 1924, p. 297.

[2] Entre los mandatos de la Visita Pastoral hecha en dicho año figura el siguiente: "Que el mayordomo de los Mártires encale por dentro las paredes de la Hermita que estan por encalar y si fecha esta obra quedase dinero para poder hacer un portal a la puerta de abaxo lo haga porque es necesario para la guarda de la puerta de la dicha hermita". Libro 1º de Cuentas del Archivo Parroquial de Arroyo de la Luz (1529).

[3] Diego Holgado de Guzmán, el célebre indiano, que restaura totalmente la ermita y el 11 de junio de 1780 escribe un extenso memorial al obispo de Coria haciéndole detallada descripción de todo lo hecho en la ermita a sus expensas. Transcribimos algunos párrafos de su escrito: "Igualmente sabrá V.S. que se hicieron algunos reparos con las limosnas y corta renta de la Hermita, pero no se pudo poner con la seguridad y decencia que correspondía, antes por el contrario, dio en tierra parte de su techo y se embarazó del todo la celebración de los Divinos Oficios. Por lo qual, movido yo de esta necesidad y de la que tenían los vecinos inmediatos de que la hermita se pusiese corriente por la distancia de la Parroquia tomé a mi cuidado este negocio con resolución de hacer a mis expensas todos los gastos hasta perfeccionarla, como lo he conseguido con el favor de Dios que me ha dado vida. Voluntad y vienes para emprender la obra y proseguirla hasta su conclusión".

 

[4] VORAGINE, S de: La Leyenda Dorada, ed. Alianza, 2 vols. Madrid, 1982, tomo I, pp. 111-116.


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