jueves, 28 de enero de 2021

 


OBRA INEDITA DE GINES ANDRES DE AGUIRRE

 

 

 

 

Obra inédita de Ginés Andrés de Aguirre. Representa una Naturaleza muerta, es óleo sobre tela, mide 70 x 93 cm.

 

Hemos de tener en cuenta que durante la centuria anterior, sólo la naturaleza muerta tuvo en España amplio desarrollo y constituyó capítulo importante dentro del panorama de toda la pintura europea, aunque su incorporación a la historia “oficial” de la misma sea bastante reciente. Precisamente, fue en el siglo XVII cuando el primer pintor de bodegones, el italiano Caravaggio, otorga categoría al tema del bodegón, como representación de alimentos y bebidas estrictamente, aunque confundimos e identificamos bodegón con naturaleza muerta, por la representación de objetos inanimados. El género del bodegón también se le llama a los cuadros que tratan de confundir al ojo humano, lo que se llama el “trampantojo”, que es esa pintura realista e hiperrealista que finge realidad. En este caso que nos ocupa se representan trofeos de caza (animales), objetos inanimados agrupados sobre una superficie plana. Este tipo de cuadros solía decorar las paredes de comedores de las viviendas con prestancia.

 

Este cuadro recibe el nombre de "Naturaleza muerta", y va en la línea de otras obras del artista como su cuadro "Caza muerta y una cesta" (Museo del Prado, Madrid). Se aprecia su preferencia por un variado colorido y un gusto rococó. A pesar de mostrarnos piezas de caza muertas, imprime a las figuras una refinada elegancia. Se observa claramente una técnica de pinceladas densas. Esta obra está elaborada con acierto y esmero: los brillos de luces o medios tonos de las sombras.

 

Ginés Andrés de Aguirre nació en Yecla (Murcia) en el año 1727.  Los primeros datos que encontramos acerca de este artista corresponden al año 1745, fecha en la que Aguirre marcha a Madrid. En 1752 comienza sus estudios en la recién creada Academia de San Fernando. se trasladó a Madrid, donde asistió a los primeros concursos abiertos organizados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, completando su formación entre los años  1753 y 1757. En el año 1758 consigue una pensión de Fernando VI, y realiza copias de grandes maestros, como Diego Velázquez y Luca Giordano. En 1760 pinta un retrato del nuevo monarca Carlos III. En 1770 es elegido Académico de Mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid[1].

 

Desde 1775 comienza una intensa actividad para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara como pintor de cartones. Trabaja bajo la dirección de Mariano Salvador Maella, que le suministra en su primera etapa los dibujos preparatorios para los modelos encargados. La temática elegida y el estilo aplicado para las composiciones que iban a cubrir las paredes de las residencias reales en El Pardo y El Escorial siguen las corrientes estéticas imperantes: escenas de caza y asuntos de género, donde el murciano hace hincapié en el casticismo y los aspectos pintorescos del mundo popular. En la veintena de cartones conocidos de su mano, se aprecia su preferencia por un variado colorido y un gusto rococó[2], donde las figuras actúan con refinada elegancia y los animales se mueven con gracia. Con su técnica de pinceladas densas elabora con acierto las diferentes superficies, sean telas o pieles, sean los brillos de luces o medios tonos de las sombras.

 

Entre sus obras más destacadas hay que señalar que pintó los desaparecidos frescos de la nave central de la iglesia de Santa Cruz en Madrid, conocidos a través de noticias documentales y dibujos preparatorios. También son suyos algunos cuadros de historia como La defensa del castillo del Morro de La Habana, hoy en el Museo de la Academia de San Fernando. Destacó, sobre todo, como diseñador de cartones para tapiz con destino a la Real Fábrica de Santa Bárbara, entre cuyos diseños se conserva un lienzo titulado La dama del Quitasol, propiedad del Museo del Prado, depositado en el Museo de Bellas Artes de Murcia[3]. Como pintor de cuadros de altar se debe destacar también la ejecución de su San Agustín y san Marcelino para el convento de la Encarnación de Madrid. Como retratista, ejecutó numerosísimas copias del retrato oficial de Carlos III cuyo modelo había sido pintado por Antonio Rafael Mengs.

 

Al margen de la manufactura, Aguirre trabaja como fresquista y como pintor de composiciones religiosas, notándose innegablemente la huella de Corrado Giaquinto[4]. En 1785 aprovecha la plaza vacante dejada por Nicolás Lameyra de «ayudante para la composición de las pinturas» para solicitar el cargo de restaurador y ayudante de Maella en el cuidado de los cuadros de las colecciones reales.

 

No pasó mucho tiempo en el desempeño del nuevo puesto, ya que en marzo del año siguiente fue designado como primer director de Pintura de la recién fundada Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en México, donde falleció en 1800, después de una intensa labor pedagógica[5].

 

En 1786 Aguirre, gracias a la protección de José Moñino, conde de Floridablanca, marchó a México como primer director de pintura de la recién fundada Academia de San Carlos. Aguirre fue profesor de los más importantes pintores mexicanos de la primera mitad del siglo XIX. Entre ellos deben destacarse José María Vázquez, José Antonio Castro, Juan de Sáens y Anastasio Echeverría. Establecido en México, cultivó también la pintura mural de carácter religioso y decorativo, ejecutando, entre otros, los frescos de la bóveda de la capilla del Bautismo de la Catedral de México. Fallece en la ciudad de México en el mes de mayo del año 1800.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

Aragoneses, Manuel Jorge (1962): “A propósito de unas pinturas extraviadas de Ginés Andrés de Aguirre", Murgetana, 19, Murcia, pp. 79-84.

Held, Jutta, Die Genrebilder der Madrider Teppichmanufaktur und die Anfänge Goyas, Berlín, Gebrüder Mann, 1971, pp. 81-88.

López Ortega, J, "Ginés Andrés de Aguirre y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando",  Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, núms. 119-120, Madrid, 2017-2018, pp. 33--50.

Morales y Marín, José Luis, Pintura en España. 1750-1808, Madrid, Cátedra, 1994, pp. 179-186.

Ossorio y Bernard, Manuel, Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX [1883-1884], Madrid, Giner, 1975, pp. 9-10.

Reuter, A, "Ginés Andrés de Aguirre", en Enciclopedia del Museo del Prado dirigida por Miguel Zugaza y Francisco Calvo Serraller, tomo II, Madrid, 2006.

Rodríguez de Tembleque, C., "Ginés Andrés de Aguirre, pintor de frescos", Cuadernos de Arte Colonial, n.º 1, 1986, pp. 85-96.

Tormo, Elías, «El pintor Ginés Andrés de Aguirre. Su etapa española», Boletín del Museo de Bellas Artes de Murcia, n.º II, Murcia, 1923, pp. 1 y ss.

 

 

 

 



[1] López Ortega, 2017-2018, 33.50.

[2] Tormo, 1923, 4.

[3] Ossorio y Bernard, 1975, 10.

[4] Morales y Marín, 1994, 180; Rodríguez de Tembleque, 1986, 85-96.

[5] Reuter, 2006, tomo II, 338.

jueves, 7 de enero de 2021

 

LAS FIESTAS PATRONALES DE TRUJILLO DE  1870 Y 1881

 

 

 

 

            En el año 1870 el párroco de San Martín don Francisco Reglado y el sacristán de la misma parroquia don José Iglesias, decidieron reanudar la fiesta anual de la Stma. Virgen de la Victoria, por su exclusiva cuenta y de su propio peculio, unas fiestas patronales que desde hacía diez años no se celebraban.

            Consistió tal celebración en una novena y una conmemoración el día de todos los Santos de cada año. Como la iglesia de San Martín carecía de imagen de la Virgen de la Victoria, durante unos siete años prestó don Julia Ríos, una efigie que tenía en su casa, hasta que don Pedro Trancón, párroco de la iglesia de Santiago, adquirió una para el culto, por suscripción popular, esta imagen se encuentra actualmente en la iglesia de Santiago de Trujillo.

            Unas fiestas patronales en honor de Ntra. Sra. de la Victoria, que tenían lugar en la iglesia de San Martín, y eran celebradas con modestidad. Pero, en el mes de octubre del año 1881, siendo Alcalde don Miguel Núñez Castilla, las fiestas adquirieron un nuevo impulso. El Himno "Salve" que tanto nos emociona en esa noche maravillosa del Sábado, fue cantado por primera vez ante un curioso cuadro de Ntra. Sra. en su castillo que fue pintados por el artista local don Antonio Picazo y fue colocado en una de las puertas de los portales de la carne (ahora es la puerta del centro de la Plaza de Mercado), cuadro que ha sido recuperado el pasado año por un anticuario trujillano y que se encontraba en una casa particular. El autor de la música del Himno fue el sacristán de la iglesia de San Martín don José Iglesias, y el autor de la letra el maestro don Joaquín Cuadrado.

            El festejo popular consistió en correr un toro de cuerda por las calles de nuestra ciudad (el correr al toro enmaromado se mantuvo hasta el año 1892). Desde entonces, se comenzó a celebrar el último domingo de Octubre con gran pompa. Gracias a la colaboración de los anteriormente citados y del entonces Alcalde don Miguel Núñez. A esto, también contribuyeron eficazmente las señoras doña Julia y doña Jacinta de Vargas, doña Escolástica Blanco, doña Margarita Arteaga, doña María Moreno de Guadiana, etc. 

            El sacristán de la iglesia de San Martín, don José Iglesias, fue decisivo en el impulso que dio a las fiestas patronales. También, don Joaquín Cuadrado, que fue profesor de Instrucción Primaria y maestro de las Escuelas Públicas de Cáceres. A su jubilación, marchó a vivir a Trujillo a la calle García de Paredes, núm. 25, en donde falleció en el año 1910. Además de escribir la letra del Himno a la Patrona, publicó en 1887 una Cartilla Agraria en verso para uso de las escuelas de primera enseñanza.

            Ya queda atrás, en el recuerdo de nuestros mayores que nos han dejado, la verbena en la víspera que con inmenso regocijo se esperaba impaciente todos los años, con sus variadas iluminaciones de vistosos farolillos, que contrastaban con las anticuadas candilejas y las hogueras que ardían en los extremos de la Plaza Mayor; las alegres dianas; la procesión cívico-religiosa; la culta palabra del orador de turno que desde el púlpito nos exhortaba las grandezas de nuestros antepasados y los milagros de la Virgen; las divertidas cucañas y el toro de cuerda, y otras muchas celebraciones y festejos que se han perdido para dar paso a otros. Pero siempre, y ante todo, el respeto a la tradición.

            El sacerdote trujillano don Francisco Reglado escribió la famosa novena a la Stma. Virgen de la Victoria que aún hoy seguimos rezando, también redactó la novena al Stmo. Cristo de la Salud que veneramos en la ermita de San Lázaro, y la novena a Ntra. Sra. de las Mercedes, con gran devoción en la parroquia de San Francisco. Cultos que él sufragaba y a los que cooperaba gratuitamente.

            Este insigne sacerdote nació en Trujillo en 1812, fue religioso en el convento de la Merced en nuestra ciudad, abandonando el convento con motivo de la exclaustración. En 1847 fue nombrado Ecónomo de la parroquia de San Martín y seis años después párroco de la misma, cuyo cargo desempeñó hasta el 14 de junio de 1880, fecha en la que murió.