viernes, 17 de noviembre de 2023

 

 

EL CONVENTO DE LOS FRAILES DEL CAPUCHO DE LA FINCA DE LOS ARCABUCES EN TRUJILLO

 

 

 En este trabajo de investigación doy a conocer un convento situado a cuatro kilómetros por la carretera de Badajoz, en el término de Trujillo, del cual no existe ninguna referencia escrita ni por parte de historiadores, divulgadores ni científicos. Dicho convento se encuentra en la finca de los Arcabuces según el catastro de rústica. Es una zona agreste, en la bifurcación de dos cañadas y el convento está muy próximo a un riachuelo y a un poblado prehistórico (calcolítico).

 

         Por la investigación llevada a cabo, considero que los principales frailes franciscanos extremeños fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de Melgar y Bobadilla, que fueron los promotores de la Reforma, fundaron de este convento franciscano del Capucho de la finca de los Arcaduces, así como el convento de Ntra. Sra. de la Luz, en el berrocal trujillano.

 

 

LOS ORIGENES DE LA DESCALCEZ FRANCISCANA EXTREMEÑA

 

Entre los frailes extremeños más importantes que llevaron a cabo la Reforma, el mas representativo de todos es sin duda fray Juan de Guadalupe (nació en Guadalupe en 1450), que profesó en el Real Monasterio de Guadalupe como religioso jerónimo y a los pocos años pasó a la Orden Franciscana, donde se distinguió como reformador, lo que le llevó a Roma para proponer al Papa una profunda transformación de su orden ([1]). El no quería estar sujeto al Provincial de Castilla. Tal dependencia,  a su modo de ver, los llevaba fatalmente de la mano al más absoluto anquilosamiento. Mientras permanezca sometidos a un Provincial, todo les será supervisado y fácilmente con criterios opuestos, cualquier Superior  poco amigo de novedades puede impedirles  aquellos rigores y estrecheces  y, los Conventos de Castilla a los frailes reformistas, mezclándolos con los otros y deshaciendo de un golpe la naciente obra.

Desde el convento de Ntra. Sra. de los Ángeles en Robledillo de Gata emprendió camino a Roma. El 25 de Septiembre de 1496, se presentó ante el Santo Padre. Mediante  la Bula Sacrosanctae Militantis Ecclesiae ([2]), por la que Alejandro VI accedía a casi todas sus peticiones, podía  edificar una casa en absoluta pobreza, vivir en ella con seis compañeros, y admitir novicios con tal que prometieran observar la Regla de San Francisco en su mayor rigor y aspereza, pudiendo usar hábito vil y despreciable, con capucho acuminado, tal  como lo llevo el Serafín de la Verna. Y sobre todo –esto era lo más importantes – quedaban exentos de los Prelados de la Orden, tanto Conventuales como Observantes, sujetos tan solo al Ministro General de Roma.

El 27 de Febrero de 1497 consiguen los Prelados de la Orden un decreto del Pontífice ([3]), prohibiendo bajo pena de excomunión a los frailes de la Observancia al paso al movimiento secesionista del religioso extremeño. Equivalía esto a cegar de un golpe el manantial de donde iba a brotar la corriente mas abundante de frailes  con que nutrir la reforma. Pero, no se paró fray Juan de Guadalupe y conseguido el permiso pontificio se trasladó al reino de Granada, donde fundaría varios eremitorios regulados por una regla estricta que le enfrentaría con los frailes observantes de su propia orden. En 1497, el Arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, también franciscano, viendo en peligro la unidad interna de la orden, prohibió a fray Juan de Guadalupe fundar más conventos, por lo que éste se marcharía a Guadalupe para seguir su obra reformadora con nuevas fundaciones franciscanas.

Pero, no se paró ahí, tras muchos esfuerzos y tentativas, logra por su mediación la Bula Super familiam domus ([4]), fechada en Roma  a 25 de Julio de 1499, en virtud de la cual queda facultado para recibir, no ya seis, sino cuantos religiosos  precise -tanto de la Conventualidad como  de la Observancia – los cuales deben pedir  licencia  a sus Superiores  en señal  de respeto, pero podrán  pasarse a los Guadalupenses  aunque les negaran dicho permiso (petita licentia, licet  non obtenta ). Se le concede , además, el título de Custodio  a Fray Juan de Guadalupe, confirmándolo en la sola sujeción al Ministro General, y quedando la reforma  perpetuamente garantizada por el derecho que se otorga a sus frailes  de elegir sucesor, con idénticos privilegios, al fallecimiento de aquel.

Aquel  era, sin duda, el más importante documento dado por el Papa en muchos años a  la Orden Franciscana. En la Bula no se menciona  ningún lugar determinado al que deba adscribirse la fundación, sino que deja  libertad para escoger sitio y ocasión  propicios.

Fray Juan de Guadalupe deseoso de abrir conventos en Extremadura, se pone en contacto con el prelado diocesano en Plasencia, este le informa que otro franciscano natural de Valencia de Alcántara –llamado fray Pedro de Melgar y Bobadilla- quiere fundar un convento en Trujillo, y fray Juan de Guadalupe se pone en contacto con él ([5]).

Fray Pedro de Melgar estuvo primero algún tiempo en la Provincia  franciscana de Santiago, pero añorando su  patria chica, marcho a  Plasencia  donde  contaba  con buenos amigos  que le ayudaría  a realizar  su intento. En efecto,  Don  Gómez  Fernández  de Solís,  Don   Juan  de Chaves  y Don Álvaro de Hinojosa, sus  valedores , se dirigen   en Febrero  de 1498 al Romano  Pontífice  suplicando  facultad  para edificar  un convento  franciscano  en las proximidades de Trujillo, que se deseaba   poner en manos  de religiosos  dispuestos a vivir  la Regla  de San Francisco  con toda  su pureza , sin usar  de privilegios  y mitigaciones ([6]).

Conseguida  la licencia de Roma  pusieron  mano a la obra  y en poco menos de un año quedaba  rematada la edificación. Pero, surge  un  problema  espinoso y molesto. El Concejo  trujillano  estaba  resentido  con los nobles placentinos  por no haberle  dado cuenta  de nada, además los frailes  de la Provincia  de Santiago  trataran  de impedir  que  Fray  Pedro  de Melgar  y se  pusiera al habla con  las autoridades  de Trujillo, el caso  es que  éstas acuden  al Romano  Pontífice  con una  súplica: pretenden  que el Santo  Padre  autorice  la creación  de un Convento  de franciscanos  Observantes  en la villa, y faculte  al Obispo  de Plasencia  para que,  mientras  se construye , proporcione  a dichos  frailes  alguna  casa con  iglesia , cementerio, claustro, dormitorios, refectorio y huerta, que  pueda haber  deshabitada  en el recinto o en sus contornos . La  jugada  era magnifica: el nuevo  Convento estaba  ciertamente  sin habitar  como recién  terminado, pero  no se hace ninguna mención  de él; conseguido el permiso, el Concejo, Gobernador  y el pueblo en pleno  pedirían  que fuesen  Observantes los frailes  que llegaran , y  de este modo  la tentativa  de los nobles placentinos  y de Fray  Pedro  quedaría sin efecto.

La Provincia, sin embargo, los  protege, pendiente  el asunto de Roma, es cuando llega  Fray Juan de Guadalupe a Trujillo y se instala con  la reducida comunidad en dicho Convento el día 24 de Marzo  de 1500, festividad de la Anunciación y le dieron por titulo el de Nuestra  Señora  de la Luz ([7]). Los primeros religiosos que acuden son Fray Juan Pascal, el celebre  predicador  Fray Ángel de Valladolid , Fray  Sebastián  de Paris , Fray Miguel  de Córdoba  y Fray  Francisco  de Fregenal, de los primeros  como columnas  fundamentales  de la Descalcez. Fray Juan  Pascual será  el hábil  diplomático, valedor de San  Pedro de Alcántara.

De momento no creen  oportuno  redactar  unas Constituciones  minuciosas. En todos  alientan  una misma  idea  y es su  espíritu el que  conviene  vivir , condicionado a experiencias  subsiguientes  la redacción  definitiva  de  Estatutos . Eso  si ,  por unaminidad  se comprometen  a guardar  la regla  franciscana  en su mas  estricta  interpretación . Vestirán , como autentico  pobres , un simple  saco  con remiendos  por todo  habito , Irán  totalmente  descalzos , y  resucitaran  el capucho  angulado  que llevo San Francisco  y que abandono  la Orden  en tiempos  ya de  San  Buenaventura([8]).

Y así nacieron en la Alta  Extremadura  estos frailes del Capucho  a quienes  podemos admirar  como propulsores  de las cuatro  grandes  reformas  en que se  asienta  el Renacimiento  franciscano  del siglo XVI.

El 24 de Marzo  de 1500 quedó  instalada la Comunidad  en el Convento  de Nuestra  Señora  de la  Luz  junto a  Trujillo, autoridades  y pueblo  habían  acudido  al Romano  Pontífice  con una  petición  engañosa  para atentar  contra ellos,  movidos  sin duda  por la fuerte presión  de la Provincia  de Observantes  de Santiago. La Bula  “Piis fidelium votis” ([9]), fechada  en Roma  a 31 de Octubre  del mismo año, accedía  generosamente  a las peticiones  cursadas  y , aunque  el Papa  estaba bien  ajeno  de que  con ella  pudiera  perjudicar  a la naciente  reforma , lo cierto es  que los Observantes  de Santiago  tomaran  pie  de la misma  para  gestionar  la expulsión  de los frailes  del Capucho  y adueñarse del Convento.

Se inicia un duro enfrentamiento  entre ambas partes, Fray Juan de Guadalupe  y los suyos  disponen  resistir en el  Convento  trujillano  cuanto sea posible , pero  es  preciso  ver la manera  de erigir  otros Conventos  para  el caso  de que fuesen  arrojados  de la casa madre([10]), tales como los conventos de Villanueva  del Fresno, al que llamó  Convento  del Santo  Evangelio , otro  en Salvaleon; el de  Nuestra Señora de la Luz  de Moncarche  junto  a Alconchel , y el de Arroyo de Mérida  con titulo  de la Madre de Dios .

El propio fray Francisco Jiménez de Cisneros, confesor entonces de la reina católica, y la misma Isabel de Castilla vieron con desconfianza la división entre los franciscanos provocada por el frailes extremeño, escribiendo al Cardenal de Santa Cruz, el también extremeño natural de Plasencia Bernardino de Carvajal, para que instara al Papa que revocara los permisos de fundación y reforma de la Orden de Fray Juan, que llegó a ser procesado por Cisneros en el año 1505 por su contumacia. En septiembre de dicho año moría en Roma cuando esperaba obtener de nuevo el beneplácito papal([11]).

 

 







EL CONVENTO FRANCISCANO DE LA DESCALCEZ EN LA FINCA DE LOS ARCABUCES

 

 

         La descalcez franciscana se inició en Extremadura en 1500. Pretendía –tal y como hemos estudiado- el retorno al espíritu y la letra de la Regla de la Orden tal como la escribió el Seráfico padre San Francisco y mandó observarla en su Testamento, sin dispensas pontificias. La orden franciscana, desde su aparición en Extremadura hasta el siglo XVI, dependía de la Provincia de Santiago de Compostela. Sólo a finales del siglo XV se empiezan a levantar algunos conventos de la Custodia de los Ángeles, fundada en 1489 y elevada a provincia en 1517, en tierras extremeñas que dan su obediencia al provincial de Castilla y después al ministro de la Provincia de los Ángeles.

         Los franciscanos proyectaran las dos tendencias de concebir la espiritualidad que marcarían en la Orden: la conventualidad y la observancia, que en 1517, por disposición del papa León X, solicitada por la Orden, quedaron admitidas como dos órdenes distintas: de los frailes menores conventuales y Orden de los frailes menores de la observancia de San Francisco.

         Dentro de la Observancia surge la reforma más importante de la orden: la descalcez franciscana promovida por fray Juan de Guadalupe en 1500 y que será continuada por San Pedro de Alcántara en 1557. Surgiendo eremitorios en los descampados (viene de eremus, desierto). Extremadura será el centro de la descalcez, siendo sus principales conventos el de Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo, Ntra. Sra. de la Luz en Moncarche –Alconchel- y Montesión en Salvaleón. Considero que el convento que vamos a describir situado en la finca de los  Arcaduces de Trujillo es un convento franciscano descalzo por sus características arquitectónicas, elementos constructivos, ubicación, período de construcción y porque su estructura cumple con las disposiciones de las ordenanzas provinciales para los descalzos ([12]). Además, un dato importante, en los mojanos cercanos se conservan restos de molduras con el típico cordón franciscano.

 

         Los frailes edifican el conventito en la misma tierra de Trujillo a escasos kilómetros del de Ntra. Sra. de la Luz, en la finca pública de los Arcabuces, próximo a un riachuelo y en la encrucijada de dos cañadas. He estudiado las investigaciones llevadas a cabo por Juan Bautista Moles, fraile que nació en Nápoles en 1542 y vino a España en 1557, llegó a Coria con la familia del Duque de Alba, que fue su gran valedor. En los conventos de San Miguel de Plasencia, Coria y Belvis, tuvo acceso a la documentación franciscana de los siglos XV y XVI, dejándonos su Memorial de la Provincia de San Gabriel que editó en 1592 ([13]).

         En Trujillo se había fundado el convento de descalzos en 1500 aprovechando una ermita existente como capilla conventual bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz (en la iglesia de San Francisco se conserva la talla románica de la Virgen con el Niño), cuando la provincia de San Gabriel era solo la custodia del Santo Evangelio. Pero este convento fue destruido por los padres de la familia de la Observancia durante las luchas contra los Descalzos y no se había intentado reedificar después ([14]). Los descalzos sí intentarían hacer una nueva fundación dentro del casco urbano. Para conseguir más fácilmente la autorización se intentaba disfrazar la fundación de simple traslado del convento cercano de San Juan Bautista de la Viciosa a Trujillo, pero tropezó con la negativa del Ayuntamiento, según las Actas Capitulares ([15]), hecho que no se consiguió hasta 1603. Cuando doce principales de la ciudad de Trujillo se dirigieron al padre General provincial reunidos en Capítulo Provincial de Las Brozas, ofreciéndoles su apoyo y con beneplácito del obispo de Plasencia D. Pedro González de Acevedo, que les cedió la ermita de Santa María Magdalena, extramuros, pero junto a al ciudad para la fundación del convento. El día 26 de enero de 1603 tomaban los frailes posesión de la dicha ermita de manos del obispo y en nombre de la Provincia Fr. Andrés de Plasencia, antiguo Provincial y actual Definidor, los moradores de esta casa fueron los frailes del convento de la Viciosa que vinieron, clausurándose entonces el otro convento([16]). Pero, qué lugar ocupa el convento de nuestro estudio situado en la finca de los Arcabuces. Si en 1506 abandonan el convento de la Luz. En el capítulo 2, pp. 16 vº nos refiere lo siguiente tras la visita que realizó fray Pedro de Melgar a Roma ante el Papa para solicitarle licencia para construir conventos: “El Papa concibió en su ánimo deseo de favorecerlos, teniendolos como verdaderos hijos del glorioso padre nuestro san Francisco, de quiera era devotisimo, y asi mismo de toda la orden, les dio nuevas letras y Breve para que de nuevo edificasen casas y fuese custodia como de antes, haciendo della prelado al religioso varon fray Pedro de Melgar, autorizando todo lo que el ministro general avia hecho y confirmando en custodio al sobredicho. El qual contentisimo se volvio con sus compañeros a España y llegados a sus casas (conventos) hallaron que los padres observantes les avian derribado las casas de junto a Truxillo, Villanueva y Salvaleon. Por lo qual se recogieron en nuestra Señora de la Luz, y la de Trujillo no osaron reedificarla por aver en la dicha ciudad convento de la orden (se refiere al de la Luz)”.

         Este dato es crucial, dado que el convento de la Luz se funda en 1500 y se destruye en 1506, que el convento de la Magdalena no se funda hasta 1603 –tal y como hemos estudiado-. ¿Dónde habían vivido fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de Melgar con los otros frailes descalzos en los años finales del siglo XV y principios del siguiente?

         El único convento franciscano descalzo que existía masculino en Trujillo podría haber sido el de la finca de los Arcabuces, y sería el que encontró fray Pedro de Melgar destruido por los Observantes cuando llegó a Trujillo y tuvo que refugiarse en el de la Luz, que había sido fundado en 1500-, tal y como nos refiere Juan Bautista Moles. Hemos de tener en cuenta que son los frailes Observantes y no los Descalzos los que vivían en el Hospital de la Caridad y se trasladaron al convento de San Francisco en Trujillo en el solar de la mezquita extramuros, según la Crónica de la Provincia de San Miguel de la Orden Franciscana escrita por fray José de Santa Cruz en 1671 y según las provisiones reales en los primeros años del siglo XVI y Facultad de Fernando el Católico para que el Concejo de Trujillo pueda dar al guardián del convento de San Francisco 50.000 marvedíes para comprar el solar de la Iglesia y Huerta de dicho convento. En Segovia a 21 de agosto de 1505([17]).

         El convento está situado en la vertiente de un pequeño cerro que rebaja en su descenso hacia un riachuelo, lugar agreste. El convento no tiene grandes dimensiones, está construido con gruesas paredes de mampostería, utilizando escasamente la piedra sillar en los dinteles y jambas de las puertas de acceso al mismo y a la huerta, las columnas del claustro y las escasas ventanas y rosetón que aún se conservan.

 

         Se accedía por una puerta en el lado Sur que aún conserva el hueco de la tranca, se encontraba en el interior la portería, seguidamente en el lado Oeste estaban las celdas que aún conservan las ventanas pequeñas, estrechas hacia el exterior –son en forma de aspillera, sin rejas ni puertas y su estrechamiento servía para evitar que penetraran las distintas alimañas del campo- , y al otro lado, el de profundis y el refectorio. De frente al pasillo de la entrada principal (porque existió otra entrada Norte) estaba el claustro formando un cuadrado que tenía –a disposición de las basas que aún se conservan como testigos- tres columnas por cada lado, los arcos debían ser de medio punto. Próxima al claustro en dirección Oeste estaba la sacristía pequeña y la capilla, conservando aún un sencillo rosetón, de magnífica factura. En dirección Este al claustro estaba la cocina –existe un pozo cegado- y otras dependencias. En el huerto existen dos piezas de granito que pudieran haber sido fregaderos primitivos con su desagüe. Frente al convento se encontraba el huerto del convento, que aún conserva su magnífica entrada. Todo con la máxima sencillez y materiales pobres para que “en nuestros edificios resplandezca toda pobreza, aspereza y vileza” ([18]). En estos conventos franciscanos el arte grandioso brilla por su ausencia, la grandiosidad hay que buscarla en la sencillez. La legislación de Villacreces y de los Descalzos era clara a ese respecto “ninguna pared de las casas, aunque sean fuertes, sean de cantería labradas, y toda madera de la casa sea tosca y no labrada a cepillo” ([19]). Otras de las ordenanzas hacían referencia a las medidas que debían tener las dependencias, que en este convento trujillano se cumplen totalmente, recogemos de fray Martín de San José las siguientes ordenanzas para los descalzos del siglo XVI: “Ordenamos que las casas que de aquí en adelante se tomasen, sean pobres y pequeñas, queremos que las iglesias sean pequeñas, que no tengan de ancho más de ocho pies y de largo tres tantos, y no se tenga respecto a los que puedan venir a ellas para que por eso se hagan mayores, salvo si sus moradores tuviesen cerca nuestras casas y no tuvieran iglesia… El cuarto a donde ha de estar el refectorio y los demás de la casa, tenga ocho pies a lo menos de ancho y nueve a lo más. Y en ellos se reparta la sacristía, portería y una enfermería…Los tránsitos de toda la casa, bajos y altos de las celdas, tengan tres pies y medio de ancho. ..En los altos de estos cuartos se hagan celdas y sean de siete palmos de vara y las camas de siete pies…, los atajos y tabiques sean de ladrillo o adobes (aún se conservan entre las piezas de mampostería múltiples ladrillos). Tengan todas las piezas alacenas con puertas (en los muros existen los vanos de las alacenas, concretamente en la dependencia que hemos considerado como cocina y en las celdas).. Ninguna casa tenga más de ocho celdas y las puertas tengan dos pies de hueco y seis de alto y los cuartos desde el suelo hasta el maderamen pies y medio, y siete a lo más. La iglesia tenga de alto lo mismo que la casa, porque sea toda cuadrada y de un alto” ([20])

 



[1] Hipólito Amez Prieto: Los Descalzos de San Francisco en Extremadura desde fray Juan de Guadalupe a San Pedro de Alcántara, en “San Pedro de Alcántara, hombre universal”. Congreso de Guadalupe, 1997, pp. 113-222.

[2] Bullarium Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris Observantiae Discalceatorum (Madrid, 1744), tomo I, part. I, pág. 13-15.

[3] Op. Cit., p. 15-18.

[4] Ibidem, tomo I, part. I, págs. 20-25.

[5] Fr. Juan Baptista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel (Madrid, 1592), cap. X, fol. 42 v.

[6] Waddingo: Annales Minorum. Tomo XV, año 1498, pá. 167.

[7] Fundado en 1500 y destruido en 1503. Ramos Rubio, José A.:: "Aportaciones documentales del convento de Ntra. Sra. de la Luz de Trujillo" . XXI Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo entre los días 22 al 27 de septiembre de 1992.

Ramos Rubio, José A..: "Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo. Orígenes y proyección del franciscanismo en Extremadura". GUADALUPE, año 1991, núm. 709, pp. 24-27.

 

[8] Zacharias Boverio: Annales Fratrum Minorum Capuccinorum (Lugduni, 1632), tomo I, p. 34. Waddingo, op. Cit, tomo I, pág. 47 y tomo VII, pág. 95.

[9] Bullarium Discalceatorum. Op. Cit., tomo I, part. I, pp. 26 ss.

[10] Fray Juan de Santa María en su Chronica de la Provincia de San Joseph (Madrid, 1615) y a Fray Juan de San Bernardo: Chronica de la vida admirable del s. Padre Pedro de Alcántara (Nápoles, 1667).

[11] Gonzaga: Crónica General Latina. Part. I. pág. 62. y Waddingo, op. cit., tomo V, pág. 257.

[12] Véase Francisco de Madrid: Bullarium Fratrum Minorum Sancti Francisci strictioris Observantiae Discalceatorum. Madrid, 1744, t. I, p. 7. Juan de Trinidad: Crónica de la provincia de San Gabriel de frailes descalzos de la apostólica orden de los menores y Regular Observancia, de nuestro Seráfico padre San Francisco. Sevilla, 1652, cap. XLIX, lib. 2, p. 450. Angel Uribe: “Espiritualidad de la descalcez franciscana”, en ARCHIVO IBEROAMERICANO, 85-86, 1962, p. 148. Martín de San José: Primera parte de la historia de los padres descalzos franciscanos, Arévalo, 1644, libr. I, cap. 6, pp. 36-39.

[13] Juan Bautista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel, 1592. Reproducción facsimilar por Publicaciones de Archivo Ibero-Americano, colección Crónicas Franciscanas de España. Madrid, editorial Cisneros, 1984.

[14] Trinidad, en su Crónica de la Provincia de San Gabriel, op. cit., I. c. 735.

[15] Barrado Manzano, A: Algunas Actas Capitulares, A.I.A., 79 (1960), pp. 350-354.

[16] J. Trinidad, op. cit.,tomo I, c. 737

[17] Archivo Municipal de Trujillo. 1-2-70-1.

[18] Uribe, Angel: “Espiritualidad de la descalcez..”, op. cit., p. 148.

[19] Uribe, op. cit., p. 148. Juan de Santa María: Crónica de la provincia de San José. I parte, libr. I, cap. VIII, fol. 45.

[20] Martín de San José: Primera parte de la Historia de los padres descalzos franciscanos. Arévalo, 1644, libro I, cap. 6, pp. 36-39.

viernes, 10 de noviembre de 2023

 

APORTACIONES INÉDITAS SOBRE LA IMAGEN DEL CRISTO DE LA SALUD

 

Con la advocación de Cristo de la Salud preside el altar mayor de la ermita de San Lázaro, la imagen del Crucificado que más culto recibe por parte de todos los trujillanos, a la que hemos rogado desde finales del siglo XVI por nuestra salud, rogativas por epidemias e incluso, en tiempos de pertinaz sequía, que azotaba los campos amenazando las cosechas, que son básicas en una zona eminentemente agrícola-ganadera.

La novena que aún se reza la escribió don Francisco Reglado en el siglo XIX (falleció el 14 de junio de 1880). Ya existía por entonces una Cofradía encargada del culto del Cristo de la Salud.

En la sacristía se conserva un cuadro exvoto que representa al trujillano Francisco del Rosal cuando se caía desde las murallas del castillo de la ciudad, y que por intercesión del Cristo de la Salud le salvó su vida, dedicándole por el citado exvoto. En las fiestas del mes de mayo en honor del Cristo de la Salud, se realiza una subasta de bienes que se entregan al Cristo, práctica que aún se conserva, y que se remonta al siglo XIX. En el año 1880 se realizaron las obras del trono para la escultura del Cristo, los nichos para la Virgen del Buen Fin y San Lázaro.

 

La imagen del Cristo de la Salud es ligera, novohispana, de papelón y caña de maíz, fechable en la década de los años 70/80 del siglo XVI. Es obra de molde, aunque condicionada por ciertos aditamentos que se le añaden en su ejecución, tiene muchos de los elementos principales definitorios de estos moldes. Tratamiento anatómico, especialmente en el torso y disposición del arco de las costillas, tratamiento de la cabeza, morfología del rostro, diseño de la barba, manera de discurrir el cabello en el lateral izquierdo, y hasta los dos bucles que desgajados del otro lado se trenzan caprichosamente y discurren por el pecho.




 

 

DE LAZARETO A ERMITA DEL CRISTO DE LA SALUD (TRUJILLO)

 

 

            La relación de Isabel “La Católica” con Trujillo ya comenzaría aún siendo princesa, colmando de especiales atenciones a algunos de sus más aguerridos caballeros, tal es el caso de Luis de Chaves, considerado en Trujillo como el más fiel servidor de los monarcas católicos.

            A partir de la  paz en Castilla, los Reyes Católicos se dedican a administrar y gobernar sus ciudades, prueba de ello es el mayor número de documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Trujillo dedicados a regular la vida trujillana: el concejo, sus oficiales y competencias, la elección de sus cargos, el comercio, la artesanía y los oficios, la explotación del término así como datos esenciales sobre el urbanismo y la fundación de nuevos conventos como La Encarnación, San Miguel, San Francisco y ermitas como San Lázaro.

            Trujillo por su parte siguió participando en los acontecimientos más  importantes que ocurrieron durante este reinado, tal es el caso de la participación activa en la Guerra de Granada (1482-1492).  Los llamamientos a la guerra conservados en el Archivo Municipal de Trujillo corresponden a los años que van entre 1483 y 1488. La cooperación que se pidieron los monarcas fue en hombres, peones que combatían a pie en sus especialidades de espingaderos, ballesteros, lanceros o simplemente iban con palos de hierros o azadas. También se pidió dinero en maravedis para los gastos generales de la guerra. En cada campaña se especificaba el número de hombres, que varía según los años y atambién el dinero que para los años comprendidos entre 1483 y 1486 fue aproximadamente de medio millón. Se han conservado dos comunicaciones por parte de los reyes al concejo de Trujillo sobre los éxitos de las campañas la toma de Ronda (1485) y la toma de Granada.

            El 20 de mayo de 1496 los Reyes Católicos en una provisión integraron en el infantazgo de su  hijo el príncipe Juan, la ciudad de Trujillo junto con Alcázar, Salamanca, Logroño, Jaén, Ubeda, Baeza, Ronda, Cáceres y Toro. Se posesionó de ella en su nombre Domingo Gómez  Dávila, en un concejo que se celebró  en la iglesia de San Martín el 7 de julio de1496. Tomó los cargos y nombró por orden del príncipe, corregidor y demás oficiales.

 

 

 

 

FUNDACION DEL LAZARETO. ERMITA DE SAN LAZARO

 

 

 

La Cofradía de San Lázaro en febrero de 1498 estaban buscando un lugar para construir una ermita con la aprobación del concejo, en marzo piden permiso para hacer una casa en el camino de La Coronada y en mayo licencia para hacer la obra.

            La ermita de San Lázaro fue construida en las afueras de la ciudad en los años finales del  siglo XV, tal y como atestiguan algunos detalles decorativos de la fábrica, como  ligero apuntamiento de los arcos y, sobre todo,  los motivos de bolas o besantes que decoran las columnas del pórtico  y del arco del prebisterio. Sin embargo, ha sido objeto de numerosas reformas, especialmemte en la techumbre y en el pavimento.

 

            Fue fundada en un lugar alejado de la población ya que fue utilizada como un lazareto destinado a albergar a los enfermos de la peste, procedentes  de lugares afectados por tal enfermedad. En los años finales del siglo XV la peste hizo estragos en España. En Trujillo existieron algunos hospitales como Santa María, Santa Lucía -situado en el arrabal de San Clemente-, San Lázaro y La Caridad. Severas medidas se tomaron a fin de que Trujillo no se contagiara, como cercar con altas tapias los barrios de la ciudad edificados y blanquear los muros de muchos templos. Así se impedía que alguno contagiado entrase en la población y era muy frecuente exigir carta de sanidad.

            Para  la asistencia de la ermita existió una Cofradía que reza en los documentos como "Cofradía del Señor San  Lázaro" -a cuyo título se añade también  "y de San Blas "-. La entrada de nuevos miembros a la dicha cofradía era muy rigurosa, baste citar un documento que existe en el Archivo Municipal de Trujillo del año 1703, en el cual se especifica la limpieza de sangre realizada por don Alonso de Villegas Cuevas para su ingreso en la Cofradía de San Lázaro y San Blas, de los Caballeros de Trujillo.

 

 

VICISITUDES HISTORICAS

 

 

 

            Era costumbre en todas las poblaciones de alguna importancia tener dispuesto tener dispuesto en las afueras y próximo a las entradas mas concurridas  de ellas un establecimiento hospital para los lacerados o sea los transeuntes  contagiados de lepra  u otra enfermedad infecciosa y  allí  se  les  detenía  y  curaba  en  conformidad  con  lo  que   preescriba  la  higiene   de  aquellos  tiempos. De los enfermos de este lazareto de Trujillo habla el testamento, fechado en 31 de julio de 1565, de Beatriz de Paredes, mujer de Diego Pizarrro, quien lega una pequeña cantidad a favor de los lacerados de San Lázaro, legando una parte de sus bienes a favor de los enfermos de San Lázaro.

            El  Concejo el 4 de agosto de l564, cometía al señor Sancho de Carvajal que

mandase aderezar el caño que estaba cabe San Lázaro, y en consecuencia, al siguiente año

mandaba librar al Sr. Barahona nueve mil maravedises por la obra del caño de San Lázaro.

Diez años más tarde se hicieron obras de ampliación en esta fuente, pues el Concejo, el l7de octubre de l575, acordó que Melchor González busque un artífice para finalizar el caño que se hace junto a la ermita de San Lázaro, y que sea persona tal, para que la obra se acabe como conviene y con brevedad.

            De esta ermita fue principal patrono la familia  Paredes-Tapia. A lo largo de los siglos sufrió la fábrica de la ermita las acometidas de las guerras, sobre todo en la época decimonónica.

            El primer  Conde de Canilleros que vino a Trujillo fue don Pedro Bernardo  de Porres  Acuña, el cual fue el primer patrono de esta iglesia, cuyo patronato vinculó en su familia, tal y como se observa en el frente de la  portada con el escudo nobiliario de los condes de Canilleros, adornado con lambrequines, colocado sobre un águila bicéfala y con corona imperial, obra de la primera mitad del siglo XVII.

            Este título procede de la localidad cacereña de Brozas a mediados del siglo XVIII. El citado señor se casó en Trujillo con doña Inés Ventura de Eraso, hija de don Miguel de Eraso  y doña Gertrudis Roco de Godoy, señores de Plasenzuela, aunque de reciente asiento en la población trujillana se captaron pronto las simpatías de la nobleza por sus muchas virtudes y ocuparon puestos de significada  influencia tanto el hijo primogénito de éstos, que fue don Diego Antonio de Porres y Eraso, casado con doña Ignacia María de Arévalo, como su nieto don Pedro Porres y Eraso.

           

            La Cofradía de San Lázaro y San Blas poseía bienes con los que atendía a los  lacerados y al culto, existe un Acuerdo del Concejo del día 14 de Diciembre de l7O9 en el cual se daba licencia a la  Cofradía de San Lázaro y San Blas de los Caballeros de Trujillo, para que en una cerca que tiene en el berrocal de ella y al sitio que dicen del Caño, camino de Jaraicejo, la puedan incorporar un pedazo más de tierra.

 

            En el año 1823, solicitó el Jefe del Batallón de voluntarios que se formó en Trujillo, la cesión de la ermita de San Lázaro para almacén de pólvora, el Ayuntamiento se lo negó  alegando que esta ermita era propiedad de los Condes. En el año 1827, dejaron de vivir en Trujillo con la consiguiente desaparición del patronato, quedando la ermita a merced de la devoción popular. 

            A mediados del siglo XIX la asistencia hospitalaria en Trujillo prácticamente había desaparecido, en parte por el daño que habían sufrido los edificios hospitalarios durante la invasión francesa y también, y de manera más decisiva, por la falta de medios económicos para su sostenimiento, ya que las instituciones de beneficencia estuvieron incluidas entre las que se vieron afectadas por la Ley de Desamortización promulgada en 1855 y que hizo que estos establecimientos se vieraan privados de su posesiones, las cuales constituían su mayor fuente de ingresos; el número de fincas rústicas enajenadas a los establecimientos de beneficencia trujillanos representó un 8% del total provincial, situándose en segundo lugar de la provincia, siendo superado únicamente - aunque a mucha distancia- por las enajenadas a las instituciones benéficas de Plasencia.

            A mediados del siglo XIX, Madoz, al referirse a los establecimientos hospitalarios de la ciudad, sólo menciona la enfermería de Agustinos y el uso provisional que había tenido el convento de San Miguel como hospital militar,actividad que tuvo lugar durante la guerra de Independencia, cuando las monjas fueron espulsadas y se habilitó el coro para atender en él a los soldados heridos. Paralela a esta fuente, Francisco de Coello elaboró los planos de varias ciudades extremeñas, entre las que se incluyó Trujillo, en el cual se observa que la enfermería de  Agustinos, que resultó muy dañada durante la invasión francesa.

           

            El abandono de la ermita se confirma en varias ocasiones en la mitad del siglo XIX. El Concejo ordena que los vecinos no extraigan las  baldosas del templo pues se necesitan para pavimentar  parte  del  Portal  del  Paño  de  esta  ciudad,  se  acuerda  que  se  de  comisión  a los  señores   Don   Antonio  Vicente  Vázquez y  a  Don  José  Moreno,  regidores,  y  al  Procurador  Síndico,  para  que  éstos  se  entrevisten  con el administrador  de  la ermita, para que de la licencia oportuna  para  extraer las expresadas  baldosas  y ser trasladadas al  sitio   referido.

            Este abandono se confirma con otro acuerdo concejil del 14 de julio de 1858, en que consta que el corregidor comunicó al gobernador que a la entrada de la ermita de San Lázaro habian descubierto a unos chiquillos que desenterraron unas balas de cañón y  hecho  las pertinentes  exploraciones en el terreno, se encontraron  ciento venticuatro granadas de mano y trece balas de grueso calibre, que fueron trasladas al castillo. El corregidor sigue diciendo en su informe que ninguna noticia cierta se pudo adquirir del origen y época del expresado depósito, si bien existía el convencimiento entre los vecinos de haberlas enterrado en 1823 las tropas constitucionales que salieron precipitadamente de esta ciudad perseguidas por el Ejército francés, fundando este convencimieno en que se recordaba bien por los vecinos los innumerables cajones de cartuchos y otros efectos que aquel ejército arrojó en las lagunas situadas a la salida a Badajoz.

            En la actualidad, la Cofradía del Cristo de la Salud se encarga del ornato y acrecienta la devoción al patrono de Trujillo junto con el clero parroquial. El cuidado de la misma lo ostentan la familia Murillo-Durán que desde hace varios años ponen todo su esmero para que la ermita y el entorno natural estén con decoro para el deleite de los fieles devotos que cada día visitan al Santísimo Cristo de la Salud.        

 

 

MANIFESTACIONES ARTISTICAS

 

 



 

 

            Es un edificio de mampostería, al que se accede por los pies del templo, con puerta de arco conopial sobre sencillas impostas, precedida de un pórtico con arcos de medio punto rebajado, al que flanquean columnillas ilustradas con bolas. Sobre la clave del arco se muestra un blasón con las armas de los patronos  Paredes-Tapia, con yelmo y lambrequines. La cubierta rematada en una espadaña que fue construida por don Agustín Lozano el 20 de abril del año 1884, para dos campanas que fueron fundidas por don Francisco Carvajal, que tenía su taller en Medina de las Torres.

            Tras un pequeño pórtico presenta nave única a la que se añade la cabecera ochavada, menos ancha. La nave es de tres tramos, marcados por arcos diafragma ligeramente apuntados, que arrancan  a baja altura del muro; por la disposición de los arranques de los muros, suponemos que en un principio estuvo cubierta de directamente con  techumbre de madera a dos aguas, pero hoy tiene bóveda de cañón con lunetos, con dos tramos entre cada parte original, fruto de mejoras practicadas en el siglo XVII. La cabecera se inicia con un arco triunfal de medio punto sobre  pilastras ilustradas con bolas, de tipo gótico; el ábside es ochavado, precedido por tramo recto, cubiertos éste como la nave y aquél con  bóveda de tres paños, fruto también de la reforma indicada.

             Carecen de importancia los bienes muebles conservados en la ermita.. En la nave tiene una lámpara de hierro forjado, decorada con motivos geométricos y vegetales, regalo de don Enrique Cortés a la ermita en el año 1945. En el ábside  hay un discreto retablo con columnas de tipo clásico, realizado en el año 1927 para albergar la imagen del Cristo de la Salud. El sagrario y el manifestador son obra del año 1907. El transepto está cerrado por una verja de hierro, y en 1927 se practicaron dos ventanas.

            En estas obras de 1927, se descubrieron en la bóveda del transepto unos frescos muy estimables que hábilmente tratados, allí están para belleza de este santuario. Han sido restaurados en sucesivas ocasiones por pintores y restauradores locales: los maestros Tamayo y Juan A. de la Cruz, y más recientemente, en el año 1982 por el taller de restauraciones artísticas de José Antonio Dejea.

            La imagen del Cristo de la Salud a lo largo de los años ha sido objeto de gran devoción hasta el punto de ser sacada en rogativas ante las abundantes sequías, tal y como se decidió el 1 de marzo del año 1770. En los laterales del altar mayor, se abren sendas hornacinas laterales para alojar otras dos imágenes, populares, que representan a San Lázaro, talla en madera policromada del siglo XVIII, y a Nuestra Señora del Buen Fin, obra de vestir del siglo XVIII. El Santo titular del templo, que no se corresponde con Lázaro el de Betania, hermano de Marta y María, resucitado por Cristo. El que aquí aparece representado es Lázaro, relacionado con la enfermedad de la leprosería. Junto a él, está el perro del rico Epulón que le lamía las heridas. Los artistas en multitud de obras siempre han confundido iconográficamente a Lázaro, representándolo con un perro como si se tratase de su símbolo parlante, cuando en realidad, la parábola de Jesús nos dice que el pobre Lázaro cogía las migajas de pan que el rico Epulón echaba a su perro. San Lázaro, que no tiene nada que ver con el anteriormente citado y representado en Trujillo, es el de Betania, hermano de Marta y María, resucitado por Cristo. Su atributo personal es el bordón con doble cruz, propio de los primeros evangelizadores de una región, y un féretro.

            En la sacristía se conserva un cuadro exvoto con la representación de Francisco del Rosal cayéndose desde las murallas del castillo, por intercesión del Cristo de la Salud no murió, y dedicó dicho presente. En el lienzo aparece la leyenda: "Iº de enero de 1872. Caída de Fco del Rosal".  La palabra exvoto es un término culto procedente del latín que designa el objeto ofrecido a Dios, la virgen a los santos como resultado de una promesa por favor recibido. Es decir, una promesa materializada en un objeto. Para definirse como tal exvoto ha de tener varias notas diferenciadoras. Ante todo ha de ser público, como es el caso de este lienzo de la ermita, pues da a conocer el favor recibido haciendo constar las circunstancias y datos que permiten conocer la acción benefactora de un ser sobrenatural. Las ofrendas se hacían para ser expuestas en los altares o camarines de las imágenes benefactoras. Es muy probable que este lienzo, al no existir camarín del Cristo de la Salud, estuviera expuesto en una de las paredes de la ermita, para que todos los devotos puedan reconocer las actuaciones milagrosas. Este lienzo es -por tanto- un pregón perpetuo de una determinada imagen y sus poderes sobrenaturales.

            Las  pinturas votivas de carácter popular conservadas en los santuarios actuales -no hay que descartar que en la ermita de San Lázaro hubiesen existido otros exvotos, de hecho en algún otro templo trujillano existen lienzos votivos-, proceden fundamentalmente de los siglos XVIII y XIX, siendo numéricamente más importantes en este último siglo. Se observa una reducción radical a partir del segundo tercio de la presente centuria . De las otras formas de exvotos apenas quedan muestras, dado que la acumulación y el envejecimiento se resuelva con la periódica destrucción de los mismos. La importancia  de los exvotos en Trujillo como fuentes de conocimientos  para la historia cultural de las sociedades, es especialmente valiosa en el área  ideológica de las creencias  y valores;  aunque  son una fuente  en algunos casos  única, para el conocimiento de la cultura material, es decir, aquellas  creaciones humanas de las que se sirven la sociedad como objetos tangibles. En la ermita de San Lázaro se han conservado representaciones de miembros humanos realizadas con cera, como peticiones de salud al Santísimo Cristo. En Extremadura existen otros templos en los que se repite este sentir del devoto tal es el caso de la iglesia Ntra Sra de la Antigua en Valverde de Burguillos; en Santibañez  el Bajo en la ermita del Cristo de la Paz; la iglesia de la Virgen de Carrión de Alburquerque; la de la Soterraña en Barcarrota; Ntra. Sra. del Ara en fuente del Arco;  Ntra. Sra. de Piedraescrita en Campanario o la ermita del Santísimo Cristo de la Reja en Segura del León.

            En 1949, el Ayuntamiento realizó las obras de la explanada de un amplio paseo desde la carretera de Badajoz hasta el acceso al atrio de la ermita, embelleciendo los espacios laterales con jardines que, en los últimos años, se han convertido en un pequeño parquecillo, que sirve de descanso a los devotos que diariamente visitan esta ermita.