lunes, 30 de julio de 2018


MATRIMONIO MISTICO DE SANTA CATALINA DE ALEJANDRIA



En la tienda de Antigüedades, propiedad de don Carlos Marcos Plaza, localizamos una magnífica obra plástica que representa el “Matrimonio místico de Santa Catalina de Alejandría”.
Se nos muestra a la Virgen sentada, vestida con túnica de color roja y cubierta con un manto azul, mantiene al Niño Jesús en el regazo, mientras pasa la mano izquierda para sostener a Santa Catalina que coge la mano del infante. El Niño se nos ofrece desnudo. El paisaje frondoso ocupa parcialmente el fondo de la escena, dejando libre el ángulo inferior para el desarrollo de la composición. Se divisa un reducido paisaje donde se desarrolla otra escena –en la que se aprecia a un hombre desnudo que está siendo martirizado, arrojándole piedras- en un ambiente campestre sobre peñas, una hilera de árboles y un cielo de tonos azules y rojizos. Presentan las imágenes rubias y ensortijadas cabelleras. Es una composición que forma un triángulo invertido que forman la Virgen, el Niño y la Santa –que viste manto anaranjado, de las doncellas romanas-, y una figura en segundo plano que prácticamente no participa en la escena y porta un haz de flechas. Algunas veces se la representa a la santa con un anillo, en este momento el Niño Jesús tiene en su diestra el anillo que va a colocar en el dedo de la Santa, aludiendo así a los místicos desposorios de ésta con el Niño Jesús. Se trata de la Virgen y mártir de Alejandría, de familia noble. Sufrió varios tormentos y, en pública discusión, confundió a los filósofos paganos, pro lo que es patrona de la Filosofía. Murió decapitada por orden de Majencio en el año 307. La Santa lleva como atributo en esta escena una espada.

Su fuerza plástica viene ofrecida por el modelado de las figuras y el contraste de colorido, derivados del juego entre la luz, cuyo foco central se localiza en el Niño y las sombras que genera la composición.

El tema ha ofrecido muchas posibilidades al autor anónimo para crear animación, el lenguaje gestual le otorga unidad, las figuras no resultan distantes, hay comunicación visual (correspondencia de miradas) entre ellas y permiten una relación directa con el espectador. Tema, formas y ejecución técnica nos han recordado una influencia clara con las obras de Correggio. Es obra del siglo XVII.







Iconografía de la  Virgen de Guadalupe en Trujillo de Extremadura
                                  



Muchas son las localidades extremeñas que profesan especial devoción a Nuestra Señora de Guadalupe, excelsa patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad. Trujillo conserva lienzos y representaciones en imaginería y talla ornamental de la Virgen de Guadalupe, ya en 1989 publiqué en esta misma revista un estudio sobre algunas obras artísticas existentes en la Ciudad, con este otro trabajo pretendo completar el estudio iconográfico de la Virgen de Guadalupe en Trujillo[1]. En 1988, el padre Arturo Álvarez incluyó en su libro La Virgen de Guadalupe en el Mundo algunas obras representativas de la Virgen de Guadalupe en Trujillo, interesante estudio, aunque muy somero y pasó por alto algunas obras[2].
El Monasterio de Guadalupe poseía capillas, cilla, heredades y censos en la tierra de Trujillo, por piadosas donaciones de almas agradecidas a Santa María de Guadalupe. En los documentos existentes en el Archivo Municipal se da buena cuenta de ellos[3].

PALACIO DE SAN CARLOS (MONASTERIO DE MADRES JERÓNIMAS)
La ciudad de Trujillo rinde culto a Nuestra Señora de Guadalupe el día 8 de septiembre en la capilla del Monasterio de San Carlos, propiedad de las Madres Jerónimas. Representa dignamente el culto a Nuestra Señora una popular talla moderna de la Virgen de Guadalupe, realizada en Madrid en el año 1925 en los talleres de francisco Font y que vino a sustituir a la imagen que actualmente se encuentra en el coro bajo de dicho convento[4]. Dicha imagen es obra del siglo XVII, de bastidor, solo tiene las manos, pies y rostro, y el Niño Jesús, al que sostiene con el brazo izquierdo. Es una magnífica obra, preciado tesoro de la presencia guadalupana en Trujillo. En el convento tiene una especial importancia la presencia de la Virgen de Guadalupe. A principios del siglo XX, la archicofradía de Nuestra Señora de Guadalupe, instituyó su sede en la iglesia que las Madres Jerónimas tenían entonces en la villa, en su antiguo convento intramuros de Trujillo. Así se centró en Trujillo el culto a Nuestra Señora de Guadalupe desde los pueblos más próximos[5].


LA CILLA DE GUADALUPE

Pero la presencia de la Virgen de Guadalupe en Trujillo es más antigua. Nos refiere don Juan Tena, eminente historiador local fallecido lo siguiente: “Trujillo tiene recoletos rincones y plazoletas que evocan los encantos de aquella su vida hacendosa y sencilla, remansada en su secular historia y salpicada de leyendas caballerescas[6]. La Plazuela de Guadalupe es una de ellas. En ella estaba la cilla y la casa del cillero, propias de Monasterio de Guadalupe[7]. Se conservan perfectamente sus muros, con entrada en arco de medio punto y sobre la misma, una curiosa representación de Santa María de Guadalupe esculpida en el mismo dintel de su puerta. El padre Arturo Alvarez considera que el hecho de no sostener la imagen de la Virgen al Niño, no hay que relacionarla con la de México, sino que se trata de una copia de la Virgen cacereña, recordando que existen otros trasuntos suyos sin Niño y con las manos juntas, como la de Puerto Real en Cádiz y otras documentadas[8]. Existen alusiones en el Archivo Municipal acerca de la existencia de los locales de la Cilla, donde existió igualmente una capilla de la Virgen de Guadalupe[9].
Las cillas eran lugares donde se almacenaba el trigo que por derecho dominical de predios o por razón de censos y diezmos, pertenecían, a cualquier entidad civil o eclesiástica. En la casa del cillero, en la Plazuela de Guadalupe, en Trujillo, se hospedaban los frailes cuando venían a solucionar asuntos religiosos o de tipo administrativo a Trujillo como los  relacionados con las escribanías del Concejo, cuyo derecho de provisión ejercían.

HOSPITAL DE LA CONCEPCIÓN

En la fachada del Hospital de la Concepción, en la Villa trujillana, se conserva un azulejo de la Virgen de Guadalupe. Este edificio tiene su origen en la Edad Media, en la mansión de los Chaves-Mendoza, casa fuerte que defendía el acceso a la Villa por la puerta de San Andrés. El linaje de los Chaves-Mendoza arranca de Luis de Chaves “El Viejo” y de doña Isabel de Mendoza, hija de Ruy de Mendoza y María Sotomayor que siendo dama noble se casó con Martín de Chaves, biznieto del citado Luis de Chaves[10]. En su creación intervino la familia de Hernando Pizarro y sus herederos, según las disposiciones testamentarias de Francisco Pizarro[11]. Después de la invasión francesa, 1809, el edificio fue habitado por los frailes franciscanos alcantarinos una vez que abandonaron su convento, el edificio de los Descalzos sería habilitado como hospital militar. En 1824, la comunidad quiso volver a su convento, solicitando el desalojo del mismo de las instalaciones sanitarias que en él había[12] (nunca regresaron a su convento, pues sería el lugar ideal para atender a los enfermos de Cólera[13]). El Ayuntamiento de Trujillo consiguió instalar el Hospital en el edificio de los Chaves-Mendoza, según el Breve Pontificio de 19 de agosto de 1867[14]. En 1890 se hicieron cargo del mismo las religiosas Amantes de Jesús[15]. En la fachada del mismo se encuentra un azulejo con la representación de Ntra. Sra. de Guadalupe, probablemente obra del siglo XVII y procedente del convento de frailes franciscanos del convento de la Magdalena tras muros de la ciudad. Cuando se trasladaron a este edificio se trajeron bienes muebles como el Cristo del Hocino[16] y también una escultura de San Pedro de Alcántara que estuvo ubicada en la hornacina de acceso al interior del edificio. Cuando las religiosas Amantes de Jesús se hicieron cargo del Hospital quitaron la imagen de San Pedro de Alcántara sustituyéndola por la de la Inmaculada, que aún se conserva.




LA ERMITA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

El impulso religioso de los trujillanos levantó en el pasado una serie de ermitas a la devoción de las distintas advocaciones, pero las circunstancias históricas y la evolución urbanística han determinado su desaparición[17]. Apenas quedan restos de la ermita de la Virgen de Guadalupe, conocida popularmente como “Guadalupejo”, que se alzó en Trujillo junto al Convento de San Antonio, de monjas descalzas, quienes tenían en propiedad la ermita. Hoy tan solo se conservan los muros maestros de la ermita, es muy probable que existiese un paso o arco desde el Convento de San Antonio hasta la ermita donde actualmente hay una carretera[18]. A fines del siglo XVI llegaron a Trujillo varias monjas procedentes del Convento de las Descalzas Reales de Madrid, instalándose en Trujillo, en unas casas que habían sido donadas para la construcción de un Convento. Establecieron aquí su casa, siendo aneja y propiedad de este convento la ermita de Guadalupe, hasta la Desamortización de Mendizábal, pasando las monjas al convento de Santa Clara[19]. El edificio fue vendido en 1849. La ermita de Guadalupe ya había sido enajenada con anterioridad, en el año 1814[20]. La invasión francesa fue muy dura en Trujillo, los edificios fueron abandonados al saqueo y destrucción ya que los trujillanos tuvieron que abandonar la ciudad, fueron muchas las fábricas destruidas. Don Alfonso Astudillo López, Corregidor de Trujillo, extendió un Auto “para que se repararan los edificios en ruina y aquellas personas que no pudieran correr con los gastos de la reparación, pusieran en venta sus propiedades”[21]. Son muchas las referencias que encontramos en el Archivo de Protocolos de Trujillo sobre la existencia de la ermita de la Virgen de Guadalupe.
 En dichas referencias podemos comprobar cómo el culto a Nuestra Señora de Guadalupe estaba en Trujillo con respecto a los pueblos de su comarca. Aquellas localidades lejanas a la puebla de Guadalupe podían venerar a la celestial Señora de Trujillo, antes en su ermita “Guadalupejo” y en la actualidad en la iglesia del Convento de las Madres Jerónimas.

CONVENTO DE SANTA CLARA

Es muy probable que las seis religiosas que marcharon al convento de Santa Clara llevasen consigo algunas manifestaciones artísticas con la representación de la Virgen de Guadalupe, algunas piezas han desaparecido, pero otras se conservan, así nos explicaríamos la existencia de un lienzo que representa el hallazgo de Nuestra Señora de Guadalupe acompañada por un grupo de caballeros y Padres de la Iglesia, obra del siglo XVIII, copia fiel de otro cuadro existente en el Monasterio de Guadalupe aunque no repite los mismos personajes, en el cuadro del Monasterio se repite el mismo esquema compositivo, pero aparecen el rey Alfonso XI y los Reyes Católicos ante la Virgen de Guadalupe. Considero que ambos cuadros han sido ejecutados por el pintor Pedro José de Uceda hacia el año 1740. En la actualidad se conserva en mal estado, en la sacristía del Convento de Santa Clara. En la zona posterior del cuadro reza la siguiente inscripción: “soi dela celda prioral”. Un santo porta un pergamino donde puede leerse: “Como estaba en Roma/ y su historia se demuestra/ por estas personas/ que la han poseído. S. Lucas (ilegible) S. Mauricio= S. Gregorio M./S. Leandro. Su entierro en Guadalupe/ en el Reynado de Rodrigo/ Se descubre pasados más de 600 años/ El vaquero Alonso“.
Se nos ofrece María en el centro de la composición pictórica, la figura del vaquero arrodillado, y rodeada de caballeros y Padres de la Iglesia. Es probablemente obra de algún artista local.



PARROQUIA DE SAN MARTIN

En la iglesia parroquial de San Martín, se conserva un retablito del siglo XVII que encuadra entre sus estriadas columnas con capiteles corintios, un magnífico lienzo que representa a Nuestra Señora de Guadalupe, rematando en arco con la representación de Santa Teresa que se adapta a las medidas del arco superior donde se enmarca. Aparece el ángel que atraviesa el pecho de la santa con una lanza, destacando el rico colorido de los ropajes. Un halo de resplandor ilumina las figuras representadas[22]. Bajo el retablo hay un frontal de azulejos talaveranos con motivos vegetales que enmarcan la figura de San Juan Bautista. Este retablo estuvo colocado anteriormente en la Capilla-sepulcro de los Camargos. Obra plateresca es esa suntuosa capilla en la puede leerse la inscripción: "Es de Luis de Camargo e de Beatriz Álvarez- su mujer- Acabóse año de 1530".
En la plazuela de los Delcalzos, dentro de la villa intramuros, se alza el soberbio palacio de los Chaves-Mendoza, obra del siglo XVI. Después de la invasión francesa, fue abandonado el edificio y habitado por los franciscanos alcantarinos. Con posterioridad fue Hospital de la Caridad. En la actualidad es la mansión de don Duarte Pinto. en un lateral de la fachada principal, luce Nuestra Señora de Guadalupe en un frontal de azulejos talaveranos.




PARROQUIA DE SAN FRANCISCO

Otra representación iconográfica de Nuestra Señora de Guadalupe en Trujillo, la encontramos en la iglesia del Convento de San Francisco. Es un lienzo que representa a Nuestra Señora, obra del siglo XVIII. Ha sido restaurado por el Taller de Restauraciones de don Javier Carrión (Madrid). Se encontraba en el coro de la citada iglesia en muy malas condiciones, la acertada iniciativa del cabildo parroquial ha conseguido recuperar esta obra para el beneplácito de todos. Viste la Virgen un precioso manto azul, engalanado con medallón y piedras preciosas, sosteniendo un cetro. Se alza sobre un trono con un coro de ángeles tocando instrumentos y dos querubines a ambos lados. La imagen aparece centrada en el cuadro y a ambos lados de la Virgen de Guadalupe dos cortinas que centran la composición y decoran, asimismo, una zona que podría estar neutra. Se asienta Nuestra Señora sobre un trono, probablemente el mismo que regalara el Marqués del Monesterio, don Octavio Centurión, al Monasterio de Guadalupe, tal y como recoge F. San José en su obra[23].
De mejor calidad  es otro lienzo, en perfecto estado de conservación, con la misma representación iconográfica, sito en el lado de la Epístola de la citada iglesia parroquial, conserva una inscripción que rodea al cuadro: "TOTA PULCRA ES MARIA ET MACULADA NON EST IN TE TU GLORIA IERUSALEN TU LETITIA ISRAEL". Y en el mismo lienzo, bajo la representación de la celestial Señora: N. Sª. DE GVADALVPE FVE CONCEVIDA SIN PECADO ORIGINAL". Ensalzando con dichos textos la inmaculada e intachada virginidad de María. Con textos tomados del Cantar de los Cantares (Cant. de los Cant, IV. 7): "Toda hermosa eres, amiga mía, y mancillada no hay en ti". El marco que porta el lienzo es de la misma época (siglo XVII), de factura semejante a los existentes en el propio Monasterio de Guadalupe. Fue restaurado hacia el año 1985 por don José Gómez, en el Taller de Restauraciones Artísticas que tiene en Trujillo, las restauradoras doña Toñi Durán y doña María Teresa Pérez descubrieron algunos aspectos de este lienzo como las bisagras que tenía para poderlo plegar y transportar en forma de maleta y utilizarlo al celebrar misa ante la Virgen en las frecuentes visitas que realizaban los frailes a Trujillo, y así se lo hicieron saber al padre Arturo Álvarez para su publicación[24]. Representa a la Virgen, pintada en óleo sobre lienzo, vestida con un lujoso manto con flores y aves sobre el que cae un collar. Dos ángeles descorren sendas cortinas de las que cuelgan dos lámparas. A los pies del cuadro hay dos floreros y cuatro ángeles tocan instrumentos musicales. El propio fray Arturo Álvarez considera que podría ser obra de Fr. Juan de Santa María, autor de los grandes lienzos del claustro mudéjar de Guadalupe[25]. Este lienzo es originario del Monasterio de Guadalupe, los frailes le traían a Trujillo cuando oficiaban misa en la ermita de Guadalupe, con el devenir de los años y los acontecimientos sucedáneos se quedó el lienzo en Trujillo. Es una magnífica obra del siglo XVII.


CONVENTO DE SAN PEDRO

En el Convento de San Pedro, en uno de los locutorios, se conserva un gran lienzo que representa a la Virgen de Guadalupe, obra de los inicios del siglo XVIII. Se nos presenta la Virgen con el Niño centrando la composición pictórica en una hornacina. Simétricamente, dos cortinajes corridos sirven de escenario a la escena, enmarcando la figura. Sobre la peana muy decorada destacan los vivos tonos del manto rojo, minuciosamente tratado, con la oscuridad del fondo. La Virgen se representa con un rostro de bellas facciones, sosteniendo al Niño que, de pie sobre su brazo izquierdo alarga sus manos. Las variaciones notables vienen dadas en las representaciones marianas de Guadalupe, esencialmente, por las peanas sobre las que se asienta la Virgen. En este caso, se trata de un trono pequeño con la media luna y un querubín central, tal y como aparece en grabados conservados en el Monasterio de Guadalupe[26]. Es una obra de cierto mérito artístico probablemente donada al convento.

                                  



[1] RAMOS RUBIO, J. A:  "La Virgen de Guadalupe en Trujillo". Rev. Guadalupe, núm. 702, 1989, pp. 298-302.
[2] ALVAREZ ALVAREZ, A: La Virgen de Guadalupe en el Mundo. Ed. Bodegas Viña Extremeña, Madrid, 1988, pp. 279-285. 
[3] Real Provisión de Juan II al concejo de Trujillo concediendo al Monasterio de Guadalupe licencia para sacar del término de aquella ciudad productos. 4.4. fols. 163vº-164 vº, 21 de octubre de 1440. Sobrecarta de Juan II a Diego de Orellana y al Concejo de Cañamero ordenándoles cumplan lo contenido en una carta anterior para obtener el Monasterio de Guadalupe productos de la tierra de Trujillo. 4.4, fols. 164 vº -166 r, 11 de diciembre de 1451 (existe una sobrecarta de la reina Isabel concediendo al Monasterio lo contenido en la carta, 29 de mayo de 1477, leg. 4.4, fols. 166 r-167 vº). Carta de poder del concejo de Trujillo a Luis de Chaves, García de Vargas y Diego Pizarro, de Trujillo, para que en su nombre la ciudad delegue en Fernando de Monroy la resolución de pleitos entre Trujillo y el Monasterio de Guadalupe. 3.1., fols.161vº-163 r. 12 de diciembre de 1481. Concordia entre Trujillo y el Monasterio de Guadalupe sobre la propiedad de la Veguilla, la caballería de Navalvillar y otras heredades. Leg. 4.9. 26 de octubre de 1483 (otra sentencia sobre el caso, 12 de noviembre de 1484, Leg.4.3, fols. 24-52 r; leg. 4.10; leg. 3.1, fols. 182r-198 vº). Sentencia dada por la Audiencia Real en el pleito existente entre el Monasterio de Guadalupe y el concejo de Trujillo sobre tierras en Madrigalejo. Leg. 3.1, fol. 235 v-237r. 13 de junio de 1488 (otra carta de poder el 13 de octubre de 1488, Leg. 3.1, fols. 212v-214 r). Carta de poder del Concejo de Trujillo a García de Torres para que junto con el representante del Monasterio de Guadalupe, amojone y divida los Cinchos y Cuestas, según acuerdo realizado. Leg. 3.1, fols. 224-226 v y 226v-228 v. 28 de noviembre de 1488. Deslinde y amojonamiento entre Trujillo y Guadalupe de la caballería de Navalvillar, de la ciudad de Trujillo, con las dehesas de la Parrilla y la Veguilla, del Monasterio de Guadalupe, en que se renovaron e hicieron nuevos mojones de piedra en lugar de los de tierra. 11 de mayo de 1495, Legs. 6.4 y 4.3, fols. 63 v-69 r. Reales Provisiones concediendo licencia al Monasterio de Guadalupe para comprar y sacar pan, vino y otros productos de fuera de su término. Leg. 3.1. fols. 554r-555 r, año de 1534. Escritura de compromiso y sentencia otorgada en Logrosán a 12 de abril ante el escribano Damián Sánchez entre Trujillo y el Monasterio de Guadalupe sobre deslinde y amojonamiento de la Caballería Nueva y la dehesa Malillo. 14 Folios. Año 1568. 1-3-79-8.  
Y deslinde de la dehesa Caballería, propia de Trujillo denominada de los Cerros con la Cascajera del Monasterio de Guadalupe. 4 Folios. Año 1517. 1-1-34-2. Pruebas que hizo Trujillo sobre la propiedad de la Jara de Albarneque en el pleito que siguió con el Monasterio de Guadalupe. Logrosán a 27 de octubre ante el escribano Hernando de Cáceres, 187 folios. Año 1.518. 1-2-73-8.
Traslado de provisiones que esta ciudad tiene para la guarda y conservación de los montes sacados en virtud de compulsoria de la Cancillería de Granada por Francisco de la Canal receptor en 7 de agosto, de 1.579, que están copiadas algunas sobre-cartas y ordenanzas y la ejecutoria contra el Monasterio de Guadalupe sobre cortar madera. Folio 144. Año 1.579. 1-3-78-2.
Provisión Real en Madrid a 17 de Junio refrendada de Claudio Cerdán para que el Concejo de Trujillo pueda nombrar escribano que intervenga en asuntos de alcabalas con independencia del derecho de escribanías que tiene el Monasterio de Guadalupe. 2 folios. Año 1675. 1-6-226-11. Traslado de la ejecutoria a favor del Monasterio de Guadalupe en el Pleito que siguió contra Trujillo sobre el derecho que dicho Monasterio tenía para que 700 cabezas de ganado de cerda entrasen a pastar cada año en los montes propios de la Ciudad, despachada en Madrid Trujillo ante Juan Lobo serrano en 27 de septiembre de 1696.44 folios. Año 1671. 1-2-217-6. Ejecutoria ganada por la Ciudad de Trujillo en la Cancillería de Granada contra el convenio de Guadalupe sobre la propiedad y jurisdicción de las dehesas y montes de Abiertas, Mira Sierras y otras en que se puso perpetuo silencio al convento de Guadalupe, despachada en 9 de abril y refrendada de Juan Francisco de Córdoba. 202 folios. Año 1671. 1-6-216-2.  Traslado de la Provincia Real en Madrid a 6 de julio refrendada de diego Guerra de Noriega sobre el cumplimiento de una Concordia entre Trujillo y el Monasterio de Guadalupe que pretendía tener derecho a que 700 cabezas deganado de su propiedad pastasen en los montes y dehesas de la Ciudad, en Trujillo a 21 de noviembre del 1696 ante Juan Lobo Serrano. 29 folios. Año 1691. 1-6-226-37. Traslado de la ejecutoria despachada en Madrid a 7 de enero y refrendada de Eugenio de Narvan y Mallea a favor de Trujillo en el Pleito que siguió con el Monasterio de Guadalupe sobre la propiedad y jurisdicción de las dehesas Valdepalacios, Mirasierra, etc. En Trujillo a 12 de febrero del 1692 ante Juan Lobo Serrano. 26 folios. Año 1692. 1-6-217-5. Real Provisión confirmando el Privilegio que tenía el Convento de Guadalupe de nombrar guardas de montes de Trujillo. En Guadalupe a 20 de agosto de 1770. 12 folios. 2-3-385-26. Documentos referentes a contribución que exigía al Real Monasterio de Guadalupe. Año 1820. 3-3-636-4. Véase el artículo editado RAMOS RUBIO, J. A: ”Documentos sobre el Monasterio de Guadalupe en el Archivo Municipal de Trujillo”. Revista de Guadalupe, año 1993, num. 722, pp. 149-150. SÁNCHEZ RUBIO, M.A: Documentación Medieval. Archivo Municipal de Trujillo (1256-1516), Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1994.


[4] RAMOS RUBIO, J.A.: "Estudios sobre los conventos de la orden Jerónima en Trujillo" Cáceres, 1989. Págs. 69 y 71. RAMOS RUBIO, J. A:  "La Virgen de Guadalupe en Trujillo". Rev. Guadalupe, núm. 702, 1989, pp. 298-302.

[5] ANDRÉS ORDAX, S y PIZARRO GÓMEZ, F-J: El patrimonio Artístico de Trujillo, Salamanca. ERE, 1987. Pág. 103.
[6] TENA FERNÁNDEZ, J.: Trujillo, histórico y monumental. Artes Gráficas Alicante, 1967 (1ª ed), pág. 49.
[7] Traslado de la Provisión Real en Madrid a 29 de noviembre refrendada de Miguel Fernández de Noriega para que no se tomen los granos de las calles eclesiásticas exceptúen casos de publica necesidad. En Trujillo a 23 de febrero ante Juan Lobo Serrano. 3 folios. Año 1679. 1-6-226-20. Archivo Municipal de Trujillo. Provisión Real en Valladolid a 24 de diciembre refrendada de Francisco de Cardeña para que ningún juez eclesiástico se entrometa en las razones que tuviera el corregidor de Trujillo para poner candados en las cillas. 2 folios. Año 1635. 1-6-225-22. Archivo Municipal de Trujillo.

[8] ALVAREZ ALVAREZ, op. cit., p. 285.
[9] El edificio consistorial tiene unas dimensiones que abarca desde la actual plazuela de Ruiz de Mendoza hasta la Cilla (por las traseras del mismo). Escritura de compra-venta a favor de Trujillo de un solar para construir la alhóndiga al sitio donde solía estar el Rollo en la calle de abajo en la cerca que en la Plaza de la Encarnación tenían los otorgantes Pedro Durán Carrasco y su mujer Juana González y sus hijos Hernando Martín, Isabel García y Ana González que medía 124 pies de ancho por esta parte y otros 102 pies de largo hacia las casa de Ntra. Señora de Guadalupe y de los herederos de Francisco Parra debiendo quedar toda la fábrica libre de construcciones a ella adosadas pudiendo abrir puertas y ventanas a los cuatro vientos. Todo ello en precio de 119867 maravedíes y 20 fanegas de trigo. Pasó esta escritura en 2 de julio ante el escribano Diego de Morales. Traslado en 1 de octubre de 1569 ante Juan de Barrionuevo. Folio del 8 al 30. Año 1566. 1-3-81-13. Archivo Municipal de Trujillo.
[10] TENA FERNÁNDEZ, op. cit., p. 526.
[11] “...otros hijos ligitimos y herederos e subzesores que heredaren los dhos. mys bienes vendiren o enajenaren o trocaren o cambiaren qualquyer de las posesiones o heredades o rrentas o ofiçios o benefiçios dellos por el mismo caso demas de ser la dha. venta ninguna como quyera que lo sea pierda la dha. heredad e sea de la capilla E fabrica de la dha. yglesia de nra. Señora de la concepción que de susyo yo mando hazer y hedificar en la dha.  çibdad de truxillo”. Testamento de Francisco Pizarro de 1537 (Los Reyes, 5 de Junio de 1537), cláusula XXXV, Archivo General de Indias, Justicia, 1176, número 2, Rº 6, pieza 2ª, fols. 47 vº-74.
[12] Leg. 425, Libro de Acuerdos de 1824 (20 de febrero), f. 27 v. Archivo Municipal de Trujillo.
[13] PIZARRO GOMEZ, F. J: Arquitectura y Urbanismo en Trujillo en los siglos XVIII y XIX. Cáceres, 1987, p. 195.  Leg. 456, Libro de Acuerdos de 1854, acuerdos de 20 de octubre, fol. 103 v; acuerdos de 8 de noviembre, fol. 112; acuerdos de 9 de noviembre, fol. 114 y ss.
[14] Leg. 469, Libro de Acuerdos de 7 de octubre de 1867, fol. 77 vº. Archivo Municipal de Trujillo.
[15] Leg. 492, Libro de Acuerdos de 29 de septiembre de 1890., fols. 72 vº y ss. Archivo Municipal de Trujillo.
[16] RAMOS RUBIO, J. A: “El Convento de Ntra. Sra. de la Magdalena y el Cristo del Hocino”. Revista Semana Santa, Trujillo, 2004.
[17] Protocolo de Cecilio Bernet y García, año 1816. Folio 312. Archivo de Protocolos de Trujillo.
[18] TENA FERNÁNDEZ, op. cit., pp. 49 y 50.
[19] Protocolo citado de Bernet al folio 327 R y ss. Citado por Tena Fernández, Op. cit. Pág. 51 y referencias a la citada ermita de Guadalupe que en el Protocolo de Ruperto Martín Barroso, 16 de enero de 1779 Archivo de Protocolos de Trujillo.
[20] Protocolo de Cecilio Bernet. Año 1816. Folio 312 ss.  Archivo de Protocolos de Trujillo.
[21] "Debe hallarse con reparación las partidas que pueden suponerse desde el primero de agosto de 1806 hasta el veinte y tres de julio de 1809 por haberse perdido las partidas comprendidas en este tiempo a causa de la invasión de los franceses y el total abandono de la ciudad por parte de sus ciudadanos. Acaecida en 19 de marzo de 1809". Libro de Bautismo de la Parroquia de Santa María de Trujillo. 1809-1833. Arch. Parroquial de Santa María.

[22] La Dra. Terrón Reynolds considera acertadamente que esta composición pictórica sigue las características estilísticas del pintor extremeño Mera, pues los rasgos fisionómicos de la santa, las mejillas sombreadas y el interior de la estancia son los habituales del pintor. TERRON REYNOLDS, op. cit, p. 175.
[23] Historia Universal de la Primitiva y Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Madrid, 1743. Sobre el estudio de los tronos y la conservación de grabados en el Monasterio de Guadalupe, véase la obra de ANDRES GONZALEZ, P: Guadalupe, un centro histórico de desarrollo artístico y cultural. Salamanca, 2001, pp. 28 y 29.
[24] Agradezco a doña Toñi Durán su valiosa aportación.
[25] ALVAREZ ALVAREZ, op. cit. p. 282.
[26] Libro de todas las heredades y dehesas, rentas, iuros y oros aprevechamientos y prehemiencias, q. Esta santa casa de nra. Señora S.ta Maria de Guadalupe tiene, ANSI en esta Puebla de Guadalupe como en otras ciudades, villas y lugares de estos Reynos de Castilla, ordenada por el P. Fray Pablo de Alhobera. Año de 1641 en 1º de junio. Códice 128. Archivo del Monasterio de Guadalupe.

sábado, 21 de julio de 2018

HISTORIA DE LA MURALLA DE CÁCERES


La Ciudad de Cáceres está situada al oeste de la provincia de su mismo nombre, en la meseta trujillano-cacereña. Se emplaza en un altozano entre las sierras de la Mosca y la Sierrilla.
En el año 1929 fue considerado el recinto fortificado Monumento Histórico-Artístico incluyéndose, dos años después, algunos edificios singulares. A pesar de estas puntuales intervenciones en la muralla, los casi 1150 m de perímetro de la cerca almohade ha llegado muy alterada hasta nuestros días, convirtiéndose en el elemento patrimonial cacereño que primero fue distinguido, mediante su declaración en el año 1930 como Monumento del Tesoro Artístico Nacional[1], para después ser determinante en las declaraciones de Cáceres como Conjunto Monumental en el año 1949[2] y su posterior inclusión en la lista del Patrimonio Mundial en el año 1986[3]. Cáceres cuenta también con otros galardones: Pomme d´Or al "Mérito turístico", concedido por la Federación Internacional de Periodistas y Escritores de Turismo en 1996; Les Etoiles d´Or du Jumelage, otorgado por la Comisión Europea en 1999; el premio Archival que le concedió la Asociación para la Recuperación de Centros Históricos en el año 2004. Diversos edificios de carácter militar, civil y religioso, así como el trazado urbanístico del conjunto intramuros avalan y hacen honor a estas consideraciones merecidas.
Las calles y plazas de la zona intramuros son el resultado de la aglomeración de cúbicos edificios en torno a las parroquias y a la distribución vial ya existente desde la etapa romana, con dos vías principales perpendiculares que comunicaban las cuatro puertas romanas de la ciudad, o y sólo se conserva la del Cristo en el lado meridional de la muralla.
En el siglo I a. C.  los romanos se habían asentado en los campamentos de Castra Caecilia[4] y Castra Servilia[5] de manera permanente en el entorno de la colina en la que estaría la colonia Norba Caesarina, que se fundó en un lugar clave para controlar el espacio extendido entre los ríos Tajo y Guadiana, enclave que además contaba con acuíferos permanentes, en lo que hoy se conoce como el Calerizo, donde las aguas subterráneas brotan a lo largo de todo el año e incluso en épocas de sequía. En el año 1930 al destruirse un trozo de la muralla se encontró una inscripción que aclaró la polémica de la situación de Norba Caesarina[6], que fue fundada en el año 35 a. C. en el II Triunvirato por el Procónsul en Hispania, Caivs Norbanvs Flaccvs, siguiendo las directrices fijadas por Julio César antes de su asesinato en 44 a. C., que incluían un amplio programa de fundación o refundación de nuevas ciudades en Italia y las provincias, particularmente las de Hispania. Como consecuencia, en su nombre oficial Norba recuerda el nomen de su fundador y consta Cesarina en honor de Julio César, inspirador de su fundación. Los nuevos colonos fueron adscritos a la tribu Sergia, la misma que la de su fundador[7]. El día 22 mayo 1794 al derribarse un trozo de la antigua muralla. La puerta de Mérida, apareció una esclarecedora inscripción: “COLONIA NORB(A) CAESARIN(A)”, inscripción de tipo monumental de capital importancia para el conocimiento de la situación de Norba Caesarina[8].
La Ciudad romana de Cáceres contó con una estructura rectangular atravesada por el cardo y decumano, propios de la planificación urbanística romana (más bien un trapecio irregular acondicionado al terreno, de unos 500 por 300 metros de ejes mayor y menor, respectivamente), posiblemente rodeada por una muralla de la que persisten algunos restos de sillares. Cuatro puertas daban acceso a su interior, abiertas en la mitad de cada uno de los cuatro flancos de la colonia, defendidas por torres y orientadas a cada uno de los cuatro puntos cardinales. Así, la llamada Puerta de Coria se orientaba al Norte, la de Mérida al Sur, la del Río (actual Arco del Cristo) hacia el Este, y una más hacia el Oeste, en lo que hoy es el Foro de los Balbos.
La Colonia pertenecía a la provincia Hispania Ulterior republicana y, desde la reordenación provincial de Hispania realizada por Augusto en 27 a. C., a la nueva provincia imperial Lusitania, siendo adscrita en un momento indeterminado entre los imperios de Augusto y de Claudio I al conventus iuridicus Emeritensis, cuya capital era la Colonia Augusta Emerita junto a la importante vía de comunicaciones que después se conocería como Vía de la Plata[9]. Plinio el Viejo[10] nos informa que de esta colonia dependían, al menos en época flavia, los antiguos campamentos de Castra Servilia y Castra Cecilia, viejas fundaciones de época Republicana de los siglos II y I a. C., respectivamente, ambos situados en las proximidades de la actual ciudad de Cáceres. Por su parte, Ptolomeo menciona su existencia en el siglo II.
Norba Caesarina conoció un largo periodo de prosperidad entre los siglos I y III, en la época romana alto imperial, a pesar de funcionar como ciudad de Augusta Emérita (Mérida), que fue fundada como centro administrativo de los nuevos territorios conquistados en la expansión de la Lusitania. Norba Caesarina es una de las cinco colonias con que contaba la Lusitania: Pax Iulia, Scallabis, Metellinum, Augusta Emérita y Norba Caesarina[11].

Para intentar compensar esa influencia de Emérita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, hijo de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron un pedestal en un momento posterior a 19 a. C., lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre de la Colonia hacia 20-10 a. C.
A mediados del siglo III, ante la general inestabilidad político-militar del mundo romano, reaprovechando los materiales anteriores -sillares, inscripciones, columnas y decoraciones de edificios amortizados...-, se construyó una muralla, a semejanza de la mayoría de las ciudades de mayor importancia de Hispania y de todo el Imperio. 
Tras las invasiones germanas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada a mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas fueron reutilizados después de la conquista musulmana de la Península.
Las obras de remodelación y acondicionamiento llevadas a cabo en el Casco Histórico en los últimos años junto a la muralla almohade, han sacado a la luz lienzos importantes de muralla romana. Según los estudios realizados los árabes reaprovecharon los sillares romanos[12]. Se aprecian claramente restos (sillares) en la Puerta de Coria –derribada a mediados del siglo XVIII-, en  bloques cuadrados y rectangulares, restos de sillares romanos en la parte inferior de algunas torres de la muralla islámica como la del Aver, destacando los restos del llamado Arco del Cristo, datado en el siglo I, también conocido como Puerta del Río ya que la cuesta por la que a él se accede desciende hasta la vaguada de la Ribera del Marco, de esta puerta parte el adarve o camino de ronda de la muralla. Así mismo, se conservan algunas inscripciones funerarias romanas empotradas en los muros de algunos edificios del casco histórico y algunas conservadas y expuestas en el Museo Arqueológico de Cáceres, junto con monedas, fragmentos cerámicos, particularmente de terra sigillata hispánica, y esculturas imperiales procedentes del Palacio de Mayoralgo.
Las excavaciones arqueológicas en el Palacio de Mayoralgo han proporcionado abundantes restos cerámicos, junto con los restos de una vivienda con patio porticado, termas y aljibe de etapa altoimperial, adyacente al foro de la colonia, cuyo pavimento se encuentra debajo de la C/ Cuesta de Aldana, y que, como era previsible, coincide en parte con la actual Plaza de Santa María; del siglo III y la época bajoimperial se documentan restos de nuevos edificios.
Por tanto, tras la decadencia romana y posteriores avatares de la historia, los restos de sillares de la ocupación romana en Cáceres fueron reutilizados por los sucesivos ocupantes de la ciudad, siendo así cómo los almohades, en el siglo XII, construyen torres y lienzos a base de tapial, respetando en muchos tramos los antiguos basamentos romanos, eran macizas en su primer cuerpo y habitables en el segundo[13]. Se conservaban también en la Edad Media tres de las cuatro puertas romanas, demoliéndose después, en pleno siglo XVIII la de Mérida (año de 1751,  y según Real provisión de Fernando VI, que también permitía el derribo de una parte del lienzo norte de la muralla, entre el ángulo NO y el Arco del Socorro). Un siglo más tarde (año de 1879) se derribó la Puerta de Coria o del Socorro, exponiendo como motivos la falta de mérito artístico de la construcción e incompatibilidad con la limpieza de la población, y siendo la iniciativa llevada a cabo por Muñoz Chaves, desoyendo el oficio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que intentaba impedir el atropello. La Puerta del Río, por suerte y debido a su situación más apartada, se conservó, pudiendo hoy en día disfrutar de ella, como triunfo de un pasado romano en que comenzó a escribirse la historia de esta insigne ciudad.
Es lamentable que la villa de Cáceres fue una las primeras de la Península en ejecutar el planteamiento de licencia del derribo para dar paso a un nuevo concepto de ciudad más abierto y no constreñido por su cerca defensiva. Donde se observa con mayor claridad este hecho es en las Ordenanzas Municipales del año 1891[14].
En el flanco norte de la muralla, a pesar de las diversas órdenes de derribo contra sus lienzos y la desaparición de la llamada Puerta de Coria, la construcción de varias casas sobre los muros de la misma permitió, tiempo después y tras la demolición de éstas, que se recuperase lienzo de la muralla con sillares romanos, datada entre los siglos III y IV d. C. Se localiza en lo que hoy es la Plazuela del Socorro, a la que se llega desde la Plaza Mayor recorriendo la calle de Arco España, o desde la Plaza de Santiago subiendo la calle de Godoy. Igualmente, si partimos desde la Plaza de Santa María a través de la calle Tiendas, llegamos al lugar, y si seguimos en línea recta las hileras de los sillares, girando a la izquierda intramuros, veremos al final de la calle, en las traseras del Palacio de los Toledo-Moctezuma, algunos sillares romanos que también pudieron sortear los designios de la historia.
La zona más occidental del recinto amurallado presenta por su parte vestigios romanos en forma de basamento a base de sillarejo granítico, en la práctica totalidad de las torres almohades subsistentes que allí se levantan. Así, podemos adivinar sillares romanos en los pies de la Torre de Bujaco, y en aquella denominada de la Yerba, ambas situadas en la Plaza Mayor. Sin embargo, el basamento más claro podemos disfrutarlo bajo la Torre del Horno, localizada en la Plaza de las Piñuelas, traseras del edificio sede del Ayuntamiento, así como en la Torre del Aver, ubicada ésta en la calle del Postigo, a la que accedemos desde la Plaza de San Juan, en cruce con la calle de Gallegos. Otras torres y cubos de éste y otros flancos conservan igualmente sillarejo de origen romano en sus bases, pero, engullidas entre viviendas posteriores.
Los musulmanes aprovecharon el lugar estratégico sobre el cual se asentó la primitiva colonia romana como base militar para hacer frente a los reinos cristianos del norte, durante los primeros siglos de la Reconquista. Así, en el año 1147 Abd al-Mumin refundó la ciudad sobre los restos hispanorromanos. 
Será desde el siglo X hasta el siglo XIII cuando Cáceres se convierta en un importante punto militar de la Marca Inferior, especialmente con los almohades, para proteger las importantes poblaciones de Mérida y Badajoz. Los geógrafos Ibn Hawqal, en el siglo X, y El Edrisi, en el siglo XII,  describieron  a Qázris –del que derivaría el nombre de Cáceres- [15] como una plaza fuerte y base sobre la que articular la conquista del territorio cristiano.  El historiador magrebí Ibn Idari al-Marrakusi, que vivió en la segunda mitad del siglo XIII, en su obra titulada Bayan al-mugrib fi ijtisar ajbar muluk al-.Andalus wa-l-Magrib, nos refiere que Geraldo se apoderó de Cáceres en diciembre-enero del año 1166.
La tipología urbana medieval del recinto intramuros está definida por la adaptación a una planimetría impuesta por el origen de la propia ciudad. Primero fue un asentamiento romano y luego una fortaleza islámica que durante el dominio de los almohades rehízo la muralla, conservando el trazado y aprovechando las puertas de la muralla romana, marcando profundamente el desarrollo de la ciudad medieval y definiendo su morfología.
Hemos de tener en cuenta que este recinto es mencionado en las fuentes islámicas de distinto período indistintamente como madina o como hisn[16]. Lo que sí resulta evidente es que las mayores peculiaridades de esta plaza residen en lo vasto de su extensión en fase almohade, acorde a lo visto en numerosas mudun, y, sin embargo, en su aparente falta de importancia administrativa y cultural[17]. Resulta sugerente, y pensamos que acertada, la hipótesis de Fernando Valdés que relaciona Cáceres con una ciudad campamento[18].
Aunque la cita de algunas fuentes islámicas hacen referencia a un recinto anterior al almohade, lo que está claro es que su protagonismo fue esencial a partir del año 1174 momento en el cual se renovó la muralla para reforzar la defensa aprovechando el basamento, las puertas y parte de anterior trazado, dotando a la cerca con importantes elementos defensivos como fueron las torres albarranas o las dos torres poligonales[19]. Por tanto, los almohades procedieron a la reconstrucción del antiguo recinto fortificado, proporcionando avanzados sistemas de defensa mediante una cerca de tapial sobre una sólida cimentación de piedra y torres defensivas jalonando el perímetro amurallado, con un total de 7,74 hectáreas de superficie intramuros[20]. La cerca de Cáceres con una longitud de unos 1174 metros nos ofrece un carácter esencialmente militar y defensivo[21], y una superficie cerrada de 8,68 Ha. Teniendo muy en cuenta el asentamiento en un terreno accidentado con defensas naturales en algunos flancos de la ciudad y con una línea avanzada de torres albarranas y un camino de ronda que circundaba el perímetro interior de la muralla para el acceso de las tropas hacia un determinado punto de la misma, se consigue un recinto amurallado inexpugnable. Las murallas que defendían la cerca almohade fueron construidas en su última versión hacia el año 1180, en tiempos del califa Abu Yacub Yusuf. Tenían un perímetro de 1200 m, formando éste, aproximadamente, un trapecio con las dimensiones medias de 400 × 250 m[22].  Su construcción se realizó fundamentalmente en tapia de argamasa sobre una base de mampostería o fábrica de sillares de procedencia romana. La composición del tapial varía en distintos muros, pero los resultados de los análisis llevados a efecto nos indican que está compuesto de un 40% de cal y arcilla, un 40% de arena y un 20% de gravas del lugar de diversos tamaños (cuarcitas, pizarras y ladrillos cerámicos)[23].
Desde la segunda mitad del siglo XII hasta el primer tercio del siglo XIII la ciudad intramuros será escenario de numerosas contiendas bélicas provocadas por el proceso de reconquista, de modo que el recinto pertenecerá en unos momentos a las tropas cristianas para pasar a otros a manos musulmanas. Concretamente Geraldo Sempavor en el año 1166,  la toma y la vuelve a perder, si bien Fernando II de León en el año 1169, pudo recuperar la plaza para los cristianos, y  dejó la villa en manos de un grupo de caballeros que, poco después, crean la orden militar y religiosa de los Fratres de Cáceres, volviendo a caer de nuevo en manos musulmanas en el año 1174, por las tropas de Abu Yaqub Yusuf al mando de su lugarteniente Abu Hafs.
El día de San Jorge, el 23 de abril del año 1229 fue reconquistada definitivamente por Alfonso IX de León, obteniendo la preciada condición de villa libre de realengo, otorgándose el Fuero Latino  y un amplio territorio dependiente del Concejo. Conforme a la política monárquica del momento se concedieron importantes heredades a los caballeros que apoyaron al monarca en su conquista y además se otorgó un amplio territorio estaba gobernado por el propio Concejo. De este modo se lograba al establecimiento de moradores en la población en sus cercanías y, por otro lado, se gratificaba los caballeros que habían participado en la contienda. Por lo que a finales del siglo XIII ya debían de haberse instalado en Cáceres familias procedentes del norte de la Península Ibérica, grupos que mantendrán el solar familiar prácticamente sin variantes hasta el siglo XV, momento en el que serán absorbidas las realizaciones anteriores en la construcción de nuevas casas fuertes.
La muralla dispuso de cuatro puertas en época medieval (de Coria, de Mérida, del Cristo y Santa Ana, posteriormente se abrió la conocida puerta como Arco de la Estrella[24]. Gran parte del sistema defensivo ha desaparecido, el Alcázar, dos de las puertas, veintidós torres y una gran parte de la muralla, que siguió siendo el cinturón que cerraba la población cristiana hasta que en los tiempos modernos se comenzó a plantear la necesidad de abrir pasos entre la ciudad moderna y la medieval mediante el derribo del muro en algunos sectores, siendo el centro neurálgico de la ciudad musulmana la zona elevada donde actualmente se encuentra la plazuela de San Mateo, en sus proximidades estaría situada la mezquita, cuyo patio debió ocupar parte del espacio de la actual plazuela citada[25]. Un edificio árabe se situaría en el solar que actualmente ocupa el palacio de las Cigüeñas, que tras su destrucción después de la reconquista de la Villa, el rey Enrique IV concedió en el año 1473 la posesión de su solar a don Diego de Cáceres Ovando para levantar sobre él su palacio. El palacio almohade o alcázar se situaba en el actual palacio o Casa de las Veletas, único resto arquitectónico no castrense de la dominación árabe en la ciudad, como denota la presencia del aljibe donde se observan claramente los materiales aprovechados romanos, utilizado para de abastecimiento de agua en la ciudad gracias a los acuíferos embalsados en las formaciones cuarcíticas del subsuelo. Es un edificio de planta rectangular que consta de cinco naves separadas por galerías de arcos de herradura apoyados en columnas cuyos fustes y capiteles han sido reutilizados, se cubre con bóvedas de medio cañón cuyas claves se alzan por encima de los 4 m de altura, utilizando como materiales el hormigón de cal para los muros y el ladrillo para los arcos y las bóvedas[26].  Probablemente el aljibe fue construido en tiempos prealmohades, fechable en el siglo XI[27]. 
Hemos de destacar algunos de los baluartes defensivos torreados que se
conservan. La cerca disponía de un total de diecisiete torres albarranas de planta cuadrada u octogonal de las que se conservan catorce y seis torres adosadas de planta rectangular y una más circular, de las que se conservan cinco. Cuatro puertas dispuestas en cada uno de los lados completan la arquitectura del recinto amurallado.  La primera edificación cristiana del siglo XIII se fue adaptando al trazado modificado en tiempos árabes y se caracteriza por construcciones de discretos programas constructivos tanto en planta como en altura: Casas fuertes, ermitas e iglesias[28].
En la Plaza Mayor, se encuentra la torre Bujaco, la más grande de todo el recinto amurallado, que ha recibido en distintas épocas reformas que la diferencian de las demás torres de la muralla. Fue reconstruida en el siglo XV y se le colocaron a ambos lados y a la altura del almenaje sendos matacanes de piedra. Y en la zona inferior de la misma otro matacán, con balcón tapiado.
En las obras acometidas en la torre en el siglo XV se forró por completo el macizo de tapia y sustituyó las cámaras originales por otras de nuevo cuño. La torre actual posee forma tronco prismático; el cuadrado de su base mide 11.50 m de lado, y alcanza el bastión una altura de 21.50 m en el remate piramidal de sus merlones. Estas dimensiones, unidas al hecho de ubicarse sobre una de las pendientes más suaves del promontorio, permiten suponer para la primitiva de Bujaco un tamaño y forma similares a la vecina de la Yerba. Las dos debieron de ser, con diferencia, las mayores albarranas de todo el conjunto amurallado[29].
En el año 1820 se colocó en el testero de la torre una espadaña que cobijaba una estatua romana de mármol que representaba al Genio andrógino de la Colonia Norba. En el año 1962, el Patronato de la Ciudad Monumental quitó la espadaña y restituyó el almenaje de la torre. La estatua original se encuentra en el Museo Provincial y una copia en el atrio del Ayuntamiento (“El Foro de los Balbos”, nombre simbólico para Cáceres porque el Cónsul romano Lucio Cornelio BaIbo fue quien fundó la Colonia Norba Caesarina antecesora de la actual población). 
La planta de la torre de la Yerba es un trapezoide casi cuadrado, está ubicada en el flanco occidental del recinto. El muro fue reconstruido a principios de la década de los setenta del siglo XX. Con respecto a su estructura interior, la albarrana alberga dos cámaras[30].
La muralla de Cáceres ha sufrido diferentes alteraciones, las propias del paso del tiempo y las provocadas por la intervención humana, las que estuvieron encaminadas a su arreglo y mantenimiento sin alterar el trazado original. Como consecuencia de las adiciones de vivienda en el espacio murado de extramuros, una vez que la cerca ya había perdido las funciones originales para las que fue concebida en época almohade. En el siglo XVIII se agudiza la destrucción de la muralla por la permisividad municipal, baste citar las Puertas Nueva y de Mérida, así, las solicitudes para la demolición de los muros musulmanes[31]. Esta dinámica de destrucción continuó en el siglo XX, concretamente en el año 1914 hay un Acuerdo municipal para derribar la muralla en la pared del Adarve y casas del Postigo, afectadas por los desprendimientos causados por el temporal[32]. A pesar de que en enero de 1915 se crea la Dirección General de Bellas Artes el Ayuntamiento en el año 1929 vuelve a ejecutar el derribo de un tramo que transcurre por el Adarve de la Estrella al de Santa Ana y la amputación de la torre que existió en la plaza de las Piñuelas[33]. La construcción del mercado de abastos que sustituyó al de casetas situadas a ambos lados de las escaleras que comunicaban la Plaza Mayor con la plazuela de los Caldereros, provocó estos derribos. En un mercado ocupó el solar situado entre las torres de la Yerba y la del Horno[34].

Hemos de tener en cuenta que el Arco de la Estrella es el que  ha sufrido más modificaciones, posiblemente, por estar ubicado en la principal vía que unía la zona monumental con la actual Plaza Mayor o Ciudad Moderna. En el siglo XV se construyó la llamada “Puerta Nueva” en el lugar que hoy ocupa el Arco de la Estrella (en la entrada principal a la zona monumental). En este lugar, la reina Isabel la Católica juró respetar y defender los Fueros de Cáceres en 1477[35]. Dos años después, haría lo mismo el rey Fernando el Católico[36]. En el nicho de dicho Arco, Lucas Holguín fue el encargado de pintar en la capilla que había en la Puerta Nueva un cuadro de Nuestra Señora de la Antigua que tenía devoción popular en aquella época en España y en América[37]. La escritura para la realización de la pintura de Nuestra Señora de la Antigua ejecutada por Lucas Holguín tuvo lugar en Cáceres ante Diego Pacheco el 23 octubre de 1547, el mecenas de dicha obra fue el corregidor Vázquez de Cepeda[38].
En el siglo XVIII, para facilitar el paso de los carruajes al Adarve y de allí al palacio de los Toledo-Moctezuma, se derribó y sustituyó por el arco actual, obras realizadas en 1726 por Manuel de Larra Churriguera[39], que diseñó un arco escarzano en esviaje, a expensas del Conde de la Quinta de la Enjarada, don Bernardino de Carvajal, como se hizo constar en la lápida que monta sobre la clave del arco por la parte exterior[40], después de litigar pleitos en los que intervino el Sr. Obispo, el propio Conde de la Enjarada con el Corregidor y Regidores de la Villa de Cáceres[41].
En el año 1930 es declarado el casco histórico de Cáceres Monumento histórico-artístico, declaración que conlleva una inmediata toma de decisiones en orden a su protección y puesta en valor. Las intervenciones son encargadas al arquitecto don J. M. González Valcárcel que durante 30 años llevar a cabo un proceso de restauración con criterios historicistas para devolver a la muralla su glorioso pasado.
Las obras a realizar en las diversas campañas desarrolladas desde el año 1941 hasta el año 1957 fueron dirigidas, hasta el año 1950, por los arquitectos don José María Rodríguez Cano y don José Manuel González Valcárcel, continuando en solitario el último a partir de esa fecha. Los trabajos se centraron en la consolidación y restauración del sector que comunica con la plaza mayor y en el de lienzo opuesto de la muralla, en la zona de la torre de los Pozos y del arco romano del Cristo, aunque también se intervendrá puntualmente en las torres poligonales conocidas como Redonda y Desmochada o Mochada.  La primera comunica con un punto determinado al otro lado del riachuelo, está rodeada por una gran barbacana como almenas terminadas en pináculos adelantándose 29 m desde la línea de la muralla, es una torre que se encuentra actualmente sobre la carretera de ronda exterior.  La torre Redonda es un baluarte árabe con forma octogonal y una altura de ocho metros. Construida sobre una torre de época romana, habiéndose empleado para su construcción la técnica del tapial. Es maciza hasta la parte superior, en la que se encuentra aún conservada una estancia. Mientras que la Torre Desmochada o Mochada está situada en el ángulo sur de las murallas, es una de las más destacadas torres albarranas, recibe su nombre por conservar sólo la parte maciza, habiendo desaparecido la cámara superior desde donde se accedía a la terraza almenada.
La muralla  está construida a base de tapial confeccionado con mampostería menuda y cal, adoptando una forma octogonal, se halla unida a la muralla por un cuerpo saliente, del que se conserva un trozo en el arranque. En las intervenciones llevadas a cabo por González Valcárcel se construyeron lienzos, se potenció el uso de la mampostería en los lienzos de tapial existente, se derribaron casas que se habían construido delante de la muralla y se crea una conciencia ciudadana en la defensa del patrimonio histórico artístico de Cáceres.
La eliminación de casas para liberar la muralla fue un proyecto que ya se había planteado en la década de los años 30 del siglo XX por el entonces arquitecto señor Villanueva, pero no será hasta el periodo comprendido de los años 1941 y 1953 cuando de nuevo se retome esta iniciativa. Se comienza por liberar la cerca en el sector de la plaza mayor con la intención de convertir este espacio en una monumental fachada que prepare al visitante para acceder a la ciudad monumental intramuros, como nos indican los mismos arquitectos en la memoria realizada en el año 1941[42]. El proyecto continuó durante los años siguiente, publicando el arquitecto en la Revista de Estudios Extremeños el resultado de tal restauración considerada como la obra más importante realizada en la cerca de Cáceres, no sólo desde el punto de vista del monumento, sino también por el feliz resultado de valorar el acceso a la zona monumental[43].
En el proyecto firmado por don José María Rodríguez Cano y don J. Manuel González Valcárcel el 31 julio 1941 el presupuesto ascendía a 19.827, 83 ptas. En este proyecto se mencionaba que las edificaciones adosadas a la muralla son anti estéticas y desfiguran el conjunto. Se proyectó un plan para el futuro, con el menor número posible de expropiaciones, “ para dar un acceso digno al casco antiguo por el arco de la Estrella y Torre de Bujaco y mediante una reducción en altura se logrará el poder admirar la Torre de los Púlpitos desde la Plaza Mayor[44]. En el proyecto se proponía derribar las casas que estaban anexas al arco del Cristo (limpieza y recalzo de los torreones) y sus proximidades, la limpieza de la vegetación, reparación de almenas junto al arco de la Estrella y la reparación e impermeabilización del enlosado de la Torre de Bujaco, el repaso de la cubierta de la ermita de la Paz; así como la consolidación de las torres ochavadas.
La primera propuesta de descubrir la muralla se centró en el tramo del arco de la Estrella y de las torres de Bujaco y Púlpitos y en la memoria de los arquitectos restauradores señores Rodríguez Cano y González Valcárcel, se menciona que ya había sido liberado algún tramo. En el proyecto firmado por don José María Rodríguez Cano y don J. Manuel González Valcárcel en mayo de 1950 se establece un presupuesto final de 40.103, 69 ptas, en el comienzo de la memoria se redacta “ que han conseguido librar de la ruina los torreones y varios lienzos de la muralla”[45]. En el año 1950 se eliminarán los encalados de los arcos de la Estrella y del Cristo utilizándose para ello cepillos metálicos y de raíces, actuando urgentemente en la torre de los Pozos, porque la práctica de los vecinos de eliminar el material de su base para reaprovecharlo en las cercas de sus huertos, y la presión ejercida en los muros por la tierra y el riesgo que suponía el muro, había ocasionado importantes grietas en los muros, con el consiguiente peligro de desprendimientos. Fue necesario recalzar el basamento de la torre porque un socavón, producido por la saca del material, había puesto en peligro su estabilidad. Los recalces del basamento se realizarán en mampostería con mortero de cemento, en la torre y muralla, el relleno de los socavones con hormigón de cal con gravilla y la reparación de fábrica mixta de tapial y ladrillo en los remates del Torreón. Además, se repararon las bóvedas de la torre y se impermeabilizó la terraza.
La consolidación de la muralla en este sector continuará en el proyecto al año siguiente (1951) en el que González Valcárcel tuvo que utilizar en la zona vista mortero de cal ligeramente teñido para conseguir la entonación con la obra original[46]. En este año las obras se centraron en el lienzo de la muralla adosado a la torre del Pozo o del Gitano.  Las obras consistieron en el picado de 75,60 m³ y los escombros de otras zonas sirvieron para recalzar los cimientos que se encontraban muy socavados, porque había existido en esta zona viviendas y huertos adosados a la muralla. La consolidación se realizó por medio de puntos de fábrica de ladrillo, con mortero de cemento y se hizo necesario consolidar la parte alta de la muralla, reponiéndose los trozos perdidos de mampostería careada, utilizando en la zona vista mortero de cal ligeramente teñido para conseguir una mejor entonación[47].
En el año 1953 las obras de conservación ejecutadas ascendieron a 90.991, 23 pesetas. En tal ocasión,  se realiza la puerta de ingreso a la ciudad monumental desde la plaza de las Piñuelas a la plazuela intramuros de los  Caldereros, siguiéndose como modelo el próximo arco de Santa Ana, procurándose que los sistemas constructivos y materiales sean similares a los del resto de la muralla, indicándose la memoria “ de las tierras tengan el mismo tono rojizo para una más perfecta entonación con el resto del lienzo amurallado”, teniendo un cuenta que el proyecto de 1953 tenía como principal objetivo la restauración del lienzo destruido de la muralla para devolver al conjunto la unidad perdida, “ evitándose al mismo tiempo el anacronismo del Mercado.  La muralla, salvando el acceso al mismo, por medio de un arco semejante a los del ingreso al postigo de Santa Ana”[48]. Se trata de hacer una puerta de acceso a la plaza Caldereros imitando la composición del cercano  arco de Santa Ana, la obra resultante fue muy sencilla, diferenciándose en su tipología de las restantes puertas[49].
En el año 1957, en el proyecto de obras de conservación en las murallas de Cáceres ascendió a la cantidad de 80.311, 92 pesetas, don José Manuel González Valcárcel (director del proyecto)  ejecutó obras en el sector de la torre de la Hierba y la denominada del Conde, consistentes en la reparación y restauración de la muralla, impermeabilización de la torre y restauración de sus bóvedas. También se incluía la restauración en mampostería del almenado y cortinas que estaban muy deterioradas y casi perdidas[50].
El lienzo de la muralla entre las torres del Horno y de la Yerba que da a la Plaza Mayor o del General Mola, y parte lateral del Ayuntamiento, había sido ocupado por un mercado de traza entre Secenionista y «Art Decó», obra del arquitecto municipal Ángel Pérez, e inaugurado en 1931, bastante interesante: EI mercado de las Piñuelas; a pesar de que en su momento y, sobre todo, desde que comenzara la existencia de un anterior mercado a finales del siglo XIX, supuso el derribo y deterioro de una importante zona de la muralla. Hecho nada extraño en aquella época en que se destruyeron tantos cascos históricos con criterios funcionalistas e higienistas. Derribado todo en 1973, se ha reconstruido la muralla y las torres a imitación árabe.
El arquitecto González Valcárcel continuará trabajando la restauración de Cáceres hasta la década de los años 70, presentándose su trabajo internacionalmente como modelo de puesta en valor de una ciudad monumental, como el arquitecto conservador expone en diciembre del año 1968 y publicó en la Revista de Estudios Extremeños[51]. 
La restauración y consolidación de los torreones y muros de cortina en la zona de la Torre de los Pozos. Esta zona se ha liberado de construcciones adosadas y se han destruido la totalidad de casas suburbiales recobrando este sector su antigua belleza. Se descubrió en las proximidades de las torres una galería cubierta que enlazaba con el antiguo Alcázar[52].
La restauración se llevó a cabo, igualmente, en las torres Redonda y Desmochada, y en la mayor parte de las torres albarranas, especialmente en los pasos de la Cerca. La restauración de la puerta del Cristo y el Postigo de Santa Ana, consiguiendo restaurar acertadamente las bóvedas de ladrillo. También, la zona comprendida entre las torres Bujaco y de la Yerba. Suprimiéndose revocos y añadidos modernos, concretamente en la torre de Bujaco se restauró el cuerpo inferior de la misma, eliminando edificios adosados consiguiendo recobrar sus antiguas proporciones, contribuyendo la ermita de la Paz, igualmente restaurada, a darle escala y monumentalidad y, mediante una amplia escalinata se accede a la zona monumental tras pasar el arco de la Estrella, liberado igualmente de añadidos que la ocultaban. En el entorno de la iglesia de San Juan ha sido también posible suprimir añadidos que lo desvirtuaban, poniendo en valor el templo y los edificios de las plazuelas que le rodean. Por tanto, la arquitectura militar ha merecido un especial cuidado, por su calidad y por su importancia dentro del conjunto monumental cacereño.
El eminente arquitecto don Dionisio Hernández-Gil, Medalla de Extremadura y experto restaurador de edificios históricos, que desde 1978 a 1980 desempeñó la jefatura de la inspección técnica de monumentos y conjuntos histórico-artísticos, y en 1981 subdirector general de Restauración de Monumentos, llevó a cabo la restauración de un importante lienzo de la muralla de Cáceres, concretamente la zona de la Torre de los Pozos.  Sin lugar a dudas, la zona mejor restaurada de la cerca almohade.
En el año 1989 y tras el empuje que supuso la Declaración de Cáceres como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, la Consejería de Educación y cultura de la entonces Junta de Extremadura financió un proyecto de puesta en valor de la muralla, llevándose a cabo un riguroso estudio arqueológico y la elaboración de un pormenorizado estudio del estado en el que se encontraban cada uno los elementos defensivos. Se obtuvieron y analizaron muestras del tapial, se detectaron las patologías más comunes y se concluyó con la zonificación de la muralla para establecer unidades de actuación homogéneas que requiriesen de un tratamiento unitario. La solución pasó por la redacción de un plan especial específico considerando que el estado de conservación de la muralla era lamentable (fisuras, erosiones, oquedades, etc.)[53].
En el año 1995 se llevó a cabo un proceso de restauración de las murallas bajo la dirección del Arquitecto don Miguel Matas Cascos y el Arquitecto Técnico don Fernando García Alonso, con inversión de 45.500.000 pesetas, interviniendo esencialmente  en algunas zonas de la muralla, utilizando para la reconstrucción de los paramentos cal, cemento, arena de molino y zahorra de gravilla (que portaba el color que buscaban los arquitectos), y en la torre del Postigo.
Han sido importantes las tareas llevadas a cabo con motivo de la reestructuración vial de la zona de Mira al Río, que arrojaron un importante hallazgo que ha permitido situar la llamada “Torre del Aljibe”, recogida en las fuentes, formando parte de un interesante proyecto de revitalización de toda esta área de la cerca cacereña[54]. El desarrollo de los trabajos de arqueología fue encargado en el año 2005 por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura a la empresa Estudio de Arqueología Patrimonio Histórico,  en una zona correspondiente a unos antiguos inmuebles que fueron derribados  situados en la calle San Roque y Mira al Río (sector Este extramuros de la ciudad monumental de Cáceres), un tramo de muralla que se marca entre el Arco del Cristo y la Torre Mochada.
En las tareas llevadas a cabo se picaron los revestimientos modernos de los paramentos que formaban parte de la estructura de las viviendas que habían sido demolidas, han puesto al descubierto el paramento que se hallaba oculto de la torre cuadrangular conocida como “Torre del Aljibe” de unos 12 m de altura, situada al otro lado de la Torre de los Pozos, junto al jardín del Olivar de la judería. Se trata de una fábrica realizada en tapial, de época almohade (finales del siglo XII). El hallazgo más relevante ha sido la localización de unas escaleras, enmarcadas por unos potentes muros de 1 m de espesor, que unían el postigo localizado en el lienzo de la muralla entre la Torre del Aljibe y la de los Pozos, con el interior de la gran torre que albergaba el aljibe en su parte inferior, que se nutre con agua procedente de acuíferos subterráneos. Estas escaleras conectaban el recinto intramuros, desde una zona situada en la Casa de las Veletas, con la estructura hidráulica, tratándose de un acceso fortificado. Por tanto, un conjunto estructural de gran valor documental y arqueológico[55].





[1] Declarado el 25 agosto de 1930 en la Gaceta de Madrid, número 239, 27 agosto 1930, pp. 1251 y 1252.
[2] En el Decreto publicado en febrero de 1949 se indica: “Aún conserva la población en la parte murada restos muy visibles de su fundación romana, otros de la construcción visigoda y otros todavía de la intervención árabe. Dentro del recinto se encierra un maravilloso conjunto medieval”. Declarado el día 21 enero del año 1949 publicado en el BOE número 33 del 2 febrero del año 1929, página 560.
[3] Uno de los criterios señalados para su incorporación en la lista de la UNESCO fue que “las murallas de Cáceres aportan un testimonio excepcional de las fortificaciones realizadas por los almohades en España. Comparada con la Torre de Espantaperros de Badajoz o la Torre del Oro en Sevilla, la Torre Mochada de Cáceres se integra en un conjunto de muros y torres representativo y largo tiempo conservado”.  Cit. MOGOLLON CANO-CORTES, P: La restauración monumental durante la posguerra en Extremadura y la Dirección General de Bellas Artes, 1940-1958, op. cit., p. 91..
[4] El yacimiento arqueológico de Cáceres el Viejo se identifica con Castra Caecilia, un campamento romano fundado por el general Cecilio Metelo durante las guerras sertorianas, en torno al año 80 a. C. , coincidiendo con los datos proporcionados por el Itinerario de Antonino. Cáceres el Viejo es uno de los pocos restos de campamentos de época republicana en la Península Ibérica. El campamento es de grandes dimensiones, y debió de perdurar bastantes años a juzgar por los restos de construcciones y la riqueza de los objetos hallados. Está en un recinto rectangular definido por una muralla de mampostería de cuatro metros de anchura y un doble foso que la rodea. SÁNCHEZ ABAL, J. L: “Algunas consideraciones sobre el campamento de Cáceres el Viejo”. Actas de las II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia (Historia Antigua). Cáceres, 1984, pp. 159-167.
[5] Campamento fundado el 109 a. C. por Servilio Cepión para su lucha contra los lusitanos.
[6] L. CORNELIO. BALBO.IMP.C. NORBA. CAESA PATRONO. Esta lápida honorífica se encuentra actualmente en el Ayuntamiento de Cáceres.
[7] Vid. GARCIA BELLIDO, A: “Fundación de Norba”. BRAH, CLIX, 1946, p. 43; FLORIANO CUMBREÑO, A.C.: Cáceres ante la historia. La cuestión crítica de la fundación y nombre de Cáceres. Cáceres, 1931, pp. 3 y ss. HURTADO DE SAN ANTONIO, R: Corpus Provincial de inscripciones latinas - Cáceres. Cáceres, 1977, p. 97
[8] Hübner la conocido por Masdeu y demostró que era auténtica en su obra HÜBNER: “Situación de la antigua Norba”. Boletín de la Real Academia de la Historia, número I, Madrid, 1877, pp. 87-97. CIL, 694. Lamentablemente ha desaparecido.
[9] Del árabe proviene el nombre actual de Vía de la Plata, denominación de la calzada romana que unía Astorga con Mérida (del árabe balata, calzada, de donde derivó -por corrupción- la palabra "plata").
[10] “…Norbensis Caesarina cognomine contributa sunt in eam Castra Servilia, Castra Caecilia”. PLINIO: Historia Naturalis,  IV, 117.
[11] Según las fuentes antiguas.  PLINIO: Historia Naturalis,  op. cit. PTOLOMEO: Tablas Geográficas, II- 5-6.
[12] Estamos de acuerdo con TORRES BALBAS: “Cáceres y Cerca Almohade”. Al-Andalus, XIII, fas. 2. Madrid, 1948, p. 464; BELTRAN LLORIS, M: “La Arqueología romana de Cáceres”. Caesaraugusta, 39-40. Zaragoza, 1975-1976, pp. 103-108; MÉLIDA, J. R: Catálogo Monumental de España (Provincia de Cáceres). Madrid, 1914-1916, pp. 67-68.
[13] NAVAREÑO MATEOS, A: “El castillo bajomedieval: arquitectura y táctica medieval”. Gladius, vol. Especial, Actas del I Simposio Nacional “Las Armas en la Historia“ (siglos X-XIV). 1988, pp. 113-152.
[14] Ordenanzas municipales para la ciudad de Cáceres, aprobadas por el Sr. Gobernador Civil en 7 abril 1891. Imprenta librería y encuadernación de Nicolás M. Jiménez, p. 57. Concretamente el artículo 441: “Las murallas antiguas de esta población, serán derruidas y sus terrenos se irán agregando a los solares y casas colindantes conforme la ley de parcelas vigente, según se vayan construyendo aquellos o reedificándose éstas, debiendo los propietarios a tenerse en las nuevas construcciones corre edificaciones a disposiciones de estas ordenanzas y previo el pago del valor que se asigne a las parcelas que se les apropien”. Vid. PULIDO CORDERO, M y CERRILLO Y MARTIN DE CACERES, E: “Sobre una desaparecida torre de la muralla de Cáceres”. Norba, Revista de Historia, Vol,. 18, Uex, Cáceres, 2005, pp. 147-161.
[15] PACHECO PANIAGUA, J. A: Extremadura en los geógrafos árabes. Badajoz, 1991, pp. 23 y 42. PEREZ ALVAREZ, M. A: Fuentes árabes de Extremadura. Cáceres, 1992, p. 28.  El prof. Callejo consideró que derivaría el nombre actual de Cáceres del árabe Qázris, vid. CALLEJO SERRANO, C: El origen y el nombre de Cáceres. De Norba a Qazris y a Cáceres. Cáceres, 1962, p. 109.
[16] C. MAZZOLI-GUINTARD: Villes d´al-Andalus. L´Espagne et le Portugal à l´époque musulmane (VIIIe- XVe siècles), Rennes, 1996, p. 316.
[17] MÁRQUEZ BUENO, S y GURRIARÁN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres: aspectos constructivos, formales y funcionales”, en Arqueología y Territorio Medieval (10.1), 2003, p. 60.
[18] Vid. VALDÉS FERNÁNDEZ:  “El urbanismo islámico de la Extremadura leonesa: Cuatro pautas de
desarrollo”, Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Magreb Occidental, Madrid, 1998, pp. 172 a 179; “Urbanismo islámico en la Raya de Portugal”, Jornadas de cultura hispano-portuguesa, Madrid, 1999, pp. 229 a 254.
[19] TORRES BALBAS, L: “Cáceres y su cerca almohade”. Revista Al-Andalus, XIII, 1948, pp. 443- 472. Para lo cual recurre al testimonio de al-Idrisi donde se refiere cómo en ella “se reunían allí para ir a robar y saquear el país de los cristianos”. AL-IDRISI: Description de l´Afrique et de l´Espagne, Trad. R. Dozy y M. J. de Goeje, Amsterdam, 1969, p. 227.
[20] VALDES FERNANDEZ, F: “La fortificación islámica en Extremadura resultados provisionales de los trabajos en las alcazabas de Mérida, Badajoz y Trujillo y en la cerca urbana de Cáceres”. Extremadura Arqueologica, II, Mérida, 1991, pp. 547-557.
[21] MARQUEZ BUENO, S y GURRIARAN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos, formales y funcionales”. Arqueología y Territorio Medieval. Número 10, 1. Madrid, 2003, pp. 57-118; RODRIGUEZ CEREZO, M. G: “La muralla musulmana de Cáceres”. Alcantara, 15. Cáceres, 1989, pp. 95-105.
[22] CALLEJO SERRANO, C: Cáceres monumental. Los monumentos cardinales de España, XXV. Segunda edición, Madrid, 1972, p. 29
[23] Es importante destacar que con motivo de la guerra con Portugal y la de Sucesión de Felipe V, se construye en el año 1629 una nueva muralla que se refuerza entre los años 1644 y 1705 para esos fines. No obstante, los restos de esta última han desaparecido totalmente.

[24]GIBELLO BRAVO, V: El poblamiento islámico en Extremadura, op. cit, p. 178.
[25] Según PUBLIO HURTADO, que nos ofreció una reconstrucción aproximada e ideal de la mezquita de Cáceres en su obra La parroquia de San Mateo de Cáceres y sus agregados. Cáceres, 1918, p. 13.
[26] Vid. PIZARRO GÓMEZ, F. J: Cáceres, paisajes urbanos de Extremadura. Cáceres, 2002, p. 26. Diversas fuentes históricas confirman que Cáceres tuvo un alcázar y que fue derribado por orden de Pedro I en el año 1367, del cual aún se conserva el aljibe en el actual Museo Arqueológico Provincial. Vid. PAVON MALDONADO, B: Tratado de arquitectura hispano musulmana I. Agua (aljibes, puentes, acueductos, jardines, desagües de ciudades y fortalezas, ruedas hidráulicas, baños, corachas). Madrid, 1990, p. 33; PAVON MALDONADO, B: “Arqueología  musulmana en Cáceres”. Revista Al-Andalus, vol. XXXII, fasc. 1, 1967, p. 183;  MELIDA, J. R: Catálogo Monumental de España. Provincia de Cáceres, Madrid, 1924, pp. 233-239.
[27] MOGOLLON CANO-CORTES, P: El mudéjar en Extremadura. Salamanca, 1987, pp. 139-140. PAVON MALDONADO, “Arqueología musulmana en Caceres”, op. cit., p. 205.
[28] VALDES FERNANDEZ, F: “el urbanismo islámico de la Extremadura leonesa: Cuatro pautas de desarrollo”. En Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Magreb Occidental. Madrid, 1998, pp. 172-179; VALDES FERNANDEZ, F: “Urbanismo islámico en la raya de Portugal”. Jornadas de cultura hispano portuguesa. Madrid, 1999, pp. 227-254.
[29] MARQUEZ BUENO, S y GURRIARAN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos, formales y funcionales”, op. cit., p. 66.
[30] MARQUEZ BUENO, S y GURRIARAN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos, formales y funcionales”, op. cit., p. 66.
[31] Archivo Municipal de Cáceres. Libro de acuerdos, 1751-1754, 27 de noviembre de 1751 “Real Facultad concedida a esta villa para demolición de las murallas”.  Ordenanzas municipales para la ciudad de Cáceres, aprobadas por el Sr. Gobernador Civil en 7 de abril 1891. Imprenta librería y encuadernación de Nicolás M. Jiménez, p. 57, donde se especifica la permisividad para la demolición de murallas. Vid. SALAS MARTIN, J: “Las murallas romanas de Cáceres”. Actas de las II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia (Historia Antigua). Cáceres, 1984, pp. 140-150.
[32] El Ayuntamiento de Cáceres acordó el día 26 de junio de 1914 derribar “un trozo de la muralla romana y árabe que amenazaba ruina, por estar socavada y a ver desprendimiento de piedra durante muchos años sobre los corrales de casas de la calle del Postigo y esto en una amplitud de 12 m…, como la muralla forma una de las de la calle llamada del Adarve de Santa Ana quedaría rota la línea del muro”. Hubo muchas protestas como la de la Comisión de Monumentos y algunos investigadores locales. El Bloque del 23-V- 1914; en El Reformista, 25-VI- 1914; Diario de Cáceres el 27-VI- 1914 y 7-VII- 1914.
[33] Nombre que ya encontramos en el año 1592 en una escritura que nos fija la situación de la Torre del Horno y la diferencia de la torre de la Yerba: “Pedro Hernández Vázquez, armero, vecino de Cáceres reconoce a favor de Leonor Espadero, un censo sobre la casa que tiene en la colación de Sr. San Juan arraval desta villa a do dizen las peñuelas, la qual casa linda con casa de Alonso López cerero y con casa de Sancho Martyn, sastre, y por las espaldas alinda con el muro desta villa y con la torre que dizen del horno”. Archivo de Protocolos, Juan Romero, 17 de marzo de 1592. Archivo Municipal de Cáceres.
[34] Vid. MELIDA, J. R: “Murallas de Cáceres”. en Boletín de la Real Academia de la Historia, XCVII, Madrid, 1930, pp. 5-8.
[35] Biblioteca Nacional. Sección de Mss, núm. 430.
[36] FLORIANO CUMBREÑO, A: Guía histórico artística de Cáceres. Diputación Provincial de Cáceres, 1952, p. 94.
[37] según Tomás Pulido y Pulido esta pintura sería a imitación de la de la catedral de Sevilla. PULIDO y Pulido, T: Datos para la historia artística cacereña, Cáceres, 1980, pág. 247. Está clara esta versión de Pulido pues en la escritura de obligación firmada por el pintor  ante Diego Pacheco en Cáceres a 23 de octubre de 1547 así lo expresa: “Sepan quantos la presente escritura de obligación vieren como yo Lucas Holguyn, pintor e vezino que soy de la noble villa de caçeres digo que me obligo por mi persona e bienes presentes e futuros de pintar e que dare pyntada en el frontispicio de la capilla questa hecha sobre la puerta nueva de la dicha villa una imagen de nuestra señora que ymite a la de lantigua de nuestra señora de la cibdad de Sevilla con dos angeles que la estén coronando todo de pinzel e colores al fresco..”Archivo Histórico Provincial, leg. 4110, foñl. 214 vº.
[38] “…. escrivano se avia obligado de hazer una ymajen de nuestra señora que ymitase a la ymajen de nuestra señora de lantigua de la cibdad de sevilla, la qual e otras ymajenes e armas e cosas avia de hazer e pintar sobre la puerta nueva de la dicha villa e por çierto presçio de mrs. e hanegas de trigo segund se qontiene en la dicha escriptura de obligación a la qual se rrefirio que agora añadiendo fuerça a fuerça, e contrato a contrato se obligava e obligo por su persona e bienes que juntamente con él començara e acabara la dicha obra lesmes az(..)maestro pintor que al presente estava en la dicha villa e yo el dicho lesmes az (..) no alçare mano e sino acabare la dicha obra que quiere quel dicho señor corregidor a su costa enbye de Sevilla o de otra qualquier parte que quysiere por maestro que haga e acabe..” Archivo Histórico Provincial, leg. 4110, fol. 234.
[39] “….y asi mismo doy fee que con ocasión de aber benido a esta Villa un Maestro de Obras llamado Churriguera, el que bino de orden del conde de la Enjarada, cuya es la obra que yntenta hazer, a reconozerla y abiendola tomado por su quenta se demolienron dos varas y media más de la Muralla en lo largo y de alto abajo por la puerta del Adarve correspondiente a los corrales de Joseph Mayoralgo, de forma que a quedado la rotura de la muralla por donde estava la puerta de la villa y Nicho de Nuestra Señora de la Estrella….” (12 de agosto de 1726, copia del Expediente del Archivo Histórico Nacional, leg. 35, p. 11.). Cit. VELO Y NIETO, G:  El Arco de la Estrella (Cáceres, siglo XVIII). Cáceres, 1960, p. 39.
Declaración de los maestros de obra,  copia del Expediente del Archivo Histórico Nacional, leg. 35, pp. 54-56.
[40] “EL AÑO DE 1726 / SE EDIFICO ESTA PVERTA / NUEV. DE ESTA M. N. Y L. VI / LLA DE CAZ. SIEND. CORREG. / DN. FRAN. DEL CASTILLO Y DE LA / CONCHA A EXPENSAS / DE DN. BERNARDINO DE CA / RVAXAL MOTEZUMA CON / DE FE DE LA ENXARADA / FUE EL MO. MANL DE LARA”.
[41] VELO Y NIETO, G: El arco de la Estrella (Cáceres, siglo XVIII). Cáceres, 1960.
[42] “para dar un acceso digno al casco antiguo por el arco de la Estrella y Torre de Bujaco, y mediante una reducción en la altura se logrará el poder admirar la Torre de los Púlpitos desde la Plaza Mayor”. Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
[43] GONZALEZ VALCARCEL, J. M: “Treinta años de restauración monumental en Cáceres”. Revista de Estudios Extremeños, tomo XXVI, número 2, Badajoz, 1970, p. 273 y ss.
[44] GONZALEZ VARCARCEL, op. cit., p. 280.
[45] Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384. Proyecto de obras urgentes en las murallas de Cáceres.
[46] Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.proyecto de obras de conservación de las murallas de Cáceres.
[47] MOGOLLON CANO-CORTES, P: La restauración monumental durante la posguerra en Extremadura y la dirección general de Bellas Artes, 1940-1958. Cáceres, 2011, p. 94.
[48] Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
[49] MOGOLLON CANO-CORTES, op. cit., p. 95.
[50] Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000.
[51] GONZALEZ VALCARCEL, J. M: “Treinta años de restauración monumental en Cáceres”, op. cit., pp. 280-281.
[52] Ibídem, p. 274.
[53]  V.V. A.A.: Extremadura restaurada. Quince años intervenciones en el Patrimonio Histórico de Extremadura. Salamanca, 1999, p. 62.
[54] SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, C: “Las murallas de Cáceres. Excavaciones y novedades en la Ronda de Mira al Río”. Actas de las Jornadas de Arqueología urbana en Cáceres. Investigaciones e intervenciones recientes en la ciudad de Cáceres y su entorno (editor, primitivo Javier Sanabria Marcos). Memorias del Museo de Cáceres, Cáceres, 2008, pp. 233-246.
[55] SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, op. cit., p. 234.