La Ciudad de Cáceres está
situada al oeste de la provincia de su mismo nombre, en la meseta
trujillano-cacereña. Se emplaza en un altozano entre las sierras de la Mosca y
la Sierrilla.
En el año 1929 fue considerado
el recinto fortificado Monumento Histórico-Artístico incluyéndose, dos años
después, algunos edificios singulares. A pesar de estas puntuales
intervenciones en la muralla, los casi 1150 m de perímetro de la cerca almohade
ha llegado muy alterada hasta nuestros días, convirtiéndose en el elemento
patrimonial cacereño que primero fue distinguido, mediante su declaración en el
año 1930 como Monumento del Tesoro
Artístico Nacional[1], para después ser
determinante en las declaraciones de Cáceres como Conjunto Monumental en el año 1949[2] y su posterior inclusión
en la lista del Patrimonio Mundial en
el año 1986[3].
Cáceres cuenta también con otros galardones: Pomme d´Or al "Mérito
turístico", concedido por la Federación Internacional de Periodistas y
Escritores de Turismo en 1996; Les Etoiles d´Or du Jumelage, otorgado
por la Comisión Europea en 1999; el premio Archival que le concedió la
Asociación para la Recuperación de Centros Históricos en el año 2004. Diversos
edificios de carácter militar, civil y religioso, así como el trazado
urbanístico del conjunto intramuros avalan y hacen honor a estas
consideraciones merecidas.
Las calles y plazas de la
zona intramuros son el resultado de la aglomeración de cúbicos edificios en
torno a las parroquias y a la distribución vial ya existente desde la etapa
romana, con dos vías principales perpendiculares que comunicaban las cuatro
puertas romanas de la ciudad, o y sólo se conserva la del Cristo en el lado
meridional de la muralla.
En el siglo I a. C. los romanos se habían asentado en los
campamentos de Castra Caecilia[4] y Castra Servilia[5] de manera permanente en el
entorno de la colina en la que estaría la colonia Norba Caesarina, que se fundó
en un lugar clave para controlar el espacio extendido entre los ríos Tajo y
Guadiana, enclave que además contaba con acuíferos permanentes, en lo que hoy
se conoce como el Calerizo, donde las aguas subterráneas brotan a lo largo de
todo el año e incluso en épocas de sequía. En el año 1930 al destruirse un
trozo de la muralla se encontró una inscripción que aclaró la polémica de la
situación de Norba Caesarina[6], que fue fundada en el año
35 a. C. en el II Triunvirato por el Procónsul en Hispania, Caivs Norbanvs Flaccvs,
siguiendo las directrices fijadas por Julio César antes de su asesinato en 44
a. C., que incluían un amplio programa de fundación o refundación de nuevas
ciudades en Italia y las provincias, particularmente las de Hispania. Como
consecuencia, en su nombre oficial Norba recuerda el nomen de su fundador y consta Cesarina en honor de Julio César,
inspirador de su fundación. Los nuevos colonos fueron adscritos a la tribu
Sergia, la misma que la de su fundador[7]. El día 22 mayo 1794 al
derribarse un trozo de la antigua muralla. La puerta de Mérida, apareció una
esclarecedora inscripción: “COLONIA NORB(A) CAESARIN(A)”, inscripción de tipo
monumental de capital importancia para el conocimiento de la situación de Norba
Caesarina[8].
La Ciudad romana de Cáceres contó
con una estructura rectangular atravesada por el cardo y decumano, propios
de la planificación urbanística romana (más bien un trapecio irregular
acondicionado al terreno, de unos 500 por 300 metros de ejes mayor y menor,
respectivamente), posiblemente rodeada por una muralla de la que persisten
algunos restos de sillares. Cuatro puertas daban acceso a su interior, abiertas
en la mitad de cada uno de los cuatro flancos de la colonia, defendidas por
torres y orientadas a cada uno de los cuatro puntos cardinales. Así, la llamada
Puerta de Coria se orientaba al Norte, la de Mérida al Sur, la del Río (actual
Arco del Cristo) hacia el Este, y una más hacia el Oeste, en lo que hoy es el
Foro de los Balbos.
La Colonia pertenecía a la
provincia Hispania Ulterior republicana y, desde la reordenación provincial de
Hispania realizada por Augusto en 27 a. C., a la nueva provincia imperial
Lusitania, siendo adscrita en un momento indeterminado entre los imperios de
Augusto y de Claudio I al conventus
iuridicus Emeritensis, cuya capital era la Colonia Augusta Emerita junto a
la importante vía de comunicaciones que después se conocería como Vía de la
Plata[9]. Plinio el Viejo[10] nos informa que de esta
colonia dependían, al menos en época flavia, los antiguos campamentos de Castra
Servilia y Castra Cecilia, viejas fundaciones de época Republicana de los
siglos II y I a. C., respectivamente, ambos situados en las proximidades de la
actual ciudad de Cáceres. Por su parte, Ptolomeo menciona su existencia en el
siglo II.
Norba Caesarina conoció un
largo periodo de prosperidad entre los siglos I y III, en la época romana alto imperial, a pesar de
funcionar como ciudad de Augusta Emérita (Mérida), que fue fundada como centro
administrativo de los nuevos territorios conquistados en la expansión de la
Lusitania. Norba Caesarina es una de las cinco colonias con que contaba la
Lusitania: Pax Iulia, Scallabis, Metellinum, Augusta Emérita y Norba Caesarina[11].
Para intentar compensar esa influencia de Emérita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, hijo de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron un pedestal en un momento posterior a 19 a. C., lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre de la Colonia hacia 20-10 a. C.
Para intentar compensar esa influencia de Emérita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, hijo de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron un pedestal en un momento posterior a 19 a. C., lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre de la Colonia hacia 20-10 a. C.
A mediados
del siglo III, ante la general inestabilidad político-militar del mundo
romano, reaprovechando los materiales anteriores -sillares, inscripciones,
columnas y decoraciones de edificios amortizados...-, se construyó una muralla,
a semejanza de la mayoría de las ciudades de mayor importancia de Hispania y de
todo el Imperio.
Tras las invasiones germanas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada a mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas fueron reutilizados después de la conquista musulmana de la Península.
Tras las invasiones germanas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada a mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas fueron reutilizados después de la conquista musulmana de la Península.
Las obras de remodelación y
acondicionamiento llevadas a cabo en el Casco Histórico en los últimos años
junto a la muralla almohade, han sacado a la luz lienzos importantes de muralla
romana. Según los estudios realizados los árabes reaprovecharon los sillares
romanos[12]. Se aprecian claramente
restos (sillares) en la Puerta de Coria –derribada a
mediados del siglo XVIII-, en bloques
cuadrados y rectangulares, restos de sillares romanos en la parte inferior de
algunas torres de la muralla islámica como la del Aver, destacando los restos del
llamado Arco del Cristo, datado en el siglo I, también conocido como Puerta del
Río ya que la cuesta por la que a él se accede desciende hasta la vaguada de la
Ribera del Marco, de esta puerta parte el adarve o camino de ronda de la
muralla. Así mismo, se conservan algunas inscripciones funerarias romanas
empotradas en los muros de algunos edificios del casco histórico y algunas
conservadas y expuestas en el Museo Arqueológico de Cáceres, junto con monedas,
fragmentos cerámicos, particularmente de terra sigillata hispánica, y
esculturas imperiales procedentes del Palacio de Mayoralgo.
Las excavaciones arqueológicas en el Palacio de Mayoralgo han proporcionado
abundantes restos cerámicos, junto con los restos de una vivienda con patio
porticado, termas y aljibe de etapa altoimperial, adyacente al foro de la
colonia, cuyo pavimento se encuentra debajo de la C/ Cuesta de Aldana, y que,
como era previsible, coincide en parte con la actual Plaza de Santa María; del
siglo III y la época bajoimperial se documentan restos de nuevos edificios.
Por tanto, tras la
decadencia romana y posteriores avatares de la historia, los restos de sillares
de la ocupación romana en Cáceres fueron reutilizados por los sucesivos
ocupantes de la ciudad, siendo así cómo los almohades, en el siglo XII,
construyen torres y lienzos a base de tapial, respetando en muchos tramos los
antiguos basamentos romanos, eran macizas en su primer cuerpo y habitables en
el segundo[13].
Se conservaban también en la Edad Media tres de las cuatro puertas romanas,
demoliéndose después, en pleno siglo XVIII la de Mérida (año de 1751, y
según Real provisión de Fernando VI, que también permitía el derribo de una
parte del lienzo norte de la muralla, entre el ángulo NO y el Arco del
Socorro). Un siglo más tarde (año de 1879) se derribó la Puerta de
Coria o del Socorro, exponiendo como motivos la falta de mérito artístico de la
construcción e incompatibilidad con la limpieza de la población, y siendo la
iniciativa llevada a cabo por Muñoz Chaves, desoyendo el oficio de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando que intentaba impedir el atropello. La
Puerta del Río, por suerte y debido a su situación más apartada, se conservó,
pudiendo hoy en día disfrutar de ella, como triunfo de un pasado romano en que
comenzó a escribirse la historia de esta insigne ciudad.
Es lamentable que la villa
de Cáceres fue una las primeras de la Península en ejecutar el planteamiento de
licencia del derribo para dar paso a un nuevo concepto de ciudad más abierto y
no constreñido por su cerca defensiva. Donde se observa con mayor claridad este
hecho es en las Ordenanzas Municipales del año 1891[14].
En el flanco norte de la
muralla, a pesar de las diversas órdenes de derribo contra sus lienzos y la
desaparición de la llamada Puerta de Coria, la construcción de varias casas
sobre los muros de la misma permitió, tiempo después y tras la demolición
de éstas, que se recuperase lienzo de la muralla con sillares romanos, datada
entre los siglos III y IV d. C. Se localiza en lo que hoy es la Plazuela del
Socorro, a la que se llega desde la Plaza Mayor recorriendo la calle de Arco
España, o desde la Plaza de Santiago subiendo la calle de Godoy. Igualmente, si
partimos desde la Plaza de Santa María a través de la calle Tiendas, llegamos
al lugar, y si seguimos en línea recta las hileras de los sillares, girando a
la izquierda intramuros, veremos al final de la calle, en las traseras del
Palacio de los Toledo-Moctezuma, algunos sillares romanos que también pudieron
sortear los designios de la historia.
La zona más occidental del
recinto amurallado presenta por su parte vestigios romanos en forma de
basamento a base de sillarejo granítico, en la práctica totalidad de las torres
almohades subsistentes que allí se levantan. Así, podemos adivinar sillares
romanos en los pies de la Torre de Bujaco, y en aquella denominada de la
Yerba, ambas situadas en la Plaza Mayor. Sin embargo, el basamento más claro
podemos disfrutarlo bajo la Torre del Horno, localizada en la Plaza de las
Piñuelas, traseras del edificio sede del Ayuntamiento, así como en la Torre del
Aver, ubicada ésta en la calle del Postigo, a la que accedemos desde la Plaza
de San Juan, en cruce con la calle de Gallegos. Otras torres y cubos
de éste y otros flancos conservan igualmente sillarejo de origen romano en
sus bases, pero, engullidas entre viviendas posteriores.
Los musulmanes aprovecharon
el lugar estratégico sobre el cual se asentó la primitiva colonia romana como
base militar para hacer frente a los reinos cristianos del norte, durante los
primeros siglos de la Reconquista. Así, en el año 1147 Abd al-Mumin refundó la
ciudad sobre los restos hispanorromanos.
Será desde el siglo X hasta
el siglo XIII cuando Cáceres se convierta en un importante punto militar de la
Marca Inferior, especialmente con los almohades, para proteger las importantes
poblaciones de Mérida y Badajoz. Los geógrafos Ibn Hawqal, en el siglo X, y El
Edrisi, en el siglo XII,
describieron a Qázris –del que derivaría el nombre de
Cáceres- [15]
como una plaza fuerte y base sobre la que articular la conquista del territorio
cristiano. El historiador magrebí Ibn
Idari al-Marrakusi, que vivió en la segunda mitad del siglo XIII, en su obra
titulada Bayan al-mugrib fi ijtisar ajbar
muluk al-.Andalus wa-l-Magrib, nos refiere que Geraldo se apoderó de
Cáceres en diciembre-enero del año 1166.
La tipología urbana medieval
del recinto intramuros está definida por la adaptación a una planimetría
impuesta por el origen de la propia ciudad. Primero fue un asentamiento romano
y luego una fortaleza islámica que durante el dominio de los almohades rehízo
la muralla, conservando el trazado y aprovechando las puertas de la muralla
romana, marcando profundamente el desarrollo de la ciudad medieval y definiendo
su morfología.
Hemos de tener en
cuenta que este recinto es mencionado en las fuentes islámicas de distinto
período indistintamente como madina o como hisn[16].
Lo que sí resulta evidente es que las mayores peculiaridades de esta plaza
residen en lo vasto de su extensión en fase almohade, acorde a lo visto en
numerosas mudun, y, sin embargo, en su aparente falta de importancia
administrativa y cultural[17]. Resulta sugerente, y
pensamos que acertada, la hipótesis de Fernando Valdés que relaciona Cáceres
con una ciudad campamento[18].
Aunque la cita de
algunas fuentes islámicas hacen referencia a un recinto anterior al almohade,
lo que está claro es que su protagonismo fue esencial a partir del año 1174
momento en el cual se renovó la muralla para reforzar la defensa aprovechando
el basamento, las puertas y parte de anterior trazado, dotando a la cerca con
importantes elementos defensivos como fueron las torres albarranas o las dos
torres poligonales[19]. Por tanto, los almohades
procedieron a la reconstrucción del antiguo recinto fortificado, proporcionando
avanzados sistemas de defensa mediante una cerca de tapial sobre una sólida
cimentación de piedra y torres defensivas jalonando el perímetro amurallado,
con un total de 7,74 hectáreas de superficie intramuros[20]. La cerca de Cáceres con
una longitud de unos 1174 metros nos ofrece un carácter esencialmente militar y
defensivo[21],
y una superficie cerrada de 8,68 Ha. Teniendo muy en cuenta el asentamiento en
un terreno accidentado con defensas naturales en algunos flancos de la ciudad y
con una línea avanzada de torres albarranas y un camino de ronda que circundaba
el perímetro interior de la muralla para el acceso de las tropas hacia un
determinado punto de la misma, se consigue un recinto amurallado inexpugnable.
Las murallas que defendían la cerca almohade fueron construidas en su última
versión hacia el año 1180, en tiempos del califa Abu Yacub Yusuf. Tenían un
perímetro de 1200 m, formando éste, aproximadamente, un trapecio con las
dimensiones medias de 400 × 250 m[22]. Su construcción se realizó fundamentalmente
en tapia de argamasa sobre una base de mampostería o fábrica de sillares de
procedencia romana. La composición del tapial varía en distintos muros, pero
los resultados de los análisis llevados a efecto nos indican que está compuesto
de un 40% de cal y arcilla, un 40% de arena y un 20% de gravas del lugar de
diversos tamaños (cuarcitas, pizarras y ladrillos cerámicos)[23].
Desde la segunda mitad del
siglo XII hasta el primer tercio del siglo XIII la ciudad intramuros será
escenario de numerosas contiendas bélicas provocadas por el proceso de
reconquista, de modo que el recinto pertenecerá en unos momentos a las tropas
cristianas para pasar a otros a manos musulmanas. Concretamente Geraldo
Sempavor en el año 1166, la toma y la
vuelve a perder, si bien Fernando II de León en el año 1169, pudo recuperar la
plaza para los cristianos, y dejó la villa en manos de un grupo de caballeros que, poco
después, crean la orden militar y religiosa de los Fratres de Cáceres,
volviendo a caer de nuevo en manos musulmanas en el año 1174, por las tropas de
Abu Yaqub Yusuf al mando de su lugarteniente Abu Hafs.
El día de San Jorge, el 23
de abril del año 1229 fue reconquistada definitivamente por Alfonso IX de León,
obteniendo la preciada condición de villa libre de realengo, otorgándose el
Fuero Latino y un amplio territorio
dependiente del Concejo. Conforme a la política monárquica del momento se
concedieron importantes heredades a los caballeros que apoyaron al monarca en su
conquista y además se otorgó un amplio territorio estaba gobernado por el
propio Concejo. De este modo se lograba al establecimiento de moradores en la
población en sus cercanías y, por otro lado, se gratificaba los caballeros que
habían participado en la contienda. Por lo que a finales del siglo XIII ya
debían de haberse instalado en Cáceres familias procedentes del norte de la
Península Ibérica, grupos que mantendrán el solar familiar prácticamente sin
variantes hasta el siglo XV, momento en el que serán absorbidas las
realizaciones anteriores en la construcción de nuevas casas fuertes.
La
muralla dispuso de cuatro puertas en época medieval (de Coria, de Mérida, del
Cristo y Santa Ana, posteriormente se abrió la conocida puerta como Arco de la
Estrella[24].
Gran parte del sistema defensivo ha desaparecido, el Alcázar, dos de las
puertas, veintidós torres y una gran parte de la muralla, que siguió siendo el
cinturón que cerraba la población cristiana hasta que en los tiempos modernos
se comenzó a plantear la necesidad de abrir pasos entre la ciudad moderna y la
medieval mediante el derribo del muro en algunos sectores, siendo el centro
neurálgico de la ciudad musulmana la zona elevada donde actualmente se
encuentra la plazuela de San Mateo, en sus proximidades estaría situada la
mezquita, cuyo patio debió ocupar parte del espacio de la actual plazuela
citada[25]. Un edificio árabe se
situaría en el solar que actualmente ocupa el palacio de las Cigüeñas, que tras
su destrucción después de la reconquista de la Villa, el rey Enrique IV
concedió en el año 1473 la posesión de su solar a don Diego de Cáceres Ovando
para levantar sobre él su palacio. El palacio almohade o alcázar se situaba en
el actual palacio o Casa de las Veletas, único resto arquitectónico no
castrense de la dominación árabe en la ciudad, como denota la presencia del
aljibe donde se observan claramente los materiales aprovechados romanos,
utilizado para de abastecimiento de agua en la ciudad gracias a los acuíferos
embalsados en las formaciones cuarcíticas del subsuelo. Es un edificio de planta
rectangular que consta de cinco naves separadas por galerías de arcos de
herradura apoyados en columnas cuyos fustes y capiteles han sido reutilizados,
se cubre con bóvedas de medio cañón cuyas claves se alzan por encima de los 4 m
de altura, utilizando como materiales el hormigón de cal para los muros y el
ladrillo para los arcos y las bóvedas[26]. Probablemente el aljibe fue construido en
tiempos prealmohades, fechable en el siglo XI[27].
Hemos
de destacar algunos de los baluartes defensivos torreados que se
conservan. La cerca disponía
de un total de diecisiete torres albarranas de planta cuadrada u octogonal de
las que se conservan catorce y seis torres adosadas de planta rectangular y una
más circular, de las que se conservan cinco. Cuatro puertas dispuestas en cada
uno de los lados completan la arquitectura del recinto amurallado. La primera edificación cristiana del siglo
XIII se fue adaptando al trazado modificado en tiempos árabes y se caracteriza
por construcciones de discretos programas constructivos tanto en planta como en
altura: Casas fuertes, ermitas e iglesias[28].
En
la Plaza Mayor, se encuentra la torre Bujaco, la más grande de todo el recinto
amurallado, que ha recibido en distintas épocas reformas que la diferencian de
las demás torres de la muralla. Fue reconstruida en el siglo XV y se le
colocaron a ambos lados y a la altura del almenaje sendos matacanes de piedra.
Y en la zona inferior de la misma otro matacán, con balcón tapiado.
En
las obras acometidas en la torre en el siglo XV se forró por completo el macizo
de tapia y sustituyó las cámaras originales por otras de nuevo cuño. La torre
actual posee forma tronco prismático; el cuadrado de su base mide 11.50 m de
lado, y alcanza el bastión una altura de 21.50 m en el remate piramidal de sus
merlones. Estas dimensiones, unidas al hecho de ubicarse sobre una de las
pendientes más suaves del promontorio, permiten suponer para la primitiva de
Bujaco un tamaño y forma similares a la vecina de la Yerba. Las dos debieron de
ser, con diferencia, las mayores albarranas de todo el conjunto amurallado[29].
En
el año 1820 se colocó en el testero de la torre una espadaña que cobijaba una
estatua romana de mármol que representaba al Genio andrógino de la Colonia
Norba. En el año 1962, el Patronato de la Ciudad Monumental quitó la espadaña y
restituyó el almenaje de la torre. La estatua original se encuentra en el Museo
Provincial y una copia en el atrio del Ayuntamiento (“El Foro de los Balbos”, nombre simbólico para Cáceres porque el
Cónsul romano Lucio Cornelio BaIbo fue quien fundó la Colonia Norba Caesarina
antecesora de la actual población).
La
planta de la torre de la Yerba es un trapezoide casi cuadrado, está ubicada en
el flanco occidental del recinto. El muro fue reconstruido a principios de la
década de los setenta del siglo XX. Con respecto a su estructura interior, la
albarrana alberga dos cámaras[30].
La muralla de Cáceres ha
sufrido diferentes alteraciones, las propias del paso del tiempo y las
provocadas por la intervención humana, las que estuvieron encaminadas a su
arreglo y mantenimiento sin alterar el trazado original. Como consecuencia de
las adiciones de vivienda en el espacio murado de extramuros, una vez que la
cerca ya había perdido las funciones originales para las que fue concebida en
época almohade. En el siglo XVIII se agudiza la destrucción de la muralla por
la permisividad municipal, baste citar las Puertas Nueva y de Mérida, así, las
solicitudes para la demolición de los muros musulmanes[31]. Esta dinámica de
destrucción continuó en el siglo XX, concretamente en el año 1914 hay un
Acuerdo municipal para derribar la muralla en la pared del Adarve y casas del
Postigo, afectadas por los desprendimientos causados por el temporal[32]. A pesar de que en enero
de 1915 se crea la Dirección General de Bellas Artes el Ayuntamiento en el año
1929 vuelve a ejecutar el derribo de un tramo que transcurre por el Adarve de
la Estrella al de Santa Ana y la amputación de la torre que existió en la plaza
de las Piñuelas[33].
La construcción del mercado de abastos que sustituyó al de casetas situadas a
ambos lados de las escaleras que comunicaban la Plaza Mayor con la plazuela de
los Caldereros, provocó estos derribos. En un mercado ocupó el solar situado
entre las torres de la Yerba y la del Horno[34].
Hemos
de tener en cuenta que el Arco de la Estrella es el que ha sufrido más modificaciones, posiblemente,
por estar ubicado en la principal vía que unía la zona monumental con la actual
Plaza Mayor o Ciudad Moderna. En el
siglo XV se construyó la llamada “Puerta Nueva” en el lugar que hoy ocupa el
Arco de la Estrella (en la entrada principal a la zona monumental). En este
lugar, la reina Isabel la Católica juró respetar y defender los Fueros de
Cáceres en 1477[35].
Dos años después, haría lo mismo el rey Fernando el Católico[36]. En el nicho de dicho
Arco, Lucas Holguín fue el encargado de pintar en la capilla que había en la
Puerta Nueva un cuadro de Nuestra Señora de la Antigua que tenía devoción
popular en aquella época en España y en América[37]. La escritura para la
realización de la pintura de Nuestra Señora de la Antigua ejecutada por Lucas
Holguín tuvo lugar en Cáceres ante Diego Pacheco el 23 octubre de 1547, el
mecenas de dicha obra fue el corregidor Vázquez de Cepeda[38].
En
el siglo XVIII, para facilitar el paso de los carruajes al Adarve y de allí al
palacio de los Toledo-Moctezuma, se derribó y sustituyó por el arco actual,
obras realizadas en 1726 por Manuel de Larra Churriguera[39], que diseñó un arco escarzano
en esviaje, a expensas del Conde de la Quinta de la Enjarada, don Bernardino de
Carvajal, como se hizo constar en la lápida que monta sobre la clave del arco
por la parte exterior[40], después de litigar
pleitos en los que intervino el Sr. Obispo, el propio Conde de la Enjarada con
el Corregidor y Regidores de la Villa de Cáceres[41].
En el año 1930 es declarado
el casco histórico de Cáceres Monumento
histórico-artístico, declaración que conlleva una inmediata toma de
decisiones en orden a su protección y puesta en valor. Las intervenciones son
encargadas al arquitecto don J. M. González Valcárcel que durante 30 años
llevar a cabo un proceso de restauración con criterios historicistas para
devolver a la muralla su glorioso pasado.
Las obras a realizar en las diversas campañas desarrolladas desde
el año 1941 hasta el año 1957 fueron dirigidas, hasta el año 1950, por los
arquitectos don José María Rodríguez Cano y don José Manuel González Valcárcel,
continuando en solitario el último a partir de esa fecha. Los trabajos se
centraron en la consolidación y restauración del sector que comunica con la
plaza mayor y en el de lienzo opuesto de la muralla, en la zona de la torre de
los Pozos y del arco romano del Cristo, aunque también se intervendrá
puntualmente en las torres poligonales conocidas como Redonda y Desmochada o Mochada.
La primera comunica con un punto determinado al otro lado del riachuelo,
está rodeada por una gran barbacana como almenas terminadas en pináculos
adelantándose 29 m desde la línea de la muralla, es una torre que se encuentra
actualmente sobre la carretera de ronda exterior. La torre Redonda es un baluarte árabe con
forma octogonal y una altura de ocho metros. Construida sobre una torre de
época romana, habiéndose empleado para su construcción la técnica del tapial.
Es maciza hasta la parte superior, en la que se encuentra aún conservada una
estancia. Mientras que la Torre Desmochada o Mochada está situada en el ángulo sur de las murallas, es una de
las más destacadas torres albarranas, recibe su nombre por conservar sólo la
parte maciza, habiendo desaparecido la cámara superior desde donde se accedía a
la terraza almenada.
La muralla está construida
a base de tapial confeccionado con mampostería menuda y cal, adoptando una
forma octogonal, se halla unida a la muralla por un cuerpo saliente, del que se
conserva un trozo en el arranque. En las intervenciones llevadas a cabo por
González Valcárcel se construyeron lienzos, se potenció el uso de la
mampostería en los lienzos de tapial existente, se derribaron casas que se
habían construido delante de la muralla y se crea una conciencia ciudadana en
la defensa del patrimonio histórico artístico de Cáceres.
La eliminación de casas para
liberar la muralla fue un proyecto que ya se había planteado en la década de
los años 30 del siglo XX por el entonces arquitecto señor Villanueva, pero no
será hasta el periodo comprendido de los años 1941 y 1953 cuando de nuevo se
retome esta iniciativa. Se comienza por liberar la cerca en el sector de la
plaza mayor con la intención de convertir este espacio en una monumental
fachada que prepare al visitante para acceder a la ciudad monumental
intramuros, como nos indican los mismos arquitectos en la memoria realizada en
el año 1941[42].
El proyecto continuó durante los años siguiente, publicando el arquitecto en la
Revista de Estudios Extremeños el resultado de tal restauración considerada
como la obra más importante realizada en la cerca de Cáceres, no sólo desde el
punto de vista del monumento, sino también por el feliz resultado de valorar el
acceso a la zona monumental[43].
En el proyecto firmado por
don José María Rodríguez Cano y don J. Manuel González Valcárcel el 31 julio
1941 el presupuesto ascendía a 19.827, 83 ptas. En este proyecto se mencionaba
que las edificaciones adosadas a la muralla son anti estéticas y desfiguran el
conjunto. Se proyectó un plan para el futuro, con el menor número posible de
expropiaciones, “ para dar un acceso
digno al casco antiguo por el arco de la Estrella y Torre de Bujaco y mediante
una reducción en altura se logrará el poder admirar la Torre de los Púlpitos
desde la Plaza Mayor”[44]. En el proyecto se
proponía derribar las casas que estaban anexas al arco del Cristo (limpieza y
recalzo de los torreones) y sus proximidades, la limpieza de la vegetación,
reparación de almenas junto al arco de la Estrella y la reparación e
impermeabilización del enlosado de la Torre de Bujaco, el repaso de la cubierta
de la ermita de la Paz; así como la consolidación de las torres ochavadas.
La primera propuesta de
descubrir la muralla se centró en el tramo del arco de la Estrella y de las
torres de Bujaco y Púlpitos y en la memoria de los arquitectos restauradores
señores Rodríguez Cano y González Valcárcel, se menciona que ya había sido
liberado algún tramo. En el proyecto firmado por don José María Rodríguez Cano
y don J. Manuel González Valcárcel en mayo de 1950 se establece un presupuesto
final de 40.103, 69 ptas, en el comienzo de la memoria se redacta “ que han
conseguido librar de la ruina los torreones y varios lienzos de la muralla”[45]. En el año 1950 se
eliminarán los encalados de los arcos de la Estrella y del Cristo utilizándose
para ello cepillos metálicos y de raíces, actuando urgentemente en la torre de
los Pozos, porque la práctica de los vecinos de eliminar el material de su base
para reaprovecharlo en las cercas de sus huertos, y la presión ejercida en los
muros por la tierra y el riesgo que suponía el muro, había ocasionado
importantes grietas en los muros, con el consiguiente peligro de desprendimientos.
Fue necesario recalzar el basamento de la torre porque un socavón, producido
por la saca del material, había puesto en peligro su estabilidad. Los recalces
del basamento se realizarán en mampostería con mortero de cemento, en la torre
y muralla, el relleno de los socavones con hormigón de cal con gravilla y la
reparación de fábrica mixta de tapial y ladrillo en los remates del Torreón.
Además, se repararon las bóvedas de la torre y se impermeabilizó la terraza.
La consolidación de la muralla
en este sector continuará en el proyecto al año siguiente (1951) en el que
González Valcárcel tuvo que utilizar en la zona vista mortero de cal
ligeramente teñido para conseguir la entonación con la obra original[46]. En este año las obras se
centraron en el lienzo de la muralla adosado a la torre del Pozo o del
Gitano. Las obras consistieron en el
picado de 75,60 m³ y los escombros de otras zonas sirvieron para recalzar los
cimientos que se encontraban muy socavados, porque había existido en esta zona
viviendas y huertos adosados a la muralla. La consolidación se realizó por
medio de puntos de fábrica de ladrillo, con mortero de cemento y se hizo
necesario consolidar la parte alta de la muralla, reponiéndose los trozos
perdidos de mampostería careada, utilizando en la zona vista mortero de cal
ligeramente teñido para conseguir una mejor entonación[47].
En el año 1953 las obras de
conservación ejecutadas ascendieron a 90.991, 23 pesetas. En tal ocasión, se realiza la puerta de ingreso a la ciudad
monumental desde la plaza de las Piñuelas a la plazuela intramuros de los Caldereros, siguiéndose como modelo el
próximo arco de Santa Ana, procurándose que los sistemas constructivos y
materiales sean similares a los del resto de la muralla, indicándose la memoria
“ de las tierras tengan el mismo tono rojizo para una más perfecta entonación
con el resto del lienzo amurallado”, teniendo un cuenta que el proyecto de 1953
tenía como principal objetivo la restauración del lienzo destruido de la
muralla para devolver al conjunto la unidad perdida, “ evitándose al mismo
tiempo el anacronismo del Mercado. La
muralla, salvando el acceso al mismo, por medio de un arco semejante a los del
ingreso al postigo de Santa Ana”[48]. Se trata de hacer una
puerta de acceso a la plaza Caldereros imitando la composición del cercano arco de Santa Ana, la obra resultante fue muy
sencilla, diferenciándose en su tipología de las restantes puertas[49].
En el año 1957, en el
proyecto de obras de conservación en las murallas de Cáceres ascendió a la cantidad
de 80.311, 92 pesetas, don José Manuel González Valcárcel (director del
proyecto) ejecutó obras en el sector de
la torre de la Hierba y la denominada del Conde, consistentes en la reparación
y restauración de la muralla, impermeabilización de la torre y restauración de
sus bóvedas. También se incluía la restauración en mampostería del almenado y
cortinas que estaban muy deterioradas y casi perdidas[50].
El lienzo de la muralla entre las torres del
Horno y de la Yerba que da a la Plaza Mayor o del General Mola, y parte lateral del
Ayuntamiento, había sido ocupado por un mercado de traza entre Secenionista y
«Art Decó», obra del arquitecto municipal Ángel Pérez, e inaugurado en 1931,
bastante interesante: EI mercado de las Piñuelas; a pesar de que en su momento
y, sobre todo, desde que comenzara la existencia de un anterior mercado a
finales del siglo XIX, supuso el derribo y deterioro de una importante zona de
la muralla. Hecho nada extraño en aquella época en que se destruyeron tantos
cascos históricos con criterios funcionalistas e higienistas. Derribado todo en
1973, se ha reconstruido la muralla y las torres a imitación árabe.
El arquitecto González
Valcárcel continuará trabajando la restauración de Cáceres hasta la década de
los años 70, presentándose su trabajo internacionalmente como modelo de puesta
en valor de una ciudad monumental, como el arquitecto conservador expone en
diciembre del año 1968 y publicó en la Revista de Estudios Extremeños[51].
La restauración y
consolidación de los torreones y muros de cortina en la zona de la Torre de los
Pozos. Esta zona se ha liberado de construcciones adosadas y se han destruido
la totalidad de casas suburbiales recobrando este sector su antigua belleza. Se
descubrió en las proximidades de las torres una galería cubierta que enlazaba
con el antiguo Alcázar[52].
La restauración se llevó a
cabo, igualmente, en las torres Redonda y Desmochada, y en la mayor parte de
las torres albarranas, especialmente en los pasos de la Cerca. La restauración
de la puerta del Cristo y el Postigo de Santa Ana, consiguiendo restaurar
acertadamente las bóvedas de ladrillo. También, la zona comprendida entre las
torres Bujaco y de la Yerba. Suprimiéndose revocos y añadidos modernos,
concretamente en la torre de Bujaco se restauró el cuerpo inferior de la misma,
eliminando edificios adosados consiguiendo recobrar sus antiguas proporciones,
contribuyendo la ermita de la Paz, igualmente restaurada, a darle escala y
monumentalidad y, mediante una amplia escalinata se accede a la zona monumental
tras pasar el arco de la Estrella, liberado igualmente de añadidos que la
ocultaban. En el entorno de la iglesia de San Juan ha sido también posible
suprimir añadidos que lo desvirtuaban, poniendo en valor el templo y los
edificios de las plazuelas que le rodean. Por tanto, la arquitectura militar ha
merecido un especial cuidado, por su calidad y por su importancia dentro del
conjunto monumental cacereño.
El eminente arquitecto don
Dionisio Hernández-Gil, Medalla de Extremadura y experto restaurador de
edificios históricos, que desde 1978 a 1980 desempeñó la jefatura de la
inspección técnica de monumentos y conjuntos histórico-artísticos, y en 1981
subdirector general de Restauración de Monumentos, llevó a cabo la restauración
de un importante lienzo de la muralla de Cáceres, concretamente la zona de la
Torre de los Pozos. Sin lugar a dudas,
la zona mejor restaurada de la cerca almohade.
En el año 1989 y tras el
empuje que supuso la Declaración de Cáceres como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, la Consejería de Educación y
cultura de la entonces Junta de Extremadura financió un proyecto de puesta en
valor de la muralla, llevándose a cabo un riguroso estudio arqueológico y la
elaboración de un pormenorizado estudio del estado en el que se encontraban
cada uno los elementos defensivos. Se obtuvieron y analizaron muestras del
tapial, se detectaron las patologías más comunes y se concluyó con la
zonificación de la muralla para establecer unidades de actuación homogéneas que
requiriesen de un tratamiento unitario. La solución pasó por la redacción de un
plan especial específico considerando que el estado de conservación de la
muralla era lamentable (fisuras, erosiones, oquedades, etc.)[53].
En el año 1995 se llevó a
cabo un proceso de restauración de las murallas bajo la dirección del
Arquitecto don Miguel Matas Cascos y el Arquitecto Técnico don Fernando García
Alonso, con inversión de 45.500.000 pesetas, interviniendo esencialmente en algunas zonas de la muralla, utilizando
para la reconstrucción de los paramentos cal, cemento, arena de molino y
zahorra de gravilla (que portaba el color que buscaban los arquitectos), y en
la torre del Postigo.
Han sido importantes las
tareas llevadas a cabo con motivo de la reestructuración vial de la zona de
Mira al Río, que arrojaron un importante hallazgo que ha permitido situar la
llamada “Torre del Aljibe”, recogida en las fuentes, formando parte de un
interesante proyecto de revitalización de toda esta área de la cerca cacereña[54]. El desarrollo de los
trabajos de arqueología fue encargado en el año 2005 por la Dirección General
de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura a
la empresa Estudio de Arqueología
Patrimonio Histórico, en una zona
correspondiente a unos antiguos inmuebles que fueron derribados situados en la calle San Roque y Mira al Río
(sector Este extramuros de la ciudad monumental de Cáceres), un tramo de
muralla que se marca entre el Arco del Cristo y la Torre Mochada.
En las tareas llevadas a
cabo se picaron los revestimientos modernos de los paramentos que formaban
parte de la estructura de las viviendas que habían sido demolidas, han puesto
al descubierto el paramento que se hallaba oculto de la torre cuadrangular
conocida como “Torre del Aljibe” de unos 12 m de altura, situada al otro lado
de la Torre de los Pozos, junto al jardín del Olivar de la judería. Se trata de
una fábrica realizada en tapial, de época almohade (finales del siglo XII). El
hallazgo más relevante ha sido la localización de unas escaleras, enmarcadas
por unos potentes muros de 1 m de espesor, que unían el postigo localizado en
el lienzo de la muralla entre la Torre del Aljibe y la de los Pozos, con el
interior de la gran torre que albergaba el aljibe en su parte inferior, que se
nutre con agua procedente de acuíferos subterráneos. Estas escaleras conectaban
el recinto intramuros, desde una zona situada en la Casa de las Veletas, con la
estructura hidráulica, tratándose de un acceso fortificado. Por tanto, un
conjunto estructural de gran valor documental y arqueológico[55].
[1] Declarado el 25 agosto de 1930 en
la Gaceta de Madrid, número 239, 27
agosto 1930, pp. 1251 y 1252.
[2] En el Decreto publicado en febrero
de 1949 se indica: “Aún conserva la población en la parte murada restos muy
visibles de su fundación romana, otros de la construcción visigoda y otros
todavía de la intervención árabe. Dentro del recinto se encierra un maravilloso
conjunto medieval”. Declarado el día 21 enero del año 1949 publicado en el BOE
número 33 del 2 febrero del año 1929, página 560.
[3] Uno de los criterios señalados
para su incorporación en la lista de la UNESCO fue que “las murallas de Cáceres
aportan un testimonio excepcional de las fortificaciones realizadas por los
almohades en España. Comparada con la Torre de Espantaperros de Badajoz o la
Torre del Oro en Sevilla, la Torre Mochada de Cáceres se integra en un conjunto
de muros y torres representativo y largo tiempo conservado”. Cit. MOGOLLON CANO-CORTES, P: La restauración monumental durante la
posguerra en Extremadura y la Dirección General de Bellas Artes, 1940-1958,
op. cit., p. 91..
[4] El yacimiento arqueológico de
Cáceres el Viejo se identifica con
Castra Caecilia, un campamento romano fundado por el general Cecilio Metelo
durante las guerras sertorianas, en torno al año 80 a. C. , coincidiendo
con los datos proporcionados por el Itinerario de Antonino. Cáceres el Viejo es uno de los pocos restos de
campamentos de época republicana en la Península Ibérica.
El campamento es de grandes dimensiones, y debió de perdurar bastantes años a
juzgar por los restos de construcciones y la riqueza de los objetos hallados.
Está en un recinto rectangular definido por una muralla de mampostería de
cuatro metros de anchura y un doble foso que la rodea. SÁNCHEZ ABAL, J. L:
“Algunas consideraciones sobre el campamento de Cáceres el Viejo”. Actas de las II Jornadas de Metodología y
Didáctica de la Historia (Historia Antigua). Cáceres, 1984, pp. 159-167.
[5] Campamento fundado el 109 a. C.
por Servilio Cepión para su lucha contra los lusitanos.
[6] L. CORNELIO. BALBO.IMP.C. NORBA.
CAESA PATRONO. Esta lápida honorífica se encuentra actualmente en el
Ayuntamiento de Cáceres.
[7] Vid. GARCIA BELLIDO, A: “Fundación
de Norba”. BRAH, CLIX, 1946, p. 43;
FLORIANO CUMBREÑO, A.C.: Cáceres ante la
historia. La cuestión crítica de la fundación y nombre de Cáceres. Cáceres,
1931, pp. 3 y ss. HURTADO DE SAN ANTONIO, R: Corpus Provincial de inscripciones latinas - Cáceres. Cáceres,
1977, p. 97
[8] Hübner la conocido por Masdeu y
demostró que era auténtica en su obra HÜBNER: “Situación de la antigua Norba”. Boletín de la Real Academia de la Historia,
número I, Madrid, 1877, pp. 87-97. CIL, 694. Lamentablemente ha desaparecido.
[9] Del
árabe proviene el nombre actual de Vía de la Plata, denominación de la calzada
romana que unía Astorga con Mérida (del árabe balata,
calzada, de donde derivó -por corrupción- la palabra "plata").
[10] “…Norbensis Caesarina cognomine
contributa sunt in eam Castra Servilia, Castra Caecilia”. PLINIO: Historia Naturalis, IV, 117.
[11] Según las fuentes antiguas. PLINIO: Historia Naturalis, op. cit. PTOLOMEO: Tablas Geográficas, II- 5-6.
[12] Estamos de acuerdo con TORRES
BALBAS: “Cáceres y Cerca Almohade”. Al-Andalus,
XIII, fas. 2. Madrid, 1948, p. 464; BELTRAN LLORIS, M: “La Arqueología romana
de Cáceres”. Caesaraugusta, 39-40.
Zaragoza, 1975-1976, pp. 103-108; MÉLIDA, J. R: Catálogo Monumental de España (Provincia de Cáceres). Madrid,
1914-1916, pp. 67-68.
[13]
NAVAREÑO MATEOS, A: “El castillo bajomedieval: arquitectura y táctica medieval”.
Gladius, vol. Especial, Actas del I
Simposio Nacional “Las Armas en la Historia“ (siglos X-XIV). 1988, pp. 113-152.
[14] Ordenanzas municipales para la
ciudad de Cáceres, aprobadas por el Sr. Gobernador Civil en 7 abril 1891.
Imprenta librería y encuadernación de Nicolás M. Jiménez, p. 57. Concretamente
el artículo 441: “Las murallas antiguas
de esta población, serán derruidas y sus terrenos se irán agregando a los
solares y casas colindantes conforme la ley de parcelas vigente, según se vayan
construyendo aquellos o reedificándose éstas, debiendo los propietarios a
tenerse en las nuevas construcciones corre edificaciones a disposiciones de
estas ordenanzas y previo el pago del valor que se asigne a las parcelas que se
les apropien”. Vid. PULIDO CORDERO, M y CERRILLO Y MARTIN DE CACERES, E:
“Sobre una desaparecida torre de la muralla de Cáceres”. Norba, Revista de Historia, Vol,. 18, Uex, Cáceres, 2005, pp.
147-161.
[15] PACHECO PANIAGUA, J. A: Extremadura en los geógrafos árabes.
Badajoz, 1991, pp. 23 y 42. PEREZ ALVAREZ, M. A: Fuentes árabes de Extremadura. Cáceres, 1992, p. 28. El prof. Callejo consideró que derivaría el
nombre actual de Cáceres del árabe Qázris, vid. CALLEJO SERRANO, C: El origen y el nombre de Cáceres. De Norba
a Qazris y a Cáceres. Cáceres, 1962, p. 109.
[16] C.
MAZZOLI-GUINTARD: Villes d´al-Andalus. L´Espagne et le
Portugal à l´époque musulmane (VIIIe- XVe siècles), Rennes, 1996, p.
316.
[17]
MÁRQUEZ BUENO, S y GURRIARÁN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres: aspectos
constructivos, formales y funcionales”, en Arqueología
y Territorio Medieval (10.1), 2003, p. 60.
desarrollo”, Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Magreb Occidental,
Madrid, 1998, pp. 172 a 179; “Urbanismo islámico en la Raya de Portugal”, Jornadas
de cultura hispano-portuguesa, Madrid, 1999, pp. 229 a
254.
[19]
TORRES BALBAS, L: “Cáceres y su cerca almohade”. Revista Al-Andalus, XIII, 1948, pp. 443- 472. Para lo cual recurre al
testimonio de al-Idrisi donde se refiere cómo en ella “se reunían allí para ir a robar y saquear el país de los cristianos”. AL-IDRISI:
Description
de l´Afrique et de l´Espagne, Trad. R. Dozy y M. J. de Goeje,
Amsterdam, 1969, p. 227.
[20] VALDES FERNANDEZ, F: “La
fortificación islámica en Extremadura resultados provisionales de los trabajos
en las alcazabas de Mérida, Badajoz y Trujillo y en la cerca urbana de
Cáceres”. Extremadura Arqueologica, II, Mérida, 1991, pp. 547-557.
[21] MARQUEZ BUENO, S y GURRIARAN DAZA,
P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos, formales y
funcionales”. Arqueología y Territorio
Medieval. Número 10, 1. Madrid, 2003, pp. 57-118; RODRIGUEZ CEREZO, M. G:
“La muralla musulmana de Cáceres”. Alcantara, 15. Cáceres, 1989, pp. 95-105.
[22] CALLEJO SERRANO, C: Cáceres monumental. Los monumentos
cardinales de España, XXV. Segunda edición, Madrid, 1972, p. 29
[23] Es
importante destacar que con motivo de la guerra con Portugal y la de Sucesión
de Felipe V, se construye en el año 1629 una nueva muralla que se refuerza
entre los años 1644 y 1705 para esos fines. No obstante, los restos de esta
última han desaparecido totalmente.
[24]GIBELLO BRAVO, V: El poblamiento islámico en Extremadura,
op. cit, p. 178.
[25] Según PUBLIO HURTADO, que nos
ofreció una reconstrucción aproximada e ideal de la mezquita de Cáceres en su
obra La parroquia de San Mateo de
Cáceres y sus agregados. Cáceres, 1918, p. 13.
[26] Vid. PIZARRO GÓMEZ, F. J: Cáceres, paisajes urbanos de Extremadura.
Cáceres, 2002, p. 26. Diversas fuentes históricas confirman que Cáceres tuvo un
alcázar y que fue derribado por orden de Pedro I en el año 1367, del cual aún
se conserva el aljibe en el actual Museo Arqueológico Provincial. Vid. PAVON
MALDONADO, B: Tratado de arquitectura
hispano musulmana I. Agua (aljibes, puentes, acueductos, jardines, desagües
de ciudades y fortalezas, ruedas hidráulicas, baños, corachas). Madrid, 1990,
p. 33; PAVON MALDONADO, B: “Arqueología
musulmana en Cáceres”. Revista Al-Andalus,
vol. XXXII, fasc. 1, 1967, p. 183;
MELIDA, J. R: Catálogo Monumental
de España. Provincia de Cáceres, Madrid, 1924, pp. 233-239.
[27] MOGOLLON CANO-CORTES, P: El mudéjar en Extremadura. Salamanca,
1987, pp. 139-140. PAVON MALDONADO, “Arqueología musulmana en Caceres”, op.
cit., p. 205.
[28] VALDES FERNANDEZ, F: “el urbanismo
islámico de la Extremadura leonesa: Cuatro pautas de desarrollo”. En Genèse de la ville islamique en al-Andalus
et au Magreb Occidental. Madrid, 1998, pp. 172-179; VALDES FERNANDEZ, F:
“Urbanismo islámico en la raya de Portugal”. Jornadas de cultura hispano portuguesa. Madrid, 1999, pp. 227-254.
[29] MARQUEZ BUENO, S y GURRIARAN DAZA,
P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos, formales y
funcionales”, op. cit., p. 66.
[30] MARQUEZ BUENO, S y GURRIARAN DAZA,
P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos, formales y
funcionales”, op. cit., p. 66.
[31] Archivo Municipal de Cáceres.
Libro de acuerdos, 1751-1754, 27 de noviembre de 1751 “Real Facultad concedida
a esta villa para demolición de las murallas”.
Ordenanzas municipales para la ciudad de Cáceres, aprobadas por el Sr.
Gobernador Civil en 7 de abril 1891. Imprenta librería y encuadernación de
Nicolás M. Jiménez, p. 57, donde se especifica la permisividad para la demolición
de murallas. Vid. SALAS MARTIN, J: “Las murallas romanas de Cáceres”. Actas de las II Jornadas de Metodología y
Didáctica de la Historia (Historia Antigua). Cáceres, 1984, pp. 140-150.
[32] El Ayuntamiento de Cáceres acordó
el día 26 de junio de 1914 derribar “un
trozo de la muralla romana y árabe que amenazaba ruina, por estar socavada y a
ver desprendimiento de piedra durante muchos años sobre los corrales de casas
de la calle del Postigo y esto en una amplitud de 12 m…, como la muralla forma
una de las de la calle llamada del Adarve de Santa Ana quedaría rota la línea
del muro”. Hubo muchas protestas como la de la Comisión de Monumentos y
algunos investigadores locales. El Bloque del 23-V- 1914; en El Reformista,
25-VI- 1914; Diario de Cáceres el 27-VI- 1914 y 7-VII- 1914.
[33] Nombre que ya encontramos en el
año 1592 en una escritura que nos fija la situación de la Torre del Horno y la
diferencia de la torre de la Yerba: “Pedro
Hernández Vázquez, armero, vecino de Cáceres reconoce a favor de Leonor Espadero,
un censo sobre la casa que tiene en la colación de Sr. San Juan arraval desta
villa a do dizen las peñuelas, la qual casa linda con casa de Alonso López
cerero y con casa de Sancho Martyn, sastre, y por las espaldas alinda con el
muro desta villa y con la torre que dizen del horno”. Archivo de
Protocolos, Juan Romero, 17 de marzo de 1592. Archivo Municipal de Cáceres.
[34] Vid. MELIDA, J. R: “Murallas de
Cáceres”. en Boletín de la Real Academia
de la Historia, XCVII, Madrid, 1930, pp. 5-8.
[35] Biblioteca Nacional. Sección de Mss, núm. 430.
[36] FLORIANO CUMBREÑO, A: Guía histórico artística de Cáceres. Diputación Provincial de
Cáceres, 1952, p. 94.
[37] según Tomás Pulido y Pulido esta pintura sería
a imitación de la de la catedral de Sevilla. PULIDO y Pulido, T: Datos para la historia artística cacereña,
Cáceres, 1980, pág. 247. Está clara esta versión de Pulido pues en la escritura
de obligación firmada por el pintor ante
Diego Pacheco en Cáceres a 23 de octubre de 1547 así lo expresa: “Sepan quantos la presente escritura de
obligación vieren como yo Lucas Holguyn, pintor e vezino que soy de la noble
villa de caçeres digo que me obligo por mi persona e bienes presentes e futuros
de pintar e que dare pyntada en el
frontispicio de la capilla questa hecha sobre la puerta nueva de la dicha villa
una imagen de nuestra señora que ymite a la de lantigua de nuestra señora de la
cibdad de Sevilla con dos angeles que la estén coronando todo de pinzel e
colores al fresco..”Archivo Histórico Provincial, leg. 4110, foñl. 214 vº.
[38] “…. escrivano
se avia obligado de hazer una ymajen de nuestra señora que ymitase a la ymajen
de nuestra señora de lantigua de la cibdad de sevilla, la qual e otras ymajenes
e armas e cosas avia de hazer e pintar sobre la puerta nueva de la dicha villa
e por çierto presçio de mrs. e hanegas de trigo segund se qontiene en la dicha
escriptura de obligación a la qual se rrefirio que agora añadiendo fuerça a
fuerça, e contrato a contrato se obligava e obligo por su persona e bienes que
juntamente con él començara e acabara la dicha obra lesmes az(..)maestro pintor
que al presente estava en la dicha villa e yo el dicho lesmes az (..) no alçare
mano e sino acabare la dicha obra que quiere quel dicho señor corregidor a su
costa enbye de Sevilla o de otra qualquier parte que quysiere por maestro que
haga e acabe..” Archivo Histórico Provincial, leg. 4110, fol. 234.
[39] “….y asi
mismo doy fee que con ocasión de aber benido a esta Villa un Maestro de Obras
llamado Churriguera, el que bino de orden del conde de la Enjarada, cuya es la
obra que yntenta hazer, a reconozerla y abiendola tomado por su quenta se
demolienron dos varas y media más de la Muralla en lo largo y de alto abajo por
la puerta del Adarve correspondiente a los corrales de Joseph Mayoralgo, de
forma que a quedado la rotura de la muralla por donde estava la puerta de la
villa y Nicho de Nuestra Señora de la Estrella….” (12 de agosto de 1726,
copia del Expediente del Archivo Histórico Nacional, leg. 35, p. 11.). Cit.
VELO Y NIETO, G: El Arco de la Estrella (Cáceres, siglo XVIII). Cáceres, 1960, p.
39.
Declaración de los maestros de obra, copia del Expediente del Archivo Histórico
Nacional, leg. 35, pp. 54-56.
[40] “EL AÑO DE 1726 / SE EDIFICO ESTA PVERTA /
NUEV. DE ESTA M. N. Y L. VI / LLA DE CAZ. SIEND. CORREG. / DN. FRAN. DEL
CASTILLO Y DE LA / CONCHA A EXPENSAS / DE DN. BERNARDINO DE CA / RVAXAL
MOTEZUMA CON / DE FE DE LA ENXARADA / FUE EL MO. MANL DE LARA”.
[41] VELO Y
NIETO, G: El arco de la Estrella
(Cáceres, siglo XVIII). Cáceres, 1960.
[42] “para dar un acceso digno al casco antiguo por
el arco de la Estrella y Torre de Bujaco, y mediante una reducción en la altura
se logrará el poder admirar la Torre de los Púlpitos desde la Plaza Mayor”.
Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares
IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
[43] GONZALEZ VALCARCEL, J. M: “Treinta años de
restauración monumental en Cáceres”. Revista
de Estudios Extremeños, tomo XXVI, número 2, Badajoz, 1970, p. 273 y ss.
[44] GONZALEZ VARCARCEL, op. cit., p. 280.
[45] Ministerio de Cultura. Archivo General de la
Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384. Proyecto de
obras urgentes en las murallas de Cáceres.
[46] Ministerio de Cultura. Archivo General de la
Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.proyecto de
obras de conservación de las murallas de Cáceres.
[47] MOGOLLON CANO-CORTES, P: La
restauración monumental durante la posguerra en Extremadura y la dirección
general de Bellas Artes, 1940-1958. Cáceres, 2011, p. 94.
[48] Ministerio de Cultura. Archivo General de la
Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
[49] MOGOLLON CANO-CORTES, op. cit., p. 95.
[50] Ministerio de Cultura. Archivo General de la
Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000.
[51] GONZALEZ VALCARCEL, J. M: “Treinta años de
restauración monumental en Cáceres”, op. cit., pp. 280-281.
[52] Ibídem, p. 274.
[53] V.V.
A.A.: Extremadura restaurada. Quince
años intervenciones en el Patrimonio Histórico de Extremadura. Salamanca,
1999, p. 62.
[54] SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, C: “Las murallas de
Cáceres. Excavaciones y novedades en la Ronda de Mira al Río”. Actas de las Jornadas de Arqueología urbana
en Cáceres. Investigaciones e intervenciones recientes en la ciudad de Cáceres
y su entorno (editor, primitivo Javier Sanabria Marcos). Memorias del Museo
de Cáceres, Cáceres, 2008, pp. 233-246.
[55] SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, op. cit., p. 234.
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