sábado, 30 de diciembre de 2023

 

La Escultura funeraria en Extremadura. El culto a los antepasados en la Historia de Extremadura

 Autores: José Antonio Ramos RubioJosé Luis Pérez MenaÓscar de San Macario

Editores: Tau Editores, Cáceres, 2023.

Este libro trata sobre el fenómeno funerario extremeño con una visión completa, desde la Prehistoria hasta la realidad más próxima, con una clara labor de investigación, trabajo de campo, identificación, contextualización e interpretación de las obras y piezas, no siempre fáciles de contextualizar por la carencia de información, pero que el autor ha sabido analizar con éxito y constancia. Dentro de cada uno de los períodos históricos, hay un capítulo inicial de análisis, que recoge y da forma a lo recolectado en el segundo, en forma de catálogo, donde se describe de forma pormenorizada cada resto funerario, y se interpreta desde el punto de vista del autor los puntos más controvertidos. También, se analiza el mundo de las mentalidades y del pensamiento mágico-religioso en los que se basa la ritualidad y costumbres funerarias que dan lugar a estas esculturas funerarias o monumentos fúnebres.

La historiografía artística de Extremadura se viene consolidando en los últimos años gracias a una serie de estudios construidos con rigor científico. La escultura funeraria extremeña adolece aún de investigaciones. Este desinterés proviene del desinterés que ha tenido en nuestra región el mundo funerario no sólo en la Prehistoria sino también en otras épocas de la Historia.

 

 


viernes, 15 de diciembre de 2023

 

DEPOSITOS DE AGUA DURANTE LA DOMINACIÓN MUSULMANA EN TRUJILLO: ALJIBES Y ALBERCA

 

El castillo de Trujillo se asienta sobre una elevación del terreno a una altura media de 584 m. y con unas coordenadas geográficas de 39º 27" 44" lat.N. y 2º ll" 43" long. W. de la Hoja 7O5 del Mapa Tipográfico Nacional, esc. l/ 50000. Teniendo en cuenta su nombre Turcalion, celta; Turgalium, romano; o Turaca, por su posición sobre un promontorio, su origen se remonta a un pequeño castro integrado en el espacio vetton, que evolucionaría con la romanización hasta constituirse en cabeza de prefectura dependiente de Augusta Emérita. El núcleo urbano se erige como lugar central respecto a su territorio y ubicado dentro de la penillanura dominada por elevaciones con el cerro “Cabezo de Zorro” sobre el que se asienta en castillo en un batolito granítico, lo que le confiere una posición preeminente y estratégica con respecto al resto de su territorio.

El castillo de Trujillo es de origen árabe. La presencia de la cultura musulmana en Trujillo surge a raíz de la expansión llevada a cabo por el general Musa b. Nusayr desde que el 30 de junio del año 713 se apoderara de Mérida (la más importante ciudad de Hispania durante el Bajo Imperio y la mayor concentración urbana del reino visigodo de Toledo). La incorporación de toda aquella extensa porción geográfica al nuevo estado islámico hubo de producirse de modo gradual y sin demasiadas alteraciones.  No es de extrañar, por lo tanto, la reutilización de las grandes cercas romanas, tal y como ocurriera en Trujillo o en Mérida, para el asentamiento musulmán.

       A comienzos del siglo IX tuvo lugar uno de los períodos más turbulentos con una serie de alzamientos contra la autoridad central de Córdoba y tuvo como consecuencia política palpable la disminución progresiva del protagonismo de las ciudades de Trujillo y Mérida y, a la larga, su casi total anulación como centro administrativo de importancia.

Con independencia de los motivos desencadenantes de tan repetidos incidentes, las rebeliones emeritenses y su reflejo en continuas incursiones en Trujillo se veían favorecidas por la especial situación estratégica de ambas ciudades -emplazadas en el centro de una importantísima red de comunicaciones-, la calidad de la muralla romana y las facilidades de abastecimiento de agua.  Todo ello las hacía casi invulnerables ante cualquier ejército no provisto de máquinas de asedio y de un eficaz apoyo logística.  En el caso de Mérida, pieza clave en todo el sistema defensivo era el puente.  Su interrupción obligaba a cualquier agresor a cruzar el anchuroso cauce del río Guadiana por algún vado próximo y eso resultaba casi imposible la mayor parte de los meses del año.

El camino para tener sometidas a Trujillo y a Mérida era controlarlo y evitar su caída en manos de los inquietos maridíes.  En ese propósito ordenó el emir Abd al-Rahman II levantar las Alcazabas de Mérida y Trujillo.

Así pues el nuevo recinto militar, alzado en Trujillo derribando la cerca urbana romana, no estaba destinado en principio a prevenir ataques exteriores.  Su alejamiento de la frontera septentrional no justificaría su construcción sin fijarse antes en otros lugares -Coria, por ejemplo cercanos a las áreas más amenazadas por un peligro exterior.  Su función principal consistía en servir al estado omeya como elemento represivo frente a la ciudad, controlando el acceso a la alcazaba y el -total o parcial- de la población. Abastecimiento de agua, de lo que se deriva la construcción de aljibes.

Ambos recintos –Trujillo y Mérida- reproducen el mismo esquema por su planta cuadrada, por la utilización de torres rectangulares de poco saliente, en los paños, y de otras más grandes, en las esquinas, y por el esquema de puerta con arco de herradura, flanqueada por dos torres.

Es factible atribuir al segundo recinto de Trujillo –el albacar- una fecha semejante a la segunda fase de construcción de la muralla de la ciudad de Cáceres, obra igualmente islámica, representada por una serie de elementos edificados con sillares de granito –a veces reutilizados- dispuestos a soga y tizón. Se accede al mismo por una puerta de arco simple entre dos torres de flanqueo.

El castillo recibió algunas reformas con los imperios africanos (almorávides y almohades. La utilización de la alcazaba de Trujillo en la primera mitad del siglo XII como base de operaciones para los contingentes locales o forasteros periódicamente ocupados en devastar las fronteras cristianas próximas y ese carácter de punto de concentración de tropas hubo de repercutir en la forma y organización de las murallas urbanas y de sus compartimentaciones internas. La revisión de todo el proceso aclara la estructura de las defensas trujillanas. Es muy probable la utilización del albacar como espacio para acantonar tropas en momentos de concentración. Así se explicaría su edificación –en realidad constituye un tercer espacio amurallado, sumado al de la cerca urbana y al de la alcazaba o área de estricto uso militar-, su situación adyacente a la alcazaba- con acceso directo desde ésta y desde la medina. Las tropas foráneas quedaban acuarteladas y defendidas y, a la vez, separadas de las otras dos zonas constituyentes del núcleo urbano, habida cuenta de la noticia del viajero ceutí al-Idrisi que visitó personalmente Trujillo los primeros trece años del siglo XII: “Es grande y parece una fortaleza. Sus muros están solidamente construidos y hay bazares bien provistos. Sus habitantes, tanto jinetes como infantes, hace continuas incursiones en el país de los cristianos. Ordinariamente viven del merodeo y se valen de ardides” (Idrisi, Geografía de España: 177-8. Tex. 186-7).

Extremadura, convertida por motivos de los acontecimientos bélicos en uno de los puntos neurálgicos del extremo norte almohade, se acometió una labor de acondicionamientos y refuerzo general de la frontera, cuya amplitud puede advertirse claramente, fijando las características de sistema táctico establecido por la dinastía africana. Como características principales destaca el tapial, tabiya, como material constructivo; recrecimiento de los muros, utilización de torres más salientes y de módulo más cuadrado que las habituales hasta entonces; incorporación de albarranas, en ciertos casos de planta poligonal, y uso generalizado de puertas en recodo. En  Trujillo es frecuente la presencia de mechinales, cubiertos con enlucidos decorados con falso aparejo de sillares. Las albarranas de Trujillo son todas posteriores al resto de los recintos, de los que se diferencian apreciablemente por su forma constructiva. Las torres de aquellos están levantadas mediante un relleno de piedra y tierra vertida desordenadamente dentro e las caras perimetrales, de aparejo y mampostería bien dispuestos, sistema constructivo característico de lo omeya, por el contrario, para las albarranas se empleó un sistema más cuidadoso, a base de colocar cajas de mampuesto entre lechadas gruesas de una cal muy pura. La técnica es idéntica a la usada en los edificios de tapial y posee sus paralelos más evidentes en Badajoz y Cáceres.

       Nuevas reformas y torres se alzaron después de 1170, cuando Trujillo fue arrancado de las manos del aventurero Gerardo Sempavor, y otras reformas y añadidos cuando las tropas de Alfonso IX amenazaban las Vegas Bajas del Guadiana. Poco sentido tendría, si no, refortificar una alcazaba donde se aunaban unas condiciones defensivas importantes de cara al exterior.

Existen dos aljibes en el recinto principal. Otro, más bien un pozo, se encuentra en el albacar, cercano a la ermita de San Pablo, obra del siglo XVI.

 Los  dos primeros, objeto de este estudio, se hallan adosados y ostentan planta distinta en cada caso. El exterior es geminado y con las claraboyas superiores como único modo de acceso desde la Plaza de Armas del recinto. Está cubierto por bóveda de medio cañón, que a los dístales del eje remata en una nacela remitida y se comunica de un lado  al otro por dos arcos de medio punto peraltados y apoyados en una columna de granito de fuste liso sin basa ni capitel, de 72 cms de altura. En sus lados  Este y Oeste tiene un andén de 2 m. y 2´42 m. de ancho. La longitud es de 9 m. y la anchura de 1´60 m. y 1´70 m. de diámetro y el de los pequeños arcos del andén de 56 cms. y 67 cms. La obra es de piedra y ladrillo. Guarda cierta semejanza con el del castillo del Pinar y el de la Alcazaba  de la Alhambra (Granada).

El aljibe interior es de planta irregular, aprovechando el espacio dejado entre el aljibe anterior y los paramentos exteriores. Tiene escalera de acceso desde la llamada Plaza de San Pablo, que da acceso a un andén. Se divide en 8 cámaras distribuidas en forma de "L". Cada uno de los compartimentos se comunica con el otro mediante arco de medio punto, de 2´10 m. de altura, con estribos para reforzar las paredes contra el empuje del agua. Los dos cuerpos principales del mismo se divide por una nervadura en bóveda. La fábrica es de ladrillo y argamasa. Ambos aljibes corresponden al siglo XIII.

En el año 2002 se ha llevado a cabo la rehabilitación de los aljibes como espacio libre a través de la afirmación de su carácter público (para hacerlos visitables por el turista). Realizándose la reposición de muros, elementos de accesos  en mal estado, de acuerdo a su configuración original, con repaso de los rejuntados en deficiente estado de ejecución

 



EL ALJIBE DEL ALCAZAR DE ALTAMIRANO

 

En la Casa-Fuerte de Altamirano, que probablemente fue Alcázar árabe de la época del Califato, y más tarde fue transformado en palacio señorial de Fernán Ruiz, cabeza de linaje de los Altamiranos y que tan eficazmente contribuyó a la reconquista definitiva de Trujillo, se encuentra un artístico aljibe árabe que se ha puesto en valor desde hace tres años con su apertura al turista.

De este aljibe tenía noticias por referencias documentales en Acuerdos Concejiles (Libros de Actas Capitulares), que se conservan en el Archivo Municipal, donde constan provisiones municipales sobre la limpieza del aljibe de la Plazuela de Altamirano, sobre cómo y cuándo se ha de sacar agua de ellos sobre que se cierren y tapien en tiempos de guerras y probables asedios que pudiera sufrir Trujillo. Previsión esta muy acertada sobre todo para que el enemigo, a su paso por aquí no envenenarse las aguas.

Este Aljibe fue descubierto en 1964 por don Juan Tena Fernández, el entonces Cronista Oficial de la Ciudad. En  calidad de Sub-Apoderado del Patronato de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional dio cuenta del hallazgo a quien jerárquicamente correspondía. El Alcalde don Julián García de Guadiana autorizó  la apertura de la puerta tapiada y mostró un interés decidido por los aljibes. Pero, debido a su mal estado de conservación volvieron a tapiarse, hasta el año 2004 que con motivo de la concesión del Plan de Dinamización Turística se han rehabilitado y abierto al turismo.

Son de tracería árabe, con tres naves sobre muros maestros y sobre arcos sostenidos por pilastras, cubiertos con tres bóvedas  de cañón. Se accede al interior por una puerta en arco de medio punto. Los materiales utilizados: granito en sillar, mampostería y argamasa.

       Las dimensiones son: altura, 10 metros; longitud, 13´15 metros; ancho,12´10 metros; grueso de  pilastras, 0´90 metros, luz de arcos laterales, 3´75 metros; altura 5´50 metros; luz de arcos centrales, 3´85 metros; altura, 5´50 metros.

 


 

LA ALBERCA

 

 

            A escasos metros de este aljibe se encuentra una Alberca árabe. La existencia de agua en esta zona y su utilización tiene lugar en época romana, su uso para baños y riego, cerrando con muros –donde se aprecia el sillar bien escuadrado a soga y tizón y alguna inscripción romana en su fondo como piedra de acarreo- y canalizando el agua excedente hacia el exterior. Hasta el siglo XIX el agua de La Alberca llegaba extramuros al Campo San Juan sirviendo a los abrevaderos del ganado trashumante y local en aquella encrucijada de Cañadas Reales que sigue siendo Trujillo. En la primera mitad del siglo XX seguía vertiendo agua hacia la huerta del Hospital de la Concepción.

 

La Alberca nunca se seca, mana agua por las múltiples filtraciones que tiene la piedra, y tiene doce metros de profundidad. Se han realizado estudios químicos de sus aguas y se ha comprobado que sirven para curar infecciones oculares (conjuntivitis), además después del baño la piel queda muy suave siendo una magnifica terapia que aporta su energía magnífica al equilibrio corporal y por ello es de primordial importancia cuidar su limpieza con máxima rigidez. De ahí, que probablemente fuera utilizada como termas por los romanos.

 

La pieza de cantería que hay tapando su entrada es un sarcófago antropomórfico visigodo del siglo VII d. C., resto de la vieja necrópolis que rodeaba a la iglesia de La Vera Cruz, quedando constancia en su torre espadaña construida con aparejo romano. Al otro lado de La Alberca, tras la torre circular, están los restos de una construcción mozárabe, edificio fortificado que fue el convento-cuartel de los primeros caballeros de Trujillo "Ordo Militum Turijulia", que se unirían al Pereiro, origen de la Orden de Alcántara (entre 1185 que toma Alfonso VIII la ciudad y 1196 cuando perdió la batalla de Alarcos  recuperándola el caudillo almohade Ben Yucef, hasta la reconquista definitiva de la ciudad el 25 de enero del año 1232.

 

 



 

DOCUMENTOS

 

 

ARCHIVO MUNICIPAL DE TRUJILLO

 

  • Carta de los Reyes Católicos sobre las obras de la Fortaleza. En Segovia. Traslado (1503-IX-9) fol.   120v-122v 3/1.
  • Nombramiento de dos hombres para las obras de la fortaleza. En Segovia. Traslado (1503-IX-9) fol.  122v-123v 3/1.
  • Acuerdo: Dinero para la obra de la fortaleza y remate de la misma (1509-II-23) fol. 102v-103-9/1.
  • Acuerdo: Libramiento de dinero para hacer un baluarte en la fortaleza (1509-IV-13) fol. 115-116 -9/1.
  • Acuerdo: Libramiento salario albañil para las obras de la fortaleza (1059-V-11) fol. 123 -9/1.
  • Acuerdo: Libramiento de alcaide para la fortaleza para su reparación (1515-II-16) fol. 148-148v -11/1.
  • Carta de Fernando el Católico al Concejo de Trujillo dada en Abertura para que se tomen cuentas de los gastos efectuados en las obras de la fortaleza de la ciudad. (1516-I-13) fol.542v-10/14.
  • Traslado de cédula de la Reina Dña. Juana para que se paguen 50 mil maravedíes para las obras de la fortaleza (1516-I-13) fol. 543-3/1.
  • Acuerdo de que se libren los 50 mil maravedíes para las obras de la fortaleza (1516-III-15 ) fol 312v-313v-11/1.
  • Acuerdo: Mandamiento de que se escriba una carta al Rey, al Consejo Real, al Procurador de la ciudad y al Regidor sobre la venta de la fortaleza de la misma a "un Grande del Reino a quien la ciudad tiene odio" porque ello causaría un gran perjuicio. (1520-IV-27) fol. 66-66v-14/1.
  • Acuerdo: Se vota a quien se dará la fortaleza y según la cédula de su majestad ni se dará a gran señor ni persona sospechosa ni parcial (1520-v-29 fol. 76-77v-14/1.
  • Acuerdo: Presentación de una cedula donde se estipulan los maravedíes que se destinaran a reparaciones de la fortaleza (1525-VIII-28) fol 16-17 -16/4.
  • Acuerdo: Que se controle la obra que se va a realizar en la fortaleza (1540-VI-11) fol.260-22/2.
  • Acuerdo: Que se repare la fortaleza en el aposento bajo y en otras partes (1541-IX-23) fol.10v-11 -24/1.
  • Acuerdo: Que se mandó hacer un altar a la Victoria (1546-IX-3) fol. 170-26/1.
  • Acuerdo: Que la obra del arco, la bóveda, altar y escalera de Ntra. Sra. de la Victoria la haga Sancho de Cabrera (1547-v-23) fol. 240-257 -26/1.
  • Acuerdo: Libramiento a Sancho de Cabrera del tercio de la obra de la Victoria (1547-VIII--26) fol268v-270v-26/1.
  • Acuerdo: Se nota la necesidad que tiene la fortaleza de reparos (1530-III-8) fol. 265-266 -18/1.
  • Acuerdo Que se ponga la imagen de Ntra. Sra. en la bóveda de la fortaleza entre las dos torres según se apareció cuando la ciudad fue tomando a los moros y según su escudo de armas y que se haga procesión el dia de Ntra. Sra. de Agosto con la imagen que se ha de hacer de piedra y bien lucida y bien dorada y que ese día se corran toros y después se repartan entre la clerecía (1532-IV-21) fol. 123-124-19/1.
  • Acuerdo : Mandando a Diego Duran que haga una imagen de Ntra. Sra.. de piedra para poner en la fortaleza (1531-IV-24)Fol. 124-124v-19/1.
  • Acuerdo: Libramiento a Diego duran para la imagen de Ntra. Sra.. que se ha de poner entren las dos torres (1531-IV-5) -19/1.
  • Acuerdo: Libramiento a Diego Durán por la obra de poner la imagen en la fortaleza (1531-IV-26) fol.  144v -148-19/1.
  • Acuerdo Juramento de tasadores de la obra para asentar la imagen de la Virgen. Los tasadores dicen que están conformes con 14 mil maravedíes (1531-X -16)19/1.
  • Acuerdo: el alcaide de la fortaleza pide que le liben los dos años que le deben de la obra de la fortaleza (1553-V-19) fol. 4-54-20/14.
  • Acuerdo: Libramiento de 50 mil maravedíes para la obra de la fortaleza que es muy necesaria (1553-V-30)20/4.
  • Acuerdo: Que el alcaide de la fortaleza notifique cuando hay que hacer una obra en la fortaleza (1533-XII-22) fol.91-91v-20/14.
  • Acuerdo: Libramiento para reparar el aposento del alcaide en la fortaleza y la escalera por donde suben al homenaje (1585-I-4) fol. 239v-240 -20/14.
  • Acuerdo: Libramiento por la obra de la fortaleza (1536-X-9) fol. 168-170v -21/4.

 

Fuentes documentales

 

 

  • Descripción de Trujillo, según al- Idrisi. Al -idrisi (1974) pp.177 y 178.
  • Las localidades de la cura de Mérida según  Yaqut. Alemany, J, (1919 - 1921) pp.79 a 124.
  • Descripción de Targalo. Al- Himyari (1938), pp 79-80.
  • Determinación de los itinerarios de España. Ibn Hawkal (1971) p.68
  • Nombramiento de nuevos gobernadores según una Crónica Anónima de Abd al Raham III al Nasir. Crónica anónima (1950) p. 158.
  • Principales gobernadores en las tahas del país, según Ibn Hayyan de Córdoba. Ibn Hayyan (1981) pp. 193.
  • Visires y gobernadores según Ibn Hayyan. Ibn Hayyan (1981) pp. 237 y 238.
  •  Referencia de Averroes. Fº 146 Al - Maqqari (1964) C.I appendix  XVII y XVIII.
  •  Noticias de la traición del extranjero Gerardo. "El  Gallego", a parte del país de oeste del  Andalus y sus castillos según Ibn Idari. Ibn-Idari (1963) pp.402 y 403.
  • Noticias de los sucesos de traición del extranjero "Gallego" Giraldo , en las ciudades y castillos de Occidente y del Sur , según Ibn Sahib al Sala. Ibn sahid al- Sala (1969) pp. 137 y 138.
  • Toma de Badajoz  y levantamiento del sitio por Fernando II de León. Captura de Geraldo y entrega de  sus conquestas. Ibn Sahib  al-Sala (1.969) pp. 143 y 145.
  • Conquistas de Alfonso  Enriquez,  según al-Maqqari. Al-Maqqari, (1964) v. II. Libro VIII, capIII , p. 318
  • Sitio de Badajoz - 564 H (1.168-1.169 d. C.) según Ibn Jaldun.
  • Ibn Jaldun (1.938) v. II pp. 198 y 199.
  • Algara de Al- Mansur despues de la batala de Alarcos, segun al-Himyari. Al-Himyri (1938) pp. 18 y 19.
  • Algara de  Al-mansur despues de la batalla de Alarcos, segun Al-Maqqari. Al-Maqqari (1.964) v. IIapp. LXVI
  • Fecha de conquista de Trujillo por los cabaleros de la Ordes de Alcantara. Anales Toledanos, segun Flórez, H. (1.797)  España Sagrada, L. XIII, trat. 4. cap. 7.
  • Chronica Albedense. Gómez Moreno (1932). Las Primeras Crónicas de la Reconquista. El ciclo de Alfonso III. BRAH, pp. 562-628.
  • Epitafio de Muhammad Ibn Sulaiman. 408 H (30 de mayo de 1017- 20 de mayo 1018). Codera, F. (1914) rp. 117 y 119.
  • Cronicón Lusitano. Historia de la Baja Extremadura. Terrón Albarrán, 1979, p. 297. 

 

 

 

 

 

 

                                                          

 

DIEGO FRANCISCO MUÑOZ TORRERO: Cura liberal y padre de la Constitución Española de 1812



 

Diego Francisco Muñoz Torrero fue protagonista esencial del sentimiento de comunidad nacional que se configuró en la España de finales del siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX.

 

Diego Francisco Muñoz Torrero y Ramírez Moyano nació en la villa extremeña de Cabeza del Buey,  el día 21 de enero del año 1761. Nació en el seno de una familia acomodada por vía paterna, mientras que su madre, María Francisca Ramírez Moyano, procedía de una familia humilde. Su padre, Diego Antonio Muñoz Torrero, era farmacéutico (licenciado por la Universidad de Salamanca), poseía tierras y era profesor de Latín, natural de Cabeza del Buey. Fue el primer vástago del matrimonio contraído el 16 de febrero de 1760. Su padrino fue su tío paterno Juan Muñoz Torrero, escribano de número de la villa y de la Real Encomienda, de familia honrada y reconocida en Cabeza del Buey, se los conocía con el sobrenombre de “los regidores”, por haber venido desempeñando cargos municipales años atrás.

Fue un destacado diputado doceañista que a sus cuarenta y nueve años se enfrentó a la Inquisición, un esforzado defensor de la idea liberal y uno de los máximos defensores de la libertad de imprenta, de la abolición del Honrado Concejo de la Mesta y los gremios, los señoríos jurisdiccionales y el mayorazgo.

Fue un hombre de esclarecido talento, de alma generosa y de brillantes cualidades. Cuando tenía doce años de edad, se matriculó en la Universidad de Salamanca, donde residió quince años, concretamente entre los años 1776 y 1790, viéndose impregnado por el ambiente estudiantil de la época, sobre todo, por el reformismo del reinado de Carlos III. El siglo XVIII ha pasado a la Historia como el “Siglo de las Luces”. Allí orientó su formación académica hacia los estudios teológicos y filosóficos, la base de su futura actividad profesional orientada a la carrera eclesiástica.

 

Muñoz Torrero, que había sido rector de la universidad salmantina, cesó en su cargo y decidió dedicarse a la vida religiosa, abandonando la facultad y Salamanca, para trasladarse a Madrid.

 

El XII marqués de Villafranca del Bierzo, Francisco de Borja Álvarez de Toledo y Gonzaga, le ofreció una canonjía en su colegiata, donde permanece hasta 1810 desempeñando el cargo de Chantre de Coro en la Colegiata, aunque viajará continuamente a Madrid acudiendo a los ambientes liberales de la capital, siendo miembro asiduo en las frecuentes tertulias que Manuel José Quintana organizaba en su casa. Una vez que fuera nombrado chantre de la colegiata de Villafranca, allí permaneció hasta que fue elegido representante a Cortes por la provincia de Badajoz, en una sesión que tuvo lugar en la ciudad pacense.          

En el año 1810, la Regencia promulgó un decreto ordenando que se realizasen las elecciones de diputados y que en el mes de agosto se reunieran los nombrados en la isla de León, donde se daría principio a las sesiones. Las ciudades con voto en Cortes y provincias enviaron a sus diputados entre los que se encontraba Muñoz Torrero por Badajoz. Permanecieron abiertas las Cortes generales y extraordinarias entre  septiembre de 1810 y el mismo mes de 1813, donde Muñoz Torrero ejerció un papel muy activo en los trabajos de diez comisiones (Alhajas de las Iglesias, Comisiones del Congreso, Reglamento de las Cortes, Constitución, Honor, Libertad de imprenta, Lista de Empleados, Mensajes, Consejo de la Inquisición y Traslación de las Cortes), siendo la de mayor relevancia su actuación como Presidente, llegando a contabilizar nada menos que 227 intervenciones suyas en las Cortes Generales y Extraordinarias, destacando como un excelente orador.

 

Precisamente, fue quien inauguró con un discurso todos los principios que sirvieron después de base para redactar la Constitución de 1812. Muñoz Torrero se ganó muy pronto una gran fama como orador en las Cortes. Esa intensa labor parlamentaria se completó con sus artículos en la prensa.  Lo que hizo ese día Muñoz Torrero fue una clara declaración revolucionaria, cuando manifestó que los representantes de la nación son los diputados y que en las Cortes formada por estos reside la soberanía; que sin consentimiento expreso de la Nación no hay monarca ni sucesión en el trono; que se debe proceder a la separación de poderes. Un clarísimo ideario revolucionario.

 

A la vuelta de Fernando VII y el golpe de Estado que significaba su Decreto de 4 de mayo de 1814, declarando “nulos y de ningún valor ni efecto” la Constitución y los decretos de las Cortes, Muñoz Torrero fue arrestado en la noche del 10 de mayo, declarado reo e incautándole todas sus pertenencias, entre las que se encontraban interesantes documentos y, en consecuencia, incurso en pena de muerte. A los liberales se los consideraron enemigos, no solo de la soberanía, sino de la sagrada persona del Rey, como refractarios, de nuestra santa religión, como destructores del gobierno monárquico.

El sacerdote de Cabeza del Buey fue trasladado desde la cárcel de la Corona hasta el Convento de franciscanos en Erbón (municipio de Padrón, La Coruña), adonde llegó en los primeros días de enero de 1816, provisto sólo de sus hábitos y algunos libros, condenado a seis años de reclusión allí se dedicó a la oración y a la lectura. Allí permanecería por espacio de casi un lustro (1816-1820).

Tras el levantamiento de Rafael de Riego en 1820 sería nombrado diputado del Trienio Liberal por Badajoz (1820-1823), pero en abril de 1823 entraron en territorio español los Cien Mil Hijos de San Luis, por lo que, probablemente en los primeros días de la segunda quincena de junio, el ex rector de Salamanca salía de Madrid con dirección a Badajoz, donde, protegido por sus amigos y correligionarios políticos, permaneció durante algún tiempo. A comienzos del otoño de 1823, ante el peligro que corría tras la reinstauración del orden absolutista en España, se marchó a Portugal, concretamente a Campo Maior, donde permaneció casi cinco años. Se recrudeció la persecución contra los liberales. Muñoz Torrero decidió huir a Francia. Cuando se disponía a embarcarse desde Lisboa, en el mes de noviembre de 1828, fue arrestado por los miguelistas y encarcelado en la torre de San Julián de la Barra (Lisboa). Muñoz Torrero sobrevivió los cuatro últimos meses de su vida, hacinado entre una celda subterránea que se inundaba con la subida de la marea y sometido a trabajos forzados y vejaciones bajo la dirección del brigadier José María Téllez-Jordán. Falleció a los sesenta y ocho años de edad en San Julián de la Barra (Portugal) el día 16 de marzo de 1829, este buen sacerdote, catedrático y primer presidente del primer Congreso Parlamentario español.

 

viernes, 17 de noviembre de 2023

 

 

EL CONVENTO DE LOS FRAILES DEL CAPUCHO DE LA FINCA DE LOS ARCABUCES EN TRUJILLO

 

 

 En este trabajo de investigación doy a conocer un convento situado a cuatro kilómetros por la carretera de Badajoz, en el término de Trujillo, del cual no existe ninguna referencia escrita ni por parte de historiadores, divulgadores ni científicos. Dicho convento se encuentra en la finca de los Arcabuces según el catastro de rústica. Es una zona agreste, en la bifurcación de dos cañadas y el convento está muy próximo a un riachuelo y a un poblado prehistórico (calcolítico).

 

         Por la investigación llevada a cabo, considero que los principales frailes franciscanos extremeños fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de Melgar y Bobadilla, que fueron los promotores de la Reforma, fundaron de este convento franciscano del Capucho de la finca de los Arcaduces, así como el convento de Ntra. Sra. de la Luz, en el berrocal trujillano.

 

 

LOS ORIGENES DE LA DESCALCEZ FRANCISCANA EXTREMEÑA

 

Entre los frailes extremeños más importantes que llevaron a cabo la Reforma, el mas representativo de todos es sin duda fray Juan de Guadalupe (nació en Guadalupe en 1450), que profesó en el Real Monasterio de Guadalupe como religioso jerónimo y a los pocos años pasó a la Orden Franciscana, donde se distinguió como reformador, lo que le llevó a Roma para proponer al Papa una profunda transformación de su orden ([1]). El no quería estar sujeto al Provincial de Castilla. Tal dependencia,  a su modo de ver, los llevaba fatalmente de la mano al más absoluto anquilosamiento. Mientras permanezca sometidos a un Provincial, todo les será supervisado y fácilmente con criterios opuestos, cualquier Superior  poco amigo de novedades puede impedirles  aquellos rigores y estrecheces  y, los Conventos de Castilla a los frailes reformistas, mezclándolos con los otros y deshaciendo de un golpe la naciente obra.

Desde el convento de Ntra. Sra. de los Ángeles en Robledillo de Gata emprendió camino a Roma. El 25 de Septiembre de 1496, se presentó ante el Santo Padre. Mediante  la Bula Sacrosanctae Militantis Ecclesiae ([2]), por la que Alejandro VI accedía a casi todas sus peticiones, podía  edificar una casa en absoluta pobreza, vivir en ella con seis compañeros, y admitir novicios con tal que prometieran observar la Regla de San Francisco en su mayor rigor y aspereza, pudiendo usar hábito vil y despreciable, con capucho acuminado, tal  como lo llevo el Serafín de la Verna. Y sobre todo –esto era lo más importantes – quedaban exentos de los Prelados de la Orden, tanto Conventuales como Observantes, sujetos tan solo al Ministro General de Roma.

El 27 de Febrero de 1497 consiguen los Prelados de la Orden un decreto del Pontífice ([3]), prohibiendo bajo pena de excomunión a los frailes de la Observancia al paso al movimiento secesionista del religioso extremeño. Equivalía esto a cegar de un golpe el manantial de donde iba a brotar la corriente mas abundante de frailes  con que nutrir la reforma. Pero, no se paró fray Juan de Guadalupe y conseguido el permiso pontificio se trasladó al reino de Granada, donde fundaría varios eremitorios regulados por una regla estricta que le enfrentaría con los frailes observantes de su propia orden. En 1497, el Arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, también franciscano, viendo en peligro la unidad interna de la orden, prohibió a fray Juan de Guadalupe fundar más conventos, por lo que éste se marcharía a Guadalupe para seguir su obra reformadora con nuevas fundaciones franciscanas.

Pero, no se paró ahí, tras muchos esfuerzos y tentativas, logra por su mediación la Bula Super familiam domus ([4]), fechada en Roma  a 25 de Julio de 1499, en virtud de la cual queda facultado para recibir, no ya seis, sino cuantos religiosos  precise -tanto de la Conventualidad como  de la Observancia – los cuales deben pedir  licencia  a sus Superiores  en señal  de respeto, pero podrán  pasarse a los Guadalupenses  aunque les negaran dicho permiso (petita licentia, licet  non obtenta ). Se le concede , además, el título de Custodio  a Fray Juan de Guadalupe, confirmándolo en la sola sujeción al Ministro General, y quedando la reforma  perpetuamente garantizada por el derecho que se otorga a sus frailes  de elegir sucesor, con idénticos privilegios, al fallecimiento de aquel.

Aquel  era, sin duda, el más importante documento dado por el Papa en muchos años a  la Orden Franciscana. En la Bula no se menciona  ningún lugar determinado al que deba adscribirse la fundación, sino que deja  libertad para escoger sitio y ocasión  propicios.

Fray Juan de Guadalupe deseoso de abrir conventos en Extremadura, se pone en contacto con el prelado diocesano en Plasencia, este le informa que otro franciscano natural de Valencia de Alcántara –llamado fray Pedro de Melgar y Bobadilla- quiere fundar un convento en Trujillo, y fray Juan de Guadalupe se pone en contacto con él ([5]).

Fray Pedro de Melgar estuvo primero algún tiempo en la Provincia  franciscana de Santiago, pero añorando su  patria chica, marcho a  Plasencia  donde  contaba  con buenos amigos  que le ayudaría  a realizar  su intento. En efecto,  Don  Gómez  Fernández  de Solís,  Don   Juan  de Chaves  y Don Álvaro de Hinojosa, sus  valedores , se dirigen   en Febrero  de 1498 al Romano  Pontífice  suplicando  facultad  para edificar  un convento  franciscano  en las proximidades de Trujillo, que se deseaba   poner en manos  de religiosos  dispuestos a vivir  la Regla  de San Francisco  con toda  su pureza , sin usar  de privilegios  y mitigaciones ([6]).

Conseguida  la licencia de Roma  pusieron  mano a la obra  y en poco menos de un año quedaba  rematada la edificación. Pero, surge  un  problema  espinoso y molesto. El Concejo  trujillano  estaba  resentido  con los nobles placentinos  por no haberle  dado cuenta  de nada, además los frailes  de la Provincia  de Santiago  trataran  de impedir  que  Fray  Pedro  de Melgar  y se  pusiera al habla con  las autoridades  de Trujillo, el caso  es que  éstas acuden  al Romano  Pontífice  con una  súplica: pretenden  que el Santo  Padre  autorice  la creación  de un Convento  de franciscanos  Observantes  en la villa, y faculte  al Obispo  de Plasencia  para que,  mientras  se construye , proporcione  a dichos  frailes  alguna  casa con  iglesia , cementerio, claustro, dormitorios, refectorio y huerta, que  pueda haber  deshabitada  en el recinto o en sus contornos . La  jugada  era magnifica: el nuevo  Convento estaba  ciertamente  sin habitar  como recién  terminado, pero  no se hace ninguna mención  de él; conseguido el permiso, el Concejo, Gobernador  y el pueblo en pleno  pedirían  que fuesen  Observantes los frailes  que llegaran , y  de este modo  la tentativa  de los nobles placentinos  y de Fray  Pedro  quedaría sin efecto.

La Provincia, sin embargo, los  protege, pendiente  el asunto de Roma, es cuando llega  Fray Juan de Guadalupe a Trujillo y se instala con  la reducida comunidad en dicho Convento el día 24 de Marzo  de 1500, festividad de la Anunciación y le dieron por titulo el de Nuestra  Señora  de la Luz ([7]). Los primeros religiosos que acuden son Fray Juan Pascal, el celebre  predicador  Fray Ángel de Valladolid , Fray  Sebastián  de Paris , Fray Miguel  de Córdoba  y Fray  Francisco  de Fregenal, de los primeros  como columnas  fundamentales  de la Descalcez. Fray Juan  Pascual será  el hábil  diplomático, valedor de San  Pedro de Alcántara.

De momento no creen  oportuno  redactar  unas Constituciones  minuciosas. En todos  alientan  una misma  idea  y es su  espíritu el que  conviene  vivir , condicionado a experiencias  subsiguientes  la redacción  definitiva  de  Estatutos . Eso  si ,  por unaminidad  se comprometen  a guardar  la regla  franciscana  en su mas  estricta  interpretación . Vestirán , como autentico  pobres , un simple  saco  con remiendos  por todo  habito , Irán  totalmente  descalzos , y  resucitaran  el capucho  angulado  que llevo San Francisco  y que abandono  la Orden  en tiempos  ya de  San  Buenaventura([8]).

Y así nacieron en la Alta  Extremadura  estos frailes del Capucho  a quienes  podemos admirar  como propulsores  de las cuatro  grandes  reformas  en que se  asienta  el Renacimiento  franciscano  del siglo XVI.

El 24 de Marzo  de 1500 quedó  instalada la Comunidad  en el Convento  de Nuestra  Señora  de la  Luz  junto a  Trujillo, autoridades  y pueblo  habían  acudido  al Romano  Pontífice  con una  petición  engañosa  para atentar  contra ellos,  movidos  sin duda  por la fuerte presión  de la Provincia  de Observantes  de Santiago. La Bula  “Piis fidelium votis” ([9]), fechada  en Roma  a 31 de Octubre  del mismo año, accedía  generosamente  a las peticiones  cursadas  y , aunque  el Papa  estaba bien  ajeno  de que  con ella  pudiera  perjudicar  a la naciente  reforma , lo cierto es  que los Observantes  de Santiago  tomaran  pie  de la misma  para  gestionar  la expulsión  de los frailes  del Capucho  y adueñarse del Convento.

Se inicia un duro enfrentamiento  entre ambas partes, Fray Juan de Guadalupe  y los suyos  disponen  resistir en el  Convento  trujillano  cuanto sea posible , pero  es  preciso  ver la manera  de erigir  otros Conventos  para  el caso  de que fuesen  arrojados  de la casa madre([10]), tales como los conventos de Villanueva  del Fresno, al que llamó  Convento  del Santo  Evangelio , otro  en Salvaleon; el de  Nuestra Señora de la Luz  de Moncarche  junto  a Alconchel , y el de Arroyo de Mérida  con titulo  de la Madre de Dios .

El propio fray Francisco Jiménez de Cisneros, confesor entonces de la reina católica, y la misma Isabel de Castilla vieron con desconfianza la división entre los franciscanos provocada por el frailes extremeño, escribiendo al Cardenal de Santa Cruz, el también extremeño natural de Plasencia Bernardino de Carvajal, para que instara al Papa que revocara los permisos de fundación y reforma de la Orden de Fray Juan, que llegó a ser procesado por Cisneros en el año 1505 por su contumacia. En septiembre de dicho año moría en Roma cuando esperaba obtener de nuevo el beneplácito papal([11]).

 

 







EL CONVENTO FRANCISCANO DE LA DESCALCEZ EN LA FINCA DE LOS ARCABUCES

 

 

         La descalcez franciscana se inició en Extremadura en 1500. Pretendía –tal y como hemos estudiado- el retorno al espíritu y la letra de la Regla de la Orden tal como la escribió el Seráfico padre San Francisco y mandó observarla en su Testamento, sin dispensas pontificias. La orden franciscana, desde su aparición en Extremadura hasta el siglo XVI, dependía de la Provincia de Santiago de Compostela. Sólo a finales del siglo XV se empiezan a levantar algunos conventos de la Custodia de los Ángeles, fundada en 1489 y elevada a provincia en 1517, en tierras extremeñas que dan su obediencia al provincial de Castilla y después al ministro de la Provincia de los Ángeles.

         Los franciscanos proyectaran las dos tendencias de concebir la espiritualidad que marcarían en la Orden: la conventualidad y la observancia, que en 1517, por disposición del papa León X, solicitada por la Orden, quedaron admitidas como dos órdenes distintas: de los frailes menores conventuales y Orden de los frailes menores de la observancia de San Francisco.

         Dentro de la Observancia surge la reforma más importante de la orden: la descalcez franciscana promovida por fray Juan de Guadalupe en 1500 y que será continuada por San Pedro de Alcántara en 1557. Surgiendo eremitorios en los descampados (viene de eremus, desierto). Extremadura será el centro de la descalcez, siendo sus principales conventos el de Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo, Ntra. Sra. de la Luz en Moncarche –Alconchel- y Montesión en Salvaleón. Considero que el convento que vamos a describir situado en la finca de los  Arcaduces de Trujillo es un convento franciscano descalzo por sus características arquitectónicas, elementos constructivos, ubicación, período de construcción y porque su estructura cumple con las disposiciones de las ordenanzas provinciales para los descalzos ([12]). Además, un dato importante, en los mojanos cercanos se conservan restos de molduras con el típico cordón franciscano.

 

         Los frailes edifican el conventito en la misma tierra de Trujillo a escasos kilómetros del de Ntra. Sra. de la Luz, en la finca pública de los Arcabuces, próximo a un riachuelo y en la encrucijada de dos cañadas. He estudiado las investigaciones llevadas a cabo por Juan Bautista Moles, fraile que nació en Nápoles en 1542 y vino a España en 1557, llegó a Coria con la familia del Duque de Alba, que fue su gran valedor. En los conventos de San Miguel de Plasencia, Coria y Belvis, tuvo acceso a la documentación franciscana de los siglos XV y XVI, dejándonos su Memorial de la Provincia de San Gabriel que editó en 1592 ([13]).

         En Trujillo se había fundado el convento de descalzos en 1500 aprovechando una ermita existente como capilla conventual bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz (en la iglesia de San Francisco se conserva la talla románica de la Virgen con el Niño), cuando la provincia de San Gabriel era solo la custodia del Santo Evangelio. Pero este convento fue destruido por los padres de la familia de la Observancia durante las luchas contra los Descalzos y no se había intentado reedificar después ([14]). Los descalzos sí intentarían hacer una nueva fundación dentro del casco urbano. Para conseguir más fácilmente la autorización se intentaba disfrazar la fundación de simple traslado del convento cercano de San Juan Bautista de la Viciosa a Trujillo, pero tropezó con la negativa del Ayuntamiento, según las Actas Capitulares ([15]), hecho que no se consiguió hasta 1603. Cuando doce principales de la ciudad de Trujillo se dirigieron al padre General provincial reunidos en Capítulo Provincial de Las Brozas, ofreciéndoles su apoyo y con beneplácito del obispo de Plasencia D. Pedro González de Acevedo, que les cedió la ermita de Santa María Magdalena, extramuros, pero junto a al ciudad para la fundación del convento. El día 26 de enero de 1603 tomaban los frailes posesión de la dicha ermita de manos del obispo y en nombre de la Provincia Fr. Andrés de Plasencia, antiguo Provincial y actual Definidor, los moradores de esta casa fueron los frailes del convento de la Viciosa que vinieron, clausurándose entonces el otro convento([16]). Pero, qué lugar ocupa el convento de nuestro estudio situado en la finca de los Arcabuces. Si en 1506 abandonan el convento de la Luz. En el capítulo 2, pp. 16 vº nos refiere lo siguiente tras la visita que realizó fray Pedro de Melgar a Roma ante el Papa para solicitarle licencia para construir conventos: “El Papa concibió en su ánimo deseo de favorecerlos, teniendolos como verdaderos hijos del glorioso padre nuestro san Francisco, de quiera era devotisimo, y asi mismo de toda la orden, les dio nuevas letras y Breve para que de nuevo edificasen casas y fuese custodia como de antes, haciendo della prelado al religioso varon fray Pedro de Melgar, autorizando todo lo que el ministro general avia hecho y confirmando en custodio al sobredicho. El qual contentisimo se volvio con sus compañeros a España y llegados a sus casas (conventos) hallaron que los padres observantes les avian derribado las casas de junto a Truxillo, Villanueva y Salvaleon. Por lo qual se recogieron en nuestra Señora de la Luz, y la de Trujillo no osaron reedificarla por aver en la dicha ciudad convento de la orden (se refiere al de la Luz)”.

         Este dato es crucial, dado que el convento de la Luz se funda en 1500 y se destruye en 1506, que el convento de la Magdalena no se funda hasta 1603 –tal y como hemos estudiado-. ¿Dónde habían vivido fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de Melgar con los otros frailes descalzos en los años finales del siglo XV y principios del siguiente?

         El único convento franciscano descalzo que existía masculino en Trujillo podría haber sido el de la finca de los Arcabuces, y sería el que encontró fray Pedro de Melgar destruido por los Observantes cuando llegó a Trujillo y tuvo que refugiarse en el de la Luz, que había sido fundado en 1500-, tal y como nos refiere Juan Bautista Moles. Hemos de tener en cuenta que son los frailes Observantes y no los Descalzos los que vivían en el Hospital de la Caridad y se trasladaron al convento de San Francisco en Trujillo en el solar de la mezquita extramuros, según la Crónica de la Provincia de San Miguel de la Orden Franciscana escrita por fray José de Santa Cruz en 1671 y según las provisiones reales en los primeros años del siglo XVI y Facultad de Fernando el Católico para que el Concejo de Trujillo pueda dar al guardián del convento de San Francisco 50.000 marvedíes para comprar el solar de la Iglesia y Huerta de dicho convento. En Segovia a 21 de agosto de 1505([17]).

         El convento está situado en la vertiente de un pequeño cerro que rebaja en su descenso hacia un riachuelo, lugar agreste. El convento no tiene grandes dimensiones, está construido con gruesas paredes de mampostería, utilizando escasamente la piedra sillar en los dinteles y jambas de las puertas de acceso al mismo y a la huerta, las columnas del claustro y las escasas ventanas y rosetón que aún se conservan.

 

         Se accedía por una puerta en el lado Sur que aún conserva el hueco de la tranca, se encontraba en el interior la portería, seguidamente en el lado Oeste estaban las celdas que aún conservan las ventanas pequeñas, estrechas hacia el exterior –son en forma de aspillera, sin rejas ni puertas y su estrechamiento servía para evitar que penetraran las distintas alimañas del campo- , y al otro lado, el de profundis y el refectorio. De frente al pasillo de la entrada principal (porque existió otra entrada Norte) estaba el claustro formando un cuadrado que tenía –a disposición de las basas que aún se conservan como testigos- tres columnas por cada lado, los arcos debían ser de medio punto. Próxima al claustro en dirección Oeste estaba la sacristía pequeña y la capilla, conservando aún un sencillo rosetón, de magnífica factura. En dirección Este al claustro estaba la cocina –existe un pozo cegado- y otras dependencias. En el huerto existen dos piezas de granito que pudieran haber sido fregaderos primitivos con su desagüe. Frente al convento se encontraba el huerto del convento, que aún conserva su magnífica entrada. Todo con la máxima sencillez y materiales pobres para que “en nuestros edificios resplandezca toda pobreza, aspereza y vileza” ([18]). En estos conventos franciscanos el arte grandioso brilla por su ausencia, la grandiosidad hay que buscarla en la sencillez. La legislación de Villacreces y de los Descalzos era clara a ese respecto “ninguna pared de las casas, aunque sean fuertes, sean de cantería labradas, y toda madera de la casa sea tosca y no labrada a cepillo” ([19]). Otras de las ordenanzas hacían referencia a las medidas que debían tener las dependencias, que en este convento trujillano se cumplen totalmente, recogemos de fray Martín de San José las siguientes ordenanzas para los descalzos del siglo XVI: “Ordenamos que las casas que de aquí en adelante se tomasen, sean pobres y pequeñas, queremos que las iglesias sean pequeñas, que no tengan de ancho más de ocho pies y de largo tres tantos, y no se tenga respecto a los que puedan venir a ellas para que por eso se hagan mayores, salvo si sus moradores tuviesen cerca nuestras casas y no tuvieran iglesia… El cuarto a donde ha de estar el refectorio y los demás de la casa, tenga ocho pies a lo menos de ancho y nueve a lo más. Y en ellos se reparta la sacristía, portería y una enfermería…Los tránsitos de toda la casa, bajos y altos de las celdas, tengan tres pies y medio de ancho. ..En los altos de estos cuartos se hagan celdas y sean de siete palmos de vara y las camas de siete pies…, los atajos y tabiques sean de ladrillo o adobes (aún se conservan entre las piezas de mampostería múltiples ladrillos). Tengan todas las piezas alacenas con puertas (en los muros existen los vanos de las alacenas, concretamente en la dependencia que hemos considerado como cocina y en las celdas).. Ninguna casa tenga más de ocho celdas y las puertas tengan dos pies de hueco y seis de alto y los cuartos desde el suelo hasta el maderamen pies y medio, y siete a lo más. La iglesia tenga de alto lo mismo que la casa, porque sea toda cuadrada y de un alto” ([20])

 



[1] Hipólito Amez Prieto: Los Descalzos de San Francisco en Extremadura desde fray Juan de Guadalupe a San Pedro de Alcántara, en “San Pedro de Alcántara, hombre universal”. Congreso de Guadalupe, 1997, pp. 113-222.

[2] Bullarium Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris Observantiae Discalceatorum (Madrid, 1744), tomo I, part. I, pág. 13-15.

[3] Op. Cit., p. 15-18.

[4] Ibidem, tomo I, part. I, págs. 20-25.

[5] Fr. Juan Baptista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel (Madrid, 1592), cap. X, fol. 42 v.

[6] Waddingo: Annales Minorum. Tomo XV, año 1498, pá. 167.

[7] Fundado en 1500 y destruido en 1503. Ramos Rubio, José A.:: "Aportaciones documentales del convento de Ntra. Sra. de la Luz de Trujillo" . XXI Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo entre los días 22 al 27 de septiembre de 1992.

Ramos Rubio, José A..: "Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo. Orígenes y proyección del franciscanismo en Extremadura". GUADALUPE, año 1991, núm. 709, pp. 24-27.

 

[8] Zacharias Boverio: Annales Fratrum Minorum Capuccinorum (Lugduni, 1632), tomo I, p. 34. Waddingo, op. Cit, tomo I, pág. 47 y tomo VII, pág. 95.

[9] Bullarium Discalceatorum. Op. Cit., tomo I, part. I, pp. 26 ss.

[10] Fray Juan de Santa María en su Chronica de la Provincia de San Joseph (Madrid, 1615) y a Fray Juan de San Bernardo: Chronica de la vida admirable del s. Padre Pedro de Alcántara (Nápoles, 1667).

[11] Gonzaga: Crónica General Latina. Part. I. pág. 62. y Waddingo, op. cit., tomo V, pág. 257.

[12] Véase Francisco de Madrid: Bullarium Fratrum Minorum Sancti Francisci strictioris Observantiae Discalceatorum. Madrid, 1744, t. I, p. 7. Juan de Trinidad: Crónica de la provincia de San Gabriel de frailes descalzos de la apostólica orden de los menores y Regular Observancia, de nuestro Seráfico padre San Francisco. Sevilla, 1652, cap. XLIX, lib. 2, p. 450. Angel Uribe: “Espiritualidad de la descalcez franciscana”, en ARCHIVO IBEROAMERICANO, 85-86, 1962, p. 148. Martín de San José: Primera parte de la historia de los padres descalzos franciscanos, Arévalo, 1644, libr. I, cap. 6, pp. 36-39.

[13] Juan Bautista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel, 1592. Reproducción facsimilar por Publicaciones de Archivo Ibero-Americano, colección Crónicas Franciscanas de España. Madrid, editorial Cisneros, 1984.

[14] Trinidad, en su Crónica de la Provincia de San Gabriel, op. cit., I. c. 735.

[15] Barrado Manzano, A: Algunas Actas Capitulares, A.I.A., 79 (1960), pp. 350-354.

[16] J. Trinidad, op. cit.,tomo I, c. 737

[17] Archivo Municipal de Trujillo. 1-2-70-1.

[18] Uribe, Angel: “Espiritualidad de la descalcez..”, op. cit., p. 148.

[19] Uribe, op. cit., p. 148. Juan de Santa María: Crónica de la provincia de San José. I parte, libr. I, cap. VIII, fol. 45.

[20] Martín de San José: Primera parte de la Historia de los padres descalzos franciscanos. Arévalo, 1644, libro I, cap. 6, pp. 36-39.