LOS REYES CATÓLICOS Y TRUJILLO
Los Reyes Católicos tuvieron una estrecha
relación con nuestra ciudad, ocupando un primerísimo plano en varios acontecimientos
entre los años 1474-1480, cabe citar: el famoso "Tratado de
Trujillo", que cerró el enfrentamiento contra los portugueses en la
batalla de la Albuera, y cómo la lealtad de Trujillo para con Isabel fue
premiada con la construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y
San Miguel, las Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el artístico Rollo;
las exequias por Juan II de Aragón, en la parroquia de Santa María la Mayor. En
un total de siete veces estuvieron los Reyes en Trujillo, según la documentación
existente en el Archivo Municipal de Trujillo, en Crónicas y en documentos del
Archivo Diocesano de Badajoz, Histórico Nacional de Madrid y en el Archivo de
Simancas, firmados por los mismos monarcas.
La formación del Imperio español corresponde a la época
de los Reyes Católicos. Como ya hemos indicado, vivían
en Trujillo Fernando e Isabel,
en el palacio de Luís de Chaves,
cuando acordaron unificar sus
reinos y llamarse en lo sucesivo Reyes de España. Luego, para evitar
suspicacias entre los vasallos, vino aquel lema “Tanto Monta”. En
Extremadura fue concebida, recogen algunas crónicas, la unidad de España.
También aquí se puso punto y final a su reinado y a su época, en Madrigalejo, al sur de la provincia de
Cáceres, falleció Fernando el
Católico el 23 de enero de 1516. Entre Trujillo y Madrigalejo, infinidad
de localidades, porque los Reyes Católicos cruzaron sin cesar las tierras
extremeñas entre los años 1477 y 1479, además de volver en posteriores
ocasiones, sobre todo a Guadalupe.
La relación de Isabel con Trujillo surge cuando no era
más que Princesa, como lo atestigua la siguiente carta dirigida a Luis de
Chaves, por don Juan Duque de Estrada (Manuscrito de la Biblioteca Nacional. Z
89), "La Princesa. Sabed que por la gracia de Dios soy alumbrada de una
Infanta he por su inmensa bondad quedé bien dispuesta de mi salud, lo cual por
la confianza que de vos tengo, que deseáis mis servicios y prosperidad, acordé
facervos lo sabe, como es razón, con Juan de Castañoso, mi aposentador,
llevador de esta, el qual me dio por merced le mandase dar para vos cerca de
ello, porque soy bien cierta habréis dello placer. De Dueñas a dos de octubre
de 1470.-Yo la Princesa.- Por la Princesa- Alfonso Dávila".
A la voz de "Castilla por el rey Don Fernando y la
reina Doña Isabel" fue levantado el estandarte real. Ni uno solo de los
grandes señores de vasallos, dueños de villas y castillos, que se jactaban de
quitar y poner reyes, estuvo presente; sólo algunos caballeros, menestrales y
labradores. Había pasado la hora de los ricos hombres y comenzaba la de la
burguesía, pequeña nobleza y los letrados.
El escudo de los reyes presentaba desde entonces las armas alternadas de
Castilla, León y Aragón-Sicilia, bajo el águila de San Juan.
Su fin principal era constituir un fuerte estado
reuniendo las cuatro monarquías cristianas de la península y el reino musulmán
de Granada.
En cada ciudad –como en Trujillo- convivían tres
religiones: cristianos, moriscos y judíos. Y cada uno de los grandes señores
tenía a su alrededor infinidad de parientes, escuderos y mesnadas que asolaban
las tierras. En perpetua lucha entre sí, acostumbrados a seguir actuando por su
cuenta, convertían en campos de batalla pueblos y ciudades, obligando a pagar
regularmente a los pueblos un impuesto contra el que, en ocasiones, se alzaban
sangrientas revueltas.
En el año 1468 con el objeto de cortar ciertas
diferencias que habían surgido entre el Duque de Alba y el Conde de Miranda,
los Reyes Católicos visitaron al primero en Alba de Tormes, pasando desde allí
a Béjar a ver al Duque por la muerte de su esposa doña Leonor de Pimentel y
reconciliarse al mismo tiempo con su nieto y sucesor don Álvaro de Zúñiga.
Siguen desde Béjar con dirección a Guadalupe en los primeros días de Abril y su
permanencia en el Monasterio duró hasta el 23 en que marcharon a Córdoba, no
sin antes pasar por Trujillo.
La mayoría de los historiadores modernos y antiguos,
entre los que se encuentra Francisco de Hinojosa, con su obra Extremadura en el siglo XV[1],
coinciden en afirmar que en el año 1474, era señor de Trujillo don Diego López
Pacheco. Enrique IV le encomendó que cuidase a su hija la Beltraneja. Las
Cortes aclamaban a la hermana del rey, doña Isabel; más con la tercería de don
Diego, se concierta en Trujillo el enlace de doña Juana la Beltraneja con el
rey de Portugal, Alfonso V. Acudieron al festejo el 1 de mayo del año 1475
seiscientas lanzas y mil infantes, para reforzar la guarnición del castillo.
Don Luis de Chaves fue fiel servidor de Isabel, a su lado se pusieron también
Alonso de Monroy y su hermano "El Bezudo", cuyas espadas eran las más
temidas de Castilla. La Beltraneja marchó a Plasencia para tener más seguridad
en sus desposorios. Precisamente, Gonzalo Fernández de Córdoba, defendió los
derechos de Isabel contra la Beltraneja.
Fue eficaz la presencia de soldados trujillanos a favor
de los reyes en los primeros días de su reinado, conteniendo en la frontera a
los portugueses, mientras ellos los aniquilaban en los campos de Zamora y Toro.
Influyeron eficazmente en el resultado de aquella guerra, y con notable ventaja
para las armas castellanas, el Comendador de León y Diego Ramírez de Segarra,
se apoderaron de la fortaleza de Nodar; el famoso Clavero de Alcántara D.
Alonso de Monroy, que conquistó la plaza de Alegrete. Uno de los más destacados
hombres que colaboraron estrechamente en la unidad de Castilla fue el
trujillano Luis de Chaves (en cuyo palacio de Trujillo pernoctaban los monarcas
católicos durante sus estancia en la ciudad). Es muy explícita la siguiente carta
que envía el Rey a Luis de Chaves por la
muerte de sus hijos: “Vi vuestra carta y he habido con ella mucho enojo por
la muerte de vuestros hijos y por saber el estado en que están las cosas de
aquessa ciudad y sed cierto que yo proveyera en ello luego, como cumplía a mi
servicio e a la paz y reposo de aquessa ciudad, si non fuera porque la
Serenísima Reina ni muy cara e mi muy amada mujer, llevó cargo de proveer en
ello cuando pasó allende de los Puertos, y todos los mensajeros que sobre este
caso me han venido, los he enviado a ellas sobre lo que traían: bien creo que
cuando este llegare sabréis lo que se ha hecho sobre ello, y si no fuere
proveído tornazme a escribir sobre ello que yo paso allende de l9os Puertos a
me juntar con la dicha Reina, y allí proveerse a como a mi servicio y al bien
de aquessa Ciudad cumpla. De Medina del Campo 27 de diciembre 1476.- Yo
el Rey- Por mandato del Rey- Gaspar de Ariño." El Rey concedió a
Chaves, en pago de su servicio, el juro y acotamiento de los 30.000 maravedíes
de renta que se daba a los Grandes y Ricos- homes y privilegio perpetuo y otras
muchas mercedes, que se guardan en el archivo de esta noble familia, según
Duque de Estrada.
La batalla entre España y Portugal quedó bajo el bando de
Castilla. El rey decidió alzar en Toledo un monasterio que conmemorase el
triunfo castellano: San Juan de los Reyes. Sin embargo, la guerra no acabó
hasta el Tratado de Trujillo por el cual el monarca portugués renunciaba a sus
títulos sobre Castilla. Aquel mismo año murió Juan II de Aragón, a quien heredó
su hijo don Fernando. Quedaban tres núcleos independientes en la península:
Portugal, Navarra y el reino de Granada.
Mientras el Rey don Fernando marchó a Navarra, la Reina
doña Isabel se dirige desde Toledo a Guadalupe donde llegó el 10 de mayo del
año 1477. Después de implorar el auxilio de la Virgen de Guadalupe para la
arriesgada empresa que iba a comenzar, encomienda a don Alonso de Cárdenas y al
Duque de Feria que contengan a los portugueses que atacaban por las fronteras
de Badajoz y Ciudad- Rodrigo, mientras ella se presenta en Trujillo, cuyo
castillo llevaba quince meses de asedio, acompañada del Cardenal Mendoza, don
Alonso Enríquez, Almirante de Castilla, el Duque de Escalona, el Conde de
Cifuentes, don Pedro Enríquez, Adelantado mayor de la Frontera, los obispos de
Segovia, Burgos y Córdoba, con otros muchos caballeros de su consejo. Allí
acudieron también el Clavero de Alcántara, don Alonso de Monroy, su primo el
Vencido, el capitán Juan de Almaraz, que tanto figuró después en la conquista
de Baza, y varios Consejos de Extremadura. El Duque de Medina Sidonia, el
Marqués de Cádiz, Don Diego de Zúñiga, el Maestre de Calatrava, los concejos de
Sevilla, Jerez, Carmona, Écija y Córdoba y Sancho de Castilla, Capitán de la Guardia
de los Reyes, a quien éstos habían antes mandados con cien lanzas y con la
misión de cortar las diferencias que mediaban entre los Chaves y Vargas, causa
principal de que se prolongara tanto el sitio, y de otros males de no menor
trascendencia que afligieron a Trujillo. El castillo de Trujillo, bajo el mando
de su Alcaide Pedro de Baeza, se rindió el día 24 de junio. Al mismo tiempo se
entregaron las fortalezas de Castilnovo y Madrigalejo.
Asegurada definitivamente Trujillo, partió la Reina para
Cáceres, donde hizo su entrada el 30 de dicho mes. Allí estuvo hasta el 9 de
julio, regresando después a Trujillo, donde el 21 del mismo confirma un
privilegio otorgado por don Fernando IV al Concejo de La Bastida. Después de
establecer la Santa Hermandad y encomendar la fortaleza a Gonzalo de Ávila,
Señor de Villatoro y sobrino del Obispo de Plasencia, se fue la Reina a
Sevilla, adonde llegó el 25 del mismo.
En 1478 logró también ser visitada Trujillo por los
Reyes. Fernando “el Católico” estuvo allí en el mes de julio y con exclusivo
objeto de ultimar la entrega de la fortaleza, regresando a Sevilla. A mediados
de octubre del citado año volvió acompañando a la Reina desde Córdoba, para
ocuparse de la seguridad de la plaza, amenazada de nuevo por haber comenzado
otra vez la guerra de Portugal. Allí acudió el Maestre de Santiago con 500
lanzas que se alojaron dentro de la ciudad, y el resto de las tropas que traía
se quedaron en poblaciones cercanas, esperando la determinación de los Reyes.
Don Enrique Enríquez, Conde de Alba de Liste y Señor de Garrovillas, que había
sido hecho prisionero de los portugueses en la batalla de Toro, recobrar a la
libertad, llegó allí el 25 de noviembre. El 4 de diciembre continuaban los
Reyes en Trujillo, pues el dicho día firman allí una carta sobre el orden con
que habían de servir sus oficios el linaje de los Bejaranos.
El 22 de enero estaba la Reina en Trujillo, cuya Ciudad
habían escogido para su resistencia el Cardenal Mendoza y los del Consejo, como
punto céntrico para atender a la guerra y de fácil comunicación para la Infanta
Dña. Beatriz de Portugal, tía de doña Isabel. Allí tuvieron lugar las honras
por el Rey de Aragón, se firmó la tregua con el Rey de Francia y se acordó la
fórmula de encabezamiento de las Cartas y Provisiones de los Reyes.
En resumen, cuando las guerras se lo permitían, los reyes
acudían a deshacer los bandos nobiliarios en las ciudades. Tal sucedió con la
fortaleza de Trujillo, ante la que la energía de la reina hizo acudir toda la
artillería que halló por la comarca y aun en Andalucía. La empresa era de
enorme dificultad pues se trataba no solamente de liberar villas, castillos y
comarcas enteras del poder de los señores, sino de acostumbrar a obedecer a un
pueblo habituado a un régimen de impunidad. Era más fácil sujetar a los
plebeyos que a los señores de los castillos, contra los que eran necesarias las
tropas que debían emplearse en otras empresas. Tras rendir Castilnovo y
Madrigalejo, llegó la reina a la ciudad de Cáceres cuyas casas fuertes eran como
otros tantos castillos pequeños desde los cuales los caballeros se combatían
cuando cada año era preciso renovar el concejo. Doña Isabel repartió los cargos
entre ambas parentelas con la condición de que cuando vacase alguno de ellos,
los reyes designarían sucesor.
Aún mayor importancia tuvo la reforma de la nobleza que
se llevó a cabo en las Cortes de Toledo, reunidas en el año 1480. Los Reyes
propusieron la anulación de las mercedes de los anteriores reinados en virtud
de las cuales algún vasallo superaba en rentas a la misma corona. Los grandes
señores comprendieron que el único modo de conservar su posición social era
recoger alguna parte de la autoridad y poder que emanaba de los reyes, y
abandonando sus castillos, se encaminaron hacia la Corte, intentando integrarse
en ella, como altos funcionarios militares y políticos. Poco a poco los
castillos fueron quedando abandonados y se labraron magníficos palacios en las
ciudades, donde los reyes solían residir durante largo tiempo.
Otro paso hacia el robustecimiento del
poder real fue la incorporación a la corona de los maestrazgos de las órdenes
militares. Estas instituciones habían prestado a la Reconquista grandes
servicios premiados luego con tan inmensas concesiones territoriales que
constituían un feudo de sus maestres. Extensas comarcas de León, Extremadura y
La Mancha les pertenecían, como éstas, propiedad de la orden de Calatrava.
Puede decirse que durante algún tiempo la recuperación de territorios fue
exclusivamente obra suya. Pero una vez desaparecido el peligro musulmán, estas
órdenes militares pierden gran parte de su rigidez y eficacia. Maestres y
comendadores de Santiago, Calatrava y Alcántara luchan aún en Antequera y
Higueruela pero no ya como prelados o monjes combatientes sino como otro señor
cualquiera de vasallos. Los caballeros puedes poseer bienes y casarse, y la
obediencia al maestre se va haciendo cada vez más leve. Con su incorporación a
la corona desaparece un elemento aún más fuerte y perturbador que las grandes
casas señoriales.
La unidad de España se va logrando
así, no por la fuerza de las armas exclusivamente, sino por el prestigio de la
monarquía que, en general, conserva la autonomía de los distintos reinos,
dejando poco a poco al Consejo Real la solución de los negocios según un nuevo
régimen que actualiza esta antigua institución española. Mas a pesar de tales
éxitos, los reyes comprendían que era imposible el establecimiento de un estado
fuerte y unido bajo su monarquía, en tanto el reino de Granada fuese una puerta
abierta al mundo del Islam. El reino de Granada comprendía las actuales
provincias de Granada y Almería, y territorios de las de Jaén, Córdoba, Cádiz y
Sevilla.
La guerra de Granada es la página de
la historia de España que ha despertado mayor interés en la literatura
universal. La victoria fue el fruto de la entrega conjunta de Fernando e Isabel,
que utilizaron todos los medios a su alcance.
Trujillo estuvo presente con un contingente importante de
hombres para ayudar a los Reyes en la guerra de Andalucía. El Rey desde Ronda,
a 22 de mayo del año 1485, escribe a la ciudad dándole conocimiento de la
victoria alcanzada y, en particular, de la conquista de aquella importante
plaza. Al final de la carta anota a todos los pueblos rendidos hasta la fecha.
El concejo gratificó con 500 mrs. al mensajero de la carta. Desde Córdoba, a 26
del citado mes y año, pide el Rey a Trujillo 250 peones, para llevarlos á la
guerra. Las apremiantes necesidades de la guerra, y el deseo de asegurar la
ciudad de Alhama, conquistada tres años antes, obligaron a nuestros Reyes á
pedir hombres a Trujillo. El 31 de julio de 1485, tras enviar la carta,
Trujillo y su tierra enviaron mil doscientos peones, de ellos 400 ballesteros y
800 lanceros: “Repartimiento de los mill e dosyentos peones que el Rey e
Reina nuestros señores mandaron enviar-desta muy leal Cibdad de Trogillo e su
tierra para la guerra de los moros, los quatorcientos ballesteros e ochocientos
lanceros, el qual de fizo á cinco dias de Agosto de mill e quatrocientos e
ochenta e cinco años.- Huertas é Berrocal, 20; Elguijuela, 50; La Zarza, 15;
Garciaz, 160; Bezocana, Madrigalejo, 25; El Campo, %; Zorita, 10;
Alcollarin,10; Abertura, 80; Escurial, 65; Búrdalo, 30; El Puerto, 25; Santa
Cruz, 15 ; Ibahernando------, 20; Robledillo, 10; Ruanes y Aldea del Pastor 10;
Plasenzuela, 10; La Cumbre, 20." Posteriormente, desde Salamanca, a 11
de Septiembre de 1486, piden los Reyes
un nuevo contingente de 90 espingarderos, 587 ballesteros y 243
lanceros, los cuales debían que ser equipados y mantenidos durante 80 días a
costa de la misma.
Los Reyes Católicos escribieron a Trujillo en 25 de Junio
de 1487, desde Málaga, dando cuenta del
estado de sitio y de la resistencia de la plaza, en añadir a su carta " y
porque la gente de a caballo e de a pie que aquí esta trabaja mucho e de
contino es menester que venga gente de nuevo, con que esta pueda ser relevada,
y en lo cual habemos acordado de mandar llamar alguna gente de a caballo e de a
pie de algunas cibdades e villas de nuestros Reinos, e de algunos caballeros de
ellos, que nos vengan aquí a servir, e que para ello hayan de venir de esa
cibdad e su tierra doscientos peones, los cientos ballesteros e los cincuenta
lanceros e los cincuenta espingarderos, lo mas en punto que se pueda".
Tampoco desoyó Trujillo en esta ocasión la voz de sus
Reyes. El 10 de julio siguiente los regidores Álvaro de Loaisa, García de
Torres, Juan de Hinojosa, Juan Calderón y Fernando Cervantes, con la actividad
empleada en casos análogos, ultimaron el mencionado repartimiento, que, con
todos los detalles, se registra en el Libro de Acuerdos, como testimonios
perennes, a través de los siglos de los que fueron los hijos de Trujillo en
aquella venturosa centuria.
El 2 de enero de 1492 entran en la ciudad las
tropas cristianas. Los musulmanes emprenden el camino del destierro.
La conquista de Granada fue fruto,
así, de un plan de campaña admirable seguido metódicamente hasta su final. La
máquina burocrática, económica y militar funcionó siempre con exactitud y
eficacia. Con su valor trabajo y experiencia, con la plena identificación de
ambos reinos, daban de este modo cima los reyes Católicos a la gran aventura de
la unidad de las tierras de España.
Otro éxito del Rey Fernando fue la
anexión del reino de Navarra. Este territorio cuya supervivencia a lo largo de
la Edad Media se debió a la orientación de su política y a las rivalidades
entre Castilla y Aragón, mantuvo bajo Catalina y Juan Albert una conducta
equívoca, sin atreverse a declararse contra Francia o a prestar garantías de
neutralidad al rey católico. Por el tratado de Boileau se comprometieron los
reyes de Navarra a prohibir el paso por su territorio a las tropas del Rey
Fernando y a declarar la guerra a sus aliados. Un ejército castellano a las
órdenes del Duque de Alba ocupó el territorio en pocas semanas. Los reyes
huyeron a Francia y las Cortes juraron fidelidad a don Fernando que confirmó a
los navarros sus fueros y privilegios. Años antes se había realizado la
conquista de las Islas Canarias que iniciada por particulares se consolida
eficazmente durante este reinado.
De nuevo, residían en Trujillo Fernando e Isabel, en el
palacio de Luis de Chaves, cuando acordaron unificar sus reinos y llamarse en
lo sucesivo Reyes de España. Luego, para evitar suspicacias entre los vasallos,
vino aquel lema “Tanto Monta”. Por tanto, en el recinto palaciego de los Chaves
fue concebida la unidad de España. Es la hora de plenitud histórica para los
trujillanos que partieron en masa de la ciudad hacia el Nuevo Mundo. Plasmando
en América jirones del ser hispano: Orellanas, Pizarros, Paredes, Loaisas y
Vargas; cuyos hechos gloriosos pasaron los límites de la fantasía.
En 1504 muere la Reina Isabel, y deja a
Fernando la regencia de Castilla en caso de incapacidad de Juana. Felipe el
Hermoso reclama para sí el gobierno del reino. Ante este nuevo conflicto
Fernando vuelve a recurrir a su inteligente astucia, realiza una jugada
maestra: contrae matrimonio con Germana de Foix, le cede la mitad del reino de
Nápoles y así consigue la alianza francesa y el aislamiento de Felipe el
Hermoso. En 1505 Felipe firma la Concordia de Salamanca. Pero el nuevo
matrimonio del rey había levantado la oposición de la nobleza castellana, por
lo que Fernando tiene que retirarse a Aragón. Entre las cláusulas del
testamento de Isabel la Católica hay una la cláusula 42, cuya lectura no puede
dejar de impresionar el ánimo de todo español que medite sobre el destino de
España. La sequedad inevitable de la disposición testamentaria hace más austera
a su impresionante dicción: “Ítem mando
que se faga una sepultura de alabastro en el Monasterio de Santo Tomás, cerca
de la ciudad de Ávila, donde está sepultado el Príncipe Don Juan, mi hijo, que
haya santa gloria, para su enterramiento según bien visto fuere a mis testamentarios”.
Seguramente no hubo de dictar la Reina
Católica cláusula testamentaria que en más breves líneas encerrase más grande
dolor. El sufrimiento de la madre tan fervorosamente cristiana había sabido
expresarse con el sublime laconismo de la mas santa resignación: “El Señor me lo dio el Señor me lo ha
quitado. Bendito sea en nombre del Señor”. El pueblo español ha creado en
torno al sepulcro de alabastro del heredero de los Reyes Católicos una bella
leyenda: “Murió de amor”. De la muerte de la Reina Isabel, discutirían los
doctores de la época sobre las causas patológicas. El pueblo habría dicho:
“Murió de dolor” Mater admirabilis. Apenas cumplida la vocación de su
existencia, la de dar a España el heredero de la magna empresa acometida por
los Reyes Católicos, quedó frustrado el generoso empeño, roto el ideal de toda
una vida de esfuerzos y virtudes. El perfeccionamiento moral, cincelado a
golpes con el cincel del dolor, quedó irrealizado antes que la vida de aquella
única mujer acabase. La fortaleza de espíritu, que al sucumbir físicamente la
materia no logró vencer sus energías morales, sostenidas por su inquebrantable
fe, Seguramente la hizo oír en su alma, al despedirse de la vida perecedera,
aquellas esperanzas de resurrección que la acogieran al llegar a la vida el día
lustral de su bautismo, y aceptó el sueño de la muerte soñando en la
resurrección de España, de su de cristiana y de su amor patrio.
Recojamos piadosamente los españoles de hoy
el legado espiritual de Isabel la Católica y, aceptando la lección moral de su
resignación ejemplar, pensemos en que Dios de y quita Príncipes y dinastías,
conserva en sus manos omnipotentes y misericordiosas el inescrutable destino de
Reyes y naciones, de hombres y pueblos, y cumplamos el deber de recoger las
experiencias humanas de seres de tan privilegiadas categorías como la Reina
Isabel, que alentó siempre sus experiencias humanas con sus creencias divinas.
Hoy mismo, en la capilla real de Granada,
contigua a la catedral granadina, junto a los féretros de los fundadores de la
nación están, en una caja pequeña, los restos del Príncipe Don Miguel, una vida
aún más corta que la del Príncipe Don Juan, aquel Príncipe soñando para llevar
todas las coronas de los reinos peninsulares de las Españas. Por algo ese pequeño
sarcófago descansa junto a sus predecesores gloriosos. Es acaso un símbolo de
que las humildades existencias guardan el secreto de los más grandes ideales.
Otro nieto de aquellos abuelos ilustres, los Reyes Católicos, llego a ser
Carlos I de España y V de Alemania, padre de Felipe II. Nacido fuera de España,
y desconocedor, al venir a ésta, de lengua castellana, llego a hablar
magníficamente en castellano en la más alta de las salas pontificias, para
honor y gloria de España; y para el hijo de una Reina demente y de un Monarca
extranjerizado – para quien estas líneas traza – no hay momento más español que
aquel en que Carlos I, para educar a su
hijo Felipe II, elige los maestros y las enseñanzas que los Reyes Católicos
habían establecido para la educación del malogrado Príncipe Don Juan. En la
rotación de la Historia, es la mano de Dos la que rige la rueda de los destinos
de la Humanidad.
Por ello hemos creído que no cabía prescindir
de la lección política que se desprende del testamento de Isabel la Católica,
refiriéndonos a su ideario de política interior, como no creemos que sea licito
prescindir de los ideales de su política exterior, que iremos a buscarlos en
otras cláusulas de su prodigioso testamento, que es, dentro y fuera, la Carta
magna de la constitución y reconstitución espiritual de España.
A finales del siglo XV, España adquirió una
considerable dimensión cultural. Hay factores externos de carácter geográfico,
como los descubrimientos, y hay factores internos provenientes del inmanente
proceso histórico de España. La energía renacentista, la famosa virtud de
Maquiavelo, alcanza caracteres extraordinarios. Cuando Maquiavelo, alcanza
caracteres extraordinarios. Cuando Maquiavelo toma como ejemplo de un Príncipe
a Fernando V de Aragón, le muestra que España es entonces un pueblo activo,
en el sentido renacentista de la palabra. España había pasado por una crisis
grandísima
Parecía que se iba a disolver en las
querellas plurales de los nobles, en el que la nacionalidad española apariencia
definitivamente destruida. El levantamiento de la nobleza implicaba la
atomización profunda de España. La esencia del estado español quedaba diluida.
El punto culminante de la descomposición del estado español fue en 1465, con la
concordia de Medina del Campo. La sumisión de la realeza a la nobleza alcanza
hechos insospechados. La situación cambia radicalmente cuando Isabel I sube al
trono. Pulgar nos transmite en su crónica datos que demuestran que la Reina
tiene un temple político, una visión del Estado superior a todo lo precedente.
Se atreve a llamar a los Reyes, delante de los nobles, “propietarios del
reino”. Se atreve a exigir la facultad jurídica –que sólo pertenece a los
Reyes- para gobernar el Estado. Tiene, como castellana, una más fuerte visión
del Poder. Cuando establece las relaciones entre los dos poderes unidos,
Castilla y Aragón, simboliza la concordia en el adagio “Tanto monta, Monta
tanto”, como en los emblemas del nuevo escudo español el fascio de flechas, simboliza de la unidad de la fuerza de la unión,
y el gato, representando de que forma el peso de la gobernación había de caer
sobre dos cabezas unidas.
Su concepción de la autoridad y de la realeza
era diametralmente opuesta a la de sus antecesores y enlazaba con la de
Maquiavelo, Viniendo a ser así en la práctica una antecesora de éste. Era, ante
todo, justiciera, y se le imputaba más seguir la idea del rigor que la de la
lenidad. Quería que el Rey fuera, no un interpares, sino señero, superior a los
que ya no debían ser sus pares. Es decir, que tenía una concepción del
poder del Estado completamente renacentista, de índole moderna. En la realidad
española se encontró con Castilla disuelta, pluralizada y u necesitada de una
voluntad potente que la unificara. Esta voluntad potente y unificadora fue la
que trajo consigo Isabel I, y durante su reinado se dio una de las
manifestaciones más vigorosas que acreditaran la realidad de esa unión: las
Hermandades de Castilla.
En las Hermandades de Castilla es donde hay
que buscar el núcleo formativo germinal del Estado renacentista español. Tenían
sus antecedentes estas Hermandades de Castilla en las Hermandades de algunas
ciudades castellanas. Pero eran estas Hermandades algo privativo de cada
ciudad, separadas, por tanto, unas de otras. Sólo alcanzaban la categoría de
elemento coordinador de la seguridad pública.
En el pueblecito de Las Dueñas, al ser
creadas con su nuevo sentido estatal, ampliaron su esfera de influencia en todo
el ámbito del reino español. Su creación se debió a la iniciativa de dos hombres
relativamente oscuros. Son don Alfonso de Quintanilla, contador mayor del
reino, y don Juan Ortega, Arcipreste de Talavera, sacristán y provisor del Rey.
Su esfera de competencia se extendía a todo el suelo español, pero con ciertas
diferencias. Entraban obligatoriamente bajo su autoridad todas las ciudades
reales, pero sólo voluntariamente las ciudades de los nobles. Se obtuvo la
total unidad, pues por incitaciones de Fernández de Velasco, Comendador mayor
de Castilla y poderoso noble de España, a todos los nobles ponen
voluntariamente sus ciudades bajo la autoridad de las Hermandades. Gracias
a esta unidad alcanzaron su importancia histórica las Hermandades, constituyen
la primera fuerza permanente de un Estado; son por tanto, el primer carácter
acusado de la existencia de un verdadero Estado moderno en España y en toda
Europa.
En 1516 muere el Rey Fernando en Madrigalejo
(Extremadura), casado en segundas nupcias con Germana de Foix, siendo enterrado
en Granada, en la ciudad por la que tanto luchó junto a la Reina Isabel, en la
capilla Real donde actualmente reposa en compañía de sus hijos. Deja como
heredera de sus estados a doña Juana, como regente a su nieto don Carlos,
debiendo ocupar el reino hasta que el príncipe regrese de Flandes el cardenal
Cisneros. Las manifestaciones de duelo por parte de Trujillo con motivo de la
muerte del Rey, aparecen consignadas en los siguientes acuerdos del tomo 22 de
aquel Concejo. “Éste día los dichos señores fablaron e platicaron que el Rey
Don Fernando, nuestro Señor, falleció en Madrigalejo, lugar e término desta
Cibdad, e que visto el mucho cargo questo reinos tienen al rey que aya Santa
Gloria de los aber gubernado e tenido en tanta justicia e paz e sosiego, e la
gran pérdida que an perdido en perder ten justísimo e cristianísimo Rey e
Gobernador, e como falleció en esta tierra e jurisdicción, que acordaban e
acordaron que se dé de los propios de la Cibdad á la justicia e regidores á
cada uno dos mill e quinientos maravedis para que saquen dellos una loba e capirote
e caperuza, que trayan por el dicho Rey Nuestro Señor que aya gloria, e para
sus onras que se han de facer, e asi mismo á los dichos escribanos e mayordomo
e al letrado de la Cibdad, á cada uno lo mismo para loba capirote e caperuza
otros dos mill e quinientos marabedis- Rodrigo Osorio- Licenciado Andrés López-
Alonso García Calderón- Hernando Corajo- Vasco Calderón- Juán Barrantes".
Tomo 22- Página 295- Sesión del 25 de enero de 1516.
En la sesión del 1 de febrero hay el siguiente acuerdo:
"Este día mandaron los dichos señores que se
embíe un mensajero á Garcia Alonso de Torres, se le escriba pidiéndole por
merced que escriba las onras del Rey Nuestro Señor como se an de hacer".
Al margen dice: " Mensajero á la Corte".
En la del 4 de Febrero: " Onras "-"Éste
día mandaron al mayordomo que diese quatro arrobas de cera e faga el pabilo
para las onras del Rey Nuestro Señor, que aya Santa gloria, e fagan trece achas
da a cinco libran de los pabilos e belas que fuera menester."
En la de 16 de febrero: "Onras"- Este día se
mandó que se fagan las onras del Rey ntro. Señor e se comienza de hoy en ocho
días sábado, a las vísperas e el domingo a misa, e se fraga catorce achas de a
cinco libras cada una. Otrosi que fagan diez e seis velas para los altares, de
un arrelde de cada una, que es media libra. Que se fagan todas las velas que
fueron menester para los clérigos e frailes e sacristanes que las an de haber,
cada una de a quarteron.- Que se ofrescan a cada misa una vela e un real, e que
se ofrescan a los frailes solamente las velas, e se les enbíe medio cahiz de
pan a los monasterios e les paguen a medio real por cada misa al Prior de la
Encarnación e al Síntico de San Francisco".
6 de Febrero: " Los Beneficiados e Feligreses de
Ntra. Sra. Santa María suplicaron Vtras. Mercedes les fagan merced del estrado
que se fizo en la iglesia para las onras del Rey Don Fernando Nuestro Señor,
que aya Santa gloria, para facer en él el monumento de la semana santa, por que
la iglesia con la grande obra que tiene está muy alcanzada".
Fue en Trujillo, por tanto, donde se sentaron las bases de la unidad de
la Península y donde se gestó la ‘hispanidad’. Se escribió, de hecho, que
Trujillo fue la primera capital de España. También en la localidad cacereña se firmó el primer
documento de cancillería donde aparecen por primera vez unidos Castilla y
Aragón, figurando ya como Reyes de España, con fecha 29 de diciembre del año
1479. Volviendo atrás, hay que situar la primera visita a esta ciudad en el año
1477: “Isabel hizo un largo viaje de
pacificación por Extremadura, desde abril de 1477 teniendo a Sevilla como final
de etapa”, apunta el libro. Antes de llegar a Trujillo, relata Ramos Rubio,
hizo una parada en Guadalupe (10 de mayo del año 1477), para implorar el
auxilio de la patrona de Extremadura por la arriesgada empresa que iba a
comenzar: la lucha contra los portugueses que apoyaban a su sobrina y dominaban
las tierras extremeñas.
Unos de los
golpes decisivos a los vaivenes de la guerra tuvo lugar en la heroica población
pacense de La Albuera, donde se batalló el 24 de febrero de 1479 logrando
Isabel de Castilla una importante victoria (no confundir con la batalla de la
Guerra de la Independencia que se teatraliza cada año). Recuerda el cronista de
Trujillo que la contienda fue sangrienta y que los portugueses sufrieron una
derrota definitiva. Para premiar la lealtad de esta población Isabel ordena la
construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y San Miguel, las
Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el Rollo, según la misma fuente.
La ruta extremeña de los Reyes Católicos tiene
otro importante pilar: la villa de Guadalupe, punto final de la ruta propuesta
por Antonio Bueno. En primer lugar, en el Monasterio de la Puebla está enterrado el rey Enrique IV,
hermano por parte de padre de la reina Isabel, además de la madre de éste,
María de Aragón. En segundo lugar, porque la reina acudió a la villa por
primera vez en 1464, con motivo del intento de acordar su boda con Alfonso V de
Portugal, finalmente esposo de La Beltraneja.
Documentación de los Reyes Católicos en el Archivo
Municipal de Trujillo.
1.-
Real Provisión de la Reina Isabel (1477, julio, 9. Cáceres) al concejo de Trujillo por la que confirma el
sistema de elección de los regidores por linajes, utilizado desde antiguo,
igualmente manda que den cuenta una vez finalizado su periodo de regimiento,
así como que no puedan volver a ser elegidos hasta transcurridos seis años. Leg. 3.1 fols. 113r.114v (Copia de
1534).
2.-
Real provisión de los Reyes Católicos (1491, febrero, 16. Sevilla) al concejo
de la ciudad de Trujillo ordenando que se haga inventario de sus documentos y
prohibiendo que estén en poder de personas particulares. Leg.5.13. Leg.3.1
fols. 36r-36v (Copia de 1534)
3.- Real Provisión de los Reyes Católicos (1491, 1
de marzo. Sevilla) al concejo de la ciudad de Trujillo señalando y confirmando
la forma de elección de los distintos cargos concejiles. Leg.5. 15 fols. 5r-7v.
Leg.3.1 fols. 21v-23 (Copia de 1534). (Incluido en Doc. Nº 131)
4.-
Cédula del rey comunicando a Trujillo la conquista de Granada (1492, enero, 2.
Granada). Leg. 5.13.
5.-
Carta de Merced de los Reyes Católicos por la que hacen donación a su hijo el
príncipe don Juan de la ciudad de Trujillo (1496, mayo, 20. Almazán). Leg.6. 6
(Incluido en Doc. Nº 163)
6.-
Actas de elecciones de cargos concejiles entre los tres linajes de Trujillo
(1494, noviembre, 30.-1601, noviembre, 30. Trujillo). Leg.5. 15.
7.-
Real provisión de los Reyes Católicos el corregidor de Trujillo dando licencia
para que el concejo pueda gastar 8.000 mrs. para comprar un paño de seda a la
cofradía de la Pasión para sacar el Santo Sacramento (1503, abril, 27. Alcalá
de Henares). Leg. 3. 1. fols. 56v-58r. (Copia de 1534).
8.-
Cédula del rey al concejo de Trujillo comunicándole el deseo expresado por la
reina en su testamento sobre sus exequias y enterramiento. 1504, noviembre, 28.
Medina del Campo. Leg. 8. 20 bits. Leg.
3. 1. fols. 126r-126v.
Archivo General de Simancas
1.- Capitulaciones
ajustadas para el matrimonio de la Princesa Dª Isabel, hija de los Reyes
Católicos, con D. Alonso, Príncipe de Portugal, aprobadas por la Reina de
Castilla Dª Isabel, Trujillo a 27 de septiembre de 1479 (Sig. PTR/-00049-43).
2.- Datos sobre Luis de
Chaves “El Viejo” y los monarcas católicos (legajo 53).
Documentos de los Reyes Católicos en el
Archivo del Real Monasterio de Guadalupe que hacen referencia a Trujillo
1.- Real carta de la reina a los consejos de
los lugares del Puerto Valhondo y el de Abertura, que son en tierra de la
ciudad de Trujillo y a los recaudadores de las terceras de dichos lugares este
presente año y en adelante, para que acudan con las dichas tercias a maestre
Juan de Guadalupe "mi físico y cirujano", que tienen carta de
privilegio de ellas del rey don Enrique "mi hermano" confirmada por
los reyes. Firma la reina. Refrendada por el secretario Alfonso de Ávila.
Trujillo a 31 de mayo de 1477.
2- Sevilla, 18 de noviembre del año
1477, se cita diversas iglesias de la
zona de Trujillo y sobre el pago de terceras el doctor Rodrigo Maldonado,
doctor de Talavera, del Consejo real. Se especifican las fiestas de los frailes
están obligados a celebrar por esta merced, limosna en los días de la
Concepción de Nuestra Señora, 1 marzo a la santísima Trinidad "por el
vencimiento", contra el adversario de Portugal el uno de marzo de 1476
"donde su divina Providencia plogo de mostrar mi justicia", con
sermón en conmemoración del arcángel San Miguel, el apóstol Santiago
"patrono de las Españas".
3- Real Cédula de los Reyes para que cumpla
la sobrecarga que hace referencia a que ampararse al Monasterio
de Guadalupe en lo mandado por el Consejo y apeado, fecho y amojonado
por el licenciado de la Fuente, alcalde de casa y corte y el licenciado de
Rojas, alcalde que fue de Trujillo en las dehesas del Toril y a la parte de la
Xara de Albarnete. Firma de los Reyes católicos. Toledo a 16 de abril de 1477.
4.- Documento expedido en Toledo el 26 de
junio de 1482, sentencia dada por don Francisco Álvarez de Toledo,
maestrescuela, canónigo de la iglesia de Toledo, juez conservador de una causa
entre el Monasterio de Guadalupe y García Vargas, regidor y vecino de Trujillo,
condenado a excomunión por una serie de faltas cometidas contra el monasterio,
además de una serie de pagos. Junto a este documento (cosido) hay otro con
fecha del 10 de agosto de 1482, fe de Francisco González, notario apostólico el
obispado de Plasencia de haber leído la carta de excomunión y entredicho contra
García de Vargas, en la iglesia de San Martín de Trujillo, en misa cubierta la
cruz con un velo negro, repicando las campanas enmarcando las candelas en el
agua, dada a petición de fray Juan de Don Benito, mayordomo del Monasterio de
Guadalupe.
Documentos del Archivo Histórico de la
Nobleza, de la Sección Nobleza del Archivo
Histórico Nacional (Madrid)
1.- Doce cartas de los Reyes
Católicos a Fernando de Monroy, señor de Belvís, relativas al asedio a la
fortaleza de Trujillo ordenado por los monarcas, 1 de enero de 1475
(FRIAS, C.18, D.115-126). Archivo Histórico Nacional, ES.45168.
2.- Ducado de Plasencia y
condado de Trujillo. El título de conde de Plasencia fue concedido en 1442 al
linaje Zúñiga, por Juan I, en compensación por la pérdida del condado de Trujillo junto con el ducado de Arévalo. Pero
al apoyar los Zúñigas a Juana La Beltraneja, terminarían perdiendo también
Plasencia en beneficio de los Reyes Católicos en 1488. El título de conde de Trujillo fue concedido el 22 de octubre de
1440, por Juan II, a favor de Pedro López de Zúñiga, II señor de Béjar
(1384-1454) en compensación por el condado de Ledesma que perdió al sublevarse
la villa. Sin embargo, también la villa de Trujillo se negó
a pasar a jurisdicción señorial, teniendo que ser nuevamente sustituida por la
villa y condado de Plasencia, junto con el ducado de Arévalo (OSUNA, F.3, SF.10).
Archivo Histórico Nacional, ES.45168.AHNOB/1.
3.- Provisiones Reales de
los Reyes Católicos a favor de Diego de Losada, por la
que restituyen todos los bienes de los que fue despojado, por ser aliado de Alfonso V, [Rey de Portugal] durante la Guerra Civil
Castellana por el trono castellano, tras la firma de la paz en el Tratado de
Alcaçovas-Trujillo el
4 y 27 de septiembre de1479, en término de
Puebla de Sanabria (Zamora) y Montamarta (Zamora), habiendo sido cedidos parte
de ellos anteriormente a Alfonso Rodrigo Pimentel, [I Conde-Duque de
Benavente], 26 de julio de 1480 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,CP.106,D.12-15).
4.- Real provisión de los Reyes Católicos mandando al licenciado Remón,
corregidor de Medellín, ir a la ciudad de Trujillo para
informarse sobre la obligación contraída por el Concejo de Trujillo con el Concejo de la Mesta de
construir un puente a cambio de cobrar en el mismo ciertos derechos por el paso de los ganados de la cabaña real, 7 de
agosto de 1498 (ES.28079.AHN//DIVERSOS-MESTA,240,N.40).
5.- Traslado de
real cédula de los Reyes Católicos (Málaga, 1487-06-30) dirigida
a Pedro de Jaranda, juez ejecutor de la hermandad de Trujillo, a petición
de Andrés Martín Cavallero y su hijo Martín Cavallero, para que respeten los
privilegios y exenciones de la caballería que Andrés Martín recibió del rey
Juan II. Se ordena la presentación del testimonio de caballería, 2 de octubre
de 1489 (ES.47186.ARCHV//REGISTRO DE
EJECUTORIAS, CAJA 25,17).
6.- Ratificación por la
reina Isabel de algunos artículos del tratado acordado el día 4 del mismo mes
en Alcaçovas, ante la infanta doña
Beatriz. Se concreta la forma en que debía entregarse por el rey de Portugal la
ciudad de Tuy y varias fortalezas. Los reyes de
Castilla y Aragón tenían que perdonar al licenciado Antonio de Ciudad Rodrigo y
a Juan de Porras y los suyos. Se aclaran seis puntos del tratado. Copia de los
artículos separados del tratado de paz entre los Reyes Católicos, Isabel y
Fernando, el de Portugal, Alfonso V, y el príncipe Juan, firmado en Trujillo en 1479,
a 27 de septiembre de 1479 (ES.28079.AHN//ESTADO,2724,Exp.42).
7.- Finiquito que otorgaron los Reyes Católicos a favor del Duque del Infantado Diego
Hurtado de Mendoza, de lo que había percibido de alcabalas y tercias de sus villas y lugares hasta fin de 1478.
Dado en Trujillo a 20 de febrero de 1479 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.1880,D.4).
8.- Merced que los Reyes Católicos hicieron al Duque del Infantado Iñigo López de Mendoza de los oficios de
alcalde de alzadas y alcalde y escribano de padrones de Guadalajara por vida,
en Trujillo a 6 de febrero de 1479 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.1875,D.4).
9.- Privilegio de los Reyes Católicos por el que confirmaron a Juana
Lasarte la merced que Enrique IV le había hecho de 15 excusados en Guadalajara renunciados por Diego Hurtado a favor
de dicha Juana. En Trujillo a 1 de enero de 1479
(ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.1880,D.1).
10.- Legitimación a petición
de Martín Abad de Urreyolaigui clérigo beneficiado de la iglesia de Santa María
de Elguea, para Ochoa Martínez, su hijo, habido en María Urrupay.-Rey. En
febrero de 1479 el Rey estaba en Trujillo (ES.47161.AGS//RGS,LEG,147902,1).
11.- Petición del XI duque
de Béjar, Juan Manuel
López de Zúñiga, al rey sobre que le sea devuelto el ducado de Plasencia con la
ciudad de Trujillo, que por diversas causas Juan II y los Reyes Católicos se
lo habían enajenado y despojado a la casa de Béjar
(ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.257,D.71).
12.- Privilegio de hidalguía
otorgado por los Reyes Católicos a favor de Juan de Ochoa, en Trujillo a
20 de febrero de 1479 (ES.47186.ARCHV//PERGAMINOS,CARPETA,73,14).
13.- Carta de privilegio y
confirmación por la que los Reyes Católicos conceden a Álvaro de
Hinojosa y sus herederos 29.700 maravedíes en las alcabalas de la ciudad de
Trujillo y su tierra, en Trujillo a 1 de enero de 1484
(ES.45168.AHNOB//FERNAN NUÑEZ,C.418,D.22).
14.- Ratificación por la
reina Isabel del tratado de paz que, en unión con el rey don Fernando, había
acordado con Alfonso V de Portugal y su hijo el príncipe don Juan, por
mediación de la infanta doña Beatriz. Se insertan copias de la escritura de paz
firmada en Alcaçovas el día 4 del mismo mes, del poder que dieron Fernando e
Isabel a su embajador Rodrigo de Maldonado y del que habían otorgado Alfonso V
y su hijo el príncipe don Juan a Juan de Silveira, barón de Alvito. Rodrigo Maldonado expone la situación creada
a la muerte de Enrique IV, en que los reyes castellanos habían tratado de usurpar la
soberanía de Portugal y el Algarbe, y el portugués
la de Castilla y León. La infanta doña Beatriz trataba de mediar para volver a
la paz anterior. Se inserta el tratado de paz entre Juan I de Portugal y Juan
II y el infante don Enrique de Castilla, firmado en Medina del Campo el 30 de
octubre de 1437. Por esta paz tenían que restituirse mutuamente las ciudades,
villas y fortalezas que se hubieran ocupado después de la muerte de Enrique IV
y liberar a todos los presos por ambas partes, así como perdonar a los
partidarios del contrario. Los reyes de Castilla y Aragón prometen no
perturbar a Portugal en la posesión de las tierras de Guinea con su minas de
oro, y de cualquier otra isla, costas y tierra firme descubiertas o por
descubrir, así como de las islas de Madera, Porto Santo, Azores, de las Flores,
Cabo Verde y todas las que descubrieran por encima de las islas Canarias, que
quedaban para Castilla, y cuya posesión no
perturbaría Portugal. Castilla se inhibiría en la conquista de Fez, que podrían
proseguir los portugueses. Trujillo a 27 de diciembre de 1479 (ES.28079.AHN//ESTADO,2724,Exp.41).
15.- Capitulación entre
Beatriz Pacheco, Hernando de Monroy y
otros caballeros de Trujillo, con Pedro de Baeza, Alcaide de la fortaleza
de Trujillo, por Diego López Pacheco, Marqués de Villena, para que, en virtud de la concordia que el Marqués
había pactado con los Reyes Católicos, cesara el
asedio de de dicha fortaleza. En Trujillo a 3 de octubre de 1476
(ES.45168.AHNOB//FRIAS,C.17,D.4).
16.- Escrituras de juros
pertenecientes a la familia Ramírez, a favor de su mayorazgo. Incluye juros
sobre sedas de Granada, alcabalas de Trujillo, compradas por Beatriz Galindo y
Francisco de Madrid Real cédula dada en las villas de Medinas el 7 de abril de
1576 por los Reyes Católicos confirmando al secretario Francisco de Madrid un
juro en ciertas rentas de Toledo, en el arcedianazgo de Madrid, Sahagún y en
las salinas de Espartinas. Trujillo a 1 de enero de 1476
(ES.45168.AHNOB//BORNOS,C.397,D.8).
17.- Confirmación a petición
de Luis de Chaves, vecino de Trujillo, de una escritura de creación de mayorazgo
a favor de su nieto Juan de Chaves, hijo de Francisco de Chaves y Juana Mejía.
Insertos, además de la dicha escritura, el testamento de Mayor Álvarez de
Escobar, madre de Luis, y las licencias de Enrique IV y de los Reyes Católicos para la creación de tal mayorazgo.-Reyes. Trujillo, 15 de abril de 1492 (ES.47161.AGS//RGS,LEG,149204,9).