sábado, 29 de junio de 2024

 

LOS REYES CATÓLICOS Y TRUJILLO

Los Reyes Católicos tuvieron una estrecha relación con nuestra ciudad, ocupando un primerísimo plano en varios acontecimientos entre los años 1474-1480, cabe citar: el famoso "Tratado de Trujillo", que cerró el enfrentamiento contra los portugueses en la batalla de la Albuera, y cómo la lealtad de Trujillo para con Isabel fue premiada con la construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y San Miguel, las Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el artístico Rollo; las exequias por Juan II de Aragón, en la parroquia de Santa María la Mayor. En un total de siete veces estuvieron los Reyes en Trujillo, según la documentación existente en el Archivo Municipal de Trujillo, en Crónicas y en documentos del Archivo Diocesano de Badajoz, Histórico Nacional de Madrid y en el Archivo de Simancas, firmados por los mismos monarcas.

La formación del Imperio español corresponde a la época de los Reyes Católicos. Como ya hemos indicado, vivían en Trujillo Fernando e Isabel, en el palacio de Luís de Chaves, cuando acordaron unificar sus reinos y llamarse en lo sucesivo Reyes de España. Luego, para evitar suspicacias entre los vasallos, vino aquel lema “Tanto Monta”. En Extremadura fue concebida, recogen algunas crónicas, la unidad de España. También aquí se puso punto y final a su reinado y a su época, en Madrigalejo, al sur de la provincia de Cáceres, falleció Fernando el Católico el 23 de enero de 1516. Entre Trujillo y Madrigalejo, infinidad de localidades, porque los Reyes Católicos cruzaron sin cesar las tierras extremeñas entre los años 1477 y 1479, además de volver en posteriores ocasiones, sobre todo a Guadalupe.

La relación de Isabel con Trujillo surge cuando no era más que Princesa, como lo atestigua la siguiente carta dirigida a Luis de Chaves, por don Juan Duque de Estrada (Manuscrito de la Biblioteca Nacional. Z 89), "La Princesa. Sabed que por la gracia de Dios soy alumbrada de una Infanta he por su inmensa bondad quedé bien dispuesta de mi salud, lo cual por la confianza que de vos tengo, que deseáis mis servicios y prosperidad, acordé facervos lo sabe, como es razón, con Juan de Castañoso, mi aposentador, llevador de esta, el qual me dio por merced le mandase dar para vos cerca de ello, porque soy bien cierta habréis dello placer. De Dueñas a dos de octubre de 1470.-Yo la Princesa.- Por la Princesa- Alfonso Dávila".

A la voz de "Castilla por el rey Don Fernando y la reina Doña Isabel" fue levantado el estandarte real. Ni uno solo de los grandes señores de vasallos, dueños de villas y castillos, que se jactaban de quitar y poner reyes, estuvo presente; sólo algunos caballeros, menestrales y labradores. Había pasado la hora de los ricos hombres y comenzaba la de la burguesía, pequeña nobleza y los letrados.  El escudo de los reyes presentaba desde entonces las armas alternadas de Castilla, León y Aragón-Sicilia, bajo el águila de San Juan.

Su fin principal era constituir un fuerte estado reuniendo las cuatro monarquías cristianas de la península y el reino musulmán de Granada.

En cada ciudad –como en Trujillo- convivían tres religiones: cristianos, moriscos y judíos. Y cada uno de los grandes señores tenía a su alrededor infinidad de parientes, escuderos y mesnadas que asolaban las tierras. En perpetua lucha entre sí, acostumbrados a seguir actuando por su cuenta, convertían en campos de batalla pueblos y ciudades, obligando a pagar regularmente a los pueblos un impuesto contra el que, en ocasiones, se alzaban sangrientas revueltas.

En el año 1468 con el objeto de cortar ciertas diferencias que habían surgido entre el Duque de Alba y el Conde de Miranda, los Reyes Católicos visitaron al primero en Alba de Tormes, pasando desde allí a Béjar a ver al Duque por la muerte de su esposa doña Leonor de Pimentel y reconciliarse al mismo tiempo con su nieto y sucesor don Álvaro de Zúñiga. Siguen desde Béjar con dirección a Guadalupe en los primeros días de Abril y su permanencia en el Monasterio duró hasta el 23 en que marcharon a Córdoba, no sin antes pasar por Trujillo.

La mayoría de los historiadores modernos y antiguos, entre los que se encuentra Francisco de Hinojosa, con su obra Extremadura en el siglo XV[1], coinciden en afirmar que en el año 1474, era señor de Trujillo don Diego López Pacheco. Enrique IV le encomendó que cuidase a su hija la Beltraneja. Las Cortes aclamaban a la hermana del rey, doña Isabel; más con la tercería de don Diego, se concierta en Trujillo el enlace de doña Juana la Beltraneja con el rey de Portugal, Alfonso V. Acudieron al festejo el 1 de mayo del año 1475 seiscientas lanzas y mil infantes, para reforzar la guarnición del castillo. Don Luis de Chaves fue fiel servidor de Isabel, a su lado se pusieron también Alonso de Monroy y su hermano "El Bezudo", cuyas espadas eran las más temidas de Castilla. La Beltraneja marchó a Plasencia para tener más seguridad en sus desposorios. Precisamente, Gonzalo Fernández de Córdoba, defendió los derechos de Isabel contra la Beltraneja.

Fue eficaz la presencia de soldados trujillanos a favor de los reyes en los primeros días de su reinado, conteniendo en la frontera a los portugueses, mientras ellos los aniquilaban en los campos de Zamora y Toro. Influyeron eficazmente en el resultado de aquella guerra, y con notable ventaja para las armas castellanas, el Comendador de León y Diego Ramírez de Segarra, se apoderaron de la fortaleza de Nodar; el famoso Clavero de Alcántara D. Alonso de Monroy, que conquistó la plaza de Alegrete. Uno de los más destacados hombres que colaboraron estrechamente en la unidad de Castilla fue el trujillano Luis de Chaves (en cuyo palacio de Trujillo pernoctaban los monarcas católicos durante sus estancia en la ciudad). Es muy explícita la siguiente carta que envía el Rey a  Luis de Chaves por la muerte de sus hijos: “Vi vuestra carta y he habido con ella mucho enojo por la muerte de vuestros hijos y por saber el estado en que están las cosas de aquessa ciudad y sed cierto que yo proveyera en ello luego, como cumplía a mi servicio e a la paz y reposo de aquessa ciudad, si non fuera porque la Serenísima Reina ni muy cara e mi muy amada mujer, llevó cargo de proveer en ello cuando pasó allende de los Puertos, y todos los mensajeros que sobre este caso me han venido, los he enviado a ellas sobre lo que traían: bien creo que cuando este llegare sabréis lo que se ha hecho sobre ello, y si no fuere proveído tornazme a escribir sobre ello que yo paso allende de l9os Puertos a me juntar con la dicha Reina, y allí proveerse a como a mi servicio y al bien de aquessa Ciudad cumpla. De Medina del Campo 27 de diciembre 1476.- Yo el Rey- Por mandato del Rey- Gaspar de Ariño." El Rey concedió a Chaves, en pago de su servicio, el juro y acotamiento de los 30.000 maravedíes de renta que se daba a los Grandes y Ricos- homes y privilegio perpetuo y otras muchas mercedes, que se guardan en el archivo de esta noble familia, según Duque de Estrada.

La batalla entre España y Portugal quedó bajo el bando de Castilla. El rey decidió alzar en Toledo un monasterio que conmemorase el triunfo castellano: San Juan de los Reyes. Sin embargo, la guerra no acabó hasta el Tratado de Trujillo por el cual el monarca portugués renunciaba a sus títulos sobre Castilla. Aquel mismo año murió Juan II de Aragón, a quien heredó su hijo don Fernando. Quedaban tres núcleos independientes en la península: Portugal, Navarra y el reino de Granada.

Mientras el Rey don Fernando marchó a Navarra, la Reina doña Isabel se dirige desde Toledo a Guadalupe donde llegó el 10 de mayo del año 1477. Después de implorar el auxilio de la Virgen de Guadalupe para la arriesgada empresa que iba a comenzar, encomienda a don Alonso de Cárdenas y al Duque de Feria que contengan a los portugueses que atacaban por las fronteras de Badajoz y Ciudad- Rodrigo, mientras ella se presenta en Trujillo, cuyo castillo llevaba quince meses de asedio, acompañada del Cardenal Mendoza, don Alonso Enríquez, Almirante de Castilla, el Duque de Escalona, el Conde de Cifuentes, don Pedro Enríquez, Adelantado mayor de la Frontera, los obispos de Segovia, Burgos y Córdoba, con otros muchos caballeros de su consejo. Allí acudieron también el Clavero de Alcántara, don Alonso de Monroy, su primo el Vencido, el capitán Juan de Almaraz, que tanto figuró después en la conquista de Baza, y varios Consejos de Extremadura. El Duque de Medina Sidonia, el Marqués de Cádiz, Don Diego de Zúñiga, el Maestre de Calatrava, los concejos de Sevilla, Jerez, Carmona, Écija y Córdoba y Sancho de Castilla, Capitán de la Guardia de los Reyes, a quien éstos habían antes mandados con cien lanzas y con la misión de cortar las diferencias que mediaban entre los Chaves y Vargas, causa principal de que se prolongara tanto el sitio, y de otros males de no menor trascendencia que afligieron a Trujillo. El castillo de Trujillo, bajo el mando de su Alcaide Pedro de Baeza, se rindió el día 24 de junio. Al mismo tiempo se entregaron las fortalezas de Castilnovo y Madrigalejo.

Asegurada definitivamente Trujillo, partió la Reina para Cáceres, donde hizo su entrada el 30 de dicho mes. Allí estuvo hasta el 9 de julio, regresando después a Trujillo, donde el 21 del mismo confirma un privilegio otorgado por don Fernando IV al Concejo de La Bastida. Después de establecer la Santa Hermandad y encomendar la fortaleza a Gonzalo de Ávila, Señor de Villatoro y sobrino del Obispo de Plasencia, se fue la Reina a Sevilla, adonde llegó el 25 del mismo.

En 1478 logró también ser visitada Trujillo por los Reyes. Fernando “el Católico” estuvo allí en el mes de julio y con exclusivo objeto de ultimar la entrega de la fortaleza, regresando a Sevilla. A mediados de octubre del citado año volvió acompañando a la Reina desde Córdoba, para ocuparse de la seguridad de la plaza, amenazada de nuevo por haber comenzado otra vez la guerra de Portugal. Allí acudió el Maestre de Santiago con 500 lanzas que se alojaron dentro de la ciudad, y el resto de las tropas que traía se quedaron en poblaciones cercanas, esperando la determinación de los Reyes. Don Enrique Enríquez, Conde de Alba de Liste y Señor de Garrovillas, que había sido hecho prisionero de los portugueses en la batalla de Toro, recobrar a la libertad, llegó allí el 25 de noviembre. El 4 de diciembre continuaban los Reyes en Trujillo, pues el dicho día firman allí una carta sobre el orden con que habían de servir sus oficios el linaje de los Bejaranos.

El 22 de enero estaba la Reina en Trujillo, cuya Ciudad habían escogido para su resistencia el Cardenal Mendoza y los del Consejo, como punto céntrico para atender a la guerra y de fácil comunicación para la Infanta Dña. Beatriz de Portugal, tía de doña Isabel. Allí tuvieron lugar las honras por el Rey de Aragón, se firmó la tregua con el Rey de Francia y se acordó la fórmula de encabezamiento de las Cartas y Provisiones de los Reyes.

En resumen, cuando las guerras se lo permitían, los reyes acudían a deshacer los bandos nobiliarios en las ciudades. Tal sucedió con la fortaleza de Trujillo, ante la que la energía de la reina hizo acudir toda la artillería que halló por la comarca y aun en Andalucía. La empresa era de enorme dificultad pues se trataba no solamente de liberar villas, castillos y comarcas enteras del poder de los señores, sino de acostumbrar a obedecer a un pueblo habituado a un régimen de impunidad. Era más fácil sujetar a los plebeyos que a los señores de los castillos, contra los que eran necesarias las tropas que debían emplearse en otras empresas. Tras rendir Castilnovo y Madrigalejo, llegó la reina a la ciudad de Cáceres cuyas casas fuertes eran como otros tantos castillos pequeños desde los cuales los caballeros se combatían cuando cada año era preciso renovar el concejo. Doña Isabel repartió los cargos entre ambas parentelas con la condición de que cuando vacase alguno de ellos, los reyes designarían sucesor.

Aún mayor importancia tuvo la reforma de la nobleza que se llevó a cabo en las Cortes de Toledo, reunidas en el año 1480. Los Reyes propusieron la anulación de las mercedes de los anteriores reinados en virtud de las cuales algún vasallo superaba en rentas a la misma corona. Los grandes señores comprendieron que el único modo de conservar su posición social era recoger alguna parte de la autoridad y poder que emanaba de los reyes, y abandonando sus castillos, se encaminaron hacia la Corte, intentando integrarse en ella, como altos funcionarios militares y políticos. Poco a poco los castillos fueron quedando abandonados y se labraron magníficos palacios en las ciudades, donde los reyes solían residir durante largo tiempo.

Otro paso hacia el robustecimiento del poder real fue la incorporación a la corona de los maestrazgos de las órdenes militares. Estas instituciones habían prestado a la Reconquista grandes servicios premiados luego con tan inmensas concesiones territoriales que constituían un feudo de sus maestres. Extensas comarcas de León, Extremadura y La Mancha les pertenecían, como éstas, propiedad de la orden de Calatrava. Puede decirse que durante algún tiempo la recuperación de territorios fue exclusivamente obra suya. Pero una vez desaparecido el peligro musulmán, estas órdenes militares pierden gran parte de su rigidez y eficacia. Maestres y comendadores de Santiago, Calatrava y Alcántara luchan aún en Antequera y Higueruela pero no ya como prelados o monjes combatientes sino como otro señor cualquiera de vasallos. Los caballeros puedes poseer bienes y casarse, y la obediencia al maestre se va haciendo cada vez más leve. Con su incorporación a la corona desaparece un elemento aún más fuerte y perturbador que las grandes casas señoriales.

 

La unidad de España se va logrando así, no por la fuerza de las armas exclusivamente, sino por el prestigio de la monarquía que, en general, conserva la autonomía de los distintos reinos, dejando poco a poco al Consejo Real la solución de los negocios según un nuevo régimen que actualiza esta antigua institución española. Mas a pesar de tales éxitos, los reyes comprendían que era imposible el establecimiento de un estado fuerte y unido bajo su monarquía, en tanto el reino de Granada fuese una puerta abierta al mundo del Islam. El reino de Granada comprendía las actuales provincias de Granada y Almería, y territorios de las de Jaén, Córdoba, Cádiz y Sevilla.

 

La guerra de Granada es la página de la historia de España que ha despertado mayor interés en la literatura universal. La victoria fue el fruto de la entrega conjunta de Fernando e Isabel, que utilizaron todos los medios a su alcance.

Trujillo estuvo presente con un contingente importante de hombres para ayudar a los Reyes en la guerra de Andalucía. El Rey desde Ronda, a 22 de mayo del año 1485, escribe a la ciudad dándole conocimiento de la victoria alcanzada y, en particular, de la conquista de aquella importante plaza. Al final de la carta anota a todos los pueblos rendidos hasta la fecha. El concejo gratificó con 500 mrs. al mensajero de la carta. Desde Córdoba, a 26 del citado mes y año, pide el Rey a Trujillo 250 peones, para llevarlos á la guerra. Las apremiantes necesidades de la guerra, y el deseo de asegurar la ciudad de Alhama, conquistada tres años antes, obligaron a nuestros Reyes á pedir hombres a Trujillo. El 31 de julio de 1485, tras enviar la carta, Trujillo y su tierra enviaron mil doscientos peones, de ellos 400 ballesteros y 800 lanceros: “Repartimiento de los mill e dosyentos peones que el Rey e Reina nuestros señores mandaron enviar-desta muy leal Cibdad de Trogillo e su tierra para la guerra de los moros, los quatorcientos ballesteros e ochocientos lanceros, el qual de fizo á cinco dias de Agosto de mill e quatrocientos e ochenta e cinco años.- Huertas é Berrocal, 20; Elguijuela, 50; La Zarza, 15; Garciaz, 160; Bezocana, Madrigalejo, 25; El Campo, %; Zorita, 10; Alcollarin,10; Abertura, 80; Escurial, 65; Búrdalo, 30; El Puerto, 25; Santa Cruz, 15 ; Ibahernando------, 20; Robledillo, 10; Ruanes y Aldea del Pastor 10; Plasenzuela, 10; La Cumbre, 20." Posteriormente, desde Salamanca, a 11 de Septiembre de 1486, piden los Reyes  un nuevo contingente de 90 espingarderos, 587 ballesteros y 243 lanceros, los cuales debían que ser equipados y mantenidos durante 80 días a costa de la misma. 

Los Reyes Católicos escribieron a Trujillo en 25 de Junio de 1487, desde  Málaga, dando cuenta del estado de sitio y de la resistencia de la plaza, en añadir a su carta " y porque la gente de a caballo e de a pie que aquí esta trabaja mucho e de contino es menester que venga gente de nuevo, con que esta pueda ser relevada, y en lo cual habemos acordado de mandar llamar alguna gente de a caballo e de a pie de algunas cibdades e villas de nuestros Reinos, e de algunos caballeros de ellos, que nos vengan aquí a servir, e que para ello hayan de venir de esa cibdad e su tierra doscientos peones, los cientos ballesteros e los cincuenta lanceros e los cincuenta espingarderos, lo mas en punto que se pueda".

Tampoco desoyó Trujillo en esta ocasión la voz de sus Reyes. El 10 de julio siguiente los regidores Álvaro de Loaisa, García de Torres, Juan de Hinojosa, Juan Calderón y Fernando Cervantes, con la actividad empleada en casos análogos, ultimaron el mencionado repartimiento, que, con todos los detalles, se registra en el Libro de Acuerdos, como testimonios perennes, a través de los siglos de los que fueron los hijos de Trujillo en aquella venturosa centuria.

 El 2 de enero de 1492 entran en la ciudad las tropas cristianas. Los musulmanes emprenden el camino del destierro.

La conquista de Granada fue fruto, así, de un plan de campaña admirable seguido metódicamente hasta su final. La máquina burocrática, económica y militar funcionó siempre con exactitud y eficacia. Con su valor trabajo y experiencia, con la plena identificación de ambos reinos, daban de este modo cima los reyes Católicos a la gran aventura de la unidad de las tierras de España.

 

Otro éxito del Rey Fernando fue la anexión del reino de Navarra. Este territorio cuya supervivencia a lo largo de la Edad Media se debió a la orientación de su política y a las rivalidades entre Castilla y Aragón, mantuvo bajo Catalina y Juan Albert una conducta equívoca, sin atreverse a declararse contra Francia o a prestar garantías de neutralidad al rey católico. Por el tratado de Boileau se comprometieron los reyes de Navarra a prohibir el paso por su territorio a las tropas del Rey Fernando y a declarar la guerra a sus aliados. Un ejército castellano a las órdenes del Duque de Alba ocupó el territorio en pocas semanas. Los reyes huyeron a Francia y las Cortes juraron fidelidad a don Fernando que confirmó a los navarros sus fueros y privilegios. Años antes se había realizado la conquista de las Islas Canarias que iniciada por particulares se consolida eficazmente durante este reinado.

De nuevo, residían en Trujillo Fernando e Isabel, en el palacio de Luis de Chaves, cuando acordaron unificar sus reinos y llamarse en lo sucesivo Reyes de España. Luego, para evitar suspicacias entre los vasallos, vino aquel lema “Tanto Monta”. Por tanto, en el recinto palaciego de los Chaves fue concebida la unidad de España. Es la hora de plenitud histórica para los trujillanos que partieron en masa de la ciudad hacia el Nuevo Mundo. Plasmando en América jirones del ser hispano: Orellanas, Pizarros, Paredes, Loaisas y Vargas; cuyos hechos gloriosos pasaron los límites de la fantasía.

En 1504 muere la Reina Isabel, y deja a Fernando la regencia de Castilla en caso de incapacidad de Juana. Felipe el Hermoso reclama para sí el gobierno del reino. Ante este nuevo conflicto Fernando vuelve a recurrir a su inteligente astucia, realiza una jugada maestra: contrae matrimonio con Germana de Foix, le cede la mitad del reino de Nápoles y así consigue la alianza francesa y el aislamiento de Felipe el Hermoso. En 1505 Felipe firma la Concordia de Salamanca. Pero el nuevo matrimonio del rey había levantado la oposición de la nobleza castellana, por lo que Fernando tiene que retirarse a Aragón. Entre las cláusulas del testamento de Isabel la Católica hay una la cláusula 42, cuya lectura no puede dejar de impresionar el ánimo de todo español que medite sobre el destino de España. La sequedad inevitable de la disposición testamentaria hace más austera a su impresionante dicción: “Ítem mando que se faga una sepultura de alabastro en el Monasterio de Santo Tomás, cerca de la ciudad de Ávila, donde está sepultado el Príncipe Don Juan, mi hijo, que haya santa gloria, para su enterramiento según bien visto fuere a mis testamentarios”.

 

Seguramente no hubo de dictar la Reina Católica cláusula testamentaria que en más breves líneas encerrase más grande dolor. El sufrimiento de la madre tan fervorosamente cristiana había sabido expresarse con el sublime laconismo de la mas santa resignación: “El Señor me lo dio el Señor me lo ha quitado. Bendito sea en nombre del Señor”. El pueblo español ha creado en torno al sepulcro de alabastro del heredero de los Reyes Católicos una bella leyenda: “Murió de amor”. De la muerte de la Reina Isabel, discutirían los doctores de la época sobre las causas patológicas. El pueblo habría dicho: “Murió de dolor” Mater admirabilis. Apenas cumplida la vocación de su existencia, la de dar a España el heredero de la magna empresa acometida por los Reyes Católicos, quedó frustrado el generoso empeño, roto el ideal de toda una vida de esfuerzos y virtudes. El perfeccionamiento moral, cincelado a golpes con el cincel del dolor, quedó irrealizado antes que la vida de aquella única mujer acabase. La fortaleza de espíritu, que al sucumbir físicamente la materia no logró vencer sus energías morales, sostenidas por su inquebrantable fe, Seguramente la hizo oír en su alma, al despedirse de la vida perecedera, aquellas esperanzas de resurrección que la acogieran al llegar a la vida el día lustral de su bautismo, y aceptó el sueño de la muerte soñando en la resurrección de España, de su de cristiana y de su amor patrio.

Recojamos piadosamente los españoles de hoy el legado espiritual de Isabel la Católica y, aceptando la lección moral de su resignación ejemplar, pensemos en que Dios de y quita Príncipes y dinastías, conserva en sus manos omnipotentes y misericordiosas el inescrutable destino de Reyes y naciones, de hombres y pueblos, y cumplamos el deber de recoger las experiencias humanas de seres de tan privilegiadas categorías como la Reina Isabel, que alentó siempre sus experiencias humanas con sus creencias divinas.

Hoy mismo, en la capilla real de Granada, contigua a la catedral granadina, junto a los féretros de los fundadores de la nación están, en una caja pequeña, los restos del Príncipe Don Miguel, una vida aún más corta que la del Príncipe Don Juan, aquel Príncipe soñando para llevar todas las coronas de los reinos peninsulares de las Españas. Por algo ese pequeño sarcófago descansa junto a sus predecesores gloriosos. Es acaso un símbolo de que las humildades existencias guardan el secreto de los más grandes ideales. Otro nieto de aquellos abuelos ilustres, los Reyes Católicos, llego a ser Carlos I de España y V de Alemania, padre de Felipe II. Nacido fuera de España, y desconocedor, al venir a ésta, de lengua castellana, llego a hablar magníficamente en castellano en la más alta de las salas pontificias, para honor y gloria de España; y para el hijo de una Reina demente y de un Monarca extranjerizado – para quien estas líneas traza – no hay momento más español que aquel  en que Carlos I, para educar a su hijo Felipe II, elige los maestros y las enseñanzas que los Reyes Católicos habían establecido para la educación del malogrado Príncipe Don Juan. En la rotación de la Historia, es la mano de Dos la que rige la rueda de los destinos de la Humanidad.

Por ello hemos creído que no cabía prescindir de la lección política que se desprende del testamento de Isabel la Católica, refiriéndonos a su ideario de política interior, como no creemos que sea licito prescindir de los ideales de su política exterior, que iremos a buscarlos en otras cláusulas de su prodigioso testamento, que es, dentro y fuera, la Carta magna de la constitución y reconstitución espiritual de España.

A finales del siglo XV, España adquirió una considerable dimensión cultural. Hay factores externos de carácter geográfico, como los descubrimientos, y hay factores internos provenientes del inmanente proceso histórico de España. La energía renacentista, la famosa virtud de Maquiavelo, alcanza caracteres extraordinarios. Cuando Maquiavelo, alcanza caracteres extraordinarios. Cuando Maquiavelo toma como ejemplo de un Príncipe a Fernando V de Aragón, le muestra que España es entonces un pueblo activo, en el sentido renacentista de la palabra. España había pasado por una crisis grandísima

Parecía que se iba a disolver en las querellas plurales de los nobles, en el que la nacionalidad española apariencia definitivamente destruida. El levantamiento de la nobleza implicaba la atomización profunda de España. La esencia del estado español quedaba diluida. El punto culminante de la descomposición del estado español fue en 1465, con la concordia de Medina del Campo. La sumisión de la realeza a la nobleza alcanza hechos insospechados. La situación cambia radicalmente cuando Isabel I sube al trono. Pulgar nos transmite en su crónica datos que demuestran que la Reina tiene un temple político, una visión del Estado superior a todo lo precedente. Se atreve a llamar a los Reyes, delante de los nobles, “propietarios del reino”. Se atreve a exigir la facultad jurídica –que sólo pertenece a los Reyes- para gobernar el Estado. Tiene, como castellana, una más fuerte visión del Poder. Cuando establece las relaciones entre los dos poderes unidos, Castilla y Aragón, simboliza la concordia en el adagio “Tanto monta, Monta tanto”, como en los emblemas del nuevo escudo español el fascio de flechas, simboliza de la unidad de la fuerza de la unión, y el gato, representando de que forma el peso de la gobernación había de caer sobre dos cabezas unidas.

Su concepción de la autoridad y de la realeza era diametralmente opuesta a la de sus antecesores y enlazaba con la de Maquiavelo, Viniendo a ser así en la práctica una antecesora de éste. Era, ante todo, justiciera, y se le imputaba más seguir la idea del rigor que la de la lenidad. Quería que el Rey fuera, no un interpares, sino señero, superior a los que ya no debían ser sus pares. Es decir, que tenía una concepción del poder del Estado completamente renacentista, de índole moderna. En la realidad española se encontró con Castilla disuelta, pluralizada y u necesitada de una voluntad potente que la unificara. Esta voluntad potente y unificadora fue la que trajo consigo Isabel I, y durante su reinado se dio una de las manifestaciones más vigorosas que acreditaran la realidad de esa unión: las Hermandades de Castilla.

En las Hermandades de Castilla es donde hay que buscar el núcleo formativo germinal del Estado renacentista español. Tenían sus antecedentes estas Hermandades de Castilla en las Hermandades de algunas ciudades castellanas. Pero eran estas Hermandades algo privativo de cada ciudad, separadas, por tanto, unas de otras. Sólo alcanzaban la categoría de elemento coordinador de la seguridad pública.

En el pueblecito de Las Dueñas, al ser creadas con su nuevo sentido estatal, ampliaron su esfera de influencia en todo el ámbito del reino español. Su creación se debió a la iniciativa de dos hombres relativamente oscuros. Son don Alfonso de Quintanilla, contador mayor del reino, y don Juan Ortega, Arcipreste de Talavera, sacristán y provisor del Rey. Su esfera de competencia se extendía a todo el suelo español, pero con ciertas diferencias. Entraban obligatoriamente bajo su autoridad todas las ciudades reales, pero sólo voluntariamente las ciudades de los nobles. Se obtuvo la total unidad, pues por incitaciones de Fernández de Velasco, Comendador mayor de Castilla y poderoso noble de España, a todos los nobles ponen voluntariamente sus ciudades bajo la autoridad de las Hermandades. Gracias a esta unidad alcanzaron su importancia histórica las Hermandades, constituyen la primera fuerza permanente de un Estado; son por tanto, el primer carácter acusado de la existencia de un verdadero Estado moderno en España y en toda Europa.

En 1516 muere el Rey Fernando en Madrigalejo (Extremadura), casado en segundas nupcias con Germana de Foix, siendo enterrado en Granada, en la ciudad por la que tanto luchó junto a la Reina Isabel, en la capilla Real donde actualmente reposa en compañía de sus hijos. Deja como heredera de sus estados a doña Juana, como regente a su nieto don Carlos, debiendo ocupar el reino hasta que el príncipe regrese de Flandes el cardenal Cisneros. Las manifestaciones de duelo por parte de Trujillo con motivo de la muerte del Rey, aparecen consignadas en los siguientes acuerdos del tomo 22 de aquel Concejo. “Éste día los dichos señores fablaron e platicaron que el Rey Don Fernando, nuestro Señor, falleció en Madrigalejo, lugar e término desta Cibdad, e que visto el mucho cargo questo reinos tienen al rey que aya Santa Gloria de los aber gubernado e tenido en tanta justicia e paz e sosiego, e la gran pérdida que an perdido en perder ten justísimo e cristianísimo Rey e Gobernador, e como falleció en esta tierra e jurisdicción, que acordaban e acordaron que se dé de los propios de la Cibdad á la justicia e regidores á cada uno dos mill e quinientos maravedis para que saquen dellos una loba e capirote e caperuza, que trayan por el dicho Rey Nuestro Señor que aya gloria, e para sus onras que se han de facer, e asi mismo á los dichos escribanos e mayordomo e al letrado de la Cibdad, á cada uno lo mismo para loba capirote e caperuza otros dos mill e quinientos marabedis- Rodrigo Osorio- Licenciado Andrés López- Alonso García Calderón- Hernando Corajo- Vasco Calderón- Juán Barrantes". Tomo 22- Página 295- Sesión del 25 de enero de 1516.

En la sesión del 1 de febrero hay el siguiente acuerdo:

"Este día mandaron los dichos señores que se embíe un mensajero á Garcia Alonso de Torres, se le escriba pidiéndole por merced que escriba las onras del Rey Nuestro Señor como se an de hacer". Al margen dice: " Mensajero á la Corte".

En la del 4 de Febrero: " Onras "-"Éste día mandaron al mayordomo que diese quatro arrobas de cera e faga el pabilo para las onras del Rey Nuestro Señor, que aya Santa gloria, e fagan trece achas da a cinco libran de los pabilos e belas que fuera menester."

En la de 16 de febrero: "Onras"- Este día se mandó que se fagan las onras del Rey ntro. Señor e se comienza de hoy en ocho días sábado, a las vísperas e el domingo a misa, e se fraga catorce achas de a cinco libras cada una. Otrosi que fagan diez e seis velas para los altares, de un arrelde de cada una, que es media libra. Que se fagan todas las velas que fueron menester para los clérigos e frailes e sacristanes que las an de haber, cada una de a quarteron.- Que se ofrescan a cada misa una vela e un real, e que se ofrescan a los frailes solamente las velas, e se les enbíe medio cahiz de pan a los monasterios e les paguen a medio real por cada misa al Prior de la Encarnación e al Síntico de San Francisco".

6 de Febrero: " Los Beneficiados e Feligreses de Ntra. Sra. Santa María suplicaron Vtras. Mercedes les fagan merced del estrado que se fizo en la iglesia para las onras del Rey Don Fernando Nuestro Señor, que aya Santa gloria, para facer en él el monumento de la semana santa, por que la iglesia con la grande obra que tiene está muy alcanzada".

Fue en Trujillo, por tanto, donde se sentaron las bases de la unidad de la Península y donde se gestó la ‘hispanidad’. Se escribió, de hecho, que Trujillo fue la primera capital de España. También en la localidad cacereña se firmó el primer documento de cancillería donde aparecen por primera vez unidos Castilla y Aragón, figurando ya como Reyes de España, con fecha 29 de diciembre del año 1479. Volviendo atrás, hay que situar la primera visita a esta ciudad en el año 1477: “Isabel hizo un largo viaje de pacificación por Extremadura, desde abril de 1477 teniendo a Sevilla como final de etapa”, apunta el libro. Antes de llegar a Trujillo, relata Ramos Rubio, hizo una parada en Guadalupe (10 de mayo del año 1477), para implorar el auxilio de la patrona de Extremadura por la arriesgada empresa que iba a comenzar: la lucha contra los portugueses que apoyaban a su sobrina y dominaban las tierras extremeñas.

 

Unos de los golpes decisivos a los vaivenes de la guerra tuvo lugar en la heroica población pacense de La Albuera, donde se batalló el 24 de febrero de 1479 logrando Isabel de Castilla una importante victoria (no confundir con la batalla de la Guerra de la Independencia que se teatraliza cada año). Recuerda el cronista de Trujillo que la contienda fue sangrienta y que los portugueses sufrieron una derrota definitiva. Para premiar la lealtad de esta población Isabel ordena la construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y San Miguel, las Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el Rollo, según la misma fuente.

 

La ruta extremeña de los Reyes Católicos tiene otro importante pilar: la villa de Guadalupe, punto final de la ruta propuesta por Antonio Bueno. En primer lugar, en el Monasterio de la Puebla está enterrado el rey Enrique IV, hermano por parte de padre de la reina Isabel, además de la madre de éste, María de Aragón. En segundo lugar, porque la reina acudió a la villa por primera vez en 1464, con motivo del intento de acordar su boda con Alfonso V de Portugal, finalmente esposo de La Beltraneja.

 

Documentación de los Reyes Católicos en el Archivo Municipal de Trujillo.

 

1.- Real Provisión de la Reina Isabel (1477, julio, 9. Cáceres)  al concejo de Trujillo por la que confirma el sistema de elección de los regidores por linajes, utilizado desde antiguo, igualmente manda que den cuenta una vez finalizado su periodo de regimiento, así como que no puedan volver a ser elegidos hasta transcurridos seis años.            Leg. 3.1 fols. 113r.114v (Copia de 1534).

2.- Real provisión de los Reyes Católicos (1491, febrero, 16. Sevilla) al concejo de la ciudad de Trujillo ordenando que se haga inventario de sus documentos y prohibiendo que estén en poder de personas particulares. Leg.5.13. Leg.3.1 fols. 36r-36v (Copia de 1534)

3.-  Real Provisión de los Reyes Católicos (1491, 1 de marzo. Sevilla) al concejo de la ciudad de Trujillo señalando y confirmando la forma de elección de los distintos cargos concejiles. Leg.5. 15 fols. 5r-7v. Leg.3.1 fols. 21v-23 (Copia de 1534). (Incluido en Doc. Nº 131)

4.- Cédula del rey comunicando a Trujillo la conquista de Granada (1492, enero, 2. Granada). Leg. 5.13.

5.- Carta de Merced de los Reyes Católicos por la que hacen donación a su hijo el príncipe don Juan de la ciudad de Trujillo (1496, mayo, 20. Almazán). Leg.6. 6 (Incluido en Doc. Nº 163)

6.- Actas de elecciones de cargos concejiles entre los tres linajes de Trujillo (1494, noviembre, 30.-1601, noviembre, 30. Trujillo). Leg.5. 15.

7.- Real provisión de los Reyes Católicos el corregidor de Trujillo dando licencia para que el concejo pueda gastar 8.000 mrs. para comprar un paño de seda a la cofradía de la Pasión para sacar el Santo Sacramento (1503, abril, 27. Alcalá de Henares). Leg. 3. 1. fols. 56v-58r. (Copia de 1534).

8.- Cédula del rey al concejo de Trujillo comunicándole el deseo expresado por la reina en su testamento sobre sus exequias y enterramiento. 1504, noviembre, 28. Medina del Campo. Leg. 8. 20 bits.  Leg. 3. 1. fols. 126r-126v.

 

Archivo General de Simancas

1.- Capitulaciones ajustadas para el matrimonio de la Princesa Dª Isabel, hija de los Reyes Católicos, con D. Alonso, Príncipe de Portugal, aprobadas por la Reina de Castilla Dª Isabel, Trujillo a 27 de septiembre de 1479 (Sig. PTR/-00049-43).

2.- Datos sobre Luis de Chaves “El Viejo” y los monarcas católicos (legajo 53).

 

Documentos de los Reyes Católicos en el Archivo del Real Monasterio de Guadalupe que hacen referencia a Trujillo

 

1.- Real carta de la reina a los consejos de los lugares del Puerto Valhondo y el de Abertura, que son en tierra de la ciudad de Trujillo y a los recaudadores de las terceras de dichos lugares este presente año y en adelante, para que acudan con las dichas tercias a maestre Juan de Guadalupe "mi físico y cirujano", que tienen carta de privilegio de ellas del rey don Enrique "mi hermano" confirmada por los reyes. Firma la reina. Refrendada por el secretario Alfonso de Ávila. Trujillo a 31 de mayo de 1477.

2- Sevilla, 18 de noviembre del año 1477,  se cita diversas iglesias de la zona de Trujillo y sobre el pago de terceras el doctor Rodrigo Maldonado, doctor de Talavera, del Consejo real. Se especifican las fiestas de los frailes están obligados a celebrar por esta merced, limosna en los días de la Concepción de Nuestra Señora, 1 marzo a la santísima Trinidad "por el vencimiento", contra el adversario de Portugal el uno de marzo de 1476 "donde su divina Providencia plogo de mostrar mi justicia", con sermón en conmemoración del arcángel San Miguel, el apóstol Santiago "patrono de las Españas".

3- Real Cédula de los Reyes para que cumpla la sobrecarga que hace referencia a que ampararse al  Monasterio  de Guadalupe en lo mandado por el Consejo y apeado, fecho y amojonado por el licenciado de la Fuente, alcalde de casa y corte y el licenciado de Rojas, alcalde que fue de Trujillo en las dehesas del Toril y a la parte de la Xara de Albarnete. Firma de los Reyes católicos. Toledo a 16 de abril de 1477.

4.- Documento expedido en Toledo el 26 de junio de 1482, sentencia dada por don Francisco Álvarez de Toledo, maestrescuela, canónigo de la iglesia de Toledo, juez conservador de una causa entre el Monasterio de Guadalupe y García Vargas, regidor y vecino de Trujillo, condenado a excomunión por una serie de faltas cometidas contra el monasterio, además de una serie de pagos. Junto a este documento (cosido) hay otro con fecha del 10 de agosto de 1482, fe de Francisco González, notario apostólico el obispado de Plasencia de haber leído la carta de excomunión y entredicho contra García de Vargas, en la iglesia de San Martín de Trujillo, en misa cubierta la cruz con un velo negro, repicando las campanas enmarcando las candelas en el agua, dada a petición de fray Juan de Don Benito, mayordomo del Monasterio de Guadalupe.

 

Documentos del Archivo Histórico de la Nobleza, de la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional (Madrid)

1.- Doce cartas de los Reyes Católicos a Fernando de Monroy, señor de Belvís, relativas al asedio a la fortaleza de Trujillo ordenado por los monarcas, 1 de enero de 1475 (FRIAS, C.18, D.115-126). Archivo Histórico Nacional, ES.45168.

2.- Ducado de Plasencia y condado de Trujillo. El título de conde de Plasencia fue concedido en 1442 al linaje Zúñiga, por Juan I, en compensación por la pérdida del condado de Trujillo junto con el ducado de Arévalo. Pero al apoyar los Zúñigas a Juana La Beltraneja, terminarían perdiendo también Plasencia en beneficio de los Reyes Católicos en 1488. El título de conde de Trujillo fue concedido el 22 de octubre de 1440, por Juan II, a favor de Pedro López de Zúñiga, II señor de Béjar (1384-1454) en compensación por el condado de Ledesma que perdió al sublevarse la villa. Sin embargo, también la villa de Trujillo se negó a pasar a jurisdicción señorial, teniendo que ser nuevamente sustituida por la villa y condado de Plasencia, junto con el ducado de Arévalo (OSUNA, F.3, SF.10). Archivo Histórico Nacional, ES.45168.AHNOB/1.

3.- Provisiones Reales de los Reyes Católicos a favor de Diego de Losada, por la que restituyen todos los bienes de los que fue despojado, por ser aliado de Alfonso V, [Rey de Portugal] durante la Guerra Civil Castellana por el trono castellano, tras la firma de la paz en el Tratado de Alcaçovas-Trujillo el 4 y 27 de septiembre de1479, en término de Puebla de Sanabria (Zamora) y Montamarta (Zamora), habiendo sido cedidos parte de ellos anteriormente a Alfonso Rodrigo Pimentel, [I Conde-Duque de Benavente], 26 de julio de 1480 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,CP.106,D.12-15).

4.- Real provisión de los Reyes Católicos mandando al licenciado Remón, corregidor de Medellín, ir a la ciudad de Trujillo para informarse sobre la obligación contraída por el Concejo de Trujillo con el Concejo de la Mesta de construir un puente a cambio de cobrar en el mismo ciertos derechos por el paso de los ganados de la cabaña real, 7 de agosto de 1498 (ES.28079.AHN//DIVERSOS-MESTA,240,N.40).

5.- Traslado de real cédula de los Reyes Católicos (Málaga, 1487-06-30) dirigida a Pedro de Jaranda, juez ejecutor de la hermandad de Trujillo, a petición de Andrés Martín Cavallero y su hijo Martín Cavallero, para que respeten los privilegios y exenciones de la caballería que Andrés Martín recibió del rey Juan II. Se ordena la presentación del testimonio de caballería, 2 de octubre de 1489 (ES.47186.ARCHV//REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 25,17).

 

6.- Ratificación por la reina Isabel de algunos artículos del tratado acordado el día 4 del mismo mes en Alcaçovas, ante la infanta doña Beatriz. Se concreta la forma en que debía entregarse por el rey de Portugal la ciudad de Tuy y varias fortalezas. Los reyes de Castilla y Aragón tenían que perdonar al licenciado Antonio de Ciudad Rodrigo y a Juan de Porras y los suyos. Se aclaran seis puntos del tratado. Copia de los artículos separados del tratado de paz entre los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, el de Portugal, Alfonso V, y el príncipe Juan, firmado en Trujillo en 1479, a 27 de septiembre de 1479 (ES.28079.AHN//ESTADO,2724,Exp.42).

7.- Finiquito que otorgaron los Reyes Católicos a favor del Duque del Infantado Diego Hurtado de Mendoza, de lo que había percibido de alcabalas y tercias de sus villas y lugares hasta fin de 1478. Dado en Trujillo a 20 de febrero de 1479 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.1880,D.4).

8.- Merced que los Reyes Católicos hicieron al Duque del Infantado Iñigo López de Mendoza de los oficios de alcalde de alzadas y alcalde y escribano de padrones de Guadalajara por vida, en Trujillo a 6 de febrero de 1479 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.1875,D.4).

9.- Privilegio de los Reyes Católicos por el que confirmaron a Juana Lasarte la merced que Enrique IV le había hecho de 15 excusados en Guadalajara renunciados por Diego Hurtado a favor de dicha Juana. En Trujillo a 1 de enero de 1479 (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.1880,D.1).

10.- Legitimación a petición de Martín Abad de Urreyolaigui clérigo beneficiado de la iglesia de Santa María de Elguea, para Ochoa Martínez, su hijo, habido en María Urrupay.-Rey. En febrero de 1479 el Rey estaba en Trujillo (ES.47161.AGS//RGS,LEG,147902,1).

11.- Petición del XI duque de Béjar, Juan Manuel López de Zúñiga, al rey sobre que le sea devuelto el ducado de Plasencia con la ciudad de Trujillo, que por diversas causas Juan II y los Reyes Católicos se lo habían enajenado y despojado a la casa de Béjar (ES.45168.AHNOB/1//OSUNA,C.257,D.71).

12.- Privilegio de hidalguía otorgado por los Reyes Católicos a favor de Juan de Ochoa, en Trujillo a 20 de febrero de 1479 (ES.47186.ARCHV//PERGAMINOS,CARPETA,73,14).

13.- Carta de privilegio y confirmación por la que los Reyes Católicos conceden a Álvaro de Hinojosa y sus herederos 29.700 maravedíes en las alcabalas de la ciudad de Trujillo y su tierra, en Trujillo a 1 de enero de 1484 (ES.45168.AHNOB//FERNAN NUÑEZ,C.418,D.22).

14.- Ratificación por la reina Isabel del tratado de paz que, en unión con el rey don Fernando, había acordado con Alfonso V de Portugal y su hijo el príncipe don Juan, por mediación de la infanta doña Beatriz. Se insertan copias de la escritura de paz firmada en Alcaçovas el día 4 del mismo mes, del poder que dieron Fernando e Isabel a su embajador Rodrigo de Maldonado y del que habían otorgado Alfonso V y su hijo el príncipe don Juan a Juan de Silveira, barón de Alvito. Rodrigo Maldonado expone la situación creada a la muerte de Enrique IV, en que los reyes castellanos habían tratado de usurpar la soberanía de Portugal y el Algarbe, y el portugués la de Castilla y León. La infanta doña Beatriz trataba de mediar para volver a la paz anterior. Se inserta el tratado de paz entre Juan I de Portugal y Juan II y el infante don Enrique de Castilla, firmado en Medina del Campo el 30 de octubre de 1437. Por esta paz tenían que restituirse mutuamente las ciudades, villas y fortalezas que se hubieran ocupado después de la muerte de Enrique IV y liberar a todos los presos por ambas partes, así como perdonar a los partidarios del contrario. Los reyes de Castilla y Aragón prometen no perturbar a Portugal en la posesión de las tierras de Guinea con su minas de oro, y de cualquier otra isla, costas y tierra firme descubiertas o por descubrir, así como de las islas de Madera, Porto Santo, Azores, de las Flores, Cabo Verde y todas las que descubrieran por encima de las islas Canarias, que quedaban para Castilla, y cuya posesión no perturbaría Portugal. Castilla se inhibiría en la conquista de Fez, que podrían proseguir los portugueses. Trujillo a 27 de diciembre de 1479 (ES.28079.AHN//ESTADO,2724,Exp.41).

15.- Capitulación entre Beatriz Pacheco, Hernando de Monroy  y otros caballeros de Trujillo, con Pedro de Baeza, Alcaide de la fortaleza de Trujillo, por Diego López Pacheco, Marqués de Villena, para que, en virtud de la concordia que el Marqués había pactado con los Reyes Católicos, cesara el asedio de de dicha fortaleza. En Trujillo a 3 de octubre de 1476 (ES.45168.AHNOB//FRIAS,C.17,D.4).

16.- Escrituras de juros pertenecientes a la familia Ramírez, a favor de su mayorazgo. Incluye juros sobre sedas de Granada, alcabalas de Trujillo, compradas por Beatriz Galindo y Francisco de Madrid Real cédula dada en las villas de Medinas el 7 de abril de 1576 por los Reyes Católicos confirmando al secretario Francisco de Madrid un juro en ciertas rentas de Toledo, en el arcedianazgo de Madrid, Sahagún y en las salinas de Espartinas. Trujillo a 1 de enero de 1476 (ES.45168.AHNOB//BORNOS,C.397,D.8).

17.- Confirmación a petición de Luis de Chaves, vecino de Trujillo, de una escritura de creación de mayorazgo a favor de su nieto Juan de Chaves, hijo de Francisco de Chaves y Juana Mejía. Insertos, además de la dicha escritura, el testamento de Mayor Álvarez de Escobar, madre de Luis, y las licencias de Enrique IV y de los Reyes Católicos para la creación de tal mayorazgo.-Reyes. Trujillo, 15 de abril de 1492 (ES.47161.AGS//RGS,LEG,149204,9).

 


 

 



[1] MUÑOZ DE SAN PEDRO, 1964.