martes, 8 de diciembre de 2020

 

 

 

EL CONVENTO DE LA ENCARNACION DE TRUJILLO: SU HISTORIA COMO CENTRO  DOCENTE. LA OBRA DE DOÑA MARGARITA DE ITURRALDE

 

EL EDIFICIO. DATOS ARTÍSTICOS

 

Trescientos treinta y un años vivieron los dominicos en  este Convento de la Encarnación. Hoy únicamente se conservan la  iglesia y un claustro con gruesas y reformadas pilastras. En uno de sus lienzos claustrales están los escudos de la Orden Dominicana y el de la Ciudad con la Virgen de la Victoria entre dos torres, recordando el legendario suceso que tuvo lugar en la Reconquista del siglo XIII. La Ciudad corrió con el patronazgo de esta fábrica, construida con piedras berroqueñas.

Ponz en su Viage de España, nos refiere lo siguiente: "entre la Alhondiga y el convento de los Padre Dominicos media una Plaza donde está la única fuente que hay en la ciudad cuyas aguas según me informan y tengo dicho a usted, viene de la Alberca de la Villa. La Iglesia de dichos Padres la reforma o deformó el nuevo arte churrigueresco. Costeó aquel disparatado tabernáculo que usted vio con alto enfado en el Altar Mayor de la Iglesia de la misma Orden de aquella Ciudad.  Todavía si un arquitecto inteligente tomase por su cuenta el componer esta, podrían a su fuerza de pico dejarla regular. Mucho le irritaría a usted el Altar Mayor colocado bajo la cúpula, su figura de la que una torre, se dice en él o se pueden decir cuatro misas a un tiempo, y es lo que da golpe a esta gente de vulgo. La columna de sus ángulos son unas hojarascas desatinadas , y todo él es un conjunto de madera dorada de pie a cabeza sin artificio ni concierto". El marqués de Lozoya en su Historia del Arte Hispánico, criticó duramente estas referencias de Antonio Ponz y defendió el neoclasicismo del siglo XVIII.

Se trata de una obra de tracería neoclásica, de planta rectangular de una sola nave cubierta con bóveda de mampostería, capillas laterales, amplísimo crucero bajo grandiosas cúpulas donde aún se ven la pintura de los blasones de los dominicos. A los lados del Altar mayor se conservan dos tribunas o pequeños triforios. Fue restaurando este templo que es el de mayor capacidad de Trujillo, por la bienechora Doña Margarita de Iturralde en mayo de 1923, el amplio coro fue soportado por sostenes corrientes y el pavimento cubierto de blancos mármoles, los muros fueron adecentados con sillares a cal y agua. El retablo del Altar Mayor, es obra del famoso artista don Félix Granda. Obra clásica con dos columnas jónicas y al centro dos laterales  acanaladas y adosadas al muro. Para suplir el efecto estético del lienzo absidal, que quedaba sin ornamentación alguna, se coloco en él un cuadro de la Encarnación, obra del francés Carlos Baruteau, que en aquellos días trabajaba en Trujillo. Las imágenes proceden del taller de don Félix Granda.

De la primitiva fábrica son los muros maestros que en la fachada principal son de sillería, reforzados a tramos por enormes contrafuertes, la torre es rectangular corrida de balaustrada ciega, que  parece un ático, en ella tuvo también un reloj, donación también de Doña Margarita de Iturralde. La puerta de la sacristía y la que da acceso al patio son amplias  y de buena factura. Pero la que merece mejor atención es la de la calle que es un hermoso arco de medio punto con dovelas radiadas. Sobre un doble friso lleva la siguiente inscripción latina: “A dominio factum est istud salvum fac populum tuum, domine et benedic hereditati tuae” (en castellano  quiere decir: “Esto lo ha hecho el Señor. Señor salva a tu pueblo y bendice tu heredad”). Los motivos religiosos que simbolizan la Anunciación y Encarnación del Verbo Divino, se representan en altos relieves en los laterales de la puerta, por la Stma. Virgen y el Arcángel San Gabriel y en el centro por el jarrón de azucenas, todos esculpidos en altorrelieves en granito. Sobre el primer friso se abre un alfiz que enmarca el escudo de los Borbones. En el cimafronte se abren tres vanos rectangulares, coronado el central con un ligero frontón triangular, los vértices de su tímpano se adornan con flameros. Más arriba está un escudo y sobre los bastiones que enmarca la fachada se alzan acroteras de estilo herreriano. El pequeño atrio enverjado es obra del siglo XX.

 

Podemos citar algunos de los más importantes enterramientos que se encuentran en la iglesia.    Luis de Chaves, el viejo, y su mujer Doña María de Sotomayor, hija del Maestre de Alcántara, don Gutierre de Sotomayor, tuvieron su sepultura cerca del  Altar Mayor.  En Julio de 1738, el Obispo placentino Don  Fray  Francisco  Laso  de  la  Vega y  Córdoba,  recibió  tierra  bendita  en  la  Iglesia  de  la  Encarnación en  la  sepultura  que   a  sus  expensas  había  mandado  construir  junto  a  las  gradas  del  Altar  Mayor  y  que  fue  cubierta  por  una  lápida  preparada  también  por  él.

En  la  iglesia  fue enterrada en el año 1759  Isabel  María  de Orellana  y  Tapia, hija  de  Antonio  de  Orellana  y  Tapia  y  Brianda  Bejarano  y  Girón ,  que había sido enterrado  también en  la  Capilla  del  Rosario.  En  el  mismo  recinto  sagrado  yacen  los  restos  de  Francisco  Javier  de  Serna,  viudo  de  Ignacia  Álvarez  de  Toledo, hijo de Esteban de Serna.  Su sepultura estaba dos pasos afuera de la Capilla del Cristo de la Buena Muerte,

 

 

 

DATOS HISTÓRICOS

 

No cabe la menor duda que este edificio y el solar donde fue erigido, han sufrido múltiples modificaciones, desde que el Concejo trujillano ofreció en 1489 los terrenos para que los Frailes Dominicos levantaran su Convento en los prados extramuros de la Ciudad, ya que se preveía que hacia allí se extendería la población, siglos XIV y XV. El Concejo trujillano que aportó cuantiosas cantidades para la construcción del convento e iglesia, entre los años 1500 y 1520 aportaron más de 300.000 maravedíes, llegando a contar hasta con 32 religiosos en el nuevo cenobio. De aquí salieron insignes alumnos, preparados para integrarse en las más celebradas Universidades, después de recibir la sobresaliente instrucción que impartieron Dominicos eméritos. Entre los primeros está Fray Felipe de Meneses, natural de Trujillo, de la rancia nobleza de su apellido. Fue Catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y Prior de los Conventos de Toledo y Segovia, Definidor General de la Orden Provincial. Escribió dos libros, uno titulado "Luz del Alma" y otro "De los Santos Sacramentos". Fue Diputado por Felipe II  para reformar la Orden la Merced en Galicia, en cuyo Ministerio santamente murió, siendo enterrado en el Convento de Santa Marta.

Fray Diego de Chaves, como el anterior, fue natural de Trujillo y de una de las más linajudas familias. En la Historia de España su personalidad tiene alto relieve. Ingresó en la Orden en el año 1525. Estudió en Salamanca y Sevilla. Sustituyó en la Cátedra de Prima a Fray Pedro de Soto cuando marchó al Concilio de Trento. Fue confesor del Príncipe Don Carlos y de la Reina Isabel de la Paz. Al fallecer éstos se retiró al Convento que su Orden tenía en la Vera de Plasencia, de donde le sacó Felipe II para que fuera su confesor. Murió en el Convento de Santo Domingo el  Real de Madrid, en junio del 1592.

Fray Pedro Xaque. Procedía de la Provincia  religiosa de Andalucía y se distinguió en la defensa del pleito que el Convento trujillano sostuvo con el Obispo de Plasencia, Don Gutierre de Vargas Carvajal, sobre una Capellanía con cargo a la dehesa de la Torre de Gonzalo Díaz, que fundó el Bachiller Sahagún de Díaz, hijo de Diego González de Trujillo, y cuyo patronato cedió al Convento de la Encarnación Gonzalo Pizarro, hijo de Sancho Pizarro. La fundación consta en el testamento que el Bachiller Sahagún otorgó en Alba de Tormes  en  1451, mandando se dijesen dos misas cada día, una en Santa María la Mayor y otra en la parroquia de San Martín. Desde entonces a la mencionada dehesa que hoy es de los herederos de Doña Margarita de Iturralde, se la conoce con el nombre de "Las Capellanías", con las incidencias de este famoso litigio.  En Roma, donde Fray Pedro Xaque actuó como defensor de los intereses de su Orden, fue éste tan estimado por Clemente VII, que lo nombró Obispo de Talesio en Italia. Andando el tiempo volvió a España y asistió en el Arzobispado de Toledo a la cura de almas en Illescas, donde murió y fue enterrado.

 Fray Vicente Valverde. Merece especial mención este religioso dominico del Convento de la Encarnación, porque fue el superior de los otros cinco que con él acompañaron a Francisco Pizarro en 1530 a la conquista y civilización del Perú  y de las tierras  suramericanas. Conocida es su actuación en la conquista de Cajamarca y en la prisión y  muerte del Inca Atahualpa. Fue el primer Obispo de Cuzco. Murió en el ejercicio de su ministerio, náufrago en las aguas oceánicas. Procedía del linaje de Hernán Ruiz de Valverde, uno de los conquistadores de Trujillo en el año 1232.

 

La fama adquirida por los frailes en su convento trujillano atrajo a él, ilustres personajes que le beneficiaron con sus ayudas y privilegios, tanto eclesiásticos, reales o municipales, llegando algunos de ellos a elegir este lugar para sus enterramientos a los personajes históricos ya citados: Gonzalo Pizarro, Luis  de Chaves el Viejo, Fray Francisco Lasso de Vega, que fue, como hemos dicho insigne benefactor de la Orden, Isabel Mª de Orellana y Tapia, por destacar algunos de ellos. Recibió varios privilegios eclesiásticos: Inocencio VIII indulgencia a cuantos favoreciesen las limosnas la construcción del edificio. Paulo III concedió a este Convento Dominico, salir solo sin cruz parroquial con la Procesión del Santísimo Sacramento en la Dominica Infraoctava del Corpus Christi por las calles y Plazas de la Ciudad. También recibió privilegios reales:  Isabel la Católica concedió a dicho cenobio poder nombrar seis exclusados en ciudad, villa o lugar donde a los dominicos mejor les pareciese fueren libres y exentos de pagar moneda  ni otro pecho (fechada a  9 septiembre 1484, confirmado por la misma Reina en Córdoba 22 del mismo mes y año). Siguió confirmado este privilegio por  Carlos V en Burgos, el 10 de diciembre de 1527 y por  Felipe II en Madrid el 9 de marzo de 1561.

 

La Guerra de la Independencia contra los franceses, inició la decadencia de esta Fundación dominicana, y con ella del edificio, que empezó con  sus  alternativas de decadencias y resurgimientos. En 1811 el ejército inglés, alojado en edificios trujillanos, ocasionaron importantes desperfectos, siendo este Convento de los que mayores daños sufrió. Abandonado el Convento, fue afectado por la desamortización de Mendizábal y en 9 de marzo  de 1836 fueron vendidas su extensa huerta en 6.4oo reales de vellón y edificio conventual y su Iglesia que valieron 56.250 reales. El edificio en aquella época fue solicitado en arrendamiento por la Compañía de Jesús para Colegio de 2ª Enseñanza. El Ayuntamiento negó la petición, sin explicar claramente los motivos.

 

Concedido a Trujillo por RD. de 27 de febrero de 1888, uno de los cuatro Colegios Preparatorios Militares, para ingreso en la Academia General, el Ayuntamiento ofrece y es aceptado este edificio para tal fin, adquiriendo las ruinas del Convento y terrenos colindantes en 40.000 comprometiéndose también a realizar las obras necesarias para su acondicionamiento. Este Colegio fue considerado como uno de los más relevantes y por sus aulas pasaron personajes importantes de la milicia, que llegaron a alcanzar elevadas categorías, destacando en otros el que fue Subdirector de la Academia General Militar, D. Miguel Campins Aura, héroe de la guerra de África.

 

Suprimido este Colegio en 1902, no se le dio otro destino al edificio que condenarle a nueva etapa de abandono y ruina.

 

Considerando la Corporación municipal que podía obtener algún dinero, a la vez que quitaba la vergonzosa estampa que presentaba a residentes y visitantes, divide el solar, edificio incluido, en 4 lotes, sacándoles a subasta, de los que Doña Margarita de Iturralde, adquiere dos que agrupa e inscribe en el Registro de la Propiedad, para destinarle a Colegio de 1ª Enseñanza, creando la Fundación Benéfica “ Colegio de Santiago y Santa Margarita”.

 

Doña Margarita de Iturralde encarga la dirección del Colegio a los Padres Agustinos, nombrando Patrono de la Fundación al Padre que ejerza las funciones de Provincial de la Orden Agustiniana Matritente, de El Escorial. El 23 de diciembre de 1941 el Padre Provincial, hasta ahora Patrono también de la Fundación, alegando la falta de personal religioso, diezmado por la guerra civil, renunciaron “solemne et in perpetuum” a seguir regentando la Fundación y Colegio.

 

De conformidad con los Estatutos de la Fundación, instituida por Dª Margarita de Iturralde y Arteaga, se forma un nuevo Patronato para tratar de seguir cumplir la voluntad de la Fundadora: Clases a niños necesitados de Trujillo y su Comarca. Este Patronato formado por el Sr. Obispo de la Diócesis Placentina, Arcipreste de Trujillo y un familiar de Dª Margarita, hace numerosas gestiones y salvadas las dificultades que se pusieron por la Corporación municipal trujillana, que no le consideraba Orden Religiosa, se encarga a la Congregación de  San Juan Bautista de la Salle, Hermanos de la Doctrina Cristiana, en Octubre de 1942, de la Dirección educativa del Colegio iniciándose nuevamente las clases en sus aulas, hasta el 30 de septiembre de 1966, en que nuevamente la Congregación, por su Hermano Visitador Provincial, presenta la renuncia a seguir en el Colegio, también como anteriormente los Agustinos por falta de Religiosos, aunque proponen seguir en el Colegio hasta que se solucione el problema a algún Hermano Religioso. Las dificultades encontradas para encomendar la enseñanza a una Orden Religiosa, hacen que se constituya una Cooperativa de Padres de Alumnos, con la colaboración de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, hasta que después de 25 años de permanencia, definitivamente abandonan el Colegio.

 

Se instalan los Padres Claretianos, de la provincia Bética, con sede en Sevilla, aceptando el ofrecimiento que se les hace desde Trujillo y se encargan de la Dirección del Centro, y vuelve a impartirse en él la enseñanza por una Orden Religiosa. En 1987, por reagrupamiento de los Religiosos de la mencionada Congregación, tienen que abandonar el Colegio, que una vez más sufre dificultades para su normal desenvolvimiento educativo. La Cooperativa de Padres de Alumnos tiene que hacerse con la Dirección del Centro y se nombra una Directora Académica, hasta el curso 1993-1994, en que se niega al Colegio el Concierto educativo firmado con el Ministerio de Educación y Ciencia, al que se tuvo que acudir y obtener la ayuda económica, que subvencionaba los sueldos  de Profesores y mantenimiento del Centro.

 

Hasta el curso 1993-94 se impartieron clases,  como Centro Privado de carácter religioso, pero en este curso académico, le son suprimidas las subvenciones, teniendo que cerrar sus clases y despedir a los Profesores. El pasado año de 1998, se instala en el edificio el Colegio Cooperativa “Paz Orellana” imprimiendo nueva funcionalidad a las instalaciones como centro educativo integrado en los planes de la LOGSE.

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

 

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