EL CONVENTO DE LA ENCARNACION
DE TRUJILLO: SU HISTORIA COMO CENTRO
DOCENTE. LA OBRA DE DOÑA MARGARITA DE ITURRALDE
EL EDIFICIO. DATOS ARTÍSTICOS
Trescientos treinta y un años vivieron los dominicos en este Convento de la Encarnación. Hoy
únicamente se conservan la iglesia y un
claustro con gruesas y reformadas pilastras. En uno de sus lienzos claustrales
están los escudos de la Orden Dominicana y el de la Ciudad con la Virgen de la
Victoria entre dos torres, recordando el legendario suceso que tuvo lugar en la
Reconquista del siglo XIII. La Ciudad corrió con el patronazgo de esta fábrica,
construida con piedras berroqueñas.
Ponz en su Viage de España, nos refiere lo siguiente: "entre
la Alhondiga y el convento de los Padre Dominicos media una Plaza donde está la
única fuente que hay en la ciudad cuyas aguas según me informan y tengo dicho a
usted, viene de la Alberca de la Villa. La Iglesia de dichos Padres la reforma
o deformó el nuevo arte churrigueresco. Costeó aquel disparatado tabernáculo
que usted vio con alto enfado en el Altar Mayor de la Iglesia de la misma Orden
de aquella Ciudad. Todavía si un
arquitecto inteligente tomase por su cuenta el componer esta, podrían a su
fuerza de pico dejarla regular. Mucho le irritaría a usted el Altar Mayor colocado
bajo la cúpula, su figura de la que una torre, se dice en él o se pueden decir
cuatro misas a un tiempo, y es lo que da golpe a esta gente de vulgo. La
columna de sus ángulos son unas hojarascas desatinadas , y todo él es un
conjunto de madera dorada de pie a cabeza sin artificio ni concierto".
El marqués de Lozoya en su Historia del Arte Hispánico, criticó
duramente estas referencias de Antonio Ponz y defendió el neoclasicismo del
siglo XVIII.
Se trata de una obra de tracería neoclásica, de planta rectangular de
una sola nave cubierta con bóveda de mampostería, capillas laterales, amplísimo
crucero bajo grandiosas cúpulas donde aún se ven la pintura de los blasones de
los dominicos. A los lados del Altar mayor se conservan dos tribunas o pequeños
triforios. Fue restaurando este templo que es el de mayor capacidad de
Trujillo, por la bienechora Doña Margarita de Iturralde en mayo de 1923, el
amplio coro fue soportado por sostenes corrientes y el pavimento cubierto de
blancos mármoles, los muros fueron adecentados con sillares a cal y agua. El
retablo del Altar Mayor, es obra del famoso artista don Félix Granda. Obra
clásica con dos columnas jónicas y al centro dos laterales acanaladas y adosadas al muro. Para suplir el
efecto estético del lienzo absidal, que quedaba sin ornamentación alguna, se
coloco en él un cuadro de la Encarnación, obra del francés Carlos Baruteau, que
en aquellos días trabajaba en Trujillo. Las imágenes proceden del taller de don
Félix Granda.
De la primitiva fábrica son los muros maestros que en la fachada
principal son de sillería, reforzados a tramos por enormes contrafuertes, la
torre es rectangular corrida de balaustrada ciega, que parece un ático, en ella tuvo también un
reloj, donación también de Doña Margarita de Iturralde. La puerta de la
sacristía y la que da acceso al patio son amplias y de buena factura. Pero la que merece mejor
atención es la de la calle que es un hermoso arco de medio punto con dovelas
radiadas. Sobre un doble friso lleva la siguiente inscripción latina: “A
dominio factum est istud salvum fac populum tuum, domine et benedic hereditati
tuae” (en castellano quiere
decir: “Esto lo ha hecho el Señor. Señor salva a tu pueblo y bendice tu
heredad”). Los motivos religiosos que simbolizan la Anunciación y Encarnación
del Verbo Divino, se representan en altos relieves en los laterales de la
puerta, por la Stma. Virgen y el Arcángel San Gabriel y en el centro por el
jarrón de azucenas, todos esculpidos en altorrelieves en granito. Sobre el
primer friso se abre un alfiz que enmarca el escudo de los Borbones. En el
cimafronte se abren tres vanos rectangulares, coronado el central con un ligero
frontón triangular, los vértices de su tímpano se adornan con flameros. Más
arriba está un escudo y sobre los bastiones que enmarca la fachada se alzan
acroteras de estilo herreriano. El pequeño atrio enverjado es obra del siglo
XX.
Podemos citar algunos de los más importantes enterramientos que se
encuentran en la iglesia. Luis de
Chaves, el viejo, y su mujer Doña María de Sotomayor, hija del Maestre de
Alcántara, don Gutierre de Sotomayor, tuvieron su sepultura cerca del Altar Mayor.
En Julio de 1738, el Obispo placentino Don Fray
Francisco Laso de
la Vega y Córdoba,
recibió tierra bendita
en la Iglesia
de la Encarnación en la
sepultura que a
sus expensas había
mandado construir junto
a las gradas
del Altar Mayor
y que fue
cubierta por una
lápida preparada también
por él.
En
la iglesia fue enterrada en el año 1759 Isabel
María de Orellana y
Tapia, hija de Antonio
de Orellana y
Tapia y Brianda
Bejarano y Girón ,
que había sido enterrado también
en la
Capilla del Rosario.
En el mismo
recinto sagrado yacen
los restos de
Francisco Javier de Serna, viudo
de Ignacia Álvarez
de Toledo, hijo de Esteban de
Serna. Su sepultura estaba dos pasos
afuera de la Capilla del Cristo de la Buena Muerte,
DATOS HISTÓRICOS
No
cabe la menor duda que este edificio y el solar donde fue erigido, han sufrido
múltiples modificaciones, desde que el Concejo trujillano ofreció en 1489 los
terrenos para que los Frailes Dominicos levantaran su Convento en los prados
extramuros de la Ciudad, ya que se preveía que hacia allí se extendería la
población, siglos XIV y XV. El Concejo trujillano que aportó cuantiosas
cantidades para la construcción del convento e iglesia, entre los años 1500 y
1520 aportaron más de 300.000 maravedíes, llegando a contar hasta con 32
religiosos en el nuevo cenobio. De aquí salieron insignes alumnos, preparados
para integrarse en las más celebradas Universidades, después de recibir la
sobresaliente instrucción que impartieron Dominicos eméritos. Entre los
primeros está Fray Felipe de Meneses, natural de Trujillo, de la rancia nobleza
de su apellido. Fue Catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y Prior
de los Conventos de Toledo y Segovia, Definidor General de la Orden Provincial.
Escribió dos libros, uno titulado "Luz del Alma" y otro "De los
Santos Sacramentos". Fue Diputado por Felipe II para reformar la Orden la Merced en Galicia,
en cuyo Ministerio santamente murió, siendo enterrado en el Convento de Santa
Marta.
Fray Diego de Chaves, como el anterior, fue natural de Trujillo y de
una de las más linajudas familias. En la Historia de España su
personalidad tiene alto relieve. Ingresó en la Orden en el año 1525. Estudió en
Salamanca y Sevilla. Sustituyó en la Cátedra de Prima a Fray Pedro de Soto
cuando marchó al Concilio de Trento. Fue confesor del Príncipe Don Carlos y de
la Reina Isabel de la Paz. Al fallecer éstos se retiró al Convento que su Orden
tenía en la Vera de Plasencia, de donde le sacó Felipe II para que fuera su
confesor. Murió en el Convento de Santo Domingo el Real de Madrid, en junio del 1592.
Fray Pedro Xaque. Procedía de la Provincia religiosa de Andalucía y se distinguió en la
defensa del pleito que el Convento trujillano sostuvo con el Obispo de
Plasencia, Don Gutierre de Vargas Carvajal, sobre una Capellanía con cargo a la
dehesa de la Torre de Gonzalo Díaz, que fundó el Bachiller Sahagún de Díaz,
hijo de Diego González de Trujillo, y cuyo patronato cedió al Convento de la
Encarnación Gonzalo Pizarro, hijo de Sancho Pizarro. La fundación consta en el
testamento que el Bachiller Sahagún otorgó en Alba de Tormes en
1451, mandando se dijesen dos misas cada día, una en Santa María la
Mayor y otra en la parroquia de San Martín. Desde entonces a la mencionada
dehesa que hoy es de los herederos de Doña Margarita de Iturralde, se la conoce
con el nombre de "Las Capellanías", con las incidencias de este
famoso litigio. En Roma, donde Fray
Pedro Xaque actuó como defensor de los intereses de su Orden, fue éste tan
estimado por Clemente VII, que lo nombró Obispo de Talesio en Italia. Andando
el tiempo volvió a España y asistió en el Arzobispado de Toledo a la cura de
almas en Illescas, donde murió y fue enterrado.
Fray Vicente Valverde. Merece
especial mención este religioso dominico del Convento de la Encarnación, porque
fue el superior de los otros cinco que con él acompañaron a Francisco Pizarro
en 1530 a la conquista y civilización del Perú
y de las tierras suramericanas.
Conocida es su actuación en la conquista de Cajamarca y en la prisión y muerte del Inca Atahualpa. Fue el primer
Obispo de Cuzco. Murió en el ejercicio de su ministerio, náufrago en las aguas
oceánicas. Procedía del linaje de Hernán Ruiz de Valverde, uno de los
conquistadores de Trujillo en el año 1232.
La
fama adquirida por los frailes en su convento trujillano atrajo a él, ilustres
personajes que le beneficiaron con sus ayudas y privilegios, tanto
eclesiásticos, reales o municipales, llegando algunos de ellos a elegir este
lugar para sus enterramientos a los personajes históricos ya citados: Gonzalo
Pizarro, Luis de Chaves el Viejo, Fray
Francisco Lasso de Vega, que fue, como hemos dicho insigne benefactor de la
Orden, Isabel Mª de Orellana y Tapia, por destacar algunos de ellos. Recibió
varios privilegios eclesiásticos: Inocencio VIII indulgencia a cuantos
favoreciesen las limosnas la construcción del edificio. Paulo III concedió a
este Convento Dominico, salir solo sin cruz parroquial con la Procesión del
Santísimo Sacramento en la Dominica Infraoctava del Corpus Christi por las
calles y Plazas de la Ciudad. También recibió privilegios reales: Isabel la Católica concedió a dicho cenobio
poder nombrar seis exclusados en ciudad, villa o lugar donde a los dominicos
mejor les pareciese fueren libres y exentos de pagar moneda ni otro pecho (fechada a 9 septiembre 1484, confirmado por la misma
Reina en Córdoba 22 del mismo mes y año). Siguió confirmado este privilegio
por Carlos V en Burgos, el 10 de
diciembre de 1527 y por Felipe II en
Madrid el 9 de marzo de 1561.
La Guerra de la Independencia contra los franceses,
inició la decadencia de esta Fundación dominicana, y con ella del edificio, que
empezó con sus alternativas de decadencias y resurgimientos.
En 1811 el ejército inglés, alojado en edificios trujillanos, ocasionaron
importantes desperfectos, siendo este Convento de los que mayores daños sufrió.
Abandonado el Convento, fue afectado por la desamortización de Mendizábal y en
9 de marzo de 1836 fueron vendidas su
extensa huerta en 6.4oo reales de vellón y edificio conventual y su Iglesia que
valieron 56.250 reales. El edificio en aquella época fue solicitado en
arrendamiento por la Compañía de Jesús para Colegio de 2ª Enseñanza. El
Ayuntamiento negó la petición, sin explicar claramente los motivos.
Concedido a Trujillo por RD. de 27 de febrero de
1888, uno de los cuatro Colegios Preparatorios Militares, para ingreso en la
Academia General, el Ayuntamiento ofrece y es aceptado este edificio para tal
fin, adquiriendo las ruinas del Convento y terrenos colindantes en 40.000
comprometiéndose también a realizar las obras necesarias para su acondicionamiento.
Este Colegio fue considerado como uno de los más relevantes y por sus aulas
pasaron personajes importantes de la milicia, que llegaron a alcanzar elevadas
categorías, destacando en otros el que fue Subdirector de la Academia General
Militar, D. Miguel Campins Aura, héroe de la guerra de África.
Suprimido este Colegio en 1902, no se le dio otro
destino al edificio que condenarle a nueva etapa de abandono y ruina.
Considerando la Corporación municipal que podía
obtener algún dinero, a la vez que quitaba la vergonzosa estampa que presentaba
a residentes y visitantes, divide el solar, edificio incluido, en 4 lotes,
sacándoles a subasta, de los que Doña Margarita de Iturralde, adquiere dos que
agrupa e inscribe en el Registro de la Propiedad, para destinarle a Colegio de
1ª Enseñanza, creando la Fundación Benéfica “ Colegio de Santiago y Santa
Margarita”.
Doña Margarita de Iturralde encarga la dirección del
Colegio a los Padres Agustinos, nombrando Patrono de la Fundación al Padre que
ejerza las funciones de Provincial de la Orden Agustiniana Matritente, de El
Escorial. El 23 de diciembre de 1941 el Padre Provincial, hasta ahora Patrono
también de la Fundación, alegando la falta de personal religioso, diezmado por
la guerra civil, renunciaron “solemne et in perpetuum” a seguir regentando la
Fundación y Colegio.
De conformidad con los Estatutos de la Fundación,
instituida por Dª Margarita de Iturralde y Arteaga, se forma un nuevo Patronato
para tratar de seguir cumplir la voluntad de la Fundadora: Clases a niños
necesitados de Trujillo y su Comarca. Este Patronato formado por el Sr. Obispo
de la Diócesis Placentina, Arcipreste de Trujillo y un familiar de Dª
Margarita, hace numerosas gestiones y salvadas las dificultades que se pusieron
por la Corporación municipal trujillana, que no le consideraba Orden Religiosa,
se encarga a la Congregación de San Juan
Bautista de la Salle, Hermanos de la Doctrina Cristiana, en Octubre de 1942, de
la Dirección educativa del Colegio iniciándose nuevamente las clases en sus
aulas, hasta el 30 de septiembre de 1966, en que nuevamente la Congregación,
por su Hermano Visitador Provincial, presenta la renuncia a seguir en el
Colegio, también como anteriormente los Agustinos por falta de Religiosos,
aunque proponen seguir en el Colegio hasta que se solucione el problema a algún
Hermano Religioso. Las dificultades encontradas para encomendar la enseñanza a
una Orden Religiosa, hacen que se constituya una Cooperativa de Padres de
Alumnos, con la colaboración de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, hasta
que después de 25 años de permanencia, definitivamente abandonan el Colegio.
Se instalan los Padres Claretianos, de la provincia
Bética, con sede en Sevilla, aceptando el ofrecimiento que se les hace desde
Trujillo y se encargan de la Dirección del Centro, y vuelve a impartirse en él
la enseñanza por una Orden Religiosa. En 1987, por reagrupamiento de los
Religiosos de la mencionada Congregación, tienen que abandonar el Colegio, que
una vez más sufre dificultades para su normal desenvolvimiento educativo. La
Cooperativa de Padres de Alumnos tiene que hacerse con la Dirección del Centro
y se nombra una Directora Académica, hasta el curso 1993-1994, en que se niega
al Colegio el Concierto educativo firmado con el Ministerio de Educación y
Ciencia, al que se tuvo que acudir y obtener la ayuda económica, que
subvencionaba los sueldos de Profesores
y mantenimiento del Centro.
Hasta el curso 1993-94 se impartieron clases, como Centro Privado de carácter religioso,
pero en este curso académico, le son suprimidas las subvenciones, teniendo que
cerrar sus clases y despedir a los Profesores. El pasado año de 1998, se
instala en el edificio el Colegio Cooperativa “Paz Orellana” imprimiendo nueva
funcionalidad a las instalaciones como centro educativo integrado en los planes
de la LOGSE.
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