jueves, 9 de octubre de 2025

 VIRGEN CON NIÑO


Autor: Anónimo Hispano-Flamenco

Técnica: Óleo sobre tabla

Medidas: 42 x 56 cm.

Época: Segunda mitad del siglo XVI.

Procedencia: Colección privada -

 

                

 

Introducción.

En los ámbitos del coleccionismo peninsular, se ha considerado a la pintura flamenca como una pintura nacional, ya que gran parte de los territorios donde se realizó, en Flandes principalmente, pertenecieron a la Monarquía Hispánica (Países Bajos de los Habsburgo). Y este aspecto cobró gran importancia a la hora de coleccionar dichas obras, pues con ellas se pretendía también explicar la importancia política de la península en el contexto geográfico y cultural europeo de la época.

Y sus claras influencias y gustos perviven durante siglos en el arte peninsular, debido en gran parte a esos lazos interculturales que España establece durante el Imperio con las regiones de Europa central.

Todas las culturas de la Antigüedad hacen referencia a una diosa madre lactante, desde las culturas mesopotámicas hasta la hindú. En la Cuenca del Mediterráneo, tanto en Egipto como en Grecia se asignó asimismo esta función nutricional a las diosas principales de su panteón. En Egipto Isis amamantaba a Horus y en la mitología griega Hera amamantó a Heracles y con la leche que manó de su pecho se formó la Vía Láctea. Junto a estas imágenes asimiladas por el cristianismo, en torno a la Huida a Egipto se originan relatos por parte de peregrinos que aluden a los descansos de la Sagrada Familia, dando origen a la iconografía de la Virgen de la Humildad, que sentada en el suelo puede dar de mamar a su Hijo. La primera representación de la Virgen de la Leche aparece en el cubículo de la Velatio de la catacumba de Priscila (Roma) en el siglo II, donde la Virgen sentada acerca al Niño a su pecho.

La Virgen de la leche, es una iconografía que tuvo su gran apogeo durante la Edad Media y sobre todo en el Renacimiento, en el que se la representa amamantando al Niño en alusión a María como Madre de todos los cristianos a los que cuida como a su propio Hijo.

 

                 Virgen de la leche.

                               Óleo sobre tabla, medidas 42 x 56 cm.

 

 

Descripción.-

 

 

La Virgen con rostro dulce y bello, luce un velo (o beatilla) blanco confeccionado con un tejido fino casi transparente, que le cubre la frente dejando entrever su dorada cabellera. Aparece cubierta con un manto azul verdoso y viste un sayo carmesí claro sobre una camisa blanca, por la que apenas enseña el seno materno. Una aureola corona a la Virgen y así hace destacar la luz espiritual o divina del personaje. La Virgen sostiene con ternura al Niño, y lo envuelve en sus ropajes, Él aparece desnudo pero cubierto por su Madre, su delicado rostro y sus rubios rizos, están enmarcados con halos dorados por resplandor, que le aportan una luminosidad divina, siguiendo los tipos de la escuela flamenca.

 

En la pintura se aprecia una gran cercanía entre ambas imágenes, lejos ya de ese modelo tardomedieval de la Virgen como “Sedes Sapientiae” o trono de la sabiduría, más propios de la escuela flamenca anterior. María con los ojos entrecerrados, dirige al Niño una mirada maternal, llena de amor y comprensión. Y aunque los ojos del Niño se orientan al espectador, no pierde el contacto con su Madre, apoyando su mano izquierda sobre su hombro, mientras con la otra coge delicadamente su seno.

 

Evoca a la escuela flamenca y denota su influencia en la pintura peninsular del siglo XVI. Pero la intención de los gestos y la belleza de su humanidad, nos remiten ya, a un naturalismo renacentista.

 

Sus formas destacan recortadas sobre un fondo oscuro, para que no haya otros elementos que distraigan al fiel en su íntima oración. Es sin duda una obra de encargo, de carácter devocional y adscrita al ámbito doméstico o privado. No hay que olvidar que las obras sobre tabla y de pequeño formato, asimismo son típicas de la escuela flamenca de la época anterior.

 

Para finalizar, me gustaría señalar la clara influencia en esta obra de la pintura de Luis Morales "El Divino", un pintor extremeño en cuya obra se funden elementos flamencos y renacentistas y con fuertes contrastes lumínicos muy al gusto peninsular. Un insigne autor que fue muy demandado y valorado por la alta sociedad de su época y que también supo conectar bien con la sensibilidad del pueblo.

 

 

 

 

Bibliografía:

 

Pérez Sánchez, Alfonso. "Pintura española del último tercio del siglo XVI". "Pintura renacentista española hasta 1560" Historia del arte, Madrid, Ed. Anaya, 1986.

 

Trens i Ribas, Manuel. María. Iconografía de la Virgen en el arte español (1952)

 

VV. AA. "El Alto Renacimiento español". La pintura: pervivencias flamencas e incorporación del influjo italiano.

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