VIRGEN CON NIÑO
Autor:
Anónimo Hispano-Flamenco
Técnica:
Óleo sobre tabla
Medidas:
42 x 56 cm.
Época:
Segunda mitad del siglo XVI.
Procedencia:
Colección privada -
Introducción.
En los ámbitos del coleccionismo peninsular, se ha
considerado a la pintura flamenca como una pintura nacional, ya que gran parte
de los territorios donde se realizó, en Flandes principalmente, pertenecieron a
la Monarquía Hispánica (Países Bajos de los Habsburgo). Y este aspecto cobró gran
importancia a la hora de coleccionar dichas obras, pues con ellas se pretendía
también explicar la importancia política de la península en el contexto
geográfico y cultural europeo de la época.
Y sus claras influencias y gustos perviven durante siglos
en el arte peninsular, debido en gran parte a esos lazos interculturales que
España establece durante el Imperio con las regiones de Europa central.
Todas las culturas de la Antigüedad hacen referencia
a una diosa madre lactante, desde las culturas mesopotámicas hasta la hindú. En
la Cuenca del Mediterráneo, tanto en Egipto como en Grecia se asignó asimismo
esta función nutricional a las diosas principales de su panteón. En Egipto Isis
amamantaba a Horus y en la mitología griega Hera amamantó a Heracles y con la
leche que manó de su pecho se formó la Vía Láctea. Junto a estas imágenes
asimiladas por el cristianismo, en torno a la Huida a Egipto se originan
relatos por parte de peregrinos que aluden a los descansos de la Sagrada
Familia, dando origen a la iconografía de la Virgen de la Humildad, que sentada
en el suelo puede dar de mamar a su Hijo. La primera
representación de la Virgen de la Leche aparece en el cubículo de la Velatio de
la catacumba de Priscila (Roma) en el siglo II, donde la Virgen sentada acerca
al Niño a su pecho.
La Virgen de la leche, es una iconografía que tuvo su
gran apogeo durante la Edad Media y sobre todo en el Renacimiento, en el que se
la representa amamantando al Niño en alusión a María como Madre de todos los
cristianos a los que cuida como a su propio Hijo.
Virgen de la
leche.
Óleo sobre tabla, medidas 42 x 56 cm.
Descripción.-
La Virgen con rostro dulce y bello, luce un velo (o
beatilla) blanco confeccionado con un tejido fino casi transparente, que le
cubre la frente dejando entrever su dorada cabellera. Aparece cubierta con un
manto azul verdoso y viste un sayo carmesí claro sobre una camisa blanca, por
la que apenas enseña el seno materno. Una aureola corona a la Virgen y así hace
destacar la luz espiritual o divina del personaje. La Virgen sostiene con
ternura al Niño, y lo envuelve en sus ropajes, Él aparece desnudo pero cubierto
por su Madre, su delicado rostro y sus rubios rizos, están enmarcados con halos
dorados por resplandor, que le aportan una luminosidad divina, siguiendo los
tipos de la escuela flamenca.
En la pintura se aprecia una gran cercanía entre ambas
imágenes, lejos ya de ese modelo tardomedieval de la Virgen como “Sedes
Sapientiae” o trono de la sabiduría, más propios de la escuela flamenca
anterior. María con los ojos entrecerrados, dirige al Niño una mirada maternal,
llena de amor y comprensión. Y aunque los ojos del Niño se orientan al
espectador, no pierde el contacto con su Madre, apoyando su mano izquierda
sobre su hombro, mientras con la otra coge delicadamente su seno.
Evoca a la escuela
flamenca y denota su influencia en la pintura peninsular del siglo XVI. Pero la intención de los gestos y la belleza de su
humanidad, nos remiten ya, a un naturalismo renacentista.
Sus formas destacan recortadas sobre un fondo
oscuro, para que no haya otros elementos que distraigan al fiel en su íntima oración.
Es sin duda una obra de encargo, de carácter devocional y adscrita al ámbito
doméstico o privado. No hay que olvidar que las obras sobre tabla y de pequeño
formato, asimismo son típicas de la escuela flamenca de la época anterior.
Para finalizar, me gustaría señalar la clara influencia
en esta obra de la pintura de Luis Morales "El Divino", un pintor
extremeño en cuya obra se funden elementos flamencos y renacentistas y con fuertes
contrastes lumínicos muy al gusto peninsular. Un insigne autor que fue muy
demandado y valorado por la alta sociedad de su época y que también supo
conectar bien con la sensibilidad del pueblo.
Bibliografía:
Pérez Sánchez, Alfonso. "Pintura española
del último tercio del siglo XVI". "Pintura renacentista española
hasta 1560" Historia del arte,
Madrid, Ed. Anaya, 1986.
Trens i Ribas, Manuel. María. Iconografía de la Virgen
en el arte español (1952)
VV. AA. "El Alto Renacimiento español". La pintura:
pervivencias flamencas e incorporación del influjo italiano.
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