viernes, 4 de febrero de 2022

 

 

SAN JERÓNIMO PENITENTE

 

 

 

José Antonio Ramos Rubio

Cronista Oficial de Trujillo

 

 

Autor: Anónimo de la Escuela Cuzqueña.

 

Técnica: Óleo sobre lienzo.

Época: Último tercio del siglo XVII.

Origén: Cuzco, Virreinato del Perú.

Medidas: 86,5 x 75 cm.

Procedencia: Antigua colección particular, Trujillo (Extremadura)

 

 

 

Breve apunte geográfico.-

 

 

 

El distrito de San Jerónimo es uno de los ocho que conforman la provincia del Cuzco, ubicada en el departamento del Cuzco en el Sur del Perú. Este distrito se encuentra dentro de la conurbación del área metropolitana del Cuzco, centro de dominio Político y Religioso. San Jerónimo fue incorporado oficialmente a la Corona el 11 de agosto de 1571. Los ayllus fueron “reducidos” y encomendados a los españoles por intermedio de la orden Domínica, quienes fueron los primeros y verdaderos fundadores del poblado de San Jerónimo; esta Orden era privilegiada por haber intervenido en la conquista con el padre Domingo Vicente Valverde, tocándoles en el reparto de tierras la hacienda de Patapata.

 

Y es en 1571, cuando se funda la parroquia de San Jerónimo como una simple ermita para el culto, edificándose la iglesia sobre una Huaca Inca y sobre tierras pertenecientes al Ayllu Sorama, con sus caciques; Pascual Tupayupanqui Panaca y Pascual Quispe Rimachi. Pero no es hasta el 28 de diciembre de 1628, cuando se elige en la casa cabildo de la parroquia el primer alcalde y sus regidores.

 

Es una de las pocas iglesias que aún se mantuvieron en un buen estado de conservación tras el terremoto del Cuzco en 1650, debido al buen material que se empleó para su edificación y a pesar del paso del tiempo y sus avatares, conserva todavía hoy, gran parte de su estructura original. Su cruz de piedra llama mucho la atención de los viajeros, debido a los grabados que tiene, ya que se puede ver claramente que son motivos prehispánicos, los cuales posiblemente pudieron ser parte de la estructura inicial de la cual partió la construcción del templo.

 

Y  es allí en un santuario incaico, en las latitudes exóticas y la altitud extrema del antiguo Tauantinsuyu, donde nace la veneración al eremita, lo indígena se une con lo hispánico, lo incorpora y se funde. Y es allí a más de tres mil metros de altura, donde ruge por primera vez en el Perú el león de San Jerónimo.

 

 

 

La Escuela Cuzqueña.-

La escuela de pintura surgida en la ciudad virreinal del Cuzco. Fue quizás la más importante de la América española; se caracterizó por su originalidad y fue el resultado de la confluencia de dos corrientes poderosas: la tradición artística hispana por un lado, y el afán de los pintores indígenas por expresar su realidad y su cosmovisión.

La Escuela Cuzqueña se desarrolla desde época muy temprana ; cuando en 1539 se empieza a construir, sobre la base del palacio de ViracochaInca, la primera catedral del Cuzco (la Iglesia del Triunfo), y ya serán los artistas locales, los encargados de realizar las obras que decorarían sus muros, empezando aquí y de esta manera, su paulatina evolución. Más tarde con la ampliación del primer templo, se inicia la construcción de la gran catedral de Cuzco (1560). Pero es  la llegada del pintor y italiano Bernardo Bitti en 1583, la que marca un primer momento del desarrollo del arte cuzqueño. Este jesuita introduce en el Cuzco una corriente de moda en la Europa de entonces, el manierismo.

Durante el siglo XVII, especialmente en sus inicios, continuará sintiéndose la influencia de otros pintores italianos como Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro. Pero más tarde, a estos influjos se unirán otros nuevos, como el barroco hispano  y su corriente sevillana,  que desembarcarán en el Virreinato del Perú a través de la copiosa obra del extremeño Francisco de Zurbarán. Que es, sin duda,  la figura más influyente en el barroco hispanoamericano y Lima la ciudad con mayor número de obras relacionadas con su taller (están documentadas más de seis series suyas enviadas a Lima).

Cabe destacar también, la figura del  gran patrón de las artes, Manuel de Mollinedo y Angulo y la importante colección que llevó consigo desde España al tomar posesión de la silla episcopal del Cuzco. Su pinacoteca estaba formada por numerosas obras de los mejores pintores de la corte española. Sirviendo esta de ejemplo y estímulo a los artistas indigenas, quienes no se contentaron con imitar, sino que muchos de ellos elaboraron respuestas propias, que conducirían a la consolidación de la Escuela Cuzqueña de pintura.

Pero el pintor indígena más importante y representativo de la Escuela Cuzqueña es,    sin duda alguna, Diego Quispe Tito (Cuzco 1611 -1681), Su estilo, inicialmente de influencia manierista, se fortalecerá a partir del estudio de los grabados y tablas de pintores flamencos llegados de ultramar; pero su determinada personalidad indígena, emergerá aún con más fuerza desde su vinculación con las formas y modelos europeos. Y en sus obras irrumpen una serie de elementos plásticos, anunciando claramente un sincretismo que anticipa lo que constituirían las características de la tradición pictórica cuzqueña.

Diego Quispe fue contratado durante varias etapas de su vida para decorar la Iglesia de San Sebastián del Cuzco, construida en mismo barrio del que era vecino y financiada principalmente por los curacas Ignacio Inca Roca y Juan de Dios Sucso, que fueron los más importantes donantes del  templo.

Sus obras tempranas son arcaicas y muestran una indecisión estilística propia de su obra de principios del siglo XVII.​ Son pinturas de esta época, la Visión de la Cruz de 1631 y la Ascensión de Cristo de 1634, ambas basadas en grabados de Wierix.​ Son también de esta época la serie de los Doctores de la iglesia, pintadas entre 1634 y 1640​ y basadas en grabados de Aegidius Sadeler II. .(5).(6)

 

 

 

 

Fuente de las foto - Archivo PESSC

                                                                      San Jerónimo

              Diego Quispe Tito (entre 1634-1640)   _    Iglesia de San Sebastián, Cuzco, Perú

 

El grabado como fuente del Arte Virreinal.-

 

 

El arte creado en la España de ultramar representó un logro artístico asombroso e irrepetible. Pero también paradójico. Por un lado, el arte Virreinal fue realizado en los territorios más remotos del Imperio español, siendo producido por artistas  que jamás pusieron pie en Europa. Por otro lado, el arte Virreinal, sin dejar de ser singular y excepcional, revela una innegable impronta europea, tanto en su forma como en su contenido. Aunque este hecho tiene una clara explicación, los artistas locales siempre utilizaron grabados europeos como modelos para sus composiciones. Muchos de estos grabados fueron producidos en Amberes, la capital comercial de Flandes, región que era por entonces, al igual que el Perú, parte del vasto Imperio español.

 

Encuadernados en obras religiosas, encolados en álbumes de artista, o sueltos como parte de un robusto comercio de obras de arte, millares de grabados amberinos viajaron a todo lo largo y ancho del imperio español, dejando a su paso una marca indeleble en todas las composiciones artísticas de los Virreinatos españoles. Producidos a bajo costo, reproducidos en grandes cantidades, transportados con ligereza, resistentes a los trajines del viaje, y almacenados con facilidad, los grabados venidos de Europa fueron  usados como estímulo de invención, asistentes de composición, repertorios de poses, y garantes de ortodoxia iconográfica (1), convirtiéndose así en una “portátil Europa” para los artistas virreinales (2).

 

Estos grabados que procedían en su mayor parte de Amberes y en particular de la casa impresora de la familia Plantin-Moretus, la cual obtuvo, por privilegio real, el derecho de abastecer, en exclusiva, la ingente demanda de libros para todo el Imperio español, convirtiéndose así en la firma editorial más importante del mundo entre 1550 y 1625.(3)

En efecto, como nos señala Kelemen en su obra, la Oficina Plantiniana envió a España, entre 1570 y 1804, once tipos de breviarios, misales en tres tamaños, libros de horas en cuatro tamaños, diurnos, himnarios, y otras obras religiosas. Para darnos una idea del volumen de estos envíos, podemos precisar más los datos;  la Plantiniana envió a la corona española, tan sólo entre 1571 y 1576, nada menos que 19000 breviarios, 17000 misales, 9000 horas, 3200 himnarios, 1800 oficios de San Jerónimo, 1500 oficios de Santiago, y 1250 santorales para el culto hispano.(4)

Establecida la resolución gráfica a la paradoja del arte Virreinal, el estudio de las fuentes grabadas de dicho arte se centra sobre dos objetivos: primero la identificación de los grabados que sirvieron de base a las obras y segundo  la identificación de la serie de transformaciones e interpretaciones que sufrieron dichos grabados en nuestra vasta progenie de Ultramar.*

Un conocimiento este imprescindible; para quien quiera entender la génesis del arte Virreinal español y la posición que ocupa en la Historia del Arte universal.

 

 

 

 

El ejemplo de San Jerónimo.-

 

 

Boëtius à Bolswert o Boëtius Adamsz. à Bolswert, también conocido como Bodius (Bolsward, ca. 1580-Amberes,+1633)​, grabador flamenco.

 

Hacia 1620 se trasladó a Amberes, donde entre septiembre de ese año y septiembre de 1621 fue admitido como maestro en la guilda de San Lucas. Fiel católico y cercano a los jesuitas, colaboró en Bruselas con Herman Hugo en los emblemas del Pia Desideria, uno de los más populares libros de devoción del siglo XVII, impreso en Amberes en 1624 Fue uno de los libros piadosos de emblemas más importantes del siglo XVII, con gran difusión en toda Europa y América fue varias veces reimpreso y así sus grabados sirvieron de modelos de diversos modos.

 

Más tarde en 1624, junto a  su hermano Schelte à Bolswert entran a trabajar en el taller de Rubens para hacer, bajo la dirección del maestro, grabados de algunos de los asuntos por él pintados y contribuyendo de este modo a extender la fama de Rubens por toda  Europa y el Nuevo Mundo.

 

 

 

Fuente de las fotos - Archivo PESSCA

                                                  San Jerónimo

Boëtius Adamsz. à Bolswert (1580-1633).  __   Artista anónimo.Escuela de Cuzco S.XVII

San Jerónimo Penitente.-

En la imagen inferior podemos observar como el autor del San Jerónimo, objeto del estudio, basa también sin duda, su modelo y su composición, en el grabado original del autor flamenco referenciado anteriormente, Boëtius Adamsz. à Bolswert (1580-1633).

 

                                                        

                                                   San Jerónimo Penitente

              Autor anónimo Escuela Cuzqueña _ Colección particular, Trujillo (Extremadura – España)

Descripción y conclusiones.-

Podemos observar en el estilo nos remite a un manierismo tardío, cuyas principales características son; el tratamiento de la figura de manera un tanto alargada y con la luz focalizada sobre ella. El eremita es presentado por el pintor  con una exageración del movimiento, con una figura serpentinata en dramático escorzo y dando un tratamiento  teatral a las texturas que enfatiza con el potente colorido.

Aunque así, la escena se ve representada con un exceso, ya más propio del barroco hispanoamericano, caracterizado por sus efectos de exageración y contraste.

En cuanto al tratamiento técnico, se observa un desentendimiento de la perspectiva, sumado a una fragmentación de la escena en varios espacios concurrentes en el mismo plano. Nuevas soluciones cromáticas, con la predilección por los colores intensos, que  son otros de los  rasgos típicos del naciente estilo pictórico de la Escuela Cuzqueña.

En la pintura de esa época, finales del siglo XVII, hay que destacar la menor presencia de la brocatería en oro (muchas veces realizada o añadida posteriormente, en el siglo XVIII, para adornar y enriquecer las obras), aunque en algunas ocasiones si se utiliza, principalmente en halos o nimbos circulares, que aparecen por  detrás y alrededor de la cabeza de la imagen, como en el caso de este San Jerónimo Penitente. Siempre como símbolo para destacar la luz espiritual o divina del personaje representado.

También ejerció una gran influencia sobre la escuela del Cuzco y sobre este autor en particular, la obra de  José de Ribera, sublime interprete del tenebrismo napolitano, cuya sensibilidad se introdujo con gran auge en el Virreinato del Perú (quizás formaba parte de la pinacoteca del Obispo Mollinedo y Angulo), y que trasmitió así su punto de vista dramático y la presencia de los claroscuros.

Conocer y reconocernos en el sincretismo del Arte Virreinal, es comprobar que la identidad propia no está reñida con el mestizaje, con la fusión, con la integración enriquecedora del uno en el otro. A esa fecundación cultural mutua, de lo andino y de  lo hispano, responde la presencia religiosa, artística y folclórica en el Cuzco de nuestro venerado San Jerónimo, iracundo penitente y plácido y reflexivo traductor, que allí es sobre todo, el Santo Patrón. Lo que, por desgracia, ya no es en la metrópoli que irradió su culto y su interés.

D. José Antonio Ramos Rubio

Doctor en Historia, Cronista Oficial de Trujillo, Académico Correspondiente de la Real Academia de Extremadura y de la Real Academia de la Historia.

 

 

En Cáceres a día  21 de Enero del año 2022.

 

 

Bibliografía.-

1.        BURKE 1998, 32s.

2.        MANRIQUE 1982, 59

3.        KELEMEN 1951, 200

4.        SORIA 1956,87

5.        T.GISBERTT,J..DE MESA(1982). Historia de la Pintura Cuzqueña. Lima: Fundación Augusto N. Wiese.

6.        LE. WUFFARDEN, R.KUSUNOKI (2016). Pintura Cuzqueña. Museo de Arte de Lima.

7.        El Grabado Como Fuente del Arte Colonial: Estado de la Cuestión*

*PESSCA es el acrónimo del nombre original de este proyecto (Project on the Engraved Sources of Spanish Colonial Art).

http://artecolonial.org

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