LA
IGLESIA DE LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO
1.-
ANTECEDENTES. LA HISTORIA Y EL ARTE.
La fundación de la Iglesia está relacionada
con las disposiciones testamentarias de don Gabriel Pizarro de Hinojosa y
Arévalo, Inquisidor en Granada y Córdoba, que habría de fallecer en 1625. En el
año 1626 se firmaba la autorización eclesiástica para la construcción de la
iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo, lo que sucedería entre los años 1630 y
1635 de manos del maestro de obras Gabriel Pentiero. El día 13 de enero de 1626, es
decir, a los tres meses del fallecimiento de don Gabriel Pizarro de Hinojosa,
el Cabildo Catedral de Plasencia, vacante la silla episcopal por muerte de don
Sancho
Dávila Toledo, expedía a favor
del Abad y Cabildo de Capellanes autorización canónica para edificar en
Trujillo una iglesia con el título de la Sangre de Cristo, según el testamento
bajo el cual había muerto el inquisidor don Gabriel Pizarro de Hinojosa. Firman
dicha autorización que original se conserva, don Juan M. de Salazar y Bartolomé
López Dávila y está refrendada por el secretario Francisco de Obregón.
Cuando el Cabildo de
Capellanes había obtenido del catedralicio de Plasencia la anterior
autorización, ya poseía el solar en que la Iglesia de la Sangre de Cristo se
edificase y el cual era el mismo lugar que su fundador señaló. Se adquirió en
precio de sesenta ducados mediante escritura de compra‐venta otorgada a su favor por
don Juan Chaves Sotomayor y su mujer doña Catalina de Orellana y Mendoza, ante
el escribano Juan González de Santiago, en Trujillo, a 28 de octubre de 1625,
es decir, a los nueve días de la muerte del inquisidor.
Los trabajos finalizaron en el año 1642.
Pentiero, maestro de obras establecido en Trujillo, autor de la iglesia de la
Sangre de Cristo y del convento de San Antonio, así como de las parroquias de
de Zángano, Santo Tomé en Valdelacasa y aparejador de la sacristía del Real
Monasterio de Guadalupe[1],
vivía en la calle San Antonio, cerca del convento de las franciscanas, y su
arquitectura responde, como se ha dicho, a los gustos del primer Barroco
castellano[2].
Nació don Gabriel Pizarro de Hinojosa
Grado y Arévalo en Trujillo, en la segunda mitad del siglo XVI en el barrio de
Santa María la Mayor, no pudiendo concretar la fecha de su nacimiento ya que el
I Libro de Bautismos no se conserva. Fue hijo de Alonso Pizarro de Torres y de
Teresa de Grado; y sobrino de Juan Pizarro Carvajal, Arcipreste de Santa María[3].
Estudió en el Colegio Mayor de Cuenca,
donde realizó diversos cursos de teología, doctorándose más tarde en Valencia.
En el año 1594 es residente en la Universidad de Salamanca[4]. Fue nombrado Inquisidor de Córdoba,
apareciendo ya el 23 de diciembre del año 1600 en el listado de inquisidores
que cobran ayuda de costa[5]. El 30 de octubre de 1601 fue
proveído como inquisidor de Valladolid, aunque no ocupó esta plaza, continuando
en Córdoba[6]. Nombrado Inquisidor de Granada entre
los años 1611-1616. Nueve años después, ya en Trujillo hizo testamento ante Bartolomé López Leonardo el 23 de abril del
año 1625[7], aunque realizó
nuevas incorporaciones al mismo, a manera de codicilo, el 24 de mayo y el 15 de
octubre de ese mismo año[8]. Precisamente, entre
estas incorporaciones al testamento aparece una manda por la que se ordena
construir una iglesia dedicada a la Preciosa Sangre de Cristo que habría de
servir para el cumplimiento de las obligaciones del Cabildo de los Capellanes
de la Ciudad de Trujillo, indica que su cuerpo sea sepultado bajo el altar
mayor de dicha iglesia. Según indica en el testamento, esta iglesia se edificó
en el sitio de una casa que tenía Juan de Chaves Sotomayor y Catalina de
Orellana[9]; y que el coste de
la construcción del templo no superase los 5.000 ducados. Fallece don Gabriel
Pizarro de Hinojosa el 19 de octubre del año 1625.
Según recogemos literalmente de la obra cumbre del Cronista don Juan
Tena: “Alabado sea el Santísimo
Sacramento que es el verdadero Cuerpo y Sangre de Iesuchisto, Señor Nuestro, y
la Unmaculada Concepción de la Virgen Santa María, Nuestra Señora, sin peccado
original. Amen.
En el año del Señor y del
nasçimiento de Nuestro Redemptor Iesuchisto de mil y seisçientos y veynte y
siete años, en la indictian nona, presidiendo en la Santa Sede Apostólica
Romana nuestro serenísimo padre y señor Urbano Papa VIII y en el año quatro de
su pontificado, y vacante la sede episcopal de Plasençia por muerte de el señor
don Sancho Dáuila y Toledo, obispo que fue deste obispado, reynando en estos
reynos de España el Rey don Philippe nuestro señor quarto deste nombre, lunes diez y ocho días del mes de henero se
començó la obra de la yglesia de la Sangre de Chisto, Nuestro Señor, que
mandó fundar y edificar a su costa el señor don Gabriel Piarro de Hinojosa,
inquisidor apostólico del reyno de Granada, natural desta çiudad, por su
testamneto y última voluntad con que murió para el Cabildo de Capellanes de
esta iudad de a donde fue capitular y mandó fuesse en unas casas que fueron de
los señores don Juan de Chaues Sotomayor y doña Catalina de Mendoa, su mujer,
auiendo preçedido liçenia para ello de los señores presidente y cabildo de la
Santa Yglesia sede uacante de Plasençia a ynstançia del lienciado Diego de
Orellana, abbad del dicho Cabildo y de los capitulares de él. La qual yglesia
se haze a costa de los bienes que el dicho señor inquisidor nuestro patrón y
fundador della señaló y dexó para su edifiçio en la forma que se contiene en su
testamento, para que en ella el dicho Cabildo cante y çelebre las missas y
anniversarios que tiene de obligaçión por sus dotaçiones y las que de nueuo
queda dotadas en el dicho cabildo el dicho señor ynquisidor de sus rentas,
acabada la dicha yglesia. Lo qual sea para gloria y honrra de Dios Nuestro
Señor y de la Virgen Santísima su Madre, y del bienaventurado Señor San Pedro,
prínçipe de los apóstoles, patrón nuestro.
El dinero que se reçibe de los
bienes del señor doctor don Gabril Piçarro de Hinojosa, ynquisidor nuestro
patrón para la obra de la yglesia que fundó y mandó edificar se escriuió en el
libro desde la foja segunda de él"[10].
El templo es una obra de elegante sencillez
que estilísticamente responde al clasicismo del Barroco del primer tercio del
siglo XVIII. Es un templo de planta basilical, de una sola nave y con
transepto, construido a base de mampostería y ladrillo, aunque la cantería se
deja ver en las dos portadas. La nave se cubre con bóveda de lunetos de
ladrillo, destacamos la cúpula con cimborrio de ladrillo que corona el edificio, decorada con placados gallonados.
Tal y como quedó documentado en su testamento, un templo con “crucero y
capilla que sirva de coro”, abierto al exterior “por dos puertas, una a
la parte de arriba y otra a la de abajo por donde pasen las procesiones” y
donde su enterramiento fuera situado en “la peana del altar Mayor”. El
dinero legado había de obtenerse de la deuda que con don Gabriel tenía
contraída con el comerciante de sedas granadino Juan Jiménez[11].
Dos portadas bellas de granito, con pilastras toscanas y dintel casetonado,
sobre el que se presenta una hornacina de tímpano y acróteras con bolas. Entre
las pilastras hay bellas cartelas blasonadas. Entre éstas, destaca la
meridional, una obra elegante proporcionada con arco de medio punto y enmarcada
entre pilastras cajeadas, con clave saliente que apoyan sobre jambas
rehundidas. Pilastras toscanas escoltan el conjunto a la par que sustentan un
entablamento con frontón liso, friso decorado por triglifos y metopas y cornisa
sencilla. Sobre ésta última apoyan bolas herrerianas. Sobre las dos portadas de
la iglesia, en los templetes, destacamos dos escudos graníticos, ovales, sobre
cartelas que presentan las cinco llagas de Cristo, puestas en aspa y sumontadas
por una corona de espinas, símbolo pasionista, pues don Gabriel Pizarro fue
adorador de la Sangre de Cristo[12].
Fue construido el templo por el arquitecto Gabriel Pentiero[13],
ordenado construir en las mandas testamentarias del Inquisidor general de
Granada don Gabriel Pizarro de Hinojosa, para reposo de sus restos y el de sus
padres don Alonso Pizarro de Torres y doña Teresa de Grado. Además, ordenó que
se dieran para la fábrica de dicha iglesia, de los censos que Bartolomé López
le compró “que es mi voluntad que se llama de la Sangre de Cristo,
seiscientos reales de renta para la fábrica y ornamentos de la dicha iglesia y
para vino y agua”[14].
La iglesia fue usada como
hospital por las tropas inglesas durante la Guerra de la Independencia del año
1809. Durante el proceso de exclaustración del año 1835, el edificio pasa a ser
propiedad de la parroquia de San Martín. El 28 de marzo del año 1924, el
obispo de Plasencia, ante la petición del párroco de Trujillo, da permiso para
convertir la iglesia de la Preciosa Sangre en casa rectoral de la parroquia de
San Martín, adaptando gran parte de la morfología arquitectónica de una iglesia
del siglo XVII en una vivienda: “para que la antigua ermita del Cristo de la
sangre, enclavada en la parroquia de San Martín de Trujillo y de su propiedad,
destinada ya a usos profanos, se destine para Casa-rectoral de la parroquia de
San Martín de Trujillo, previa la necesaria adaptación”[15].
El 1 de julio comienzan las obras para convertir el
templo en casa rectoral bajo el patronazgo de doña Margarita Iturralde,
destacada mecenas trujillana en la época. Las obras de adecuación, que se
prolongaron hasta el 31 de mayo del año siguiente, alteraron notablemente
edificio sobre todo en su interior ya que el amplio espacio de la única nave
fue dividido en tres pisos mediante una estructura de hormigón, hierro y
ladrillos. Exteriormente la fábrica también sufrió drásticas intervenciones,
pues se abrieron numerosos vanos en sus muros norte y sur para dar luz a las
diferentes estancias creadas en su interior.
El último sacerdote que vivió en este
edificio fue don Ramón Núñez Martín. Aún se conservan escasísimos restos de
pintura mural en los paramentos del luneto, a base de motivos geométricos:
círculos tangentes y entrelazados de tonos azules y amarillos.
La desamortización de
Mendizábal acabó con el Cabildo de Capellanes de Trujillo. La
Iglesia quedó aneja a la
parroquia de San Martín. Un inventario del año 1827[16]
registra existentes en la Iglesia de la Sangre las imágenes del Santo Cristo de
la Agonía, Purísima, San José, San Felipe, otro crucifijo y la campana que
perteneció al Colegio de niñas huérfanas de Sor María Jesús de Paredes.
El retablo que presidió el ábside de la iglesia de la
Preciosa Sangre de Cristo, es el que actualmente cubre el testero de la iglesia
de San Martín y que, en principio, cuando se trasladó aquí en noviembre del año
1921, estuvo adosado en el muro colateral del Evangelio. Sustituye al que
regaló a comienzos del siglo XX doña M.ª Juana Durán Rey, y que en la
actualidad se encuentra en la iglesia de Garciaz. Es importante citar que,
según las Cuentas de Fábrica del templo, existió otro retablo mayor cubriendo
el ábside y dos colaterales que son obra de Juan de Trujillo y se colocaron en
el año 1573[17].
El que hoy cubre el testero de San Martín está dedicado al Santísimo Cristo
de la Agonía, trasladado desde la antigua iglesia de la Sangre[18], el retablo de madera de pino fue
realizado en el año 1671 por Felipe Viera y
Alonso Rodríguez[19], para albergar la
imagen del Crucificado, fue dorado el retablo por Manuel Ruiz en el verano del
año 1674[20]. En alzado, la obra se divide en banco,
cuerpo y ático, con templete emergente del centro de un frontón curvo partido.
Una pareja de columnas corintias sobre ménsulas enmarca la hornacina que
alberga al Cristo
de la Agonía, soberbia talla de gran realismo. Desde el ático domina San Pedro
sentado en Cátedra, y sobre la hornacina avenerada que cobija al santo, una
cartela elíptica y policromada, con las armas papales (de plata, dos llaves en
aspa, una de oro y otra de plata; brochante una tiara). Todo el conjunto se
puede fechar en torno al primer tercio del siglo XVII. Algunos autores han
considerado que era obra del
escultor cordobés Juan de Mesa y
Velasco, que nació en Córdoba en el año 1583.
Fue bautizado el 26 de junio de 1583 en la parroquia de San Pedro
de Córdoba. Pertenecía a una familia de pintores y se inició a la escultura con
Francisco de Uceda. Cuando contaba con
veintitrés años ingresó en el taller de Martínez Montañés, en Sevilla, siendo
un discípulo leal y ordenado que inició sus estudios en humanidades mientras
olía a madera tallada. Es un artista poco conocido, su importancia
arranca a finales del siglo XIX gracias a la obra de José Bermejo y Carballo, Glorias
religiosas de Sevilla (1882): «El bellísimo Jesús, en el acto de pronunciar
desde la Cruz sus Siete Últimas Palabras, construido según se cree, por Juan de
Mesa, discípulo insigne de Montañés.» Luego Hernández Díaz aportó una
documentación fundamental[21]. Consideramos, más bien, que esta
magnífica talla del Crucificado es obra de Alonso de Mena (1587-1646), padre de
Pedro de Mena, que se haría cargo del taller a partir de 1622. Se le atribuyen
obras como el Cristo del Desamparo de la iglesia de San José de Madrid (1635)
que muestra rasgos de ejecución y estilo semejante al del Cristo de Trujillo,
igualmente presenta las mismas características estilísticas el Cristo de la
Sangre y de la Vera Cruz, conocido popularmente como El Señor de la Caja, como
referencia a una urna de madera y cristal donde se expone en su capilla de la
iglesia parroquial de la Encarnación de Vélez-Rubio (Almería), obra de Pablo de
Rojas[22], maestro de Alonso de Mena.
Juan de Mesa fue un hombre muy
vinculado a las Cofradías y Hermandades, perteneció a la hermandad del
Silencio, siendo miembro activo de su Junta de Gobierno de dicha hermandad, la
cual albergaba entre sus hermanos a numerosos sevillanos ilustres. Falleció a
los cuarenta y cuatro años víctima de
una tuberculosis, fue enterrado en la Iglesia de San Martín de Sevilla, donde
reposan sus restos. Le
podemos considerar uno de los máximos representantes
del realismo sevillano, dedicándose casi en exclusividad a las imágenes
procesionales, realizando estudios anatómicos de los procesos premortales y
observaciones de cadáveres que le permitieron plasmar en la madera obras llenas
de realismo. Realismo, éste, que instó a la propagación del culto a Jesús por
parte de una población que veía "más cerca" los momentos pasionales
de Jesús y su sufrimiento, acrecentando la devoción entre el pueblo cristiano,
podemos destacar entre sus obras la talla del Cristo del Amor, el Cristo de la
Buena Muerte o el mundialmente conocido Jesús del Gran Poder pueden servir de
ejemplo, sin menospreciar ni mucho menos a otras de sus obras. Muchas de sus
imágenes hoy en día procesionan durante la Semana Santa en Sevilla.
El Inquisidor fray Gabriel Pizarro de
Hinojosa, natural de Trujillo, encargaría la obra del Cristo que presidiría el
altar mayor de la iglesia de la Sangre de Cristo (fundada el 15 de octubre
1625) a Juan de Mesa y Velasco, durante su estancia en Andalucía como
Inquisidor de Córdoba y Granada. La
hechura de un crucificado de la agonía. Este, detallaría en el contrato que
debía ser una talla, en la que Jesús estaría clavado en la cruz y coronado de
espinas.
Esta obra fue
concebida para dar culto a los fieles de Trujillo, ya que era costumbre que
frailes o miembros de la nobleza hicieran donaciones de este tipo, para ganar
prestigio social y además a la vez que invierte en la salvación de su alma.
La obra se ejecuta en
madera de cedro y la policromía era tarea de pintores supervisados por los
imagineros. Este Cristo de la Sangre de Mesa, destaca por su corpulencia,
movimiento desgarrador, posición y gesto conmovedor y la clara influencia
plástica que Mesa imprime en sus obras. Aparece Jesús con una gran corona de
espinas, la mirada suplicante y la boca abierta, representando así la dramática
expresión.
El estilo del maestro
procede de la escuela de su maestro Juan Martínez Montañés, pero los detalles
violentos son clara señal del imaginero cordobés (el imaginero del dolor).
Mesa se distingue de
sus predecesores, por que imprime una gran intensidad en sus obras, dotándolas
de un realismo íntimo y doloroso, que ha sido y sigue siendo copiado en la
actualidad por muchos artistas de la madera.
Jesús de la Agonía
aparece suspendido en la cruz con una cruel tensión, reflejando el dolor y
calvario del momento de la crucifixión, este detalle muy característica en las
obras de Mesa junto a una muy estudiada anatomía del cuerpo y que lo diferencia
del estilo clasicista de su maestro Montañés. La anatomía de la obra es de un
impresionante verismo idealizado y que lo convierte en un apolíneo exento de
descomposiciones patéticas. De un movimiento sobrecogedor, la obra invita a la
devoción y al fervor.
Este crucificado de Trujillo está traspasado por tres
clavos sobre una cruz arbórea, hecha de un tronco sin devastar, lo que acentúa
el naturalismo, y llevan corona de espinas de un bloque con la cabeza o
postiza. Responde a los tipos de Crucificados de su gubia, sus cuerpos aparecen
agitados por un sentimiento interior que rima con la angustiada expresión de
los rostros de pómulos salientes, en los que las cejas se curvan hacia el
entrecejo como signo de dolor intenso, los ojos se abultan cuando están
abiertos y los párpados se ondulan cuando cerrados; el cabello y la barba se
ordenan en madejas finas y simétricas, el pecho aparece hundido, sin fuerza, y
toda la anatomía se hace minuciosamente descriptiva: los clavos retuercen los
dedos y arrugan la piel. El paño de pureza deriva del utilizado por Montañés y
forma grandes masas de pliegues finos y profundos, con cuerda o sin ella, atado
con dos moñas laterales.
En el año 1921 se trasladaron los bienes
muebles de la iglesia de la Sangre de Cristo a la parroquia de San Martín según
disposición del párroco don Rafael García López, según documentación existente
en el Archivo de la parroquia de San Martín: “Encontrándose sin fondos la fábrica de la parroquia de San Martín, por
las múltiples y costosas reparaciones q en ella se han hecho; el Sr. Cura de la
misma solicita de sus feligreses que por su piedad, y desprendimiento se han
distinguido en amor a su parroquia en otras ocasiones, presten cooperación con
la limosna que estimen suscribirse para el traslado del Stmo Cristo de la
Sangre y Retablo del mismo, a su parroquia, lo que se hace para evitar el
deterioro del mismo, dado el estado ruinoso de su capilla, y para darle el
debido culto del que ha estado privado por espacio de muchos años (seguidamente
viene la relación de personas que participaron económicamente en los gastos del
traslado, realizado por el maestro alarife don Manuel Diz Ramos el 30 de
noviembre de 1921, costó 161,05)”.
El Crucificado de la Sangre de Cristo preside
el retablo de la parroquia de San Martín. Se
eleva sobre un sencillo banco, mostrando una caja flanqueada por un par de
columnas estriadas en cada lado y encima hay un frontón partido que aloja una
hornacina con San Pedro en cátedra. Según don Clodoaldo Naranjo en el año 1675
el artista Manuel Ruiz ejecutó su dorado y pintura a costa del Cabildo de
Capellanes de Trujillo[23].
La imagen del Crucificado, de la misma cronología, es una obra realista de
cierta calidad. En el
banco de la obra advertimos la presencia de los escudos de don Gabriel Pizarro
de Hinojosa y Arévalo († 1625), quien llegó a ser Inquisidor General de Córdoba
y Granada[24].
En el banco del retablo advertimos la presencia de los escudos de don Gabriel
Pizarro de Hinojosa y Arévalo († 1625), quien llegó a ser Inquisidor General de
Córdoba y Granada[25].
Cabe decir de este retablo que es una de las mejores obras de estilo clasicista
que se conservan en la Diócesis. Hasta los
años 80 del siglo XX, presidía el espacio ochavado un moderno retablo que fue
trasladado a la parroquia de Garciaz por el sacerdote don Ramón Núñez. Se trata
de un retablo del año 1903, de estilo neogótico, que donó al templo doña Juana
Durán Rey, vecina de Madroñera, en cumplimiento del testamento de su difunto
esposo don Manuel Pablos Miguel. Según consta en una inscripción del retablo. Juntamente con las imágenes de San Martín y
la Virgen de la Victoria –obras del escultor Romero- que presiden en sendas
hornacinas laterales, en los años que preceden a la Coronación Canónica de la
Virgen granítica que está en la capilla del castillo, esta imagen de la Patrona
de la iglesia de San Martín procesionó
en los días de la Festividad de la Virgen de la Victoria, en cumplimiento del testamento de su
difunto esposo don Manuel Pablos Miguel. Esta es la efigie a la que se refería
el poeta trujillano don Gregorio Rubio "Goro" en su poesía
cuando nos dice "que la imagen de colores tan vivos que está en la
iglesia de San Martín no es la Virgen que quiere el pueblo sino la que está en
el castillo, que es la que Trujillo venera como verdadera Patrona".
2.-
OBRAS DE REHABILITACIÓN
En el año 2015 se llevaron a cabo las tareas
de rehabilitación de la iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo y su adaptación
a Centro de Visitantes “Los Descubridores”, según el proyecto de los
arquitectos don Santiago Martín Corrales y con la colaboración de don Javier
María Diz Plaza, por encargo del Excmo. Ayuntamiento de Trujillo, propietario
del edificio que había adquirido mediante compra al Obispado de Plasencia. La
obras corrieron a cargo de la empresa “Construcciones Abreu”.
Esta antigua iglesia estaba adscrita a la
Parroquia de San Martín de Tours y desde hace muchos años estaba en estado de
abandono, tras la muerte de su último inquilino, el sacerdote don Ramón Núñez
Martín. El edifico pasó a otros usos hasta que en el año 2011 quedó ya
totalmente deshabitado y en proceso de acelerado deterioro.
El edificio se ubica en la calle Cuesta de la
Sangre, en la salida noroeste de la Plaza Mayor y a medio camino de la Puerta
de Santiago, al lado del recinto intramuros. El edificio, en los inicios de su
rehabilitación, estaba exento en dos de sus fachadas, las oeste y sur, y hasta
parte de la fachada este, donde se adosa un edificio medianero, aunque es
probable que en un principio esta fachada fuese también exenta, totalmente o
más que ahora, como muestra el aparejo de sillares y la geometría general de la
implantación. La fachada oeste se prolongaba en una tapia que cierra unos
patios anexos a la trasera del edificio. Antes de la ejecución de las obras, el
edificio se encontraba notablemente modificado debido a la conversión de la
iglesia en casa parroquial a mediados de la década de los años veinte del siglo
pasado. Las intervenciones practicadas entonces para adecuar el templo a su
nuevo uso, alteraron su primitiva fisonomía.
En el proceso de rehabilitación se ha actuado con gran
escrupulosidad, teniendo en cuenta las condiciones impuestas por el Plan
Especial de Protección del Conjunto Histórico de Trujillo, ya que el edificio
se encuentra dentro del catálogo de edificaciones que deben ser conservadas por
su valor histórico, artístico o medioambiental, dentro de la categoría de
protección Nivel 1. Protección Monumental (Artículo 207. Nivel 1.
Protección de carácter monumental), que es la más exigente de todas ellas. Una
primera actuación ha ido destinada a la rehabilitación constructiva del
edificio, que cuenta con una superficie construida de 324, 75 m cuadrados,
liberando el espacio interior y recuperando el volumen completo de la iglesia,
para lo que fue necesaria la demolición de los dos forjados interiores y las
escaleras; una segunda actuación con el objetivo de recuperar la morfología
original y una tercera ya orientada a la dotación requerida para el nuevo uso
previsto.
Se limpiaron los paramentos verticales exteriores de
vegetación y suciedad, así como la estabilidad de los morteros, rejuntando con
mortero de cal en caso necesario. En el interior, se ha intentado eliminar las
humedades existentes en los muros mediante picado de los revestimientos y
aplicación de mortero drenante con acabados de pintura a la cal. En cuanto a
los paramentos que presentan restos de decoración pictórica, se estudiaron
detenidamente salvando los escasos restos de pintura mural que quedaban en los
paramentos. Asimismo, se recuperaron las portadas primitivas, eliminando tanto
la partición de la del sur en dos ventanas, como los huecos superiores que se
realizaron eliminando parte de la cantería. Se vaciaron los niveles
intermedios, ajenos a la concepción original del edificio como espacio de culto,
así como el cegado de todos los huecos mencionados[26].
Asimismo, se ha recuperado la portada y acceso sur, en el
lugar que ocupaba la antigua escalinata, una plataforma horizontal que arranca
a nivel del ángulo SO de esta fachada sur para propiciar una entrada a nivel al
edificio.
Se han llevado a cabo demoliciones interiores de los
muros que se habían levantado cuando se adaptó el edificio a centro parroquial,
mediante un programa de despachos en planta baja, una vivienda en planta
primera y una sala multiusos diáfana en planta segunda. Eliminación total de
los dos forjados intermedios, compuestos de vigas metálicas (muchas en estado
ruinoso) y bovedillas de rasillón cerámicas. Eliminación de toda la tabiquería
y de las escaleras, previo desmontaje de los peldaños de granito de la escalera
principal y traslado y conservación en zona de almacenaje (en los patios
traseros) para su posterior reutilización. Eliminación de la obra exterior
adosada a la portada este, señalada en planos. La mayor parte de estos trabajos
se realizaron con compresor, excepto aquellos que afectaban a los elementos
adosados a paramentos originales que se efectuaron manualmente, con el objeto
de no producirles un deterioro añadido (como, por ejemplo, la fábrica adosada a
las pilastras interiores que forman el crucero). Todos estos trabajos se
llevaron a cabo bajo supervisión arqueológica.
En todos los paramentos y en las bóvedas y cúpulas se
eliminaron manualmente las capas de pintura más recientes con objeto de
comprobar la existencia de pinturas murales similares a las conservadas. Este
proceso se llevó a cabo bajo la supervisión de un técnico restaurador,
posteriormente se ejecutaron las cubiertas inclinadas sobre las estructuras
existentes, los muros del edificio se revistieron de mortero de cal. También se
eliminaron todos los elementos añadidos como antenas, cableados, elementos de
desagüe, luminarias sin uso y desmontaje de cableado de suministro eléctrico y
de telefonía para su posterior soterramiento. En todos los paramentos exteriores,
se procedió al rejuntado de la fábrica de mampostería con mortero de cal
Tras los trabajos de rehabilitación, se ha
conseguido recuperar la pureza de su fábrica eclesial, de planta basilical con
una nave y transepto poco acusado, de bóveda de lunetos en la nave y cúpula
sobre pechinas en el crucero. Su sobrio aspecto y potente hechura son
consecuencia del gusto por el primer Barroco, característico en la ciudad las
cuatro primeras décadas del siglo XVII. En el exterior, las labores de limpieza
han recuperado las hermosas portadas, flanqueadas por pilastras toscanas.
3.-
CENTRO DE VISITANTES “LOS DESCUBRIDORES"
El
Excmo. Ayuntamiento de la ciudad de Trujillo (Cáceres), ha rehabilitado y
restaurado la iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo entre los años 2015-16,
situada en la cuesta de la Sangre de Cristo, para destinarla a Centro de
Atención de Visitantes, para formar parte del patrimonio histórico de Trujillo
y servir como exponente museístico de la ciudad. En la rehabilitación se han respetado
los restos de pinturas originales de la iglesia y los elementos constructivos.
Situado a veinte metros de la Plaza Mayor y de la zona monumental (villa), y en
el recorrido turístico que diariamente se realiza en la Ciudad, organizado por
la Oficina de Turismo de la Ciudad.
El turismo cultural se ha convertido en un
elemento estratégico de desarrollo, siendo uno de los pilares de la actividad
pública para el desarrollo social y humano, así como un elemento de cohesión
social muy potente y generador indudable de riqueza económica y empleo.
Son numerosos los proyectos que se están
desarrollando en diferentes lugares relacionados con nuevos equipamientos
culturales. Muchos de ellos persiguen la captación de turistas a la zona así
como la potenciación de la imagen, la cultura y la naturaleza en las
poblaciones, ciudades y regiones que los acogen. La capacidad de regeneración
cultural, social y económica de la cultura se está demostrando en numerosas
ocasiones.
El concepto tradicional de Museo como una institución
dedicada a la conservación, documentación, exposición y difusión de un
determinado patrimonio ha ido evolucionando a lo largo del siglo XX hasta
llegar a los actuales centros e instituciones culturales no necesariamente
vinculados a una colección permanente y cuyo objetivo es la exposición
didáctica de diversas manifestaciones o temáticas, la producción de las mismas,
la investigación y la experimentación de procesos que inviten a vivir una
experiencia irrepetible para el visitante.
Del mismo modo, los contenidos de los
llamados Museos de sitio o Centros de Interpretación relacionados con una
temática concreta, se han ido ampliando y diversificando abarcando desde las
tradiciones, a la historia y la vida de sus pobladores hasta la interpretación de
fenómenos más modernos y contemporáneos, convirtiéndose en espacios en la mayor
parte de los casos multidisciplinares tanto en sus contenidos como en sus
formatos. Los espacios expositivos también han evolucionado adaptándose a las
necesidades de las nuevas manifestaciones culturales.
Sin embargo, y a pesar de esta tendencia a la
multidisciplinariedad y a la variedad, en nuestro entorno estamos asistiendo a
una proliferación de Centros de Interpretación que se replican sin añadir
propuestas realmente innovadoras y diferenciales. El Centro de Interpretación
de los Descubridores de Trujillo, por sus características singulares y su
excepcional emplazamiento, debe de ser una excepción.
Organizada
la exposición del Centro de Interpretación ubicado en Trujillo, en diversos
ámbitos se muestra información histórica sobre la iglesia, y sobre su mecenas,
así como facsímiles de documentos sobre su construcción. Este edificio –como ya
hemos explicado anteriormente- fue sede del Cabildo de Capellanes de Trujillo,
iglesia erigida entre los años 1630 y 1635 en cumplimiento de una cláusula
testamentaria del Inquisidor de Granada, don Gabriel Pizarro de Hinojosa,
natural de Trujillo y según los planos del arquitecto Gabriel Pentiero. Un
edificio que en su origen presentaba un aspecto sobrio, muy del gusto barroco,
de planta cruciforme, con transepto y crucero cubierto por una cúpula sobre
pechinas y al exterior por un cimborrio de ladrillo.
El centro museístico se completa con una zona en la
que se exponen los más importantes descubridores de América, nacidos en
Trujillo: García de Paredes, Pizarro, Orellana, Inés Muñoz… así como otros
conquistadores extremeños de enorme relevancia en la historia del Nuevo Mundo.
Asimismo, el pozo existente en la
iglesia, sirve para contextualizar una reducida zona donde se exponen datos
históricos sobre el abastecimiento de agua en la ciudad.
En
otra zona, la más amplia del Centro de visitantes, dividida en cuatro
sub-zonas, muestra piezas, documentos e
información gráfica, sobre hitos históricos relacionados con la época del Nuevo
Mundo, desde dos diferentes puntos de vista: la navegación y los
descubrimientos por tierra.
En
la zona central, dominada por el palo mayor de una nave de la época, se observa
un foso circular donde se exponen réplicas de piezas incas de oro y plata,
junto a lingotes de ambos metales. Se representa así el mito del Dorado, como
uno de los acicates que movieron a los descubridores a realizar muchas de sus
arriesgadas exploraciones.
El
País de la Canela, es el otro gran mito motivador de grandes descubrimientos en
tierras del Nuevo Mundo. Piezas en vitrinas, elementos gráficos y
audiovisuales, junto a la contextualización general de este ámbito, definen la
esencia del discurso expositivo.
En
otra zona se expone a través de elementos de intermediación gráfica y
audiovisual, la enorme importancia que alcanzó Trujillo y sus habitantes en el
descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo. La línea argumental del discurso,
pretende en este ámbito exponer ante los visitantes; no sólo la excepcional
participación de la ciudad, sino la implicación de cientos de ciudadanos
anónimos (casi un millar) que se desplazaron a las Indias para contribuir con
sus trabajos al desarrollo y construcción de un mundo diferente y desconocido,
que ofrecía la oportunidad de participar en una aventura extraordinaria y que
podría aportar nuevas expectativas a sus vidas.
En
la zona titulada: “La religión y el Descubrimiento” y “La trascendencia del
Descubrimiento del Nuevo Mundo”, se exponen dos paneles gráficos que muestran
la enorme trascendencia que el Descubrimiento de un nuevo continente tuvo para
el mundo, y la diferencia que marcó el sentido evangelizador de la Conquista,
respecto a las que realizaron otros países con posterioridad.
El objetivo principal de este Centro
museístico ha sido el acercar a los visitantes a los paisajes naturales y
culturales en áreas naturales hispanoamericanas por las que estuvieron nuestros
paisanos extremeños entre finales del siglo XV y el siglo XVIII teniendo muy presente
el proceso de colonización mediante los sentidos: olfato, oído (música
ambiente), vista. Así como el conocimiento de las culturas incas, mayas y
aztecas mediante los paneles explicativos que se encuentran en el Centro de
Interpretación. Para ello, se elaboró desde el Departamento de Turismo del
Excmo. Ayuntamiento de Trujillo una propuesta metodológica a escala regional, a
partir de experiencias piloto, para la réplica en ámbitos nacionales y locales.
Para ello, tendrá una secuencia que ha incluido momentos de capacitación, la
elaboración de guías o cuadernos metodológicos y la implementación de las
actividades para cada uno de los temas de trabajo contando con los alumnos de
los centros educativos no solo de la ciudad de Trujillo sino también comarcanos
(colegios e institutos de secundaria).
[1]
Archivo Histórico Provincial de Cáceres, legajo 4408, fol, 102. Vid. PALOMERO
PÁRAMO: La Sacristía de Guadalupe, Guadalupe, 1998, p, 120.
[2]
SANZ FERNÁNDEZ, F: “Arquitectura y mecenazgo de los Pizarro en Trujillo”, Actas de los Coloquios Históricos de
Extremadura. Trujillo, 2002, pp. 501-504.
[3]
MIRANDA DÍAZ, B y ORELLANA PIZARRO, J: "La iglesia de la Preciosa Sangre
de Cristo. Nuevos datos para su historia artística". Actas de los XL Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo 201,
pp. 321-359.
[4]
Archivo de la Universidad de Salamanca, lib.
308, fol. 5. Matrícula del Curso 1594-1595. Pizarro de Hinojosa se matriculó el
18 de noviembre de 1594. MIRANDA DÍAZ, B y ORELLANA PIZARRO, op. cit., Interesante el trabajo de investigación
realizado por don Bartolomé Miranda Díaz y don Juan de Orellana sobre la figura
del Inquisidor.
[5]
SÁENZ BERCEO, M. C: “Los inquisidores del
Tribunal de Valladolid durante el reinado de Felipe II”, en Revista de la Inquisición, 1999, núm. 8, pp. 43-83.
[6]
Archivo Histórico Nacional, Inq., libro, 577,
fol., 457 sto. Vid. SÁENZ BERCEO, op. cit. pp. 43-83.
[7]
Archivo de Protocolos de Trujillo, Bartolomé López Leonardo 15 de septiembre
del año 1625. Testamento de Don Gabriel Pizarro de Hinojosa. Documento
transcrito por TENA FERNÁNDEZ, op. cit., pp. 297 ss.
[8]
Archivo de Santa María la Mayor de Trujillo,
Lib. 1º de difuntos, Fols 168v-169v.
[9]
Archivo parroquial de San Martín de Trujillo. Caja
64, carpeta 5, doc. 3. Escritura de compra de la casa para edificación del
templo, dada a conocer por MIRANDA DÍAZ, B y ORELLANA PIZARRO, op. cit.
[10]
TENA FERNÁNDEZ, op. cit., pp. 334-337.
[11]
Archivo de Protocolos de Trujillo, Bartolomé López Leonardo 15 de septiembre
del año 1625. Testamento de Don Gabriel Pizarro de Hinojosa.
[12]
Vid. CORDERO ALVARADO, P: Trujillo, guía
monumental y heráldica. 2º ed. Badajoz,
1996, p. 69.
[13]
Fue contratado por el cabildo de los Capellanes,
firmándose las condiciones de la obra ante el escribano Bartolomé López
Leonardo por un valor de 5.000 ducados. TENA FERNÁNDEZ, op. cit., p. 338.
[14]
Archivo de Protocolos de Trujillo, Bartolomé López Leonardo 15 de septiembre
del año 1625. Testamento de Don Gabriel Pizarro de Hinojosa.
[15]
Archivo Parroquial de San Martín, caja 49,
carpeta 1. Libro de la Casa Rectoral de San Martín (1925-1959).
[16]
NARANJO ALONSO, C: Trujillo y su tierra,
Serradilla, 1923.
[17] Archivo de la iglesia parroquial de San
Martín. Cuentas de Fábrica (1538-1590), año 1576. El Altar Mayor fue obra de
Francisco Rodríguez (año 1576), “…Antonio
Rodríguez cura de Arroyomolinos y
Tejeda, a nombre de su padre Francisco Rodríguez que hizo el retablo de San
Martín, recibió 23 familias de trigo y 20 ducados”. En las cuentas del año
1578 recibe 100 ducados en una partida y 1200 maravedíes en otra. En el año
1579 Inocencio Hernández, carpintero, puso los andamios para colocar el
retablo.
[18]
Fue trasladado en el año 1921 siendo Cura Ecónomo de la parroquia de San Martín
don Rafael García, por su interés en dotar al suntuoso templo de nuevos
elementos que valoren su mérito.
[19] Archivo Municipal de Trujillo. Protocolos. Not. Juan Durán,
año 1671, leg. 170, fols. 352 r – 352 v.
Importante el estudio de investigación sobre la autoría del retablo por parte
de MIRANDA DÍAZ, B y ORELLANA PIZARRO, J, op. cit.
[20]
Archivo Parroquial. Trujillo, caja 91, carpeta
1, doc. 2; caja 92, carpeta 1, doc. 19.
[21] HERNÁNDEZ DÍAZ, J: Juan de Mesa. Escultor de imaginería
(1583-1627), Colección Arte
Hispalense, 1, Diputación de Sevilla, 2ª ed., Sevilla, 1983, p. 22; VILLAR MOVELLÁN, Alberto, “Juan de Mesa y
Alonso de Mena: enigmas e influencias”, Apotheca,
3, Departamento de Historia del Arte, Universidad de Córdoba, Córdoba, 1983.
[22]
Libros de la Cofradía titulada de la Sangre de Cristo de la villa de
Vélez-Rubio, 2t, 1602-1804. Archivo
parroquial.
[23] NARANJO ALONSO, C.: Trujillo sus hijos y monumentos. 2ª
ed. Serradilla, 1929. NARANJO ALONSO, C.: Trujillo, sus hijos y monumentos.
Espasa-Calpe. 3ª ed. Madrid, 1983.
[24]
CORDERO ALVARADO, Pedro: Trujillo. Guía
Monumental y Heráldica. Cáceres, 1996, p. 54
[25]
Hijo de Alonso Pizarro de Torres y de Teresa de Grado, falleció en Trujillo en
el año 1625.
[26]
Proyecto de ejecución de rehabilitación de la iglesia de la Preciosa Sangre
para centro de Visitantes “Los Descubridores”. Santiago Martín Corrales,
Arquitecto. Archivo Municipal de Trujillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario