JOVEN CORTESANA, OBRA INEDITA
EN COLECCIÓN CACEREÑA
Colección particular de
Cáceres
Retrato de una joven cortesana
representada como Flora.
Escuela austriaca o italiana
del norte.
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 77x63 cm.
Época: Segunda mitad del
S.XVIII.
Diosa Flora.-
La primavera simbolizaba un cambio de estación que tenía una
gran importancia en el mundo antiguo, en particular en el grecorromano. Tras el
invierno, símbolo de la muerte de la tierra, de la congelación del mundo, venía
un resurgir de la naturaleza. El cambio de ciclo, el comienzo de la época fácil
en la dura vida cotidiana. Era la muestra de que la diosa Ceres, diosa de las
cosechas y de la agricultura, había recuperado a su querida hija Perséfone
(Proserpina para los romanos) del mundo de los muertos, el Hades; al que deberá
volver tras el verano para pasar medio año con su esposo ... (Mit.Clás.).
Cuando llegaba la primavera, también regresaba al mundo una
diosa secundaria del panteón antiguo: Flora, conocida como Cloris por los
griegos. Una de las divinidades asociadas a la naturaleza, sobre
todo, al florecimiento de ésta; a su fertilidad. Fue venerada en las
poblaciones itálicas, que llegaron a otorgarle hasta una fiesta de
adoración, durante abril del calendario romano cuando comienzan a florecer
las plantas (Ludi Florae - Floralia).
Flora era una diosa siempre joven, siempre bella, bien
educada, símbolo del saber estar, una diosa que alegraba la vida de
los mortales; por eso era tomada como un ejemplo positivo entre las chicas
jóvenes de la sociedad romana. Un ejemplo por el cual, posteriormente
muchas damas importantes, mujeres de la aristocracia y de las cortes europeas se
hicieron representar como ella en sus retratos.
La modelos se distinguen como Flora por ir
acompañadas del atributo iconográfico en cuestión: las flores que
pueden aparecer representadas en multitud de variantes:
En primer lugar, pueden representarse en el regazo de la
mujer, acumuladas en cestos, en ramos en coronas que sujetan
directamente las modelos. En la famosa pintura de Flora, encontrada en
el yacimiento de Herculano y conservada hoy en el Museo Arqueológico
Nacional de Nápoles se puede apreciar cómo la divinidad está recogiendo
flores que acumula en su regazo (siglo I d.C.).
En segundo lugar, pueden aparecer en su cabeza a modo de
tocado como diademas, ramilletes o acumuladas en cestos que deben sostener
con una de sus manos como se puede apreciar en el retrato que Vigée Le
Brun realizó de la princesa Evsokkia Ivaovna Golitsyna y de
su hija. En cuanto a éste último, Joseph Baillio identificó como fuente
primordial los frescos de la Villa de Ciceron de Pompeya.
En determinados retratos, que fueron realizados por Rosalba
Carriera, como refuerzo simbólico la modelo sostiene con una de sus manos
una única flor que muestra al espectador disponiéndola a la altura de su
rostro, un elemento que se convierte en característico de su
representación y que recuerda al esquema compositivo que plasmó el
artista Bartolomeo Veneto en el retrato que realizó de una cortesana como
Flora (c. 1520, Städelsches Kunst-institut und Städtische Galerie).
En cuanto a los vestidos, aunque siguen siendo los propios del
siglo XVIII, no son tan aparatosos como sucede en las representaciones de
otras figuras, sino que se ha reducido a un modelo sencillo que permite
que el espectador preste más atención al rostro. Todos suelen contar con
un pronunciado escote, pero en el caso de Rosalba Carriera el vestido no
cubre el pecho en su mayoría por lo que estos retratos poseen un fuerte
contenido erótico. Alexandre Roslin también decidió pintar a sus modelos
con uno de sus pechos al denudo, de manera que, consiguió otorgar a la
composición un carácter más sensual.
Intro Retrato Mitológico y Sociedad siglo XVIII.-
la producción de retratos mitológicos
estaba estrechamente relacionado con el redescubrimiento de la Antigüedad
en las ciudades sepultadas por el Vesubio y por la realización
del "Grand Tour" de jóvenes aristócratas y artistas, un viaje
que promovió un intercambio cultural muy positivo, que hizo tomar
consciencia de todo aquello que resultaba ajeno. Se perseguía la búsqueda
de la razón, de modo que la Antigüedad ocupó un papel central en este
fenómeno, ya que se consideraba que la cultura greco-romana estaba en el
origen del pensamiento, y llegó a su punto álgido con la teoría
ilustrada que tanto caracterizó el siglo XVIII. Estas obras ponían de
manifiesto el papel central del mundo antiguo en la sociedad de este
siglo.
Como Retrato Mitológico se entendía aquella obra en la que se
representaba al modelo bajo la apariencia de un personaje de la mitología
clásica, aunque debía cumplir, al menos, dos requisitos. El primero de
ellos consistía en que el o la modelo fuese un personaje real, es decir,
que se retratase a alguien que hubiese existido y no una figuración común.
El segundo requisito se cumplía si la asimilación se
realizaba exclusivamente con un personaje de la mitología clásica, por lo
que no serían tenidos en cuenta ni alegorías ni representaciones de
personajes históricos o literarios como Cleopatra o la poetisa lírica
griega Corina, por mencionar algún ejemplo.
Se puede considerar que la Antigüedad clásica estaba de moda
y, desde luego, se deja constancia de ello en los retratos mitológicos.
Los artistas aprovecharon esta ocasión para satisfacer con gusto la
necesidad de las clases más altas de poseer un retrato en el cual
apareciese cualquier elemento en relación con la Antigüedad, y en
esta línea, comenzó a producirse un tipo de retrato que podría ser
considerado incluso como objeto-souvenir.
Y lo que es aún más interesante, se permitió un margen de
movimiento a las mujeres.
Ya que durante la Historia del Arte, se había recurrido
a los retratos como forma de presentación en sociedad. Para los hombres
era relativamente sencillo mostrar su rango social, normalmente se exigía
la representación de un elemento histórico en el mismo. Por el contrario,
aunque muchas mujeres poseían una alta condición social y habían recibido
una educación de calidad, no podían optar al pretendido reconocimiento
puesto que no podían participar ni en el ejército ni en la política.
Teniendo en cuenta esta realidad, el Retrato Mitológico se
presentó como una ventana a la sociedad de las mujeres, una forma de
obtener tan preciado y necesario reconocimiento.
Bibliografía.-
* Agradecimiento a mi amigo Carlos Marcos Plaza.
*Martín de Vidales García María., (2017), «il viaggio nel
grand tour in italia: l’arte del ritratto mitologico», la città, il viaggio, il
turismo – percezione, produzione e trasformazione, Nápoles, pp. 2061-2066.
* Martín de Vidales García María., (2017), «El Retrato
Mitológico: diosas, ninfas y bacantes en la sociedad del siglo XVIII»,
CESXVIII, 28, pp. 115-130.
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