PROCESIONES EN
TRUJILLO ENTRE LOS SIGLOS XVI Y XVIII SEGÚN LOS PROCESIONARIOS
Los dos Procesionarios
(redactados en los años 1587 y 1720, respectivamente) recogen el ordenamiento
canónico de las costumbres religiosas desde finales del siglo XV hasta el siglo
XVIII, cuando el calendario litúrgico marcaba las estaciones del cotidiano
vivir, con un entramado de celebraciones, que aspiraban a convertir la ciudad de los hombres en la ideal ciudad de Dios de San Agustín. Muchas
de aquellas “devociones” y “prácticas” han llegado hasta nosotros gracias a la
redacción de libros como este, donde se anotan y especifican las procesiones
religiosas celebrabas y ordenadas en el siglo XVI, cuando se inician los
Estatutos con que se empezó a gobernar en lo eclesiástico en Trujillo. El
Cabildo se dividía en dos; el mayor, que le componían los párrocos y
beneficiados, y el menor, que formaban los capellanes[1].
Estos Estatutos versaban sobre asistencia a oficios,
funerales, procesiones, fiestas, etc., sobre lugar y a cada uno correspondía,
sobre la forma y cuantía de las distribuciones, sobre penas a los que faltaren
y otras cosas pertenecientes al estado eclesiástico de la ciudad. En el
Procesionario, objeto de nuestro estudio, se recogen varias procesiones de sumo
interés para la vida social y religiosa del siglo XVI en Trujillo,
clasificándose como “fijas”: los Santos Mártires (San Fabián y San Sebastián),
Nuestra Señora de la Purificación, la de San Marcos, San Gregorio, Nuestra
Señora de Agosto en honor a la Virgen de la Asunción; otras reciben la
catalogación de “movibles” como la procesión a la ermita de la Coronada, la del
lunes después de Quasimodo que era para pedir por los malos temporales, la de
las Letanías Menores que se realizaba antes de la Ascensión y la del Corpus
Christi. También tenían interés la procesión organizada por la Cofradía de la
Cruz o Vera Cruz de los hermanos disciplinantes que se manifestaba el Jueves
Santo; la procesión en honor a la Virgen de la Soledad, procesionando la imagen
el Viernes Santo, y la procesión de la Piedad.
Algunas de estas manifestaciones religiosas multitudinarias
han desaparecido en el Procesionario del siglo XVIII, tal es el caso de la
Procesión a la ermita de la Virgen de la Coronada, costumbre que duró hasta el año 1687, fecha en la cual tuvo lugar la
celebración del Sínodo placentino,
El resto de procesiones se mantienen en vigor, y otras
aparecen en el Procesionario del siglo XVIII como las procesiones al culto de
San Hermógenes y San Donato y a San Pablo.
Este documento es una guía para que el clero sepa a qué hora comenzaban los actos y a qué procesiones tenía la obligación de asistir, dónde debía incorporarse o dejarla cuando por obligación de misas no podía realizar todo el recorrido, en qué lugar se podían o no mudar las capas, qué ración debía cobrar, etc. Los detalles son tan numerosos que nos hace ver con claridad cómo serían aquellas largas y puntuales procesiones por el interior de la villa, o cuando salían a extramuros, hasta llegar incluso a la ermita de la Coronada. A algunas de las cuales estaban obligados a asistir el Cabildo, el pueblo con las autoridades, las comunidades de religiosos y hasta las cofradías que había en la ciudad con sus estandartes e insignias. Pero también nos habla de los temores que afectaban a los ciudadanos por epidemias, hambres y calamidades, tan frecuentes en aquella época del siglo XVI, o de los votos que había realizado Trujillo en acción de gracias por algún bien recibido y atribuido al Poder Divino.
En el
siglo XVI, Trujillo es una próspera Ciudad –título que recibe desde el año
1430- con 3961 vecinos [3],
alcanzando máxima expansión entre los años 1580 y 1640, durante los
reinados de los Austrias. Trujillo domina su tierra, donde se extienden aldeas, lugares,
ermitas y conventos. La mayoría de la población es campesina, con la excepción
de hidalgos, que posee en donación real algún lugar o población como es el caso
de las dos Orellanas[4].
Trujillo se incluía en el reino de Castilla, en la conocida
Extremadura-Leonesa. Es una ciudad enclavada en la penillanura
trujillano-cacereña, situada entre las cuencas de los ríos Tajo y Guadiana,
centro neurálgico de importantes núcleos poblacionales como Plasencia, Mérida,
Cáceres o Guadalupe.
El
territorio y los lugares que configuraban jurisdiccionalmente la tierra de
Trujillo desde la Baja Edad Media la convirtieron en la segunda comunidad de
Villa y Tierra más extensa de Extremadura[5];
con una superficie de más de 300.000 hectáreas y un número importante de aldeas
y lugares, que estaban supeditados política, fiscal y económicamente a la
Ciudad de Trujillo[6].
A lo
largo de la Baja Edad Media, Trujillo fue concentrando bajo su poder numerosos
lugares de su tierra[7],
que frecuentemente eran visitados por los alguaciles y por señores que ocupaban
importantes cargos en la Corte y llegaron a tener la posesión de la Ciudad –tal
es el caso de Pedro de Stúñiga-[8].
Trujillo se había librado en escasas ocasiones de la señoralización pese a las
promesas e incumplimientos de los reyes que aseguraron no enajenarlas de su
patrimonio[9].
No obstante, en 1474 habrá una desmembración de la ciudad y su tierra[10].
En el año 1475, Logrosán, Garciaz, Cañamero, Acedera, Navalvillar y Zorita se
las elevó a rango de villas y fueron entregadas con pleno señorío a Gutierre
Álvarez de Toledo que después permutaría por Coria[11],
siendo la ciudad entregada ese mismo año al Marqués de Villena, don Juan
Pacheco[12],
pero al fallecer éste por un absceso a la garganta, Trujillo y su tierra cayó
en manos de su hijo Diego López Pacheco[13],
durante el reinado de los Reyes Católicos el dominio de Trujillo y su tierra
entrará en una serie de oscilaciones entre los nobles Pacheco, Zúñiga, Chaves y
Monroy. A partir de la paz en Castilla, los monarcas Católicos administrarán y
gobernarán sus ciudades, Trujillo será ciudad realenga de Castilla[14].
En los
inicios del siglo XVI la población, en su mayoría, vivía en la villa
amurallada, donde se conservaban los vestigios medievales, la alcanzaba
amurallada, casas fuertes, iglesias y ermitas. Intramuros de la ciudad vivía la
sociedad estamental que estaba integrada por una oligarquía formada por una
nobleza local bien considerada la ciudad y en su tierra, agrupada esencialmente
en tres linajes: Altamiranos, Añascos y Bejaranos. Tenían prestigio y poder político y
económico. Como ya hemos indicado, la mayoría de la población era campesina,
pecheros, dedicados a una economía familiar o al servicio de la oligarquía, una
agricultura que se combinaba con la ganadería, destacando los cereales y el
viñedo. Una economía eminentemente de
subsistencia con desarrollo comercial desde que se celebraba los jueves en la
zona del llano (futura plaza mayor), mercado semanal concedido por el rey
Enrique IV en el año 1465 y una feria los últimos quince días de mayo, donde se
abastecían de los productos que no existían en el término municipal[15].
El Emperador confirmó el Mercado Franco a la Ciudad, que había sido revocado
por los monarcas católicos. Firmó el Privilegio Real el 22 septiembre de 1524 y
lo confirmó el 9 de octubre concediendo el Mercado Franco todos los jueves del
año por su fidelidad en la sublevación comunera[16]. Entró en vigor en 1525 y fue de gran
trascendencia para la actividad económica de Trujillo y su Tierra. También
existía, por supuesto, el comercio diario de productos básicos[17].
En el Trujillo del siglo XVI los ciudadanos convivían pacíficamente, regidos
por unas ordenanzas que regulaban rígidamente la explotación agropecuaria y el
comercio[18].
La
economía en el siglo XVI era eminentemente rural. La principal fuente de
riqueza era la tierra. También destacó la ganadería, el tipo de explotación fue la dehesa donde
pastaban grandes rebaños de ganado ovino, en una vegetación de abundantes encinas
y un sotobosque rico en matorrales. La tierra estaba en poder de los grandes
hacendados como los nobles, el concejo y los conventos (dehesa boyal, ejidos,
montes y el aprovechamiento del resto de los campos). La posesión de la tierra
daba prestigio, la oligarquía estaba formada por la baja nobleza y los
funcionarios del concejo, que detentan el poder económico y social; cuya
administración estaba dirigida por el concejo y cuyo funcionamiento estaba
regulado en las ordenanzas. Lo más característico de este Concejo fue la forma
de repartirse los cargos entre los tres principales linajes: Altamiranos,
Añascos y Bejaranos[19].
Estos linajes conforman una estructura de poder que extiende su actuación a
todos los niveles en que se organiza gobierno local. Las demás familias se unen
a uno de los linajes, formando los bandos-linajes, uniéndose en lazos
sanguíneos.
Los
regidores del gobierno de la ciudad y su tierra, son elegidos de entre los
citados linajes consiguiendo de esta manera el control de la ciudad y, por
tanto, el poder. Cuando las tierras pertenecientes a Trujillo son anexionadas a
la corona Castellano-leonesa, el concejo abierto que había imperado en Castilla
va dejando paso a un concejo reducido, de esta manera, los nobles
pertenecientes a los linajes Añascos, Bejaranos y Altamiranos aglutinan bajo su
poder el desarrollo político, económico y social de Trujillo y su tierra, desde
el gobierno local de la villa. Precisamente, del seno de estos linajes surgen
en Trujillo las primeras cofradías penitenciales que comenzarán a procesionar
las imágenes que aparecen escritas en el Procesionario del siglo XVI[20].
Por tanto, Trujillo vive en el siglo
XVI su momento histórico destacado, definido por su expansión urbana, que la ha
convertido en una de las ciudades más interesantes del panorama artístico nacional.
Ya en el siglo XV, la población se despliega muros abajo de la villa, buscando
el llano y fijando la expansión y el esplendor demográfico y económico que para
Trujillo tendrá el siglo XVI. A mediados del siglo XV, se citan en las Actas
municipales y en otros documentos concejiles los nombres de calles radiales que
parten de la Plaza, y las peticiones de los vecinos a la ciudad para el
empedrado de las calles se harán cada vez mas continuas: calle Garciaz (hoy,
García de Paredes), San Miguel, la Lanchuela, Olleros, hasta los moros de la
calle Nueva accederán a las Casas Consistoriales solicitando el arreglo de sus
respectivas calles.
Las primeras calles por las que
comenzarían a discurrir los desfiles procesionales que bajaban de las
parroquias de la Villa, se implantarían en el siglo XVI, tales como Ballesteros, Garciaz, Mingo Ramos, Sillería,
Carnicerías y alguna otra. Tenemos noticias de la existencia de algunos nuevos
arrabales: en la calle de Tiendas y Nueva, camino de Medellín, asientan respectivamente
la judería y morería, población que se nos presenta muy activa, dedicada a sus
menesteres artesanales. Se asientan
también los dominicos y franciscanos –impulsores también, junto con las
cofradías gremiales de las procesiones y el culto a las imágenes de Vírgenes y
Santos-[21],
y se citan ya tres nuevos arrabales: el Campillo, San Miguel y Sancti Spiritus[22].
La época del reinado del reinado de Isabel I y Fernando I fue decisiva para la
ciudad y nadie desconoce la importancia que para la historia de España supuso a
su vez Trujillo, particularmente en la campaña
de la guerra contra Portugal y la firma del primer documento de
Cancillería en Trujillo en el cual aparece por primera vez unidos Aragón y
Castilla[23].
En ambos Procesionarios, se recogen varias procesiones de sumo interés para la vida social y religiosa entre los siglos XVI y XVIII en Trujillo, entre las clasificadas “fijas”, destacamos la festividad de los Santos Mártires (San Fabián y San Sebastián), la de San Marcos, San Gregorio, Nuestra Señora de Agosto en honor a la Virgen de la Asunción.
El
veinte de enero había procesión general en honor de los Santos Mártires, San Fabián
y San Sebastián, protectores contra la peste, y Trujillo tenía hecho un
voto general desde antiguo ante una epidemia que afectó a toda España, aunque
no especifica a cuál se refiere[24]. Ofrece gran interés el
señalar las grandes epidemias que han devastado España durante el siglo XVI.
Vale la pena mencionar la peste bubónica, el tifus exantemático, la viruela y
muy especialmente la aparición en 1583, del garrotillo,
con cuyo nombre designaron los médicos españoles toda angina sofocante o
esquinancia, en la mayoría de los casos de naturaleza diftérica, causando
numerosas víctimas. No obstante, la situación
del pequeño y mediano campesino no fue tan precaria como pudiera parecer[25].
Aunque todo indica que fueron quienes más sufrieron la crisis, y (de hecho)
algunos sucumbieron, ya que tenían menos medios de defensa y estaban más
indefensos frente a la inflación y al alza de la presión fiscal, los datos
conservados indican que la pequeña propiedad libre, los llamados alodios[26], consiguieron
aguantar y subsistir en proporciones considerables[27]. Gran interés entre los fieles trujillanos tuvo la procesión
en honor a los Santos Mártires San Fabián
y San Sebastián, repetiendo el recorrido procesional en los tres siglos. En
el campo de San Juan, próxima a la ermita de Santa Ana, y antes de la
construcción de ésta[28],
existía la ermita de los Santos Mártires, de la que no quedan restos, siendo
demolida esta fábrica según el vulgo popular durante la invasión francesa en el
año 1809[29].
Los primeros datos que tenemos sobre esta ermita proceden
del siglo XVI (veinte años antes de la redacción de El Procesionario). El 28
julio del año 1564, el ayuntamiento encargó a don Pedro Suárez de Toledo la
realización de una campana para la ermita de los Santos Mártires a los que se
tenía gran devoción[30].
La fiesta se realizaba solemnemente el 20 enero de cada año, con procesión que
partía de la iglesia de Santa María la Mayor y a la que asistía el Clero y el
Concejo en cuerpo de ciudad[31],
bajaba desde la iglesia a la Plaza por la calle del Peso de la Harina, y por
las calles de los Toros y del Espíritu Santo (actual calle de Francisco
Pizarro), pasando por la ermita de San Lázaro o calzada de San Lázaro hasta
concluir en la ermita de los Santos Mártires. Finalizada la Misa Mayor solemne
retornaba el cortejo procesional hacia la iglesia de Santa María, por otras
calles: Calle Nueva (actualmente Margarita de Iturralde, plazuela del Azoguejo,
calle de las Carnicerías y por la Plaza subía hacia la parroquia Mayor. Las
imágenes de San Fabián y San Sebastián fueron depositadas en el Convento de San
Francisco el Real de la Puerta de Coria cuando se extinguió la ermita y el
culto[32].
El día 2 de febrero se celebraba con toda solemnidad la
procesión a Nuestra Señora de la
Purificación, congregándose en la iglesia de Santa María el Cabildo de
capellanes y beneficiados, tras la bendición de las candelas, se celebra la
procesión alrededor del templo parroquial saliendo por la Puerta Nueva y
volviendo a entrar por la misma al finalizar los actos litúrgicos
procesionales.
También, considerada procesión “fija” estaban los actos
programados en honor a San Gregorio[33] que durante siglos –tal y como aparece
recogida en los dos Procesionarios- en la ciudad tenía singular devoción
como abogado de las cosechas, fertilidad de los campos y prosperidad de la
ganadería, y al que en 1582 hizo voto de ir con su consejo en procesión desde
la iglesia de Santa María la Mayor a la ermita de los Prados de San Juan, en la
que levantó un altar a este Santo Obispo de Ostia, y en cuyo día se corrían
toros y se celebraban festejos. La ermita ha desaparecido. Pero aún se conserva
en la iglesia de Santiago la imagen de San Gregorio, que fue tallada por el
escultor trujillano Juanes de la Fuente en el año 1582[34],
y fue pintada y dorada por el pintor Muriel Solano[35].
La procesión de San Gregorio tenía lugar el día 9 de mayo,
votada por el Cabildo y el Clero de la Ciudad en el año 1582, salía de la
iglesia de Santa María y discurría hacia la Plaza pasando por las calles del
Peso de la Harina, de los Toros y Nueva hasta la ermita de San Juan de los
Prados, donde estaba el Altar a San Gregorio (como ya hemos indicado), pasando
por la ermita de San Lázaro. Al finalizar la misa, regresaba a la parroquia de
Santa María pasando por las calles de los Herreros, Carnicerías y Plaza Mayor,
asistiendo las Cofradías con sus insignias y pendones.
Gran importancia tuvo la veneración a este Santo en
Trujillo, una ciudad dedicada esencialmente a la actividad agrícola y ganadera.
De hecho, esta imagen se ubicó en el altar de las Casas Consistoriales o
antiguo Ayuntamiento, junto a la imagen de San Andrés, que fue patrón de la
ciudad, obra realizada en el año 1595 por el escultor placentino Pedro de Mata,
en el lugar donde se decidieron y aprobaron los asuntos más importantes que
concernían a la ciudad tal o pueden constatar Libros Capitulares[36].
No obstante, también existió otra imagen de San Gregorio en
la propia ermita de San Juan de los Prados[37],
que era muy venerada por el gremio de labradores, contribuyendo también a su
culto y al cuidado de la propia ermita con importantes limosnas el Concejo[38].
Por un Inventario que está en el Protocolo del escribano Juan de Santiago
Madrigal, sabemos que en esta ermita había en el año 1598 los siguientes bienes
muebles: dos imágenes de bulto, una de San Juan, puesto en un retablo de
madera, y la otra de San Gregorio en sus altares. Otra imagen de Nuestra
Señora, vestida. Otra imagen de bulto pequeña de San Juan con el cordero a los
pies. Otra de San Juan Evangelista pintado en un lienzo. Una Verónica y otra
tabla de la Magdalena[39].
Esta ermita desapareció con la invasión francesa del año 1809, según un acuerdo
del Concejo con fecha 13 mayo 1825 se dice lo siguiente: ”Atendiendo a que se han consumido crecidas cantidades en la extinción
de langosta sin que sea bastante para votar la, se acuerda que todo vecino sin
distinción presente medio celemín de langostas en el corral de la ermita
destruida de San Juan a las cinco de la tarde”[40].
Las Letanías Mayores se hacían en honor a San Marcos, y fueron instituidas por el papa San Gregorio Magno (590-604). En Trujillo era la cofradía de dicha titularidad quien las organizaba. Salía de la iglesia de Santa María, bajaba por la calle del Peso de la Harina hacia la Plaza, continuaba por la iglesia de San Martín para subir por la actual calle del Estudio y finalizaba en la iglesia de Santo Domingo, donde está el altar de San Marcos[41], celebrándose la Misa Mayor. Al finalizar los actos litúrgicos, volvería a reanudarse la procesión continuando por detrás de la Alcazaba (por el berrocal), por la puerta del Alba, la conocida como “Herradura” pasando por los conventos de la Magdalena y Santa María. Finaliza la procesión en la iglesia de Santa María “La Mayor” entonando la antífona gregoriana “Regina caeli letare”[42].
La festividad de Nuestra Señora de Agosto en
honor a la Virgen de la Asunción, ha tenido a lo largo de los siglos
una gran devoción entre los trujillanos. Para tener un mayor conocimiento de la
fiesta más importante que se ha celebrado en Trujillo a lo largo de los siglos,
y que aparece mencionada en este Procesionario, nos referimos a la fiesta de la
Virgen de la Asunción que por
distintas circunstancias del destino[43],
llegaría a fusionarse en un momento de la historia con la fiesta de la Patrona,
bajo la advocación de Virgen de la Victoria, desde que en el siglo XVI se
ejecutase una imagen que representase a la patrona de la ciudad y fuese
colocada y venerada en una capilla construida en el castillo entre las dos
torres de la fortaleza, siendo fieles al escudo municipal y cumpliendo así la
tradición, transmitida de generación en generación: ”En campo de plata, una
imagen de Nuestra Señora de la Victoria con el Niño Jesús en los brazos, puesta
encima de una muralla almenada y acotada de dos torres, todo de gules y
mazonado de plata”. El uso de tal escudo fue confirmado por el mismo Rey
don Fernando III[44].
Los orígenes del
culto a la Virgen en Trujillo. Extremadura, región a la que pertenece Trujillo, tiene su origen en la
Edad Media[45].
En este largo período que nos ocupa, las unidades administrativas existentes
fueron los concejos de realengo y los señoríos. En éstos las órdenes militares
organizaron la tierra en partidos o en provincias. La Iglesia seguía
organizándose territorialmente superando
a la división territorial civil, siendo con frecuencia punto de referencia para
describir el territorio extremeño[46].
El culto a la Virgen
de la Asunción se efectuó tras la reconquista definitiva de Trujillo en tiempos
del rey Fernando III, el 25 de enero de 1232, participando en la misma las
Ordenes Militares de Alcántara, Santiago y el Temple[47].
Según la tradición, transmitida de generación en generación, la puerta por la
que entraron las tropas en la toma de Trujillo recibió el nombre de Arco del
Triunfo, en conmemoración al acontecimiento. Junto a las tropas de las
Ordenes Militares, destacaron caballeros de tres linajes que serían decisivos
en la posterior administración municipal de Trujillo: Altamiranos, Bejaranos y
Añasco. Entre los primeros destacó Fernán Ruiz de Altamirano, que logró abrir
la puerta del Triunfo para facilitar así la entrada a los ejércitos. Encima de la
puerta se pusieron los escudos de dichos linajes, y en una hornacina, una
imagen de Ntra. Sra. de la Victoria abogada de la conquista[48].
Pues, según una venerable leyenda, la Virgen intercedió para que el ejército
cristiano venciese en la toma de Trujillo contra los infieles. Esta leyenda
motivó el escudo de Trujillo que representa a la Virgen de la Victoria sobre
las murallas, en medio de dos torreones. El rey Fernando III concedió al Obispo
de Plasencia, diez yugadas en el término de Trujillo, en atención a los
servicios prestados en la toma de la villa[49].
Tras la reconquista
aparecen en la villa las primeras fábricas religiosas cristianas, como es el
caso de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, ubicada sobre el solar
de una mezquita árabe, la cual sería el centro del nodo urbano más importante
de la ciudad intramuros. Templo en el que se veneró y recibió culto la
escultura de la Virgen de la Asunción o Nuestra Señora de Agosto. Difícil
resulta encontrar datos sobre el origen de ciertas imágenes medievales -como es el caso, de Ntra. Sra. de la
Asunción- y sobre la devoción a ellas, por no encontrarse documentación en los
archivos parroquiales y, en el caso de que hubiese alguna información sobre la
devoción a las imágenes, se han perdido la mayoría de los documentos
correspondientes, unas veces por el abandono de los mismos sacerdotes o de los
seglares encargados de las cofradías y, otras veces, por las vicisitudes de la
historia como la invasión francesa o la
Desamortización[50].
Nuestra
Señora de Agosto, fue considerada durante algún tiempo, la Patrona de la localidad. Según el Procesionario,
fechado en 1586, antes de la Misa Mayor comenzaba la procesión que partía del
templo de Santa María, pasaría por la iglesia de Santiago Apóstol para continuar
hasta el Castillo y situarse ante la capilla de Nuestra Señora de la Victoria[51].
Tras el canto de una Antífona a la Virgen - melodía libre y sencilla que
era cantada por la asamblea de fieles-
y el rezo de una oración; según el Procesionario se reanudaba la procesión “por
el campo pasando por el convento de Santa María, sin entrar en él”, de lo que
se deduce que discurriría por la actual calle de los Mártires, y finalizaría en
la parroquia de Santa María.
Precisamente,
gracias a un cuadro exvoto del año 1745 existente en la iglesia parroquial de
Santa María de Trujillo, nos podemos dar una idea del aspecto que tenía la
imagen de Ntra. Sra. de la Asunción, que desapareció en 1809 con motivo
de la invasión francesa.
En un momento de la
Historia de Trujillo, se funde la tradición histórica con el fervor popular. El
escudo de la ciudad es el motivo heráldico más repetido en la iconografía
mariana. El emblema del escudo en la forma siguiente: "La plata
significa pureza, integridad, obediencia, celo, firmeza y gratitud. La imagen
de la Virgen, devoción y agradecimiento a la victoria conseguida a los
sarracenos. El muro y las dos torres declaran el brío, firmeza, constancia,
esfuerzo y osadía de los moradores y vecinos de Trujillo. Y el color gules (o
rojo) demuestra la sangre que en su conquista y defensa derramaron los
hijosdalgos y caballeros pobladores de ella".
El escudo de la ciudad de Trujillo efigia a
la Virgen de la Victoria entre dos torres almenadas sobre campo de plata las
calles de la ciudad. No contento con las imágenes guardadas en el interior de
los templos y ermitas, el trujillano ha sacado su Virgen a la calle, asomándola
a las puertas de la Villa y a sus plazuelas, sacralizando así el espacio
urbano, en un deseo manifiesto de convertir la ciudad en un templo abierto de
colosales dimensiones, que remata en la clave del cielo trujillano la imagen
del Castillo.
Allí donde se encuentra, testimonia la
propiedad o mecenazgo del concejo trujillano. Así lo vemos en las portadas de
los predios comunales, en las iglesias de patronazgo y en las bóvedas de los
templos, a cuya construcción acudió el Ayuntamiento. La imagen del castillo con
el tiempo llegaría a ser la Patrona de Trujillo, la Virgen de la Victoria[52]. Según
constatamos por el Libro de Cuentas de Fábrica más antiguo que se conserva[53], la imagen de la
Asunción presidió el altar mayor en el retablo pintado por Fernando Gallego y
su taller[54].
Era la imagen titular de la parroquia, Ntra.
Sra. de la Asunción.
Es
difícil, al contar con tan escasa información en los libros de fábrica, saber
qué forma tendría. Tan solo se conserva un cuadro exvoto, realizado en 1745, en
el que aparecen representados la Virgen sosteniendo al Niño con su brazo
izquierdo[55]. Pero, la imagen está vestida,
imposible para datar la escultura. Podemos decir, no obstante, que puede
responder al tipo medieval de Virgen sentada sosteniendo al Niño con su brazo
izquierdo, en actitud hierática y sin comunicación entre ambos. Lo más probable
es que se tratase de una imagen románica de campaña, traída por los
conquistadores de la villa en 1232. Circunstancia que fue muy repetida en
tiempos medievales, como debió de ocurrir con la imagen de Ntra. Sra. de la
Coronada, sita en la iglesia de San Martín de Trujillo[56].
Pero,
contar solamente con un cuadro exvoto popular y una vaga referencia a la imagen
en los libros de fábrica, además de tener en cuenta el estilo personal del
artista, en este caso mediocre; no nos permite aventurar hipótesis. El culto a
la Virgen con el Niño de Santa María, bajo la advocación del Misterio de la
Asunción, se estableció enseguida, una vez conquistada la villa por las tropas
cristianas. Según Tena Fernández: "Fue la imagen de mayor devoción en
Trujillo, hasta el año 1531, fecha en la cual el concejo acordó construir una
capilla en el castillo para venerar en ella a la imagen que ejecutara Diego
Durán[57],
sería la Patrona de Trujillo, la Virgen de la Victoria"[58].
Ntra.
Sra. de la Asunción, titular de la iglesia de Santa María, sería la imagen que
recibiría culto y sería la más venerada hasta la fecha citada. Tuvo muchas
alhajas y ricos vestidos como se desprende del Inventario realizado en 1729[59]. Esta imagen desapareció en 1809. Su
lugar en el retablo le vino a ocupar una imagen de Ntra. Sra., actual titular
de la parroquia, obra del escultor Modesto Pastor, natural de Valencia[60].
Otras celebraciones religiosas reciben la catalogación de
“movibles” como la procesión a la ermita de la Coronada, el día tercero de la
Pascua, la de las Letanías Menores que se realizaba antes de la Ascensión y la
del Corpus Christi.
La de la Virgen de la Coronada tenía lugar por Pascua florida –el tercer día-, a la
ermita de su nombre a dos leguas de la ciudad, votada por el Ayuntamiento,
quien pagaba la comida y daba una vela los asistentes. En la iglesia parroquial de San Martín, cobijada bajo una hornacina del
muro del Evangelio, se conserva la magnífica talla de Ntra. Sra. de la
Coronada con el Niño en brazos. Pero, este no fue su emplazamiento
primitivo, en
Esta
costumbre duró hasta el año 1687, fecha en la cual tuvo lugar la celebración
del Sínodo placentino,
En
el año 1809, los franceses destruyeron la ermita[64] y la imagen de la Virgen con el Niño,
fue trasladada a la parroquia de Santiago en Trujillo[65], ya que la ermita era aneja a dicho
templo[66]. En la actualidad se encuentra en
estado ruinoso[67]. Merece una mención especial que
dediquemos unas líneas a esta magnífica escultura, ya que es la más antigua
obra escultórica conservada en Trujillo. Se nos ofrece Ntra. Sra. de la
Coronada sedente sobre un trono decorado con molduras y elementos curvilíneos,
es un escaño típico de la región aragonesa, como ponen de manifiesto la Virgen
de la Colegiata de Daroca o
El
Niño de la imagen trujillana lleva corona mayestática, como es propio de la
imaginería arcaica, sujeta el Libro de los Siete Sellos (alusivo a su segunda
venida apocalíptica) con su mano izquierda y está en actitud de bendecir. Este
lleva túnica talar de color marrón oscuro, con las bocamangas, los ribetes del
cuello y la corona dorados. La policromía de la cara, al igual que la de su
Madre, son modernas (retocadas en la restauración de 1979). Además, lleva los
pies desnudos. Por su parte,
El lunes después de Quasimodo (el primer domingo después de Pascua de Resurrección) el Cabildo organizaba una procesión por los buenos temporales, un año a la ermita de la Virgen de la Piedad[74] - próxima a donde hoy está la Plaza de Toros-[75], y otro año a la ermita de San Juan de los Prados[76], siempre saliendo las procesiones de la iglesia Mayor de Santa María.
Una de las procesiones de mayor interés en la ciudad era la
de Nuestra Señora de la Piedad por
cualquier necesidad del pueblo. En el Archivo de Simancas se conserva el documento
en el que consta la ejecución de obras de la ermita donde se veneraba la imagen
de la Virgen de la Piedad, próxima a la actual Plaza de Toros, en el lugar del
Campillo. Se trata de la provisión que otorga el rey para que se concedan tres
mil maravedíes a la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad para finalizar la
construcción de su ermita. Los mayores mecenas que tuvo la ermita fueron los
Chaves-Sotomayor, de hecho en la portada campeaban las armas de Juan Antonio de
Chaves y Sotomayor y de su esposa Catalina de Mendoza[77].
La Cofradía de Ntra. Sra. de la Piedad fue muy beneficiada
con rentas y donativos, tal y como reflejan sus libros capitulares (conservados
celosamente en el Archivo parroquial de Santa María de Trujillo). Además, hemos
de añadir que la Cofradía fue la propietaria de la Plaza de Toros de Trujillo
hasta el año 1846, año que se reedificó la misma pues había sido demolida por
la invasión francesa, formalizándose expediente de venta. La sociedad de
vecinos abrió una suscripción de acciones, pasando la Plaza de Toros a ser
propiedad del Marqués de la Conquista don Jacinto Orellana. De la construcción
de la nueva plaza se hizo cargo el arquitecto don Calixto de la Muela que
recibió la cantidad de un millón de reales. Los descendientes del Marqués
citado la vendieron al Excmo. Ayuntamiento en el año 1902 en veintidós mil
quinientas pesetas.
Desde la destrucción de la ermita de la Piedad con motivo de la invasión francesa de 1809[78], la imagen se veneró en la iglesia de Jesús[79]. En el año 1848, se agrega la Cofradía de la Piedad a la de Jesús, desde entonces, la divisa de la Piedad iniciará el desfile procesional del Miércoles Santo junto con el estandarte de la Cofradía de Jesús. Atendiendo a los beneficios que producían los miembros de la Cofradía de la Piedad a la de Jesús Nazareno, se acordó que en obsequio y culto a la Virgen se haga una fiesta el domingo siguiente al día de la Asunción de Ntra. Sra. el 15 de agosto[80].
La procesión de las Letanias Menores de la semana de rogaciones, en los días que preceden a la Ascensión del Señor, las cuales se fueron incorporando gradualmente a la Liturgia. Gracias al recorrido que nos ofrece el Procesionario de esta procesión podemos considerar claramente que la iglesia de San Andrés eran los restos de la iglesia que se encontraba donde actualmente está el Cementerio Municipal y que la que consideramos como iglesia de San Andrés era la iglesia de la Vera Cruz. Pues partía la procesión de la iglesia de Santa María, bajando por la calle de La Coria (convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria) y tras pasar (primero) por la iglesia de San Andrés, continuaba el desfile procesional por la iglesia de la Vera Cruz y, desde aquí, hasta la iglesia de Santiago, para finalizar en la parroquia de Santa María con la Misa Mayor. El martes la procesión era más larga, pues tras salir de Santa María “La Mayor”, bajaba en dirección a la Plaza por la calle del Peso de la Harina, para continuar hacia el Hospital del Espíritu Santo por las calles de los Toros y Nueva; por la calle Vivancos llegaría hasta el convento de San Miguel, continuando el desfile pasando por el resto de conventos de vida contemplativa, Santa Clara y San Pedro; en la iglesia de San Martín se celebraba Misa Mayor para subir por la cuesta de Ballesteros hasta la parroquia de Santa María finalizando la procesión. El miércoles tomaba otro recorrido, tras salir de la iglesia de Santa María y pasar por la Plaza, continuaba en dirección a la iglesia de Santo Domingo, adentrándose por el campo hacia el convento de la Magdalena, donde se celebraba la Misa Mayor, pasando por el convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria, finalizaba la procesión en la iglesia de Santa María.
La fiesta de exaltación eucarística del Corpus Christi tuvo una relevancia especial entre nuestros antepasados, adquiriendo gran resonancia en Trujillo en el siglo XVI hasta el presente[81]. En Trujillo estaban obligados a asistir todas las comunidades religiosas y el pueblo. La procesión del día del Corpus Christi partía de la iglesia de Santa María “la Mayor”, una vez congregados el Clero, el Concejo y las Cofradías con sus estandartes e insignias[82], en dirección a la Plaza Mayor, el cortejo solemne discurría por las calles de los Calderones, Arco de Santiago, por la del Peso de la Harina (hoy cegada). A su llegada a la Plaza, se realizaban representaciones de Autos Sacramentales, colocando el Santísimo Sacramento en un Altar. Finalizados los actos, continuaba la procesión bajando por la calle de Sillerías, pasando por la Plazuela de San Miguel para continuar por Tintoreros, Vivancos y calle Nueva (actual calle de Margarita de Iturralde), volviendo a subir a la Plaza por la plazuela del Azoguejo y calle de las Carnicerías, que aún mantienen sus nombres. La procesión volvía a pasar por el Arco de Santiago para finalizar los actos en la iglesia de Santa María.
En el siglo XVI la fiesta del Corpus Christi en Trujillo, era un
auténtico espectáculo, sobre todo, desde el año 1563 fomentado por el culto
Eucarístico que se impone desde Trento, y con singularidad en España. La
cercanía y relaciones de nuestra Diócesis placentina con la sede del Primado,
(Toledo) determinó también en nuestra tierra el desarrollo esplendoroso de la
fiesta del Corpus. Durante este tiempo
se levantaron arcos triunfales, altares con los bufetes (o escritorios) en los
que se hacía parada con el Santísimo en la Plaza Mayor, se cubrían los balcones
de adamascadas colgaduras, se extendía la juncia y otras hierbas olorosas por
las calles, y en la plaza se representaban autos sacramentales, al paso de la
procesión, tomando asiento el clero y la corporación civil para contemplar
En Trujillo durante
estos siglos la fiesta del Corpus alcanzó gran importancia, Ayuntamiento se
encargaba de la preparación de la fiesta, contando con la ayuda de los oficios
gremiales -que vivían en barrios que recibían el nombre del oficio que
practicaban-, músicos y ministriles del Concejo que participaban en la
Procesión. Los autos sacramentales, las farsas y las danzas se bailaban en el
atrio de la parroquia de San Martín, en un tablado levantado a tal efecto, y
contratadas previamente por
En el Procesionario del siglo XVIII aparecen dos
procesiones más a incluir en el calendario litúrgico procesional: el culto a los Santos
Mártires San Hermógenes y San Donato. En una de las capillas laterales del
muro de la epístola se encuentra la capilla de los Santos Mártires, San
Hermógenes y San Donato[85]. Encontramos referencias a ellos en la obra la
España Sagrada del padre Enrique
Flórez, el cual específica literalmente “que
son santos atribuidos a Trujillo. En el año 1431 empezó a ser ciudad por
concesión del rey don Juan el segundo; y queriendo también honrar la el autor
de los falsos cronicones, que no la había dado nada en los primeros escritos, resarció
bien la omisión en el último, donde la concedió veinte y cuatro mártires de un
golpe, pues el adversario 307 de Julián Pérez dijo que San Hermógenes, Donato y
otros veintidós mártires fueron naturales de Trogilio (Trujillo) y que allí
empezaron a padecer, consumando luego su martirio en Mérida”[86].
El obispado de Plasencia (al que pertenece Trujillo)
celebró a estos santos como propios, señalando el día 12 diciembre en que se
leen sus nombres en el Martirologio[87],
según consta por un edicto firmado por el Obispo de Plasencia don Diego de Arce
el 12 junio 1651. Previamente, encontramos referencias a la capilla de los
santos mártires en la iglesia de San Martín, en el testamento de Mencía Gil
fechado el 23 enero de 1566, en el cual específica que se la entierre en la
capilla de los Santos Mártires y que asista a su entierro la Cofradía de los
Santos Mártires de la cual es hermana[88].
Existen
otros Martiriológicos que indican que estos santos mártires pudieran haber
muerto en Mérida, mientras que otros los excluyen de Mérida, siendo el más
antiguo de ellos el Georminiano
Epternaccense[89].
Hemos de insistir que los mártires San Hermógenes y San
Donato, no fueron trujillanos, ni siquiera españoles, ni fueron martirizados en
Mérida ni en Trujillo, a pesar de ello recibieron culto y gran devoción entre
los ciudadanos de Trujillo.
También, la festividad a San Pablo, nos remite a la conquista definitiva de Trujillo en el
año 1232. El gran avance cristiano en el proceso reconquistador extremeño tuvo
lugar en el siglo XIII a partir de las Navas de Tolosa (1212). La concordia
entre castellanos y leoneses ayudo para que Alfonso IX conquistara
Alcántara en 1217 y Cáceres en 1229. La
Orden de Santiago esperaba que se la cediesen considerando que había sido su
origen pero esto no formaba parte de decisiones regias. Al año siguiente
continuo el avance se conquista Montánchez, Badajoz y Mérida y se le entregó la
primera de estas villas.
La conquista definitiva se dio en tiempos de Fernando III
el 25 de enero de 1232, y en ella participaron las Órdenes militares de
Alcántara, Santiago, el Temple y el obispo de Plasencia, Don Domingo. Por
tanto, tuvo lugar el día de la festividad de San Pablo[90].
Los cristianos construyeron una ermita en su honor en el Patio-Albacar del
Castillo. A pesar de haber sido construida la ermita al finalizar la
reconquista y restaurada en el siglo XVI, las primeras referencias documentales
las encontramos en el siglo XVII, concretamente en el año 1608, cuando se
llevan a cabo nuevas reformas arquitectónicas en la misma, encargadas por
Jerónimo de Loaisa[91],
obras de reparación que estaban finalizadas en 1618, según consta en un
documento de la “Comisión de Fiestas de San Pablo[92].
Junto a las Ordenes Militares que participaron en la
reconquista, también destacaron caballeros de tres linajes que en siglos
posteriores, van a protagonizar la historia local trujillana: son los
Altamiranos, los Bejaranos y Añasco. Entre ellos destaco de forma singular
Fernán Ruiz de Altamirano que logro abrir una de las puertas de la ciudad y
facilitar la entrada de las tropas cristianas al recinto amurallado y así poder
tomar
La
leyenda motivo el escudo de Trujillo que representa a la Virgen de la Victoria
sobre un muro, en medio de dos torreones, y la creación en el siglo XVI de una
capilla en la fortaleza en el acceso principal en la parte que mira a la
población.
Una vez
conquistada Trujillo los ejércitos cristianos corren hasta llegar a los
márgenes del Guadiana. En 1234, conquistaron Santa Cruz, Medellín y en febrero
de 1235, Magacela.
En el Castillo, en el patio denominado de San Pablo o
Albacar, se ubicó una ermita en memoria del Santo Apóstol Pablo, por haberse
producido el día de su conversión, el 25
enero, la reconquista definitiva de Trujillo arrebatado a los árabes por los
cristianos.
En conmemoración de la toma de Granada, los
Reyes Católicos ordenaron que se reconstruyera la Puerta del Triunfo de
Trujillo y se pusiera sobre el muro exterior del arco su escudo de armas. En la
hornacina existía una imagen de la Virgen, que las tropas que reconquistaron la
villa en 1232, habían situado en este bello pórtico de poniente.
A este lugar, después
de la misa mayor, que se celebraba en la cercana iglesia parroquial el día de
Nuestra Señora de Agosto, y en la conmemoración de la toma de Trujillo, en el
día de la festividad de San Pablo, el Concejo y el Clero se trasladaba en
solemne procesión al Arco del Triunfo, donde se cantaba una Salve con su
antífona y oración. Por la tarde se celebraban los festejos populares de cañas
y toros, en la plazuela de Santa María, y posteriormente, se trasladaron a
El primer testimonio
documental que recogemos de estos festejos taurinos lo encontramos en el acta
de la sesión celebrada por el Ayuntamiento, el día 5 de agosto de 1499, en
dicho año los ciudadanos piden que manden dar los toros para el día de Santa
María. El Concejo toma el acuerdo de no aceptar esta propuesta. Pero, el hecho
de encontrarnos con datos sobre festejos populares en estas fechas finales del
Medioevo, no quiere decir que no hubieran existido anteriormente pues la
tradición y la historia atestiguan que las que las fiestas religiosas de la
Virgen de la Victoria y las corridas de toros están íntimamente ligadas a
través de los siglos.
Las fiestas más
extraordinarias fueron las celebradas en 1519 con motivo de haber sido elegido
Carlos I, el 28 de junio de dicho año, Emperador de Alemania.
En 1531, se construye
la capilla del Castillo y en ella se coloca la nueva imagen de
[1] En el Archivo Diocesano de Plasencia se conserva el más
antiguo fechado en 1587.
[2]Synodo Docesana del Obispado de Plasencia, celebrada por
el Ilvstrissimo y Reverendissimo Señor Don
Fr. Joseph Ximenez Samaniego, Obispo de Plasencia. En
[3] Aunque la epidemia de los años 1507-1508 afectó mucho a la población. También hemos de tener en cuenta la expulsión de los judíos en el año 1492, asentados en su mayoría en Trujillo en la judería. También la emigración a Indias, partiendo miles de trujillano los entre nobles, infanzones y pecheros. En el año 1552 el total de vecinos de la ciudad y la tierra era de 4461.
[4] Respecto a Orellana la Vieja: al servicio de la Cámara del rey Alfonso XI estaba el caballero trujillano Juan Alonso, del linaje Altamirano. Por sentencia pronunciada en Orellana el 27 de septiembre de 1333 por el alcalde de Trujillo don Juan Martínez Velasco y la comisión del propio rey le fue otorgado Orellana, aldea que poblaría con privilegio de 20 vecinos con vasallos y dependientes suyos. Y por privilegio rodado a favor del mismo, en 1335 se le concedió la jurisdicción civil y penal en toda la extensión del término de Orellana. En lo referente a Orellana de la Sierra: La donación del señorío de Orellana de la Sierra fue realizado por Enrique II a don Alvar García Bejarano, y fue confirmado por el rey don Juan I en 1379 y por don Juan II en 1422. Desde entonces, los Bejaranos tomarán el apellido Orellana, y el nieto de Alvar (fruto del matrimonio de don Diego García Bejarano y doña Teresa Gil, -hija del señor de Orellana la Vieja, don Diego García de Orellana-), fundó el mayorazgo en 1412 en el que se incluye la villa y su casa fuerte.
[5] RODRIGUEZ SANCHEZ, A: “Extremadura: la tierra y los poderes”. Historia de Extremadura, tomo III, Badajoz, 1985, p. 434.
[6] SANCHEZ RUBIO, M. A y SANCHEZ RUBIO, R: Señoralización en la tierra de Trujillo a mediados del siglo XVI. Badajoz, 2007, p. 20.
[7] Un amplio territorio en el
que existían las siguientes aldeas y lugares en 1485: Herguijuela, La Zarza
(Conquista), Garciaz, Berzocana, Cañamero, Logrosán, Navalvillar de Pela,
Acedera, Madrigalejo, El Campo, Alcollarín, Zorita, Santa Cruz, Abertura, El Puerto,
Búrdalo, Escorial, Ibahernando, Robledillo, La Cumbre, Plasenzuela, Ruanes,
Aldea del Pastor (Santa Ana), y pequeños lugares llamados Huertas, Berrocal y
Aguijones.
[8] Por ejemplo en 1440 recorrió y visitó varias poblaciones pertenecientes a la tierra de Trujillo, entre las que se encontraba Zorita. Archivo Histórico Nacional, sección Osuna, legajo 314, num. 23, doc. 12.
[9] Juan II en las Cortes de Valladolid en 1442 permite que puedan rebelarse en caso de ser objeto de donación. Enrique IV confirma la ley otorgada por su padre en las Cotes de Córdoba en 1455. VAL VALDIVIESO, M. I: “Resistencia al dominio señorial al final del reinado de Enrique IV” . Revista Hispania, 126, 1974, p. 62.
[10] Archivo General de Simancas. Mercedes y Privilegios 90, núm. 5.
[11] Archivo General de Simancas. Mercedes y Privilegios 108, núm. 14, 2º; el 2 de diciembre de 1475.
[12] ZURITA, J: Anales de la Corona de Aragón, tomo IV, Zaragoza, 1610, fol. 215.
[13] Archivo Histórico Nacional, Frías, Catl. 13. núm. 24.
[14] En el legajo 11 del Archivo Municipal de Trujillo queda constancia por mediación de varios documentos de la regulación por parte de los RR. Católicos de Trujillo y su tierra.
[15] La ciudad gozó de este privilegio y franquicia hasta que los Reyes Católicos la abolieron en las Cortes de Toledo de 1480 como hicieron con otros mercados del reino. El 1 de marzo del año 1526 el Emperador Carlos V estuvo en Trujillo dos días, camino a Sevilla para desposarse con Isabel de Portugal. Trujillo fue Ciudad realenga, incluso durante el movimiento comunero entre los años 1517 y 1522, la ciudad se mantuvo fiel a la corona como quedó puesto de manifiesto en la reunión celebrada por el concejo el 2 septiembre del año 1520 donde todos los reunidos acordaron apoyar a la corona como “ fieles e leales servidores e vasallos de sus Altezas y celosos del bien y pacificación de su ciudad e para defendimiento de la justicia de su Majestad”.
[16] Este mercado de los jueves fue licitado franco de alcabalalas para todas las mercancías que se vendieran, no pagarían alcabala y para 120 hortelanos que tuvieran sus huertas cerca de la ciudad, se inscribirían el día 1 de enero de cada año, los restantes sí pagarían alcabalas.
[17] El comercio estaba regulado
por el Concejo debido a la carencia de ciertos productos en el término y para
evitar abusos en los precios. También existía una importante actividad
artesanal dedicada al consumo doméstico, de útiles y aperos de labranza,
destacando sobre todo la artesanía del cuero.
[18] Existían en la Baja Edad
Media unas ordenanzas (las más antiguas corresponden al siglo XV), que fueron
redactadas anualmente entre los años 1514 y 1516, revisando las anteriores y
actualizándolas. Son las normas locales por las que se rige el concejo, si se
infringen las ordenanzas había que pagar multa o cumplir pena, incluso penas
físicas como azotes, cárcel o destierro. Éstas ordenanzas eran legisladas por
el Concejo (formado por el corregidor, ocho regidores y dos fieles
pertenecientes a la oligarquía), aprobadas por los oficiales reunidos en
cabildo, después el pregonero tenía que publicarlo en la plaza para que toda la
ciudad se enterase de las leyes que iban a regular la vida social, política y
económica.
[19] Las diferencias que en el control del concejo tienen cada uno de los tres linajes tienen su origen en la reconquista definitiva del año 1232 en el posterior repartimiento de la tierra de los que se beneficiarán aquellos caballeros principales que por su origen y actuación en dicha reconquista se distinguieron, los oficios del concejo quedaron así ligados a las tres principales familias cuyos escudos campean en el Arco del Triunfo, lugar por el cual consiguieron las tropas cristianas entrar en la entonces Villa agarena.
[20] Vid. RAMOS RUBIO, J . A: “Aportaciones
Histórico-Artísticas de la Semana Santa en Trujillo”. Actas de los XVII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo,
1998; RAMOS RUBIO, J. A: Historia de la Semana Santa en Trujillo. Ed. Cofradía del Cristo Cautivo y San Juan. Cáceres,
1993.
[21] RAMOS RUBIO, J. A: “Aportaciones inéditas a la
historia artística de Trujillo: fundación de conventos franciscanos entre la Edad Media y la Edad
Moderna. Revista Ars et Sapientia,
núm. 8, julio, 2002, pp. 71-78; RAMOS RUBIO, J. A: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. de Trujillo (Monasterios de
San Francisco el Real y San Pedro). Cáceres, 1992; MURO CASTILLO, M y RAMOS
RUBIO, J. A: Estudio sobre los conventos
de la Orden Jerónima en Trujillo. Ed. Institución Cultural "El
Brocense". Excma. Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1989; BARRADO
BARQUILLA, J; MENDEZ HERNAN, V y RAMOS RUBIO, J. A: El
Monasterio de San Miguel y Santa Isabel de Trujillo. Patrocina don
José María Pérez de Herrasti. Jaraíz de la Vera, 2009; RAMOS RUBIO, J. A: “Los orígenes de la
descalcez franciscana en Trujillo”. Talarrubias,
revista de la comarca Siberia-Los Montes; núm. 18, agosto, 2006, pp.
179-191.
[22] RAMOS RUBIO,
J. A: La Plaza Mayor de Trujillo. Excmo. Ayuntamiento de Trujillo. Imprenta Moreno (Montijo), 2003;
RAMOS RUBIO, J. A: “Fiestas patronales ancestrales”. Comarca de Trujillo, extraordinario de fiestas, núm. 248,
agosto-septiembre, 2005, p. 14.
[23] RAMOS RUBIO, J. A: “Los Reyes Católicos en Trujillo de Extremadura”, Revista Torre de los
Lujanes, Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, núm. 55,
Madrid, febrero de 2005, pp. 139-149.
[24] La peste negra, originada por las ratas y otros roedores, y transmitida por las pulgas, fue una de las más terroríficas por el número de muertos que produjo entre el 1347 y el 1351.
[25] GARCIA REAL, E: Historia de la Medicina en España.
Ed. Reus, Madrid, 1921, pp. 53, 244-54.
[26] Es el régimen de propiedad de bienes inmuebles, generalmente tierras, en el cual el propietario tiene el dominio completo sobre ellas.
[27]RADIEL MUGUGARREN, P:. “La crisis medieval”. Historia de España ed. Planeta, dirigida por Antonio Domínguez Ortiz De la crisis medieval al Renacimiento (siglos XIV-XV) (Volumen 4), 1988 , pp. 48-54.
[28] La ermita de Santa Ana fue construida y dotada por
voluntad y a expensas del obispo de Plasencia, fray Francisco Lasso de
[29] No obstante, no podemos echar todas las culpas de las
desgracias artísticas ocurridas en Trujillo a la invasión francesa. A finales
del siglo XVIII, se enajenan los predios colindantes a la ermita de los
Mártires y que eran de su propiedad. Don Manuel Pérez de los Ríos, corregidor y
subdelegado de rentas de Trujillo especificó: “Con arreglo al E. D. 19 septiembre 1798, otorgó a nombre de
[30] TENA FERNANDEZ, J: Trujillo,
histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, p. 554. Existen más datos
sobre la ermita, como
[31] Sobre las procesiones realizadas en honor a estos santos
existen muchos acuerdos que se encuentran en los Libros Capitulares del Archivo
Municipal de Trujillo. Y, también encontramos varias referencias en algunos
Protocolos, como escrituras de censos en las que se habla repetidas veces de la
citada ermita.
[32] Dorar una pieza del altar lateral de las Mercedes y
las pifias de Santa Ana y el Niño,
sesenta reales", L 25 v. Agosto de 1799; "Limosna para la novena de
Ntra. Sra. de las Mercedes, veinte
reales", f. 30. Septiembre de 1799. Op. cit. 23,. Siete misas rezadas a los Santos
auxiliares, San Fabián y San Sebastián, cerca el altar de Santa Ana, veintiocho
reales", f. 9. Enero, 1799. Op. cit
"Un fuol de christal para Ntra.
Sra. a la puerta del coro baxo, noventa y nueve reales", 9. Enero
de 1789. Por medio del Libro de Cuentas
del Convento de
[33] En
[34] Libramiento, 6 diciembre de 1582: “ en este día se mandaron librar a Juanes de
[35] “El 6 mayo de 1583
mandaron librar a Muriel Solano, pintor, 14 ducados porque pintó y duró la
imagen de San Gregorio para la capilla del Ayuntamiento”. Libramiento.
Archivo Municipal de Trujillo.
[36] Leg. 1-3-1- Archivo Municipal de Trujillo.
[37] La ermita se construye el año 1572, que es la primera
referencia que encontramos en las actas del Concejo. El 18 abril de 1572, el
Concejo mandó librar veinticuatro ducados para la obra de la ermita de San
Juan, y el 27 junio de 1575, el propio Concejo entregaba diez mil maravedíes para
tejar la iglesia, finalizando las obras el 27 junio de 1578. Cit. TENA
FERNANDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, p. 552.
[38] Libro Capitular del Concejo, 1709. Archivo Municipal de
Trujillo.
[39] Protocolo del escribano Juan de Santiago Madrigal. Archivo
de Protocolos de Trujillo, 1598.
[40] incluso en el año 1868, todavía existían restos de los
muros de esta ermita, pues el 28 diciembre del año 1868 en una sesión municipal
se da cuenta de una solicitud de Lucas Acedo, en representación de
[41]
Vid. Nuestros estudios RAMOS RUBIO, J. A: “La
iglesia parroquial de Santo Domingo de Trujillo. Arte e Historia”. Comarca
de Trujillo, núm. 160,
noviembre de 1996, pp. 21 y 22.
[42] Regina Caeli (o Regina Coeli) es el nombre de una oración mariana y cristológica de la Iglesia Católica en honor de la Virgen. Son las palabras latinas con que abre el himno pascual de la Santísima Virgen María que traducidas al español son “Reina del cielo”, es una composición litúrgica a manera de felicitación a María por la resurrección de su Hijo Jesús. Debe ser cantada o rezada en coro y de pie.
[43]En el Archivo Municipal de Trujillo existen varios
documentos que hacen referencia a las fiestas de Agosto en honor a la Virgen de
la Asunción, de los siglos XV, XVI y XVII. Legs. 1-6-10; 1-6-4; 1-1-3; 1-1-13;
1-1-14; 1-1-15; 3-2-5. RAMOS RUBIO, J. A:
“Imaginería Medieval mariana en la Tierra de
Trujillo”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época
prerromana a la Baja Edad Media”, Real Academia de Extremadura de las
Letras y las Artes. Trujillo, 2005, pp. 137-169.
[44] Leg. 5-3-5-11. Archivo Municipal de Trujillo. Cit.
RAMOS RUBIO, J. A: "La Villa de Trujillo en la Edad Media". Revista técnico-legislativa de la Policía
Municipal, V época, núm. 490. Madrid, enero-febrero de 1995, pp. 68-69;
RAMOS RUBIO, J. A: “La Victoria, tradición ancestral”. Adicomt, año 2, núm. 13, septiembre, 2001, p. 9.
[45] PALACIOS MARTIN, B: El largo proceso histórico de Extremadura, en EXTREMADURA Y AMERICA. Madrid, 1990, p. 42. La entidad regional de Extremadura tiene su origen en la Edad Media, siendo la reconquista la que pone las bases de la Extremadura actual.
[46] LLABRES, G: “Que dio la Ciudad de Trujillo don Alfonso X en 1256”. Revista de Extremadura, Badajoz, 1901, pp. 489-496; LUMBRERAS VALIENTE, P: Los fueros municipales de Cáceres. Su derecho privado. Cáceres, 1990.
[47] Según la relación de los Anales Toledanos I, Crónica Latina de Castilla 4, en FERNANDEZ, Fr. A: Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia, 1º ed. Madrid, 1627; 2ª ed. Cáceres, 1952, p. 62.
[48] Según la relación de los Anales Toledanos, op. cit.; FERNANDEZ, A, op. cit., p. 62.
[49] Documento publicado por BENAVIDES, J: “Trujillo”. Revista de Extremadura, 1900, pp. 497-499.
[50] RAMOS RUBIO, J. A: Historia del Culto a Ntra. Sra. de la Victoria y su Coronación
Canónica. Ed. Hermandad de la Santísima. Virgen de la Victoria de Trujillo.
Cáceres, 1994; RAMOS RUBIO, J. A: “Cuadro exvoto hallado en Trujillo”. Comarca
de Trujillo, núm. 65, junio de 1988.
[51] Ya existía la capilla y la escultura de la Virgen de la Victoria desde 1531. Aunque continuó celebrándose el culto a Nuestra Señora de Agosto, el Concejo acordó en el año 1531 construir una capilla en el castillo para venerar en ella a otra imagen que ejecutara el cantero Diego Durán, de vara y dos tercios, bien dorada y lucida, adornos que estuvieron a cargo de Antón Torino y Juan Notario. Legs. 1-1-21, 1-1-11, 1-2-4, Archivo Municipal de Trujillo.
[52] Cinco decenios más tarde, en 1583, la escultura fue retocada por el escultor Juanes de la Fuente, activo en la ciudad por aquellos tiempos; al año siguiente sería policromada y dorada por el pintor Juan Sánchez. Leg. 1-6-4, Archivo Municipal de Trujillo.
[54] RAMOS RUBIO, J. A: Inventario
de Pintura Medieval en la Diócesis de Plasencia. Institución Cultural “El
Brocense”, Diputación Provincial de Cáceres, Salamanca, 2009; RAMOS RUBIO, J.
A: El retablo de la iglesia parroquial
de Santa María “La Mayor” de Trujillo. Montijo, 2007; MENDEZ HERNAN, V y
RAMOS RUBIO, J. A: El Patrimonio
Eclesiástico de Trujillo. Fundación “Palacio de Alarcón”. Jaraíz de la Vera, 2007.
[55]RAMOS RUBIO, J. A.: "Cuadro exvoto hallado en
Trujillo". Rev. Comarca de Trujillo. Núm. 65. Cáceres, 1988, p. 9.
"Nuevas aportaciones acerca de la escultura de la iglesia parroquial de
Santa María de Trujillo". Actas del Congreso VIII Centenario de la
Fundación de la Diócesis de Plasencia. Plasencia, 1990, pp. 551-561.
[56] RAMOS RUBIO, J. A: Escultura Medieval y Tardomedieval en la Diócesis de Plasencia. Fundación “Palacio de Alarcón”. Imprenta
Moreno, Montijo, 2004; RAMOS RUBIO, J. A: “La imaginería medieval en
Trujillo”. Actas del Congreso Trujillo
Medieval, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo,
2002, pp. 77-95.
[57] Legs. 1-1-21, 1-1-11, 1-2-4, Archivo Municipal de Trujillo.
[58]A la Patrona de Trujillo no se la llamó Stª Mª de la
Victoria hasta el año 1531. Todos los documentos anteriores a esta fecha la
denominan Asunción de Ntra. Sra., que era el día en que se celebraba la fiesta
de la ciudad. TENA FERNANDEZ, J.: Historia de Santa María de la Victoria. Serradilla,
1930, p. 138.
A partir de
1531, una vez construida la ermita del castillo y ejecutada la imagen en piedra
de la Virgen, los documentos nos hablan del voto hecho por la ciudad de
celebrar solemne fiesta el día 15 de agosto de cada año en honor de Santa María
de la Victoria. Los cultos se celebrarían en Santa María la Mayor, y después se
efectuaría una procesión al castillo. De lo que deducimos que la Virgen de la
Asunción, colocada en el retablo de Santa María, fue la Patrona de Trujillo
hasta que en 1531 Diego Durán realizó la imagen en piedra de Ntra. Sra. de la
Victoria. Se siguió celebrando la fiesta el 15 de agosto en la iglesia de Santa
María, pero a la imagen que se la hacían los votos y veneraba era la del castillo.
Legs.
1-1-21, 1-1-11, 1-2-4, Archivo Municipal de Trujillo.
[61]Construida por el
maestre Gil de Cuéllar, autor de
[62]La imagen tiene vaciada su
espalda, característico de las imágenes fernandinas que acompañaban a los
ejércitos. Es probable que esta imagen llegara a Trujillo con las tropas
cristianas traídas por los templarios, en la reconquista definitiva del 25 de
enero de 1232. Estableciéndose su culto enseguida. Según los Anales
Toledanos, Trujillo fue reconquistado por el Maestre de Alcántara, ayudado
por el obispo de Plasencia y algunos caballeros del Temple y Santiago. RAMOS
RUBIO, J. A: “La imaginería medieval en
Trujillo”. Actas del Congreso Trujillo
Medieval, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo,
2002, pp. 77-95; RAMOS RUBIO, J. A: “Imaginería románica en Trujillo. La Virgen
de la Coronada”. XXIX Ruta Cicloturística
del Románico Internacional. Fundación Cultural Rutas del Románico, 4 de
febrero al 10 de junio de 2011, pp. 181-192.
[63]Synodo Docesana del Obispado de Plasencia, celebrada por
el Ilvstrissimo y Reverendissimo Señor Don
Fr. Joseph Ximenez Samaniego, Obispo de Plasencia. En
[64]La agresión francesa en Trujillo y sus alrededores
(ermitas y arrabales) fue muy violenta. Es muy explícita la nota del sacerdote
trujillano don Tomás Martín de Prado en el Libro de Bautismos del año 1809:
"Debe hallarse con reparación las partidas que pueden suponerse desde
primeros de agosto de 1806 hasta veinte y tres de julio de 1809 por haberse
perdido las partidas comprendidas en este tiempo a causa de la invasión
francesa y el total abandono de la ciudad acaecida en 19 de marzo de 1809".
Libro de Bautismos, 1809-1833. Arch. Parroq. Santa María. Trujillo.
[65]NARANJO ALONSO, op. cit., pp. 110 y 111. TENA FERNANDEZ,
J.: Trujillo histórico y monumental. Alicante, 1967, p. 423. Aquí estuvo
depositada
[66]"Capellanía que fundó Diego de Orellana en la
hermita de nra. sra. de
[67]Lo más característico de esta ermita es su portada, que
se abre en arco de medio punto y está decorada con siete cabezas humanas y de
animales, muy a tono con los bestiarios medievales. En el salmer
derecho, se leía una inscripción que fechaba la ermita: "MASTRE GIL/ dE
CullaR M/E FECIT ERA DE MIL E CC/C ANNOS/DOZE". La fecha de la era
hispánica (1312) equivale al año 1274 de la era cristiana. Hablamos en pasado,
pues en la actualidad esta portada forma parte de una chimenea de la finca
cercana de don Miguel Tovar.
[68]GARCIA MOGOLLON, F.J.: Imágenes de
[69]Se observan similitudes en este desplazamiento lateral de
Niño con
[70]El escote de la túnica lleva una abertura con la
guarnición llamada "orfrés", similar al que ostenta
[71]Estas flores están presentes en muchas de las orlas que
circundan las viñetas de las Cantigas de Alfonso X. Vid. GUERRERO LOVILLO,
J.: Las Cantigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Madrid, 1949.
[72]El Ilmo Sr. don José Avila, obispo de Plasencia, concedió
"cuarenta días de indulgencia a todos los fieles por cada vez que rezasen
un Padrenuestro o un Credo ante la imagen de Jesucristo Crucificado denominado
de las Aguas y otros cuarenta a los que lo verifiquen rezando un Ave María o
una Salve ante la imagen de Ntra. Sra. de
[73]Libro de Cuentas, fols. 4 vº (año 1849), 17 (1855), 18 vº
(1855) y 30 (1862). Arch. Parroq. Santiago. Los altares más importantes del
templo de Santiago eran el mayor dedicado al Santo Patrono, el altar del Cristo
de las Aguas y el de Ntra. Sra. de
[74] RAMOS RUBIO, J. A:
“Aproximación histórico-artística de la imagen de
[75] Ermita que se destruyó y, actualmente, se ha construido una nueva ermita una vez que ha resurgido el culto a la Virgen de la Piedad.
[76] La
ermita se construye el año 1572, que es la primera referencia que encontramos
en las actas del Concejo. El 18 abril de 1572, el Concejo mandó librar
veinticuatro ducados para la obra de la ermita de San Juan, y el 27 junio de
1575, el propio Concejo entregaba diez mil maravedíes para tejar la iglesia,
finalizando las obras el 27 junio de 1578. Cit. TENA FERNANDEZ, J: Trujillo,
histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, p. 552.
[77] Existen referencias a la ermita de
[78]Libro de Acuerdos y Concordias de
[79] La auténtica imagen de la Virgen de la Piedad se trasladó a
la iglesia de San Francisco. En la actual ermita, construida por los fieles
devotos y vecinos del Campillo, preside una imagen moderna que es a la que
actualmente rinden culto y veneración los fieles devotos en la última semana
del mes de julio y primera de agosto.
[80]Libro de Acuerdos y Concordias de
[81] Vid. Cillán Cillán (1997): “Obra Pía o Cofradía del Santísimo Sacramento”, en La religiosidad de una villa extremeña durante el Antiguo Régimen. Cap. VI. Puerto de Santa Cruz. Cáceres.
[82] De gran utilidad es el orden y la colocación a seguir
en la procesión para los pendones, de donde se deduce que la mayor parte de los
gremios de la Ciudad estaban presentes en tal solemnidad, se citan en varios
documentos existentes en el Archivo Municipal, correspondientes a Ordenanzas,
los pendones de los Sastres, Carpinteros, Curtidores, Pellejeros y Corredores
de bestias, Cordoneros Alpargateros, Herreros, Hortelanos, Tintoreros,
Tenderos, Olleros, Zurradores, y Roperos. Cerrando este variado cortejo de
Beneficiados, Curas, Parroquias, personalidades, Cofradías y Gremios, se
colocaban las Andas con el Santísimo, y junto a ellas los "órganos"
portátiles, precediendo a éstos los cantores y trompetas. RAMOS RUBIO, J. A: “Anotaciones históricas acerca de la fiesta
del Corpus en Trujillo y sus representaciones dramáticas en el Barroco”. Actas
del Congreso Trujillo: Desde el Barroco al Neoclasicismo (Siglos XVII Y XVIII),
Trujillo, 2003, pp. 197-207.
[83] RAMOS RUBIO, J. A: “Anotaciones históricas acerca de la fiesta del Corpus en Trujillo y sus
representaciones dramáticas en el Barroco”. Actas del Congreso Trujillo:
desde el Barroco al Neoclasicismo, Trujillo, 2003, pp. 197-207.
[84] La importancia de estas danzas de bailes ha quedado reflejada en el folklore extremeño que conserva una serie de ellas que podrían ser las Danzas de Negros en Montehermoso y Danza de Gitanos o de las Italianas, en Garganta la Olla.
[85] Tres censos que gravan a una tenería y tahona de Trujillo. El primero
a favor de Alonso Galán y el segundo a los herederos de Juan Escobar y el
tercero a
[86] FLOREZ, E:
[87] Tomo III, pág. 460.
[88] TENA FERNANDEZ, J, op. cit., p. 305.
[89] “Idus Decembris. In Spanis Civitate Emérita natalis Eulaliae, et in
alio loco Ermogenis, Donatis et aliorum XXII”. TENA
FERNANDEZ, J, op. Cit, p. 316. Lo mismo testifica el Martiriologio Blumnao que expresa: “Hermógenis, Donati et aliorum XII”. Y, también el Richenoviense: “Et in alio loco Ermoginis, Donati, etc…”.
[90] Según consta en los Anales
Toledanos I-II, datan entre 1219-1250. Nos interesan los Anales II, que
llegan hasta 1250 y parecen estar redactados por un mudéjar. Los Anales
Toledanos I y II fueron publicados por primera vez por Francisco de Berganza en
Antigüedades
de España en 1721; en 1767 el historiador y teólogo Enrique Flórez
reunió los tres Anales en el tomo XXIII de
[91] Leg. 1-4-2. Archivo Municipal de Trujillo.
[92] “Que los caballeros del mes fagan prevenir la feista del Señor San Pablo para que se celebre en su iglesia que se ha reedificado desde este año en adelante y echen el sermón a quien le a de predicar”. Leg. 1-6-10. Archivo Municipal de Trujillo.
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