NUEVAS
APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA MURALLA TRUJILLANA
Los historiadores que nos han precedido, al igual
que nosotros mismos en nuestros escritos, siempre hemos considerado que la
muralla de Trujillo tenía siete puertas: la de Coria, la de Herradura (ya no
existe), la de las Palomitas, la del Triunfo, Vera Cruz, San Andrés y Santiago.
Una gran parte del trazado que se conserva de la
muralla no es legado islámico, sino herencia cristiana de los siglos XIII-XV,
de hecho, las puertas de San Andrés y Santiago son más recientes en el tiempo.
La de las Palomitas se reconstruyó completamente durante las obras del proyecto
de Dinamización Turística.
Los restos más antiguos existentes en la muralla
corresponden a la presencia de sillares almohadillalos correspondientes a una
primera fase romana de época del emperador Augusto, fechable en el siglo I de
nuestra Era, que pudo ser reformada en época bajo imperial. La llegada de los
árabes a la Península en el siglo VIII y su intento de controlar el territorio
supone una readaptación de los muros defensivos de la ciudad y la reutilización
de los bloques romanos. Si los primeros paños de la muralla musulmana podemos
situarlos cronológicamente entre los fines del califato de Córdoba e inicios de
los Reinos de Taifa, el resto de sus lienzos pueden ser datados entre fines del
periodo Taifa e inicios del dominio almorávide, es decir, en torno a la segunda
mitad del siglo XI.
La muralla de la Villa abarca una amplia área
amesetada que, con una ligera tendencia a la forma rectangular, se dispone de
forma irregular para adaptarse a las diferentes cotas de nivel. Está jalonada
por once torres colocadas a tramos irregulares a lo largo de todo el perímetro.
Su altura es superior a la de los lienzos de los que parten y las plantas más
frecuentes son la cuadrada y la rectangular, aunque también las hay
semicirculares. De entre estas torres podemos destacar la albarrana, que se une
al muro mediante una coracha alargada en el sector oeste. Los paños de la zona
norte sorprenden por la ausencia de torres y en este espacio se adosó un
edificio –convertido en el siglo XV en convento franciscano– que por su solidez
refuerza la Puerta de Coria y que al construirse el cenobio, con toda
seguridad, desaparecieron las dos torres que flanqueaban la puerta.
Su estructura arquitectónica y sistema constructivo
confirman diferencias obvias con las realizaciones musulmanas de la Alcazaba y
del Albacar. El material constructivo sigue siendo el mismo, el granito, no
obstante su tratamiento difiere del de fases anteriores. La fábrica es de
mampostería, aunque en zonas bajas de los paramentos y en las esquinas de las
torres se emplean sillares. En ocasiones se observa la presencia del ladrillo y
pizarra como niveladores de las sucesivas hiladas pétreas. Muros y torres se
coronan con un remate cuadrado piramidalmente.
Como ya hemos indicado, el recinto contaba con siete
puertas, pero recientemente hemos descubierto dos puertas más, es decir, en el
interior del palacio de Chaves Mendoza u Hospital de la Concepción, una gran
portada que se abre en arco peraltado y ligeramente apuntado en su intradós, y
que permite el acceso a un pasadizo con cubierta abovedada de ladrillo y
paramento de sillería, a tan solo 27 metros de la actual puerta de San Andrés. Si en la muralla reconocemos la huella de las
obras realizadas tras la definitiva conquista castellana (año 1233), serán las
puertas de ingreso al recinto las que marquen claramente la periodización del
mismo. De este modo, todas las conservadas, responden a unas tipologías propias
de las tres últimas centurias del Medievo. En cualquier caso el recinto de la
muralla ha sufrido modificaciones sustanciales a lo largo de la historia. Lo
que estaría claro es que la portada que defendía el lienzo ubicado en la zona
meridional, en la plazuela de los Descalzos y cuesta de San Andrés, sería la
portada musulmana que se encuentra en el interior del palacio Chaves-Mendoza,
con la construcción de este edificio palaciego, la puerta quedó dentro del
palacio y se construyó la actual puerta de San Andrés a finales del siglo XV. Entre
finales del XV y a lo largo del siglo XVI se sumarán nuevos elementos.
La muralla de Trujillo constituye uno de los
conjuntos defensivos medievales mejor conservados de la región. Surgiendo del
castillo, el perímetro de la muralla, jalonado por torres, describe un dibujo
poligonal irregular con tendencia a la rectangularidad. Data originalmente de
las mismas fechas que el castillo, aunque fue en tiempos posteriores a la
reconquista cuando adquiere su aspecto y fisonomía definitiva. Por tanto, los
restos que aún se conservan de la muralla en los jardines del Palacio
Chaves-Mendoza, así como el conjunto torreado de aparejo de mampostería con
sillería en las esquinas como refuerzo corresponden a los inicios del siglo X.
El alcázar o casa-fuerte como el de los
Chaves-Mendoza, que nos ocupa, construcción nobiliaria que, situada junto a la
muralla y en las proximidades de sus puertas para la defensa de estas, aunaba
lo defensivo y lo residencial para conformar grandes conjuntos arquitectónicos
presididos exteriormente por el perfil de sus torres. Ejemplo singular de esta
topología constructiva en Trujillo es la casa fuerte de los
Chaves-Mendoza que construyeron su edificio aprovechando varias edificaciones
existentes en su actual palacio, tales como un alcázar árabe cuyos restos aún
subsisten. Fue suntuosa esta mansión de los Chaves-Mendoza unida a la muralla
que defendía la puerta de San Andrés desde la parte interior de la Villa y por
la exterior a la casa de los Torres Altamiranos, a la izquierda, saliendo del
recinto amurallado por la Puerta del Triunfo.
Otra puerta desconocida hasta el presente estudio se
encuentra ubicada en la zona oeste de la muralla, dentro del edificio de la
familia Salas, a la que podemos acceder o desde el Espolón o desde el Matadero
viejo. En el interior de esta vivienda se observa una gran portada peraltada
sobre sillares romanos colocados a soga y tizón, que denota su antigüedad,
desde el arranque de las impostas, la rosca del arco es de ladrillo. Esta
portada estaba flanqueada por dos torres, encontrándose aún numerosos restos de
la misma.
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