Un
símbolo fálico en el rollo medieval de Trujillo
El rollo o picota fue levantado en 1497 y su primitivo
emplazamiento fue la Plaza Mayor, donde además de testimoniar la calidad
realenga de la ciudad, servía para la ejecución de la justicia y para otros
servicios del mercado, pues en él se colocaban las medidas oficiales del trigo,
la cebada, la cal, la sal... etc.
Desconocemos en cambio el nombre del artista que lo diseñó. No
obstante, su autor habrá que buscarlo entre los maestros canteros activos
durante finales del siglo XV en Trujillo: Alonso Veren, Hernando Davales, Diego
de Nodera, Juan Méndez, Alonso Blasco... y particularmente Reduan de
Piedrahita, alarife moro, a quien por aquellos años el concejo trujillano
confió obras de cierta calidad, como la capilla del Caño o el puente sobre el
Tamuja.
El rollo fue trasladado el 29 de julio de 1548 al paseo de la Encarnación o del Mercadillo, hasta que el
concejo recibió las protestas del prior de la Encarnación, fray Felipe de
Meneses y sería trasladado el 7 de enero de 1566 a la plaza del Campillo, donde
se encuentra en la actualidad. El maestro cantero Antonio de Solís fue el
encargado de realizar la obra, recibiendo 56 ducados. Sería reparado en 1864
por Juan Lozano, maestro alarife de la ciudad.
El rollo se levanta sobre un graderío circular tallado en sillares
graníticos. Un podio cuadrangular sirve de base a una construcción de lados
cóncavos con columnas adosadas en sus esquinas, enlazando en la zona superior
mediante molduras conopiales. El rollo es un ejemplar gótico. Precisamente en
el podio cuadrangular es donde se encuentra el símbolo fálico.
A media altura de cada columna hay una ménsula y en uno de los
fustes el águila de San Juan con el escudo de los monarcas católicos. Corona el
pilar un pináculo piramidal con la cruz de Santiago.
Símbolos fálicos hemos encontrado labrados en sillares romanos en
Mérida (en el puente romano, en el acueducto de Los Milagros y en la zona
arqueológica de La Morería) y en otros lugares de la geografía española. En
Roma eran símbolos de fertilidad, de prosperidad y de protección, de larga
tradición en el mundo agrario. El símbolo fálico en un sillar trujillano es una
piedra de acarreo de alguna de las construcciones romanas que durante la Edad
Media sirvieron de "cantera" para la construcción de otras obras
civiles, lamentablemente tan solo nos han llegado escasos restos de la
presencia romana en Turgalium: epígrafes romanos, parte de la muralla, el arco
de la Coria y las dos torres cuadrangulares del arco de Santiago.
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