La Alberca de Trujillo
La existencia de agua en la zona de la colación de San Andrés y su
utilización tiene lugar ya en época romana, su uso para baños y riego, cerrando
con muros –donde se aprecia el sillar bien escuadrado a soga y tizón y alguna
inscripción romana en su fondo como piedra de acarreo- y canalizando el agua
excedente hacia el exterior. Hasta el siglo XIX el agua de La Alberca llegaba
extramuros al Campo San Juan sirviendo a los abrevaderos del ganado trashumante
y local en aquella encrucijada de Cañadas Reales que sigue siendo Trujillo. En
la primera mitad del siglo XX seguía vertiendo agua hacia la huerta del
Hospital de la Concepción.
La Alberca nunca se seca, mana agua por las múltiples filtraciones que
tiene la piedra, y tiene doce metros de profundidad. Se han realizado estudios
químicos de sus aguas y se ha comprobado que sirven para curar infecciones
oculares (conjuntivitis), además después del baño la piel queda muy suave
siendo una magnifica terapia que aporta su energía magnífica al equilibrio
corporal y por ello es de primordial importancia cuidar su limpieza con máxima
rigidez. De ahí, que probablemente fuera utilizada como termas por los romanos.
La pieza de cantería que hay tapando su entrada es un sarcófago
antropomórfico visigodo del siglo VII d. C., resto de la vieja necrópolis que
rodeaba a la iglesia de La Vera Cruz, quedando constancia en su torre espadaña
construida con aparejo romano. Al otro lado de La Alberca, tras la torre
circular, están los restos de una construcción mozárabe, edificio fortificado
que fue el convento-cuartel de los primeros caballeros de Trujillo "Ordo
Militum Turijulia", que se unirían al Pereiro, origen de la Orden de
Alcántara (entre 1185 que toma Alfonso VIII la ciudad y 1196 cuando perdió la
batalla de Alarcos recuperándola el
caudillo almohade Ben Yucef, hasta la reconquista definitiva de la ciudad el 25
de enero del año 1233.
No hay comentarios:
Publicar un comentario