LA IGLESIA PARROQUIAL DE NTRA. SRA. DEL BUEN
VARÓN DE HOYOS
El centro neurálgico de Hoyos se dispone
en el entorno de la iglesia parroquial, articulando un plano radioconcéntrico,
que abre a tres plazas: La Constitución, Mayor y Gabriel y Galán. Son plazuelas
medievales, de trazado irregular, dispuestas asimétricamente en los cruces de
las calles más importantes.
La iglesia parroquial de Nuestra Señora del
Buen Varón es una construcción que tiene sus inicios en el siglo XIII, época en
la que se construyó una pequeña iglesia. A finales del siglo XV se amplió la
capilla mayor, tal y como denotan los pometados de la imposta del ábside. Según
fue aumentando la población de la Villa se fue ampliando la iglesia, siendo la
nave más ancha que la capilla mayor, en las obras intervino el maestro Pedro de
Ybarra, entre los años 1545 y 1560, al igual que lo hiciera en las parroquias
de Acebo y Gata, fecha en la que se levantaría el tramo de los pies. En fechas
más tardías, en el siglo XVII, se levantaría el coro, la sacristía y el remate
de la torre y su chapitel revestido de azulejos tala veranos, interviniendo los
trabajos Juan Bravo, Diego de Barreda, Diego González y Juan de Alviz[1],
continuando superando con los proyectos de Ybarra, a juzgar por la similitud
que presentan con otras obras conocidas y documentadas del maestro salmantino,
personalidad destacada de la arquitectura española del siglo XVI,
particularmente en Extremadura, donde centró su actividad como maestro mayor
del obispado de Coria y de la Orden Militar de Alcántara, cargos que ostentó
durante casi veinticinco años. Entre los años 1759-1781 se
ejecuta el presbiterio y se pavimenta la iglesia. Algunas obras menores
continuarán realizándose en el templo.
Entre los años 2002-2007, se acometen una
serie de intervenciones de rehabilitación en la iglesia, de entre ellas
destacamos las ejecutadas en la cubierta del ábside y de la nave. Tales obras
consistieron en la sustitución de la estructura de madera de los citados
espacios, por otra cubierta mixta compuesta por elementos metálicos lignarios.
La fábrica eclesial está construida con
piedra de sillar, de gruesos muros, manteniendo en algunos paramentos las
hiladas a soga y tizón. Tres contrafuertes sostienen
los empujes, uno en cada costado y otro en la esquina suroeste y que son
iguales a los de la cabecera, salvo en la ausencia de pometeados.
Tiene tres portadas abiertas a cada una de
sus plazas dando acceso al templo. La puerta principal es obra tardorrománica.
En cuyo lateral encontramos tres aras romanas, una de ellas presentando
inscripción, y otras dos piedras que llevan
grabadas cruces, situadas una a cada lado del vano de acceso. Destaca el arco de medio punto que se abre
con arquivoltas y con dos columnas a cada lado de fustes cilíndricos y
capiteles con ornamentación vegetal y geométrica, e imágenes que aluden a la
Virgen María. en el muro, por encima de la arcada, destacan encanecidos y
figuras románicas. También destacamos la decoración de bolas o bezantes en la
archivolta exterior y en las jambas, y flores de seis y ocho pétalos en la
archivolta del interior. Encuadrando el arco en la línea de imposta hay dos
figuras, la que destacó José Ramón Mélida como una sirena[2]. Según el
profesor García Mogollón, en el capitel de la izquierda se observa una
serpiente que es alegoría del mal, enroscada entre hojas y una arpía que
simboliza las pasiones viciosas[3]. Además,
observamos en un lateral de la puerta de entrada la figura de la Virgen María
portando un cetro y, al otro lado de la puerta, la figura de un ángel, lo que
nos lleva a pensar en la posibilidad de que se trate de una representación muy
ruda y lignaria de la Anunciación.
El hecho de encontrarnos con una portada con claros elementos
estilísticos y estructurales medievales y una imagen románica, la del Buen
Varón, nos anima a pensar que el primitivo templo tuviese sus orígenes en el
siglo XIII, tras la reconquista cristiana a los musulmanes. Teniendo en cuenta
que la dominación musulmana perduró en Extremadura hasta bien entrado el siglo
XIII y no se extinguió hasta el año 1492 con la conquista de Granada, está
claro que los pocos ejemplares románicos que tenemos sean de transición, y
estén saturados de elementos mudéjares. Con un relativo retraso respecto a los
focos principales creadores del arte, los edificios religiosos de la Diócesis
placentina se nos ofrecen con modalidades tardorrománicas y protogóticas.
Según Bullón de Mendoza: "Tras
la reconquista cristiana del siglo XIII, las manifestaciones marianas muestran
como tipificados, unos esquemas devocionales e históricos, que proyectan a su
vez manifiestas analogías para la comprensión del fenómeno religioso. Ejemplo
de ellos son las relaciones existentes entre las imágenes de María y las
Ordenes Militares, la principal fuerza cristiana; o el ocultamiento de las
mismas por el peligro musulmán, para aparecerse milagrosamente a los cristianos"[4].
Por el proceso repoblador y reconquistador, y el desarrollo
propagandístico de la fe católica, el siglo XIII fue propicio para la creación
intelectual y artística. Será en este siglo cuando Extremadura[5]se incorpore
definitivamente a la España cristiana, el estilo románico ha dado ya sus
mejores frutos en el resto de España, por lo cual las manifestaciones
escultóricas de este arte en Extremadura serán escasas y mediocres, en la
mayoría de los casos se observan influencias o importaciones de lo leonés o
castellanos, así como, probablemente del portugués; siendo todo el arte hispano
medieval deudor del francés, italiano, etc.
Estilísticamente, en el arte extremeño nos encontraremos con un gótico
final que se prolonga hasta 1525 y que manifiesta el arraigo que las soluciones
artísticas góticas tuvieron en regiones como la extremeña, en la que pervivirá
con lo renaciente hasta las fechas finales del siglo[6].
La Alta Extremadura tuvo una gran importancia cultural, acrecentada por
su proximidad a Salamanca, importante centro comercial lanero en el siglo XV.
Esta influencia se deja sentir en una serie de núcleos de irradiación cultural
que contrastan con el debilitamiento que por las mismas fechas conoce la parte
meridional de la región extremeña. La cronología de los acontecimientos
político-militares y la tardía consolidación de la reconquista en Extremadura,
nos permiten comprender las razones por las que no existe un verdadero arte
románico extremeño, aunque algunas obras del siglo XIII contengan detalles
arcaizantes del mencionado estilo. Los siglos XIV y XV representan para el arte
extremeño, un importante momento de desarrollo. Pero, la situación marginal del
territorio extremeño y su lejanía con respecto a los focos de creación
artística van a propiciar tanto la austeridad del arte como su escasa
inclinación a la introducción de novedades artísticas, hasta el punto que,
podemos apreciar cómo las soluciones constructivas góticas se mantendrán hasta
bien avanzado el siglo XVI.
Desde el punto de vista eclesiástico, la reconquista cristiana permite
la restauración de las sedes episcopales de Coria (1142) y Badajoz (1230), y la
creación de la de Plasencia (1188, confirmándose al año siguiente). Los
territorios asignados a cada uno de los tres obispados apenas tienen
transformaciones a lo largo de la Edad Media[7]. Se intenta la
restauración de la sede emeritense y el arzobispo don Bernardo de Compostela
llega a elegir como obispo al Maestro Alfonso, en el año 1234, pero se niega a
consagrarlo y consigue que se anule la elección por sentencia del Cardenal Otón
que confirma Gregorio IX, en 1236. El Papa se reserva la futura provisión que
nunca llega a intentarse. Con el fin de evitar una nueva restauración de la
sede, se va a ceder Mérida a los caballeros de la Orden de Santiago, que
establecieron en ella la cabeza de la Provincia de León de dicha Orden[8].
Volviendo al templo parroquial de Hoyos, las
otras dos portadas mantienen los elementos característicos del estilo gótico y
corresponden a los años finales del siglo XV y primer cuarto del siglo XVI. La
portada del norte es más sencilla, se abre en arco apuntado con baquetones
góticos y se encuadra con un alfiz quebrado.
Ofrece mayor riqueza la meridional, con arco
apuntado, presentando arquivoltas trasdosadas en conopio y alfiz quebrado en
medio punto peraltado. Entre el conopio y el alfiz hay tres peanas que debieron
servir para soportar imágenes. La fachada se remata engárgolas con formas
tubulares y de animales, así como ocho curiosos pináculos adornados con bolas
situados en la zona alta, que decoran y bordean la iglesia.
La iglesia tiene dos construcciones adosadas,
la sacristía al sur de la cabecera y la torre al norte de los pies. A la torre
se accede desde el coro, mediante unas escaleras de caracol, culmina en un puntiagudo chapitel piramidal que, en su
momento, estuvo revestido de azulejos talaveranos del siglo XVII. Desde el campanario –cuatro vanos de medio
punto en cada lado- se divisa una excelente panorámica de la Villa. En uno de
los frentes del campanario subsisten restos del escudo con las armas del Duque
de Alba y señor de la Villa de Hoyos[9]. Próxima
a la cornisa de la fachada norte hay un interesante reloj solar o cuadrante
solar, instrumento usado desde tiempos muy
remotos con el fin de medir el paso de las horas, minutos y segundos
(tiempo). El reloj tiene forma circular y está dividido
por radios con el centro en un punto en común de las líneas.
El interior del templo presenta nave única
rectangular de dos tramos cubiertos con bóvedas de terceletes exhibiendo el
primero de los tramos en las claves un sol de sonriente rostro,
esterilizaciones geométricas de flores y representaciones de los Padres de la
Iglesia. Tres ventanas se abren en sus muros,
conopiales las dispuestas a oriente y occidente; la meridional es cuadrangular
y cierra un primitivo vano más amplio formado por un medio punto. El segundo de los tramos se cubre también con
bóveda de terceletes apreciándose en las claves una decoración con temas
florales y geométricos y la jarra de azucenas que constituye el motivo de la
clave central. Un arco triunfal separa la nave de la capilla mayor, ésta es
cuadrada y con testero plano, cubierta con una bóveda con doble serie de
nervios de terceletes que descansan columnas adosadas y en cuyos capiteles
figuran los símbolos de los cuatro Evangelistas. Las claves de la bóveda
adoptan forma trilobulada y en la central está el escudo con jarrón de azucenas
alusivo a la Virgen Maria y una inscripción alrededor: AVE MARIA GRATIA PLENA
DOMINUS TECUM (Dios te salve María, llena
eres de gracia. El Señor es contigo). repartiéndose en otras claves
con incrustación de diminutos pometeados las inscripciones: BENEDITA TU IN
MULIERIBUS BENEDITUS FRUCTUS VENTRIS TUIS SANTA MARIA MATER DEI ORA PRONOBIS
PECATORIBUS AMEN IESUS (Dios te salve
María, llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús). La capilla
mayor es profunda y algo más estrecha que la nave, se abre a través de un gran
arco triunfal apuntado formado por finos baquetones, basas molduradas y
capiteles que responden a los modelos estilísticos del gótico final. A los pies
se levanta el coro sobre columnas de fuste liso y capitel jónico.
Existió en el presbiterio otro retablo de la
segunda mitad del siglo XVI, de madera y pintura cuyos trabajos corrieron a
cargode Lázaro Corneto y Juan de Flandes; y el retablo fue obra del entallador
Juan de Hurrutia, que también realizó trabajos para el convento franciscano.
Este retablo fue trasladado a la ermita de San Lorenzo al colocarse el actual
retablo en 1723[10].
El barroco retablo mayor se eleva en el
presbiterio sobre un sotobanco de piedra de granito. El retablo se adapta
perfectamente al testero, rematado en un ático a modo de cascarón. Tiene tres
calles decoradas con cuatro columnas salomónicas ornamentadas con motivos
vegetales, y en el remate del retablo se encuentra la representación de la
Crucifixión del Señor, junto con María y San Pedro, obras del siglo XVII, en un
fondo pictórico. En la calle central del retablo está la custodia, y sobre ella
una imagen de la Inmaculada del siglo XVIII que procede del extinguido convento
del Espíritu Santo. Por encima, presidiendo otra hornacina está la imagen
lignaria de Nuestra Señora del Buen Varón, obra de la primera mitad del siglo
XIII, y debajo de esta, otra hornacina con la talla de la Inmaculada
Concepción. A ambos lados las imágenes de San Ramón Nonato (siglo XVIII) y San
Bartolomé (siglo XVII). También destacan los patronos del pueblo San Lorenzo a
la izquierda, y San Lino a la derecha, cuyas fiestas locales se celebran en los
días finales de agosto y primeros de septiembre. El retablo se terminó de
ejecutar y asentar en diciembre del año
1723[11]. Según
opinión fidedigna del profesor García Mogollón[12], fue
realizado en el taller de los Churriguera, encontrando paralelos estilísticos
con las obras de José Benito Churriguera que falleció en 1725, en especial con
el retablo de San Esteban de Salamanca o Manuel de Larra Churriguera que
realizó una intensa actividad en Extremadura, autor del retablo de la ermita de
Nuestra Señora de la Montaña, patrona de Cáceres (año 1724).
Merece especial atención la imagen románica
de la Virgen del Buen Varón, cuya policromía fue retocada en 1570 por Juan de
Flandes[13]. Imagen
románica (67 cm) que atiende a la tipología del modelo de Virgen Madre, sedente
con el Niño en su regazo, aunque algo desplazado hacia el lado izquierdo, de
tan amplia vigencia en el mundo románico, y según la tipología fundada en la Theotocos bizantina, que tuvo gran
repercusión en los ambientes populares cristiano occidentales en la Baja Edad
Media, respondiendo al tipo iconográfico de Virgen sedente en un elemental
escaño donde reposan los pies, sobre una masa informe o pedestal. La talla de
la Virgen está totalmente hueca por la espalda.
La Virgen viste túnica y calza zapatos
puntiagudos, ofreciendo al Niño una fruta esférica aludiendo a su concepción
inmaculada, de esta manera se convierte en el trono desde el cual el Hijo
bendice a la humanidad y recibe su homenaje. El Infante, Viste túnica talar, con
su mano derecha bendice mientras que con la izquierda porta la esfera del
universo. Los ojos de cristal corresponden a la reprobación que sufrió la
imagen en el año 1759, fecha en la que también se realizaron las encarnaciones
"a pulimento"[14].
Este el grupo escultórico está contemplado
con ella de manifestar la Maternidad divina de María, por este motivo niño
aparece sentado en el regazo aunque un tanto desplazado hacia su la rodilla de
su Madre y con la mano derecha extendida actitud de bendecir. Es una obra de la
segunda mitad del siglo XIII.
En la sacristía se conservan obras de
platería de interés artístico, tales como dos cálices
neoclásicos, fabricados en Salamanca a principios del siglo XIX por el maestro
Francisco Fernández Clemente y contraste de Antonio Román; un copón
renacentista y otro, de comienzos del siglo XVIII, proveniente de talleres
salmantinos. También se conserva un juego de altar de estilo neoclásico de
1823. La obra más importante es una custodia de tipo sol y estilo barroco, en
plata dorada, proveniente de talleres sevillanos, realizada en el último tercio
del siglo XVII[15].
El púlpito de granito está situado en la
capilla mayor, encastrado en el arco toral, es obra del primer decenio del
siglo XVI. presenta una interesante decoración de sus paños ornamentados con
relieves a candelieri, querubines y
medallones, y pometeados. En uno de sus paños está representado don Fadrique
Álvarez de Toledo y Enríquez; y, en otro de los paños, puede tratarse de San
Lino, sucesor de San Pedro.
En los laterales de la nave se encuentran
varios retablos barrocos, que albergan imágenes de los siglos XVII y XVIII: San
Lorenzo, Virgen del Carmen, San Antonio, San Francisco. El retablo del muro del Evangelio es de un solo cuerpo que
apoya en banco adornado con ménsulas con motivos vegetales y está presidido por
el Sagrario. Dos columnas salomónicas enmarcan una hornacina central de medio
punto, que remata un ático curvo, coronado por un broche vegetal. Preside el
nicho central, una escultura de madera policromada del siglo XVII, que
representa a San Juan Nepomuceno. Porta en su peana una inscripción: “ES DE
FRANCISCO AMOR DE LA PVENTE”. En el ático, un lienzo de la Dolorosa. El retablo
tiene una inscripción que data el dorado del mismo: "ESTA MESA Y RETABLO
SE DORO A EXPENSAS DE FRANCISCO REQUIJO ROJO CONSTANTINO COMO POSEEDOR Y SU
MUGER DOÑA CATHALINA GODINES DE PAZ. AÑO DE 1792".
Por el lado de la Epístola, junto al arco
triunfal, hay otro retablo similar al anterior. Remata el retablo un ático
curvo, con medallón que contiene una representación pictórica. Es obra del
primer tercio del siglo XVIII.
En el muro de la Epístola hay un retablo
del siglo XVIII presidido por la escultura en madera policromada de San Antonio
de Padua, obra del siglo XVII, procedente del convento del Espíritu Santo que,
en 1755, se traslada a esta iglesia[16].
Enfrentados a los lados de la nave se
disponen otros dos retablos del siglo XVIII. Con la advocación de San Lorenzo,
el del lado del Evangelio. Sobre un banco, se levantan dos columnas salomónicas
centrales y otras dos pilastras hacia el exterior; es de un solo cuerpo,
organizado en tres calles, en la central un medio punto con las enjutas
decoradas con querubines; preside una imagen de San Lorenzo del siglo XVII.
Remata en ático curvilíneo que acoge una talla policromada de la Virgen del
Carmen. A ambos lados de San Lorenzo, las imágenes representativas de San
Francisco de Asís y San Juan Bautista, ambas del siglo XVII.
El otro retablo está dedicado a San Lino
papa, cuya imagen lo preside. Compuesto de banco, se dispone aquí el sagrario,
decorado con ménsulas vegetales y querubines, un único cuerpo de cuatro
columnas salomónicas que flanquean un medio punto cubierto por bóveda de cuarto
de esfera; remata en ático cupuliforme de profusa decoración vegetal. Se fecha
en torno a 1740.
Tres retablos más, en pésimas condiciones
de conservación, se encuentran en el espacio del coro. Uno de ellos es de
estilo rococó, fechado a finales del siglo XVIII. Otro se data hacia 1740.
Destacando una escultura de San Pedro, obra del siglo XVI; las esculturas de
Santa Catalina, obra del siglo XVII, y San Juan Bautista, siglo XVII.
El coro es obra renacentista, en este espacio
litúrgico aún se conservan algunos retablos en mal estado de conservación que
proceden del Convento del Espíritu Santo.
En el sotocoro destacamos a la Dolorosa,
imagen de vestir del siglo XVIII, que sale en procesión en Semana Santa. Destacamos otras obras de interés como una escultura de Cristo
yacente, Cristo amarrado a la columna del siglo XVII, un Nazareno de vestir de finales
del siglo XVII. De valor es también una talla de madera policromada del Niño
Jesús del siglo XVII y un Crucificado del siglo XVIII.
Fueron varias las ermitas que tuvo Hoyos.
Consta documentalmente que a finales del siglo XVI estaban abiertas al culto
las ermitas de San Lorenzo, Santa Catalina, Los Mártires, San Blas y el
Humilladero[17].
La ermita de San Lorenzo aún estaba abierta
al culto a finales del siglo XVIII, según consta en el Interrogatorio de 1791: “Hay una hermita que se dice de San Lorenzo, situada en lo alto de el pueblo y en el dia del santo se
aceprocesion, misa y sermon que pagan sus maiordomos, sin que esta funcion
sirva de desazon; la que reparan dos vezinos de este pueblo por carga que para
ello se dexaron sus ascendientes”[18],
y más adelante
apostilla: “Hay tres hermitas, a una de ellas se concurre el dia de San
Lorenzo con procesion, misa y sermon; a las otras dos no se concurre con
funcion alguna. Su subsistencia consiste, la de San Lorenzo en dos o tres
pensiones que han dejado algunos bienhechores y la otra esta arruinada, es del
pueblo; no reside hermitaño alguno en ellas”.
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[1]
SÁNCHEZ LOMBA, 1991, 21.
[2]
MELIDA, 1924.
[3]
GARCÍA MOGOLLÓN, 2009, 233.
[4]BULLÓN DE MENDOZA,
1959.
[5]Extremadura nació con
la reconquista. Su nombre, sus dimensiones y su estructura socio-económica,
base determinante de toda la evolución posterior, proceden de esta época. A
medida que se baja en la reconquista, aumenta la despoblación y la rapidez de
la misma, y por tanto, las bases de propensión al latifundismo. Factores que
influyeron en la orientación ganadera que tomó la región, ya que la ganadería
requería un menor grado de ocupación y una mano de obra menos numerosa.
[6]SÁNCHEZ LOMBA, 1988,
69.
[7]Mientras Coria es la
prolongación ultramontana del reino de León, Plasencia desempeña el mismo papel
con relación a Castilla. Aquella sede se restaura tras la conquista de la
ciudad en 1142, señalándosela un territorio que por el S. se extenderá hasta
los límites de Cáceres y de Alcántara, aún en poder de los musulmanes. La
jurisdicción de Plasencia abarcó hasta Barco de Ávila y Piedrahita, por el S.
los límites alcanzaban más allá del Guadiana, y el límite occidental respeta la
frontera política con León hasta el punto de que Baños de Montemayor y
Aldeanueva del Camino, han tenido parroquias pertenecientes a las diócesis de
Plasencia y Coria según se situaran en una zona u otra de la Calzada. El territorio más reducido correspondía a
Badajoz, que no sobrepasaba por el S. los límites de la actual Extremadura y
por el E. había surgido sin poder ejercer el control de las poblaciones
dependientes de Plasencia; por el N. y el W. mantenían en lo eclesiástico las
fronteras políticas con Portugal y con el término de Cáceres, aunque
inicialmente también le correspondieron algunos lugares portugueses. MARTÍN
MARTÍN y GARCÍA OLIVA, 1985, 282-283.
[8]La Orden Militar de
Santiago y el Arzobispo de Santiago se otorgan mutuamente carta de hermandad,
el 14 de febrero de 1171, por la que el Arzobispo entra en la Orden como
"freile honorario" y el Maestre como canónico de Compostela, y se
cede a la Orden "la cuarta parte de la ciudad de Mérida, con una de sus
mejores capillas y la mitad de su término". La Orden Militar termina
siendo dueña absoluta el 22 de abril de 1254, ya que el Arzobispo otorga la
posesión total de la ciudad a la Orden a cambio de algunas posesiones. El 4 de
mayo de 1254, Alejandro IV extiende una Bula aprobando esta cesión.
[9]
"Es mui buena la iglesia, de piedra
toda la sillería, con torre muy hermosa y más moderna que la iglesia. La torre
tiene en medio un escudo con las armas del Duque de Alba". TORRES
PÉREZ, 1988, 59.
[10]Archivo
parroquial de Hoyos. Libro de Visitas y Cuentas de Fábrica de 1563 a 1587.
GARCÍA MOGOLLÓN, 1993, 330 y 331..
[11]
Archivo parroquial de Hoyos. Libro de Visitas, Memorias, Capellanías y vínculos
de 1702 a 1755, fol. 25, visita del 8 de abril de 1723; visita de 17 de
diciembre de 1723.
[12]
Cit. GARCÍA MOGOLLÓN, 1993, 328.
[13]
Cobró cinco ducados, Vid. GARCÍA MOGOLLÓN, 1987, 113.
[14]
Según inscripción en el hombro de la Virgen. GARCÍA MOGOLLÓN, 1987, 116.
[15]
GARCÍA MOGOLLÓN, 2009, 261.
[16]
GARCÍA MOGOLLÓN, 2009, 255.
[17]
Archivo parroqual de Hoyos, libro de Visitas y Cuentas de 1563 a 1587. Archivo
Diocesano de Coria-Cáceres. Cit. GARCÍA MOGOLLÓN, 2003, 265.
[18]28 de febrero de 1791, 271.
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