domingo, 7 de febrero de 2021

 

LA ERMITA DE SAN JORGE DE CACERES

 

 

 

  

       Está situada en la dehesa "Los Mogollones", a unos 12 km. de la capital. De reducidas dimensiones, viene a ser un curioso caso arquitectónico, tal vez único en la región, por la notable manera de cubrir el edificio: cuatro grandes arcos apoyados en fuertes muros, empotrados éstos en el terreno, dan a esta ermita el aspecto raro de estar constituida aprovechando una hondonada cubierta de agua, por la cual, a juicio de Martin Gil se hizo posible usar, para techarla, grandes piedras graníticas apoyadas juntas sobre los mencionados arcos transversales.

       Su originalidad ha contribuido a que llegue a identificar como posible lugar de recreo.

       De las cuatro partes en que queda dividida por sus arcos, tres de ellas están cubiertas por el agua, mientras que la cuarta, formada por el supuesto coro, tiene su superficie frontal ocupada por frescos que representan escenas bíblicas, por encima de las cuales se hallan inscripciones de letra gótica, de tres renglones, que contienen los versículos correspondientes a las escenas representadas, y que analizaremos al descubrir las pinturas.

       Al lado derecho de la ermita se encuentra la antecapilla, destechada hoy, y con restos de pinturas en los muros, y a su lado la capilla, lo mejor conservado, formada por una minúscula celda con bóveda de arista totalmente decorada al fresco.

       A pesar de las indagaciones efectuadas en los diferentes archivos de Cáceres, no he podido comprobar nada documentalmente sobre esta ermita, aunque sabemos que existió una cofradía de San Jorge que estuvo agregada a la iglesia de Santa María de Cáceres, en cuyo archivo figura el libro de cuentas y sus primeras ordenanzas son del 16-abril-1548.

       La existencia de documentos acerca de la ermita y de las pinturas que contiene, unido al estar junto a la casa y torre de los mogollones, nos inclina a pensar en la hipótesis de que fuese construida a expensas de la citada familia y se utilizase con carácter particular.

       La fecha de su construcción la podemos deducir por estar firmadas y fechadas sus pinturas: sobre una columna pequeña y tosca que separa la antecapilla del coro se encuentra escrito:"Juan de Ribera pinto MDLXV", por lo que le consideramos autor de todos los murales que recubren la ermita. En la Antecapilla se encuentra la única entrada de la ermita, cuya puerta debió estar coronada por un arco de medio punto, hoy truncado, pero que en su parte conservada pueden observarse aún restos de angelotes que, acomodados al arco, debieron cubrir todas sus dovelas, lo que nos llevaría a un paralelismo evidente con la puerta decorada de la ermita de Nuestra Señora del Salor.

      




   Los cuatro compartimentos de la Antecapilla estaban decorados con los cuatro evangelistas, dado que el único trozo de techumbre conservado representa a San Lucas Evangelista en actitud de escribir el Evangelio, acompañado de su atributo característico, el buey, y de las palabras con que comienza su obra escrita sobre un libro que sirve de ilustración al tema: MISSUS / EST/ANGELUS/GABRIEL...A la izquierda de San Lucas Evangelista aparece una cabeza de león, símbolo de San Marcos, que sin duda cubriría otra cuarta parte de techumbre hoy inexistente.

   Es impresionante la escena de la Agonía de Cristo en el Monte de los Olivos, donde destaca lo cuidado del rostro y manos de Cristo arrodillado ante el ángel que le aparece con el cáliz, mientras los tres apóstoles, Santiago, Pedro y Juan, aparecen dormidos en la parte inferior.

   Otra representación destacable es la Anunciación representando al ángel con alas desplegadas exigiendo más espacio que la Virgen arrodillada sobre su reclinatorio.

   Existiendo un paralelismo evidente con las pinturas del Palacio de Carvajal de la capital cacereña.

En la capilla principal, se representa a Dios-Padre, que ocupa todo el centro de la bóveda de la capilla y las cuatro pechinas que lo circundan están decoradas por cuatro figuras que deben representar a los cuatro padres de la Iglesia Latina. Es lo mejor conservado y más perfecto técnicamente de la ermita: rostro y manos de gran valor, el resto se vale del recurso del ropaje para rellenar. Representa a Dios como anciano, centrado sobre la concepción del Dios Justiciero (mano diestra levantada en actitud amenazante, con los dedos índices y corazón dispuestos a señalar), en su  mano izquierda sostiene una esfera, símbolo de la totalidad y alegoría del mundo, que, como atributo de Dios- Padre, viene a resaltar su poder y su dignidad imperial.

            Otra escena que aún se conserva es el Descendimiento, con una disposición simétrica inscrita en un semicírculo con eje central en la Virgen y concentración de las miradas sobre el cuerpo rígido y ensangrentado del Cristo ya muerto. Cierran la composición, en los extremos, José de Arimatea, que es quien sostiene el cuerpo de Cristo en sus brazos, y Juan, que llora inmóvil, con su pañuelo en las manos para enjugarse las lágrimas. La Virgen, con las manos entrecruzadas sobre el pecho, contempla el cadáver con cierta avidez, expresando su dolor maternal.

            El Bautismo de Jesús que recoge a Jesús recibiendo el sacramento bautismal, ya que el cuerpo del bautista, de tamaño muy superior que el del bautizado, se halla en malas condiciones. Existen algunas escenas bíblicas en el Coro, pero en muy mal estado de conservación: la Bendición de Isaac a Jacob, la aparición de Yahvéh a Abraham en el encinar de Manbré, escenas que aparecen junto a párrafos de la Bíblia pertenecientes al Génesis

           

Es una lástima que estas pinturas manieristas terminen por desaparecer, ya que desde el punto de vista iconográfico representan una rara excepción ya que dentro de un conjunto homogéneo de escenas religiosas se han introducido párrafos bíblicos y un rico colorido en todas las escenas.

 

 

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