LA ERMITA DE
SAN JORGE DE CACERES
Está situada en la dehesa "Los
Mogollones", a unos 12 km. de la capital. De reducidas dimensiones, viene
a ser un curioso caso arquitectónico, tal vez único en la región, por la
notable manera de cubrir el edificio: cuatro grandes arcos apoyados en fuertes
muros, empotrados éstos en el terreno, dan a esta ermita el aspecto raro de
estar constituida aprovechando una hondonada cubierta de agua, por la cual, a
juicio de Martin Gil se hizo posible usar, para techarla, grandes piedras
graníticas apoyadas juntas sobre los mencionados arcos transversales.
Su originalidad ha contribuido a que
llegue a identificar como posible lugar de recreo.
De las cuatro partes en que queda
dividida por sus arcos, tres de ellas están cubiertas por el agua, mientras que
la cuarta, formada por el supuesto coro, tiene su superficie frontal ocupada
por frescos que representan escenas bíblicas, por encima de las cuales se
hallan inscripciones de letra gótica, de tres renglones, que contienen los
versículos correspondientes a las escenas representadas, y que analizaremos al
descubrir las pinturas.
Al lado derecho de la ermita se
encuentra la antecapilla, destechada hoy, y con restos de pinturas en los
muros, y a su lado la capilla, lo mejor conservado, formada por una minúscula
celda con bóveda de arista totalmente decorada al fresco.
A pesar de las indagaciones efectuadas
en los diferentes archivos de Cáceres, no he podido comprobar nada
documentalmente sobre esta ermita, aunque sabemos que existió una cofradía de
San Jorge que estuvo agregada a la iglesia de Santa María de Cáceres, en cuyo
archivo figura el libro de cuentas y sus primeras ordenanzas son del 16-abril-1548.
La
existencia de documentos acerca de la ermita y de las pinturas que contiene,
unido al estar junto a la casa y torre de los mogollones, nos inclina a pensar
en la hipótesis de que fuese construida a expensas de la citada familia y se
utilizase con carácter particular.
La fecha de su construcción la podemos
deducir por estar firmadas y fechadas sus pinturas: sobre una columna pequeña y
tosca que separa la antecapilla del coro se encuentra escrito:"Juan de
Ribera pinto MDLXV", por lo que le consideramos autor de todos los murales
que recubren la ermita. En la Antecapilla se encuentra la única entrada de la
ermita, cuya puerta debió estar coronada por un arco de medio punto, hoy
truncado, pero que en su parte conservada pueden observarse aún restos de
angelotes que, acomodados al arco, debieron cubrir todas sus dovelas, lo que
nos llevaría a un paralelismo evidente con la puerta decorada de la ermita de
Nuestra Señora del Salor.
Los cuatro
compartimentos de la Antecapilla estaban decorados con los cuatro evangelistas,
dado que el único trozo de techumbre conservado representa a San Lucas
Evangelista en actitud de escribir el Evangelio, acompañado de su atributo
característico, el buey, y de las palabras con que comienza su obra escrita sobre
un libro que sirve de ilustración al tema: MISSUS / EST/ANGELUS/GABRIEL...A la
izquierda de San Lucas Evangelista aparece una cabeza de león, símbolo de San
Marcos, que sin duda cubriría otra cuarta parte de techumbre hoy inexistente.
Es impresionante
la escena de la Agonía de Cristo en el Monte de los Olivos, donde destaca lo
cuidado del rostro y manos de Cristo arrodillado ante el ángel que le aparece
con el cáliz, mientras los tres apóstoles, Santiago, Pedro y Juan, aparecen
dormidos en la parte inferior.
Otra
representación destacable es la Anunciación representando al ángel con alas
desplegadas exigiendo más espacio que la Virgen arrodillada sobre su
reclinatorio.
Existiendo un
paralelismo evidente con las pinturas del Palacio de Carvajal de la capital
cacereña.
En la capilla principal, se
representa a Dios-Padre, que ocupa todo el centro de la bóveda de la capilla y
las cuatro pechinas que lo circundan están decoradas por cuatro figuras que
deben representar a los cuatro padres de la Iglesia Latina. Es lo mejor
conservado y más perfecto técnicamente de la ermita: rostro y manos de gran
valor, el resto se vale del recurso del ropaje para rellenar. Representa a Dios
como anciano, centrado sobre la concepción del Dios Justiciero (mano diestra
levantada en actitud amenazante, con los dedos índices y corazón dispuestos a
señalar), en su mano izquierda sostiene
una esfera, símbolo de la totalidad y alegoría del mundo, que, como atributo de
Dios- Padre, viene a resaltar su poder y su dignidad imperial.
Otra
escena que aún se conserva es el Descendimiento, con una disposición simétrica
inscrita en un semicírculo con eje central en la Virgen y concentración de las
miradas sobre el cuerpo rígido y ensangrentado del Cristo ya muerto. Cierran la
composición, en los extremos, José de Arimatea, que es quien sostiene el cuerpo
de Cristo en sus brazos, y Juan, que llora inmóvil, con su pañuelo en las manos
para enjugarse las lágrimas. La Virgen, con las manos entrecruzadas sobre el
pecho, contempla el cadáver con cierta avidez, expresando su dolor maternal.
El
Bautismo de Jesús que recoge a Jesús recibiendo el sacramento bautismal, ya que
el cuerpo del bautista, de tamaño muy superior que el del bautizado, se halla
en malas condiciones. Existen algunas escenas bíblicas en el Coro, pero en muy
mal estado de conservación: la Bendición de Isaac a Jacob, la aparición de
Yahvéh a Abraham en el encinar de Manbré, escenas que aparecen junto a párrafos
de la Bíblia pertenecientes al Génesis
Es una lástima que estas
pinturas manieristas terminen por desaparecer, ya que desde el punto de vista iconográfico
representan una rara excepción ya que dentro de un conjunto homogéneo de escenas
religiosas se han introducido párrafos bíblicos y un rico colorido en todas las
escenas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario