Un trujillano en Marruecos.
Noticias inéditas de 1904 sobre el Ministro de la Guerra a través de una carta
Marruecos ha sido muy preciado por las
distintas potencias europeas por su riqueza en materias primas y recursos
energéticos. En una casa particular hemos localizado una interesante carta
enviada por el trujillano don Fernando Bravo Mateos a su tía doña Isabel Bravo,
desde Tánger. Nos hace referencias acerca de la vida cotidiana en una mansión
propiedad del Ministro de la Guerra del sultán de Marruecos Hassan I, en una
época de convulsiones políticas entre Marruecos con las distintas potencias
europeas, entre las que se encontraba España. La publicación del Mapa de la
parte Norte de Marruecos a escala 1:500.000 tiene un significado especial
dentro de la cartografía colonial española. Se trata del primer documento
cartográfico relativo a Marruecos editado por el Depósito de la Guerra, y marca
un punto de inflexión en la práctica cartográfica seguida hasta entonces por
esta institución: de la absoluta reserva respecto a los mapas del Magreb se
pasó a la máxima publicidad. Se estudia el proceso de formación de este mapa, y
se analiza su lugar dentro de la cartografía militar española.
Diez años después del
Desastre de 1898 las tropas españolas entraron en Marruecos. Su primer objetivo
era ocupar el rudimentario puerto de Restinga, en la estrecha franja que es la
península situada a 19 kilómetros al sur del enclave español de Melilla,
al nordeste de Marruecos. La operación se inició en la mañana del 14 de febrero
de 1908. Dos compañías y una brigada disciplinaria partieron de Melilla en un
cañonero y una embarcación correo bajo el mando del gobernador general de
Melilla, el general José Marina. Al amanecer, bajo una lluvia intensa y con
viento frío, cuatro lanchas cruzaron el mar revuelto en dirección a la costa, y
al llegar a una distancia prudencial, los soldados saltaron al agua y
alcanzaron la costa.
El ataque militar que siguió
fue una farsa orquestada. El sharif o jefe local, El Rogui, opuso una
resistencia simbólica para convencer a sus paisanos de que estaba en contra de
la incursión española en su tierra. Sus jinetes galopaban repartiendo disparos
salvajes a diestro y siniestro, mientras Marina ordenaba abrir fuego esporádico
de ametralladoras y cañones desde el cañonero. Sin que ninguno de los bandos
sufriera bajas, las tropas españolas alcanzaron el puerto e izaron la bandera
española en el pequeño hangar.
Aquella Operación señaló el
comienzo de la invasión de Marruecos por el Ejército español, que acabaría
ocupando toda la región norteña hasta 1956. A diferencia de la guerra entre
España y Marruecos de 1859-60, esta operación no estaba pensada para derrocar
al Sultán, pero ni él ni su Gobierno fueron consultados al respecto. Tampoco
iba dirigida contra su adversario, el pretendiente del trono, El Rogui. Ni se
trató, al menos en ese primer momento, de una acción para expandir el poder.
Más bien, era la consecuencia de una obligación internacional contraída por
España.
La nueva incursión en
Marruecos era el resultado directo de la inseguridad que sentían sus elites
políticas tras la guerra hispano-americana de 1898. España había perdido los
restos que le quedaban de su, en otros tiempos, vasto imperio después de que
las guerras coloniales de Cuba y Filipinas se habían convertido en una
confrontación militar desastrosa con Estados Unidos.
Alejada del sistema de
relaciones internacionales durante el último cuarto del siglo XIX, España había
confiado fatalmente en sus conexiones dinásticas y religiosas para proteger sus
colonias de los depredadores externos. Después del Desastre, España había
tratado de reintegrarse en un puesto seguro dentro de la cambiante red de
alianzas internacionales, con la idea de proteger su metrópoli y sus islas y
enclaves de la creciente competencia existente entre las grandes potencias. Con
una franqueza poco habitual en la correspondencia diplomática, el ex primer
ministro conservador Francisco Silvela escribió así al embajador francés en
1903: "El evidente deber de los hombres que se hallan a la cabeza de las
fuerzas políticas de España es terminar con el aislamiento en que se encuentra
nuestra política exterior. Nuestra ubicación geográfica nos impone serias
responsabilidades, no sólo hacia nuestra propia nacionalidad y hacia el futuro
de nuestro país, sino también en relación con otras potencias…" (Documents
diplomatiques français (1871-1914), vol. III, 2e série, p. 193)
.
Por otro lado, las actividades francesas en Marruecos comenzaron
durante el siglo XIX; en 1904 Francia y España dividieron en secreto el
territorio del sultanato, con España creando más tarde el protectorado español de Marruecos a partir
de su parte. Los franceses emitieron monedas para su uso en el Protectorado
desde 1921 hasta 1956, lo cual continuó hasta que fue introducida una nueva
moneda. Los franceses emitieron monedas con la denominación de franco, el cual
equivalía a 100 céntimos. Esta fue reemplazada en 1974 con la reintroducción
del dirham,
actual unidad monetaria de Marruecos.
En
este juego político-dialéctico de continuos enfrentamientos, entró Alemania en
la “crisis de 1904”. Alemania debe
protestar ante la intención de Francia por apropiarse de Marruecos no solo por
razones materiales, sino sobre todo para salvaguardar su prestigio. La posición
a esgrimir al respecto sería la siguiente: la absorción abiertamente
premeditada de Marruecos por Francia pone fin a la libre competencia extranjera
y origina, por tanto, a los intereses de las terceras Potencias, y en
particular de Alemania, un grave perjuicio ahora y en el futuro. Durante mucho
tiempo creímos que Francia buscaría un acuerdo con las Potencias interesadas.
Sin embargo, no ha sido así, al menos por lo que a Alemania se refiere. En
consecuencia, el Gobierno alemán se ve obligado a asumir, por su propia
iniciativa, la defensa de los intereses alemanes que nuestro Soberano resumió
ante el Rey de España de esta manera: “Nosotros reclamamos la libertad de
comercio y de tráfico en Marruecos. Este
programa caducaría desde el momento en que Francia se apoderase de Marruecos”[1].
TEXTO DE LA CARTA:
Sra. Dña. Isabel Bravo
Lozano
Trujillo
Querida tía, tomo la pluma
para decirla tanto a usted como a tío Francisco que me dispensen no les haya
escrito antes pero unas veces por dejación y otras por no tener lugar, ha ido
trascurriendo el tiempo sin darme cuenta.
Yo creo que recibiría
usted una tarjeta postal en la que la decía que había recibido su carta y la
comunicaba que tenía un grano en el pescuezo; dicho grano me
..................... mas malo y ayer me tuve que venir del trabajo, pero creo que
no será cosa de importancia y mañana iré a otra vez a trabajar.
Tía la tengo que comunicar
que no pudiendo vivir solo por las comidas y la asistencia de la ropa me he
juntado con una muchacha de 20 años y hasta la presente estoy contento con
ella.
Con esta fecha he escrito
a mi hermano el cual hace días no se nada de él.
Tía sabrá usted que ahora
estoy trabajando en casa del Menebih y esta casa es un palacio grandioso con
unos salones decorados con mucho gusto y arte; este Menbih ha sido ministro de
la guerra del Sultán y ha ganado muchos miles de duros y para que el Sultán no
le mate se ha acogido a la bandera inglesa y además tiene muchos moros armados
dentro de su palacio y las puertas de su casa todas están blindadas para que
las balas no le pasen.
Dentro del palacio tiene
70 mujeres jóvenes entre blancas y negras y esclavas, y para guardar estas
mujeres moros enucos, o sea, moros capados que cogen cuando chicos y los capan
y estos son los que las guardan y si hacen algo son las que las pegan cuando el
Menebih lo ordena. A estas moras no las pueden ver los hombres y si algunas
veces las vemos en algunos descuidados: yo he visto 8 y que parecían 8 vírgenes
y me indigné de que este palacio tan hermoso sirva de prisión a tanta
criaturita, lo mismo mujeres que hombres; los enucos siempre están sentados
detrás de las puertas por si llama alguien para abrir antes de abrir que
pregunten las moras de enmedio y reencender no las da ni el sol ni el aire.
Tía estoy tratando de irme
a Orán a ver si me meto en un taller de pintar coches y una vez que aprenda,
irme a Cáceres o a Trujillo y con lo que se pintar edificios y los coches
.........poderme buscar la vida en esa manera holgadamente.
Sin otra cosa por hoy,
recuerdos a toda la familia sin olvidar ninguno y usted la quiere su sobrino
Fernando Bravo Mateo
Tánger 15 octubre 1904
Señor
Fernando Bravo Mateos
Calle de la Playa, Café de
Barraneo
Tánger (Marruecos)
.
[1] Declaración relativa a Egipto y Marruecos
"Artículo 1. El Gobierno de Su
Majestad Británica declara que no tiene intención de cambiar el status político
de Egipto.
Por su parte, el Gobierno de la República Francesa declara que no pondrá obstáculos a la acción de Inglaterra en este país pidiendo que se fije un término para la ocupación británica ni de cualquier otra manera (…)
Artículo 2. El Gobierno de la República
Francesa declara no tener intención de cambiar el status político de Marruecos.
Por su parte, el Gobierno de Su Majestad
Británica reconoce que corresponde a Francia, especialmente como Potencia cuyos
dominios lindan en gran extensión con los de Marruecos, velar por el orden en
este país y facilitarle ayuda para todas las re formas administrativas,
económicas, financieras y militares que necesite.
Declara que no pondrá obstáculos a la
acción de Francia a este respecto (…)
Artículo 7. Con el fin de asegurar el libre tránsito del Estrecho de Gibraltar, ambos Gobiernos convienen en no permitir que se levanten fortificaciones u obras estratégicas cualesquiera en la parte de la costa marroquí comprendida entre Melilla y las alturas que dominan la orilla derecha del Sebú (…)
Sin embargo, esta disposición no se
aplica a los puntos actualmente ocupados por España en la costa marroquí del
Mediterráneo.
Artículo 8. Ambos Gobiernos,
inspirándose en sus sentimientos de sincera amistad con España, toman en
especial consideración los intereses que este país deriva de su posición
geográfica y de sus posesiones territoriales en la costa marroquí del
Mediterráneo, con respecto a los cuales el Gobierno Francés llegará a un
acuerdo con el Gobierno Español. El acuerdo a que pueda llegarse acerca de este
asunto entre Francia y España se comunicará al Gobierno de Su Majestad
Británica." Londres, a 8 de abril de 1904.
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