TRUJILLO EN FIESTAS
Son muchas de las fiestas que a lo largo de la historia se
han celebrado en Trujillo.
Algunas hoy perviven y han adquirido mayor
dinamismo.La fiesta que verdaderamente ha alcanzado su mayor esplendor es la
Semana Santa. Numerosas cofradías de hermanos, encargadas de imágenes distintas
no escatiman en derroche de flores, luches en la orna de los pasos , riqueza en
las túnicas, etc; para sacar los “pasos” a la calle. Estas imágenes son
verdaderamente obras de arte, entre las que podemos destacar La Piedad, del
taller de Alejandro carnicero; y un Cristo atado a la columna, de la escuela de
Gregorio Fernández.Las procesiones que en la actualidad recorren las calles de
Trujillo durante los días de la Semana Santa, constituyen un gesto de hondo
sentido religioso.
La celebración de la Semana Santa en Trujillo viene de tiempo
inmemorial. Podemos partir de la primera mitad del siglo VII, el recuerdo y la
contemplación de los Misterios de la Pasión en la basílica visigoda de
Trujillo, tras muros de la Puerta romana de Coria. El Cristianismo enalteció
por medio de celebraciones litúrgicas las diferentes escenas de la Pasión, con
toda la trama que emanan de los hechos acaecidos en tierras de Palestina.
Partiendo de que la celebración de la misa es la rememoración del punto
culminante del sacrificio, la Iglesia representó tales hechos en las fiestas
del Triduo Sagrado: Jueves, Viernes y Sábado Santo, dentro del recinto sagrado.
La dominación musulmana, durante centurias, hizo
caer sobre Trujillo el velo del abandono. Pero, la posición estratégica de
nuestra ciudad la convirtió en centro apetecido por los cristianos. Fueron
aquellas Semanas Santas anticipo de otras, conmemoradas en un ambiente
religioso y guerrero.
La creación de las Ordenes Militares en el
alborear de la Baja Edad Media es un aspecto de suma importancia desde el punto
de vista histórico-artístico, aparte de las connotaciones sociológicas,
políticas y económicas, como es evidente. La finalidad de éstas es concreta y
específica, los caballeros de Cristo, han de cumplir la defensa de la
cristiandad frente a los poderes islámicos que son los enemigos de la
Cristiandad(1).
La reconquista definitiva de Trujillo se produce
el 25 de enero del año 1232. La defensa de la villa le volvió a ser otorgada a
las Ordenes Militares(2). La Hermandad más antigua existente en Trujillo, del
tipo de las militares era la de los caballeros de la Orden Truxillense, en la
que aparecen reguladas reuniones anuales para adorar a Dios y rendir culto al
patrón San Andrés, estableciendo prescripciones religiosas, de paz y de
caridad. Así todos acudían a misa en común, para luego acusarse públicamente de
sus culpas y recibir el castigo corporal adecuado, en una iglesia sita en el
lugar de la actual parroquia de San Andrés, de la que aún se conserva la torre.
Debieron de existir otras cofradías semejantes
en esos tiempos oscuros medievales; pero sírvanos ésta como exponente y reflejo
del espíritu de fraternidad cristiana.
Hemos de mencionar en la Baja Edad Media los Vía
Crucis que, traídos a Occidente por los franciscanos que se instalan en el
convento de la Luz en Trujillo, en virtud de la bula pontificia Super Familiam
Domus, de Alejandro VI (25 de julio de 1499), era la liturgia importada de
Jerusalén(3). Es secular la consoladora devoción del Vía Crucis, que
primeramente contemplaba solo siete estaciones, hasta que el franciscano
Leonardo de Porto Mauricio las elevó a catorce, en la forma que, poco más o
menos, meditamos ahora.
Los “oficios”, íntimamente ligados a la vida
municipal trujillana, renacen el día en que los Concejos arraigan en el suelo
español. Por el Fuero conocemos que una de las atribuciones primitivas del
Concejo era la política de la industria y el comercio(4), lo que prueba que los
menestrales y mercaderes formaban los “oficios”, ya constituidos y que se
agrupaban en las calles colindantes a la Plaza y que irán adquiriendo un fuerte
protagonismo en la vida social de nuestra ciudad.
Una efervescencia cofradiera vive Trujillo en
los años finales del siglo XV, dirigida por los franciscanos fray Pedro de
Melgar y fray Juan de Guadalupe, y propiciada en Castilla
y León por los Reyes Católicos en un deseo de restaurar la maltrecha moralidad
pública, imprescindible para crear el ambiente religioso que propiciase el de
cruzada para culminar con éxito el último bastión que quedaba en España, la
conquista de Granada. Esos gremios participaban en celebraciones masivas en
Trujillo en Autos Sacramentales. De los textos escritos por los evangelistas se
pasaba a obras compuestas exprofeso, representadas en las naves de las iglesias
de San Martín y Santa María. Posteriormente, denostados por la censura
eclesiástica que llegó a prohibir su representación en el interior de los
templos, tuvieron que trasladarse estos dramas litúrgicos al atrio de la
iglesia de San Martín(5).
Los atrios llegaron a ser pequeños, así el
sentimiento de caridad que despertaban los impedidos que no podían asistir a
estas representaciones que duraban hasta bien entrada la madrugada, consiguió
que estos actos salieran a la calle. Serán los gremios artesanos existentes en
Trujillo, acogidos cada uno a la advocación de una imagen procesional, los que
llenen las calles de “pasos” (del latín “passus”, sufrimiento). los que se
encarguen de organizar procesiones religiosas en estos tiempos medievales. Sus
reglas están presididas por la obra de misericordia que supone enterrar a los
muertos, ya sean hermanos cofrades, pobres o ajusticiados, atendiendo a su
inhumación, exequias y sufragios.
La economía agrícola de los siglos XIV y XV, con
frecuentes años de malas cosechas, las sucesivas epidemias que diezman la
población española, junto a la mortalidad ocasionada por las guerras, inducen a
actos penitenciales públicos, pidiendo favores celestiales como remedio de los
diversos males. Así, se van configurando las cofradías de penitencia, uno de
cuyos rituales es la celebración de un Vía-Crucis, que partiendo de la iglesia
de la Vera Cruz, pasaba por la plazuela de los Descalzos, llegaba a la iglesia
de Santiago, para regresar de nuevo a la Vera Cruz por la calle Gargüera.
Por tanto, la constitución de Hermandades o
Cofradías en Trujillo, tal y como las entendemos hoy día, surgen en los años
finales del siglo XV, un antecedente de las mismas podría ser la Gilda
germánica, asociación que tenía por objeto la defensa y asistencia de sus
miembros, el establecimiento y posterior desarrollo de los artesanos debio
determinar el florecimiento de las Hermandades, en primer lugar, y,
posteriormente, las Cofradías, según el derecho canónico.
La fidelidad a la temática religiosa, constituía
la base esencial de los artistas en los tiempos medievales y así cuando un
artista se disponía a tallar una imagen, su interés se cifraba en la forma o
líneas intrínsecas dejando como secundaria la manifestación extrínseca. No era
el propósito de aquellos artistas alcanzar la belleza sensible por el arte,
sino el manifestar la verdad sentida.
Tras la prohibición del pontificado de Aviñón de
las prácticas expiatorias y colectivas que llevaban aparejado el derramamiento
de sangre, los cofrades comienzan a utilizar un ropaje amplio y a cubrirse la
cabeza con un capirote o capuz. Desde los orígenes de las estaciones de
penitencia hasta el Concilio de Trento, se van diversificando los tejidos y los
colores de las túnicas y se generaliza el capirote alto.
La representación plástica de los momentos de la
Pasión y Muerte de Cristo se multiplicarán de modo impresionante en Trujillo en
los años finales del siglo XVI, imágenes que saldrán en procesión con un profundo
sentido de religiosidad. Con el arte religioso como factor perceptible de la
facultad sensitiva-humana puesta al servicio de la fe movió a más almas
sencillas que la dialéctica de sus apologistas y así el efecto trágico de un
Cristo en la cruz, llevaron a muchos corazones a una mayor compunción que
algunas pláticas carentes de fondo.
En la floración del espíritu cofradiero está la
devoción más sincera. En los estatutos de estas primitivas cofradías se
regulaba la actividad interna: sistema de ingreso, constitución de cabildos y
las periódicas reuniones a campana tañida, elección de los cargos (alcaldes y
mayordomos). En consideración de la cuota pagada se distinguía entre Hermanos
normales y Hermanos oficiales, entre los que se establecía una graduación más.
Estos estatutos evolucionarán al ritmo de los tiempos.
Tras el Concilio de Trento (1546-1563) se
multiplican en nuestra localidad estas conmemoraciones multitudinarias, con la
formación de hermandades y cofradías, que se encargarán del ornato y culto de
una imagen o “paso” en concreto. Los viejos estatutos de las Cofradías se hacen
tremendamente exigentes al señalar las condiciones de ingreso en las mismas.
A partir de la Contrarreforma vamos a asistir a
una potenciación del interés estético en todo lo que concierne al vivir
religioso en las localidades. La pomposidad del culto y la búsqueda de
emociones son inseparables de una imaginería procesional dirigida a mover a la
devoción. Es la influencia del Concilio de Trento que adquiere importancia en los
años finales del siglo XVI.
El Concilio de Trento y sus decretos exigían a
la jerarquía el cuidado de todo tipo de expresión de religiosidad popular con
objeto de conformarla de manera que sirviera de misión evangelizadora de cara
al pueblo. Así, las cofradías eran un vehículo para mover a una religiosidad
externa. Pero, para no desvirtuar el sentido de la Pasión, en un principio las
salidas procesionales se limitaban a los días estrictamente conmemorativos,
Jueves y Viernes Santo, siendo posterior la incorporación de los restantes, en
función del número e importancia que han ido tomando los desfiles
procesionales.
De mediados del siglo XVI data la Cofradía de la
Caridad de Trujillo que comenzó a edificar en 1578 un hospital e iglesia en la
Plazuela de la Encarnación bajo la advocación de San Lorenzo, siendo
favorecidos por el Ayuntamiento que colaboró en la edificación de la obra con
20.000 maravedís y Gonzalo de Sanabria otros 20.000 maravedís(6). El 6 de enero
de 1586 el Concejo y la citada Cofradía concertaban por Escritura Pública, ante
Juan Velardo, recibir ésta de los Propios de la ciudad trescientos ducados con
Facultad Real para terminar en el plazo de breves días las obras, a las que con
otras menores limosnas, ya había subvenido el Ayuntamiento(7). La iglesia
estuvo bajo el patrocinio y advocación de San Lorenzo. El Hospital era conocido
con el nombre de la Caridad, por la Cofradía a quien se debía tal construcción.
El espíritu de fraternidad cristiana que les
movía a ejercitar la caridad no sólo con ellos, sino con el prójimo, está
reflejado en estas palabras de los estatutos: “Extendamos y ejercitemos sus
obras, a saber: la limosna con todos los pobres de Cristo, y, principalmente,
con nuestros cofrades de la Santa Caridad, que a diario trabajando en el
servicio de Cristo y de sus pobres soportan el peso en invierno y en verano”.
Gran importancia tuvo en nuestra ciudad a lo
largo del siglo XVI la Cofradía de la Vera Cruz, la única que tenía
disciplinantes. En la tarde del Viernes Santo, anualmente, concurrían a la
iglesia de la Vera Cruz, confesados, jurando ante el mayordomo hallarse
perdonados y contritos. Llevaban preparadas sus disciplinas y sus cuerpos
despojados, cubiertas sus caras y exentos de cualquier signo que pudiera
identificarles. La procesión que organizaba la Cofradía citada, el Viernes
Santo, partía de la parroquia de la Vera Cruz, seguía por la plazuela de los
Descalzos, bajaba por la cuesta de San Andrés y pasando por la calle del Paso
(antes Olleros), en cuya plazoleta se tenía lugar el encuentro de la Virgen del
Mayor Dolor, de la Cofradía de Caballeros de San Martín, procedente de la
parroquia de San Martín(8), con el Cristo Crucificado que venía del templo de
la Vera Cruz, continuaban juntos hacia la iglesia de la Encarnación(9). La
calle que corre paralela a este templo, se la conocía como vía del Mayor Dolor,
por un acto de flagelación que realizaban los disciplinantes que acompañaban a
estas imágenes en la procesión del Viernes Santo. Todos los penitentes llevaban
los pies descalzos y algunos aumentaban la mortificación atados a un grueso
madero, recibiendo los nombres de aspados. Cuando los disciplinantes regresaban
a la iglesia de la Vera Cruz, el mayordomo tenía preparadas esponjas y toallas
para lavar las heridas(10).
Un acuerdo concejil del 13 de abril de 1581 nos
habla de esta procesión: “E luego el señor Corregidor dijo que la cuesta y paso
que está desde la puerta de la Vera-Cruz hacia la Encarnación está muy agrio y
mal empedrado, y como pasan por allí las procesiones y disciplinas del Jueves y
Viernes Santo, que se conviene que se aderece y repare, y así se acordó que el
señor Melchor González lo haga traer en pregones y de razon dello a esta
ciudad, para que se haga como mejor y más barato sea y con brevedad”(11)
El día 26 de marzo de 1582 era ensanchada la
calle de la Vera-Cruz por disposición del Ayuntamiento, tomando terreno de un
cercado de Pedro Calderón Altamirano.
En los años finales del siglo XVI es cuando se
establece la costumbre del Desclavamiento o Descendimiento en Trujillo(12). Aún
se conserva una imagen de este período del Crucificado, con sus brazos
articulados. Su función se orienta a que el “pueblo pecador” crucifique al
Nazareno cada año y luego, también, cada año, acabe llorando y arrepintiéndose
de su delito. Pero, la teoría se aleja mucho de la práctica y la pretendida
funcionalidad queda en entredicho(13).
En la literatura ascética hispana, influyó mucho
la traducción a fines del siglo XVI del libro medieval: La Imitación de Cristo,
del venerable padre Tomás de Kempis, cuyo capítulo XII del libro II, que trata
del camino real de la Santa Cruz, produjo y sigue produciendo hondo impacto en
los cristianos. También, fueron consultadas las obras del padre Fr. Luis de
Granada, como secuela del ambiente religioso conseguido, sirviendo -entre otras
obras exegéticas- de fuente a los imagineros.
El siglo XVII va a constituir un hito decisivo
de los desfiles procesionales pasionistas. El Barroco, como nueva modalidad
cultural, en su afán de realismo y de gran teatralidad, desarrollará en España
la escultura procesional, favorecido por una religiosidad que lo inundaba todo
y por la propia Corona. A mediados del siglo XVII, surge la Cofradía de Jesús
de Nazaret, que piden la oportuna licencia al Sr. Obispo de Plasencia don Diego
de Arce Reinoso para hacer la procesión, adquirir la imagen de Jesús Nazareno
que era venerada en la iglesia de San Lorenzo, e incorporarla, como un capítulo
más, a sus Ordenanzas. Esta imagen de Jesús Nazareno, se conserva actualmente
en el coro de la iglesia de San Francisco. A esta procesión asistían todos los
cofrades con túnicas moradas, ceñidas con cordones de esparto y cruces al
hombro. La procesión visitaba las parroquias para hacer estación ante el
Santísimo Sacramento, expuesto en ellas.
En la segunda mitad del siglo XVII, los gremios
trujillanos acogidos a la Cofradía de la Santa Caridad y Cofradía de Jesús de
Nazaret organizan la Semana Santa(14). El 11 de enero de 1671, ante el
escribano Francisco Márquez, se otorgó escritura pública de “Contrato y
Concordia entre la Cofradía y Hospital de la Caridad y la Cofradía de Jesús de
Nazaret en razón de poner un retablo en el Altar Mayor de la dicha iglesia”. En
dicho retablo estuvieron colocadas las imágenes que salían en procesión en
Semana Santa. En el centro del retablo estaba la imagen de Jesús de Nazaret,
debajo de ella el Sagrario para el Santísimo Sacramento, para que los enfermos
del Hospital de la Caridad pudieran recibirlo. A ambos lados, las imágenes de
la Verónica y San Juan Evangelista, y en el ático del retablo, la imagen de San
Lorenzo. En un lateral, la Coronación de espinas, y frente de él se haga otro
para el Señor atado a la columna(15). Ese mismo año la iglesia de San Lorenzo
cambia su nombre por iglesia de Jesús(16).
De todas estas imágenes, en la actualidad
solamente se conserva la imagen de Jesús de Nazaret, en lamentable estado; el
Señor atado a la columna y San Lorenzo, éste se encuentra en la iglesia de
Ibahernando, pues cuando cesó el culto en la dicha iglesia de Jesús en el año
1923, las imágenes que allí había fueron repartidas por los templos de Trujillo
y su comarca.
En los Estatutos de las Cofradías se citan
algunas condiciones muy exigentes sobre el ingreso a las mismas; las
obligaciones del alcalde (de la cofradía) para convocar juntas, imponer multas
a cofrades desobedientes, encargas obras para reparar la fábrica de la iglesia,
el orden de los pasos en las procesiones, etc. Por otra parte, uno de los
derechos del Concejo por su Patronazgo sobre los conventos era que uno de sus
caballeros Regidores llevase colgado al cuello la llave del Sagrario durante el
Jueves Santo hasta los oficios del siguiente día(17).
Estas celebraciones multitudinarias florecen en
toda España en los siglos XVII y XVIII, a pesar de contar con detractores como
los economistas liberales y los enciclopedistas, que abogaban por la extinción
de las cofradías sacramentales con el achaque de que eran contrarias a la Ley
4, tít. 14, Lib. 8 de la Nueva Recopilación(18).
La Semana Santa tanto en Trujillo como en el
resto de España, conmemorativa de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo,
es como un mensaje recordatorio de la Redención, en que por medio de imágenes
más o menos artísticas se evoca con un profundo sentido espiritual este
Misterio, que es lo esencial en las procesiones, mientras que algunas
corrientes del siglo XVIII, dirigidas por los llamanos
“Cristiano-progresistas”, pretendieron atacar esta manifestación de fe, con la
pretensión de que suprimiéndolas quedaran solamente los actos litúrgicos,
cuando en realidad se pueden complementar recíprocamente los actos litúrgicos
con las procesiones. Además, eran muy populares entre los ciudadanos de
Trujillo las representaciones teatrales que la Cofradía de la Caridad hacía en
la Casa de Comedias(19).
En el siglo XVIII, los abusos seudorreligiosos
que incluso entran en la superstición crean las primeras crisis, Carlos III
publica en 1777 una Real Cédula en la que prohibe la presencia de
disciplinantes, empalados o aspados y otros espectáculos en las procesiones de
Semana Santa. Es, precisamente, por estos años cuando se acrecienta el uso de
los hábitos, quizás para preservarse de las manchas de cera o tal vez para
evitar el deterioro de la ropa en la estrechez de las callejuelas. Hasta
entonces, la única cofradía que marchaba en las procesiones con túnica y capa
era la de Jesús Nazareno. Los nuevos hábitos tendran el color característico
del mandil gremial al que representaban, naciendo así el cromatismo en los
hábitos de la Semana Santa que fue desapareciendo en nuestra ciudad a lo largo
de los años.
Tras el Decreto de Carlos III, en 1783, en el
cual ordena la extinción de hermandades gremiales y todas las erigidas sin
autoridad real o eclesiástica, decretando que únicamente podrán subsistir las
aprobadas por ambas jurisdicciones y las Sacramentales, desaparecen por
completo las cofradías de la Vera Cruz y de Caballeros de San Martín, que en la
práctica de la realidad casi eran inexistentes, se limitaban a acompañar en los
desfiles procesionales a las cofradías de la Caridad y de Jesús Nazareno, éstas
sí continuarán organizando la Semana Santa.
Las cofradías trujillanas ven como su acervo
espiritual se enriquece con la concesión de nuevas indulgencias o ratificación
de otras antiguas, con el consiguiente aumento del fervor de sus miembros y
mayor veneración de sus advocaciones titulares. Todo este auge se va a ver
interrumpido con la Guerra de la Independencia. Precisamente, en Trujillo, se
suspenden los desfiles procesionales de 1809, ante la proximidad de las tropas
francesas y el consiguiente abandono de la ciudad por parte de sus vecinos(20).
Sin duda, fue el momento más difícil tanto para la población como para algunas
de nuestras antiguas cofradías.
Con la invasión francesa, en 1809, desapareció
la Cofradía de la Caridad con la destrucción del Hospital. La iglesia no corrió
la misma suerte, quedó abierta al culto y continuó en ella la Cofradía de Ntro.
Padre Jesús que siguió celebrando los cultos de Semana Santa a partir del año
1811, fecha en la que se fundará la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad.
El día 12 de diciembre de 1820, un grupo de
representantes de los ciudadanos de Trujillo acudieron al Jefe Político
Superintendente de la Provincia, en súplica de que la Caja de Crédito Público
no se incautase de los bienes y rentas del Hospital de la Caridad, pues aunque
estaba arruinado el edificio que servía para curar a los enfermos a causa de la
guerra de 1809, proyectaba el Concejo destinar los bienes para la creación de un
Hospital Municipal. En 1856 un vecino de Trujillo adquiere el Hospital de la
Caridad por 8.200 reales(21). Por Real Orden de 1874, El Jefe Político accedió
a la creación de un Hospital Municipal, que fue creado en la plazuela de los
Descalzos(22).
A las funciones que anualmente celebraba la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús acudían un gran número de cofrades y devotos.
Oradores sagrados ocuparon el púlpito de la iglesia de Jesús predicando en
sucesivos Miércoles de cuaresma y en riguroso orden los hechos más destacados
de la Pasión: Oración en el Huerto, venta, prisión de Jesús, bofetada, azotes,
colocación de la corona de espinas, cruz a cuestas, concluyendo todos estos
actos con el canto del “Miserere”, a excepción del último Miércoles que era
santo y al concluir la predicación, a las cinco de la tarde, se iniciaba la
procesión a las cinco de la tarde de Ntro. Padre Jesús y los demás pasos que
componían el desfile de ese día: Oración en el Huerto, Verónica, Señor atado a
la Columna, Señor de las Espinas, San Juan Evangelista, Bendita Magdalena. El
Jueves Santo a las ocho de la noche tenía lugar el sermón de la Pasión(23). La
procesión del Viernes Santo era organizada por la Cofradía de la Soledad que
tenía sus propios estatutos y actuaba ajena a la otra Cofradía.
En Noviembre de 1846 los hermanos de la Cofradía
de Ntro. Padre Jesús Nazareno acuerdan llevar un distintivo en los actos
públicos a los que asistan, éste consistirá en un escapulario con la imagen de
Nuestro Padre Jesús llevando la cruz a cuestas, estampada en tafetán, color
morado y en el reverso una inscripción (N.P.J.N.)(24).
El 28 de marzo de 1847, las Cofradías de Ntro.
Padre Jesús y la Soledad acuerdan organizar las procesiones y las funciones
religiosas en común, pero aún habría que esperar un año para la unión de ambas
cofradías. Todas estas reuniones tenían lugar en la sacristía de la iglesia de
Jesús. Se solicita al Ayuntamiento ayuda económica ante la precaria situación
de la población a raíz de la Desamortización para las funciones religiosas(25).
La Cofradía de Ntro. Padre Jesús organizaba la
procesión del Miércoles Santo y la de la Soledad, el Viernes Santo. En Junta
celebrada el Domingo de Ramos, 28 de marzo de 1847, se avienen a que la
procesión que hace la Cofradía de Ntro. Padre Jesús el Miércoles Santo asistan
los hermanos de la Soledad con sus insignias, estandarte y seis velas;
participando también éstos, en la procesión que el Viernes Santo hace la de la
Soledad. Y que los hermanos de ambas Cofradías asistan a los actos religiosos
que en la Semana Santa se celebran en el templo de San Francisco, siendo uno de
ellos el Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento y Soledad, el Viernes
Santo(26).
Los pasos que salían en la procesión del
Miércoles Santo: Oración en el Huerto, la Verónica, el Señor atado a la
Columna, el Señor de las espinas, Jesús Nazareno, la Magdalena, San Juan y la
Soledad(27). El recorrido procesional era el siguiente: De la calle Encarnación
a la calle Nueva, en dirección a la plazuela de San Miguel, subía por la calles
Sofraga y Sillerías hasta la Plaza Mayor, en donde daba la vuelta alrededor de
la misma, seguidamente bajaba por las calles Carnicerías y Herreros hasta el
templo de San Francisco, en donde concluía. Las imágenes eran trasladadas el
Jueves Santo a la iglesia de Jesús, después de sermón de Pasión.
En el año 1848, se agrega la Cofradía de la
Piedad a la de Jesús, considerando además que la imagen de la Virgen de la
Piedad se venera en la iglesia de Jesús, desde la destrucción de su ermita con
motivo de la invasión francesa de 1809(28). Desde entonces, la divisa de la
Piedad iniciará el desfile procesional del Miércoles Santo junto con el
estandarte de la Cofradía de Jesús. Atendiendo a los beneficios que producían
los miembros de la Cofradía de la Piedad a la de Jesús Nazareno, se acordó que
en obsequio y culto a la Virgen se haga una fiesta el domingo siguiente al día
de la Asunción de Ntra. Sra. el 15 de agosto(29).
El día 5 de febrero de 1848 se unen las
Cofradías de Jesús y la Soledad(30), que se habían reorganizado aún con mayor
fuerza que antes de que fueran extinguidas con motivo de la Desamortización. En
el siglo XIX, la Cofradía de Ntro. Padre Jesús adquirió algunas imágenes que
vendrían a sustituir a otras homónimas que se encontraban en mal estado de
conservación, como es el caso de la imagen de San Juan.
En 1923 cesó el culto en la iglesia de Jesús. Su
retablo fue depositado en la parroquia de San Francisco. Un año después, la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús fue reorganizada bajo el título de Cofradía de
Jesús del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad, que obtenía el título
posesorio de la iglesia de Jesús ante el Juez de Primera Instancia don Rufino
Gutiérrez. De esta manera el espíritu cofradiero de Trujillo conoció una
renovación espiritual, intensificando los cultos a sus advocaciones titulares.
Tras una tímida paralización de las procesiones
de Semana Santa en los años 30, volvieron las imágenes a las calles, aumentando
el recorrido de las mismas de acuerdo con el ensanche de la población. Sin
ninguna duda podemos asegurar que una de las épocas más brillantes de las
procesiones de Trujillo fue la que corresponde a la década de los cincuenta, no
solo por la brillantez que adquieren entonces los desfiles procesionales sino
por el número de personas que se reune en los cultos que se realizan en la
parroquia de San Francisco.
En los sesenta, por el contrario, suponen cierto
retroceso de las procesiones de Trujillo. La emigración desvinculó de la ciudad
a muchas personas tradicionalmente ligadas a la Cofradía del Santo Sepulcro y
Ntra. Sra. de la Soledad. Algunas imágenes dejaron de salir en procesión, tal
es el caso de San Juan o la Bendita Magdalena. Parte de la juventud vive el
síndrome del Mayo del 68 parisino. Influye también, la creación de nuevos
barrios en todo ello, con la consecuente desvinculación de las familias a sus
antiguas parroquias.
En los años ochenta se inicia una recuperación
de cofradías y desfiles. En el año 1984 se funda la Cofradía de San Juan y un
año después se actualiza la Hermandad del Cristo del Perdón con la renovación
de sus estatutos (fundada en el año 1952). En el corto espacio de dos años irán
surgiendo nuevas cofradías en Trujillo que se sumarán con sus hermanos de paso
y luz, imágenes, estandartes y bandas de música, a los desfiles procesionales.
De esa recuperación fueron protagonistas un buen número de personas jóvenes que
se incorporaron a las tareas cofradieras. Al mismo tiempo que se alejaba el
miedo, vivido en los setenta, de tener que dejar en el templo, por falta de
hermanos de carga, alguna imagen.
En el año 1992, se crea con renovadas ilusiones
la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Trujillo que tiene
encomendada la tarea de la organización de las procesiones de Semana Santa. Se
reanudan los famosos pregones en la voz carismática de don Agustín Villanueva,
que habían decaido en los años setenta parejos a las procesiones, y la Cofradía
de Ntra. Sra. de las Angustias editan nuevas guías y carteles. En la
actualidad, estas cofradías y hermandades han llevado a cabo la loable labor de
restaurar sus imágenes e influyen decisivamente en la brillantez de los
desfiles procesionales.
ESTUDIO ARTISTICO DE LAS IMAGENES PROCESIONALES
1.- DOMINGO DE RAMOS
Este paso, conocido popularmente como “La
borriquita” sale en procesión el Domingo de Ramos. Es imagen de Olot adquirida
por la parroquia de San Martín en 1952.
2.- ORACION EN EL HUERTO
Es una obra un poco alejada del dramatismo con
que los evangelistas describen esta escena, ésta se halla inundada de serenidad
y calma, quedando marcada por ese ángel de apolínea belleza, en contraste con
la figura más pequeña de Cristo, cuya cabeza se alza, elevando los ojos hacia
el cáliz.
Fue adquirida en el año 1917 en un taller
valenciano para incorporarla a las que ya salían en procesión. La iniciativa
partió de la familia Blázquez Mediavilla que la donó a la parroquia de San
Francisco para tal fin. Este paso ha sido restaurado en 1992 en el Taller de
Restauraciones Artísticas de Trujillo.
3.- CRISTO AMARRADO A LA COLUMNA
Es, probablemente, obra de hacia 1678, realizada
por algún discípulo del taller madrileño de Pedro Alonso de los Ríos, imitador
tardío de Gregorio Fernández. Esta imagen es semejante al Cristo atado a la
Columna del Convento de las Bernardas del Sacramento. Es obra de buena calidad
artística, con líneas serenas, modelado de sobrio realismo y ampuloso paño
anudado a la cadera. El artista ha sabido expresar en esta imagen de Trujillo
el gusto popular por lo emotivo como cauce de expresión religiosa. Esto
justifica también la tendencia realista que se manifiesta con gran crudeza. Es
evidente la acentuación de los valores puramente formales y la fuerza con que
está tratado un tema de tanta hondura dramática.
Es obra anónima de la escuela castellana del
siglo XVII. Perteneció a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús y se veneró en la
iglesia de Jesús. Hoy es propiedad de la iglesia parroquial de Santa María la
Mayor y se encuentra en su filial San Francisco.
4.- CRISTO CAUTIVO
Vulgarmente conocido como “Cristo de
Medinaceli”, por exponerse en besapiés el primer Viernes de marzo, a imitación
del célebre Nazareno madrileño. Esta imagen sustituyó en el siglo XIX a una
notable obra artística de Jesús Nazareno, del siglo XVII, que aún se conserva en
la iglesia de San Francisco, aunque en muy mal estado de conservación. Esa
imagen del Nazareno era la titular de la iglesia de Jesús en la que se daban
cita la mayor parte de imágenes procesionales de la Semana Santa, antes de que
cesara el culto en ella.
5.- “JESUS NAZARENO”
En nuestra nomenclatura piadosa reservamos el
título de Jesús Nazareno a las representaciones de Cristo cargado con la cruz,
camino del Calvario, aunque en sí mismo el apelativo sea en cierto modo
gentilicio por haber vivido Jesús en Nazareth.
La figura de Jesús Nazareno, que se conserva en
el Convento de San Pedro de Trujillo, obra del siglo XIX. Fue donado al citado
Convento por los hermanos Vázquez, del capital que debían(31). Es una imagen
que invita a la profunda y participativa conmiseración y delata los carismas de
su anónimo autor, que estaba formado evangélicamente para ejecutar esta obra
con acierto.
6.- CRISTO DEL PERDON
Recibe culto en la iglesia parroquial de Santa
María la Mayor, en la capilla de los Loaisas. Es obra de la segunda mitad del
siglo XVIII, presentando paño de pureza anudado al lado derecho, y rostro
doliente, bien tallados los huesos y las venas. Se halla dentro de la línea
barroquizante del realismo del siglo XVIII, aunque éste es moderado, dotado de
una expresión patética pero sin extremismos, de modelado correcto.
Esta obra no aparece documentada en los libros
de fábrica de la parroquia, es muy probable que se trate del mismo Crucificado
que estaba en la dehesa de los Quintos de Bobadilla. Esta dehesa fue propiedad
de la iglesia de Santa María, hasta el 23 de junio de 1800. En dicha fecha se
vendió al conde de Torres Arias y Marqués de Santa Marta en 930.000 reales. En
esta dehesa había una ermita en la que era muy venerada una imagen de Cristo
crucificado(32).
7.- NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS
Este notable grupo escultórico procede de la
iglesia de Jesús y fue trasladado a la parroquia de San Francisco, en cuyo
retablo mayor fue colocado, cuando cesó el culto en aquélla iglesia.
Es obra de fina ejecución y gran nobleza. Es un
conjunto escultórico de exquisito realismo, según el tipo de Alejandro
Carnicero, de mediados del siglo XVIII.
8.- SAN JUAN
Perteneció a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno que lo adquirió en 1884 para sustituir a otra imagen del siglo XVIII
que se encontraba en mal estado de conservación. La efigie antigua de San Juan
fue entregada a doña Paz Orellana, en atención a los beneficios que esta señora
estaba haciendo a la Cofradía de Ntro. Padre Jesús(33).
La imagen de San Juan formó el Calvario junto a
la imagen de la Soledad y la Magdalena, y con el Cristo de Limpias, que
actualmente se encuentra en la sacristía de San Francisco, retirado del culto.
9.- CRISTO YACENTE
Es una de las imágenes titulares de la Ilustre
Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad. Esta talla moderna, de
los talleres de Olot, fue donada a la Cofradía por doña María Guillén Cano en
el año 1923. El modelado del cuerpo es de una gran belleza plástica, que se
concentra en la cabeza, de honda expresividad, pero sin concesiones a
efectismos dramáticos de facilón realismo. Presenta rasgos bien definidos de
una cabeza noble, ojos sermicerrados, boca entreabierta, con los cabellos y la
barba extendidos en cuidados mechones.
Esta imagen vino a sustituir a una talla de
principios del siglo XVII, castellana de bastidor, obra del último tercio del
siglo XVII, que se conserva en el coro alto del Convento de San Pedro. Es
propiedad de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad.
Está retirada del culto.
10.- OTRAS IMAGENES
En este apartado vamos a estudiar el resto de
imágenes que en otras épocas formaban parte de las procesiones de la Semana
Santa y que en la actualidad se conservan en templos y conventos de la ciudad.
Tal es el caso de la Magdalena, imagen de
tambor, que solamente tiene talladas la cabeza, manos y pies. Es obra del siglo
XIX, fue adquirida por la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno(34). Esta
imagen podía venerarse hasta los años 60 en un retablo que había en el muro de
la Epístola de la parroquia de San Francisco, y procedía de la iglesia de
Jesús. En la actualidad se encuentra en el coro de la citada iglesia de San
Francisco.
En el convento de San Pedro se conserva una
imagen de Ntra. Sra. de la Soledad. Es obra de estimable factura del último
tercio del siglo XVII, de bastidor, tiene talladas la cabeza, las manos y los
pies. Estuvo en la iglesia de Jesús. Con motivo de la Desamortización, se
extinguieron las Cofradías de Ntro. Padre Jesús y Ntra. Sra. de la Soledad, que
fue reorganizada algunos años después(35).
La imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor, de
estimable factura y expresivo realismo, es obra castellana del primer tercio
del siglo XVIII, llegó al monasterio de San Miguel de Trujillo en el año 1836.
Procedía del extinguido Convento de la Encarnación, hoy conocido como Colegio
de la Salle.
Culminando la Semana con el Domingo de Pascua,
conocido a nivel nacional. Las mujeres visten el traje típico de pastora y los
hombres el traje de pastor o el típico pañuelo rojo, bailan y entonan en la
Plaza las tradicionales canciones compuestas por el poeta trujillano “Goro”,
con música del grupo “Claveles”, canciones como el famoso “Chíviri”.
Los trujillanos y trujillanas tienen su forma
peculiar de festejar este acontecimiento. Ataviados con el traje regional, o
con un pañuelo rojo al cuello, muchos de ellos, sobre todo los niños,
acompañados por un cordero o un cabrito; se reúnen en la Plaza Mayor que se
viste de un gran colorido y mucha alegría. Comienzan los acordes y todo el
mundo canta y baila canciones populares que han ido pasando de padres a hijo
durante generaciones. Desde hace pocos años este festejo ha comenzado a
celebrarse desde el sábado a las doce de la noche, aunque el gran colorido de refajos,
corpiños, pañuelos, aderezos...lo disfrutamos el domingo a partir de las doce
de la mañana.
Ya saben, como dice la canción si quieren “pasar
un buen rato, como Trujillo no hay nada”.
En Mayo se celebra las fiestas al patrón de
Trujillo, el Cristo de la Salud, en la ermita de San Lázaro. La fiesta
religiosa se basa en la novena y en la fiesta que se celebra el primer domingo
de mayo y que consiste en una popular y ancestral puja de objetos donados al
Cristo y la Misa Mayor.
La feria de junio en Trujillo era importantísima
a nivel nacional, incluso se la menciona en la popular zarzuela “Luisa
Fernanda”, según han ido pasando los años ha ido perdiendo toda su celebridad.
No obstante, han surgido con gran ímpetu la Feria Agroganadera, construyéndose en
Trujillo el Mercado Regional de Ganados, y la Feria del Queso, otorgándose a
Trujillo el privilegio de tener la “Feria Nacional del Queso”.
La fiesta de mayor tradición que se celebra en
Trujillo es la Asunción de María, el 15 de Agosto. El centro festivo se
localiza en torno a la parroquia de Santa María la Mayor. Para conocer la
enorme trascendencia de esta festividad, hemos de remontarnos al 25 de Enero de
1232, fecha de la reconquista de Trujillo.
Todo el ejército cristiano aclamó a la virgen
con el título de la Victoria por patrona y especial abogada de la reconquista.
La mezquita árabe se purificó, alzándose sobre
un solar el majestuoso templo de Santa María, en donde se daba culto a la
imagen de Ntra. Sra.
Coincidiendo con estas fiestas, la barriada de
La Piedad celebrada también sus fiestas religiosas en honor a Santa María. Las
festividades lúdicas consisten en verbena, vaquilla del aguardiente y
actividades adaptadas a los niños: marionetas, juegos como la gynkana, etc...
Celebrándose las fiestas patronales en honor a
Santa María de la Victoria a finales de agosto, principios de septiembre.
Nuestra ciudad es uno de los solares de más
valiosa y sugerente riqueza monumental; vibran en sus viejas callejuelas, como
en parte alguna, las voces elocuentes de una casta señorial, aventurera,
luchadora y mística. Estas callejas fueron testigos mudos, en los años oscuros
del Medioevo, de una empresa militar y mítica que fue la base de nuestra
historia mariana, del tesoro artístico, histórico y religioso más importante
que conserva nuestra Ciudad, y que se corona como su columna vertebral, su
Patrona: la Virgen de la Victoria.
La participación de unos guerreros en la batalla
contra los árabes y su creencia en Ntra. Sra. como su salvadora fue crucial
para poder comprender la historia y la tradición de una ciudad que a lo largo
de los años fue la más importante de Extremadura y sus hombres cumplieron una
meta encomendada allende de los mares, convirtiéndose Trujillo en “Ciudad
Universal”.
El culto a la Virgen con el Niño se inició en la
parroquia de Santa María, bajo la advocación del Misterio de la Asunción. Fue
la imagen de mayor devoción en Trujillo, hasta el año 1531, fecha en la cual el
concejo acordó construir una capilla en el castillo para venerar en ella a la
imagen que ejecutara Diego Durán, de vara y dos tercios, bien dorada y lucida,
adornos que estuvieron a cargo de Antón Torino y Juan Notario. Esta imagen
sería la Patrona de Trujillo, la Virgen de la Victoria, estando colocada entre
las torres del castillo en el escudo de Trujillo. El hecho de situar a la
imagen de esta manera responde con la tradición que afirma la intervención
milagrosa de la Virgen en la conquista de la villa, pues se apareció entre dos
torres concediendo la victoria a las tropas cristianas. Es una imagen de gran
belleza, que muestra a la Virgen en pie, con el Niño desnudo en su izquierda;
tratada con formas blandas, constituye un buen ejemplar de arte renacentista.
En 1809, con motivo de la entrada de las tropas
francesas en Trujillo, D. Agustín Serrano, criado del Marqués de la Conquista,
escondió la sagrada imagen en el Palacio de la Conquista. En 1854 fue devuelta
la imagen de la Patrona a la fortaleza. En la festividad del año 1912, se
inauguró la nueva capilla del castillo, la obra fue costeada por el Excmo. Sr.
Marqués de Albayda. Coincidiendo con este hecho se quitó la policromía a la
imagen de la Patrona.
En 1921 fue fundada la Cofradía de Mujeres del
Stmo. Cristo de la Salud y de la Stma. Virgen de la Victoria, que será el
germen de la futura Hermandad “Virgen de la Victoria”.
El día 8 de marzo de 1944, se firmaban los
estatutos para el régimen y administración de la Hermandad de Caballeros de la
Stma. Virgen de la Victoria de Trujillo. La comisión la formaron don Rafael
García López, don Pedro Lozano Degea, don Manuel Gómez-Santana Diz, don
Valentín Pérez Palomino, don José María Muñoz Martín, don Galo de Santa
Eduvigis Rubio, don Sebastián Flores Tapia, don Damián Rubio Toribio, don
Mariano Montero Cabanillas y don Agustín Grande Candelo. También colaboró mucho
el entonces Alcalde don Julián García de Guadiana.
En 1950 se realizaron nuevas ampliaciones en la
ermita del castillo. Mientras tanto la imagen de la Patrona fue venerada en la
iglesia de Santiago.
El 18 de octubre de 1953, el Nuncio de S.S. en
España, el Eminentísimo Cardenal Cicognani colocó sobre las sienes de nuestra
Patrona la corona labrada por D. Félix Granda en Madrid, realizada con el
dinero y las joyas de todo un pueblo.
La ciudad de Trujillo ha profesado a lo largo de
los años una entrañable devoción a la Stma. Virgen, concretada en la advocación
e imagen de Ntra. Sra. de la Victoria, en cuyos orígenes se entremezclan la
historia y la leyenda. Cada trujillano llevamos grabados desde niños en la retina
del corazón la imagen maternal de nuestra Patrona. Recordar es volver a pasar
por el corazón algo acontecido previamente para recrear gratitudes y reavivar
amores.
GORO, EL CREADOR DE LAS COMPOSICIONES POPULARES
TRUJILLANAS
Gregorio Rubio Mariño, popularmente conocido
como “Goro” es el autor de la letra del “Chíviri” entre otras. Nació en
Trujillo el 30 de mayo de 1893, hijo de Gregorio Rubio Tercero y Sofía Mariño
Jiménez. Se casó con Justa García Parra el 28 de abril de 1917. Murió el 30 de
julio de 1965.
Fue redactor de LA OPINIÓN (periódico local que
ya no existe) y corresponsal de ABC, por lo que se le ofreció un homenaje en el
año 1931.
Las poesías y coplas de Goro reflejan el sentir
, el vivir de su época; las costumbres son relatadas con humor ; algunas de sus
coplas se han convertido en canciones populares, de ellas la más conocida el
por supuesto el Chíviri, canción que ha dado nombre a esta fiesta popular
declarada de interés turístico. Poesías dedicadas a carnavales, a política, a
la patrona de Trujillo, nuestra Virgen de la Victoria,...nos pasean por los
años 20, 30, 40 y 50 haciendo revivir el pasado, siempre con humor y alegría.
En el pleno del Ayuntamiento de Trujillo, el 28
de febrero de 1978, se adoptó el acuerdo de solicitar la concesión de una calle
a su nombre, siendo concedido por el Excmo. Gobernador Civil de Cáceres el 21
de junio de 1978.
En 1982 recibe un homenaje póstumo por la
Comisión de Carnavales.
____________
NOTAS
(1) AZCARATE RISTORI, J. Mª de: “Las Ordenes
Militares y el Arte”. Actas del Simposio: El Arte y las Ordenes Militares.
Cáceres, 1985, p. 27. Sobre la participación de las Ordenes Militares en la
Reconquista, véase LOMAX, D. W.: La Reconquista. Barcelona, 1984, p. 153.
(2) PALACIOS MARTIN, B.: Alfonso VIII y su
política en la frontera de Extremadura. A.E.M. 1989, p. 160. Ya, en la primera
reconquista de Trujillo por parte del ejército cristiano, en 1186, el rey
Alfonso VIII la había entregado a la Orden de Trujillo, nacida expresamente
para la defensa de esta plaza. MONTAÑA CONCHIÑA, J. L.: La Extremadura
Cristiana. Memoria de Licenciatura, Cáceres, 1990, p. 38.
(3) Vid. sobre la existencia del franciscanismo
en Trujillo. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. en
Trujillo. Cáceres, 1991.
(4) Fuero concecido por el rey Alfonso X el 27
de julio de 1256, 1-1-5-1, fol. 123, num. 33. Archivo Municipal Trujillo.
(5) Libros de Cuentas de las citadas parroquias.
Cit. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio histórico artístico de la iglesia parroquial de
Santa María de Trujillo. Cáceres, 1989.
(6) Archivo Municipal de Trujillo, 1-2-70-95, 2
fols.
(7) Archivo Municipal de Trujillo, 1-1-14-154-8,
fols. del 13 al 15.
(8) Ordenanzas de la Cofradía de San Martín,
erigida para caballeros, en la parroquia de este mismo nombre en Trujillo. 8
fols. 1-2-72-10. Archivo Municipal de Trujillo.
(9) TENA FERNANDEZ, J.: Trujillo histórico y
monumental. Alicante, 1967, p. 522.
(10) Fue Carlos III, en el año 1777, el que
prohibió los disciplinantes y todo tipo de mortificación sangrienta en
cualquier procesión penitencial.
(11) TENA FERNANDEZ, op. cit., p. 523.
(12) La inauguración del Concilio tuvo lugar
bajo el pontificado de Lucio III, quien hace convocatoria para 1545 y 1546. Es
este Papa el que mediante bula autoriza la celebración del Descendimiento en
Bercianos de Aliste (Zamora). Arch. Parroq. Es el primer dato escrito sobre
esta costumbre. Siguiéndole el resto de poblaciones en los años finales del
siglo XVI.
(13) Sobre la práctica del Desclavamiento véase
a DOMINGUEZ MORENO, J. Mª: “La Crucifixión y el Desclavamiento en el norte de
Cáceres”. Antropología Cultural en Extremadura. Mérida, 1989, p. 143.
(14) Contrato y Concordia entre la Cofradía de
La Caridad y la de Nuestro Padre Jesús, 1674. Archivo Municipal de Trujillo.
(15) Contrato y Concordia entre la Cofradía y
Hospital de la Santa Caridad y la Cofradía de Jesús de Nazaret, 11 de enero de
1674. Francisco Márquez, escribano. Arch. Municipal de Trujillo, fol. 1.
(16) Archivo Municipal de Trujillo, 1-4-157-9,
13 fols. Traslado a 11 de enero de 1671.
(17) Acta de sesiones del Ayuntamiento, 24 de
diciembre de 1707. Arch. Municipal de Trujillo.
(18) Dictámenes enviados al Consejo de Castilla,
23 de abril de 1789. Archivo Histórico Nacional. Sala de Gobierno de Castilla,
leg. 827.
(19) Archivo Municipal de Trujillo, Legs. 240 y
244, Acuerdos del 1 de julio y 5 de agosto de 1709.
(20) Es muy explícito el fol. 1 del Libro de
Bautismos, 1809-1833. Arch. Parroquia de Santa María. También, hay varios
libros en el Arch. Municipal de Trujillo que recogen la situación precaria de
la población tras la invasión francesa. Leg. 444. Acuerdos, 1842, fol. 138.
Leg. 962. Libro 3. MADOZ, P.: Diccionario geográfico-histórico de España y sus
posesiones en Ultramar. Madrid, 1846, t. XV, pp. 169.
(21) A.D.H. Leg. 56. Bienes Nacionales.
Expediente de ventas núm. 202.
(22) Sobre las vicisitudes que tuvo que pasar el
Hospital de la Caridad véanse varios documentos existentes en el Archivo
Municipal de Trujillo. Leg. 469. Libro de Acuuerdos de 25 de marzo de 1867,
fol. 30 y vº; Leg. 1215, libro 3. Expediente de subasta para la reedificación
de parte del edificio del Hospital Municipal de Trujillo.
(23) Desde el año 1847 comenzó a predicarse el
Jueves Santo en la iglesia de San Francisco. Con anterioridad, se celebraba en
la madrugada del Viernes. Pero, al cometerse muchas irreverencias en la noche
del Viernes, se cambió al día anterior. Libro de Acuerdos de la Cofradía de
Ntro. Padre Jesús, 1847, fol. 8. Arch. Parroquial de Santa María de Trujillo.
(24) Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846, fols. 1 y 5 vº.
(25) Arch. Municipal de Trujillo, leg. 449.
Acuerdos del 12 de marzo de 1847, fol. 21.
(26) Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fol. 13.
(27)Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fols. 15 y 16.
(28) Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 7 de enero de 1848, fol. 20 vº. Archivo
Parroquial de Santa María de Trujillo.
(29) Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 14 de febrero de 1876, fol. 99.
(30)Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846-1884, fol. 11 y 22.
(31)RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los
conventos de la T.O.R.F. de Trujillo. Cáceres, 1991, p. 81.
(32) Cláusula que se encuentra en el Libro Misas
de Difuntos, 1707. Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo.
(33) Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 27 de febrero de 1884, fols. 135 y 137 vº.
(34) Libro de Acuerdos y Concordias de la
Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846-1884, fol. 11 y 22.
(35) Acuerdos y Concordias de la Cofradía de
Jesús de Nazaret. Arch. Parroquial de Santa María de Trujillo.
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