El paraje
arqueológico de El Cercal, Andarromero (Trujillo, Cáceres)
Al sur de Trujillo, a 4.500 metros de su Plaza Mayor, flanqueado
al levante a 3 km por la cañada real del puerto de Miravete y al poniente por
el cordel de Montánchez, que cruza el río Magasca por el llamado puente del
camino la Cumbre se encuentra el paraje de El Cercal, Andarromero (39º 25,24'
51'' latitud norte y a 5º 54,04' 32'' de longitud oeste y a 492 m de altitud).
El sur de este paraje está delimitado por
este río Magasca, y el norte por el arroyo del cercal, en la ribera norte de
este arroyo, nos encontramos con una interesante resbaladera, que cuenta con un
pequeño abrigo decorado con cazoletas, y a escasos 20 m el Convento franciscano
de los Arcabuces. Relacionamos la peña resbaladera con los ritos de fecundidad.
Se trata de una peña que ofrece una superficie
lisa e inclinada, entre los 25º y los 40º. En esa superficie se observa una
acanaladura, que mide 30 cm de ancho, que es la huella del desgaste por roce
producida al haberse resbalado miles de veces por esa superficie de la peña.
Esta acanaladura es el elemento que caracteriza las “peñas resbaladeras”, pues
permite identificar el rito practicado en ellas, para el que se aprovecha la
altura y la inclinación de la pared, cuyo uso prolongado ha producido esa
acanaladura. Este
tipo de peñas está relacionado con un rito de fecundidad que antiguamente
practicaban las mujeres para casarse o para tener hijos.
En un afloramiento granítico hemos
encontrado una epigrafía de Toncatius, en el lado oriental del paraje y en el
centro de la misma, junto a una pared de piedra que delimita un pequeño camino
de norte a sur desde el río hasta unirse pasado el arroyo Cercal con un cordel
secundario denominado de Solanilla, y que nace del de Montánchez una vez
cruzado el puente de La Cumbre, finca que colinda al oeste con la que versa
nuestro estudio[1].
En algunas paredes de la cerca, próxima al cancho que presenta en epígrafe
romano hay embutidos ortostatos, presumiblemente de un dolmen destruido y que
se encontraba en la zona. El antropónimo
Tongatius o Toncatius es muy raro en la
epigrafía
peninsular. Con sorda solo se conoce un testimonio más, procedente de la
localidad de La Encina (Salamanca)4; y, con sonora, tenemos dos casos,
localizados en las freguesías portuguesas de Idanha-a-Velha (Idanha-a-Nova,
Castelo Branco)y Moncorvo (Bragança)[2].
Nosotros localizamos otro epígrafe con este antropónimo Tongatius depositado en
la Fundación "Xavier de Salas" de Trujillo[3],
nombre que se repite en la regio
Turgaliensis. Por la fórmula funeraria completa se fecharía en el siglo I o
en el II d. C.
En la misma cerca encontramos numerosos
restos de habitabilidad, como tégulas y otras piezas; así como en el
afloramiento cuarcítico junto a la inscripción, unas rocas que presentan
numerosas cazoletas. Además de estos restos y de la resbaladera, un convento franciscano en la cercana finca de
los Arcabuces y también restos de columnas y un ara empotrada en una de las
construcciones de la finca norteña a esta de El Cercal.
Este territorio
perteneció a la provincia de Roma conocida como Lusitania, desde que
finalizaron las guerras lusitanas, cuya capital era Emérita Augusta
(Mérida), que se
fundó en el año 25 a.C, sobre el río Anas. Desde aquí partían calzadas importantes, por ejemplo la
que iba hacia Toletum (Toledo) pasando por Turgalium. Según manifestaciones del padre Fidel Fita y
estando de acuerdo con él, es probable que los antiguos habitantes de Turgalium pactasen con los romanos, no
llegando de esta forma a luchar contra ellos. Los romanos respetarían la
primitiva población indígena, romanizándola después, y gozando de esta forma de
los favores del pueblo invasor, por tanto si esto sucedió así Turgalium sería
una de las ciudades federadas de la Hispania.
Trujillo y su territorio es el antiguo Turgalium romano, nombre de
raíz celta. Es la denominación
latina del topónimo correspondiente al primitivo castro indígena. Los
diferentes testimonios epigráficos y funerarios son prueba fehaciente que la Turgalium prerromana se convirtió,
durante la ocupación romana, en una prefectura de cierta importancia, al igual que lo fue Montánchez como cabeza de
la prefectura Mullicense que junto a la de Mérida formaban los tres grupos del
municipio romano. Augusto integra Turgalium
en la nueva capital de Lusitania como prefectura.
En los escritos del agrimensor Higinio[4], se cita
a la regio turgaliensis, juntamente con la regio Mullicensis, como prefecturas
de Emérita. El territorio de Turgalium
estuvo muy densamente poblado, sobre todo en la porción meridional, donde se
han reconocido un total de veintidós asentamientos, con restos constructivos y
epigráficos que parecen confirmar la
existencia de villas, agrupadas en la zona de mejor calidad de tierras. La
ocupación del terreno parece realizarse
en fechas tardía, no anterior al siglo III de Era, y el patrón de asentamiento
romano está basado, en toda la lógica, a partir de las tierras de mejores
recursos agrícolas y comunicaciones fáciles, dado que el campo era la base
vital y económica, los romanos introdujeron métodos muy perfeccionados de
cultivo. La prosperidad que trajo la romanización se tradujo en ricas villas,
como la asentada en Casillas, una importante explotación agrícola y ganadera
que se autoabastecía. La presencia romana queda atestiguada por numerosos
epígrafes localizados en el término municipal de Trujillo. A partir del año 69, Vespasiano dio un gran paso
en el proceso de romanización al conceder el derecho de ciudadanía latina a
todos los habitantes de la Península Ibérica, facilitando de este modo el que
los hispanos pudieran acceder a un cargo público. En el siglo
III d. C. los germánicos saquearon la provincia a su paso, algunas
ciudades fueron fortificadas con murallas. La fortaleza turgaliense como
podemos observar por su cimentación ciclópea ya existía en épocas prerromanas,
con la Pax de Augusto se restaura el viejo oppidum. En el
siglo IV el Anónimo de Ravena[5]
cita a Trujillo como Turcalion; en el
Itinerario de Antonino de Mérida a Zaragoza por Toledo: Mérida, Lacipea,
Rodacis, Turcalion, Lomundo, Augustobriga, Lebuna y Toletum. Esta vía no pasaba
por Jaraicejo al puerto de Miravete (camino creado por los árabes para unir
Trujillo con Albalat en el Tajo).
En el siglo V, los romanos
abandonaron las ciudades y villas, con la invasión de los alanos y suevos.
El paraje objeto de nuestro estudio ha
sido habitado desde el Calcolítico hasta la construcción del convento de los
Arcabuces en los primeros años del siglo XVI, donde los frailes del Capucho
eligieron este territorio para construir y asentarse en un convento construido cerca
de un cordel. Entre los frailes extremeños más importantes
que llevaron a cabo la Reforma, el mas representativo de todos es sin duda fray
Juan de Guadalupe (nació en Guadalupe en 1450), que profesó en el Real
Monasterio de Guadalupe como religioso jerónimo y a los pocos años pasó a la
Orden Franciscana, donde se distinguió como reformador, lo que le llevó a Roma
para proponer al Papa una profunda transformación de su orden[6]. El no
quería estar sujeto al Provincial de Castilla. Tal dependencia, a su modo de ver, los llevaba fatalmente de
la mano al más absoluto anquilosamiento. Mientras permanezca sometidos a un
Provincial, todo les será supervisado y fácilmente con criterios opuestos,
cualquier Superior poco amigo de
novedades puede impedirles aquellos
rigores y estrecheces y, los Conventos
de Castilla a los frailes reformistas, mezclándolos con los otros y deshaciendo
de un golpe la naciente obra.
Desde el convento de Ntra.
Sra. de los Ángeles en Robledillo de Gata emprendió camino a Roma. El 25 de
Septiembre de 1496, se presentó ante el Santo Padre. Mediante la Bula Sacrosanctae
Militantis Ecclesiae[7], por la
que Alejandro VI accedía a casi todas sus peticiones, podía edificar una casa en absoluta pobreza, vivir
en ella con seis compañeros, y admitir novicios con tal que prometieran
observar la Regla de San Francisco en su mayor rigor y aspereza, pudiendo usar
hábito vil y despreciable, con capucho acuminado, tal como lo llevo el Serafín de la Verna. Y sobre
todo –esto era lo más importantes – quedaban exentos de los Prelados de la
Orden, tanto Conventuales como Observantes, sujetos tan solo al Ministro
General de Roma.
El 27 de Febrero de 1497
consiguen los Prelados de la Orden un decreto del Pontífice[8],
prohibiendo bajo pena de excomunión a los frailes de la Observancia al paso al
movimiento secesionista del religioso extremeño. Equivalía esto a cegar de un
golpe el manantial de donde iba a brotar la corriente mas abundante de
frailes con que nutrir la reforma. Pero,
no se paró fray Juan de Guadalupe y conseguido el permiso pontificio se
trasladó al reino de Granada, donde fundaría varios eremitorios regulados por
una regla estricta que le enfrentaría con los frailes observantes de su propia
orden. En 1497, el Arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, también
franciscano, viendo en peligro la unidad interna de la orden, prohibió a fray
Juan de Guadalupe fundar más conventos, por lo que éste se marcharía a
Guadalupe para seguir su obra reformadora con nuevas fundaciones franciscanas.
Pero, no se paró ahí, tras
muchos esfuerzos y tentativas, logra por su mediación la Bula Super familiam domus ([9]), fechada
en Roma a 25 de Julio de 1499, en virtud
de la cual queda facultado para recibir, no ya seis, sino cuantos
religiosos precise -tanto de la
Conventualidad como de la Observancia –
los cuales deben pedir licencia a sus Superiores en señal
de respeto, pero podrán pasarse a
los Guadalupenses aunque les negaran
dicho permiso (petita licentia, licet
non obtenta ). Se le concede , además, el título de Custodio a Fray Juan de Guadalupe, confirmándolo en la
sola sujeción al Ministro General, y quedando la reforma perpetuamente garantizada por el derecho que
se otorga a sus frailes de elegir
sucesor, con idénticos privilegios, al fallecimiento de aquel. Aquel era, sin duda, el más importante documento
dado por el Papa en muchos años a la
Orden Franciscana. En la Bula no se menciona
ningún lugar determinado al que deba adscribirse la fundación, sino que
deja libertad para escoger sitio y
ocasión propicios.
Fray Juan de Guadalupe
deseoso de abrir conventos en Extremadura, se pone en contacto con el prelado
diocesano en Plasencia, este le informa que otro franciscano natural de
Valencia de Alcántara –llamado fray Pedro de Melgar y Bobadilla- quiere fundar
un convento en Trujillo, y fray Juan de Guadalupe se pone en contacto con él[10]. Fray
Pedro de Melgar estuvo primero algún tiempo en la Provincia franciscana de Santiago, pero añorando
su patria chica, marcho a Plasencia
donde contaba con buenos amigos que le ayudaría a realizar
su intento. En efecto, Don Gómez
Fernández de Solís, Don
Juan de Chaves y Don Álvaro de Hinojosa, sus valedores , se dirigen en Febrero
de 1498 al Romano Pontífice suplicando
facultad para edificar un convento
franciscano en las proximidades
de Trujillo, que se deseaba poner en
manos de religiosos dispuestos a vivir la Regla
de San Francisco con toda su pureza , sin usar de privilegios y mitigaciones[11].
Conseguida la licencia de Roma pusieron
mano a la obra y en poco menos de
un año quedaba rematada la edificación.
Pero, surge un problema
espinoso y molesto. El Concejo
trujillano estaba resentido
con los nobles placentinos por no
haberle dado cuenta de nada, además los frailes de la Provincia de Santiago
trataran de impedir que
Fray Pedro de Melgar
y se pusiera al habla con las autoridades de Trujillo, el caso es que
éstas acuden al Romano Pontífice
con una súplica: pretenden que el Santo
Padre autorice la creación
de un Convento de
franciscanos Observantes en la villa, y faculte al Obispo
de Plasencia para que, mientras
se construye , proporcione a
dichos frailes alguna
casa con iglesia , cementerio,
claustro, dormitorios, refectorio y huerta, que
pueda haber deshabitada en el recinto o en sus contornos . La jugada
era magnifica: el nuevo Convento
estaba ciertamente sin habitar
como recién terminado, pero no se hace ninguna mención de él; conseguido el permiso, el Concejo,
Gobernador y el pueblo en pleno pedirían
que fuesen Observantes los
frailes que llegaran , y de este modo
la tentativa de los nobles
placentinos y de Fray Pedro
quedaría sin efecto.
La Provincia, sin embargo,
los protege, pendiente el asunto de Roma, es cuando llega Fray Juan de Guadalupe a Trujillo y se
instala con la reducida comunidad en
dicho Convento el día 24 de Marzo de
1500, festividad de la Anunciación y le dieron por titulo el de Nuestra Señora
de la Luz[12]. Los primeros
religiosos que acuden son Fray Juan Pascal, el celebre predicador
Fray Ángel de Valladolid , Fray
Sebastián de Paris , Fray
Miguel de Córdoba y Fray
Francisco de Fregenal, de los
primeros como columnas fundamentales
de la Descalcez. Fray Juan
Pascual será el hábil diplomático, valedor de San Pedro de Alcántara. De momento no creen oportuno
redactar unas Constituciones minuciosas. En todos alientan
una misma idea y es su
espíritu el que conviene vivir , condicionado a experiencias subsiguientes
la redacción definitiva de
Estatutos . Eso si , por unaminidad se comprometen a guardar
la regla franciscana en su mas
estricta interpretación .
Vestirán , como autentico pobres , un
simple saco con remiendos
por todo habito , Irán totalmente
descalzos , y resucitaran el capucho
angulado que llevo San
Francisco y que abandono la Orden
en tiempos ya de San
Buenaventura[13]. Y así
nacieron en la Alta Extremadura estos frailes del Capucho a quienes
podemos admirar como
propulsores de las cuatro grandes
reformas en que se asienta
el Renacimiento franciscano del siglo XVI.
El 24 de Marzo de 1500 quedó
instalada la Comunidad en el
Convento de Nuestra Señora
de la Luz junto a
Trujillo, autoridades y
pueblo habían acudido
al Romano Pontífice con una
petición engañosa para atentar
contra ellos, movidos sin duda
por la fuerte presión de la
Provincia de Observantes de Santiago. La Bula “Piis fidelium votis”[14],
fechada en Roma a 31 de Octubre del mismo año, accedía generosamente
a las peticiones cursadas y , aunque
el Papa estaba bien ajeno
de que con ella pudiera
perjudicar a la naciente reforma , lo cierto es que los Observantes de Santiago
tomaran pie de la misma
para gestionar la expulsión
de los frailes del Capucho y adueñarse del Convento.
Se inicia un duro
enfrentamiento entre ambas partes, Fray
Juan de Guadalupe y los suyos disponen
resistir en el Convento trujillano
cuanto sea posible , pero es preciso
ver la manera de erigir otros Conventos para
el caso de que fuesen arrojados
de la casa madre[15], tales
como los conventos de Villanueva del
Fresno, al que llamó Convento del Santo
Evangelio , otro en Salvaleon; el
de Nuestra Señora de la Luz de Moncarche
junto a Alconchel , y el de
Arroyo de Mérida con titulo de la Madre de Dios . El propio fray
Francisco Jiménez de Cisneros, confesor entonces de la reina católica, y la
misma Isabel de Castilla vieron con desconfianza la división entre los
franciscanos provocada por el frailes extremeño, escribiendo al Cardenal de
Santa Cruz, el también extremeño natural de Plasencia Bernardino de Carvajal,
para que instara al Papa que revocara los permisos de fundación y reforma de la
Orden de Fray Juan, que llegó a ser procesado por Cisneros en el año 1505 por
su contumacia. En septiembre de dicho año moría en Roma cuando esperaba obtener
de nuevo el beneplácito papal[16].
La
descalcez franciscana se inició en Extremadura en 1500. Pretendía –tal y como
hemos estudiado- el retorno al espíritu y la letra de la Regla de la Orden tal
como la escribió el Seráfico padre San Francisco y mandó observarla en su
Testamento, sin dispensas pontificias. La orden franciscana, desde su aparición
en Extremadura hasta el siglo XVI, dependía de la Provincia de Santiago de
Compostela. Sólo a finales del siglo XV se empiezan a levantar algunos
conventos de la Custodia de los Ángeles, fundada en 1489 y elevada a provincia
en 1517, en tierras extremeñas que dan su obediencia al provincial de Castilla
y después al ministro de la Provincia de los Ángeles.
Los
franciscanos proyectaran las dos tendencias de concebir la espiritualidad que
marcarían en la Orden: la conventualidad y la observancia, que en 1517, por disposición
del papa León X, solicitada por la Orden, quedaron admitidas como dos órdenes
distintas: de los frailes menores conventuales y Orden de los frailes menores
de la observancia de San Francisco. Dentro de la Observancia surge la reforma
más importante de la orden: la descalcez franciscana promovida por fray Juan de
Guadalupe en 1500 y que será continuada por San Pedro de Alcántara en 1557.
Surgiendo eremitorios en los descampados (viene de eremus, desierto).
Extremadura será el centro de la descalcez, siendo sus principales conventos el
de Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo, Ntra. Sra. de la Luz en Moncarche
–Alconchel- y Montesión en Salvaleón. Considero que el convento que vamos a
describir situado en la finca de los
Arcaduces de Trujillo es un convento franciscano descalzo por sus
características arquitectónicas, elementos constructivos, ubicación, período de
construcción y porque su estructura cumple con las disposiciones de las
ordenanzas provinciales para los descalzos[17]. Además,
un dato importante, en los mojanos cercanos se conservan restos de molduras con
el típico cordón franciscano.
Los
frailes edifican el conventito en la misma tierra de Trujillo a escasos
kilómetros del de Ntra. Sra. de la Luz, en la finca pública de los Arcabuces,
próximo a un riachuelo y en la encrucijada de dos cañadas. He estudiado las
investigaciones llevadas a cabo por Juan Bautista Moles, fraile que nació en
Nápoles en 1542 y vino a España en 1557, llegó a Coria con la familia del Duque
de Alba, que fue su gran valedor. En los conventos de San Miguel de Plasencia,
Coria y Belvis, tuvo acceso a la documentación franciscana de los siglos XV y
XVI, dejándonos su Memorial de la
Provincia de San Gabriel que editó en 1592[18].
En
Trujillo se había fundado el convento de descalzos en 1500 aprovechando una
ermita existente como capilla conventual bajo la advocación de Nuestra Señora
de la Luz (en la iglesia de San Francisco se conserva la talla románica de la
Virgen con el Niño), cuando la provincia de San Gabriel era solo la custodia
del Santo Evangelio. Pero este convento fue destruido por los padres de la
familia de la Observancia durante las luchas contra los Descalzos y no se había
intentado reedificar después ([19]). Los
descalzos sí intentarían hacer una nueva fundación dentro del casco urbano.
Para conseguir más fácilmente la autorización se intentaba disfrazar la
fundación de simple traslado del convento cercano de San Juan Bautista de la
Viciosa a Trujillo, pero tropezó con la negativa del Ayuntamiento, según las
Actas Capitulares ([20]), hecho
que no se consiguió hasta 1603. Cuando doce principales de la ciudad de
Trujillo se dirigieron al padre General provincial reunidos en Capítulo
Provincial de Las Brozas, ofreciéndoles su apoyo y con beneplácito del obispo
de Plasencia D. Pedro González de Acevedo, que les cedió la ermita de Santa
María Magdalena, extramuros, pero junto a al ciudad para la fundación del
convento. El día 26 de enero de 1603 tomaban los frailes posesión de la dicha
ermita de manos del obispo y en nombre de la Provincia Fr. Andrés de Plasencia,
antiguo Provincial y actual Definidor, los moradores de esta casa fueron los
frailes del convento de la Viciosa que vinieron, clausurándose entonces el otro
convento([21]). Pero, qué
lugar ocupa el convento de nuestro estudio situado en la finca de los
Arcabuces. Si en 1506 abandonan el convento de la Luz. En el capítulo 2, pp. 16
vº nos refiere lo siguiente tras la visita que realizó fray Pedro de Melgar a
Roma ante el Papa para solicitarle licencia para construir conventos: “El Papa concibió en su ánimo deseo de
favorecerlos, teniendolos como verdaderos hijos del glorioso padre nuestro san
Francisco, de quiera era devotisimo, y asi mismo de toda la orden, les dio
nuevas letras y Breve para que de nuevo edificasen casas y fuese custodia como
de antes, haciendo della prelado al religioso varon fray Pedro de Melgar,
autorizando todo lo que el ministro general avia hecho y confirmando en
custodio al sobredicho. El qual contentisimo se volvio con sus compañeros a
España y llegados a sus casas (conventos) hallaron que los padres observantes
les avian derribado las casas de junto a Truxillo, Villanueva y Salvaleon. Por
lo qual se recogieron en nuestra Señora de la Luz, y la de Trujillo no osaron
reedificarla por aver en la dicha ciudad convento de la orden (se refiere al de
la Luz)”.
Este
dato es crucial, dado que el convento de la Luz se funda en 1500 y se destruye
en 1506, que el convento de la Magdalena no se funda hasta 1603 –tal y como
hemos estudiado-. ¿Dónde habían vivido fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de
Melgar con los otros frailes descalzos en los años finales del siglo XV.
El
único convento franciscano descalzo que existía masculino en Trujillo podría
haber sido el de la finca de los Arcabuces, y sería el que encontró fray Pedro
de Melgar destruido por los Observantes cuando llegó a Trujillo y tuvo que
refugiarse en el de la Luz, que había sido fundado en 1500-, tal y como nos
refiere Juan Bautista Moles. Hemos de tener en cuenta que son los frailes
Observantes y no los Descalzos los que vivían en el Hospital de la Caridad y se
trasladaron al convento de San Francisco en Trujillo en el solar de la mezquita
extramuros, según la Crónica de la Provincia de San Miguel de la Orden
Franciscana escrita por fray José de Santa Cruz en 1671 y según las provisiones
reales en los primeros años del siglo XVI y Facultad
de Fernando el Católico para que el Concejo de Trujillo pueda dar al guardián
del convento de San Francisco 50.000 marvedíes para comprar el solar de la
Iglesia y Huerta de dicho convento. En Segovia a 21 de agosto de 1505[22].
El
convento está situado en la vertiente de un pequeño cerro que rebaja en su
descenso hacia un riachuelo, lugar agreste. El convento no tiene grandes
dimensiones, está construido con gruesas paredes de mampostería, utilizando
escasamente la piedra sillar en los dinteles y jambas de las puertas de acceso
al mismo y a la huerta, las columnas del claustro y las escasas ventanas y
rosetón que aún se conservan.
Se
accedía por una puerta en el lado Sur que aún conserva el hueco de la tranca,
se encontraba en el interior la portería, seguidamente en el lado Oeste estaban
las celdas que aún conservan las ventanas pequeñas, estrechas hacia el exterior
–son en forma de aspillera, sin rejas ni puertas y su estrechamiento servía
para evitar que penetraran las distintas alimañas del campo- , y al otro lado,
el de profundis y el refectorio. De frente al pasillo de la entrada principal
(porque existió otra entrada Norte) estaba el claustro formando un cuadrado que
tenía –a disposición de las basas que aún se conservan como testigos- tres
columnas por cada lado, los arcos debían ser de medio punto. Próxima al
claustro en dirección Oeste estaba la sacristía pequeña y la capilla,
conservando aún un sencillo rosetón, de magnífica factura. En dirección Este al
claustro estaba la cocina –existe un pozo cegado- y otras dependencias. En el
huerto existen dos piezas de granito que pudieran haber sido fregaderos
primitivos con su desagüe. Frente al convento se encontraba el huerto del
convento, que aún conserva su magnífica entrada. Todo con la máxima sencillez y
materiales pobres para que “en nuestros
edificios resplandezca toda pobreza, aspereza y vileza”[23]. En
estos conventos franciscanos el arte grandioso brilla por su ausencia, la
grandiosidad hay que buscarla en la sencillez. La legislación de Villacreces y
de los Descalzos era clara a ese respecto “ninguna
pared de las casas, aunque sean fuertes, sean de cantería labradas, y toda
madera de la casa sea tosca y no labrada a cepillo”[24]. Otras de las ordenanzas hacían
referencia a las medidas que debían tener las dependencias, que en este
convento trujillano se cumplen totalmente, recogemos de fray Martín de San José
las siguientes ordenanzas para los descalzos del siglo XVI: “Ordenamos que las casas que de aquí en adelante se tomasen, sean
pobres y pequeñas, queremos que las iglesias sean pequeñas, que no tengan de ancho más de ocho pies y de
largo tres tantos, y no se tenga respecto a los que puedan venir a ellas para
que por eso se hagan mayores, salvo si sus moradores tuviesen cerca nuestras
casas y no tuvieran iglesia… El cuarto a donde ha de estar el refectorio y los
demás de la casa, tenga ocho pies a lo menos de ancho y nueve a lo más. Y en
ellos se reparta la sacristía, portería y una enfermería…Los tránsitos de toda
la casa, bajos y altos de las celdas, tengan tres pies y medio de ancho. ..En
los altos de estos cuartos se hagan celdas y sean de siete palmos de vara y las
camas de siete pies…, los atajos y tabiques sean de ladrillo o adobes (aún se
conservan entre las piezas de mampostería múltiples ladrillos). Tengan todas
las piezas alacenas con puertas (en los muros existen los vanos de las
alacenas, concretamente en la dependencia que hemos considerado como cocina y
en las celdas).. Ninguna casa tenga más de ocho celdas y las puertas tengan dos
pies de hueco y seis de alto y los cuartos desde el suelo hasta el maderamen
pies y medio, y siete a lo más. La iglesia tenga de alto lo mismo que la casa,
porque sea toda cuadrada y de un alto”[25].
[1] Agradecimiento a don Francisco Pérez Solís y a don Manuel Martín Avís.
[2] Almeida, Justino Mendes de e Ferreira, Fernando Bandeira, «Varia epigraphica», Revista de
Guimarães 76, 1966, 339-358, nº 17.
[3] Véase nuestro trabajo en Esteban Ortega, Julio y Ramos Rubio, José Antonio: "Un Tongativs en Trujillo (Cáceres)". Ficheiro Epigráfico, suplemento de Conimbriga, 163, inscripción 637, Coimbra, 2018.
[4]
Véase la obra de Salvador Oyonate (ed), Higinio
el Agrimensor. El establecimiento de los límites, ed. Aceab, 2015, 38. El establecimiento de ciertas regiones de
Mérida puede derivar de la división provincial realizada por Augusto entre el
16 y el 13 antes de nuestra era. La frontera entre las nuevas provincias de
laBaetica y laLusitania estaban
fijadas por el ríoAnas el Guadiana (Plinio.Natural Historia., 3, 1, 6; 4,
22, 11), lo que hubiera podido significar perder
paraEmeritaAugusta la parte meridional de su territorio; situación
que hubiera podido ser resuelta por laconcesión de prefecturas en este sector.
Otras prefecturas han podidoexistir desde el primer periodo de organización del
territorio emeritense, como la prefecturaTurgaliensis (Trujillo), donde se
asentaron veteranos con la primeradeductiorealizada por P. Carisius,
paralelamente a la fundación de la colonia, alrededor del 25 a. C.
[5] Conocido también popularmente como Ravennate, es un texto compilado por un cosmógrafo cristiano, manejando documentación de siglos anteriores.
Añade al Itinerario
de Antonino nuevos nombres de ciudades o "mansiones" (lugares con
posada) nacidas posteriormente y seguramente tuvo la misma fuente de
inspiración que la Tabula Peutingeriana, aunque a veces el
Anónimo de Rávena incluye datos más completos que la Tabula. Vid. Sagredo San Eustaquio,
2006.
[6]
Hipólito Amez Prieto: Los Descalzos de San Francisco en Extremadura desde fray
Juan de Guadalupe a San Pedro de Alcántara, en “San Pedro de Alcántara, hombre
universal”. Congreso de Guadalupe, 1997, pp. 113-222.
[7] Bullarium Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris
Observantiae Discalceatorum (
[8] Op. Cit., p. 15-18.
[9] Ibídem, tomo I, part. I, págs. 20-25.
[10] Fr. Juan Baptista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel
(Madrid, 1592), cap. X, fol. 42 v.
[11] Waddingo: Annales Minorum. Tomo XV, año 1498, pá. 167.
[12] Fundado en 1500
y destruido en 1503. Ramos Rubio, José A: "Aportaciones documentales del
convento de Ntra. Sra. de la Luz de Trujillo". XXI Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo entre los días 22
al 27 de septiembre de 1992.
Ramos Rubio, José A: "Ntra. Sra. de la
Luz en Trujillo. Orígenes y proyección del franciscanismo en Extremadura".
Revista Guadalupe, 1991, núm. 709,
pp. 24-27.
[13] Zacharias Boverio: Annales Fratrum Minorum Capuccinorum
(Lugduni, 1632), tomo I, p. 34. Waddingo, op. Cit, tomo I, pág. 47 y tomo VII, pág. 95.
[14] Bullarium Discalceatorum, op. Cit., tomo I, part. I, pp. 26 ss.
[15] Fray Juan de Santa María en su
Chronica de la Provincia de San Joseph (Madrid, 1615) y a Fray Juan de San
Bernardo: Chronica de la vida admirable
del s. Padre Pedro de Alcántara (Nápoles, 1667).
[16] Gonzaga: Crónica General Latina. Part. I. pág. 62. y Waddingo, op. cit., tomo V, pág. 257.
[17] Véase Francisco de Madrid: Bullarium Fratrum Minorum Sancti Francisci
strictioris Observantiae Discalceatorum. Madrid, 1744, t. I, p. 7. Juan de
Trinidad: Crónica de la provincia de San Gabriel de frailes descalzos de la apostólica
orden de los menores y Regular Observancia, de nuestro Seráfico padre San
Francisco. Sevilla, 1652, cap. XLIX, lib. 2, p. 450. Angel Uribe:
“Espiritualidad de la descalcez franciscana”, en Archivo Iberoamericano, 85-86, 1962, p. 148. Martín de San José:
Primera parte de la historia de los padres descalzos franciscanos, Arévalo,
1644, libr. I, cap. 6, pp. 36-39.
[18] Juan Bautista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel, 1592. Reproducción facsimilar por Publicaciones de Archivo Ibero-Americano, colección Crónicas Franciscanas de España. Madrid, editorial Cisneros, 1984.
[19] Trinidad, en su Crónica de la Provincia de San Gabriel, op. cit., I. c. 735.
[20] Barrado Manzano, A: "Algunas Actas Capitulares", A.I.A., 79 (1960), pp. 350-354.
[21] J. Trinidad, op. cit.,tomo I, c.
737.
[22] Archivo Municipal de Trujillo. 1-2-70-1.
[23] Uribe, Ángel: Espiritualidad de la descalcez.., op.
cit., p. 148.
[24] Uribe, op. cit., p. 148. Juan de
Santa María: Crónica de la provincia de
San José. I parte, libr. I, cap. VIII, fol. 45.
[25] Martín de San José: Primera parte de la Historia de los padres
descalzos franciscanos. Arévalo, 1644, libro I, cap. 6, pp. 36-39.
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