Los diferentes usos de un edificio trujillano: de convento y
cátedra e estudios a Colegio Preparatorio Militar.
Aprobada la Orden dominicana por
el Papa Honorio III el 22 de diciembre de 1216, los primeros dominicos no se
establecieron en Extremadura hasta la segunda mitad del siglo XV[1].
No cabe la menor duda que el
edificio conventual de Trujillo y el solar donde fue erigido, ha sufrido todas
clases de venturas y desventuras, desde que el Concejo trujillano ofreció los
terrenos para que los frailes Dominicos levantaran su Convento en los prados
extramuros de la Ciudad, ya que se preveía que hacia allí se extendería la
población, siglos XIV y XV, y efectivamente así fue. En el siglo XIV el
Berrocal estaba densamente poblado y el pequeño convento que los Dominicos
levantaron en el sitio conocido por Papanaranjas, en 1466 (en tiempos del rey
Enrique IV y del obispo de Plasencia cardenal Juan de Carvajal)[2],
dedicado a Santa Catalina, fue transformado y se trasladaron en 1489 al solar
ofrecido por el Concejo trujillano que aportó cuantiosas cantidades para la
construcción del nuevo Monasterio e Iglesia, entre los años 1500 y 1525[3]
aportaron más de 300.000 maravedíes, llegando a contar hasta con 32 religiosos
en el nuevo cenobio[4]. Con las
aportaciones recibidas por el Concejo y vecinos de la ciudad se pudieron
ejecutar las obras poniendo el convento bajo la advocación de Nuestra Señora de
la Encarnación[5]. Entre
los años 1490 y 1525 se desarrollaron las obras más importantes de construcción
del nuevo edificio conventual, dirigiendo las mismas el maestro cantero Alonso
Dávalos[6]
y en las que también intervino García de Secadura[7],
que ya había realizado trabajos en la calzada lindera de los prados de la
esquina de la Encarnación[8].
Alonso Dávalos fue un maestro de cantería muy activo en la primera mitad del
siglo XVI en Trujillo realizando obras urbanísticas importantes para el Concejo
pavimentando varias calles, la ejecución de la calle del Cañón de la Cárcel[9]
y las Casas del Concejo junto con sus parientes Gómez Dávalos y Hernando
Dávalos[10];
así el Caño de los Prados[11],
las Fuentes de la Añora y Chica[12];
y en poblaciones comarcanas como el puente sobre el río Magasca en la Crtra.
Badajoz en 1512[13].
Importante foco de atracción fue
la calle entre la Plazuela del Espíritu Santo y el Convento de la Encarnación,
que así lo llamaron los Frailes Dominicos y a pesar de que en Trujillo existían
seis monasterios a finales del siglo XV: San Francisco el Real, Santa María,
San Pedro, Santa Isabel, San Francisco y Encarnación, este fue el que atrajo la
atención de los municipios de aquellos tiempos, prueba de ello que en acuerdo
del Concejo de 13 de abril de 1581, se ordenó el paso (la calle) desde San
Andrés hacia la Encarnación. A los Dominicos se les concedió la antigua
Sinagoga Judía, para que bajo su protección se fundara el Convento de Monjas,
bajo la advocación de Santa Isabel. También en 1571 el Prior de la Encarnación
predicó el día de Ntra. Sra. de Agosto, señalándose así la buena disposición de
la Ciudad hacia estos frailes, y reconociéndoles los beneficios que estaban
proporcionando a Trujillo. La fama de este Convento estaba reconocida en todo
el Reino y en pocos años fue tan grande su aportación a la vida cultural de la
Ciudad que trascendió hasta la Corte y
en 1619, Felipe III, a su paso hacia Portugal para jurar en las Cortes de
Thomar, firmó el acta de constitución de la Cátedra de Artes y Oficios
generales. Tanto el Obispo Placentino
Fray Francisco Lasso de Vega que terminó a sus expensas la iglesia
conventual[14], como
el también Obispo de la misma Diócesis Pedro González de Acebedo, contribuyeron
con grandes cantidades al sostenimiento de la labor cultural que se estaba
impartiendo por los Dominicos. De aquí salieron insignes alumnos, preparados
para integrarse en las más celebradas Universidades, después de recibir la
sobresaliente instrucción que impartieron Dominicos eméritos: Fray Felipe de
Meneses, catedrático en Alcalá de Henares, Fray Diego de Chaves, Fray Pedro
Xaque, Fray Vicente Valverde, que acompaño a Francisco Pizarro en la conquista
del Perú y otros.
El padre Barrado Barquilla ha
localizado un libro manuscrito de 77 hojas en el Archivo dominicano de la
Provincia de España ubicado en el convento salmantino de San Esteban, consiste
en el Libro de Profesiones del
Convento de la Encarnación de Trujillo donde aparecen inscritos desde el 11 de
marzo de 1537 todos los profesos (sus
padres y origen o procedencia), priores,
provinciales y maestros de la orden. El libro finaliza el 12 de octubre de 1759
con la profesión de fray Francisco Cavallero que profesó ya en San Esteban de
Salamanca[15].
La fama adquirida por los
frailes en su convento trujillano atrajeron a él, ilustres personajes que le
beneficiaron con sus ayudas y privilegios, tanto eclesiásticos[16],
reales[17],
municipales[18] y
particulares[19],
llegando algunos de ellos a elegir este lugar para sus enterramientos: Gonzalo
Pizarro, Luis de Chaves el Viejo[20] -al
que los monarcas católicos le encomendaron una misión muy
concreta pero difícil: mantener para la Corona la ciudad de Trujillo-; en Julio de 1738 el Obispo placentino Don Fray
Francisco Lasso de
la Vega y Córdoba,
recibió tierra en
la Iglesia de
la Encarnación en la
sepultura que a
sus expensas había
mandado construir junto
a las gradas
del dicho Altar
Mayor y que
fue cubierta por
una lápida preparada
también por él . No
encontré dato alguno
referente al traslado
de sus restos
desde este lugar
sagrado al Convento
de San Pablo
en Sevilla, lo
cual él había
mandado se hiciera
en tiempo oportuno
por su testamento; en 1759 Isabel
María de Orellana y
Tapia, hija de Antonio
de Orellana y
Tapia y Brianda
Bejarano y Girón,
que había también sepultado en
la Capilla del
Rosario. En el mismo
recinto sagrado yacían
los restos de
Francisco Javier de
Serna, viudo de
Ignacia Alvarez de
Toledo, hijo de Esteban de Serna. Su sepultura estaba dos pasos afuera
de la Capilla del Cristo de la buena muerte.
Monumental
conjunto conventual. Posee un templo de nave única con crucero y pares de
capillas laterales en ambos lados de la nave. El interior de la iglesia está
cubierto con cañón con lunetos, elevándose sobre el crucero una amplia cúpula
hemiesférica sobre pechinas.
En el
presbiterio[21] destaca
un retablo mayor de un cuerpo con tres calles separadas por columnas compuesta
con fustes imitando mármoles, obra de don Félix Granda, ejecutado en 1920 y en
el que se encuentran imágenes de la Virgen de la Consolación o de la Correa, de
Santiago Apóstol y de Santa Margarita, realizadas por el mismo artífice en
madera policromada. Sobre el retablo, en un tondo sobre el muro, hay una
pintura que representa el Misterio de la Anunciación, obra del francés Carlos
Baruteau, de 1920.
Destaca
en el exterior la fachada de los pies, presentando arco de medio punto con
alargadas dovelas, adornándose la clave con jarra de azucenas y las enjutas con
relieves de la Anunciación, en el friso hay una inscripción: A DOMINO FACTUM
EST ISTVD SALVVM FAO POPULVM TVVM DOMINE ET BENEDI HEREDITATE TVAE. En el
frontón de remate figura un escudo de España. Flanquean la puerta dos vanos
alargados de medio punto, en el segundo cuerpo de la fachada se abren tres
vanos adintelados, el central coronado por frontón sobre el que se sitúa un
óculo.
En la fachada de los pies se alza
la torre, de planta cuadrada y tres cuerpos separados por impostas; en el
cuerpo superior se horadan huecos de medio punto para las campanas, uno en cada
frente.
El
edificio conventual contó con obras pictóricas, escultóricas y retablos
renacentistas[22], ya
desaparecidos o trasladados y ubicados en otras parroquias cuando se produjo el
proceso desamortizador. Extinguidos los frailes más radicalmente que las monjas
dominicas y antes que éstas, los primeros depositaron algunas de sus cosas en
los monasterios de sus hermanas, gracias a lo cual se salvaron hasta el día de
hoy. Poniendo orden en la Crónica inserta en el Nuevo Libro de Profesiones
abierto en 1854, leemos que el 20 de Mayo de 1852 se traslada al convento de
San Miguel la imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor. Esta imagen había sido
traslada por primera vez desde el convento de los dominicos al de las dominicas
en 1835, cuando los frailes, un año antes que sus hermanas, tuvieron que
abandonar su convento de La Encarnación. En 1848, estando las monjas en
Plasencia la imagen fue llevada al convento de los observantes. Y ahora, en
1852 las dominicas la reclaman y la consiguen de parte del Gobernador D. Juan
Sánchez. “Y se trasladó a dicho convento [de San Miguel] con todo aplauso y
solemnidad, con acompañamiento y música, todo costeado y compostura del altar
por el P. Vicario fray Fausto Corrales, de la misma Orden e hijo de la Encarnación
de Trujillo”[23].
A pesar de su clausura las
monjas estaban atentas a las devociones más queridas de los trujillanos o al
menos de los fieles que acudían frecuentemente a la iglesia conventual. Sin
duda ésa debe ser la razón de algunos cambios de imágenes realizados ese mismo
año. Se renovaron algunas pinturas y la imagen de Nuestra Señora del Mayor
Dolor “se trasladó de su altar a la Capilla mayor, a más veneración y respeto”[24],
bajando a la del Rosario a la capilla del Mayor Dolor. En el presbiterio había
un retablo de madera carente de todo valor y en centro estaba el camarín de
Nuestra Señora del Mayor Dolor, atribuido a la escuela de Gregorio Fernández.
La interesante talla de La Dolorosa, de expresivo realismo, obra de la
escuela castellana del primer tercio del siglo XVIII[25].
En dos cuadritos pequeños junto a la imagen reza lo siguiente: “Los señores
obispos, de este obispado, D. Lorenzo Igual de Soria y D. Carillo Mayoral han
concedido cada uno destos señores 40 dias dindvlgencia rezando vn Padre Nº y vn
ave Mª delante desta imagen del Mayor Dolor”. En otro cuadro: “El Yllmº y Revmo. D. F.
Franco Laso de la Vega y Córdova, Concedió 40 días de indulgencia rezando un
pntro y Ave Maria delante de esta Sta. Imagen de N. S. Del Mayor Dolor. El
Ilmo. y revmo. Sr. Dn. F. Rodrigo Antonio de Orellana. Obispo de Ávila
visitando esta capilla en 25 de agto. De 1818. Concedió por si y otros dos
Sres. obispos con quienes estaba Convenido para este efecto 120 días rezando
una Salve delante de esta Sta Imagen. Yten 40 días rezando un Responso por la
intención de S.Sª Yllma en esta Capilla. El Yllmo y revsmo. Sr. Dn Cipriano
Varela, Obispo de Plasª concedió 40 días
de indulgencia rezando una Salve”. Esta imagen se veneraba en la
iglesia de la Encarnación de los Dominicos –como ya hemos indicado- y se
conocía como Virgen del Mayor Dolor. Cuando los religiosos tuvieron que
abandonar su convento, fue trasladada al Monasterio de San Miguel, juntamente
con la llamada de la Encarnación y la del Santísimo Cristo que hoy mismo se
venera en la iglesia de San Miguel. Es obra del escultor Bartolomé Fernández
Jerez, uno de los más destacados artistas en la Alta Extremadura en la primera
mitad del siglo XVIII[26]. Un Decreto del obispo de
Plasencia don Francisco Lasso de la Vega otorga licencia a los parroquianos
para costear la pieza a partir del propio caudal de la parroquia y de las
cofradías del Buen Nombre de Jesús, el Santísimo Sacramento, el Cristo del
Desamparo y Ntra. Sra. del Mayor Dolor. La cantidad librada durante el período
1731-1735 ascendió a la cantidad de 2.186 reales de vellón[27]. Curiosamente, este
prelado en el tiempo que ocupó la sede placentina (1721-1728) terminó a sus
expensas la iglesia de los dominicos de Trujillo donde estaba colocada la
imagen del Mayor Dolor, continuó la obra de los tres lienzos del claustro,
sacristía y biblioteca, ordenando, además, que si muere en Plasencia sea
enterrado en el convento dominico de San Vicente, pero si la muerte ocurriera
en Trujillo, como así fue el 14 de julio de 1738, manda que se le entierre en
el convento de la Encarnación de dominicos de Trujillo[28]. En su epitafio se hace
mención a la imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor, y que esta obra y altar
fueron ejecutados por él; Citamos textualmente: “D. O. M. S. Aquí yace
nuestro amado hermano el Sr. D. Fr. Francisco Laso de la Vega y Córdoba, hijo
ilustre de la Religión Guzmana, de quien esta casa se gloría ser madre: obispo
de Ceuta y de Plasencia, el cual dando cuanto tenía a los templos y
menesterosos, quedó pobre; y finalmente quiso posar en este lugar a la vista de
la imagen de la Virgen nuestra Señora, cuyo altar había erigido, mandando que
en cualquier parte donde le cogiese la muerte, fuesen trasladados sus huesos a
esta casa y sitio, por lo que esta pobre comunidad, agradecida al hijo que la
enriqueció, aún no queriendo él, le consagró este monumento, así que la gloria,
la fama y el honor unidos, llevara su memoria hasta los cielos
quedando en la tierra mas que sombra y polvo. Murió el día 14 del mes de julio
del año del Señor de 1738” [29].
El artista se ha
esmerado en el modelado cuidadosamente, paños amplios y elegantemente
dispuestos, de una elegancia algo rebuscada, que se manifiesta en los plegados
sobrios que huyen de la línea recta para quebrarse en curvas y diagonales; sin
embargo, las manos y la cabeza responden a un recio realismo, ponderado en la
expresión de emociones. El artista une a estas características cualidades puramente plásticas, cual su
predilección por una silueta esbelta y ceñida, y un modelado muy expresivo
ennoblecido por la policromía, revelando un espíritu barroco. También, del
convento de la Encarnación procede la Virgen titular que se encuentra en
clausura en el cenobio de dominicas de San Miguel, imagen de bastidor del siglo
XVII.
Y,
concretamente, en la iglesia parroquial de San Martín de la misma ciudad se
conserva en una capilla del muro del Evangelio un magnífico retablo barroco de
la primera mitad del siglo XVIII, procedente del convento de la Encarnación[30],
en el que unos lienzos representan imágenes de Santo Domingo, San Vicente
Ferrer, Santo Tomás y San Buenaventura, acompañando a una imagen moderna de la
Virgen del Rosario. En el banco, cuerpo y remate se exhiben lienzos y en los
extremos del remate escudos episcopales de los mecenas. El retablo está
coronado por un lienzo figurando el abrazo de San Francisco y Santo Domingo
ante la Cruz.
En el
Convento de la Encarnación tuvo su sede la cofradía de Nuestra Señora de la
Soledad y de las Angustias y Dulce Nombre de Jesús[31].
los estatutos que fueron aprobados por el obispo don Pedro González Acevedo el
18 de febrero de 1609, pero su prólogo nos hace saber que su existencia es
anterior, pues fueron “enmendadas y añadidas de las ordenanças antiguas
según lo que a ssido más necesario proueer como la experiencia del tiempo lo a
mostrado que sea para honrra y gloria de Dios Nuestro Señor y de la Virgen
Sanctissima su Madre, abogada y patrona nuestra”.
Disponemos de varios testimonios que acreditan que su existencia es anterior al
año 1609, de los que vamos a exponer algunos ejemplos puntuales pero que son
suficientemente ilustrativos. El primero aparece recogido en el testamento de
doña Aldonza de Orellana, "beata en el monasterio de Santa María y de
la Magdalena, priora del dicho conuento", otorgado el 1 de agosto de
1583. Fundó una capellanía, y pidió que cuando falleciera además de los
cabildos mayor y menor, acompañasen su cuerpo sin vida la cofradía de Nuestra
Señora de la Soledad, por lo que su existencia es anterior a la citada fecha[32]:
"Primeramente encomiendo mi ánima a Dios Nro Señor que la crió y
rredimio por su preciosisima sangre y pasión y si desta enfermedad muriere
mando que me entierren en la capilla deste dicho conuento y se halle presente a
mi enterramiento el cabildo mayor y menor desta ciudad. Yten mando se halle a
mi entierro la cofradía y hermandad de Nra Señora de la Soledad".
De igual forma resulta de la última voluntad de Francisca Jiménez, que era la
viuda de Andrés Montañez, que esta fechada el 23 de agosto de 1591, y que acordó
que cuando su cuerpo fuera inhumado en la iglesia de Santa María la Mayor,
estuvieran presentes los cofrades de la Soledad[33].
Otro ejemplo es el testamento de la también viuda María González, otorgado el
18 de marzo de 1594, al disponer que el día de su entierro fuera acompañado por
los miembros de la hermandad de la Soledad, al formar parte de la misma[34].
En el Convento de San Pedro se conserva esta imagen de la Soledad, obra de
estimable factura del último tercio del siglo XVII, de bastidor, tiene talladas
la cabeza, manos y pies[35].
Fue trasladada procesionalmente el 7 de mayo de 1846 a la iglesia conventual de
las Madres Jerónimas, provisionalmente. Pero, el sacerdote don Francisco
Navarro a instancias de don Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia, ordenó el
9 de abril de 1879 que fuera trasladada al convento de San Pedro de Trujillo,
el Viernes Santo después del sermón de la Soledad, para que fuese cuidada y
atendida por las franciscanas, quedando allí definitivamente[36].
La Guerra de la Independencia contra los franceses, inició la decadencia de
esta Fundación dominicana, y con ella del edificio, que empezó con sus
alternativas de decadencias y resurgimientos. En 1811 el ejército
inglés, alojado en edificios trujillanos, ocasionó importantes desperfectos,
siendo este Convento de los que mayores daños sufrieron, a pesar de que solo
dos meses duró la ocupación francesa en nuestra Ciudad, desaparecieron las rejas de las ventanas[37],
mobiliario y cuanto existía en sus bodegas y clases. Abandonado el Convento,
fue afectado por la desamortización de Mendizábal y en 9 de marzo de 1836 fueron vendidas su extensa huerta en
6.400 reales de vellón y edificio conventual y su Iglesia que valieron 56.250
reales. El edificio en aquella época fue solicitado en arrendamiento por la
Compañía de Jesús para Colegio de 2ª Enseñanza. El Ayuntamiento, sin duda
movido por los aires anticlericales de aquel entonces, negó la petición, sin
explicar claramente los motivos, privando a los trujillanos de los beneficios
culturales que hubieran proporcionado, la tan acreditada Compañía de Jesús[38].
Concedido a Trujillo por R. D. de
27 de febrero de 1888, uno de los cuatro Colegios Preparatorios Militares[39],
para ingreso en la Academia General, el Ayuntamiento ofrece y es aceptado este edificio
para tal fin, adquiriendo las ruinas del Convento y terrenos colindantes en
40.000 comprometiéndose también a realizar las obras necesarias para su
acondicionamiento, aprovechando como materiales, piedras del Humilladero, que
existió en el antiguo camino de Sevilla, a su entrada de Trujillo, y que
estaban por los suelos de las cercas que expropió el Ayuntamiento a D.
Aureliano Gª de Guadiana, levantando el edificio casi de nueva planta. Este
Colegio fue considerado como uno de los más relevantes y por sus aulas pasaron
personajes importantes de la milicia, que llegaron a alcanzar elevadas
categorías, destacando en otros el que fue Subdirector de la Academia General
Militar, D. Miguel Campins Aura, héroe de la guerra de África.
Uno de los problemas presente de manera
interrumpida en el Ejército español a lo
largo de todo el siglo XIX es, sin duda, el de la enseñanza. Las variaciones en
ella introducidas son constantes en su organización fue motivo de continua preocupación
para los espíritus reformistas, dadas su especial la trascendencia.
Pero los problemas que en este campo se planteaban no
obedecían sólo a los diferentes criterios que
para organizarla podían seguirse, sino, además, y de una manera muy
especial, se derivaban de la compleja situación política del siglo, en la que
el Ejército jugó un papel protagonista.
Desde la creación de las escuelas
oficiales, a raíz de la Guerra de la Independencia, hasta la aparición de la
Academia General Militar, ya en la Restauración, fueron muchas las etapas por
las que transcurrió la enseñanza militar, ajustándose a los más diversos
criterios. Desde 1850, cuando, por R. D. de 5 de Noviembre, se procedió a
la disolución del Colegio General
Militar, se constituyó el Colegio de Infantería, establecido en Toledo. Este
centro dependía directamente del Director General del Arma y sus estudios se
extendían a lo largo de cinco semestres, prolongados por dos de instrucción en
los Cuerpos en que se destinará a los Cadetes, con funciones de Cabo y
Sargento.
El Siglo XIX sería testigo en España
de la de la desaparición de una buena parte de nuestro patrimonio
arquitectónico religioso. Es a las consecuencias derivadas de la
desamortización eclesiástica de la primera mitad de siglo a quien hay que
achatar, en gran medida, este lamentable suceso. Sin embargo, la legislación
dimanada de la política desamortizada contemplaba la posibilidad de habilitar
los edificios religiosos abandonados para nuevos fines. Con ello, además de
solucionar el problema de la instalación de diversos servicios e instituciones
sanitarias, docentes, militares, etc., se abortaba el peligro de demolición
que, por ruina o circunstancias de tipo urbanístico, se cernía sobre las
centenarias estructuras de los edificios abandonados.
Vamos a ocuparnos aquí de uno de estos casos de
habilitación de antiguos conventos desamortizados en el siglo XIX,
concretamente de la readaptación del convento de la Encarnación, de Trujillo,
como centro de enseñanza preparatoria militar. Como veremos de los
Decimonónicos correrían diversa suerte en esta operación.
Por el Real Decreto de 27 de Febrero
de 1888[40], se dictaminaba la creación de
cuatro colegios preparatorios militares, con el objeto de proporcionar la
instrucción precisa para el ingreso en la Academia General Militar; al mismo
tiempo, los artículos 3º y 14º del mencionado Decreto regulaban la solicitud al
Ministerio de la Guerra de uno de los cuatro colegios a aquellas poblaciones
que disponían de local adecuado para su instalación.
Al poco tiempo de la publicación del
Real Decreto, el municipio de Trujillo insta a la Alcaldía para que eleve la
correspondiente solicitud[41]. Sin demora, se redacta el
expediente de petición de uno de los cuatro colegios preparatorios militares[42], para la confección del cual y
resolución de asuntos relacionados con la solicitud se nombraría una comisión
municipal especial. Razones de índole topográfica y estratégica, así como
higiénicas y climatológicas, hacían de Trujillo, según opinión de dicha
comisión, la ciudad ideal para el establecimiento de uno de aquellos colegios.
El Ministerio de Guerra, en vista de lo cual y antes de
dictaminar sobre el asunto, solicitaría del Ayuntamiento información acerca del
edificio disponible para la instalación, así como del proyecto de adaptación,
para comprobar si se cumplían las condiciones que exigía la Real Orden de 4 de
Abril de 1888[43]. Se interesaba, asimismo, el
Ministerio en averiguar si el Ayuntamiento podría disponer, lo antes posible,
de las ciento veinticinco mil pesetas que, para los primeros gastos de
instalación, había ofrecido el Municipio en el expediente de solicitud. Dicha
cantidad procedía de las doscientas cincuenta mil pesetas que el Gobierno le
había autorizado a retirar a Trujillo de sus fondos existentes en la Caja
General de Depósitos, procedentes del producto resultante de la inversión de su
bienes de propios desamortizados y enajenados. Tal exigencia ministerial se
debía al hecho de que la apertura de los colegios debía producirse el 1 de
Septiembre del mismo año.
A juicio del arquitecto municipal, el
edificio que mejores condiciones ofrecía para la instalación del colegio era el
antiguo convento de la Magdalena, situado en las afueras de la población. La
corporación se haría eco de tal elección y ordenará la redacción del proyecto,
el cual no se pondría nunca en practica, a pesar de que fuera aprobado por el
ayuntamiento y este constituyera una comisión especial, formada, entre otros,
por el marques de la conquista, en su calidad de senador del reino, para, desde
Madrid, presionar en favor de la concesión del colegio y aprobación del
proyecto.
Al mismo tiempo, se nombraba, por parte del ministerio, a
un ingeniero militar, con el fin de reconocer los edificios de que disponía
Trujillo para la instalación del colegio, ya que, además del mencionado
convento, destinado por la propia corporación trujillana, ante la situación en
que se encontraba[44], se especulaba también con la
posibilidad de que la habilitación se efectuara en otros locales[45], entre los cuales el ayuntamiento
recomendaba el convento de la Encarnación.
El resultado de la inspección seria favorable al edificio
recomendado por la alcaldía. La Real Orden de 8 de Octubre de 1888[46] autorizaba la instalación de uno de
los colegios preparatorios militares en Trujillo, a condición de que las obras
de adaptación del edificio estuvieran concluidas en Julio de1889.Los otros tres
colegios se establecieron en Zaragoza, Granada y Lugo.
El proyecto de conversión del
convento en colegio se redactaba pronto y era aprobado por la administración
municipal[47]. Por las mismas fechas, se
realizaban los trámites de compra del convento[48], que sería adquirido por la cantidad
de cuarenta mil pesetas y se solicitaba del Gobierno de la provincia, según
autorizaba el artículo 37 del R. D. 4 de enero de 1883[49], la declaración de excepción de
subasta, con el fin de ahorrar tiempo y poder cumplir con el plazo concedido
para la instalación del Colegio. Así pues, el Ayuntamiento contrataría
privadamente las obras de acondicionamiento del Convento.
A fines de 1888, las obras dan comienzo sin esperar la
aprobación gubernamental del proyecto. Estas obras iniciales serían aquellas
que no afectaban a la distribución o planificación general o las de las zonas
que, previsiblemente, no habrían de sufrir variaciones. Estos trabajos
resultarían ser el derribo de las partes ruinosas del edificio, como el
claustro[50] y parte de la iglesia, así como la
explanación y cimentación del terreno.
A medida que las obras avanzaban se
hizo preciso adquirir parte del terreno circundante al convento, “con el fin de
hermosear y dar mayor desahogo al Colegio Militar que se está construyendo en
dicho sitio y ceder lo sobrante para edificaciones urbanas”[51].
Para llevar esto a cabo se procedería a la expropiación de
dos cercas, propiedad de D. Aureliano García de Guadiana, que, al parecer,
también era propietario de parte del convento, concretamente de la iglesia.
El proyecto del arquitecto municipal
de Trujillo, Eduardo Herbás, era aprobado gubernamentalmente por la Real Orden
de 31 de Diciembre de 1888, aunque con la introducción de algunas
modificaciones, como la apertura de algunos vanos en el muro que separaba cada
uno de los dormitorios de la galería.
En Septiembre de 1889,se firma el
acta de entrega y recepción del edificio[52] y al mes siguiente el arquitecto
certifica la conclusión de las obras que, según el mismo funcionario municipal,
había supuesto un desembolso de cuatrocientas cuarenta y cinco mil setecientas
sesenta y ocho pesetas
con ochenta cuarenta y tres céntimos, lo que excedía en
algo más de cien mil pesetas al presupuesto original. Concluido el año de
garantía fijado en el pliego de condiciones, se procede a la recepción
definitiva de las obras[53], no sin antes entablarse disputa
entre el Ayuntamiento y los contratistas, con respecto al pago de la cantidad,
que superaba el presupuesto previsto por el arquitecto municipal en su
proyecto. El asunto se resolvería por vía gubernamental, en 1892, en favor de
los contratistas, obligándose al Ayuntamiento a abonar la cantidad adecuada[54].
Para su sufragar los gastos del
proyecto, la administración municipal solicitaría del Ministerio de la
Gobernación su permiso para poder retirar la Caja General de Depósitos
trescientas veinticinco mil pesetas, procedentes de la tercera parte del
ochenta por ciento del producto de sus
bienes de propios desamortizados .La intención del Ayuntamiento era la de
intervenir dicha cantidad en las obras del Colegio Preparatorio Militar y en
las de las instalaciones de la Sección de Caballos Sementales del Ejército en
él, también trujillano, convento de San Francisco, ya que tales
establecimientos habían sido concedidos estando el presupuesto ordinario en
ejercicio y era necesario disponer de ciento veinticinco mil pesetas para los
gastos iniciales derivados de la instalación del colegio.
Las operaciones de conversión del convento en centro de
enseñanza militar comprendían dos aspectos fundamentales: uno, la adaptación de
las dependencias monacales para diversos usos y otro, la construcción de unas
nuevas, que debían adosarse a la fábrica conventual.
La reforma y
ampliación del convento en la segunda
mitad del siglo XVI o las obras de
adaptación y habilitación, que se operan en el edificio a lo largo del siglo
XIX y desde la exclaustración de sus religiosos, compartimentaron la primitiva iglesia, cuya disposición y
estructura podemos deducir del plano mencionado. Sería esta una construcción
sencilla, de planta rectangular y una sola nave. En el siglo XIX aun conservaba esta iglesia las gradas de acceso al altar,
este y las pilastras de apoyo del arco de separación de la cabecera del resto
del templo; esta, como responde a la arquitectura religiosa cacereña del primer
cuarto del siglo XVI, era plana. La nave se articularía en tres tramos y no en dos desiguales, como
se representa en el plano. La compartimentación que, como acabamos de decir,
sufre esta iglesia se efectúa entre el primero y el segundo tramo de la misma.
Alrededor del claustro antiguo se ubicaban las distintas
dependencias conventuales, como el refectorio, que aparece en el extremo
oriental y que también seria compartimentado. El piso superior se dedicaba a
dormitorio.
La ampliación del edificio en la segunda mitad del siglo
XVI consistiría en la fábrica de una
nueva iglesia, de grandes proporciones,
y de un artístico claustro renacentista,
en torno al cual se disponían diversas estancias, aunque, posiblemente, se
siguieran utilizando también otras del
antiguo convento.
El templo de la segunda fábrica se dividiría, según el
proyecto de habilitación, en dos partes, tabicándose a la altura de los
contrafuertes interiores que separaban el primero del segundo tramo de nave. Surgían así dos estancias, una de ellas
se emplearía como capilla y ocupaba la cabecera, el crucero y el primer tramo
de nave; el resto del templo se dedicaba
a gimnasio. Sobre este se situaba la cocina, la despensa y parte de los
almacenes. Sobre las capillas alojadas entre los contrafuertes del lado de la
epístola se dispusieron algunas dependencias, como el antecomedor, la
carbonera, etc.
El claustro se convertía en patio y en su centro se
colocaban urinarios. La planta baja en torno a dicho patio se destinaba a la
enseñanza, dando a las aulas “ la forma que los últimos adelantos científicos
aconseja”. La planta principal de lo que antes fuese convento se convertía en
las salas de enfermería, orientadas al mediodía “que es la orientación más sana
según opinión de sabios higienistas”, como expresaba el arquitecto en la
memoria del proyecto[55]. En el frente opuesto de este mismo
piso, es decir, el orientado al Norte, se instaló el comedor, situado en el
lado de la escalera de la torre del templo, que servía de acceso a la cocina.
En el frente occidental ubicaba el salón de actos, exactamente sobre el zaguán
de entrada al edificio.
Adosado al conjunto que acabamos de
describir se construía otro, que poseía el mismo esquema básico, es decir, un
patio central, en torno al cual se distribuía las estancias y dependencias. Las
plantas bajas y principal de este pabellón se dedicaban al dormitorio, cuartos
de aseo, sala de estudio y sala de visita. Por último, se levantó un pabellón
de dimensiones más reducidas y separadas del bloque del edificio, con el que se
comunicaba a través de una galería. Su finalidad era la de servir alojamiento a
los Sargentos y a clase de Tropa en la planta baja y viviendas para oficiales y
diversas oficinas en el edificio principal. Su segunda planta se destinaba a
vivienda del conserje y alojamiento de subalternos.
El resultado fue ello de grandes proporciones, casi en su totalidad de
nueva planta, cuyo aspecto exterior se caracteriza por su sobriedad. Se trataba
de un edificio de austera apariencia, en el que el arquitecto se abstuvo de
aplicar cualquier tipo de decoración, tal como disponía el Reglamento para la
organización de los colegios preparativos creados por la Real Orden de 27 de
Febrero de 1888. los paramentos lisos y articulados en dos cuerpos,
correspondientes a las dos plantas del edificio, presentan vanos rectangulares
en el primero y arqueados en los del segundo, todos regularmente dispuestos.
los enmarques de los vanos son sencillos, y junto con algunas líneas verticales
decorativas que recorren la fachada constituyen los elementos que definen el
exterior del gran bloque adosado al templo del convento de los Dominicos -en
otros tiempos-.
En 1889 se instalan varias verjas
y rejas de hierro fundido destinadas a
las ventanas de la planta baja, puerta principal, etc., cuyos diseños incluidos
en el proyecto para la fabricación de las mismas elaboraban también el
arquitecto municipal Eduardo Herbas[56]. Las verjas constituían
un bello ejemplo de la tejería de sabor historicismo y una buena muestra
del buen hacer y excelente dibujo de este arquitecto.
No concluiría el siglo sin que se realizara nuevos
trabajos en el colegio. Así, en 1894, se redacta un proyecto de obras para practicar ciertas
reformas y reparaciones en el edificio[57], cuyo presupuesto era de tres mil
setecientas y tres pesetas con cuarenta
y seis céntimos y comprendía, entre
otras operaciones, la instalación de una chimenea de ventilación de cuartos de
aseos y la reparación del pavimento de los mismos. Por ultimo, tres años
después seria necesario colocar varias “vigas armadas” de cubiertas para el
refuerzo de las construidas en 1889.
La edad mínima de ingreso al colegio
quedaba fijada en los dieciséis años y en veintitrés la máxima. Al terminar el
segundo año existiría un periodo de seis meses de prácticas, tras los que se
ascendía el empleo de Alférez, esto en el caso de infantería y caballería, pues
en los cuerpos facultativos el ascenso se produciría simplemente al finalizar
el segundo años de estudios. La conversión del colegio de infantería en
Academia debía verificarse cuando se extinguiera el excedente de Alféreces que
había en el arma. Pero este paso se vio dificultado[58].
La enseñanza quedaba dividida en
científica, militar y accesoria. Comprendía la primera Aritmética, Geometría,
nociones de Física y Geografía e Historia de España. La segunda, las
Ordenanzas, Leyes penales, Táctica hasta la escuela de batallón teoría y
práctica de tiro, Detall, Contabilidad y Procedimientos. Las accesorias quedaban formadas por el
francés, ejercicios gimnásticos, esgrima de sable y tiro de pistola. La
duración de los estudios debía ser fijada por el director general en el
Reglamento que tenía que redactar.
Los paisanos que querían ingresar
debían seguir las materias objeto de examen para el ingreso: Gramática
castellana, elementos de Geografía e Historia de España, las cuatro reglas de
la aritmética en números enteros, quebrados y decimales y el Sistema Métrico
Decimal.
El cuadro de profesores de dicho centro quedaba compuesto
de la siguiente forma:
·
Un Coronel Director.
·
Un Teniente Coronel Jefe de Estudios.
·
Dos Comandantes, Jefe de Detall y segundo Jefe de
Estudios.
·
Diez Capitanes, uno de ellos Ayudante y los restantes
profesores.
·
Catorce tenientes profesores.
Se fijaba como edad para el ingreso
la de dieciséis años cumplidos, sin exceder los veintiuno.
Las materias comprendidas en el
examen de concurso para el ingreso eran Gramática castellana, elementos de
Geografía e Historia de España y Aritmética, con inclusión del Sistema Métrico
Decimal.
Forzosamente el funcionamiento de esta Academia había de
dejar mucho de desear, en lo que a la formación profesional se refiere, dada la
premura existente para la obtención de nuevas Promociones, lo que hacía que la
duración de las enseñanzas no fuera superior a los siete meses (en algunas
ocasiones no llegaría a cuatro), impartiéndose, en este periodo de tiempo,
elementales nociones de Táctica y Ordenanzas. Si a esto se añade que los
alumnos vivían en régimen de externado, comprenderemos de precaria preparación
con que estas promociones entraban a tomar en la vida activa del Ejército.
Algunos cadetes ingresados en el
Colegio de Trujillo fueron promovidos a
oficiales, con una preparación, por consiguiente, que oscilaba entre los siete
y los cinco meses. Una nueva Promoción
ingresaba en Julio, siendo promovida al
empleo de Alférez en Enero. En la cuarta convocatoria, hecha en el mes de
Octubre, se amplió hasta veintitrés años la edad reglamentaria, siempre que los
aspirantes poseyesen el grado de Bachiller en Artes. Igualmente se dispuso que los que poseyesen este título y contasen
diecisiete años antes del primero de Noviembre próximo pudieran ingresar
directamente en el tercer semestre, sin sufrir más que una ligera prueba de
Álgebra y Geometría. Los que poseyesen
el título de Bachiller en Ciencias podrían ingresar en posesión del quinto
semestre. En todos estos casos había que
estudiar las asignaturas militares de los semestres compensados. Esta convocatoria fue la que mayor número de
Cadetes reunió, con un total de quinientos treinta y ocho, ascendidos, según
consta en documentación recopilada en el mes de Junio de 1890.
En nuestro siglo el edificio sufriría
notables modificaciones. La Real Orden del Ministerio de la Guerra
de 13 de Agosto de 1902 comunicaba la supresión
del colegio a los trece años de su fundación. En 1916, el edificio es
subastado y se divide en cuatro lotes, dos de los cuales, los que comprendían la Iglesia y el Pabellón que Doña Margarita
Iturralde, que, en 1923, sufragaría las obras
de reparación y adaptación de esta parte del edificio para, regentado
por los Agustinos, convertirse en el Colegio de Santiago y Santa Margarita[59].
El tercer lote estaba constituido por
el pabellón de dormitorios, que, mas se convertiría en el colegio de Religiosas
Carmelitas –ya abandonado el centro tras marcharse las religiosas a otro de su
congregación en Cáceres- e instalarse en él hasta el pasado año 1998 el Colegio
Cooperativa “Paz Orellana” que ha cambiado su ubicación precisamente al edificio
del que fuera Colegio Preparatorio Militar. El cuarto, el edifico aislado
del resto, seria después adaptado como cuartel de la Guardia Civil, siendo demolido para
construir el Centro de Salud. Por ultimo, el Ayuntamiento abriría, entre el
pabellón adosado al templo y el de
dormitorios, la actual calle del Marques de Albayda, desaparecieron la puerta
principal del colegio, el zaguán, la escalera de acceso al piso
principal y varias dependencias más.
[1] LOPEZ de CAPARROS, J: Historia
general de Sancto Domingo y su Orden de Predicadores. Madrid, 1584; fray
ALONSO FERNANDEZ: Historia y Anales de la ciudad y obispado de Plasencia. Cáceres,
1952.
[2] ALONSO FERNÁNDEZ, op. cit. ,
p. 205.
[3] Provisión Real
en Madrid a 4 de abril refrendada de Francisco de los Cobos para que Trujillo
pueda dar de limosna 56.250 maravedíes para las obras del convento de la
Encarnación. Folio 91. Año 1525. Archivo Municipal de Trujillo, 1-3-78-1.; Provisión Real en Valladolid a 7
de junio refrendada de Francisco de los Cobos para que Trujillo pueda dar de
limosna 150 ducados para las obras del convento de la Encarnación. Folio 91.
Año 1527. Archivo Municipal de Trujillo, Legajo 4 carpeta 4.
[4] Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, núm. 12.
[5] Provisión Real en Madrid a 8 de noviembre refrendada de Juan Gallo de
Andrada para que Trujillo pueda gastar 500 ducados en cada año en la obra del
convento de San Francisco hasta que se acabe. Archivo Municipal de Trujillo
Folio 238. Año 1574. 1-3-78-1; Reconocimiento de los Propios y Rentas de
Trujillo, salarios y obligaciones de cada año y de los censos con que están
cargados y cuanto se debe hasta fin del 1671 por mandado del Corregidor D. Juan
Francisco Zapata Palafox y Bereta. Archivo Municipal de Trujillo Hay cuentas de
varios años:1671, 1626, 1675, 1668. 30 folios. En el folio 23 hay una facultad
de censos para el convento de la Encarnación dada en Valladolid a 21 de junio
de 1605. Del folio 11 al 23 en blanco. Año 1672. 1-4-155-12; Facultad Real en
Medina del Campo a 6 de noviembre refrendada de Juan Vázquez de Molina para que
Trujillo dé de sus propios como limosnas 80 fanegas de trigo al Monasterio de
la Encarnación. Archivo Municipal de Trujillo. 2 folios. Año 1.531. 1-2-70-6.
[6] Ocho mil mrs. a Alonso Dávalos, cantero,
como parte del pago de la obra que se hace en la Encarnación”. Archivo
Municipal de Trujillo. Cuenta de Propios, 1505-1519, corresponde al año 1516.
f. 194 vº. “Siete mil mrs. a Alonso Dávalos además de los ocho mil mrs. que ha
recibido para pagar la obra que está haciendo en la Encarnación”. Archivo
Municipal de Trujillo. Cuentas de Propios, 1505-1519, corresponde al año 1516,
f. 196 r. Carlos V envió en 1524 al concejo trujillano ayudar a los frailes de
la Encarnación con 100 fanegas de trigo. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 4,
carpeta 4, Fol.. 82 vº-83 r. Volverá a ayudarles tres años después con el mismo
fin. Ibidem. fol.. 89 r-90 r.
[7] Libramiento hecho a VII de diciembre de
DVI años que se libraron al entallador Garcia de Secadura de veinte e seis mil
para la obra de Santa María de la Encarnación por cédula del señor Rey don
Felipe, que está inserta en el libramiento, de los cuales se muestran dos
conocimientos de diez e seis mil ochocientos e treinta e uno”. Archivo
Municipal de Trujillo. Cuentas de Propios, 1505-1519, año 1507 fol. 19 v. Leg 8
carpeta 25.
[8] Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas de
propios, 1505-1519, año 1516, f. 196 r.[8]
Leg 8 carpeta 25. Leg 8 carpeta 25.
[9] Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas de
propios, 1505-1519, año 1518, f. 224.; Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas
de propios, 1505-1519, año 1512, f. 134 r. Leg 8 carpeta 25.
[10] Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas de
propios, 1505-1519, año 1516, f. 196 r.[10]
Leg 8 carpeta 25.
[11] Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas de propios,
1505-1519, año 1510, fol., 85 vº.
[12] Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas de propios,
1505-1519, fol., 185 r. Cit. SANZ FERNANDEZ, F: Corpus de alarifes, carpinteros de lo blanco, canteros y maestros de
cantería activos en Trujillo durante el siglo XVI. Guadalajara, 2009, p. 148.
[13] Archivo Municipal de Trujillo, Cuentas de propios,
1505-1519, año 1512, f. 134 r. Cit. SANZ FERNANDEZ, op. cit., p. 148.
[14] En el año de 1738, quiso recibir tierra
en este templo el obispo de Plasencia don fray Francisco Lasso de la Vega, en
un sepulcro que a sus expensas se construyo junto a las gradas del altar, en
donde aun reposa, sin que sepamos su ubicación. También consta estar enterrados
aquí doña Isabel Maria de Orellana y Tapia (1759); y don Francisco J. de la
Serna, entre otras personas.
[15] BARRADO BARQUILLA, J: “Libro de profesiones del Convento
dominico de La Encarnación de Trujillo”, Archivo
Dominicano, XXIX, Salamanca, 2008, pp. 155-182.
[16] Inocencio VIII indulgencia a cuantos
favoreciesen las limosnas la construcción del edificio. Paulo III concedió a
este Convento Dominico, salir solo sin cruz parroquial con la Procesión del
Santísimo Sacramento en la Dominica Infraoctava del Corpus Christi por las
calles y Plazas de la Ciudad.
[17] Isabel la Católica concedió a dicho
Monasterio poder nombrar seis exclusados en ciudad, villa o lugar donde a los
dominicos mejor les pareciese fueren libres y exentos de pagar moneda
forera ni otro pecho su fecha 9
septiembre 1484, confirmado por la misma Reina en Córdoba 22 del mismo mes y
año. Siguió confirmado este privilegio por
Carlos V en Burgos, 10 diciembre 1527 y por Felipe II en Madrid, 9 Marzo 1561.
[18] El fondo documental del Archivo del
Extinguido Convento de la Encarnación que tenemos a la vista, señala el primero
entre sus bienhechores, al Concejo trujillano. El primer bienhechor de este
Monasterio, dice literalmente, es toda la Ciudad de Trujillo y los
Caballeros de su Ayuntamiento que con
fervor y devoción pidieron a la Orden y a sus
superiores de ella. tuviesen a bien de fundar Convento en su Ciudad y ayudaron
todos con sus limosnas par su fundación. Y siempre la Ciudad favoreció
a esta Casa es sus principios, dándole limosnas tan gruesas en lo antiguo se fabricó con
limosnas que para ellos dio la Ciudad. Por este motivo el Concejo tuvo derecho de Patronato sobre este
Monasterio. Entre otras donaciones,
además de las referidas está la licencia dada en Abril 1706 y ratificada el 14
de Marzo 1708, para cercar un extenso terreno al sitio del Humilladero y Fuente
Juana condicionada la concesión a que se plantasen olivos y que no se tomase
terreno del cordel. La Fuente Juana quedó
dentro del cercado y todo este predio se llama desde entonces "El
Olivar de los Frailes" y aún puede verse el escudo de la Orden Dominica
caído en el alcantarillado de una pequeña acequia de esta finca, próxima a su
puerta de acceso que es un arco rebajado con dovelas berroqueñas.
[19] Gonzalo Pizarro. Hijo de Sancho Pizarro,
quien cedió a los Dominicos el Patronazgo de la Capellanías que fundó el
bachiller Sahagún Díaz y a las que nos
hemos referido al hablar de Fray Pedro
Xaque. Luis Domingo del E. Santo, que
tomó el hábito en San Esteban de Salamanca y se llamaba antes Gutierre de
Sotomayor. Gonzalo Antonio de Sanabria y Pizarro, Caballero de la
Orden de Santiago. Don Pedro
González de Acevedo, Obispo de Plasencia, quien dio de una vez diez mil ducados
para que se abriesen cátedras de estudios y Teología en este Convento,
especialmente para jóvenes pobres de Trujillo y Medellín. Y esperando del Señor
Obispo, dice el documento, que hemos
citado, que había de tomar el Patronato de la Capellanía Mayor y enterrarse en ella como lo había insinuado,
el Convento pidió y suplicó a la Ciudad
y a los Caballeros de su Ayuntamiento se sirviesen de desistir del Patronato
que tenían y cederle en el Convento para
poderlo dar a quien mejor le conveniese. Así se hizo por escritura de dejación
ante Bartolomé Díaz en Trujillo, 27 febrero 1604. Don Fray Francisco Laso de la
Vega y Córdoba. Quien, un siglo después, acrecentaba estas cátedras con pingües rentas además de haber contribuido
espléndidamente a las obras de
ampliación y reforma de la fábrica conventual.
[20] Luis de Chaves murió en 1492 (el testamento está fechado
el 14 de mayo de 1492), en el documento del mayorazgo dispuso que se le
enterrara en el Convento de la Encarnación, situado en El Berrocal de la
ciudad, del que era patrono como se desprende de una carta que enviaron los
Reyes Católicos. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 9. MUÑOZ DE SAN PEDRO,
M: Crónicas trujillanas del siglo XVI (ver
manuscrito de Diego y Alonso de Hinojosa). Cáceres, 1952, p. 192; TENA
FERNANDEZ, J: Trujillo, histórico y
monumental, Alicante, 1967, p. 138; ALONSO FERNÁNDEZ, Fr., op. cit, p. 211;
DUQUE DE ESTRADA, J: “Discursos sobre el origen y definición de la nobleza y en
especial del apellido Chaves”. Biblioteca Nacional, Mss núm. 12620= Z 89, siglo
XVII, p. 27 vº. La doctora Carmen Fernández-Daza Alvear considera que está
enterrado en la iglesia de Santa María en la capilla de Santa Catalina, donde
están enterrados los Altamiranos, en su obra
La ciudad de Trujillo y su tierra
en la baja Edad Media, Badajoz, 1993, p. 176.
[21] Escritura y condiciones del patronazgo que el Concejo de Trujillo y el
convento de la Encarnación de la orden de Santo Domingo otorgaron en 21 de
febrero ante el escribano Bartolomé Díaz por el cual se obliga la Ciudad a dar
500 ducados cada año de los que durase la obra de la Capilla Mayor de la
Iglesia puesto que los 800 ducados que se habían dado antes no fueron
suficientes para terminar tal obra. A cambio del Patronato sobre tal capilla.
18 folios. Archivo Municipal de Trujillo. Año 1576. 1-2-73-3.
[22] A Alonso Casco, entallador, cuatro mil
mrs. para la obra de la Encarnación con que se acabaron de pagar los treinta
mil que Su Alteza mandó dar para la dicha obra”. Archivo Municipal de Trujillo.
Cuentas de propios, 1506-1518. 14/8/1507,
fo. 32 r. Leg 8 carpeta 25.
[23] Libro de
Profesiones del Convento de San Miguel. Archivo del Convento de San Miguel y
Santa Isabel de Trujillo.
[24] BARRADO BARQUILLA, J; RAMOS RUBIO, J. A.; V. MÉNDEZ HERNÁN, El Monasterio de San Miguel y Santa Isabel de
Trujillo. Patrocina don José María Pérez de Herrasti. Jaraíz
de la Vera, 2009.
[25]Según
Mélida: “talla policromada de siglo
XVII. Es una figura de tamaño natural, sentida, realista, bien hecha, con el
rostro levantado y los brazos extendidos como en contemplación del
crucificado”. J. R. MELIDA, Catálogo
monumental de España. Catálogo Monumental de la provincia de Cáceres y Badajoz.
2 tomos. Madrid, 1914-1916, p. 365.
[26] Fue el autor, entre otras
obras, del retablo mayor de la iglesia de Brozas. S. ANDRÉS
ORDAX, Monumentos artísticos de Extremadura, Mérida 2ª ed. revisada y
ampliada, 1985, p. 129. G. CARRASCO MONTERO, La iglesia parroquial Brozas “la Catedralina” de Santa María de la
Asunción, León, 1994, pp. 18-24. También realizó el retablo mayor de
la iglesia de Serradilla y el del Santo Cristo del Desamparo en Escurial, V.
MÉNDEZ HERNÁN, Retablo del Santo Cristo del Desamparo de Escurial (Cáceres).
Una nueva obra del maestro trujillano Bartolomé Jerez”, en Norba-Arte,
tomo XVII (1997), Cáceres, 1999, pp. 299-309.
[27] Citado por BARRADO BARQUILLA, J; RAMOS RUBIO, J. A.; V. MÉNDEZ HERNÁN, El Monasterio de San Miguel y Santa Isabel de
Trujillo. Patrocina don José María Pérez de Herrasti. Jaraíz
de la Vera, 2009.
[28] Trujillo. Parroquia de San
Martín. Partida de Defunción, Libro I de Difuntos, fol. 199v “En treze de
jullio de mill setecientos y treinta y ocho murió en esta Ziudad el Illmo.
Señor don Fray Francisco Lasso de la Vega y Córdoba, obispo de Plasencia”.
[29] Ofrecemos la versión
castellana del epitafio latino (desaparecido) del prelado, hecha por el
analista sevillano Zúñiga y recogida por J. ALONSO MORGADO, Prelados
Sevillanos. Sevilla, 1904, p. 630
[30] RAMOS RUBIO. J.
A. MENDEZ HERNAN, V: El patrimonio eclesiástico de la Ciudad de
Trujillo, Fundación “Palacio de
Alarcón”. Jaraíz de la Vera, 2007, p. 46.
[31] El artículo 1de los Estatutos nos hace
saber que se creó en el convento de Nuestra Señora de la Encarnación, donde
estaría también su sede canónica: “Primeramente Ordenamos que la dicha
coffradia de la Soledad y Angustias de nuestra Señora y Sanctissimo nombre de
Jesús, se sirua como desde el principio de su fundación se a seruido en la
yglesia y conuento de nra señora de la Encarnación de la orden de Sancto
Domingo de esta ciudad de Trujillo”. CANTERO MUÑOZ, A: “Religiosidad popular y Semana Santa en
Trujillo: La Semana Santa de Trujillo en época de Cervantes, a través de las
ordenanzas de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Angustias y Dulce
Nombre de Jesús”. Actas de XXXIV
Coloquios Históricos de Extremadura. Badajoz 2006 pp. 127-154.
[32] Archivo Municipal de Trujillo. PNT. Cristóbal de Amarilla,
Caja 19, 1583.
[33] Archivo Municipal de Trujillo. PNT.
Cristóbal de Amarilla, Caja 19, 1591: "mando que si desta enfermedad
muriere mi cuerpo sea enterrado en la yglesia de Nra Señora Santa María la
mayor en una sepultura de dicha yglesia [...] y acompañe mi cuerpo el cura y
servidores de la dicha yglesia y la cofradía de nra señora de la Soledad se le
pague lo que es costumbre [...] yten mando que se digan por mi ánima siete
misas a la soledad de Nra Señora. Yten mando se diga otras siete a las siete
angustias de Nra Señora".
Cit. CANTERO MUÑOZ, A: “Religiosidad popular y Semana Santa en Trujillo: La
Semana Santa de Trujillo en época de Cervantes, a través de las ordenanzas de
la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Angustias y Dulce Nombre de
Jesús”, op. cit., pp. 127-154.
[34] Archivo Municipal de Trujillo. PNT. Juan de Santiago
Madrigal, Caja 41, 1594: "Yten declaro soy hermana de las cofradías de
del Sacramento y de la Caridad y de la Soledad, mando acompañen mi cuerpo en my
entierro".
[35] RAMOS RUBIO, J.
A: Estudio sobre los conventos de la
T.O.R.F. de Trujillo (Monasterios de San Francisco el Real y San Pedro).
Cáceres, 1992.
[36] Documentos pertenecientes a Ntra. Sra. de la Soledad. Convento
de San Pedro de Trujillo.
[37] Las actuales rejas fueron ejecutadas por
don Pedro Gili Valles, que nace el 26 de Abril de 1912 en el barrio del Corral
Nou de Torrelles de Foix, pequeño pueblo de la provincia de Barcelona situado
en la comarca del Alt Penedes donde continuó su vida a la vuelta de la
guerra, casándose con Dolores Rosell Torrents con al que tuvo
tres hijos: Esteban y Antonia; y muere en el hospital de Vilafranca del
Penedes el 17 de Febrero de 2003.
[38] RAMOS RUBIO, J.A: “La atención a la Educación en
Trujillo”. II Encuentro sobre la Educación en Extremadura. Mérida, 2000.
[39]Actas sobre otorgamiento de escritura de compra del
ex-convento de la Encarnación para Colegio P. Militar. De entrega provisional
de parte del edificio del ex-convento de San Francisco al ramo de guerra. Años
1888.90.95. Archivo Municipal de Trujillo, 2-6-512-19.
[40] Colección Legislativa,
t. CXL. Madrid, 1889, p. 553.
[41] “Acto seguido se dio
cuenta de una solicitud firmada por numerosos vecinos de esta ciudad pidiendo
al Ayuntamiento que se solicite del Excmo. Sr. Ministro de la Guerra la
instalación en esta de uno de los cuatro colegios militares que se crean por
Real Decreto de veinte y siete de Febrero último” Archivo Municipal de
Trujillo. Leg. 490. Libro de Acuerdos de 1888. Acuerdos de 5 de Marzo; f .38v.
[42]Archivo Municipal de
Trujillo. Leg. 571. Libro 1. Expediente instruido en solicitud de autorización
de uno de los cuatro colegios preparatorios militares creados por Real Decreto
de 27 de Febrero de 1888.
[43] Colección Legislativa;
t. CXL. Madrid, 1889; p. 667 s.
[44] “... Se acordó
también dirigir comunicación al Excmo. Sr. Director de Institución Militar,
manifestándole las razones que ha tenía este Municipio para desistir del
edificio denominado ex-convento de los Descalzos que ofreció para Colegio
militar y sustituirlo por otros dos de su
propiedad que reúnen más ventajosas condiciones de situación, solidez,
higiene y capacidad...” (Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 490. Libro de
Acuerdos de 1888; t. II. Acuerdos de 13 de Agosto; f. 35 y v. ).
[45] “Leído el presupuesto
de instalación provisional del colegio preparatorio militar en los edificios
denominados Casa de Comedias, ex-convento de la Encarnación y Casa-Teatro...”
(Archivo Municipal Trujillo. Leg. 490. Libro de Acuerdos de 1888; t. II
Acuerdos de 3 de Septiembre; f. 46 v.)
[46] Colección
Legislativa; t. CXLI. Madrid, 1890; p. 961-985.
[47] Archivo Municipal
Trujillo. Leg. 490 Libro de Acuerdos de 1888; t. II. Acuerdos de 17 de Octubre;
f. 65 v. y s.
[48] “El Sr. Presidente
dio conocimiento á la Corporación de que el sábado último veinte del actual
había firmado en unión del Sr. Regidor Síndico ante el Notario de esta Ciudad
D. Francisco Villarreal y Serrano la correspondiente escritura de compra venta
del edificio ex-convento de la Encarnación de esta ciudad, propiedad de los
herederos de esta ciudad, propiedad de los herederos de D.ª Lucía Elías y
Serrano...”( Archivo Municipal Trujillo. Leg. 490. Libro de Acuerdos de 1888;
t. II. Acuerdos de 22 de Octubre; f. 68 v. ).
[49] Colección Legislativa;
t. CXXX. Madrid, 1884; p. 29.
[50] “Para cumplir lo
dispuesto en la condición séptima de las generales que obren en el expediente
instruido par al instalación del Colegio preparatorio militar se acordó
autorizar á la comisión de obras para que determine en unión del Arquitecto la
forma en que ha de desmantelarse el
patio de mérito artístico que existe en el ex-convento de la Encarnación y
sitio donde hayan de trasladarse las piedras del mismo” (Archivo Municipal
Trujillo. Leg. 490. Libro de Acuerdos de 1888, t. II. Acuerdos de 12 de
Noviembre; f. 82).
[51] Ibid. Acuerdos de 26
de Noviembre; f. 89 v. y s.
[52] Archivo Municipal
Trujillo.. Leg. 491. Libro de Acuerdos de 1889. Acuerdos de 29 de Septiembre;
f. 139 ss.
[53] Archivo Municipal
Trujillo.. Leg. 492. Libro de Acuerdos de 1890. Acuerdos de 27 de Octubre; f.
90.
[54] Archivo Municipal
Trujillo. Leg.494. Libro de Acuerdos de 1892. Acuerdos de 27 de Junio; f. 73
ss.
[55] Archivo Municipal
Trujillo.. Leg. 949. Lb. 22.
[56] Archivo Municipal Trujillo..
Leg. 1088, Libro 9, proyecto de rejas y verjas de hierro con destino a el
edificio destinado a Colegio preparatorio Militar en Trujillo.
[57] Archivo Municipal
Trujillo.. Leg. 1087, Libro 4, Proyecto para varias obras de reparación
[58] RAMOS RUBIO, J.
A: “La atención a la educación en Trujillo entre los siglos XV al XIX”- Actas
del II Encuentro sobre la Educación en Extremadura. Consejería de Educación,
Ciencia y Tecnología. Junta de Extremadura. Mérida, 2000, pp.79-92.
[59] Doña Margarita de Iturralde y Arteaga,
Hija Predilecta de Trujillo, nació en un pueblecito de la provincia de
Santander, llamado GUALDA, pero su asentamiento en Trujillo y su inmensa labor
social la hicieron acreedora a que se la considerara como trujillana y
trujillana de pro, ya que grandes cantidades de dinero las dedicó para tratar
de mitigar los problemas que venían padeciendo los trujillanos. Ella no tuvo
capital propio, pero si reunió una importante fortuna, con las rentas que
proporcionaban los bienes de su hijo político, prematuramente fallecido, D.
Mariano Díaz Quijano, casado con su hija Doña Jacoba, prematuramente fallecido,
dejó su capital a su esposa y ésta también murió antes que Doña Margarita, pero
otorgando en su testamento la libre disposición y usufructo de la herencia de
D. Mariano, a su madre, con plena libertad para disponer de las rentas. Si nos
pusiéramos a considerar una por una las obras que realizó Doña Margarita,
pecaríamos de prolijos y sin duda alguna se quedaría olvidada, pero si hemos de
resaltar las más conocidas o importantes. En la finca Las Alberguerías, cerca
de Trujillo y por todos conocida, D. Mariano Díaz Quijano, fundó y donó para
tal fin la finca, instituyendo la Fundación denominada ASILO DE SAN JOSÉ Y
SANTA MARGARITA. Doña Margarita, dadas las circunstancias de que ni el Fundador
ni su esposa, pudieron poner en marcha el Asilo, fue la encargada de acelerar
las obras de adecuación y ponerlo en funcionamiento, y no quiso Doña Margarita
de dejar su granito en la Fundación y por ello hizo una donación de 46.900
ptas, en Octubre de 1925 como dotación para una Escuela que funcionará dentro
del Asi1o, encargando de la dirección a una de las religiosas que regían el
Asilo. A esta Escuela acudían los niños de la finca Las Alberguerías y próximas
a ella llegando a contar con hasta 35 alumnos, los que además de recibir la
enseñanza primaria, se les proporcionaba el material didáctico necesario. Al
llegar a la edad en que hacían la Primera Comunión les preparaban y recibían
allí mismo, en la Capilla del Asilo el Sacramento. No cabe duda que Doña
Margarita se adelantó en su tiempo a lo que más tarde se llamaría Transporte
Escolar y su Escuela estuvo funcionando hasta el año 1975, cuando el Ministerio
de Educación se hizo cargo de trasladar a los niños diseminados por las fincas
a las Escuelas Públicas de los pueblos cercanos. Intentando solucionar los
graves problemas, que tanto sanitarios, como familiares presentaba la temible
enfermedad, la tuberculosis, hizo dotación suficiente para reservar dos plazas
en el Sanatorio Antituberculoso de Valdelatas, en la cercanía de Madrid, de las
que se disponía para enfermos trujillanos. Sintiendo también que muchas
familias con escasos ingresos no disponían de vivienda digna, hizo que a sus expensas
se construyeran, en la carretera de Plasencia, en su salida de la población, un
grupo de casas y el día 19 de marzo de 1929 se bendijeron y entregaron a la
Sociedad LA PROTECTORA, Sociedad de Socorros Mutuos, para su distribución entre
sus asociados. De tal inauguración quedó constancia en la placa que se puso en
una de las fachadas de las viviendas. Como curiosidad hemos de decir que cada
una de estas magnificas viviendas costaron alrededor 5.000 ptas. La Parroquia
de San Martín de Trujillo, carecía de vivienda propia para su Párroco, y
adquirió, adecuando para vivienda la antigua Iglesia de la Sangre, cerca de la
Plaza Mayor, invirtiendo en esta obra aproximadamente 25.000 ptas. (Los
jornales de albañiles, canteros y otros cualificados difícilmente excedían de 1
peseta) No se puede ignorar que la obra predilecta y mimada de Doña Margarita
de Iturralde, fue "su Colegio", erigido sobre terrenos del antiguo
Colegio Preparatorio Militar, que funcionó en Trujillo, durante 13 años. El
Colegio empezó a funcionar el día 19 de enero de 1920, aunque la inauguración
de la Iglesia, se hizo solemnemente el día 20 de mayo de 1923.
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