sábado, 22 de abril de 2023

 AGUSTIN DECORDOBA. EL GUARDIAN DE EXPRESIONISMO


Agustín Decórdoba nace en Plasencia en 1956, hijo de Agustín Fernández de Córdoba, natural de Casatejada y de Leandra Carmen González García, natural de Peraleda de la Mata. Agustín es el más pequeño de cuatro hermanos, el mayor falleció con apenas dos años, le habían puesto el mismo nombre: Agustín.

Empezó a pintar desde edad temprana, de forma metódica y consciente. Fue autodidacta, tuvo su propio aprendizaje en su lugar natal. Trabajó en sus dibujos y mostró una fuerte confianza en sí mismo y en sus dotes; tenía cinco años cuando pintó su primera obra que aún conserva en su colección particular. Sus primeros trabajos, de un realismo vigoroso y casi feroz, mostraban una temprana predilección por los personajes populares, su familia y por los parajes placentinos.

 

Estudió en el colegio San Calixto de Plasencia. Era un estudiante brillante y precoz, allí  colaboró con sus dibujos en la revista “Jerte”. Sus profesores reconocieron el enorme talento de Agustín, tales como Paco Valverde. Tras finalizar los estudios de Bachillerato y COU en el Instituto Gabriel y Galán de Plasencia obtuvo  Sobresaliente en selectividad. En 1968 le concedieron el Primer Premio a nivel nacional en un concurso que convocó Televisión Española.

Tras la muerte de su padre, cuando el artista tenía solamente quince años, se marcha a Salamanca, concretamente a la residencia de estudiantes Champagnat, regentada por los maristas. En 1972, Agustín Decórdoba, junto a seis artistas expusieron sus obras en la última planta del emblemático edificio Casa Palacio del Deán en Plasencia. Eran nuevas promesas del Arte que conformaban “El Grupo de Arte de Casa del Deán”, entre los que se encontraban José A. López Pardo, Eloy Becedas, Eduardo Mesa, José Morales. Esta es una etapa primordial en el inicio en el mundo del Arte de Agustín Decórdoba y su primera exposición formal (que fue un éxito rotundo).

 

Cuando tenía 18 años de edad, la familia se marchó a Madrid, a vivir a la calle San David, próxima al río Manzanares, uno de los barrios más típicos del Madrid castizo. Allí, en la prestigiosa Academia “Artium” de Eduardo Peña, en la Plaza Mayor, Agustín,comienza a pintar a la mujer como modelo de sus cuadros, utilizando como técnica el grafito sobre papel “Guarro y Archés”. Su trabajo es una mimesis del entorno de la creación plástica, identificando la pintura con una reflexión mimética, intentando comprender el espíritu femenino, considerando el artista que todo orden proviene del imaginario. Además, realiza dibujos destacando el gusto por sugerir la forma. Es un dibujo sensible que contribuye definir la figura con una gama cromática muy elemental, en obras como "Coral" o "Niña de la Puebla quiere ser", en grafito sobre papel Canson.

En Madrid comenzó Agustín a ganarse la vida, vendiendo cuadros en el Rastro madrileño, visitando los museos para ampliar sus conocimientos y trabajando como modelo en una agencia de gran reputación. Fue entonces cuando comenzó su actividad artística como dibujante de cómic, obteniendo magníficos resultados. También,  trabaja creando portadas de cuadernos de dibujo, como los de la conocida editorial “Trébol”. También, en esta época, pinta alguno de sus primeros bodegones donde denota una estructuración geometrizante y una textura cromática que busca proporcionarle otra dimensión visual al lienzo donde representa frecuentemente frutas, flores, botellas. Caminante entre la abstracción y el simbolismo.

E incluso fabricaba sus propias herramientas con las que pintaba: la tinta ferrogálica o de agallones, la llamada China, y de humo. Experimentar con los elementos naturales que tenía a su alcance.  Muestra de ello fue su obra “Árabe”, realizada en tinta china sobre papel Canson.

 

Tras una breve etapa en Toledo, contrae matrimonio en Malpartida de Plasencia en 1979 con Luz María Tomé. Justamente al año nació Eduardo, su primer hijo, y a los cuatro años nació Blanca. Agustín entra en contacto con círculos vanguardistas. Junto con su esposa comienza realizar continuos viajes visitando distintas galerías de Arte y Museos.

Comienza a colaborar en Caja Salamanca desde su puesto de dirección, promoviendo importantes actos culturales. En esa época se establece en Trujillo. Su relación con Trujillo es plena donando cuadros para obras benéficas y comenzando una etapa expositiva que se ha alargado hasta nuestros días. Además de granjearse la amistad de otros artistas como la fallecida recientemente Ouka Leele y otros pintores contemporáneos como Aixa Portero, Andrés Talavero, Emilio Gañán, José Massa Solís, o Kamilo Guevara, entre otros.

 

A partir de entonces, la pintura será un viaje sin retorno que había comenzado la niñez a la rotunda sombra de la catedral placentina. Un compromiso ético y moral sobradamente recompensado al compartir con el público su obra pictórica, buscando la pintura una revelación interior consiguiendo que surja la comunicación entre ésa y el público, sobre todo, desde un viaje que hizo a Nueva York y Washington, donde adquiere una interacción permanente entre lo visual y lo verbal, pero con una clara apertura del espíritu artístico, trabajando con colores primarios, el rojo mezclado con el amarillo queda un naranja que denomina el propio artista "naranja de Córdoba" que domina en sus obras, cuando está animado y tiene el espíritu en alza. Cuando está desanimado utiliza el gris de Córdoba. También están presentes en sus obras los colores tierra y los tonos mediterráneos, el azul de ultramar lo utiliza a menudo. Una carta de colores elemental pero que mezcla a menudo con óxidos de antimonio, amarillo nápoles, blanco titanio.

 

Agustín Decórdoba abandona la figuración y, descubre un nuevo lenguaje formal, optando por las figuras abstractas biomorfas. A la vez que presenta sus obras en multitud de exposiciones en multitud de ciudades. A partir de entonces, Agustín tendió más a fondo a la abstracción y con la espontaneidad que le caracteriza, no prescindió completamente del dibujo ni renunció a controlar la pincelada.

 

Es un genio que ha vivido su existencia el dramático tránsito del expresionismo al abismo de la realidad, como queda plasmado en su serie Landscape, donde solo él ha sabido definir y comprender ese mundo fantástico, interpretando el arrebato del arte expresionista, como son la fuerza avasalladora sincera como el artista a inundarse el alma fáustica de Agustín, como un destacado genio del movimiento expresionista y, en definitiva, un poeta romántico que plasma con sus pinceles una brillante epopeya que desenvuelve sus aventuras con una renovada originalidad de líricas emociones encerradas en su mente y en su actividad creativa. Obras que son claramente un “abrazo” incondicional al expresionismo. Agustín es un artista existencialista que busca temas, inspiración y objetivos de creación en sus posibilidades comunicativas del alma humana, rechazando la forma tanto en la que se refiere a las normas establecidas como a la representación de la realidad. Una visualidad convertida en arte que se caracteriza por la ruptura de barreras formales y una experimentación continua, imprimiendo al artista una fuerte intencionalidad basada en sus experiencias estéticas de otras manifestaciones que el artista ya había practicado, alternando la serie “Guardianes del Bosque” con otras obras pictóricas en las que utiliza técnica mixta sobre lienzo, con trabajos como “Sin título 1”, “Sin título 2”, en las que reconocemos las claves perceptivas y emocionales de su sensibilidad.

 

En el 2013 sufre una dura enfermedad que superó con constancia y con el gran ánimo que le caracteriza, cogiendo fuerzas para preparar una colección pictórica que será el culmen de su carrera artística con la serie pictórica "Los Guardianes del Bosque/ Una evolución sin fin" provoca los más despectivos misterios, se adentra en el amor al paisaje: árboles, misteriosos peñascales, umbrías recoletas dedicadas a profundas meditaciones. Y que alterna con obras en las que desarrolla como tema principal lo que define como monstruos, tales como "Monstruos Gelpí"¨, siguiendo los estudios mitológicos de María Gelpí, Teóloga y crítica de Arte. Y los pinta con su famosa tinta ferrogálica sobre papel Canson .

 

A partir de entonces, bajo el título “El Tiempo entre los Segundos” muestra las series de pintura “Número1316”, inspirada en el Grupo de Cuenca, «Un-füllung», que corresponde a las estancias del artista placentino en Berlín y “Mundos Paralelos”, previo al estado actual del artista, además de otras obras no incluidas en estos grupos.

Asimismo, lanza sus creaciones artísticas bajo el título “El Tiempo entre los Segundos”, donde recogió también obras Agustín Decórdoba en pequeño formato que el público pudo adquirir –teniendo una gran aceptación- y cuyos beneficios fueron destinados a la Asociación Oncológica Extremeña (AOEX). Estas piezas reciben el nombre de “ArteQuibles”. Agustín nos presenta de una manera abstracta espacios cósmicos y psíquicos. Sus cuadros son una expresión de energía.

Pero será con "Un-Füllung Blue-K. con la serie en la que el artista entre "de lleno" en el expresionismo abstracto americano, obras de técnica mixta sobre lienzo, bien estructurada y demarcada por perfiles que dan consistencia a las formas y que ganan libertad flotando en espacios planos, hasta perderse en la conciencia, colección que mucho tiene que ver con las figuras estenográficas del estadounidense Jackson Pollock. En las obras de "Un-FUllung", el color es el principal recurso compositivo expresivo, ofreciéndonos luminosidad, como tono neutro e imparcial.

 

En la actualidad, el entorno de la vida del artista se ha visto rodeado del calor familiar por los problemas de salud por los que ha tenido que pasar. La última experiencia artística de Agustín Decórdoba recibe el nombre genérico de “Abstrak” y “Abstraj 56/65”, donde continúa inmerso en el expresionismo abstracto con 30 obras, la precuela y otras tantas la segunda. Todas de gran formato y medio formato, con brochazos plasmados con fuerza. Son obras que producen un gran impacto al espectador, en consonancia con las nuevas corrientes de pensamiento, siguiendo la dinámica en la que siempre se ha mantenido, considerando el artista que el arte de la pintura de planos cromáticos se centra en el uso contemplativo o sublime del color, plasmando en su obra un carácter espontáneo y de improvisación mediante trazos gestuales de gran fuerza y dinamismo. Muchas de sus pinturas de la última etapa artística son un rechazo o alejamiento de la dolorida conciencia de subsistir, una especie de apertura un mundo diferente, obras que podemos calificar de místicas, donde el  color juega un papel relevante borboteando sobre la superficie del cuadro, chorreando manchas como si de una herida abierta se tratase, como sentimiento casi barroquizante del color, salpicaduras de color sobre la superficie del lienzo, resaltando los valores plásticos de la obra.

Decórdoba es consciente que la vida es como una autopista en la que no hay vuelta atrás. Son obras que nos envuelven en una atmósfera misteriosa, son cuadros que hay que observar con detenimiento porque en ellos se encuentra la verdad del artista.

Agustín Decórdoba es un auténtico romántico, que plasma en sus obras temas existenciales por excelencia, sintiendo la necesidad de dar respuesta al espíritu, recuperando el espíritu de la pintura, predominando sus obras el amor estrictamente sentimental, que hace de la arrebatada pasión fuente suprema de dolor y gozo.

 

Porque tan admirable que su vida como su obra, considerando personalmente que con su obra ha creado un nuevo género artístico.

 







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