AGUSTIN DECORDOBA. EL GUARDIAN DE EXPRESIONISMO
Agustín Decórdoba nace en Plasencia
en 1956, hijo de Agustín Fernández de Córdoba, natural de Casatejada y de
Leandra Carmen González García, natural de Peraleda de la Mata. Agustín es el
más pequeño de cuatro hermanos, el mayor falleció con apenas dos años, le
habían puesto el mismo nombre: Agustín.
Empezó
a pintar desde edad temprana, de forma metódica y consciente. Fue autodidacta,
tuvo su propio aprendizaje en su lugar natal. Trabajó
en sus dibujos y mostró una fuerte confianza en sí mismo y en sus dotes; tenía cinco
años cuando pintó su primera obra que aún conserva en su colección particular.
Sus primeros trabajos, de un realismo vigoroso y casi feroz, mostraban
una temprana predilección por los personajes populares, su familia y
por los parajes placentinos.
Estudió
en el colegio San Calixto de
Plasencia. Era un estudiante brillante y precoz, allí colaboró con sus dibujos en la revista
“Jerte”. Sus profesores reconocieron el enorme talento de Agustín, tales como
Paco Valverde. Tras finalizar los estudios de Bachillerato y COU en el
Instituto Gabriel y Galán de
Plasencia obtuvo Sobresaliente en
selectividad. En 1968 le concedieron el Primer Premio a nivel nacional en un
concurso que convocó Televisión Española.
Tras
la muerte de su padre, cuando el artista tenía solamente quince años, se marcha
a Salamanca, concretamente a la residencia de estudiantes Champagnat, regentada por los maristas. En 1972, Agustín Decórdoba, junto a seis
artistas expusieron sus obras en la última planta del emblemático edificio Casa
Palacio del Deán en Plasencia. Eran nuevas promesas del Arte que
conformaban “El Grupo de Arte de Casa
del Deán”, entre los que se encontraban José A. López Pardo, Eloy Becedas,
Eduardo Mesa, José Morales. Esta es una etapa primordial en el inicio en el
mundo del Arte de Agustín Decórdoba y su primera exposición formal (que fue un
éxito rotundo).
Cuando
tenía 18 años de edad, la familia se marchó a Madrid, a vivir a la calle San
David, próxima al río Manzanares, uno de los barrios más típicos del Madrid
castizo. Allí, en la prestigiosa Academia “Artium” de Eduardo Peña, en la Plaza
Mayor, Agustín,comienza a pintar a la mujer como modelo de sus cuadros,
utilizando como técnica el grafito sobre papel “Guarro y Archés”. Su trabajo es
una mimesis del entorno de la creación plástica, identificando la pintura con
una reflexión mimética, intentando comprender el espíritu femenino,
considerando el artista que todo orden proviene del imaginario. Además, realiza
dibujos destacando el gusto por sugerir la forma. Es un dibujo sensible que
contribuye definir la figura con una gama cromática muy elemental, en obras
como "Coral" o "Niña de la Puebla quiere ser", en grafito
sobre papel Canson.
En
Madrid comenzó Agustín a ganarse la vida, vendiendo cuadros en el Rastro
madrileño, visitando los museos para ampliar sus conocimientos y trabajando como modelo en una agencia
de gran reputación. Fue entonces cuando comenzó su actividad artística como
dibujante de cómic, obteniendo magníficos resultados. También, trabaja creando portadas de cuadernos de
dibujo, como los de la conocida editorial “Trébol”. También, en esta época, pinta
alguno de sus primeros bodegones donde denota una estructuración geometrizante y una textura
cromática que busca proporcionarle otra dimensión visual al lienzo donde representa frecuentemente frutas, flores, botellas.
Caminante entre la abstracción y el simbolismo.
E incluso fabricaba sus propias
herramientas con las que pintaba: la tinta ferrogálica o de agallones, la
llamada China, y de
humo. Experimentar con los elementos naturales que tenía a su
alcance. Muestra de ello fue su obra “Árabe”, realizada en tinta china sobre papel Canson.
Tras una breve etapa en Toledo,
contrae matrimonio en Malpartida de Plasencia
en 1979 con Luz María Tomé. Justamente al año nació Eduardo, su primer hijo, y
a los cuatro años nació Blanca. Agustín entra en contacto con círculos vanguardistas. Junto
con su esposa comienza realizar continuos viajes visitando distintas galerías
de Arte y Museos.
Comienza a colaborar en Caja
Salamanca desde su puesto de dirección, promoviendo importantes actos
culturales. En esa época se establece en Trujillo. Su relación con Trujillo es
plena donando cuadros para obras benéficas y comenzando una etapa expositiva que
se ha alargado hasta nuestros días. Además de granjearse la amistad de otros
artistas como la fallecida recientemente Ouka Leele y otros pintores
contemporáneos como Aixa Portero, Andrés Talavero, Emilio Gañán, José Massa
Solís, o Kamilo Guevara, entre otros.
A partir de entonces, la pintura será un viaje sin retorno
que había comenzado la niñez a la rotunda sombra de la catedral placentina. Un
compromiso ético y moral sobradamente recompensado al compartir con el público
su obra pictórica, buscando la pintura una revelación interior consiguiendo que
surja la comunicación entre ésa y el público, sobre todo, desde un viaje que
hizo a Nueva York y Washington, donde adquiere una interacción permanente
entre lo visual y lo verbal, pero con una clara apertura del espíritu artístico,
trabajando con colores primarios, el rojo mezclado con el amarillo queda un naranja que
denomina el propio artista "naranja de Córdoba" que domina en sus
obras, cuando está animado y tiene el espíritu en alza. Cuando está desanimado
utiliza el gris de Córdoba. También
están presentes en sus obras los colores tierra y los tonos mediterráneos, el
azul de ultramar lo utiliza a menudo. Una carta de colores elemental pero que
mezcla a menudo con óxidos de
antimonio, amarillo nápoles, blanco titanio.
Agustín Decórdoba abandona la figuración y,
descubre un nuevo lenguaje formal, optando por las figuras abstractas
biomorfas. A la vez que presenta sus obras en multitud de exposiciones en multitud
de ciudades. A partir de entonces, Agustín tendió más a fondo a la abstracción
y con la espontaneidad que le caracteriza, no prescindió completamente
del dibujo ni renunció a controlar la pincelada.
Es un genio que ha vivido su existencia el dramático
tránsito del expresionismo al abismo de la realidad, como queda plasmado en su
serie Landscape, donde solo él ha sabido definir y comprender ese mundo
fantástico, interpretando el arrebato del arte expresionista, como son la
fuerza avasalladora sincera como el artista a inundarse el alma fáustica de
Agustín, como un destacado genio del movimiento expresionista y, en definitiva,
un poeta romántico que plasma con sus pinceles una brillante epopeya que
desenvuelve sus aventuras con una renovada originalidad de líricas emociones
encerradas en su mente y en su actividad creativa. Obras que son claramente un “abrazo” incondicional al expresionismo. Agustín es un artista existencialista que busca temas, inspiración y
objetivos de creación en sus posibilidades comunicativas del alma humana,
rechazando la forma tanto en la que se refiere a las normas establecidas como a
la representación de la realidad. Una visualidad convertida en arte que se
caracteriza por la ruptura de barreras formales y una experimentación continua,
imprimiendo al artista una fuerte intencionalidad basada en sus experiencias
estéticas de otras manifestaciones que el artista ya había practicado,
alternando la serie “Guardianes del
Bosque” con otras obras pictóricas en las que utiliza técnica mixta sobre
lienzo, con trabajos como “Sin título 1”, “Sin título 2”, en las que
reconocemos las claves perceptivas y emocionales de su sensibilidad.
En el 2013 sufre una dura enfermedad que superó con
constancia y con el gran ánimo que le caracteriza, cogiendo fuerzas para
preparar una colección pictórica que será el culmen de su carrera artística con
la serie pictórica "Los
Guardianes del Bosque/ Una evolución sin fin"
provoca los más despectivos misterios, se adentra en el amor al paisaje:
árboles, misteriosos peñascales, umbrías recoletas dedicadas a profundas
meditaciones. Y que alterna con obras en las que
desarrolla como tema principal lo que define como monstruos, tales como
"Monstruos Gelpí"¨, siguiendo los estudios mitológicos de María Gelpí,
Teóloga y crítica de Arte. Y los pinta con su famosa tinta ferrogálica sobre
papel Canson .
A
partir de entonces, bajo el título “El Tiempo entre los Segundos” muestra las
series de pintura “Número1316”, inspirada en el Grupo de Cuenca, «Un-füllung»,
que corresponde a las estancias del artista placentino en Berlín y “Mundos
Paralelos”, previo al estado actual del artista, además de otras obras no
incluidas en estos grupos.
Asimismo,
lanza sus creaciones artísticas bajo el título “El Tiempo entre los Segundos”,
donde recogió también obras Agustín Decórdoba en pequeño formato que el público
pudo adquirir –teniendo una gran aceptación- y cuyos beneficios fueron
destinados a la Asociación Oncológica Extremeña (AOEX). Estas piezas reciben el
nombre de “ArteQuibles”. Agustín nos presenta de una manera abstracta espacios
cósmicos y psíquicos. Sus cuadros son una expresión de energía.
Pero
será con "Un-Füllung Blue-K. con la serie en la que el artista entre "de lleno" en el
expresionismo abstracto americano, obras de técnica mixta sobre lienzo, bien
estructurada y demarcada por perfiles que dan consistencia a las formas y que
ganan libertad flotando en espacios planos, hasta perderse en la conciencia,
colección que mucho tiene que ver con las figuras estenográficas del estadounidense
Jackson Pollock. En las obras de "Un-FUllung", el color es el principal recurso compositivo expresivo,
ofreciéndonos luminosidad, como tono neutro e imparcial.
En la actualidad, el entorno de la vida del
artista se ha visto rodeado del calor familiar por los problemas de salud por
los que ha tenido que pasar. La última experiencia artística de Agustín
Decórdoba recibe el nombre genérico de “Abstrak” y “Abstraj 56/65”, donde
continúa inmerso en el expresionismo
abstracto con 30 obras, la precuela y otras tantas la segunda. Todas de
gran formato y medio formato, con brochazos plasmados con fuerza. Son
obras que producen un gran impacto al espectador, en consonancia con las nuevas
corrientes de pensamiento, siguiendo la dinámica en la que siempre se
ha mantenido, considerando el artista que el arte de la pintura de planos
cromáticos se centra en el uso contemplativo o sublime del color, plasmando en
su obra un carácter espontáneo y de improvisación mediante trazos gestuales de
gran fuerza y dinamismo. Muchas de sus pinturas de la última etapa artística
son un rechazo o alejamiento de la dolorida conciencia de subsistir, una
especie de apertura un mundo diferente, obras que podemos calificar de
místicas, donde el color juega un papel
relevante borboteando sobre la superficie del cuadro, chorreando manchas como
si de una herida abierta se tratase, como sentimiento casi barroquizante del
color, salpicaduras de color sobre la superficie del lienzo, resaltando los
valores plásticos de la obra.
Decórdoba
es consciente que la vida es como una autopista en la que no hay vuelta atrás. Son
obras que nos envuelven en una atmósfera misteriosa, son cuadros que hay que
observar con detenimiento porque en ellos se encuentra la verdad del artista.
Agustín Decórdoba es un auténtico romántico,
que plasma en sus obras temas existenciales por excelencia, sintiendo la
necesidad de dar respuesta al espíritu, recuperando el espíritu de la pintura, predominando
sus obras el amor estrictamente sentimental, que hace de la arrebatada pasión
fuente suprema de dolor y gozo.
Porque
tan admirable que su vida como su obra, considerando personalmente que con su
obra ha creado un nuevo género artístico.
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