sábado, 27 de mayo de 2023

 

LAS ERMITAS EXTINGUIDAS DE LA SIERRA DE GATA

 

En este trabajo damos a conocer la existencia de algunas ermitas existentes en la Sierra de Gata en las que por distintos motivos cesó el culto, algunas se encuentran en estado ruinoso y otra restaurada, concretamente, la ermita de Nuestra Señora de la Peña, ubicada entre Perales del Puerto y Cilleros; Santa Bárbara, entre Acebo y Villamiel; la ermita de San Casiano y Santa Clara en las allanadas del Jálama (San Martín de Trevejo) y la ermita San Blas, en la cima del Pico Jálama que con sus 1,492 metros es la cima más alta de la comarca. Nos encontramos ante un importante foco de religiosidad popular. Penetró con tal fuerza entre los cristianos que perdura en la actualidad. En las sierras que penetran en el cercano Portugal por el oeste tenemos más testimonios en un picacho donde está construido Montsanto o Monte Santo. Tiene en pie muchas edificaciones religiosas aún. Otros nos ofrecen los ya derruidos. Juntamente, creo que es muy explicativo los numerosos sepulcros antropomorfos que en su base existen. Verdaderos cementerios, Alguno ofrece parte del santuario pagano primitivo con una serie de trasformaciones que termina como un templo visigótico. Desde la cúspide de Xálima se ve la Peña de Francia. Avanzando por el conglomerado que compone la Sierra de Gata toparíamos con pueblecito cuyo topónimo en castellano revela el mismo sentido sagrado del monte como el portugués. El español es Montsagro. Monte Sagrado.

Sin embargo, en el entorno de este cónico monte existen diversas localizaciones geográficas y se levantaron ermitas en honor de San Blas. Por ejemplo Gata que lo hizo en la Sierra y junto al paso del puerto de Castilla. Pero los que más culto daban con elementos de la religiosidad popular son las citadas ermitas.

 

La Sierra de Gata es una comarca al noroeste de Extremadura, perfilada por las últimas montañas del Sistema Central. En ella destacan la Bolla Grande (1.519 m), el Jálama (1.492 m) y la Jañona (1.367 m),  siendo ésta la segunda montaña más alta de la Sierra de Gata tras el monte Jálama y, como éste, es compartida por salmantinos y extremeños. Presenta en las cercanías de su cumbre curiosas afloraciones graníticas con formas redondeadas por la acción erosiva, habiendo localizado algún que otro altar sacro entre sus caprichosas formas,  en las laderas oeste y sur precisamente donde nacen el arroyo San Blas y la Rivera de Gata, siendo el primero afluente del segundo, mientras que su ladera este mira al valle del río Árrago.

 

En las laderas de estas montañas y en sus cimas más elevadas nos encontramos con los restos de lignarias ermitas en un extenso territorio que hunde sus raíces en la Prehistoria prueba fehaciente de ello son los innumerables restos arqueológicos localizados en la zona: hachas de piedra pulimentada, cuentas de collar de malaquita verde, útiles de sílex[1], abundante cerámica, una estela decorada del tipo II "suroeste peninsular" fechable entre el Bronce Final y los inicios del Hierro, y ocho piedras decoradas (ídolos) de Hernán Pérez fechables en el Bronce Medio[2]. De la cultura megalítica se conservan abundantes útiles líticos localizados en Valverde del Fresno (catalogado por Mélida en 1924)[3] y en Villamiel, así como los dólmenes de Hernán Pérez, en la Dehesa y en el Prado Castaño, destacando “El Chanquero” y “El Matón”, que fueron excavados en el año 1979 por la profesora doña Francisca Hernández[4]. Rasgos evidentes del poblamiento prehistórico en varias poblaciones de la Sierra de Gata, a los que tenemos que sumar  el dolmen catalogado por García Figuerola en Villasbuenas en 1985[5]. En las proximidades de la comarca destacan los conjuntos megalíticos de la dehesa boyal de Montehermoso y de Reguengos de Monsaraz, este último en Portugal, y sendos dólmenes hallados en Portezuelo y Pinofranqueado.

No podemos olvidar el "tesoro de Penhagarcía" consistente en un collar de chapa repujada con toros acostados y motivos decorativos vegetales y geométricos; piezas de oro, etc., características de la orfebrería céltica[6]. Así como la amplia romanización en el territorio con la existencia de abundantes castros de la II Edad del Hierro, villae romanas en Val de la Venta (Valverde del Fresno); Sierra de Eljas; Los Quintos, La Alfena y La Bóveda (San Martín de Trevejo); Val de los Pozos, la Cerca Magdalena, La Charca, Herragudo y Valdelaja (Villamiel); La Sierra, La Sierra Fría (Perales del Puerto); La Casa del caminero (Torre de Don Miguel) o El Rebollar (Cadalso)[7] y epígrafes o lotes de monedas romanas[8], precisamente en Villamiel se localizó un ara votiva dedicada al dios Salamati, divinidad a la que daban culto en el territorio y que hace referencia indudablemente a la cumbre del Xálama o Jálama[9]. Estamos ante un monte sacro al igual que sucede con el Pico de Santa Cruz de la Sierra, montaña sagrada, donde hemos localizado varias peñas sacras[10]. Melena después de resaltar la importancia del pico de Jálama escribe: “Por tanto, resulta plausible la consideración de una ubicación meridional originaria del culto del Jálama en la antigüedad”[11]. Como señala Albertos: “Los montes elevados, con frecuencia con cimas cubiertas de nieve gran parte del año, centro de atracción de las tormentas o a los que una subida convertía en respetables por inaccesibles, recibían una veneración especial, sobre todo en el Centro y el NO. de la Península”[12].

Velo y Nieto tiene este otro párrafo: “En la altiplanicie de la colosal mon- taña llamada Xálama o Jálama, que es seguramente el más elevado accidente orográfico de la provincia cacereña, existen pequeños indicios de antiquísimas construcciones que Hurtado cree pertenecen a una fortaleza muy antigua a la que llaman Castillo Viejo, y nosotros, Castillo de Xálama, de indudable origen árabe”[13].

 

La ermita de Nuestra Señora de la Peña se encuentra en Perales del Puerto (40º 08´14,6” N y 6º 43´29,39” W), en el bosque que hay junto a ella, hay una cueva con una especie de altar en medio. En la dehesa de abajo (en la falda de la montaña donde está la ermita) hay un altar prerromano[14], además cercano está el Pocito, donde fueron localizadas tres inscripciones dedicadas a Júpiter con la curiosidad añadida de ostentar un par de ellas la mención a un vicus Arcobrigensis. Otras tres inscripciones más pudieron ser acarreadas desde aquí, pues al parecer la iglesia de Perales del Puerto se construyó con material transportado desde la Dehesa de Arriba[15].

 

La ermita es una construcción del siglo XVI, presenta nave única y capilla mayor cubierta con una bóveda de crucería. En el paramento de la nave aún se conservan restos de pintura mural, muy básica, a base de una línea horizontal monócroma roja. Al templo se accede mediante un gran arco triunfal sustentado por berroqueños pilares. Del pico Jálama a la cumbre de los Arenales, próxima a la ermita de Nuestra Señora de la Peña hay 10 km en línea recta.

 

Las ruinas de la ermita de Santa Bárbara se encuentran esparcidas en lo alto del Cerro Moncalvo, a más de 1000 metros de altitud. Se realizaba una romería desde Acebo hasta la ermita, los romeros solían inscribir una cruz en las peñas que había a lo largo y ancho del camino, hemos llegado a contar más de 20 cruces inscritas en peñas. No tenemos constancia documental de una posible peregrinación hacia la ermita dirigida desde otras poblaciones cercanas, pero es un hecho que en las “Tres Rayas” se unen los caminos procedentes de Acebo, Hoyos y Villamiel. La imagen de Santa Bárbara se conserva en la iglesia parroquial de Acebo en un retablo. 

 

La ermita de San Casiano y Santa Clara se encuentra en el Jalama, a 40º 13' 56,02'' N y a los 6º 45' 54,5 W, cerca de fuentes de agua y al abrigo de los pinos, con unas vistas privilegiadas ocupando un extremo de la Sierra de Gata, aunque pertenece a la jurisdicción de Acebo, es desde el Ayuntamiento de San Martín de Trevejo desde donde se está llevando a cabo su restauración. Está dentro de la senda de Xálima o Jálama a la que han dotado de diversas fuentes y áreas de descanso para los senderistas que deseen subir al pico de 1492 metros de altitud, convirtiéndola en la ruta imprescindible para los turistas y amantes de la naturaleza.

Desde allí podemos contemplar toda la cadena montañosa que va desde la Hastiala hasta la sierra de la Estrella. Aún se conserva parte del empedrado que utilizaban los devotos de San Casiano (Acebo), San Blas y Santa Clara, que pertenecían a  San Martín de Trevejo, que en Pentecostés peregrinaban hasta estos parajes. La ermita ha sido reformada recientemente con sillares romanos. En su origen fue un templo romano, tal y como denota el material pétreo existente, presumiblemente dedicado al dios Salamati, que los romanos identificaron con Júpiter; y que también tiene que ver con el nombre indoeuropeo céltico, de Salamati, con las abundantes aguas que afloran en la zona (arroyos, fuentes). Salamati sería una divinidad de tipo fluvial. Prósper la considera una divinidad femenina, Salama, en relación con los cursos de agua y, por extensión, con el orónimo[16]. Cuenta esta diosa con tres testimonios epigráficos en la región, dos al norte del Tajo, en Villamiel[17] y Ceclavín[18]; y uno al sur, en Trujillo[19]. También se da el caso de que esta divinidad coincide en el nombre con el del monte Jálama[20], por lo que presenta numerosas dificultades de orden lingüístico, si tenemos en cuenta de que algunos epígrafes con la abreviatura "Salam", han sido localizados en otros lugares como en Trujillo o Ceclavín[21]. En el caso de su relación con la Sierra, hemos de tener en cuenta que la zona es rica manantiales y arroyos como el de Eljas, Águeda y la existencia de abundantes poblados vetones nos marca la dirección de que estamos ante el Dios Salama, indígena del cielo y sus meteoros, venerado en la Sierra del Jálama[22].

 

La ermita, objeto de nuestro estudio, es un elemental edificio rectangular, de una nave. La portada es un gran arco carpanel de cantería, se ubica a los pies, posee contrafuertes en las esquinas (en algunos sillares hay cruces insertas, sacralizando el lugar culto) y, a ambos lados de la ermita, una ventana rectangular que permite la entrada de luz al interior. La cubierta del  templo se dispone a dos aguas, es moderna, de madera. Aún se conservan los arranques de la bóveda del altar mayor. La cabecera es recta, se conserva una hornacina rectangular de sillería.  templo y culto hacía siglos que estaban abandonados. Sousa Bustillo ofrece en sus cuadernos Jálama lo que él alcanzó a ver y pu- do tocar y quizás acariciar. Copiamos literalmente: “El templo en éste – (monte) – levantado, o ermita, estaba en su cúspide, al abrigo del último peñón, del que yo no conocí más que los arranques de los arcos, y en mi primera visita encontré entre los escombros un hueso petrificado que llevé al museo del Seminario Conciliar de Ciudad Rodrigo, prueba fehaciente de su antigüedad”. Continúa añadiendo: “Debió ser muy concurrido este santuario, pues, tal hace suponer los res- tos de las dos calzadas, obras ciclópeas, hechas para facilitar la subida a los romeros”[23].

 

Próxima a la ermita está el pozo de "La Nevera" o de la nieve obra de finales del siglo XVII. Fue construido por orden del Duque de Osuna, general de la frontera, fue construido por las tropas con guarnición en la  Sierra de Gata durante la Guerra de Sucesión, en el año 1662[24]. La nieve del invierno, colocada sobre una base de madera, en capas superpuestas separadas por paja y arcilla, se convertía en una magnífica nevera natural para fabricar hielo y abastecer a los pueblos de los alrededores. Este pozo está revestido de sillares, es octogonal, tiene 5 m de diámetro de su boca y siete el total de su profundidad. Concretamente, a 100 m de "La Nevera" se encuentra la calzada polacas y en el viaje de Salamanca y Ciudad Rodrigo los ricos eclesiásticos de Villamiel para pasar temporadas en su palacio, que fue construido por don Andrés Xerez.

Algunas leyendas surgieron entre los picachos y laderas de estos parajes. Concretamente en la falda de la sierra más alta de Extremadura, Jálama, donde se encuentra la ermita de San Casiano, oculta en un frondoso bosque y rodeada de cuevas, vivía un ermitaño, de nombre Martín, perteneciente a una distinguida familia cacereña. Los padres de Martín tuvieron dos hijos, Martín y José. Martín era díscolo y atrevido, mientras que José se distinguía por su sencillez y obediencia. Un día, Martín, desoyendo los consejos de sus padres, propuso su hermano que la compañía sea una cacería. José le advirtió, una y 1000 veces que no era prudente al propósito por desconocer ambos el manejo de las armas de fuego. No debe comerse se Martín cuando la puesta del sol salir los dos hermanos provistos de escopetas y se integraron en el espeso bosque. Eligieron dos sitios de aguardo por donde según Martín, debían pasar algunos corzos. En actitud expectante estuvimos dos hermanos poco más de media hora, cuando el ruido de pasos, hizo suponer a Martín que se acercaba alguna pieza. Dos hermosos ciervos cruzaron a poca distancia de ellos. Martín montó la escopeta y son un disparo, al poco rato se oyó un lastimoso grito producido por una leñador a la que la bala le había atravesado un brazo. Poco tiempo después, Martín prometía ante un cuadro de la Virgen una penitencia como expiación del delito de su imprudencia. Transcurrieron 40 años desde los anteriores sucesos. Martín era ya ermitaño de San Casiano. Se mantenía de las limosnas que recogían los pueblos inmediatos. En una cruda tarde de invierno, una imponente tormenta se formaba el espacio. Martín postrado de rodillas, ante un crucifijo que pendía de las paredes de una cueva próxima la ermita, fue levantarse cuando cuatro manos le sujetaron por el cuello. El ermitaño se incorporó como pudo y se encontró frente a frente dos hombres que le dijeron: ¡Venimos a por tu fortuna!

Mi fortuna la tengo despreciada hace cuarenta años y mi vida ahora pertenece a Dios. ¡No mientas, venimos a por tu tesoro, y si nos lo niegas pagarás con tu vida! Saliendo de la cueva Martín le indicó a los dos hombres donde encontrarlo: ¿Conocéis el gran árbol llamado Matusalén? Está al terminar el Puente de los Gitanos, meted la mano en el hueco que hay en dicho árbol lo encontrareis.

¡Si nos engañas pagarás con tu vida! – Volvieron a repetir los ladrones. Los bandidos rápidamente se encaminaron hacia el árbol que el anciano les había indicado, mientras, la tormenta lejos de amainar se mostraba cada vez más imponente, la lluvia era torrencial y los rayos caían cada vez con más frecuencia. Al día siguiente, cuando la tormenta amainó, Martín se dirigió hacia el árbol Matusalén, al llegar vio sus pies los cadáveres de los dos ladrones carbonizados, tras rezar una oración por sus almas, metió la mano en el hueco del árbol sacando un libro con forma de pergamino en el que se podía leer “Tesoro del Alma”.

 

 

 
























 

 

 



[1] GARCÍA FIGUEROLA, M: Introducción a la arqueología de la Sierra de Gata. Memoria de Licenciatura inédita. Salamanca, 1983; GARCÍA FIGUEROLA, M: Guía arqueológica de la Sierra de Gata, la muestra, junio de 1985.

[2] MALUQUER DE MOTES, J: Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Berrueco (Salamanca). Salamanca, 1958, 20; NAHARRO RIERA, A: "San Martín de Trevejo, estela decorada del S.W (tipo II), en Extremadura, 26 de mayo de 1982; GARCÍA DE FIGUEROLA PANIAGUA, M: "Nueva estela decorada del tipo II procedente de San Martín de Trevejo", en Zephyrus, XXXIV-XXXV (1982), 172; ALMAGRO GORBEA, M: El Bronce final y el Período Orientalizante en Extremadura. Valencia, 1977, vol. XIV de la Biblioteca Praehistorica Hispana, 159 ss; ALMAGRO BASCH, M: “Los ídolos y la estela decorada de Hernán Pérez (Cáceres) y el ídolo y la estela de Tabuyo del Monte (León)”. Trabajos de Prehistoria , 29, 1972, 83-124.

[3] MÉLIDA, J.R. Catálogo monumental de España. Provincia de Cáceres (1914-1916), Madrid, 1924, 10.

[4] ALMAGRO, M. J  y HERNÁNDEZ, F: “La necrópolis de Hernán Pérez”. Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano. Cáceres, 1979, 3-16.

[5] GARCÍA FIGUEROLA, M. Guía arqueológica de la Sierra de Gata, Cáceres, 1985, cit. en BUENO RAMÍREZ, P., BARROSO BERMEJO, R. y DE BALBÍN BEHRMANN, R. “Construcciones megalíticas avanzadas de la cuenca interior del Tajo. El núcleo cacereño”, SPAL. Revista de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, 13, 2004, 83-112.

[6] CABRÉ AGUILÓ, J: "El tesoro de Penhagarcía (Portugal)", en Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. 1930, 174.

[7] MADOZ, P: Diccionario histórico-geográfico de Extremadura, IV, Cáceres, 1955, 268 ss; MALUQUER DE MOTES, J: "Los pueblos celtas", en Historia de España dirigida por Menéndez Pidal, La España Prerromana. Madrid, 1976, tomo I, vol. III, 17; DOMENE, D: Historia de los hombres y pueblos de la Sierra de Gata. Villamiel, 1991; MORENO RAMOS, J: Perales del Puerto. Desde la Prehistoria a los Tiempos Modernos. Asociación de Ciencias Sociales de Extremadura (ACISE), 1991.

[8] HURTADO DE SAN ANTONIO, R: Corpus Provincial de Inscripciones Latinas. Cáceres, 1977; MÉLIDA ALINARI, J. R: Catálogo Monumental de España, provincia de Cáceres, tomo I, Madrid, 1924; GARCÍA DE FIGUEROLA PANIAGUA, M: Arqueología romana y altomedieval de la Sierra de Gata. Cáceres, 1999, 144-147.

[9] Rubio Alija en 1955, en "Nuevas inscripciones romanas", Zephyrus, 6, 1955, 295 ss. Según el profesor García Mogollón, se encuentra depositada en el palacio de los Ojesto en San Martín de Trevejo. GARCÍA MOGOLLÓN, F. J: Viaje Artístico por los pueblos de la Sierra de Gata, Cáceres, 2009, 165. Aparece el nombre "Xálama" en el documento de donación de Fernando II de León a la Orden del Hospital del castillo de Trevejo, en el mes de marzo de 1184. VELO y NIETO, G: Castillos de Extremadura. Madrid, 1968, 568-569.

                [10] RAMOS RUBIO, J. A, ESTEBAN ORTEGA, J y DE SAN MACARIO SÁNCHEZ, O: “El Complejo arqueológico de San Juan el Alto de Santa Cruz de la Sierra”. Revista Alcántara, número 79, Cáceres, enero-mayo 2014; ESTEBAN ORTEGA, J; RAMOS RUBIO, J. A,  y DE SAN MACARIO SÁNCHEZ, O "La machorra de la Muerte (Santa Cruz de la Sierra- Cáceres)", Revista D&M, número 53, marzo-abril, 2016.

[11] MELENA, J. L: Salama, Jálama y la epigrafía latina del antiguo corregimiento. Symbolae Ludovico Mitxelena septuagenario oblatae. Pamplona, 1985, 449.

[12] BLÁZQUEZ, J. M: Primitivas Religiones Ibéricas. Tomo II, Ed. Cristiandad, Madrid, 1983, 281.

[13]

SYMBOLAE pág. 529 de la separata de José L. Melena tomo del mismo Melena la cita que de Castillos de Extremadura pág. 673. s. v. Xálama G. Velo y Nieto.

[14] GONZÁLEZ CORDERO, A: "Tradiciones prerromanas supervivientes. La cabeza altar de Perales del Puerto (Cáceres)". Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2018.

[15] SÁNCHEZ PAREDES, A: Inscripciones latinas de la Vettonia. V Congreso de Estudios Extremeños. Ponencias VII y VIII, Arqu. y Arte Antiguo. Mérida, 1976  91.

[16] PRÓSPER, B. M: Lenguas y religiones prerromanas del Occidente de la Península Ibérica. Ediciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca, 2002, 191.

[17] Fuscus doo / Salamati / v s l m, cf. J. RUBIO ALIJA: “Nuevas inscripciones romanas”, Zephyrus 6, 1955,  298. 

[18] Salama / Leurius / Bout(i) / f(ilius) / v s, cf. F. L. GUERRA, Notas a las antigüedades de Extremadura de D. J. VIU (Coria 1894, reimpresión de 1865); CIL II, 794. 

[19] CIL II, 5279. 

[20] PRÓSPER, op. cit., 193.

[21] OLIVARES PEDREÑO, J. C: Divinidades indígenas de la Hispania Romana. Tesis Doctoral, Alicante, 2000, 165.

[22] MELENA, op. cit., 1985, 475-530; OLIVARES PEDREÑO, J. C: Los dioses de la Hispania Céltica. Real Academia de la Historia, BAH 15. Madrid, 2002, 38.

[23] CARRASCO MONTERO, G: "Jálama-Xálima-Xalama-Salama-Salamati, según D. Samuel Sousa Bustillo". Actas de los  XXXIX Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2010.

[24] Según datos tomados de los cuadernos manuscritos (Jálama, número 1) del reverendo don Samuel Sousa Bustillo, párroco de El Payo.

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