EL MONTE ARROPEZ, UN TERRITORIO ESPIRITUAL Y UN CAMINO
DE PERFECCIÓN EN PLENA NATURALEZA
Arropez es un paraje situado a escasos 10 kilómetros de
la capital cacereña al que se puede acceder fácilmente antes de llegar a
Valdesalor. En este lugar se va a instalar una estatua gigante de Buda y un
complejo budista, fruto del hermanamiento de Cáceres con Lumbini (Nepal). Un
entorno natural desde el que se divisan numerosas ermitas salpicadas en el
territorio ocupado por un bosque mediterráneo.
Hablar de budismo es
hablar de un camino con muchas ramificaciones que se han ido generando a lo
largo de 2.500 años de existencia. Desde la India, las enseñanzas de Buda
(Sidharta Gautama) se han abierto como un abanico en ramificaciones que se
extienden por todo el mundo en diferentes estilos y escuelas, llegando hasta
los rincones más insospechados. ¿Quién iba a pensar que en la ciudad de Cáceres
se proyectara realizar un centro budista de extensión mundial? Esto no es más
que una señal que muestra cómo en nuestro mundo occidental crece su interés
desde que comenzó en el siglo XIX como resultado de los contactos coloniales
con los países budistas y las conclusiones de estudios académicos sobre la
tradición budista.
Actualmente cada vez es
mayor el número de líderes budistas occidentales formados por eruditos budistas
originarios de Asia. En los últimos
veinte años se han formado muchos más grupos que tienden a atraer a pensadores
occidentales para establecer algún tipo de alianza con el budismo zen o
tibetano. Su importancia en occidente va creciendo.
No pretendemos en estas líneas realizar un
estudio sobre las características del budismo. Solamente quiero reseñar algunas
características que confluyen con nuestra cultura socio-cristiana, de tal
manera que el budismo no nos parezca tan ajeno o exótico, ni tampoco como un
adorno de la coreografía de un parque temático cuyo atractivo sirva solamente
para el mercado del llamado turismo religioso.
¿Qué pretende el budismo? Buda está
considerado como un ser que forma parte de una serie continua de seres iluminados. La enseñanza de Buda se
resume en las cuatro nobles Verdades, de las cuales la última y definitiva
afirma la existencia de un sendero que conduce a la liberación del sufrimiento
como experiencia humana universal. ¿Acaso es ajeno en nuestra cultura
socio-cristiana liberarnos del sufrimiento?
El objetivo del budismo es liberarse del Karma
con sus tendencias malignas que tiene sus repercusiones en las consecuencias
negativas, en contraposición a la recompensa que conlleva la sucesión de hechos
buenos que repercuten como ondas de una piedra que cae al agua en una sucesión
de renacimientos que rompen la cadena del Karma. ¿Acaso no pretende la
educación de nuestra cultura socio-cristiana generar formas de vida en la que
los individuos se perfeccionen con estímulos de convivencia para el bien común?
El sendero de Buda lo marca la moralidad, la
meditación y la sabiduría creando esas condiciones favorables para el
desarrollo espiritual que libera de la esclavitud de la materia. La meta es el
Nirvana, o sea, la extinción de todos los deseos que distraen la capacidad de ser
y existir con la fusión del yo personal con el infinito en la iluminación
definitiva (el cielo). ¿Acaso no están creciendo en nuestra sociedad la
búsqueda de espacios en los que se respire algo más que producción, prisas,
negocios, estrés, agobios, materialismo, escapes que producen otros
sufrimientos? ¿Percibes que cada vez hay más voces en nuestro contexto
socio-cristiano que suenan como alarmas porque se han perdido espacios de
moralidad, de meditación y de profundidad de conocimientos? ¿Oyes decir que se
han perdido los valores que son los favorecen la humanización de las relaciones
y la convivencia cívica?
El camino del budismo
dura toda la vida. Pero no acaba ahí. Tras esta vida viene otra y otra y así un
innumerable número de existencias o reencarnaciones que solamente terminan
cuando se accede al nirvana como plenitud de la existencia o “cielo”. ¿Quién no
aspira en nuestro contexto socio-cristiano a conseguir una idea de eternidad en
un mundo feliz, ya sea desde claves religiosas o, en su ausencia, desde claves
filosóficas, racionales, científicas… o simplemente imaginativas?
Es cierto que entre el
budismo y el pensamiento cristiano hay diferencias en el concepto global de la
vida; algo así como dos líneas paralelas que no pueden encontrarse en un punto
común. Sin embargo, hay aspiraciones humanas muy concretas, como las señaladas
en los párrafos anteriores, donde, en este caso, las líneas paralelas tienen
puntos de encuentro y se complementan mutuamente en la persona que acoge esas
aspiraciones como herramientas de un camino de perfección que tantos escritos y
personas buenas han dejado en sus consejos espirituales.
Budismo y cristianismo,
dos caminos de perfección en paralelo, pero que confluyen en algunos objetivos
con diferentes planteamientos: El camino de perfección del cristianismo se
fundamenta en otro contexto antropológico y teológico muy diferente al del
budismo, pues el camino de perfección al estilo de Jesucristo parte de un
concepto de mundo como criatura de Dios, diferenciado de Dios; se fundamente el
cristianismo en el ser humano como único e irrepetible, no como fruto de
reencarnaciones; para el pensamiento cristiano el sentido de la vida y de la
historia es una liberación que implica la responsabilidad de la transformación
de las causas que generan el mal, no solo como liberación de ataduras
individuales; el sentido de eternidad es para el cristianismo un don de Dios y
no una conquista humana conseguida por el perfeccionamiento del karma o de la
exclusión de la materia.
Las líneas paralelas
del cristianismo y del budismo se unen en el itinerario, o proceso, para
conseguir los fines. En este caso el camino budista no es nada extraño a la
cultura socio-cristiana, pues nuestra historia está llena de personajes
ilustres que se han retirado del “mundanal ruido” para encontrar la senda del
camino de perfección humana en contacto con la naturaleza, la meditación, la
espiritualidad, la liberación de la materia, la sublimación de la vida…
llegando a disfrutar del éxtasis y de experiencias de paz que, posteriormente,
se han expresado en escritos de tan alta precisión poética como los de Santa
Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, por citar algunos de los más
significativos y conocidos maestros de la interioridad del amado y la amada, o
del creador y la criatura. En la tradición cristiana, como en la budista, hay
monjes que buscaban su camino de perfección retirados en conventos ubicados en
entornos de naturaleza espléndida, porque en ellos se fusionaban con la
naturaleza para sentirse en comunión con las criaturas en plena alabanza al
Dios de la vida. En nuestro contexto conocemos a San Francisco de Asís que en
su Cántico de las Criaturas alaba a Dios por la hermana agua, el hermano
viento, el hermano sol y la hermana luna… e incluso integrando en armonía la
realidad del sufrimiento asumiendo como liberadora de todo materialismo a la
hermana muerte… eso no les excluía de las responsabilidades humanas, pues
siempre están asociados a proyectos de paz, y de solidaridad, acogiendo a los
pobres y ayudando a los necesitados e indefensos.
En menor escala están los miles de ermitaños
que se retiraban en el silencio de las ermitas para buscar esas metas en la
vida diaria, con su vida austera, sus meditaciones, su integración en espacios
ecológicos tan fusionados con la naturaleza, alabando a Dios con los salmos de
la biblia en la que saltan de alegría los ríos, se alegran las montañas y toda
las criaturas del cielo, del mar y de la tierra cantan y bendicen al Creador.
Precisamente el monte Arropez donde se va a construir el gran centro budista de
Cáceres está rodeado de ermitas donde históricamente han vivido ermitaños y han
sido punto de encuentro y de manifestaciones de espiritualidad que han hecho
las delicias de tantas personas y pueblos que han configurado sus valores
de convivencia inspirándose en la
virtudes del santo, virgen o Cristo a la que estaban dedicadas.
Puede haber puntos de encuentro en estas
líneas paralelas del cristianismo y del budismo que van más allá de las
matemáticas, pues el ser humano no es un teorema pitagórico sino un conjunto de
armonía de diferentes dimensiones que lo perfeccionan en la medida en que lo
psíquico, lo ético, lo social, lo vocacional… se equilibran para el bien
individual y colectivo. La dimensión trascendente específica de estas
experiencias puede ser la batuta que dirige esa impresionante orquesta de cada
ser humano. Hoy en día, oigo hablar
mucho de la necesidad que tenemos en nuestra sociedad de acudir a lo que en
educación emocional se denomina “objetos maná”, entendida esta expresión como
el conjunto de experiencias, personas, situaciones, objetos, rituales,
costumbres, espacios… que generan estímulos para sentirse con actitudes
positivas de felicidad personal y ambiental. No es que el “objeto maná” sea
mágico o tenga poderes en sí mismo, sino porque está asociado a experiencias de
armonía, serenidad, afecto, seguridad… ayuda a la mente humana a concentrase en
el espacio de trabajo o ante situaciones estresantes de la vida.
Es importante que haya
a nuestro alrededor espacios de esas características; en Cáceres debemos sentirnos orgullosos
porque con el templo budista se añade otra posibilidad para ofrecer espacios
humanizadores que nos hacen más libres para elegir otros estilos diferentes que
lleven al perfeccionamiento del ser humano y de la sociedad.
Siempre se han ofrecido
en formatos diferentes según las épocas. Hace ya veinte años que la parroquia
de Guadalupe inició en Cáceres el movimiento de la marcha de “Todas las
religiones por la Paz”, conscientes de que el futuro también necesita adquirir
un pensamiento en armonía dialogante entre todos estos espacios de
trascendencia. Actualmente la Iglesia diocesana de Coria-Cáceres lo ha elevado
a la categoría de delegación diocesana con sus respectivas ramificaciones para
que la idea siga extendiéndose en el mundo cultural y educativo. Pequeñas
iniciativas que hacen camino al andar.
Bienvenida sea la
comunidad budista al monte de Arropez, porque contribuirá a que muchas personas
de aquí y de otros lugares del mundo, junto a nuestra sociedad cacereña se
impregnen de “espacios maná” que estimulan encuentros motivadores para crecer
en armonía en todas las dimensiones del ser humano. Aunque seamos diferentes en
símbolos y ritos, hay puntos de encuentro en los que budismo y el cristianismo,
en dialogo junto al resto de experiencias religiosas, contribuiremos a generar
espacio humanizadores que fomenten mayor consciencia de ser personas,
trabajando y disfrutando con los mismos objetivos de la convivencia en paz.
Al oeste las ermitas de Santa Ana, San Benito, Santa
Olalla y Santa Lucía. Al oeste, está la ermita de San Lorenzo. En
la Lagartera están las Casas de San Lorenzo, que sería donde estuvo la ermita
de San Lorenzo, lugar en el que fue localizado un Thymaterium y un
contrapeso romano. De la ermita tenemos referencia documental pero de las
que ya no quedan restos[1]
es San Lorenzo (junto a la dehesa de Lagartera, propiedad de la Condesa de
Fernán Núñez, en los campos del Salor, perteneció posteriormente a la marquesa
de Villatoreas)[2]- También
se encuentra en esta zona la ermita de San Lázaro, concretamente en la finca “La Alberca”, en la Ctra. que conduce de
Cáceres a Torreorgaz, antes del cruce de Sierra de Fuentes, nos encontramos con
la fábrica eclesial de una antigua ermita, el terreno es propiedad del Conde de
Adanero don Álvaro de Ulloa y Suelves. Hemos de tener en cuenta que próximas a
la ermita están las localidades de Sierra de Fuentes y Torreorgaz, y tanto un
palacio existente en Sierra de Fuentes como la casa de Pajarillas camino de
Torremocha, fueron propiedades del señor Conde de Adanero[3].
Recibió el nombre de Ermita de San Lázaro, tenemos
constancia de su existencia por el historiador Hurtado Pérez, el cual nos
refiere que se encontraba “en la Alberca
y perteneciente a la Parroquia de Santiago. Existía a mediados del siglo XVII,
pero es definitivamente abandonada en el año 1695, ante la incomodidad que
suponía el tener que desplazarse hasta allí, tanto el clero como los numerosos
devotos para celebrar su fiesta el día 10 de agosto”[4].
Estamos de acuerdo por el historiador
cacereño, aunque discrepamos en las fechas, pues por los restos existentes en
la ermita, tal es el caso de la hornacina gótica, esta ermita debió existir
desde los años finales del siglo XV.
La
ermita en cuestión fue utilizada como escuela, aún se conservan en su interior
los pupitres y un mapa de España colocado sobre una pizarra. Es una agradable
sorpresa entrar en la estancia, de una nave, y encontrarnos aún con una
hornacina que perdura en el tiempo, empotrada en la pared. Nos encontramos ante
una construcción de mampostería encalada, de planta rectangular y con cubierta
a dos aguas. Esta pequeña y popular ermita ha recibido numerosas remodelaciones
en distintas épocas. Concretamente, es probable que la techumbre actual de
madera haya sustituido a la primitiva o cubriéndola, encontrándose la bóveda
aún en la ermita y sobre ella, se ha colocado la actual cubierta, cuyos
refuerzos se apoyan en dos contrafuertes sencillos que se encuentran en la
cabecera de la misma, donde actualmente luce un azulejo de Ntra. Sra. de
Guadalupe, y otro azulejo similar en una de las fachadas laterales, pero con la
representación de la Virgen del Perpetuo Socorro. Remata la edificación una
sencilla espadaña en arco de medio punto
donde iría colocada la campana, y a ambos lados un pináculo.
Se
accede al interior por una puerta adintelada, tiene una sola nave, pequeña y
rectangular. Mediante un arco triunfal, que todavía puede percibirse, se accede
al presbiterio. En el que fuera Altar Mayor se conserva –como hemos indicado-
una importante y bella hornacina gótica, avenerada con un arco conopial que
alberga otro arco lobulado. Por tanto, estamos ante una ermita de la segunda
mitad del siglo XV que ha recibido reformas importantes para convertirla en uso
escolar. Probablemente, bajo las paredes encaladas existan algunos restos de
pintura mural, pero es difícil de precisar si no se realizan catas.
Al suroeste, y las ermitas de Nuestra Señora de Gracia
y las Arguijjuelas de Abajo (capilla de la Esclarecida) y la ermita del Santo.
La ermita de Santa Ana está en la denominada dehesa de
Alcocer. Es una obra de pequeñas dimensiones, de un solo tramo con bóveda
moderna, y conservar la sacristía, espacio rectangular cubierto con cúpula oval
sobre pechinas, destacando la decoración esgrafiada. Se accede por un pórtico y
una puerta con arco de medio punto a los pies de la ermita, su cubierta remata
en una espadaña en el lienzo Norte. Antonio Ponz en el siglo XVIII en el famoso
viaje que realizó por España, encargo de Camponanes, un importante inventario de monumentos y un informe
documental sobre la conservación del patrimonio artístico epigráfico,
pictórico, escultural y de arquitectura y otras obras de arte que contempló en
el curso del mismo, concretamente en las cinco escasas páginas que dedica a la
capital cacereña hace referencias a “la
dehesa del Señor Duque de Abrantes, que se llama Alcoze de Santa Ana, distante
una legua de Cáceres al mediodía, hay una cosa notable en un parage, que se
llaman los Caños de Santa Ana, y todo toma el nombre de una ermita cercana
dedicada á dicha Santa. Se reduce á que al pie de un cerro en algunos años
lluviosos, y no todos, sale por dos rajas de una peña porción de agua bastante
para moler una rueda; y los años que no la echa, se tragan dichas bocas quanta
llueve, y ademas la que viene valle abaxo en las crecientes”[5].
Los caños de Santa Ana, en las inmediaciones de la
ermita, hoy transformada y situada en el perímetro del Campamento de
Instrucción Militar Zona Centro de Santa Ana. Los primeros datos documentales
que tenemos corresponden al año 1556 (27 de octubre) cuando se llevan a cabo
obras de reconstrucción de la ermita bajo el mecenazgo del cacereño
Juan Velázquez de Ávila (en un terreno que era de su propiedad). El terreno
donde se construyó la ermita es un lugar estratégicamente pensado para este
tipo de construcciones aisladas, en aquella zona se encontraron a principios
del siglo XX restos árabes. Se especifica claramente en el documento de
contratación de la obra al cantero Pedro Gómez
ante Benito González que la ermita existente se encontraba en muy mal
estado de conservación por lo cual se necesitaba con gran urgencia su
intervención: “Sepan quantos esta pública
escriptura de contratación vieren como yo Pº Gómez, cantero, vº queso y de la noble
e muy leal vª de Cáceres, conozco e otorgo por esta presente carta queso y
concertado con vra md el señor Juan Velázquez de la Torre de Ban de Mesya
Dávila, señor de Loriana, vº de la dha vª de Cáceres, que estays presente de
hazer y que ha de una capilla de advocación de sra Santana, que vra md manda
hazer en la dehesa que dizen de las Alçoçes, a la mano derecha del camyno que
va a la hermyta de San Bto, en el sitio que antiguamente la dha capilla se
començo, de questán allí las paredes caydas, la qual dha capilla tengo de hazer
e edificar, sacándola desde los cimientos e no tengo de sacar cosa alguna sobre
lo viejo, la qual toda a de ser de manpuesto de cal y canto…”[6]. Son
muy importantes los datos que obtenemos del citado documento de escritura que tienen
interés de describirnos el tipo de ermita rural cacereña, en la que su uso
mucho el ladrillo, más que la cantería, también en la escritura se especifica
que se aprovecharon algunos de los materiales que ya existía en la ermita
arruinada, que dicha ermita tenía bóvedas de arista, de ladrillo, un altar y
las gradas, y fue embellecida con paneles de azulejos y poyos por toda la
ermita excepto en la zona del altar; las bóvedas encaladas y las paredes
blancas con una cenefa y en la entrada un portal a lo largo de la fachada,
característico de este tipo de ermitas rurales existentes en la Tierra de
Cáceres, algunos estos portales, como el caso de la ermita de Santa Ana,
estaban empedrados con piedra menuda de río. El cantero Pedro Gómez recibió por
las obras realizadas en ermita 30.000 maravedíes.
El día 1 de mayo de 1564 se fundó la Cofradía de esta
advocación instalándose en ésta remita, siendo su cofrade fundador Francisco de
Paredes Golfín, exponemos literalmente las ordenanzas: “Por cuanto las leyes y ordenanzas y constituciones fueron halladas
hechas y constituidas para el regimiento de las gentes las cuales por vigor de
ellas viviesen en una concordia y caridad y amor y razón y así usando de ellas
los virtuosos o uviesen por sus virtudes galardón. E por el contrario los
vicios e maldoctrinados fuesen corregidos y castigados por sus delitos y
culpas. Por ende nosotros los ermanos cofrades de la Señra Santa Ana que es en
la ermita que está a do dicen los “Alcoces” término de esta villa de Cáceres y
al presente somos en ella en buen amor y concordia ordenamos constituimos y
hecimos en primero día del mes de mayo año de mil y quinientos y sesenta y
cuatro siendo todos muñidos para misa y cabildo se juntaron los señores Gonzalo
de Monroy y Joan de Carvajal y Joan Pizarro primeros diputados de esta Santa Cofradía y Diego Sánchez Picapiedra,
el mozo, y Diego Sánchez Solana primeros alcaldes de esta Santa Cofradía y
muchos otros cofrades de esta Santa Cofradía y yo Francisco de Paredes Golfín como primer fundador de ella y como
escribano de la dicha Cofradía. Les ley las ordenanzas sobre dicha y todos
juntos en una paz y concordia las aprovaron y las consintieron y dijeron que
querían estar por ellas y se sujetaron a ellas y a cumplirlas so las dichas
penas de lo que no hice y lo firme de mi nombre que dice así. Francisco de
Paredes Golfín”.
El 23 de julio de 1564, reunidos el Cabildo los miembros
de ambas cofradías deciden unir las mismas en una sola y con su sede en la
Ermita de Santa Ana, la otra se encontraba en Santa María “La Mayor”[7].
En los primeros años del siglo XVII continuaron las obras
en la ermita, en concreto las obras de la sacristía y un aposento alto, obras
fueron encargadas por el obispo don Pedro de Carvajal. Tenemos constancia
documental ante el escribano Juan Maderuelo el 2 de noviembre de 1611, de las
obras realizadas por el cantero Martín Blanco, vecino de Cáceres, como
principal obligado y Rodrigo Álvarez, como su fiador, como rematante de la obra
de la sacristía y aposento alto de la ermita[8].
La ermita llevó a cabo una importante reedificación en el año 1764, colocándose
la siguiente inscripción en el pilar central del pórtico: “REHEDIFICOSE ESTE
PORTAL Y CASA SIENDO MAYORDOMO BENITO DE LOS SANTOS RUBIO A ESPENSAS DE ALGUNA
LIMOSNA CHRISTIANA Y LA GRANDE QUE DIO PEDRO JOSEH TOPETE Y BARCO. AÑO 1764”.
También, en el siglo XVIII se limpiaron las pinturas del
muro principal e inferior de la ermita, concretamente en el año 1765,
coincidiendo con la realización de una profunda obra de restauración y
consolidación en toda la construcción así como en la vivienda del ermitaño. La
Cofradía acordó arreglar las manos de la imagen de la Virgen, obra del siglo
XVII, que estaban destrozadas así como la restauración de algunas partes de la
misma en el rostro y el cuerpo.
Como dato curioso mencionar, en los alrededores de esta
ermita enterraban a los párvulos de la ciudad de Cáceres entre los años 1790 y
1810.
En la fachada, a los pies de la ermita, se mantienen,
algunas pinturas al fresco, del siglo XVI, con las representaciones de Santa
Ana y un ángel. En el interior, y una
escultura moderna de madera de Santa Ana con la Virgen.
En el último Inventario realizado el 4 de abril de 1805,
estando presente y como testigo don Benito Borrella, clérigo y segundo sacristán
de Santa María La Mayor, se detallan los objetos existentes en la ermita:
– Un cáliz de plata, con patena y cucharilla.
– Varios corporales de tela blanca con encajes, con bolsa
verde de damasco.
– Un alba y hábito con encajes de tela blanca.
– Casulla de raso azul con flores, estola, manipulo y
paño de cáliz.
– Casulla de damasco verde antiguo, con estola, manipulo.
– Otra de damasco, encarnada.
– Dos toallas blancas, una con encaje y otra con jareta.
– Un misal bien tratado con forro encarnado.
– Dos frontales viejos, uno azul roto y otro de raso azul
con flores.
– Una vara en cruz en donde está pintada Santa Ana y que
servía para pedir por el pueblo.
– Otros varios utensilios entregados en un cesto de
mimbre, llevados por medio de un muchacho mísero a la sacristía de Santa María.
La ermita dependía eclesiásticamente de la jurisdicción
de la iglesia de Santa María, y la propiedad del terreno hasta el día 23 de
Marzo de 1950 era de la familia Carvajal, quien la vendió al Ministerio del
Ejército. En el año 1961 se restauró por orden del Coronel del Regimiento Argel
nº 27 don Luis Saliquete Navarro, la capilla, los pórticos de entrada, así como
la sacristía. Se hicieron igualmente importantes reformas en el campanario,
dotándose de una artística cruz de hierro, hoy en paradero desconocido.
Desgraciadamente también se ha perdido la primitiva campana de la ermita, hecha
expresamente para esta de Santa Ana.
En el mes de
diciembre del año 1964 se convertiría todo aquel terreno en recinto militar,
adaptando la ermita a un destino castrense y la ermita sería restaurada en el
año 1996.
La ermita de San Benito es la más interesante de todas.
Se construyó junto a los restos de un antiguo convento benedictino situado en
el cerro de San Benito, a 5 km de la ciudad. Algunos autores locales consideran
que esta ermita tiene su origen en el siglo VII, habiendo encontrado en ella
restos visigodos[9], al
presentar dicha ermita disposiciones muy características de los primitivos
conventos que fundaron los monjes benedictinos en el Occidente[10].
Esta ermita y convento correspondió a la jurisdicción de la parroquia de San
Mateo hasta que el 3 junio del año 1886 se construyó el templo de San Eugenio,
en Aldea Moret.
Encontramos las referencias documentales más antiguas
sobre la ermita de San Benito en el año 1544 en el contrato de asiento y
concierto con él pintor Francisco de Hermosa de un retablo para la ermita[11].
Otra referencia la encontramos en el año 1556, en una escritura que concierta
Pedro Gómez ante Benito Fernández el día 27 octubre de 1556[12].
Otra referencia documental corresponde al año 1621, concretamente en las
ordenanzas de una cofradía que tenía su sede en la iglesia de San Mateo[13]
y las obras realizadas en la ermita y la hospedería para enfermos en el año
1764[14].
Las dependencias anexas a la ermita sirvieron de hospedería, el 12 julio 1872
en un Auto del Secretario de Cámara del Obispado, se aprobaron las cuentas de
las obras realizadas en la ermita y se establecen las reglas para el alquiler y
la conservación de la hospedería[15].
En el año 1872 ya no existía ninguna cofradía y esta ermita era llevada por el
párroco de San Mateo. En una carta escrita por el Secretario de Cámara y
Gobierno del Obispado de Coria, fechada el 1 de marzo de 1872 y dirigida al
cura párroco de la iglesia de San Mateo, se especifica que se ha extinguido la
cofradía y se autoriza al cura párroco para la venta de bienes muebles (cálices
y otros objetos) propiedad de la Cofradía para sus reparaciones[16].
Los restos de la hospedería se encontraban ya en ruinas cuando Publio Hurtado
visitó esta ermita en los primeros años del siglo XX[17].
En el año 1935 en la visita que realiza Tomás Martín Gil a varias ermitas
situadas en los alrededores de la capital cacereña encuentra a esta ermita de
San Benito en deplorable estado ruinoso[18].
De los bienes muebles existentes en la ermita, el investigador Alonso Corrales
considera que la imagen de San Benito, obra del siglo XVI, es la que se
conserva actualmente en San Eugenio; la imagen de siglo XVII de San Donato y la
de San Benito (obra de finales del siglo XV), llamado “El Viejo”, que se
encontraba llena de carcoma y xilófagos, optaron por quemarla y enterrar las
cenizas en un lugar sin señalizar[19].
Es una construcción de mampostería. Se accede al interior
por una puerta un arco apuntado, a los pies de la ermita, uno de los pocos
restos que quedan de la edificación original; hemos de destacar a los pies de
la misma una sencilla espadaña con un vano de medio punto. En los laterales y
en el frente de la ermita, destaca un pórtico con arcos paneles sobre columnas
graníticas. En la zona oriental se conservan los restos de celdas y otras
dependencias del convento; tanto estos restos como la mayor parte de la ermita
son obra del siglo XVIII. Debió de contar con bienes muebles de estimado valor
artístico, de hecho, algunos autores que visitaron esta ermita conocieron obras
de calidad como, por ejemplo, la existencia de una imagen de San Benito, de
tamaño natural y una tabla que representaba Santa Lucía y que según Sanguino
era del siglo XV, la misma tabla de la que hace referencia Publio Hurtado[20].
En su interior presenta tres naves de tres tramos
separados por arcos apuntados sobre pilares cuadrados. La nave central se cubre
con bóveda de cañón con lunetos, y las naves laterales se cubrían con
estructura de madera, que ha desaparecido. El presbiterio mantiene su bóveda de
crucería, existió un retablo que fue contratado el 20 julio de 1544 con
Francisco de Hermosa, pintor vecino de Garrovillas[21].
Se conservan a su interior algunas pinturas murales al
fresco, con las representaciones de la Estigmatización de San Francisco, Llanto
ante Cristo muerto y San Cristóbal con el Niño Jesús; en el presbiterio, se
conservan algunos fragmentos de pinturas con la representación de la Ascensión
del Señor y un rostro irreconocible; son
pinturas de finales del siglo XVI[22].
La disposición de las pinturas son las siguientes, en el ábside se encuentra la
Ascensión del Señor y un rostro que no hemos podido averiguar su
representación. Se conservan las pinturas de la nave de la epístola en cuyo
frente se encuentran el Llanto ante Cristo muerto y San Cristóbal, y haciendo
ángulo la Estigmatización de San Francisco.
Este grandioso edificio con unas dimensiones de cerca de
veinte metros de largo por catorce de ancho, con tres naves, y distintas
estancias a su alrededor, situada en la actual urbanización Ceres Golf, ha sido
restaurado, los trabajos han sido llevados a cabo por la Escuela Taller.
Proceso de restauración que comenzó en el año 2007 y culminaron en el año 2010
(inaugurada el día 22 de junio de 2010).
Una de las ermitas más interesantes es la
dedicada a Santa Olalla, ubicada en la dehesa de la Aldehuela
entre Torremocha y Malpartida de Cáceres, al S. del Cerro de Romanos, está la
ermita de Santa Olalla, cuyos orígenes inciertos han motivado diversas
especulaciones e interpretaciones por distintos autores. Algunos consideran que
es una ermita de la segunda mitad del siglo XV. Otros autores consideran que ya
existía una basílica visigoda precedente fechándola en el siglo VII d. C, relacionada con el obispo Ornuci (635-661) en
documentación que fija dicho espacio con el lugar de procedencia de la mártir Eulalia[23] y
que sufrió algunas reformas durante los siglos XVII y XVIII, que modificaron el
edificio original y eliminaron su aula[24].
Estamos de acuerdo con esta afirmación, este se componía de un ábside
rectangular, abovedamiento de cañón de herradura y construido con sillería de
granito y piezas decorativas reutilizadas.
En este lugar existió un importante asentamiento rural romano, del
que se utilizaron algunas piedras para la construcción de la basílica visigoda[25].
En las inmediaciones ha aparecido gran cantidad de materiales de construcción y
sobre todo estelas funerarias[26].
Al igual que en otras basílicas visigodas existentes en la Alta Extremadura,
como los ejemplos de Portera, Ibahernando y otras, el profesor Enrique Cerrillo
recoge también en su estudio la basílica de Santa Olalla como modelo de
basílicas relacionada con el origen del abovedamiento de las iglesias lusitanas
del siglo VII[27].
Algunos autores mencionan este lugar como la población de Ponciano. Concretamente, el sacerdote y escritor Benito Boxoyo nos
refiere lo siguiente cuando hace referencias a la ermita de Santa Olalla y al sitio de Ponciano: “..., está el sitio llamado Aldehuela y en él
una hermosa iglesia reedificada, de una sola nave, con un altar y en él de
escultura la imagen de Santa Olalla de Mérida y, a sus lados, de relieve, San
Donato y Santa Julia, mártires. Es asentada tradición, que este sitio fue el
pueblo y naturaleza de los padres de Santa Olalla y de él salió para ganar la
corona del martirio, como dice citado Ulloa –se refiere al Memorial-[28], asegurando que la distancia de la heredad
llamada Ponciano a Mérida, es la que hoy mide desde el templo de la Santa a
dicha ciudad; y en todo aquel oriente, por sus cuatro partes, no hay vestigios
de otra población que la de Cáceres”[29]. Existe una tradición de que este sitio fue el
pueblo de los padres de Santa Olalla, y de él salió para ganar la corona del
martirio, considerándose en el Memorial
de Ulloa[30]
que la distancia de la heredad llamada Ponciano
a Mérida es la que hoy mide desde el templo de la santa a dicha ciudad; y
en todo aquel Oriente, por sus cuatro partes, no hay vestigios de otra
población que la de Cáceres. González Dávila en el siglo XVI, por su parte, en
el Teatro de Coria dice: “A una legua de Cáceres, como se va a Mérida,
hay una ermita dedicada a Santa Olaya, mártir, fundada en una heredad que se
llama Ponciano y era de Liberio padre de esta ilustre mártir, en que vivía con
Julia, también ilustre mártir y con ciudadana suya, asistidas de Félix para su
enseñanza, que también fue mártir y ciudadano de Mérida”[31].
En este lugar existe un importante asentamiento romano: columnas
alabastro y lápidas sepulcrales. Apoyándonos en un Breviario antiguo, Ponciano
estaba junto a Mérida en la Lusitania[32].
De Santa Julia, nada se sabe en particular, sólo que se educó junto a Santa
Olaya con la doctrina de los santos Félix y Donato. Se ignora su procedencia y
se cree que nació en Ponciano. También se sabe que salió acompañando a Santa
Olalla y que padeció el martirio después de esta[33]. Actualmente estamos ante una ermita
barroca popular del siglo XVIII, aunque la cabecera conserva la forma y
detalles de la época visigoda (siglo VII).
Construcción que es el resultado de innumerables modificaciones y
remodelaciones sufridas a lo largo del tiempo. El único espacio que se puede
considerar que corresponde a la tardoantigüedad es el santuario de cabecera
rectangular, aunque modificado en varias ocasiones, y el único construido con
bóveda de cañón de herradura. Igualmente es la única parte de la construcción
estuvo realizada con sillares graníticos bien escuadrados[34].
Tenemos constancia documental que el 22 de junio de 1467 se fundó
una Cofradía, siendo sus fundadores Juan
García Mogollón, Diego López de Medellín, Diego de la Rocha, Pedro Bernal,
Ximénez Gómez Mogollón, Blas de Cuéllar,
Bartolomé Martín, Juan de Madrid, Juan y Sancho Martín, Miguel Gil Fernández,
Lope Lorence, Francisco Alcón Mogollón, Gonzalo de la Rocha, Luis de Aloce,
Benito Fernández, Fernando Bernal, Alfón González, Sancho de Figueroa, el
Comendador Fernando de la Rocha, Gonzalo de Figueroa, Juan Cano, Gonzalo
Fernández, Toribio Sánchez y Francisco de la Rocha[35].
En el año 1566 la iglesia ya se encuentra es mal estado de
conservación, necesitando obras de reparación con cierta urgencia. Doña Aldonza de Orellana, como protectora de
la ermita legó a la Cofradía la mayor parte de su patrimonio, según testamento
realizado en 12 de agosto de 1626. Pero, no se acometerán obras en la ermita
hasta el año 1705, fecha en la que se encarga una traza a Juan Montero, maestro
de obras. En 1708 tanto la ermita como la cofradía son agregadas a la parroquia
de San Mateo con la carga específica de reparar dicha ermita, pues estaba
totalmente arruinada[36].
Pero, las obras más importantes se realizaron durante el episcopado de don
Sancho Antonio de Velunza y Corcuera, que llevó a cabo importantes obras de
restauración en la ermita y mandó tallar el retablo, así como la ejecución del
púlpito y la pila de agua bendita, arregló la hospedería, arregló la fuente,
colocándole una bóveda y otras mejoras para facilitar que hasta allí llegasen
los peregrinos y los enfermos, invirtiendo 29.943 reales, obras que se
iniciaron en el año 1718 y finalizaron en el año 1730. Tenemos referencias del
siglo XIX de que dicha ermita, en la que se realizaba una romería anual,
pertenecía a los Condes de Santa Olalla, título creado en 1844, a favor de don
Juan José García Carrasco y Romero, Ministro de Hacienda[37].
Se accede al interior de la ermita mediante una puerta adintelada
situada a los pies de la ermita, sobre la misma fachada se levanta una espadaña
de mampostería con un cuerpo rematado en frontón recto y dos vanos de medio
punto; un pórtico, con arcos carpaneles y cubierta de madera, rodea la
construcción excepto en la zona de la cabecera. Es una fábrica de mampostería
en la nave y sillería granítica en la cabecera; la nave está dividida en tres
tramos por arcos de medio punto sobre pilares adosados, está cubierta por
bóveda de cañón con lunetos. El presbiterio es recto, muy profundo y dividido
en dos tramos mediante un irregular arco de medio punto que sugiere la
existencia de un arco de herradura anterior; se cubre con bóveda de cañón.
En su interior se conservan el lado del Evangelio un relieve de
busto de Cristo moribundo, en madera policromada, obra del siglo XVIII,
resolviéndose de un modo muy convincente, pues el giro de la cabeza hacia su
lado derecho evita el frontalismo y aporta convicción dramática a la
escenificación, la anatomía está modelada con precisión y con un modelado muy
suave, como se aprecia en el estudio de las clavículas o los músculos del
cuello y de los hombros, que indican maestría del autor de la escultura. La
cabeza tiene los rasgos afilados, con un estudio de un rostro enjuto. Presenta
nariz recta, boca entreabierta, pómulos destacados y párpados inferiores
inflamados. Las cejas tienen un ligero arqueado en el ceño fruncido. La
cabellera cae hacia los hombros en bucles apretados y curvos. La barba es
bífida y larga, con finos mechoncillos. No lleva corona de espinas. También
destacar los suaves matices de las carnaciones. El anónimo artista ha
conseguido crear una escena de pasión con la figura de busto acercando aún más
la presencia de la figura sagrada al devocionalismo del fiel. La ausencia de
una documentación sobre el mismo nos impide formular una atribución segura.
También, hemos de destacar un Crucificado del siglo XVII, en
alabastro, de buena anatomía. En el presbiterio hay un retablo barroco
policromado de un cuerpo en tres calles y ático; tiene columnas salomónicas
cubiertas con hojarascas, tallos y estípites. La hornacina central la preside
una imagen de Santa Olalla, en madera policromada, con horno en la mano
izquierda y la palma del martirio en la derecha; en las calles laterales, relieves
policromados de San Donato en el lado izquierdo y de Santa Julia en el derecho;
remate con representación de horno; todo el conjunto es obra del siglo XVIII.
Se conserva un Crucificado de reducidas dimensiones, de finales del siglo XVII,
realizado en marfil policromado. Esta fina figura del Crucificado aparece con
la cabeza ladeada hacia la izquierda, con sus ojos abiertos subrayando su
expresión de súplica de sus labios entreabiertos. En marca su óvalo por el
cabello que se despega a la izquierda y a la derecha en ritmos quebrados,
imprimiendo dinamismo a la dulzura de sus rasgos. Con los brazos elevados sobre
la horizontal, presenta los dedos de las manos engarfiados por el dolor de los
clavos. De correcta anatomía, de proporciones delgadas, se cubren por paño de
pureza de complicada factura, que se conforma con un lienzo enrollado a la
cintura sobre el que se remete en el centro en una especie de lazada el paño
plegado que viene de la cadera Derecha. Sus esbeltas piernas sujetan sus pies
con dos clavos. La cruz de madera negra, de anchos brazos con larguero vertical
muy destacado en su parte superior, INRI en forma de tarja vertical. La
composición responden sus caracteres generales a los Crucificados barrocos en
marfil del arte flamenco, que como los de Quellinus o los de Van der Veken
eleva sus brazos sobre la horizontal y presentan el cabello con rizos, de
perfiles muy angulosos. El modelo se difunde por toda Europa, singularmente en
Alemania que presenta una gran diversidad de ejemplares que recuerda mucho a
este Crucificado. A partir de finales del siglo XVII es muy como sujetar los
pies del Cristo con dos clavos. La figura del Crucificado se impone a todo el
mundo cristiano como la imagen del Sacrificio del Dios Redentor y constituye el
tema central de todo su arte.
En el lado de la Epístola un óleo sobre lienzo de la Virgen con el
Niño, ambos coronados, del siglo XVII. Una escultura de la Virgen de la
Soledad, en madera policromada y de vestir, del siglo XVIII. Estamos ante un
imagen de vestir, con talla únicamente en cabeza, pies y manos, de serena
belleza, acusado realismo, y composición no alejada de la tradicional de las
vírgenes dolorosas, si bien con rostro y manos más bajas. También, tenemos constancia documental de la
existencia de una imagen de San Juan, desaparecida, que fue restaurada por el
pintor Nicolás de Ribero en el año 1579[38].
En la actualidad se encuentra en la finca particular de la familia de los
Condes de Santa Olalla.
Otra de las ermitas que se otean en el horizonte desde
Monte Arropez es la de Santa Lucía. La ermita se encuentra situada a 4 km. de
la capital, siguiendo un camino que sale desde Aldea Moret, depende de la
parroquia de San Eugenio. Es un edificio popular de finales del siglo XV, esta
típica ermita se encuentra en medio del campo. En los siglos XVII y XVIII
se da en este lugar una gran actividad devocional, como
lo demuestran las numerosas limosnas
ofrecidas en agradecimiento de los milagros ocurridos
con relación a las enfermedades propias de la vista, y que queda
constancia en los libros de cuenta que han llegado hasta nuestros días.
Se acompaña de la vivienda del ermitaño, hoy usada de sacristia-almacén. Encontramos datos en un Libro de Cuentas del período comprendido entre 1655 y
1868, y un Inventario de las cuentas y documentos, de la Visita del año 1703.
Quedando constancia en ellos los numerosos arreglos y obras de restauración de
todo el edificio, así como los gastos propios de la tradicional fiesta, con sus
ofrendas y favores. También se hace referencia a los gastos propios de la
colocación de su retablo en el año 1690[39].
Se accede al interior por una puerta que se encuentran los pies de la ermita,
se abren arco de medio punto enmarcado por un alfiz y resguardado por un
pórtico con arcos de medio punto sobre pilares cuadrados, apareciendo las
enjutas de los arcos tres escudos nobiliarios en piedra de las familias Ovando,
Mogollón y Pereros. Remata la ermita una sencilla espadaña. Adosada está la
antigua dependencia donde vivían los ermitaños, hoy utilizada como sacristía.
La nave está dividida en tres tramos por arcos apuntados apoyados en anchos
pilares achaflanado son de granito. la cabecera es poligonal, de bóveda ojival
estrellada sobre ménsulas y con clave central, toda la cantería, destacando el
ábside sobre el resto, y al exterior los contrafuertes: a diferencia de la
nave, que se cubre con techumbre de madera a dos aguas. En el presbiterio hay
un retablo barroco de finales del siglo XVII, de un cuerpo como hornacina
encuadrada por columnas salomónicas y ático; en la hornacina se conserva una
imagen barroca de Santa Catalina; en el remate, una pintura sobre lienzo que
representa a una Santa con la palma de martirio, del siglo XVII. Detrás
de este retablo se encontraron unas pinturas que representan
distintos motivos de la Pasión, anónimas y fechadas en la segunda mitad del
siglo XVI.
De las ermitas que se encuentran al Suroeste de Monte
Arropez, destacamos la de la Esclarecida, que se encontraba en un antiguo
arrabal, hoy despoblado. Es importante unificar el conjunto de edificaciones
que aún se conservan en la zona con el proceso histórico. Tras ser
reconquistada en 1229 Cáceres, y ser dotada la por entonces villa con un
amplísimo término municipal[40], se
dispusieron sus terrenos, desde las vegas de los ríos Tamuja y Almonte al
Norte, hasta las estribaciones de las Sierras de San Pedro al Sur, más para la
ganadería que para la agricultura, salpicando las reses y cabezas de ganado de
los nuevos habitantes, repobladores y colonos, así como nobles de Castilla que
ocuparon esta comarca, los pastos y encinares propios del bosque mediterráneo
que cubre la región y que bordeaban el núcleo urbano, adaptándolos en dehesas
donde conjugar y combinar la explotación ganadera con la conservación del ecosistema,
o eliminando por el contrario la presencia arbórea en terrenos más llanos en
pro de la abundancia de fáciles pastos. El término de Cáceres era muy extenso, y se hacía
necesaria la creación de estos poblados, seguramente aprovechando en ocasiones
antiguos asentamientos romanos y árabes[41].
Se trata de la Heredad de Zamarrillas, enclavada en plena
llanura trujillano-cacereña, cerca de la localidad de Torreorgaz, que llegó a
contar con 14 vecinos a principios del siglo XVII [42]
que en su mayoría trabajaron para los Ovando, linaje cacereño que logró hacerse
con la mayor parte de los terrenos que componían la heredad y que contó con
castillo y casa fuerte en el lugar. El conjunto de la construcción es de
mampostería con sillarejo y sillares en las esquinas. Como ya hemos explicado
anteriormente, en la zona más elevada se alza un torreón de base cuadrada, en
cuyo interior se aprecian los restos de la escalera y algunos esgrafiados en
muy mal estado de conservación. Habitado hasta hace unas décadas y perteneciente a los
Sanabria, en la que puede apreciarse sobre el portal un escudo esgrafiado mal
conservado con las armas de Ovando-Ulloa. En el lateral que mira al Norte
existe un blasón de granito bajo un alfiz datable en el siglo XVI con armas de
Ovando, Ulloa, Mogollón y Carvajal que da fe, como después veremos, de las
familias dominantes en estas tierras. Otra casa, de la que solo se conservan
los muros exteriores presenta en su fachada lateral un esgrafiado apenas
visible con el escudo de los Paredes[43].
Existió una iglesia bajo la advocación de la Virgen de la
Esclarecida, donde se veneraba la imagen mariana que actualmente se encuentra
en la iglesia parroquial de Santiago de Cáceres, , presidiendo el
retablo de las Benditas Ánimas del Purgatorio, junto a la entrada a la
sacristía de mencionado templo. Se
trata de una imagen gótica de la Virgen con el Niño, tallada en madera; muestra
a Santa María no sólo como Madre de Dios o representación artística como Teothokos, sino además en su versión
como Odegetria bizantina o aquella
que presenta al mundo el verdadero camino en la figura del Niño Jesús al que
porta en su brazo izquierdo. Éste porta una paloma, representación del Espíritu Santo[44]
o de la paz, en clara referencia a la vida, paz y Trinidad que encarna el Niño
Dios o pudiera representar el alma del pecador, que escapa al lazo de los
cazadores que lo persiguen y halla cobijo en brazos de Dios[45].
Muestra la Virgen de la Esclarecida diversas mutilaciones, roturas y deterioro
general con claro reflejo en el rostro de María y en la figura del Niño Jesús,
sufridas posiblemente y en gran parte por el vandalismo causado por las tropas
napoleónicas que supuestamente destruyeron la iglesia de la que era titular,
así como por el paso de los años, el desgaste de su naturaleza de madera y el
olvido y abandono que desde su mudanza a la ciudad ha venido padeciendo.
La imagen de la Virgen y el Niño fue tallada rompiendo
con el hieratismo románico y presentando el nuevo naturalismo que surge con los
ideales de la Baja Edad Media, reflejado no sólo en la humanidad y ternura que
exhala María, sino en otros diversos detalles tales como los pliegues de manto
y túnica, o la presentación adelantada del pie derecho de la Virgen, que viste
túnica de color jacinto con escote cuadrado y manto voluminoso de color
verde-púrpura estofado donde aún pueden percibirse elementos vegetales, como
personaje de la realeza. Es una obra de la segunda mitad del siglo XV.
A 9 km de la capital cacereña, por la carretera de
Mérida, está el castillo de las Arguijuelas de Abajo y próxima a la edificación
castrense se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Gracia a quien pertenece
y a la jurisdicción de la parroquia de San Mateo. Según el cronista cacereño
Floriano Cumbreño, en dicho lugar en el año 1278 se estableció la primera
dehesa Boyal, surgiendo un núcleo poblacional[46].
En el año 1482 los Reyes Católicos conceden Facultad Real
para que Francisco de Ovando “El Viejo” pueda instituir un mayorazgo,
destacando sus propiedades en la Arguijuela[47].
Este era hermano del capitán Diego de Cáceres Ovando e hijos ambos de Hernán
Blázquez y Leonor Alfón de Ovando[48].
En el año 1498 Francisco de Ovando deja en su testamento información sobre su
mayorazgo destacando entre otras la casa que posee en la Arguijuela[49].
La finca posee cuadras, fragua, tinado, otras dependencias agrícolas y un
magnífico castillo que aunque tiene su origen en el siglo XV se llevaron a cabo
distintos añadidos y reformas en los siglos siguientes, según los estudios
realizados por el profesor Navareño Mateos[50].
Se trataron recinto amurallado con torres de protección, dotado de matacanes,
garitas, troneras y saeteras. En el siglo XVI se construyó un patio interior
con galerías porticadas, destacando una galería de tradición gótica mientras
que las otras dos muestran la elegancia y los detalles constructivos del
Renacimiento. En distintos lugares se exhiben los blasones del linaje fundador,
los Ovando-Mogollón[51].
La
ermita de Nuestra Señora de Gracia es
una construcción de mampostería y sillarejo, en la cual se celebró culto, según
tenemos documentación, desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII[52].
Concretamente en la Visita de la Real Audiencia de Extremadura se la cita como
dependiente de la parroquia de Aldea del Cano[53]. La
información que tenemos sobre la misma se remonta a finales del siglo XV, pues
consta que el propio Francisco de Ovando “El Viejo”, constructor del castillo,
había dado a la cofradía de Nuestra Señora de Gracia cierta contribución[54]. En
el Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de Cáceres, se encuentra una
Escritura de Censo, de 1547, perteneciente a la antigua Cofradía de Nuestra
Señora de Gracia[55].
Además, el Académico Mayoralgo y Lodo confirma la existencia de la ermita en el
interesante estudio que realiza, afirmando que en el año 1549 su propietario
Francisco de Ovando Mayoralgo mandó fabricar una campana para la ermita, al
parecer, fundiendo otras dos más pequeñas que había en la capilla, encargándose
de la obra del maestro campanero Juan de la Bárcena, vecino de Güemes
(Cantabria)[56].
Se accede al interior de la ermita por un arco de medio
punto, en el lado de la epístola, precedido por un pórtico con arcos de medio
punto, sobre el cual hay una cruz y el anagrama de María. Sobre la fachada de
los pies, se eleva una sencilla espadaña de mampostería. Presenta su interior
una sola nave y presbiterio recto. Se
conserva en la puerta de acceso a la ermita una pila de agua bendita renacentista,
presentando guirnaldas de flores y el rostro de un angelote, rodeada por un
cordón.
La única nave existente está dividida en tres tramos por
arcos apuntados ojivales sobre pilares cuadrangulares adosados, cubriéndose
dichos tramos con bóvedas de cañón; la capilla mayor, se cubre con bóveda de
crucería, se accede a la misma mediante arco de medio punto triunfal. La ermita
es claramente una obra gótica, de finales del siglo XV, como denotan los arcos
fajones apuntados y la decoración artística gótica en los tres tramos de la
nave.
En el lado del Evangelio se conserva un retablo barroco
de madera sin policromar, de un cuerpo como hornacina central, estípites a los
lados y decoración a base de cartelas, ángeles, tallos y telas. En el
presbiterio se conserva un retablo barroco policromado de un cuerpo y ático; el
cuerpo está dividido en tres calles por columnas salomónicas con racimos; en el
banco, una inscripción indica la fecha de realización: 1669, y los mecenas que
le encargaron: “EN 12 DE DICIEMBRE DE 1669 AÑOS MANDO EN SU TESTAMENTO HACER
ESTE RETABLO DOÑA MARIA JAZINTO DE CARVAGAL PRIMERA MVGER DEL MARQVES DE
CAMARENA CON EL ROTVLO QVE ESTA EN LA PEANA. IZOSE EN VIDA DE DOÑA MAGDALENA
JVANA DE SOLIS I OVANDO SEGVNDA MVGER DE DICHO SEÑOR A LOS 5 AÑOS DE VIVDEZ I
SE FINALIZO DE DORAR AÑO DE 1705”[57].
En la hornacina central se situaría una escultura de la Virgen con el Niño, en
madera policromada, de finales del siglo XIV (en la actualidad preside la
hornacina una imagen de cerámica de la Virgen del Rocío, ya que la Hermandad
que hay en Cáceres tiene su sede en esta ermita); en las calles laterales,
pintura sobre tabla de la misma fecha el retablo, en el lado del Evangelio se
representa a San Nicolás de Bari y a Santa Bárbara; en el lado de la Epístola,
a San Antonio de Padua y a María Magdalena. Y, en el ático, un cuadro con la
representación de San Vicente Ferrer.
La obra artística a destacar es la citada imagen gótica
de Nuestra Señora con el Niño que estudió el profesor García Mogollón[58],
responde al tipo iconográfico de la “Odegetria” bizantina, la Virgen es
portadora y conductora de su Hijo durante la infancia, variedad iconográfica
que destaca en el siglo XIV, con la intención de humanizar el tema para hacerlo
más comprensible al pueblo. Se nos ofrece vestida con túnica de color jacinto y
el dorado de las ces y manto azul
oscuro y zapatos de punta redondeada, mientras que el Niño que se dispone casi
en el centro de la composición con una actitud rígida, lleva túnica talar
marrón con estofado y tiene los pies desnudos. Porta el libro de la sabiduría
divina y del mensaje evangélico en la mano izquierda y bendice con la derecha.
Nuestra Señora de Gracia, tenía su sede en la ermita junto al Castillo de la
Arguijuela de Abajo. En los años 80, dado que estaba muy deteriorada, fue
restaurada en el taller de don Raimundo Cruz Solís, Taller de Restauraciones
Artísticas Diocesano en Madrid. La cara estaba bastante perdida. Normalmente,
la imagen se encuentra en la casa de don Ramón Jordán, Vizconde de Roda, en la
ciudad de Cáceres, concretamente en la calle de los Condes, número 1. Se lleva
a la Arguijuela de Abajo cuando se celebra algún acto. En la Iglesia de San
Mateo tenía su altar, junto a los Ovando, donde ahora está la imagen de la
Virgen de la Victoria patrona de Trujillo.
En el lado de la Epístola se conserva un retablo barroco,
sin dorar, con los símbolos de la Pasión en cartelas, es el retablo que alberga
la imagen de un crucificado de madera policromada (bajo la advocación del
Cristo de la Expiración) del siglo XVI, con una tipología rígida y popular,
restaurado en el año 1997 por doña María Antonia González Luceño, licenciada en
Bellas Artes. En el año 1992 se fundó una cofradía penitencial que procesiona
el Viernes Santo por la mañana al Crucificado. Es de destacar que el obispo don
Juan José García Álvaro (1750-1783) concedió cuarenta días de indulgencia a
aquellos fieles que rezasen ante las imágenes de la Virgen de Gracia y del
Crucificado, según reza en una cartela que está en el lado del Evangelio: “El
Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE
YNDVLGENCIA QVIEN REZARE VNA SALVE DELANTE D ESTA SSMA YMAGEN D. Nª. Sª. D
GRACIA ROGANDO A DIOS POR LA EXTon D. Nra Sta Fee”. Y, en otra cartela: “El
Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE
YNDVLGENCIA. REZANDO VN CREDO DELANTE DEL SSmo CHRISTO DE LA ESPIRACION.
ROGANDO A DIOS POR LA EXALTAon D. Nra Sta FEE”.
Es una impactante
imagen la del Crucificado. La talla es decir ejecución, aunque no se conoce el
nombre del autor. Se sostiene en tres clavos, los brazos del Cristo
prácticamente son horizontales. Corresponde a la tipología de espira ante: boca
abierta, arcos supraciliares elevados, nariz aguileña, fuerte entrecejo y
frente estrecha. Barba larga abierta en dos picos, tiene negra cabellera,
corona de espinas, la cabeza ligeramente ladeada hacia su derecha, el cabello o
formando buques entrelazados, cae por los hombros. El estudio anatómico es de
gran calidad, resaltando los músculos y las venas. Por encima de la cruz del
Crucificado rezan en una cartela las letras: “JESUS NAZARENUS REX IUDEORUM”.
Como es notorio, la Cruz ocupa el primer lugar entre las imágenes sagrada, ya
que es el símbolo del misterio pascual. Por ella se representa la pasión de Cristo
y su triunfo sobre la muerte, al tiempo que se anuncia su segunda venida, ya
gloriosa. Existe otro retablo barroco en el lado del Evangelio, sin policromar,
que durante siglos albergó la imagen de Ntra. Sra. del Loreto que actualmente
se encuentra en el Palacio del vizconde de Roda, en Cáceres.
[1] Según don Alonso
Corrales se encontraba en la calle Villalobos, data la ermita a finales del
siglo XVI. El historiador don Publio Hurtado la sitúa en la Alberca y pertenece
a la parroquia de Santiago, considera que existía en el siglo XVII y cesó su
culto en 1695 ante la incomodidad que suponía desplazarse hasta allí el 10 de
agosto cuando se celebraba su festividad. CORRALES GAITAN, A: Ermitas cacerenses. Cáceres, 1998, p.
23 (trabajo que presentó en los XXXI Coloquios Históricos de Extremadura,
celebrados en Trujillo, publicados en el año 2003, pp.131-162 ; HURTADO PEREZ,
P: Ayuntamiento y familias cacerenses,
Cáceres, 1919.
[2] Anotamos las
interpretaciones de otros autores. Martínez Quesada, Publio Hurtado y Boxoyo
consideran que esta ermita existía en el siglo XV y la sitúan en las Tenerías.
MARTINEZ QUESADA, J: Extremadura en el
siglo XVIII (según las visitas giradas por la Real Audiencia de Extremadura en
1790). Tomo I. Partido de Cáceres. Barcelona, 1965; HURTADO PEREZ, P: Ayuntamiento y familias cacerenses, op.
cit; BENITO BOXOYO, S: Noticias
históricas de la Muy Noble y Muy Leal Villa de Cáceres y provincia de
Extremadura. Monumentos de la antigüedad que conserva (manuscrito).
[3] MADOZ, P: Diccionario
geográfico-Estadístico-Histórico de
España y sus posesiones de Ultramar. Vol. XIV, Madrid, 1846, p. 380.
[4] HURTADO PEREZ, P: Ayuntamiento y familias cacerenses, op.
cit, 65.
[5] Es a la única ermita
a la que hace referencia Antonio Ponz en la capital cacereña. PONZ, A: Viajar por Extremadura, tomo II. Biblioteca
Popular Extremeña. Salamanca, 1983, p. 93 (reed. de la obra Viage
de España, en que se da noticia De las cosas más apreciables, y dignas de
saberse, que hay en ella. Tomo VIII, 2ª ed. Madrid, 1784.
[6] El regato del
Alcocer es afluente del río Salor. El escritor Corrales Gaitán considera que
fue entonces cuando se comenzó la ermita, disentimos de esta afirmación dado
que en el documento se especifica que ya existía una capilla precedente y que
estaba en estado ruinoso. CORRALES GAITAN, A: “Santa Ana una ermita cacerense”.
Revista Alcántara. Número 38,
mayo-agosto, Cáceres, 1996, pp. 67-71. Sí estamos de acuerdo con él en la
creación de la Cofradía, el día 1 de mayo de 1564 instalándose en esta ermita,
siendo su cofrade fundador Francisco de Paredes Golfín. Cofradía que
desapareció en la primera década del siglo XIX ante la falta de interés
de los cacereños por inscribirse en la misma. Fue su último
Mayordomo Luis López Dávila. Presentamos el documento completo en Apéndice Documental.
Agradecemos dicho documento a don Tomás Pulido. PULIDO Y PULIDO, T: Datos
para la historia artística cacereña. Institución
Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1980, pp. 567-569.
[7] TEJADO DEL ARCO, C: Santa Ana, 40 años de Historia.
Cáceres, 2004, p. 216. “En el nombre de
la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios verdadero
honra y reverencia de la bien aventurada señora Santa Ana maría abogada
nuestra. Libro de la bien aventurada señora Santa Ana, ahora nuevamente sacado
del Libro Viejo en el cual van trasladadas las ordenanzas que tiene esta Santa
Cofradía y todas las hermanas y hermanos por su abecedario de todos los
cofrades que están vivos. Comenzose este libro el día del bien aventurado San
Jorge, 23 de abril de 1609 años, siendo mayordomo Antonio González Jorge
Alcaldes Benito Vega y Cristóbal Hernández y escribano de la dicha cofradía
Benito Martín Santos. En la Villa de Cáceres a ocho días del mes de octubre del
año 1564”. Así comienza el único libro relativo a la Ermita que ha llegado hasta
nuestros días.
[8]
Finalmente estas obras las realizó Martín Blanco, aunque al principio hubo
discrepancias pues los miembros de la Cofradía de la ermita les parecía costosa
la obra. “Xpoval Hernández, vº de Cáceres, mayordomo de la cofradía de nra señora
Santa Ana estramuros della en nombre de los demás alcaldes y cofrades, digo:
que Blas Myn Nacarino maestro la albañilería y cantería puso la obra y fábrica
que se quiere hazer en la dha Hermita en prescio de 1800 rreales con duçientos
de prometido y para ello hizo la planta y condiciones con que se avia de hazer
la dha obra y aunque por entonces parecieron conbimientos a algunos que no
thenian boto mi conocimiento dellas se le admitió la dha postura como por ella
más largamente parecerá a que me refiero y es ansi que después acá se a sacado
la dha planta a vista de oficiales que lo entienden y no a parescido
conbiniente a la dha hermita fabrica y obra e como tal ha sido corregida y
desechada de todos rrespeto desto se acordó entre los dos hermanos que se
hiciese otra planta y perfil más conbiniente ques ésta de que hago demostración
para que vuestra señoría la vea y dé su voto y parecer como conviene para que
en todos acierte, por tanto vuestra señoría suplico y pido que avida mi
rrelación por verdadera de por ninguna la postura del dho blas Myn pues es muy
cara y no conviniente a la dha obra y mandé que no se haga sino es conforme a
la planta que está fecha demostración pues está aprovada por oficiales e
maestros de la entienden y pido justicia para ello Xpoval Hernández.” En Cáceres, 11 octubre 1611 “….Vista esta petición por el obispo de Coria,
mi señor, dixo que dava e dio por nulos cialesquier autos e posturas que en
esta razón se ayan hecho, y mandó sacalla a el almoneda y que ande en pregones,.”.
El
12 del mismo mes se sacó a almoneda y pregón la realización de una sacristía y
aposento en la ermita de Santa Anna por mandato de su señoría conforme a la
traza y condiciones que le había sido mostradas ante el notario Melchor
Carrillo. Finalmente fue ejecutada por Martín Blasco, cantero, vecino de
Cáceres que puso la obra en 1900 reales con 50 reales.
[9] HURTADO, P: Ayuntamiento y familias cacerenses.
Cáceres, 1919, p. 161; BENITO BOXOYO, S.: Historia
de Cáceres y su patrona. Noticias históricas de la villa de Cáceres, op.
cit., p. 114.
[10] el investigador
Alonso Corrales asegura “Como su propio título demuestra fue fundada por la
orden de benedictinos, lo que le da a la construcción un cierto misterio, pues
no he podemos olvidarnos de que esta orden de religiosos estaba estrechamente
vinculada a la orden de caballería de los Templarios”. CORRALES GAITAN, A: Ermitas
cacerenses.
Cámara Oficial de Comercio e Industria de Cáceres. Cáceres, 1998., p. 75.
[11] PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la historia artística cacereña.
Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1980, pp. 214 y 215.
[12] “ con vra md sor
Juan Velázquez de la Torre de Bande Mesya Dávila, señor de Loriana, veçino de
la dha Vª de Cáceres, que estaba presente para hacer una capilla de la
advocación de señora Santana que vra md manda hazer en la dehesa que dize de
los Alcoçes a la mano derecha del camyno que va a la hermita de San Benito en
el sitio antiguamente la dha capilla se començo de que están allí las paredes
caydas la qual dha capilla tengo de hazer e edificar sacándola desde los
cimientos..”. Esta escritura hace referencia a las obras realizadas en la
ermita de Santa Ana pero en la misma se hace referencia a la ermita de San
Benito que ya existía. Vid. PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la historia artística cacereña, op. cit., p. 186.
[13] Libro de las
ordenanzas, inventarios y bienes muebles de la Cofradía de San Benito. Libros
manuscritos 65. Libro de Cuentas (1690-1840). Libros manuscritos, 66 y 67.
Archivo de la iglesia parroquial de San Mateo.
[14] “Auto de la obra en
la fábrica en la hermita de San Benito
Abad, siendo juez de Comisión don Pedro Pérez Ordiales cura de la parroquia de
San Mateo y Notario don Pedro Cortés en
el año de 1764. Archivo de la iglesia parroquial de San Mateo, legajo 11, número
9. En Apéndice Documental.
[15] Archivo de la
iglesia parroquial de San Mateo, legajo 11, número 12.
[16] Ibidem. Las cuentas
de la cofradía en el año 1840 (último año en el que se anotan) estaban a cero
según lo hace constar el Sr. Melitón Espada, mayordomo de la citada cofradía.
Archivo la parroquia de San Mateo. Libros manuscritos, 66 y 67.
[17] HURTADO, P: La parroquia de San Mateo de Cáceres y sus
agregados. Cáceres, 1918, pág. 161.
[18] MARTIN GIL, T:
“Ermitas del espíritu Santo, Santa Ana, San Benito, Santa Lucía y Santa
Olalla”. Revista de Estudios Extremeños.
Badajoz, enero-abril, 1935.
[19] CORRALES GAITAN, op.
cit., p. 77.
[20] SANGUINO MICHEL, J: Notas referentes a Cáceres, ms.
Inédito, f. 69 (publicado en el año 1996, Notas
referentes a Cáceres (1902-1920). HURTADO, P: Ayuntamiento y familias cacerenses. Tomo I, op. cit., pág. 100. El
cual achaca algunos milagros a los que rezasen ante la citada tabla.
[21] PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la historia artística cacereña,
op. cit., pp. 214 y 215: “ en que yo el dho Francisco de Hermosa aya de hazer e
haga un rretablo a la dha yglesia de señor San Bº questá en el canpo de diez e
seys pies del altar...e se ancho de diez e seys palmos de tercias de vara en
manera que venga en proporción de la capylla principal questá en la dha yglesia
el que en medio del dho rretablo a de aver un tabernáculo en questé la ymagen
de Sant Bº que agora esta en la dha yglesia..e yo.. tengo de pintar la dha
ymagen, el qual dicho rretablo a detener ocho tableros… e en el banco primero a
detener tres ymagenes de nro señor Ixpto la primera puesto en la columna e el
segundo en el sepulcro e el tercero la Cruz a cuestas en los segundos tableros
a los lados del tabernáculo tengo de poner la ymagen de San Pº e la de Sant Juª
Baptysta en los tableros de arriba tengo de poner la salutación e nascimyº e
reyes.. e lo tengo de dar puesto e asentado el día de Sant Myguel del mes de
setiembre del año venidero de myll e quisº e cuarenta e cinco años e me aveys
de dar e pagar por el dho rretablo sesenta myll maravedís”.
[22] Es importantísimo el
estudio sobre las pinturas murales de esta ermita que realiza Manuel Rodríguez
Martín en su tesina de licenciatura presentada en 1977 con el título Pintura mural cacereña en los alrededores
del siglo XVI, pp. 117-127.
[23] BUENO ROCHA, J. (1989): “La
iglesia visigoda de Santa Olalla de Cáceres”, BAM , 3, p. 181-193; GONZALEZ CORDERO, A. et alii (1984):
"Templo visigodo en el castillo de Montánchez". Revista de Estudios Extremeños, XL, 3, pp. 513-525; CERRILLO
MARTIN DE CACERES, E. (1981): “Las ermitas de Portera y Santa Olalla.
Aproximación al estudio de las cabeceras rectangulares del s. VII”. Zephyrus, 32-33. Salamanca: 233-243.
[24] Lozano Bartolozzi, M.ª Mar:
“Las ermitas de la Aldehuela y dehesa de los Alcoces en Cáceres (Análisis e
historia de su construcción), A. Rodríguez y E. Cerrillo (eds.). Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano,
Cáceres, 1979, pp. 451-465. Vid. FRANCO MORENO, B: De Emérita a Márida. El Territorio emeritense entre la Hispania
Gothorum y la formación de Al-Andalus (ss. VI-X). Transformaciones y
pervivencias. Tesis Doctoral. Universidad Nacional de Educación a
Distancia. Madrid, 2008, p. 83.
[25] BUENO ROCHA, op.
cit., p. 181; CERRILLO Y MARTIN DE CACERES, op. cit., p. 135.
[26] GONZALEZ CORDERO, op.
cit., p. 513; VIU, J. de : Extremadura,
colección de sus inscripciones y monumentos, seguida de reflexiones importantes
sobre lo presente y el porvenir de estas provincias. Madrid, 1852, p. 78.
GUERRA, F. L: Notas a las antigüedades de don José Viú. Cáceres, 1854, p. 15.
[27] CERRILLO Y MARTIN DE
CACERES, op. cit., p. 235.
[28] De MAYORALGO y LODO,
JOSE MIGUEL: Memorial de Ulloa (Memorial
de la casa y servicios de don Alvaro Francisco de Ulloa. Caballero de la Orden
de Alcántara, Señor del Castillejo). Facsímil de la edición príncipe de
1675, por Francisco Sanz, en Madrid. Introducción, árboles genealógicos e
índices. Institución Cultural “Pedro de Valencia”. Excma. Diputación Provincial
de Badajoz, 1982.
[29] BENITO BOXOYO, S: Noticias
históricas de la Villa de Cáceres y Breve noticia del Santuario de Ntra. Sra.
de la Montaña. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de FET y
de las JONS (fotocpiado). Cáceres, 1952, p. 116.
[30] De MAYORALGO y LODO,
JOSE MIGUEL: Memorial de Ulloa (Memorial
de la casa y servicios de don Alvaro Francisco de Ulloa. Caballero de la Orden
de Alcántara, Señor del Castillejo). Facsímil de la edición príncipe de
1675, por Francisco Sanz, en Madrid. Introducción, árboles genealógicos e
índices. Institución Cultural “Pedro de Valencia”. Excma. Diputación Provincial
de Badajoz, 1982
[31] GONÇALEZ DAVILA, G: Teatro eclesiástico de las iglesias
metropolitanas, y catedrales de los Reynos de las dos Castillas: vidas de sus
arzobispos, y obispos, y cosas memorables de sus sedes. Tomo II (Entre
otras, Coria). Madrid, 1647, p. 12.
[32]
Breviario Romano, 1773. GOMEZ TABANERA, J. M: Breviario de
historia antigua: Prehistoria del mundo antiguo. Próximo Oriente. Mediterráneo.
África antigua. Ámbitos eurasiáticos. Lejano Oriente y Asia del Sudeste.
Civilizaciones austro-oceánica. Ed. Istmo. Madrid, 1973.
[33] Según el obispo
Altomedieval Aquilino de Ausona, que estuvo presente en el III Concilio de
Toledo del año 589.Vid. FLÓREZ, E : España
Sagrada. Madrid, 1774, vol. XXVIII, pp. 55-56.
Según Flórez: “ Junto a Cáceres, en un
sitio llamado Santa Olalla, donde ayunar mitad de la Santa con restos de
edificio romano”, Tomo XIII, p. 299.
[34] LOZANO BARTOLOZZI,
M. M: “Las ermita de la Aldehuela y dehesa de los Alcoces en Cáceres”. Estudios dedicados a Carlos Callejo.
Cáceres, 1979, p. 451. MARTIN GIL, T: “Excursiones a viejas ermitas. El arte en
Extremadura”. Revista del Centro de
Estudios Extremeños. 1935, pp. 69-75. MATEOS, P y CABALLERO, L: “Repertorio
de Arquitectura cristiana en Extremadura”. Anejos
de AEspa XXIX. Madrid, 2003, p. 41.
[35] CORRALES GAITAN, op.
cit., p. 79.
[36] “Aviendo reconocido la hermita de Sta. Olalla
desta Villa extramuros de ella y visto estava arruinada por falta de persona
que cuidase de sus propiedades la hizo reparar y poner en la decencia en que oy
se halla (Miguel Pérez de Lara, Obispo de Coria)”. La obra fue ejecutada
por Juan Escandón, cantero que era vecino de Brozas. Libros de la Cofradía.
Vid. CORRALES GAITAN, op. cit., p. 80.
[37] De ATIENZA, J: Diccionario Nobiliario Español, Madrid,
1948, p. 164.
[38] En la testamentaría
de Diego de la Rocha el 18 de septiembre de 1578, se pagan nueve reales a “Ribero, pintor, que se los debia el dcho
señor Diego de la Rocha porque por su mandado renovó una ymagen de San Juan
para la ermita de Santa Olalla”. Cit. PULIDO Y PULIDO, op. cit., p. 413.
[39] CORRALES GAITAN, A. J: Ermitas cacerenses, op. cit. p. 45.
[40] Como relata Floriano al describir las lindes de la
tierra de Trujillo con la
de Cáceres en esta época: «uno y otro cerraban por
esta parte el circuito cacerense dejándolo
circunscrito a lo que habrían de ser sus términos
históricos hasta la secesión de las aldeas (Sierra de
Fuentes, Torre de Orgaz, Torrequemada, Torremocha y Zamarrillas)» FLORIANO CUMBREÑO,A: Estudios de Historia de Cáceres,
tomo II, Oviedo, 1959, pág. 164.
[41] ZULUETA ARTALOYTIA, J. A.: La tierra de Cáceres. Estudio geográfico. Madrid,
C.S.I.C., 1977, pág. 80.
[42] En el del año 1608 figuraban 14 vecinos de Zamarrillas.
RODRIGUEZ SANCHEZ, A: Cáceres: Población y comportamientos
demográficos en el siglo XVI, Cáceres, 1977, pág. 60.
[43] Interesante el
estudio realizado por CALLEJO CARBAJO, A: “Un enclave cacereño olvidado: el
arrabal de Zamarrillas”, op. cit.
[44] Si vemos en la
paloma el símbolo del Espíritu Santo, apareciendo ésta como tal y según el
Evangelio de San Mateo sobre Jesús una vez bautizado el mismo por su primo San
Juan Bautista en las aguas del río Jordán (San
Mateo, Capítulo 3, Versículo 16). Incluso también, símbolo de la vida según
las escrituras apócrifas, concretamente en base al milagro recogido en el
Evangelio de la infancia de Santo Tomás y que ejercitó el Niño Jesús al moldear
varios pájaros de barro y, tras dar una palmada sobre ellos, dotarles de vida.
[45] Versículo de los
Salmos: “Escapó nuestra alma como avecilla del lazo del cazador; rompióse el
lazo y fuimos librados” (Salmos
124-7). Estudiada por el prof. GARCIA MOGOLLON, F. J.: Imaginería medieval extremeña, op. cit., p. 51.
[46] FLORIANO CUMBREÑO,
A: La Villa de Cáceres. Institución
Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1987, p. 101.
[47] MAYORALGO Y LODO,
J.M: La Casa de Ovando. Real
Academia de Extremadura. Cáceres, 1991, p. 400.
[48] HURTADO, P: Castillos, torres y casas fuertes de la
provincia de Cáceres. Cáceres, 1927, p. 255.
[49] GARCIA OLIVA, M. D:
Organización económica y social de concejo de Cáceres y su tierra en la Baja
Edad Media. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1990, p. 263.
[50] NAVAREÑO MATEOS, A:
“El castillo de las Arguijuelas de Abajo”. Revista Norba, IV. Cáceres, 1983, pp. 76 y 77; NAVAREÑO MATEOS, A: Arquitectura residencial en las dehesas de
la tierra de Cáceres. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1999,
pp. 101-109. MOGOLLON CANO-CORTES, P: Castillos
de Cáceres. Lancia, León, 1992, p. 16.
[51] NAVAREÑO MATEOS, A: Castillos y fortalezas en Extremadura,
op. cit., p. 37.
[52] Interesante el
estudio de investigación realizado por don Serafín Martín Nieto. “El retablo de
San Vicente del convento de Santo Domingo y el de la ermita de Nuestra Señora
de Gracia, frutos del mecenazgo de doña Magdalena Juana de Solís Ovando,
Marquesa viuda de Camarena”. Actas de
los XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Badajoz, 2005, pp. 378-396.
Aportaciones documentales de mediados del siglo XVI. Archivo Diocesano de
Cáceres, leg. 4, doc. 17 y Archivo Provincial de Cáceres, Protocolos de Pedro
de Grajos, caja 3923.
[53] MARTINEZ QUESADA, J:
Extremadura en el siglo XVIII (según las
visitas giradas por la Real Audiencia de Extremadura en 1790). Tomo I.
Partido de Cáceres. Barcelona, 1965, p. 73.
[54] PULIDO, op. cit., p.
427; Cit. NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura
residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres, op. cit., p. 108.
[55] Archivo Parroquial
de la Iglesia de San Mateo de la ciudad de Cáceres, en la Caja 41 Carpeta n°
17.
[56] MAYORALGO Y LODO,
J.M: La Casa de Ovando, op. cit., p.
410. Contrato de 1549 en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres ante Pedro
Grajos.
[57] En su testamento
fechado el 12 de diciembre de 1669, doña María Jacinto de Carvajal, primera
mujer del marqués de Camarena y Señor de la Arguijuela de Abajo don Pedro
Francisco de Ovando, mandó “se haga un
rretablo de madera, que se entiende un hueco, adonde se ponga Nuestra Señora de
Grazia, y que en la peana se ponga un rrótulo que diga: este rretablo dio María
indigna esclava de la Virgen”. Protocolos de Juan Fernández Zayas, caja
3784, 1669-1679, fols. 208-211 vº. Cit. MARTIN NIETO, op. cit., p. 388. Pero, sería finalmente su segunda esposa,
doña Magdalena Juana de Solís la que
donó un retablo al convento de predicadores convento de Santo Domingo) y
también el retablo de la ermita de la Virgen de Gracia. El prof. Martín Nieto
en su trabajo de investigación nos ofrece el documento completo localizado en Protocolos Notariales, caja
4194. Escritura inserta al comienzo de los protocolos del escribano Francisco
Martín Pozo Andrade del año 1737. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.
[58] GARCIA MOGOLLON, F.
J: Imaginería medieval extremeña.
Esculturas de la Virgen María en la Provincia de Cáceres. Cáceres, 1987, p.
40.
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