LA ERMITA DE SAN BLAS DE
CÁCERES. Historia viva de Cáceres.
Cáceres celebra en febrero, la romería más antigua de la ciudad,
la Romería o Fiesta de San Blas. Existen datos documentales que apoyan la
existencia en la capital de dos imágenes de San Blas, cada una con su
correspondiente cofradía, una conocida como Cofradía de San Blas “El Viejo”, y
la otra “El Mozo”. Encontrándose la más antigua conocida como “El Viejo” en la
actual ermita de Nuestra Señora de la Consolación o de Las Candelas (conocida
entonces como ermita de San Pedro de los Caballeros y San Blas) cuya primera
referencia corresponde al año 1458, fecha a la que corresponde un documento
existente en el Archivo de la Diócesis de Coria-Cáceres, correspondiente a la
parroquia de San Mateo (leg. 5) en el cual encontramos la primera referencia a
la Cofradía de San Pedro y San Blas. Por
entonces, ambas advocaciones se hallaban unidas en una misma cofradía y gozaban
de los bienes y rentas conjuntamente.
Con respecto a la
otra Cofradía, establecida en la actual iglesia de San Blas, las primeras
referencias encontradas corresponden al año 1541, en una carta de venta de
censo otorgada por Pedro de Osma haciendo referencia a la calle donde está
ubicada la ermita de San Blas (documento existente en el Archivo Histórico
Provincial, caja 3.626, Protocolos de Cristóbal de Cabrera) con el transcurrir
de los siglos, ambas cofradías se unieron en una sola.
Hemos de destacar el
trabajo de investigación realizado por el prof. Martín Nieto, donde explicó
pormenorizadamente la historia de ambas ermitas dedicadas a la advocación de
San Blas con un estudio importantísimo sobre las Cofradías encargadas del culto
de las imágenes[1].
Nos interesa en este
estudio la iglesia parroquial de San Blas, concretamente en la que se daba
culto, cuando era ermita, a la imagen de San Blas de Abajo o “El Mozo”.
La
actual ermita de San Blas está ubicada en el antiguo camino “Iter ab Emerita
Caesaraugustam” (Camino nº 24 de Antonino Pío desde Mérida a Zaragoza) cita a
CASTRA CAECILIA a XX M.P. de la Mansio AD SORORES, o lo que es lo mismo a XLVI
millas de EMERITA AUGUSTA. Estas XLVI millas se cumplen al norte de la actual
ciudad de Cáceres, concretamente en el barrio donde se ubica la ermita de San
Blas, lugar con numerosos vestigios romanos imperiales, aún hoy podemos
observar un tramo empedrado. El núcleo de la ciudad surgió con el asentamiento
romano que fundó una colonia llamada Norba Caesarina por Lucio Cornelio Balbo,
hacia el año
En
la primera mitad del siglo XIX se realizará un camino empedrado que bordeaba la
ermita de San Blas, construyéndose por encima el cementerio a finales del siglo
XIX, enlazando un camino que hacia el N. conectaba con el camino Real de
Castilla. Hacia el E. de la ermita circulaba el camino que iba a Monroy.
También, en el siglo XIX se construyó frente a la ermita el Matadero Municipal,
era una zona de importante actividad en el período decimonónico y, más abajo,
estaba el puente Vadillo que le atravesaba el camino de Trujillo, por medio del
cual se cruzaba la Rivera.
La parroquia de San Blas fue en sus orígenes una ermita. Es un
edificio construido en el siglo XV a base de mampostería, sillarejo y sillería,
de una nave en cuatro tramos y cabecera semicircular. Se cierra la nave cubierta
a dos aguas y la capilla mayor con bóveda de cuarto de esfera irregular. Los
arcos son apuntados y descansan sobre pilares adosados de cantería. Se accede
al interior por medio de dos puertas, una adintelada en el lado de la epístola,
y otra de medio punto, con pórtico de triple arquería. Remata una espadaña en
la fachada, de sencilla estructura y un sólo vano. En el año 1749 se colocó en
una hornacina una imagen de San Blas, expuesta a veneración de los fieles. La
imagen antigua de San Blas se encuentra en la iglesia de Santiago, obra del
siglo XVI. En el muro de la Epístola se encuentra la actual sacristía,
construida en el año 1779, aunque existía otra anterior que databa del año
1636.
La actual iglesia ha sido restaurada en varias ocasiones, pero en
su nave quedan restos de un gótico del siglo XV. Los primeros datos
documentales sobre reformas realizadas corresponden al año 1547. Entre los años
1556 y 1560 se acometieron nuevamente reformas en el portal y en la capilla. En
el presbiterio se realizaron reformas, de carácter popular, en el año 1779; se
ha cerrado el pórtico para prolongar la nave.
La ermita de San Blas
tenía su pórtico, sustituyéndose en el año 1930 por unas artísticas rejas, para
impedir el fácil acceso a esta zona de mendigos, incluso se utilizaba guardar
animales. Según fotografías de finales del siglo XIX y primer decenio del siglo
XX, existentes en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, en el Legado del
arquitecto don Vicente Paredes, la entonces ermita tenía un pórtico por la
puerta principal con cubierta a dos aguas, con tres arcos de medio punto, solo
el central facilitaba el acceso al portal, pues los dos arcos laterales tenían
un pretil o muro pequeño de piedra a la misma altura que el estado actual de
los dos arcos que están a ambos lados del central. No existía el rosetón que
actualmente se abre sobre el arco central y la espadaña estaba ubicada en una
disposición más central de la ermita, en la actualidad se encuentra rematando
la fachada central ofreciendo un aspecto más airoso al templo, según las obras
realizadas en 1961. El aparejo constructivo a base de sillería y sillarejo
estaba cubierto con cal. En la ermita primitiva no existía la portada
practicada en el muro de la Epístola.
El 8 de Noviembre de
1958, por Decreto del Obispo de la Diócesis D. Manuel Llopis Iborra, es
convertida esta ermita en Parroquia. El 16 de Agosto de 1961, se inician unas
importantes obras de restauración en la
parroquia, llevándose a cabo la demolición de la antigua cubierta que
estaba prácticamente en ruinas, eliminándose el soportal y aumentando el
interior de la parroquia con la profundidad de la nave reaprovechando el
espacio que antes ocupaba el soportal, como ya hemos explicado.
La iglesia cuenta con algunos bienes muebles de estimable valor
artístico. En el lado del Evangelio se conserva una imagen de Santa Lucía, del
siglo XIX, e imágenes modernas del siglo XX, San Antonio con el Niño, Sagrado
Corazón de Jesús y Santa Gema. En el lado de la Epístola destaca una imagen
moderna de San José y un Crucificado del siglo XVIII, obra delicada y perfecta,
tanto en la calidad de su estudio anatómico como por la fina ejecución, los
brazos del Cristo no están horizontales sino en uve tendiendo a la
verticalidad. Con negra cabellera, la cabeza ligeramente ladeada hacia su
derecha, se alza para mirar al cielo en diálogo con el Padre. El estudio
anatómico es de gran calidad, sin dramatismos ni violentas contorsiones, con
noble serenidad. El velo de pureza está pegado, se anuda a la derecha y cuelga
con elegancia. Una cartela con el INRI en letras, figura en lo alto del palo
vertical. La Cruz ocupa el primer lugar entre las imágenes sagradas, ya que es
el símbolo del misterio pascual. Por ella se representa la pasión de Cristo y
su triunfo sobre la muerte, al tiempo que se anuncia su segunda venida, ya
gloriosa. La liturgia prescribe que para la celebración de la Eucaristía
–memorial vivo que actualiza el misterio de Cristo-, se coloque bien visible
para la asamblea, la Cruz en el altar o junto a él, por eso su ubicación en la
iglesia de San Blas es acorde con el rito.
En el presbiterio destaca un retablo mayor de finales del siglo
XVII (1698), que vino a sustituir a otro que se había ejecutado y colocado a
principios del siglo XVII, con arquitectura de un cuerpo articulado en tres
calles y ático; el cuerpo tiene cuatro columnas salomónicas adornadas con
racimos y pámpanos; en el intercolumnio del lado derecho, ahí un lienzo que
representa al traslado de San Blas; en el izquierdo, el martirio de San Blas y
curación del niño ahogado; en el remate, óleo sobre lienzo con el
Calvario, la Virgen y San Juan, y un
crucificado de bulto redondo en madera policromada, obras de finales del siglo
XVII. La figura del Crucificado está muy contorsionada hacia su izquierda, con
una fuerte torsión y ondulación corporal, un ritmo curvilíneo y vibrante, la
sensación general es de una mayor esbeltez de la que realmente tiene, adoptando
un modelado mórbido. El paño de pureza cuelga anudado a su derecha. La
indumentaria de María consta de velo o toca de bordes ondulados, uno de cuyos
extremos cruza por delante del cuello, fino plegado del vestido y se cubre con
manto de color azul. San Juan que se lleva la mano al pecho en gesto de dolor y
con la mano izquierda se sujeta el manto que presenta un fino plegado,
dispuesto sobre la túnica y acusa el volumen del cuerpo, consiguiendo un
naturalismo incipiente que se deja ver en los pequeños detalles.
En el centro del retablo, hay una hornacina con marco rococó,
añadido en el siglo XVIII, cobijando una escultura de San Blas, bien estofado y
dorada, realizada en un taller madrileño en el año 1767, muy al estilo de las
obras de Salvador Carmona, estando de acuerdo con el profesor Martín Nieto, ya
que un año antes había estado el maestro en Cáceres asistiendo a la colocación
del Cristo de la Salud en la ermita de la Virgen de la Montaña. La imagen del
santo titular viste con la indumentaria episcopal: casulla ancha o capa, sobre
el alba, y mitra. Lleva el báculo, como obispo. Aún se conserva la antigua
imagen de San Blas que presidía el altar de la ermita, está en una capilla del
muro del Evangelio de la iglesia de Santiago de Cáceres, obra del siglo XVI.
Los primeros testimonios documentales sobre la existencia de esta imagen del
santo titular datan de 1594 (Libro de Cuentas de Fábrica), fecha en la cual se
restauró (Hernández Mostazo) y policromó la escultura (Nicolás de Ribero).
En la iglesia de San
Blas, hemos de destacar la imagen de Ntra. Sra. del Rosario y del Amor Hermoso,
en el lado del Evangelio, de vestir, obra del siglo XVIII, procedente de la
iglesia de Santiago. Según el estudio de investigación del prof. Martín Nieto[2], existió otro retablo del
siglo XVI, y la entonces ermita contó con dos altares colaterales, de estilo
clasicista. Uno de ellos estuvo dedicado a la Virgen de la Guía, que
actualmente se conserva en los salones parroquiales, obra de bastidor,
conservando las manos y el rostro. También, en los salones parroquiales se
conserva la imagen de San Vito, procedente de la ermita de su nombre que se
alzaba sobre un promontorio cercano al Puente de Vadillo (destruida tras la
guerra de la Independencia) y cuyos datos documentales más antiguos
corresponden al siglo XVI. La imagen, de madera policromada, es obra de la
primera mitad del siglo XVII, representa al santo que fue martirizado en
Lucania (Italia), como un jovencito, en la época medieval que tuvo mucho culto
contra la enfermedad “baile de San Vito”. El baile de San Vito es como se le
llamaba en la Edad Media comúnmente a la enfermedad de Corea de Sydenham, una
patología neurológica en la que el sistema nervioso central se degenera a causa
de una inflamación que provoca fiebres reumáticas. Esta rara enfermedad se
caracteriza por trastornos en los movimientos corporales, que pasa por estados
de coordinación bruscos e involuntarios de forma ilimitada. Incluso puede darse
de una forma tan leve, que el enfermo solo note irritabilidad y nerviosismo. El
baile de San Vito estaba mal visto en la Edad Media, pues se creía que el enfermo
estaba poseído e incluso se le quemaba en la hoguera. Normalmente en esos
casos, intentaban encomendarle a San Vito, un santo salvador y auxiliador para
que curara el enfermo de la posesión.
En la sacristía, se conservan dos óleos sobre tabla manieristas
con representaciones del Evangelista San Mateo y San Juan Evangelista,
procedentes de la predela de un retablo colateral; y un Crucificado,
recientemente restaurado, obra de hacia 1600, presentando un esmerado
tratamiento del paño de pureza, observamos su clara tendencia hacia el
movimiento y a la ruptura de la simetría, en el hecho de que presenta su pierna
derecha avanzada, quedando el cuerpo ligeramente girado y la cabeza levemente
ladeada, tratamiento de los cabellos a base de mechones individualizados, boca
entreabierta y ojos casi cerrados, lo dotan de una clara sensación de dolor.
Se conserva en la iglesia de San Blas una reliquia del santo
titular guarnecida en un relicario de plata en cuya peana se lee literalmente
“RELICIA DE Sº R. S. N BLAS”, correspondiente al año 1733, la cual es sacada a
exposición pública todos los años en su celebración, dada a conocer por el
prof. Martín Nieto en su interesante estudio de investigación. Fue regalada a
la cofradía por unos benefactores en el año 1733, para la cual el mayordomo
Domingo Jiménez encargó al platero Lucas Mogollón un relicario en metal noble.
Se conserva otro relicario, también del siglo XVIII, pero sin reliquia.
Las fiestas de los santos se intercalan a
lo largo del año celebrándose generalmente en la fecha de su muerte, su dies natalis. El culto a los mártires
fue el primero que históricamente se conoce, comenzando por una veneración a
sus restos mortales reuniéndose los fieles en torno a su sepulcro. La
jerarquía en las diversas clases de santos (dejando a María su lugar
privilegiado) los ha clasificado por su importancia litúrgica celebrando
primero a los apóstoles, mártires, pastores, doctores de la Iglesia,
vírgenes, santos varones, santas mujeres, religiosos, personas caritativas y
educadores. Hoy día el culto a los santos a nivel de calendario universal
tiene como criterio el que sean santos de importancia mundial dejando a los
calendarios particulares las celebraciones y memorias de aquellos santos que
sean de devoción más localistas o de familias religiosas. Solamente comentamos
a continuación aquellas celebraciones de santos que son consideradas como
solemnidades a escala universal.
Los
santos inscritos en el martiriologio romano son los declarados por la Iglesia
Católica como indudablemente presentes en el Cielo y, por tanto, pueden ser
objetos del culto público, el llamado culto de dulia, a diferencia del culto
de latria, que no debe dirigirse más que a Dios.
El papel de los santos en la Iglesia y entre los
creyentes ha evolucionado mucho durante la segunda mitad del siglo XX. El culto
que se les solía rendir se ha ido matizando y sus imágenes son más utilizadas
como ejemplos que como agentes de intercesión, papel que desempeñaron
con fuerza durante siglos. El Papa Benedicto XVI afirma:
"El santo es aquel que está tan fascinado por la
belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente
transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo,
también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y
transmite en el servicio humilde y desinteresado al prójimo"
En la iglesia
de San Blas se practica el culto de dulia, que es el
propio debido a los santos, personas que por su probada heroicidad en el
ejercicio de las virtudes cristianas la Iglesia nos los pone como ejemplo a
seguir subiéndolos a los altares. A
partir del S. V se componen los primeros martirologios, que son unas relaciones
de los santos. El primero conocido es el llamado jeronimiano, posterior al año
431. Las reliquias de los santos empiezan a ser veneradas y se construyen
templos en los lugares donde sufrieron martirio así como se instaura la
costumbre de colocar sus reliquias debajo del altar. Más adelante se suman los
confesores, las vírgenes, los monjes y las personas que el pueblo, por
aclamación, consideran santos. No es hasta el año 993 en que es canonizado el
primer santo por el papa Juan XV (se trata de san Ulrico, Obispo de Augsburgo)
iniciándose desde entonces una centralización vaticana en este asunto que
culmina cuando Sixto V crea en 1588 la Congregación de Ritos. Pablo VI dividió
la Congregación de Ritos en dos: la Sagrada Congregación para el Culto Divino y
la Sagrada Constitución para la causa de los Santos, que tiene a su cargo
actualmente los expedientes para las beatificaciones y canonizaciones. No
obstante, también hoy en día el pueblo sigue dando aureola de santidad a
personas a las que considera santas. El Martirologio Romano es
donde se hallan catalogados todos los santos que la Iglesia reconoce.
Como
ya hemos indicado, Cáceres celebra en febrero, la romería más antigua de la
ciudad, la Romería o Fiesta de San Blas (santo protector de enfermedades de la
garganta) que se remonta a finales del siglo XVI, concretamente, los primeros
datos documentales con los que contamos datan del año 1594, cuando se solicita
licencia para decir misa fuera de la ermita, según un Libro de Cuentas de
Fábrica. San Blas fue médico y obispo de
Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus. San Blas
era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se
ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen
de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta. Según una
leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no
le molestaban en su tiempo de oración. Cuando la persecución de Agrícola,
gobernador de Cappadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, sus cazadores
fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y
encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí
encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de
hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros.
Finalmente fue echado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitaba a
sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus
dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado en
el 316.
En Cáceres, la
festividad cuenta con la tradicional venta de roscas y cordones del santo para
curar las enfermedades de garganta, con el objetivo de mantener la parroquia
del barrio y la labor cotidiana que realiza mediante la recaudación. Los
alrededores de la ermita se llenan de jóvenes con el vestido de campuza y el
hermoso pañuelo de " sandía" o de "mil colores" sobre
complicados y artísticos moños “de picaporte”. En la tarde de San Blas se
escucha la típica música extremeña.
Las tonadas, las rondas, las alboradas, los romances, las canciones de corro,
las jotas, etcétera, son las protagonistas de la romería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario