sábado, 17 de febrero de 2024

 

LA RELIGIOSA TRUJILLANA SOR FILOMENA MARIA DEL PATROCINIO

 

  

Trujillo, solar de conquistadores, lo es también de fundadores. En el mes de enero se ha creado una Comisión en Fuente del Maestre –población donde fundó un convento en 1896- para iniciar los trámites oportunos para la beatificación de la Madre Sor Filomena María del Patrocinio, una ilustre hija de Trujillo.

En un breve bosquejo intentaremos trazar los rasgos más importantes de su personalidad  Su nombre bautismal fue María de Bustamante Bisel Saldaña y Orozco. Nació el 18 de octubre de 1825. Fueron sus progenitores los Marqueses de San Antonio y Condes de Saldaña -don Manuel de Bustamante Saldaña y doña Jacinta Bisel Orozco-, pertenecientes a noble familia trujillana.

 Partida de bautismo de sor Filomena María del Patrocinio (libro V de bautismo de la parroquia de Santa María la Mayor de Trujillo, 1809-1833, fol. 114vº): “En la ciudad de Trujillo en diez y nueve dias del mes de octubre del año de mil ochocientos veinte y cinco. Yo Thomás Martín de Prado cura rector de Sta. María la mayor de esta, baptizé solemnemente a una niña que nació el día diez y ocho de este mes y año, a quien puso por nombre María Ramona, hija legítima del señor don Manuel de Bustamante Marqués de San Antonio y doña Jacinta Risel, naturales y vecinos de esta ciudad. Abuelos paternos don Manuel Antonio de Bustamante, natural de Aldea de Zentenera y doña María Antonia de Saldaña, Marquesa de San Antonio, natural de Madrid y vecinos de Trujillo. Abuelos maternos don Antonio Risel y Tapia, natural de Aldea de Zentenera, y doña María Josefa Orozco y Treviño natural de esta ciudad y ambos vecinos de ella. Fue su madrina doña María Ramona de la Hoz, soltera, hija de don Francisco de la Hoz y natural de Alburquerque aquí advertí el parentesco espiritual y su obligación testigos don Juan García, Pbro, don Joaquín Rodríguez y don Leonardo Risel, vecinos de esta. Y por verdad lo firmé: Thomás Martín de Prado” (literal).

 

María Ramona, huérfana a los tres años, confió su padre la crianza y formación de su pequeña hija a Sor Paula Maria Risel Orozco y a Sor Ana María,  que antes habían sido religiosa en el de San  Pedro, refugio de la nobleza que recibía la divina vocación al retiro y oración, privilegio de las almas escogidas.

     Don Cipriano Sánchez Varela, prelado de la diócesis de Plasencia- la rigió durante mucho tiempo, desde 1826 a 1848 y ocupa el número 78 en el "Episcopologio placentino"- autorizó el ingreso de la niña Maria de Bustamante en la clausura monacal. Debido a enfermedad, salió  del convento de la Puerta de Coria a los pocos años de su ingreso. Pero a esta  temporal salida sucedió su vuelta definitiva, lo que ella narró en su autobiografía. Hay que especificar que sucedía esto antes de la exclaustración de las monjas de San Francisco el Real el 30 de abril de 1836, las cuales fueron trasladadas al convento de San Ildefonso de la ciudad de Plasencia, marchando con ellas, en calidad de educanda, la niña María de Bustamante. Allí permaneció quince años, interrumpidos por una breve ausencia motivada por enfermedad.

  El día 2 de abril de 1850 vistió en el convento  de San Ildefonso el hábito de la Tercera Orden Claustral (vulgo “isabeles”) y comenzó el noviciado en Trujillo por haber regresado la comunidad de San Francisco el Real  a esta ciudad el 30  de abril del 1851. Las penalidades que pasaron las monjas a su regreso a Trujillo en 1851 aparecen recogidas testimonialmente en la “Autobiografía” de Sor Filomena María: “Cuando llegó el momento de cerrar la clausura, allí se quedaron las religiosas consumiendo, angustia suma y el tremendo interrogante de qué ocurriría tras haberse comprometido al gasto de la reparación. La Iglesia solamente tenía la mesa el altar y al frente una tela donde colocamos al Cristo de las Maravillas, que se había guardado en Huertas de Ánimas hasta nuestro regreso. Al día siguiente, colocamos un Sagrario que habíamos traído del convento de la Coria, y dispusimos el altar para celebrar misa, como lo hizo el señor secretario del obispado a las siete de la mañana; pero al no haber campanas ni órganos, impidió que se entonara el Tedeum. Concluida la ceremonia, empezamos a trabajar, quitar los escombros y comenzar la reparación del edificio”.

Por tanto, las religiosas se instalaron en el convento de San  Pedro, - ya que el de la Puerta de Coria  había sido bárbaramente arruinado - y allí emitió su profesión de votos religiosos el 11 de mayo del mismo año Sor Filomena María Bustamante, en la fiesta del Patrocinio de San José; cambió su nombre de pila (María Ramona) por el de Filomena María del Patrocinio.

   Esta monja trujillana fue durante muchos años Abadesa de la Comunidad Franciscana de San Pedro.

  Es obligado reflejar, aunque sea brevemente, la obra que llevó a cabo. Restauró la iglesia y toda la fábrica conventual, que se hallaba en deplorable estado. Restauró la disciplina  de la vida de observancia y la formación de nuevas religiosas, que incrementaron en número  los miembros de la Comunidad, a la que impulsó con sus medidas.

    En el año 1864 llevó a cabo la iniciativa de fundar un monasterio en Mula (Murcia), partiendo del convento trujillano de San Antonio sor María de Santa clara y sor Juana de la Cruz con una sobrina educanda que se llamó en el claustro sor María de la Encarnación. Todas ellas pertenecientes al linaje Orozco, que cuenta entre sus miembros Alfonso Orozco, agustino, predicador de Felipe II, fundador, escritor, y fue beatificado por León XIII el 15 enero de 1882. En el año 1865 fue nombrada Abadesa Sor Filomena María, por el obispo don Gregorio María López, llevando a cabo una gran actividad restauradora del convento trujillano. Es de admirar en la Madre Filomena su espíritu inquieto no sólo como promotora en la restauración del Convento de San Pedro, sino alternándolo con su vida espiritual y la formación de nuevas religiosas, a pesar de su poca salud.

     Cuarenta y cinco años llevaba Sor Filomena en el convento de San Pedro, cuando movida del espíritu  de Dios y previos los requisitos canónicos marchó a los 70 años de edad, el 17 de enero de 1896 a fundar el convento de Franciscanas de Fuente del Maestre, localidad de la diócesis de Badajoz acompañadas por cinco religiosas.

    Poco menos de un año hacía que Sor Filomena estaba rigiendo con singular acierto y venerada edificación para todos estas nueva Comunidad cuando guiada por nuevos impulsos divinos obtuvo de la Santa Sede autorización para que  ella y sus  monjas presentes y futuras pasaran de Franciscanas a religiosas Concepcionistas (cambiando el hábito pardo por el blanco y azul). Solemnemente se realizó  el tránsito el 8 de diciembre de 1896.

   Durante diecisiete años aproximadamente, el convento de Concepción de Fuente del Maestre asentó  su vida religiosa y observante en las santas y sabias enseñanzas de la Madre Filomena, quien a los 88 años de edad llenos de méritos ante Dios y ante los hombres descansó en la paz de  los juntos tan santamente como había vivido. Era el 22 de noviembre de 1913, mientras la comunidad participaba en la misa; en el momento de la consagración le llegó la mejor recompensa a toda una vida de sacrificio, entrega y amor a Dios y a los demás.

El día 7 junio 1987, coincidiendo con la apertura del Año Mariano fueron exhumados y nuevamente inhumados en el coro de la iglesia de la Concepción, de la localidad de Fuentes del Maestre, los restos de la Rvda. Madre Filomena María de Bustamante Risel-Orozco, mujer providencial en los planes de Dios y en palabras del padre Juan Tena: “ Eminente por sus dotes naturales que fueron muchas, pero más eminente a un por sus extraordinarias virtudes y por las altas mercedes y Dios la concedió”.

Conocemos datos precisos de su estancia en el convento de San Francisco el Real de la puerta de  Coria de Trujillo y de la grave enfermedad que pasó gracias a su “Autobiografía de la Madre Filomena: una víctima de amor divino”, todo no juventud larga y penosa, llena de entrega a Dios y de sacrificio por la iglesia y los necesitados. Autobiografía escrita por ella misma, recopilada y terminada por una religiosa concepcionista del convento de Fuentes del Maestre, en el año 1925.

 



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