LA RELIGIOSA TRUJILLANA SOR FILOMENA MARIA DEL PATROCINIO
Trujillo, solar de conquistadores, lo es también de
fundadores. En el mes de enero se ha creado una Comisión en Fuente del Maestre
–población donde fundó un convento en 1896- para iniciar los trámites oportunos
para la beatificación de la Madre Sor Filomena María del Patrocinio, una
ilustre hija de Trujillo.
En un breve bosquejo intentaremos trazar los rasgos más
importantes de su personalidad Su nombre
bautismal fue María de Bustamante Bisel Saldaña y Orozco. Nació el 18 de
octubre de 1825. Fueron sus progenitores los Marqueses de San Antonio y Condes
de Saldaña -don Manuel de Bustamante Saldaña y doña Jacinta Bisel Orozco-,
pertenecientes a noble familia trujillana.
María Ramona, huérfana a los tres años, confió su padre la
crianza y formación de su pequeña hija a Sor Paula Maria Risel Orozco y a Sor
Ana María, que antes habían sido
religiosa en el de San Pedro, refugio de
la nobleza que recibía la divina vocación al retiro y oración, privilegio de
las almas escogidas.
Don Cipriano
Sánchez Varela, prelado de la diócesis de Plasencia- la rigió durante mucho
tiempo, desde 1826 a 1848 y ocupa el número 78 en el "Episcopologio
placentino"- autorizó el ingreso de la niña Maria de Bustamante en la
clausura monacal. Debido a enfermedad, salió
del convento de la Puerta de Coria a los pocos años de su ingreso. Pero
a esta temporal salida sucedió su vuelta
definitiva, lo que ella narró en su autobiografía. Hay que especificar que
sucedía esto antes de la exclaustración de las monjas de San Francisco el Real
el 30 de abril de 1836, las cuales fueron trasladadas al convento de San
Ildefonso de la ciudad de Plasencia, marchando con ellas, en calidad de
educanda, la niña María de Bustamante. Allí permaneció quince años,
interrumpidos por una breve ausencia motivada por enfermedad.
El día 2 de abril
de 1850 vistió en el convento de San
Ildefonso el hábito de la Tercera Orden Claustral (vulgo “isabeles”) y comenzó
el noviciado en Trujillo por haber regresado la comunidad de San Francisco el
Real a esta ciudad el 30 de abril del 1851. Las penalidades que
pasaron las monjas a su regreso a Trujillo en 1851 aparecen recogidas
testimonialmente en la “Autobiografía” de Sor Filomena María: “Cuando llegó el
momento de cerrar la clausura, allí se quedaron las religiosas consumiendo,
angustia suma y el tremendo interrogante de qué ocurriría tras haberse
comprometido al gasto de la reparación. La Iglesia solamente tenía la mesa el
altar y al frente una tela donde colocamos al Cristo de las Maravillas, que se
había guardado en Huertas de Ánimas hasta nuestro regreso. Al día siguiente,
colocamos un Sagrario que habíamos traído del convento de la Coria, y
dispusimos el altar para celebrar misa, como lo hizo el señor secretario del
obispado a las siete de la mañana; pero al no haber campanas ni órganos,
impidió que se entonara el Tedeum. Concluida la ceremonia, empezamos a
trabajar, quitar los escombros y comenzar la reparación del edificio”.
Por tanto, las religiosas se instalaron en el convento de
San Pedro, - ya que el de la Puerta de
Coria había sido bárbaramente arruinado
- y allí emitió su profesión de votos religiosos el 11 de mayo del mismo año
Sor Filomena María Bustamante, en la fiesta del Patrocinio de San José; cambió
su nombre de pila (María Ramona) por el de Filomena María del Patrocinio.
Esta monja
trujillana fue durante muchos años Abadesa de la Comunidad Franciscana de San
Pedro.
Es obligado
reflejar, aunque sea brevemente, la obra que llevó a cabo. Restauró la iglesia
y toda la fábrica conventual, que se hallaba en deplorable estado. Restauró la
disciplina de la vida de observancia y
la formación de nuevas religiosas, que incrementaron en número los miembros de la Comunidad, a la que
impulsó con sus medidas.
En el año 1864
llevó a cabo la iniciativa de fundar un monasterio en Mula (Murcia), partiendo
del convento trujillano de San Antonio sor María de Santa clara y sor Juana de
la Cruz con una sobrina educanda que se llamó en el claustro sor María de la
Encarnación. Todas ellas pertenecientes al linaje Orozco, que cuenta entre sus
miembros Alfonso Orozco, agustino, predicador de Felipe II, fundador, escritor,
y fue beatificado por León XIII el 15 enero de 1882. En el año 1865 fue
nombrada Abadesa Sor Filomena María, por el obispo don Gregorio María López,
llevando a cabo una gran actividad restauradora del convento trujillano. Es de
admirar en la Madre Filomena su espíritu inquieto no sólo como promotora en la
restauración del Convento de San Pedro, sino alternándolo con su vida
espiritual y la formación de nuevas religiosas, a pesar de su poca salud.
Cuarenta y cinco
años llevaba Sor Filomena en el convento de San Pedro, cuando movida del
espíritu de Dios y previos los
requisitos canónicos marchó a los 70 años de edad, el 17 de enero de 1896 a
fundar el convento de Franciscanas de Fuente del Maestre, localidad de la
diócesis de Badajoz acompañadas por cinco religiosas.
Poco menos de un
año hacía que Sor Filomena estaba rigiendo con singular acierto y venerada
edificación para todos estas nueva Comunidad cuando guiada por nuevos impulsos
divinos obtuvo de la Santa Sede autorización para que ella y sus
monjas presentes y futuras pasaran de Franciscanas a religiosas
Concepcionistas (cambiando el hábito pardo por el blanco y azul). Solemnemente
se realizó el tránsito el 8 de diciembre
de 1896.
Durante diecisiete
años aproximadamente, el convento de Concepción de Fuente del Maestre
asentó su vida religiosa y observante en
las santas y sabias enseñanzas de la Madre Filomena, quien a los 88 años de
edad llenos de méritos ante Dios y ante los hombres descansó en la paz de los juntos tan santamente como había vivido.
Era el 22 de noviembre de 1913, mientras la comunidad participaba en la misa;
en el momento de la consagración le llegó la mejor recompensa a toda una vida
de sacrificio, entrega y amor a Dios y a los demás.
El día 7 junio 1987, coincidiendo con la apertura del Año
Mariano fueron exhumados y nuevamente inhumados en el coro de la iglesia de la
Concepción, de la localidad de Fuentes del Maestre, los restos de la Rvda.
Madre Filomena María de Bustamante Risel-Orozco, mujer providencial en los
planes de Dios y en palabras del padre Juan Tena: “ Eminente por sus dotes naturales que fueron muchas, pero más eminente
a un por sus extraordinarias virtudes y por las altas mercedes y Dios la
concedió”.
Conocemos datos precisos de su estancia en el convento de
San Francisco el Real de la puerta de Coria de Trujillo y de la grave enfermedad que
pasó gracias a su “Autobiografía de la Madre Filomena: una víctima de amor
divino”, todo no juventud larga y penosa, llena de entrega a Dios y de
sacrificio por la iglesia y los necesitados. Autobiografía escrita por ella
misma, recopilada y terminada por una religiosa concepcionista del convento de
Fuentes del Maestre, en el año 1925.
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