Un
recorrido por la Extremadura de los Reyes Católicos
“Tampoco habían olvidado los reyes el eficaz
apoyo que recibieran de los extremeños
en los primeros días de su reinado,
conteniendo la frontera con los portugueses”
José
Antonio Ramos Rubio
“Vivían en Trujillo Fernando e Isabel, en
el palacio de Luís de Chaves, cuando acordaron unificar sus reinos y llamarse
en lo sucesivo Reyes de España. Luego, para evitar suspicacias entre los
vasallos, vino aquel lema Tanto Monta”, escribió el zoriteño Sánchez Loro en el
siglo XVI. En Extremadura fue concebida, recogen algunas crónicas, la unidad de
España. También aquí se puso punto y final a su reinado y a su época: en
Madrigalejo, al sur de la provincia de Cáceres, falleció Fernando el Católico
el 23 de enero de 1516. Entre Trujillo y Madrigalejo infinidad de localidades,
porque los Reyes Católicos cruzaron sin cesar las tierras extremeñas entre 1477
y 1479, además de volver en posteriores ocasiones, sobre todo a Guadalupe.
‘Isabel’, la serie emitida por TVE, ha
puesto de actualidad la relación de la reina con Cáceres, ciudad en la que se
grabaron varios capítulos, y por extensión de su marido. Y la idea de hacer
turismo siguiendo los pasos de estos monarcas medievales tomó forma en la
cabeza de Antonio Bueno, escritor de turismo. “La idea de La Ruta de Isabel
surgió pensando en aprovechar la serie. Aquí contamos con muchos restos
históricos y aquí también se han forjado hechos de la historia de España. Para
los Reyes Católicos Guadalupe era su paraíso y allí se forjó la aventura
hispanoamericana. Hay muchos recursos que son importantes en la historia de
España y que han tenido mucha repercusión en América”, relata Bueno, que lleva
un tiempo tratando de materializar su ruta. De momento cuenta con el respaldo de
Viajes Caja Extremadura, pero el hecho de que en la serie no se mencione a
Cáceres como lugar de algunos de los exteriores supone un hándicap a la hora de
dar a conocer el proyecto, reconoce. “Ya hay gente de Hispanoamérica interesada
en este viaje y tenemos algunas ideas para cuando se comience a rodar la
segunda temporada”, añade con entusiasmo Bueno, que ya ha grabado varias
recreaciones para hacer videos explicativos para los turistas.
Plasencia,
primera parada
Su propuesta de ruta de fin de semana -a
la que califica como histórica, gastronómica y divertida-, comienza en
Plasencia, ciudad que se puso de parte de Juana la Beltraneja, sobrina de
Isabel, en la cruenta guerra civil que enfrentó a ambas para conseguir el trono
y en la que también intervino Portugal. Y es que fue en Plasencia donde La
Beltraneja, que ya había vivido en el castillo de Trujillo, contrajo matrimonio
con el rey Alfonso V de Portugal en 1475.
La ciudad medieval ofrece un interesante
paseo entre sus calles, su muralla, sus puertas, palacios (como el de los
Marqueses de Mirabel, descendientes de Álvaro de Zúñiga que apoyó a Isabel al
final de la contienda y se convirtió en uno de los principales nobles del
reino), casones, conventos, monasterios e, incluso, catedrales porque tiene dos
unidas.
Cáceres,
plató de televisión
De ahí la ruta llega a Cáceres, ciudad en
la que se grabaron varios capítulos de la serie que ha generado un gran interés
de público y crítica, aunque en la televisiva trama no aparece Extremadura. “La
Ruta de Isabel surgió pensando en aprovechar la serie, aunque estamos encontrando un
inconveniente y es que no se dice que sea Cáceres sino que figura ser Ocaña u
otros lugares”, explica y lamenta Antonio Bueno. En
la parte antigua de la ciudad Patrimonio de la Humanidad se grabó, por ejemplo,
el bautismo de
Isabel y su coronación como reina de Castilla, hechos que no ocurrieron en
Extremadura.
Lo que sí se desarrolló en Cáceres fue
una visita muy especial de la reina en 1477, que pacificó la ciudad de los
constantes enfrentamientos entre los nobles de los bandos leonés y castellano,
que la habían repoblado tras la reconquista cristiana. Ese año la villa pasó a
ser de realengo: ante la Puerta Nueva juró la reina los fueros y privilegios de la ciudad,
otorgados siglos antes por Alfonso IX. Durante esta primera visita se
aloja en el Palacio de los Golfines de Abajo y se determina el escudo actual de
la ciudad, formado por un castillo y un león. Cuenta la tradición que la reina
se ocupó en Cáceres de reparar con su aguja los desperfectos que el tiempo
cometió en la enseña que trajo Alfonso IX a la conquista, el Pendón de la
Villa, que se pasó a llamar de San Jorge, por ser el 23 de abril cuando fue
ganada Cáceres a los musulmanes. También cuentan los correveidiles que a la reina le gustaban, y
escuchaba con gran sentimiento, los romances de los Carvajales.
“Quiero
fomentar lo que hizo la reina cuando vino a Cáceres: dio las ordenanzas y puso
paz entre los bandos que había, y organizó el ayuntamiento. Fue muy importante
para la ciudad”, resume el escritor de turismo, empeñado en sacar esta ruta
adelante. “A ver si la conseguimos poner en marcha”.
También
en esta época nace la historia de las ‘torres mochadas’ de Cáceres. Y es que la
reina ordenó cortar las torres de los palacios de aquellos nobles opuestos a su
causa. Los únicos apoyos que tuvo la reina en la guerra por el trono fue la de
García Golfín (rama de la familia que construyó el palacio de los Golfines de
Arriba) y la del capitán Diego Cáceres de Ovando, que construyó la Torre de las
Cigüeñas en 1478
con permiso expreso de los Reyes Católicos. El famoso capitán se casó con
Isabel Flores, camarera mayor de Isabel la Católica, y uno de sus hijos,
Nicolás Ovando, fue el primer gobernador de la isla la Española (hoy República
Dominicana y Haití) y el primer gran extremeño que llegó a América.
Los pasos del rey
La
segunda visita de la soberana a Cáceres es en 1479 y entonces llega con su
esposo, Fernando el Católico, que juró los fueros de la ciudad ese año. El rey
visitó varias veces más la región: en 1484 de paso para Andalucía y en 1488 con
motivo de la reducción de Plasencia; en diciembre de1508 (la reina había fallecido
en 1504) estuvo también en Cáceres. “Hemos podido comprobar que desde el 23 de
diciembre hasta el 2 de enero siguiente estuvo en Cáceres muy obsequiado por el
concejo, el 6 en Galisteo, el 9 en la Oliva, el 11 en la Abadía…”, recoge una
investigación de José Antonio Ramos Rubio, Cronista Oficial de Trujillo.
El
historiador también relata el último viaje del rey a la región, emprendido a
finales de 1515: “Salió de Madrid el 12 de noviembre y el 28 del mismo o a
primeros días de diciembre le encontramos en Plasencia, el 6 en la Abadía, el
17 en Galisteo y el 14 de regreso a Plasencia, donde celebró las bodas de su
nieta doña Ana de Aragón con don Álvaro Pérez de Guzmán, duque de Medina
Sidonia”. Y el relato continúa: “Salió de Plasencia el 27 de diciembre para
Trujillo, donde se detuvo hasta el día después de Reyes del año siguiente. De
allí fueron a Abertura (…). Desde allí se dirigió a Madrigalejo donde murió el
23 de enero”. Era el año 1516.
“Allí
en una ‘casita desguarnecida e indecorosa’ –según Pedro Mártir-, tuvo que
convencerse de inmediata muerte y se apresuró a dejar en claro los últimos
trámites necesarios para la sucesión de sus Estados y la recepción de los
últimos sacramentos”, recoge el libro Los
Trastámara y la unidad española (1369-1517). Falleció a pocos kilómetros de
Trujillo.
Trujillo, símbolo de unidad
El
recorrido real lleva a Trujillo, eje de los viajes de los soberanos por esta
tierra (al menos siete veces estuvo la reina aquí) y ciudad que alcanzó su
mayor esplendor en esta época. Como anticipo a la unión de los Reyes Católicos
con este municipio, capital de la provincia de Extremadura por entonces, existe
un dato curioso: el rey Enrique IV estaba en Trujillo cuando recibió una misiva
de su hermana para informarle de que se casaría con el infante de Aragón, don
Fernando.
Las
noticias llegaban constantes a la penillanura extremeña y los hechos se
sucedían con rapidez. En Trujillo los reyes recibieron
la noticia, en 1479, de la muerte de Juan II de Aragón, padre de Fernando II de
Aragón. Tras celebrarse los funerales en la iglesia Santa María la Mayor y
finalizar el luto, “los Reyes convocan a la Corte, al clero y la nobleza a un
consejo que resultó de la mayor importancia y trascendencia, en el que se
resolvieron importantes problemas de Estado. En él fue designado don Fernando
para suceder a su padre a la corona de Aragón y Sicilia. Más como doña Isabel
era reina de Castilla, León, Toledo, Valencia, Mallorca, Sevilla, Cerdeña,
Córdoba, Córcega, Murcia, Jaén, Los Algarbes, Algeciras y Gibraltar, y poseía
ducados, marquesados y condados, aconsejaba la unión de todos estos territorios
bajo el cetro de Isabel y Fernando, lo que sí se acuerda, pues dijeron y
escribieron ‘Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”, escribe Ramos
Rubio.
Fue en Trujillo, por tanto, donde se
sentaron las bases de la unidad de la península y donde se gestó la Hispanidad.
Se escribió, de hecho, que Trujillo fue la primera capital de España. También
en la localidad cacereña se firmó el primer documento de cancillería donde
aparecen por primera vez unidos Castilla y Aragón, figurando ya como Reyes de
España, con fecha 29 de diciembre de 1479.
Volviendo atrás, hay que situar la
primera visita en 1477: “Isabel hizo un largo viaje de pacificación por Extremadura, desde
abril de 1477 teniendo a Sevilla como final de etapa”, apunta el libro sobre
los Trastámara anteriormente citado. Antes de llegar a Trujillo, relata Ramos
Rubio, hizo una parada en Guadalupe (10 de mayo de 1477), para implorar el
auxilio de la patrona de Extremadura para la arriesgada empresa que iba a
comenzar: la lucha contra los portugueses que apoyaban a su sobrina y dominaban
las tierras extremeñas.
Unos de
los golpes decisivos a los vaivenes de la guerra tuvo lugar en la heroica
población pacense de La Albuela, donde se batalló el 24 de febrero de 1479
logrando una importante victoria (no confundir con la batalla de la guerra de
la Independencia que se teatraliza cada año). Recuerda el Cronista Oficial de
Trujillo que la contienda fue sangrienta y que los portugueses sufrieron una
derrota definitiva. Para premiar la lealtad de esta población Isabel ordena la
construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y San Miguel, las
Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el Rollo, según la misma fuente.
Guadalupe, puerto de salida a América
La ruta
extremeña de los Reyes Católicos tiene otro importante pilar: la villa de
Guadalupe, punto final de la ruta propuesta por Antonio Bueno. En primer lugar,
en el Monasterio de la Puebla está enterrado el rey Enrique IV, hermano por
parte de padre de la reina Isabel, y la madre de éste, María de Aragón. En
segundo lugar, porque la reina acudió a la villa por primera vez en 1464, con motivo del intento de
acordar su boda con Alfonso V de Portugal, finalmente esposo de La
Beltraneja. Lo que sí salió de aquí fue la pasión de la reina por la Virgen y
por el Monasterio, patente en sus numerosas visitas. En tercer lugar, porque
aquí fue custodiado su testamento por los monjes hasta que se trasladó al
Archivo General de Simancas.
En la localidad de Las Villuercas se
dispusieron las órdenes para que Cristóbal Colón partiera a su búsqueda de las
Indias. El 20 de junio de 1492, los Reyes Católicos firmaron las cartas a los
alcaldes de Palos y Moguer para pedirles que ayudaran a Colón en el
aprovisionamiento y preparación de sus carabelas para la travesía. La estancia
sirvió además para agradecer a la Virgen la reciente rendición de Granada.
Colón también estuvo varias veces en la Puebla, trayendo incluso a dos indios
que fueron bautizados en la pila que hoy se encuentra en la fuente de la plaza
de Santa María.
El Real Monasterio de Guadalupe es un
conjunto arquitectónico de gran armonía en el que predominan los estilos gótico
y mudéjar, aunque también tiene pinceladas renacentistas, barrocas y
neoclásicas. Además de las bellezas de la Puebla y del Monasterio, los parajes
de las Villuercas son otro atractivo que sumar al histórico. Una ruta senderista que une
Cañamero con Guadalupe lleva el nombre del Isabel la Católica y recorre el
antiguo camino que utilizaban los Reyes Católicos para acceder al Palacio de
Mirabel, en el que se alojaban.
La ruta propuesta por Antonio Bueno acaba
aquí, tras recorrer Plasencia, Trujillo, Cáceres y Guadalupe; es decir dos
ciudades Patrimonio de la Humanidad y otras dos que han optado a este
reconocimiento de manera conjunta. Para que el recorrido sea completo, además de
Madrigalejo y La Albuera, hay que incluir Valencia de Alcántara, donde se casó
la primogénita de los Reyes Católicos con el rey de Portugal Manuel I. Esta
población ha sabido exprimir su pasado histórico desde un punto de vista
turístico (turismo histórico, dicen) con una representación anual de esa ‘boda
regia’.
Isabel
de Aragón y Castilla llegó, acompañada de sus padres, a Valencia de Alcántara
para celebrar el día 30 de septiembre de 1497 un bello desposorio. La muerte de
su hermano la llevó de Portugal a Guadalupe, donde se reunió de nuevo con sus
padres al convertirse en su heredera; pero la muerte también le llegó temprana
y el futuro del trono quedó en manos de su hermana Juana y, por extensión, de
su sobrino Carlos. El emperador Carlos I de España y V de Alemania también tuvo
un apego especial por Extremadura. Pero eso ya es otra historia… Y otra ruta.
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