jueves, 26 de junio de 2025

EL TORO DE OSBORNE

 

El Toro de Osborne es mucho más que una simple silueta publicitaria en las carreteras españolas: es un símbolo cultural profundamente arraigado en la identidad visual y emocional del país.

Fue creado en 1956 por la agencia Azor para publicitar el brandy Veterano de Osborne. Diseñado por Manolo Prieto, el toro inicialmente medía 4 metros y estaba hecho de madera. Más adelante se hicieron de metal y de hasta 14 metros de altura para ser visibles desde lejos.

La imagen de un toro, concretamente el diseño del Toro Osborne cuyo autor el gaditano Manolo Prieto (fallecido en 1991) diseñara en los años 50 del siglo XX, ha dejado huella en el paisaje, en la cultura, en el arte español e incluso en camisetas de la selección española. La pervivencia del mito Tauro en nuestra cultura es evidente. La sombra negra, el toro negro que nos acompaña nuestras carreteras es un mito. Se ha convertido en una imagen de la cultura de masas por obra del diseño gráfico de Prieto en 1954 y por la acción de Osborne que se convirtió en un agente artístico cuando encargó un símbolo para el Veterano y comenzaron ahí que se los toros en las carreteras españolas. Ese toro, que se va escapando del “capote” de Prieto, y comienza a crecer en nuestras carreteras, donde encuentra su identidad. Resiste al viento apoyado en su esqueleto de hierros. En el cuello de las botellas, convertido en insignia de posavasos o solapa de trajes y camisas. Se ha convertido en un poderoso símbolo, cuando lo que quería ser era una marca comercial.

Un componente insustituible de nuestro paisaje, por eso ha sido declarado Bien Cultural. En los últimos días la prensa nacional se ha hecho eco de los destrozos de los que están siendo víctimas estos mitos en las carreteras: roturas, pintadas, panfletos políticos, etc. la silueta que vemos es ya más que una marca comercial y se ha convertido en un símbolo nacional, por lo que puede ser utilizado sin autorización de la empresa. Es cierto que es una marca registrada cuya titularidad ostenta el Grupo Osborne, pero, en lo referente a productos que no son “el objeto social y el renombre de la marca”, esta efigie ha pasado a ser “ patrimonio cultural y artístico de los pueblos de España”. En los artículos de regalo observamos la figura de un toro como símbolo nacional y no la marca concreta de dicha empresa. Además, numerosos artistas han plasmado sus cuadros esa sombra que transforma nuestros campos en paisajes de signos, tales como María José Gómez, Javier de Juan, Menchu Lamas, Julio Álvarez Yagüe, Pelayo Ortega o Manuel Ballester. De hecho, el mismo autor de la obra original, Manuel Prieto orientó casi siempre sus obras en torno a la figura del toro, bocetos para carteles, dibujos para cuentos y novelas, anuncios publicitarios, destacando la simplificación, la geométrización y el esquematismo, abriendo un amplio abanico entre la tradición y la innovación. Aplicó sus conocimientos comerciales al cartel taurino, tratándolo como un medio de comunicación. Por tanto, el Toro Osborne, en nuestras carreteras, es un símbolo definidor de la originalidad cultural e histórica de España.

El Toro de Osborne se ha consolidado como un elemento icónico del paisaje español, con un valor simbólico que va mucho más allá de su propósito inicial. Su presencia en las carreteras no solo embellece el entorno, sino que conecta a los conductores con una parte esencial del imaginario colectivo español.


 

domingo, 8 de junio de 2025

 

Descripción histórico-artística del Convento de San Antonio

El Convento de San Antonio fue fundado en el año 1574 por religiosas franciscanas procedentes del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, integrándose dentro de las corrientes reformistas de la espiritualidad femenina del siglo XVI. Su establecimiento se inscribe en el contexto de expansión de las órdenes religiosas en la Península Ibérica durante el periodo postridentino, caracterizado por un fuerte impulso fundacional y una renovada orientación hacia la clausura y la contemplación.

El conjunto conventual consta de una iglesia cuya construcción se remonta a los primeros años del siglo XVII, así como de un destacado patio central de doble claustro. Este claustro presenta en la planta baja pilastras de orden toscano, mientras que en la galería superior se observan columnas del mismo estilo. En las paredes aún se conservan vestigios de pintura mural al fresco, con iconografía alusiva a monjas franciscanas descalzas, lo que refuerza la identidad espiritual y simbólica del recinto.

El impulso económico decisivo para la construcción del templo lo proporcionó el obispo de Plasencia, don Pedro González de Acebedo, quien en 1619 legó la suma de tres mil ducados con tal finalidad. La fábrica de la iglesia está ejecutada en mampostería y ladrillo, materiales típicos de la arquitectura religiosa de la época en la región.

El templo responde a una traza barroca, con evidentes similitudes estilísticas con la iglesia de la Sangre de Cristo de Trujillo. El acceso se realiza a través de una portada en arco de medio punto conformado por dovelas radiales. Dicha portada se organiza mediante un friso que alberga una imagen de San Antonio de Padua en altorrelieve, dispuesta en un pórtico flanqueado por pilastras y coronado por un frontón triangular con tímpano. El conjunto se ornamenta con elementos propios del estilo herreriano, tales como bolas decorativas dispuestas sobre pirámides con acróteras, lo que denota una influencia formal del clasicismo tardío.

La planta de la iglesia es rectangular y de nave única, cubierta con bóveda de cañón con lunetos. En la cabecera se erige una cúpula sobre pechinas, rematada por una linterna, lo que permite la entrada de luz natural y refuerza la verticalidad simbólica del espacio litúrgico. En su conjunto, el Convento de San Antonio representa un significativo ejemplo de arquitectura conventual femenina en la Extremadura del Siglo de Oro, combinando elementos austeros y barrocos dentro de una tipología funcionalmente adaptada a la vida de clausura.

 



  

LA CASA DEL PESO REAL

La Casa de los Chaves Cárdenas, también conocida como la Casa de los Fieles del Peso Real, constituye un significativo ejemplo de arquitectura civil ubicada en la Plaza Mayor de Trujillo (Cáceres). Este inmueble albergó históricamente una de las instituciones más relevantes en la vida económica y administrativa de la ciudad: el Peso Real, organismo encargado de garantizar la equidad en las transacciones comerciales mediante el control oficial de pesos y medidas.

Durante los siglos de esplendor municipal, el edificio fue sede de los llamados fieles del Peso, funcionarios municipales que, junto con los regidores del Concejo, desempeñaban una función clave en la regulación del comercio local. Su labor era esencial para prevenir fraudes mediante la verificación precisa de los pesos de productos de consumo básico como la harina, el trigo o la cebada, los cuales eran transados en los mercados celebrados en la Plaza Mayor. Además de este control metrológico, los fieles estaban facultados para supervisar la calidad de las mercancías, establecer precios justos, vigilar las condiciones higiénicas de los espacios de venta y aplicar sanciones por incumplimientos. Estas atribuciones les conferían un papel central en la aplicación de las Leyes y Ordenanzas Municipales relacionadas con el comercio y el abastecimiento urbano.

Desde el punto de vista arquitectónico, la Casa de los Chaves Cárdenas destaca por la coexistencia armónica de elementos góticos tardíos y renacentistas, representando una transición estilística propia del final de la Edad Media e inicios del Renacimiento peninsular. La fachada principal presenta una puerta adintelada flanqueada por dos columnas torsas de estilo manuelino, que culminan en pináculos de estética gótica. Las ventanas también responden al lenguaje formal del gótico tardío, mientras que los balcones, de diseño claramente renacentista, están enmarcados por casetones que descansan sobre robustas ménsulas ornamentadas con hojas de acanto, motivo clásico que remite a la antigüedad grecolatina.

Uno de los elementos más emblemáticos de la edificación es el escudo municipal aún visible en la puerta de acceso, testimonio heráldico de su antigua función como dependencia del gobierno local.

La Casa de los Chaves Cárdenas no solo es un notable ejemplo de arquitectura histórica trujillana, sino también un testimonio material del orden institucional que regulaba la vida económica y social en la Trujillo premoderna. Su conservación permite comprender tanto la evolución de los estilos arquitectónicos como el funcionamiento de los mecanismos municipales de control en el marco de la economía urbana castellana.