Estudio
histórico-artístico del Palacio de Rol-Zárate y Zúñiga en la Calle de las
Palomas (Trujillo, Cáceres)
El inmueble conocido
como Casa-Palacio de Rol-Zárate y Zúñiga, situado en la actual calle de las
Palomas, constituye un ejemplo paradigmático de la arquitectura nobiliaria de
transición entre el gótico tardío y el primer Renacimiento en la región. Este
edificio, de notable valor histórico y artístico, integra en su fábrica
elementos constructivos, decorativos y heráldicos que permiten situarlo dentro
del contexto del patriciado urbano bajomedieval y renacentista, característico
de las ciudades castellanas de finales del siglo XV y comienzos del XVI.
El análisis
arquitectónico y heráldico de la casa-palacio permite comprender no sólo la
evolución formal del edificio, sino también el proceso de afirmación simbólica
de los linajes que lo erigieron: Rol, Zárate y Zúñiga, familias de destacada
presencia en la nobleza regional.
La fachada principal se
dispone sobre un paramento de sillares regulares, perfectamente escuadrados, lo
que denota un elevado grado de maestría en la cantería. Este paramento, de
composición sobria pero rigurosa, se articula en torno a una portada de arco
escarzano gótico, cuyas dovelas presentan una molduración fina y continua,
característica del último gótico civil.
Sobre la clave de la
portada se dispone un arrabá o cuerpo superior, en el que se alojan los escudos
de armas correspondientes a los tres linajes familiares: Rol, Zárate y Zúñiga.
Estos emblemas heráldicos, labrados en piedra caliza, y dispuestos en relieve,
funcionan como signos identitarios y como manifestación simbólica de la unión
de las tres casas.
·
Escudo de los Rol: presenta cinco
tórtolas de azur, dispuestas en sotuer (en forma de aspa) sobre campo de plata.
Este motivo, asociado a la pureza y la fidelidad, da origen al topónimo de la
vía urbana -“calle de las Palomas”-, en alusión directa a las aves
representadas en el blasón.
·
Escudo de los Zárate: muestra hojas de
álamo sobre campo de gules. La elección de este símbolo vegetal alude al
arraigo y al linaje, con posibles connotaciones de fortaleza y renuevo,
atributos tradicionalmente asociados a los árboles de hoja caduca en la
simbología heráldica.
·
Escudo de los Zúñiga: se compone de una
banda dragantada -es decir, acompañada de dragones que la muerden o flanquean-
en campo de plata, y sobre el todo una cadena de oro de ocho eslabones, con la
que Íñigo de Zúñiga conmemoró su participación en la batalla de las Navas de
Tolosa (1212). Este último elemento constituye una referencia emblemática a la
victoria cristiana y al valor guerrero del linaje.
La combinación de estos
escudos sobre la fachada no es meramente decorativa, constituye un auténtico
programa simbólico de legitimación social, propio de la nobleza urbana que
consolidó su poder mediante la representación heráldica y arquitectónica.
El patio principal se
configura como el núcleo organizador del conjunto arquitectónico, de tipología
claustral y planta aproximadamente cuadrangular. Presenta dos arcos ligeramente
apuntados apoyados sobre pilares de sección gótica, elaborados en piedra
granítica. Estos arcos sostienen una galería superior, a la que se accede
mediante una escalera también de granito, de traza recta y amplia huella, que
se adapta al muro lateral.
El antepecho de la
galería está decorado con trazados góticos calados, de diseño geométrico y
estilización vegetal, que denotan una transición hacia el gusto renacentista
sin abandonar del todo el repertorio decorativo anterior. La elegancia
estructural del conjunto se combina con la funcionalidad doméstica del patio,
concebido como espacio de representación y articulación interna de la vivienda
palaciega.
A pesar del predominio
de elementos góticos, se advierte en el conjunto una incipiente asimilación del
lenguaje renacentista. El adintelado de la galería superior, sostenido por
columnas jónicas y ménsulas decoradas con motivos renacentistas, refleja la
penetración de los nuevos cánones arquitectónicos procedentes de Italia. Esta
convivencia estilística -arcos apuntados junto a columnas clásicas- ejemplifica
el sincretismo formal característico de la arquitectura de transición en la
península ibérica durante la primera mitad del siglo XVI.
A la derecha del patio
se desarrolla una segunda escalera de acceso, cuyo arranque está marcado por un
pilar octogonal de considerable altura. El capitel de este pilar presenta
figuras quiméricas talladas con notable virtuosismo técnico, seres híbridos de
rasgos fantásticos que remiten tanto a la tradición medieval como a la
iconografía humanista del “grottesco”. Este detalle ornamental se interpreta
como un testimonio de la imaginación simbólica y del gusto por lo alegórico que
caracterizó la estética cortesana de la época.
El Palacio de
Rol-Zárate y Zúñiga puede considerarse una obra representativa del tránsito del
gótico civil al renacimiento humanista. Su arquitectura conjuga la tradición de
la casa-fuerte urbana -caracterizada por su sólida volumetría, portada
monumental y presencia heráldica- con los nuevos ideales de armonía, proporción
y apertura espacial introducidos por el Renacimiento.
Desde el punto de vista
histórico, el edificio debe situarse en el contexto de consolidación social del
patriciado nobiliario urbano, que, durante los siglos XV y XVI, materializó su
prestigio mediante residencias señoriales que integraban simbólicamente la
historia familiar con el poder visual de la arquitectura. La conjunción de los
tres escudos familiares en la fachada no sólo alude a una alianza matrimonial o
sucesoria, sino que también constituye un acto de memoria y afirmación
genealógica frente a la comunidad urbana.
El conjunto
arquitectónico de la Casa-Palacio de Rol-Zárate y Zúñiga se erige como un
testimonio relevante del patrimonio arquitectónico nobiliario de su tiempo. Su
valor radica no sólo en la calidad constructiva y ornamental, sino también en
su capacidad para condensar, en un mismo espacio, las transformaciones
estéticas, sociales y simbólicas de la Castilla del tránsito entre la Edad
Media y la Modernidad.
En su fachada, patio y
elementos escultóricos confluyen los ideales de linaje, prestigio y renovación
estilística, haciendo del edificio una pieza clave para comprender la evolución
del gusto artístico y la representación del poder en el ámbito urbano de los
siglos XV y XVI.
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