martes, 13 de mayo de 2025

 

OBRAS DE REHABILITACIÓN Y RESTAURACIÓN EN EL PALACIO DE LA ISLA DE CÁCERES

 

I.- DATOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

 

En la plaza de la Concepción, se encuentra el palacio de los marqueses de la Isla. Es un importante edificio cuya fachada trasera da a la calle de la Cruz. Construido en el siglo XVI por la familia Blázquez (Marqueses de la Isla desde el siglo XVIII)[1]. El edificio principal palaciego ostenta en la fachada una hermosa portada renacentista que sigue las pautas arquitectónicas  clasicistas desarrolladas por el italiano Serlio, caracterizadas por el uso de grandes sillares almohadillados. Hemos de destacar el alfiz que adopta una disposición original, para proteger con él un friso con la siguiente leyenda: “MODERATA DURANS, NOBILITAS ANIMUS NON ACTA PARENTUM” (Las cosas moderadas duran. Ennoblece el ánimo, no los hechos de los parientes). Sus dueños fueron los Blázquez-Mogollón, Marqueses de la Isla, cuyo escudo campea en la fachada, mediante dos blasones de Mogollón, partidos de Blázquez. Por encima de la portada hay un balcón con arco bilobulado, disposición que también tiene una ventana a la izquierda, correspondiendo al segundo de los tres pisos que tiene la mansión palaciega.

En el interior, el palacio tiene un patio porticado de sólo tres arcos escarzanos y dos columnas sobre basadas góticas. Igual traza tienen las galerías de los dos pisos superiores. Destaca un gran escudo en esgrafiado sobre una en que las paredes con cuarteles de Mogollón, Aldana, Blázquez y Tapia (con seis cabezas de cuervo), sobre montado de yelmos y lambrequines; y la frase bíblica “VANITAS VANITATUM ET OMNIA VANITAS” (Vanidad de vanidades y todo es vanidad), que resulta irónica, al igual que la existente la fachada, y responde al deseo por parte de los fundadores, de satirizar el orgullo de algunas familias nobles de su época, que les discutían sus títulos de nobleza. Se construyó en el XVI a expensas de una rama de la familia Blázquez que se había instalado por aquellos tiempos en Cáceres y que no era reconocida por la rama de la familia que llevaba en la ciudad desde tiempos de la reconquista. Esta disputa familiar explica las dos inscripciones en latín que hemos citado. No obstante, podemos afirmar que el palacio tiene un estilo renacentista mezclado con diferentes estilos anteriores como una combinación medieval del espacio, junto con elementos del arte gótico, destacan en este palacio un importante número de elementos medievales como las ventanas que se abren en la fachada con molduras góticas o el patio, de aspecto pesado y algo tosco en columnas y arcos en sus tres pisos, que contrastan con elementos avanzados para su tiempo como la portada de estilo manierista, a base de voluminosos y rústicos sillares almohadillados.

Pasando el patio, mediante soportales con arcos de medio punto cubiertos con bóvedas de aristas encaladas, llegamos a la pequeña capilla de la Cruz construida en el siglo XV, sobre los restos de la que había sido sinagoga judía. Capilla de una nave con cabecera rectangular, un gran arco triunfal de sillería permite la separación entre la nave y el presbiterio. Altar mayor en arco de medio punto con dovelas, sobre el cual destaca el escudo de Blázquez y de Mogollón al igual que en la clave de las bóvedas de la nave y del presbiterio; aún se conserva el pedestal del altar de yesería teniendo en su frontal una gran cruz.

Según la profesora Lozano Bartolozzi, la judería nueva, extramuros, donde fueron ubicados los judíos por la Corona en 1478, en la zona Río Verde/colación de San Juan, es decir, calle de la Cruz y calle Panera, existía, según la tradición una sinagoga, luego ermita de la Cruz, donde el actual Palacio de la Isla. Por tanto, en el siglo XV (1478) cuando se ordena de reagrupamiento de los judíos en un solo entorno urbano fuera de las murallas, los judíos abandonaron su barrio intramuros, la judería vieja, para instalarse en la nueva zona de expansión y comercio, la judería nueva. Allí levantaron su lugar de culto que los nobles cristianos convertirían después en la ermita de la Cruz y palacio.

Se conserva en su interior  la capilla de la Cruz, cuya entrada principal está en la calle de su mismo nombre, poseía como símbolo más destacado una cruz de madera. Un escudo mantelado, de Blázquez y de Mogollón; en el mantel, de Figueroa.

 

II.- OBRAS DE REHABILITACIÓN Y RESTAURACIÓN

 

Este palacio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Cáceres en 1948, quien lo cedió para albergar el Archivo Histórico Provincial y la Biblioteca Pública de Cáceres. En 1950, el Ayuntamiento autoriza las obras y cita que «si en algún momento y por cualquier circunstancia dejase de funcionar el Archivo y Biblioteca el edificio volvería al Ayuntamiento para el libre ejercicio de sus derechos de propiedad», como así ha ocurrido (hoy es sede del Archivo Histórico Municipal). En el año 1954 se llevaron a cabo importantes reformas en su interior para albergar la Biblioteca Provincial y la Casa de la Cultura.

En el año 1980, Dª Mª Isabel Simó debido al constante incremento de los fondos

documentales, y al pésimo estado en que se encontraba el Palacio de la Isla inicia las

gestiones para el traslado de los fondos a un nuevo edificio[2]. En el Plan de Inversiones de la Subdirección General de Archivos se programa la construcción o adaptación de algún edificio para Archivo Histórico Provincial de Cáceres. El Delegado de Cultura en Cáceres informa que la solución podría estar en la cesión por parte de la Caja de Ahorros de Cáceres del llamado Palacio Toledo Moctezuma[3], ya cedido al Ministerio de Información y Turismo para la construcción de un Parador Nacional que renunció posteriormente al proyecto, con la consiguiente desafectación del inmueble[4].

Así en 1987, se firma el acta de afectación al Ministerio de Cultura con destino a Archivo Histórico Provincial[5]. Como quiera que este edificio seguía siendo aún pequeño para poder albergar todos los fondos, que presumiblemente ingresarían, se solicita información urbanística al Ayuntamiento para un solar anexo sito en las calles del Obispo Álvarez de Castro, Adarve del Cristo y Calle Tiendas, con vistas a su edificación y construcción posteriormente de un paso elevado que comunicase el Palacio de Moctezuma con el nuevo edificio.

En 1986, se inicia la incoación del expediente de cesión gratuita de dichos solares

municipales al Estado para ampliación del Archivo Histórico Provincial[6]. El 17 de octubre de 1989 el Excmo. Ayuntamiento de Cáceres hace donación de dicho solar y se

produce el acta de afectación del inmueble que se hace efectiva el mismo día[7].

Mientras se construye el nuevo edificio y se acondiciona el Palacio Toledo Moctezuma,

los fondos permanecen en el Palacio de la Isla que, hasta 1983, había ocupado sólo

dos plantas del edificio. El hecho de iniciarse en este año el traslado de la Biblioteca

Pública a otro local hace que la directora comience los trámites para que el Archivo

pueda contar con la ocupación del edificio en su totalidad y no se ceda esa parte del

edificio a la Universidad de Extremadura que pensaba ubicar en ella la Escuela Politécnica.

En 1988 se acondiciona la antigua capilla del Palacio de la Isla para depósito de la

documentación de Gobierno Civil. El Archivo inicia el cambio de sede en 1992. Será

entonces cuando se proceda al traslado de fondos desde los antiguos depósitos del Palacio de la Isla a las instalaciones del restaurado palacio Toledo-Moctezuma.

 

Por tanto, el edificio, que fue hasta 1983 sede de la Biblioteca del Estado y del Archivo Provincial, en la actualidad está bajo la tutela del Ayuntamiento y en él se encuentran, entre otras dependencias, el Archivo Municipal. Recibió en los años 80 del siglo XX una importante restauración realizada por Construcciones Abreu y bajo la dirección del arquitecto don José Luis Hernández y Álvarez,  con un presupuesto de 1.052.265, 30  euros, destinada a ubicar los archivos municipales y otros usos culturales respetando sus plantas, volúmenes, fachada a la calle y a patios con sus huecos. Se llevó a cabo la  edificación de cuatro plantas, una entreplanta y torreta sobre rasante a nivel de calle con el siguiente programa: Planta semisótano destinada a acceso general, salón de actos, despachos, aseos y espacios libres. Las tres plantas restantes destinadas para exposiciones, oficinas, aseos y fundamentalmente el Archivo Municipal. El proyecto de rehabilitación respetó la estructura existente de muros que existían en el edificio, jácena de acero y viguetas, así como las fachadas, apropiadas al lugar de ubicación del Palacio. Un total de 529, 96 m2 ocupa la plana semisótano, sobre la que se elevan las otras tres plantas con un total de 1.443, 53 m2.

 



[1] Recibe su nombre actual debido a que durante el siglo XVIII sus propietarios ostentaron el título nobiliario de Marqueses de la Isla. BUENO FLORES, A: Cáceres, historia escrita en piedra. Badajoz, 2006, p. 170.

[2] PAREDES PÉREZ, M. M, y GONZÁLEZ SUÁREZ, T:  Guardianes de la memoria “ De la Isla a Moctezuma”. 60 años del Archivo Histórico de Cáceres. Catálogo de la Exposición.  Cáceres, 2010, p. 22.

[3] Escritura de donación otorgada por la Caja de ahorros de Cáceres ante el Notario de Cáceres D. Cipriano Remedios Íñigo el 7 de febrero de 1973.

[4] Decreto 2732/1972, de 15 de septiembre por el que se acepta la donación al Estado por la Caja de Ahorros de Cáceres del Palacio de Moctezuma con destino a Parador Nacional de Turismo. Real Decreto 1923/1982, de 9 de julio, por el que se autoriza la transacción entre el Estado y la Caja de Ahorros de Cáceres en relación con el derecho de reversión de esta última sobre el inmueble Palacio de  Moctezuma.

[5] Acta de afectación de 17 de febrero de 1987 firmada por el Delegado Provincial del Ministerio de Economía y Hacienda, D. Pedro Rico de la Calle y Dª Isabel Simó Rodríguez, Directora del Archivo Histórico Provincial.

[6] Sesión del pleno del Ayuntamiento de Cáceres de 11 de julio de 1986.

[7] Acta de afectación de 17 de octubre de 1989 firmada por el Delegado Provincial del Ministerio de Economía y Hacienda, D. Manuel Díaz Montero y D. Marcelo Pablo García Arnelas, Jefe de los Servicio Periféricos del Ministerio de Cultura en Cáceres.




















miércoles, 7 de mayo de 2025

 

LA RELIGIOSA TRUJILLANA SOR FILOMENA MARIA DEL PATROCINIO

 

 



 

 

Trujillo, solar de conquistadores, lo es también de fundadores. En el mes de enero se ha creado una Comisión en Fuente del Maestre –población donde fundó un convento en 1896- para reiniciar los trámites oportunos para la beatificación de la Madre Sor Filomena María del Patrocinio, una ilustre hija de Trujillo. A finales del año 1986 se inició expediente para trasladar los restos de la Madre Filomena desde el sencillo enterramiento que ocupaba hasta la iglesia del monasterio, con los pertinentes permisos del señor obispo para que los restos mortales que descansaba el cementerio del monasterio pueda ser trasladados a la iglesia, junto a la reja del coro bajo (permiso concedido el 2 enero de 1987) y, a partir de esa fecha, se complementan todos los trámites necesarios para llevar a cabo la reinhumación del cuerpo. En el cementerio del monasterio se iniciaron los actos de exhumación y posterior inhumación de los restos con la presencia de autoridades civiles y eclesiásticas. En el año 2003, la avanzada de las hojas y la falta de vocaciones habían reducido la comunidad del monasterio, por lo que se decidió el cierre del convento. Hoy día, los muros del antiguo monasterio vendido a una inmobiliaria, rezuman soledad y tristeza. El venerado cuerpo de la Madre Filomena reposa junto a la reja del coro bajo de la antigua iglesia de Santa María la Hermosa, donde todavía muchos devotos se acercan a rezarla.

En un breve bosquejo intentaremos trazar los rasgos más importantes de su personalidad  Su nombre bautismal fue María de Bustamante Bisel Saldaña y Orozco. Nació en la calle Ballesteros de Trujillo el 18 de octubre de 1825. Fueron sus progenitores los Marqueses de San Antonio y Condes de Saldaña -don Manuel de Bustamante Saldaña y doña Jacinta Bisel Orozco-, pertenecientes a noble familia trujillana.

 

Partida de bautismo de sor Filomena María del Patrocinio (libro V de bautismo de la parroquia de Santa María la Mayor de Trujillo, 1809-1833, fol. 114vº): “En la ciudad de Trujillo en diez y nueve días del mes de octubre del año de mil ochocientos veinte y cinco. Yo Thomas Martín de Prado cura rector de Sta. María la mayor de esta, baptizé solemnemente a una niña que nació el día diez y ocho de este mes y año, a quien puso por nombre María Ramona, hija legítima del señor don Manuel de Bustamante Marqués de San Antonio y doña Jacinta Risel, naturales y vecinos de esta ciudad. Abuelos paternos don Manuel Antonio de Bustamante, natural de Aldea de Zentenera y doña María Antonia de Saldaña, Marquesa de San Antonio, natural de Madrid y vecinos de Trujillo. Abuelos maternos don Antonio Risel y Tapia, natural de Aldea de Zentenera, y doña María Josefa Orozco y Treviño natural de esta ciudad y ambos vecinos de ella. Fue su madrina doña María Ramona de la Hoz, soltera, hija de don Francisco de la Hoz y natural de Alburquerque aquí advertí el parentesco espiritual y su obligación testigos don Juan García, Pbro, don Joaquín Rodríguez y don Leonardo Risel, vecinos de esta. Y por verdad lo firmé: Thomás Martín de Prado” (literal).

 

María Ramona, huérfana a los tres años, confió su padre la crianza y formación de su pequeña hija a Sor Paula Maria Risel Orozco y a Sor Ana María,  que antes habían sido religiosa en el de San  Pedro, refugio de la nobleza que recibía la divina vocación al retiro y oración, privilegio de las almas escogidas.

     Don Cipriano Sánchez Varela, prelado de la diócesis de Plasencia- la rigió durante mucho tiempo, desde 1826 a 1848 y ocupa el número 78 en el "Episcopologio placentino"- autorizó el ingreso de la niña Maria de Bustamante en la clausura monacal. Debido a enfermedad, salió  del convento de la Puerta de Coria a los pocos años de su ingreso. Pero a esta  temporal salida sucedió su vuelta definitiva, lo que ella narró en su autobiografía. Hay que especificar que sucedía esto antes de la exclaustración de las monjas de San Francisco el Real el 30 de abril de 1836, las cuales fueron trasladadas al convento de San Ildefonso de la ciudad de Plasencia, marchando con ellas, en calidad de educanda, la niña María de Bustamante. Allí permaneció quince años, interrumpidos por una breve ausencia motivada por enfermedad.

  El día 2 de abril de 1850 vistió en el convento  de San Ildefonso el hábito de la Tercera Orden Claustral (vulgo “isabeles”) y comenzó el noviciado en Trujillo por haber regresado la comunidad de San Francisco el Real  a esta ciudad el 30  de abril del 1851. Las penalidades que pasaron las monjas a su regreso a Trujillo en 1851 aparecen recogidas testimonialmente en la “Autobiografía” de Sor Filomena María: “Cuando llegó el momento de cerrar la clausura, allí se quedaron las religiosas consumiendo, angustia suma y el tremendo interrogante de qué ocurriría tras haberse comprometido al gasto de la reparación. La Iglesia solamente tenía la mesa el altar y al frente una tela donde colocamos al Cristo de las Maravillas, que se había guardado en Huertas de Ánimas hasta nuestro regreso. Al día siguiente, colocamos un Sagrario que habíamos traído del convento de la Coria, y dispusimos el altar para celebrar misa, como lo hizo el señor secretario del obispado a las siete de la mañana; pero al no haber campanas ni órganos, impidió que se entonara el Tedeum. Concluida la ceremonia, empezamos a trabajar, quitar los escombros y comenzar la reparación del edificio”.

Por tanto, las religiosas se instalaron en el convento de San  Pedro, - ya que el de la Puerta de Coria  había sido bárbaramente arruinado - y allí emitió su profesión de votos religiosos el 11 de mayo del mismo año Sor Filomena María Bustamante, en la fiesta del Patrocinio de San José; cambió su nombre de pila (María Ramona) por el de Filomena María del Patrocinio.

   Esta monja trujillana fue durante muchos años Abadesa de la Comunidad Franciscana de San Pedro.

  Es obligado reflejar, aunque sea brevemente, la obra que llevó a cabo. Restauró la iglesia y toda la fábrica conventual, que se hallaba en deplorable estado. Restauró la disciplina  de la vida de observancia y la formación de nuevas religiosas, que incrementaron en número  los miembros de la Comunidad, a la que impulsó con sus medidas. Dice en su escrito: “Después de haber trabajado sin descanso en esta Santa casa y reedificarla en todos los sentidos; después de pasados indecibles trabajos, penas y tribulaciones de todo género; después de ver cómo esta comunidad tan numerosa cuando sólo éramos cinco y, por fin, después de otras 1000 maravillas cobradas por Dios en ella, empezó se despertara en mi grandes deseos y aspiraciones de ir a trabajar por la gloria de Dios y el bien de las almas en otra parte, puesto que aquí quedaba muy poco que hacer”.

    En el año 1864 llevó a cabo la iniciativa de fundar un monasterio en Mula (Murcia), partiendo del convento trujillano de San Antonio sor María de Santa clara y sor Juana de la Cruz con una sobrina educanda que se llamó en el claustro sor María de la Encarnación. Todas ellas pertenecientes al linaje Orozco, que cuenta entre sus miembros Alfonso Orozco, agustino, predicador de Felipe II, fundador, escritor, y fue beatificado por León XIII el 15 enero de 1882. En el año 1865 fue nombrada Abadesa Sor Filomena María, por el obispo don Gregorio María López, llevando a cabo una gran actividad restauradora del convento trujillano. Es de admirar en la Madre Filomena su espíritu inquieto no sólo como promotora en la restauración del Convento de San Pedro, sino alternándolo con su vida espiritual y la formación de nuevas religiosas, a pesar de su poca salud.

     Cuarenta y cinco años llevaba Sor Filomena en el convento de San Pedro, cuando movida del espíritu  de Dios y previos los requisitos canónicos marchó a los 70 años de edad, el 17 de enero de 1896 a fundar el convento de Franciscanas de Fuente del Maestre, localidad de la diócesis de Badajoz acompañadas por cinco religiosas.

    Poco menos de un año hacía que Sor Filomena estaba rigiendo con singular acierto y venerada edificación para todos estas nueva Comunidad cuando guiada por nuevos impulsos divinos obtuvo de la Santa Sede autorización para que  ella y sus  monjas presentes y futuras pasaran de Franciscanas a religiosas Concepcionistas (cambiando el hábito pardo por el blanco y azul). Solemnemente se realizó  el tránsito el 8 de diciembre de 1896.

   Durante diecisiete años aproximadamente, el convento de Concepción de Fuente del Maestre asentó  su vida religiosa y observante en las santas y sabias enseñanzas de la Madre Filomena, quien a los 88 años de edad llenos de méritos ante Dios y ante los hombres descansó en la paz de  los juntos tan santamente como había vivido. Era el 22 de noviembre de 1913, mientras la comunidad participaba en la misa; en el momento de la consagración le llegó la mejor recompensa a toda una vida de sacrificio, entrega y amor a Dios y a los demás.

El día 7 junio 1987, coincidiendo con la apertura del Año Mariano fueron exhumados y nuevamente inhumados en el coro de la iglesia de la Concepción, de la localidad de Fuentes del Maestre, los restos de la Rvda. Madre Filomena María de Bustamante Risel-Orozco, mujer providencial en los planes de Dios y en palabras del padre Juan Tena: “ Eminente por sus dotes naturales que fueron muchas, pero más eminente a un por sus extraordinarias virtudes y por las altas mercedes y Dios la concedió”.

Conocemos datos precisos de su estancia en el convento de San Francisco el Real de la puerta de  Coria de Trujillo y de la grave enfermedad que pasó gracias a su “Autobiografía de la Madre Filomena: una víctima de amor divino”, toda una juventud larga y penosa, llena de entrega a Dios y de sacrificio por la iglesia y los necesitados. Autobiografía escrita por ella misma, recopilada y terminada por una religiosa concepcionista del convento de Fuentes del Maestre, en el año 1925.

 

 

La ermita de Santiago de Bencáliz  

 

La Tierra de Cáceres o Jurisdicción de Cáceres, es una comarca histórica situada al Sur de la Provincia de Cáceres, en la Comunidad Autónoma de Extremadura. Recibe el nombre de su capital, la ciudad de Cáceres. Esta tierra ocupa una buena parte de la penillanura trujillano-cacereña. Es una superficie casi plana, sólo accidentada por la sierra de Cáceres, en el centro, y la Sierra de San Pedro en el sur. Esta tierra está surcada por el río Salor y su afluente el río Ayuela,  mientras  que  su  borde  noroccidental  lo  recorta  el  río  Tamuja  hasta  desembocar  en  el  río  Almonte.  Nos encontramos ante terrenos llanos de la penillanura, sólo los arcillosos, pizarras y granitos, con tierras esencialmente dedicadas al cultivo o a la ganadería, y afloraciones rocosas típicas del paisaje de berrocal.

La ermita de Santiago de Bencáliz o de Vencáliz, se encuentra en el partido judicial y término municipal de Cáceres, entre Aldea del Cano y Casas de Don Antonio, es esencialmente una fortaleza, que perteneció al Marqués de Santa Marta y, posteriormente, a la Duquesa de Valencia, procedente por herencia, de la casa de los Golfines. Aparece recogido en el Fuero que dio a Cáceres su conquistador donde se le menciona como Atalaya de Vencaliz y después del apóstol Santiago. Según  Roldán Hervás, en este lugar estuvo ubicada Sorose (primera mansión de la vía militar que iba desde Mérida a Salamanca), mencionada en el Itinerario de Antonino, habiéndose localizado en la zona restos romanos de la villa o asentamiento romano rural existente o mansio Ad Sorores, habiéndose localizado la presencia de mosaicos, restos de cerámica y pinturas murales romanas, así como en la edificación medieval próxima el miliario XXVII, en las campañas de excavaciones dirigidas por el profesor Enrique Cerrillo entre los años 1975 y 1978 , el cronista Floriano Cumbreño señaló que sobre las ruinas de la mansión romana el árabe Aben Valis construyó una atalaya o fuerte que junto a él se ubica, propiedad que aparece en la Edad Media donde siglos antes se asentaba la villa romana de Bencáliz, próxima ésta a su vez se encuentra la mansio Ad Sorores, que acogía a los viajeros que desde Emérita Augusta partían hacia el Norte tras 26 millas de viaje dejando atrás la capital de la Lusitania.

Al igual que la mencionada quinta, que ha visto cómo desde la dominación romana diversas familias hacían de estas tierras su hogar, transformando los edificios que allí se asentaban según las épocas y necesidades, el Puente de Santiago se ha visto también transformado desde  que  en  un  primer  momento  se  concluyera  que  en  ese  punto debería levantarse tal obra de ingeniería, salvando así no sólo las aguas del arroyo Santiago, que bajo él pasa. Muy cercano está el puente romano-medieval de Santiago de Bencáliz toma su nombre de la dehesa y casa fuerte.

Es así por lo que, en el medievo, y tras la Reconquista de la región, mientras que la Casa fuerte de Bencáliz, obra del siglo XV, recuperaba la ermita de Santiago que allí perdura (en muy mal estado de conservación), construida sobre  las bases  de  una  antigua  residencia  romana,  el  Puente  de  Santiago  se  veía  transformado  y  restaurado. Respetándose el ojo inicial e individual, con arco de medio punto compuesto a base de repetidos sillares graníticos, se alargó su trazado añadiéndole dos nuevos aliviaderos cuadrangulares, uno a cada lado del ojo central, reconstruyéndose el pretil y reformándose la calzada hasta alcanzar un ángulo agudo en su punto medio, solución arquitectónica propia de los puentes del medievo.

Nos encontramos, por tanto, en un importante lugar de asentamientos existentes desde la antigüedad. El   sacerdote   Benito   Boxoyo   nos   refiere   lo siguiente:  Hay  una  iglesia  muy  capaz  dedicada  al Apóstol Santiago, el Mayor; en ella se advierte el asiento del  púlpito  y  la  Cruz  parroquial,  que  usaban  en  las procesiones,   es   de   bronce,   formada   de   labores salomónicas  y  lazos.  En  el  recinto  de  esta  iglesia  se descubren  piedras  labradas  de  cantería,  cimientos  de casas, ladrillos gruesos y, particularmente, se ve el cimiento de un edificio de cerca de 20 varas en cuadro de cada lienzo y cuatro varas de grueso; puede conjeturarse fuese la atalaya de Vencáliz, que el rey don Alonso, conquistador de Cáceres, nombra, señalando los términos que concedió, según consta del libro de sus privilegios. La casa tiene dos muy antiguas y fuertes torres; en uno de sus portados está una piedra de finísimo alabastro con varias labores, semejantes a las del templo de Marte, que conserva Mérida, tiene de largo más de tres varas y dos tercias de grueso en cuadro. Entre dos arcos de un portal está en una piedra en figura cilíndrica, en que se ven varios caracteres romanos”.

Se trata de una construcción del siglo XV, en muy mal estado de conservación. Consistente en una ermita de una sola nave, dividida en dos tramos por un muro transversal que divide la capilla mayor o ábside semicircular del resto del templo, aún conserva sus arcos triunfales y los restos de una basílica visigoda que se encontraba anexa a esta edificación posterior, cuyos muros fueron reaprovechados para la ermita del siglo XV, e incluso habiéndose utilizado los restos de edificios romanos anteriores como piedras de acarreo para la construcción de una buena parte de la ermita, tal y como se puede comprobar por los sillares existentes, incluso dos  inscripciones romanas, una de ellas situada en el actual Altar Mayor. Destaca una puerta en arco de medio punto de sillería ornamentada con las bolas o bezantes. Aún se percibe algún resto de pintura al fresco que decoró los muros del interior de la ermita y los dos altares situados a ambos lados de la ermita, así como el mayor que estuvo presidido por la imagen del Crucificado, tal y como puede comprobarse en la actualidad, a pesar de encontrarse en muy mal estado de conservación.

En el año 1550, la ermita fue favorecida por mandas testamentarias de los vecinos de Aldea del Cano: “Ytem mando a la yglesia de Sant Martín medio rreal y mando a Santiago de Bencaliz e a Sant Yuste y a Santa María de Graçia e a San Juan Hevanjelista questá en el Alguijuela a cada una dos maravedís para azeyte”.

En el año 1790 cuando se lleva a cabo la Visita de la Real Audiencia de Extremadura, aún se celebraba culto en la ermita, se indica que depende de la parroquia de Aldea del Cano y que habría de celebrarse misa todos los días festivos hasta completar veinticuatro a partir de San Andrés.

Esta ermita recibe a los vecinos de Casas de Don Antonio en la fiesta dedicada a Santiago.  La imagen titular de Santiago se encuentra actualmente en la ermita de la Virgen del Pilar de Casas de Don Antonio. Se celebra el 1 de Mayo, en la finca de Santiago de Bencáliz, y que se sitúa a mitad de camino de Cáceres con la vecina localidad de Aldea del Cano por la N-630.

La noche anterior a la romería, se celebra en la Ermita de la Virgen del Pilar una velada, coincidiendo con el último  día  del  novenario,  pasando  posteriormente  a  formar  parte  de  la  celebración  de  bailes  amenizadas  por  las verbenas. En la mañana del 1 de Mayo se celebra la procesión portando los romeros y romeras la imagen de Santiago a caballo, tanto a la ida como a la vuelta, desde el pueblo hasta la finca  de Bencáliz a través de la Nacional 630. En este lugar se pasa un día agradable de campo acompañados por una verbena que ameniza los bailes realizado por las personas del pueblo y alrededores.  Finaliza la Romería con la vuelta del Santo a la ermita, donde se le despide con bailes regionales.










martes, 6 de mayo de 2025

 

ALISEDA: CRUCES DE TÉRMINO Y CRUCEROS

 

 

Municipio de la provincia de Cáceres, se localiza entre los 39° 25’ de latitud norte y los 6° 41’ de longitud oeste. Pertenece a la comarca funcional de Cáceres. La extensión del término municipal es de 81 km², el casco urbano está situado a 351 m de altitud. El término municipal ocupa terrenos en la vertiente norte de la Sierra de San Pedro, en la confluencia con la penillanura trujillano-cacereña.

La villa de Aliseda, es un municipio de la provincia de Cáceres, forma parte de la comarca de los Llanos de Cáceres. Está situada en el enclave de la Sierra de San Pedro, lo que confiere al paisaje un aspecto montañoso y áspero, a pesar de no tener excesiva altitud, 603 m.

La historia de Aliseda tiene sus orígenes en la cultura tartésica. En el año 1920[1] se encontró un tesoro tartésico de enorme relevancia histórica: objetos de oro, entre los que cabe destacar una diadema completa y parte de otra, brazaletes, un torque, un cinturón formado por diversas placas, dos arracadas o pendientes, piezas de collar, un cuenco,  sortijas y anillos, además de otros elementos menores. Entre las piezas de plata destacan: un braserillo y restos de recipientes; de bronce: un espejo; de piedra: un posible afilador, de vidrio: una vasija completa, y fragmentos cerámicos (hacia el 625 a. C., se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid)[2].

En el año 1995 se han encontrado vestigios de la Edad del Bronce Final en la cima de la Sierra del Aljibe, que datan de la época del tesoro, cuyo lugar de aparición debió constituir una sepultura, semejante a otras del área andaluza (Carambolo), enclavada en un pequeño cerro, en el año 1790 se encontró un exvoto en bronce fundido representando una cabra, animal consagrado a la diosa indígena Ataecina. Está datado entre los siglos V y IV a. C[3].

En el siglo II. d. C. donde aparece bajo el término de Isalaecum, vocablo griego que viene a designar un lugar escarpado, citada por Ptolomeo.

Tras la reconquista de Cáceres, en el año 1229 varias aldeas, entre ellas Aliseda, constituyeron el Sexmo de Cáceres. Aliseda creció rápidamente gracias a la fertilidad de su suelo, así como gracias a su situación, ya que, tras saquear los portugueses Alburquerque en los años 1386 y 1397, Aliseda era el único pueblo entre Cáceres y  Portugal, al estar situada en zona fronteriza y por ser lugar de tránsito por su puerto natural. Fue arrasada en el año 1377 por el condestable Pereira, desde entonces, Aliseda ha sufrido las consecuencias de las sucesivas guerras que han enfrentado a España con Portugal, que llegaron a dañar seriamente la estabilidad y desarrollo de la población; no será hasta el siglo XIX cuando Aliseda se establece como municipio independiente de Cáceres.

En 1426 recibe el Concejo de Cáceres la Carta – Merced que exime a Aliseda de pagar tributos para procurar su repoblación. Tales privilegios los confirmaron Juan II en 1429 y los Reyes Católicos en 1486, y los posteriores monarcas hasta 1760, cuando Carlos III concedió el Marquesado de Aliseda a favor de Doña Isabel de Moctezuma.

Creada la Real Audiencia de Extremadura por Pragmática Sanción en fuerza de ley, de 30 de mayo de 1790, durante la Guerra de la Independencia, en el año 1809, fue sede temporal de la Real Audiencia de Extremadura (desde el 18 de abril hasta el 30 de octubre de 1809). Su posición estratégica en el camino de Portugal, entre Cáceres y la frontera, hizo de esta localidad una parada obligatoria y lugar de tránsito del movimiento de tropas en todos los grandes conflictos bélicos que vivió la provincia de Cáceres en el siglo XIX.

 

I.- Cruz en la ermita de Ntra. Sra. del Campo

 

En las inmediaciones de la ermita actual de Nuestra Señora del Campo, situada a 5 Km. al sur de Aliseda, se conserva una cruz, en plena Sierra de San Pedro. La ermita data es obra del siglo XIV[4], realizándose importantes obras hacia el año 1732, fecha en la cual se alzó la actual capilla mayor, la sacristía y el cerramiento con bóvedas, considerando que la vieja ermita estaba techada como armadura de madera y, en 1737, se hizo la espadaña. En su interior se venera a la patrona de Aliseda, Ntra. Sra. del Campo, obra de los inicios del siglo XIV. Esta afirmación la apoyamos igualmente con el documento más antiguo que se conoce acerca de la ermita que data del año 1485, en dicha fecha el Obispo Pedro de Villalobos visitó la ermita de Santa María del Campo, era mayordomo por entonces García Alfonso[5].

Las cruces de término han sido un elemento crucial en la configuración histórica de nuestro paisaje. Estas grandes cruces de piedra se han elevado tradicionalmente en caminos y encrucijadas en los alrededores de los pueblos, pero también existen las cruces elevadas junto a una ermita, como es este el caso, muestra de la piedad cristiana y para fomentar la misma a los viajeros. Sobre una grada cuadrangular que se va deteriorando con el tiempo se alza un fuste cilíndrico, monolítico, no estriado que ostenta en la parte superior del mismo collarino y capitel cilíndrico de vaso liso. El conjunto se remata con una cruz moderna de forja que rompe con el encanto del resto del conjunto pétreo.

 

 II.- Calle de la Cruz

 

En Aliseda existe la calle de la Cruz, de hecho, se ha colocado una cruz de hierro en la pared como hito de que en otros tiempos existió una cruz. Hay que tener en cuenta esta tradición religiosa como un fenómeno social y religioso. Social por cuanto siempre ha estado unida al pueblo, y es éste el que la da el sustento en la tradición, religioso en relación con las manifestaciones de esta índole, muy características, en la gran mayoría de las devociones de nuestra tierra extremeña. La historia se mezcla en sus principios con la leyenda, a partir de la cual, es el pueblo el que comienza a escribir su propia historia. Indagar en sus orígenes resulta complejo por cuanto no se poseen referencias concretas ni puntuales sobre un acontecimiento que ha marcado, sin duda, la historia y el estilo de un pueblo. El principal hecho que tenemos que tener en cuenta, como referencia es el origen de la devoción de la Cruz en esta localidad, estando bien presente en la fiesta en honor a Ntra. Sra. del Campo el martes de Pascua o la romería dos semanas después del Domingo de Resurrección.

 





[1] MÉLIDA ALINARI, J. R: Tesoro de Aliseda. Noticias y descripción de las joyas que lo componen. Museo Arqueológico Nacional, 1921, pp. 5-11; MÉLIDA ALINARI, J. R.: “Tesoro de Aliseda”. Revista Coleccionismo, 105, pp. 165-171.

[2] MÉLIDA ALINARI, J. R.: “Adquisiciones del Museo Arqueológico Nacional en 1920. Noticias descriptivas. II. Adquisiciones del Estado. Tesoro de Aliseda”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 43, núms. 7-9, pp. 341-346; RODRÍGUEZ DIAZ, A y IGNACIO PAVON: El poblado protohistórico de Aliseda, campaña de 1995. Badajoz, 1999; RODRÍGUEZ DIAZ, A y IGNACIO PAVON y DAVID M. DUQUE ESPINO: El tiempo del Tesoro de Aliseda. Badajoz, 2014.

[3] Aliseda y su historia. Ayuntamiento de Aliseda, 2011.  MARTIN POUSADA, R: “Los tiempos antiguos de Aliseda”. Actas de los XXV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 1996.

[4] PIZARRO JIMENEZ, T: Aliseda y su historia religiosa. Cáceres, 1985, pág. 65.

[5] Ibidem, p. 66. También hemos de tener en cuenta que desde el año 1520 constan las cuentas de la ermita.