DOS IMÁGENES DE LA VIRGEN CON EL NIÑO EN
PLASENCIA
José Antonio Pajuelo Jiménez
José Antonio Ramos Rubio
Virgen con Niño, iglesia de San Martín de
Plasencia
En la iglesia de San Martín de Plasencia, presidiendo un
retablo barroquizante, en la hornacina central se conserva una imagen de la
Virgen con el Niño, conocida popularmente como "la Virgen del
pajarito". La iglesia de San Martín es obra
románica del siglo XIII con restos del edificio primitivo en el muro
meridional y en una de las jambas de la portada norte ("Era
MCCXXVIII"). Su actual estructura de tres naves proviene de los siglos XIV
y XV, mientras que la Capilla Mayor, con nervaduras rectas y curvas, fue
diseñada por el aparejador Juan Correa entre los años 1519 y 1523.
La Virgen con el Niño, objeto de nuestro estudio, pertenece
al tipo de Virgen sedente con el Niño sobre su
rodilla izquierda, carece de la simplificación convencional que se
aprecia en la mayor parte de imágenes de culto de este tipo. El tema ha sido
resuelto con un naturalismo y una frescura poco común. La hermosura de la
policromía del siglo XVI contribuye a acentuar esta impresión. La Virgen se nos
muestra con un rostro delicado, destacamos el magnífico tratamiento del plegado,
va vestida con manto y túnica, las vestiduras talladas de manera naturalista.
La Virgen María sostiene sobre su mano derecha un ave que entrega al Niño Jesús, se trata de la paloma que
representa la divinidad o el Espíritu Santo. Pocos símbolos tienen una
tradición tan larga y tan rica como la paloma. Uno de los favoritos en el arte
y la iconografía, la paloma representa a menudo un cierto aspecto de lo divino,
y su uso ha sido compartido, adaptado y reinterpretado a través de culturas y
milenios para adaptarse a cambios en los sistemas de creencias. Así, por
el tiempo de Jesús, la paloma ya era rica en simbolismo y muchas
interpretaciones, como una representación de Israel, el sacrificio expiatorio,
el sufrimiento, una señal de Dios, la fertilidad y el espíritu de Dios. Todos
estos significados y más se incorporaron en el uso cristiano de la iconografía
con respecto a la paloma. Palomas aparecen en el Nuevo Testamento en escenas
asociadas con el nacimiento, el bautismo de Jesús y justo antes de su muerte.
El Evangelio de Lucas dice que María y José se sacrificaron dos palomas en el
templo después del nacimiento de Jesús, tal como se prescribe en la Ley
mencionada más arriba (Lucas 02:24).
Sin embargo, en el Evangelio de Juan, Jesús se dirige con enojo y saca a todos
los mercaderes del Templo, incluyendo “a los que vendían palomas” a los fieles
allí (Juan 2:16).
Pero tal
vez la imaginería de la paloma más familiar en el Nuevo Testamento se cuenta en
los cuatro Evangelios (aunque en formas diferentes) en el bautismo de Jesús por
Juan el Bautista en el río Jordán. Después que Jesús salió del agua, el
Espíritu Santo que vino del cielo y descendió sobre él “como una paloma”
( Mateo 3:16, Marcos 1:10, Lucas 3:22; Juan 1: 32). La
historia del bautismo construida sobre el símbolo preexistente de la paloma
como el espíritu de Dios (y sus muchos otros significados) y firmemente
arraigada como la representación preferida del Espíritu Santo, especialmente en
representaciones artísticas posteriores de la Trinidad.
En el arte del Renacimiento, una
paloma se convirtió en un elemento estándar en la escena de la Anunciación ,
que representa al Espíritu Santo a punto de fusionarse con la Virgen María. Las
palomas también se mostraron volar en las bocas de los profetas en el arte
cristiano como un signo del espíritu de Dios y la autoridad divina. Desde la antigüedad se utilizó la paloma para
identificar y representar lo divino.
Los movimientos naturales tanto en el Niño como en la Madre, nos hacen
pensar en una cronología de los primeros años del siglo XVI.
IMAGEN
INÉDITA DE NTRA. SRA. CON EL NIÑO EN PLASENCIA
Representar a la Madre
de Dios en una época, la medieval, en la que la imagen de la Virgen María
presidía templos, ermitas o palacios. Una época en la que la sociedad vivía en
torno a la búsqueda de lo divino y la Virgen representaba, al lado de su Hijo,
el papel mediador entre Dios y el hombre.
Ya en el siglo II el
icono de la Virgen María pasa de las pinceladas de las catacumbas hasta los
ábsides y muros de las basílicas y desde finales del siglo V preside con el
Pantocrator las iglesias bizantinas principales, habiéndose convertido en
preciado tesoro de culto y protección en batallas. Pero será desde finales del
siglo XI y hasta el siglo XIV cuando florezca en el Occidente europeo la
veneración a la Madre de Dios, en la proliferación de pinturas y esculturas que
representen su imagen.
Es imagen de la Virgen
con el Niño que ha sido descubierta en Plasencia en el trascurso de unas obras
realizadas en la Casa madre de las religiosas Josefinas, al lado de la
muralla, es una imagen pétrea que se
encuentra cobijada en una hornacina de granito y sobre un pedestal decorado con
motivos vegetales tallados en la piedra, aún se aprecian restos de policromía.
Las esculturas representativas de la Madre con el Niño estaban talladas
frecuentemente en madera por artesanos ambulantes anónimos. Nos encontramos ante la Theotókos que en el Medievo evoluciona desde los llamados “Tronos
de Sabiduría”, donde la Virgen posa su mano izquierda sobre el Niño. Obra en
piedra labrada, posiblemente por algún maestro gremial o por algún artesano
ambulante que recorría los pueblos. Es de pequeñas dimensiones , sobre una
peana, y se halla entronizada sobre un elemental banco constituido por un
madero vertical que va torneado por uno de sus laterales. Sus pies son
visibles, calza zapatos puntiagudos, y va tocada con velo y lleva una corona
elemental. Viste túnica y manto, cuyos pliegues caen de manera arcaizante. El
Niño descansa sentado en el regazo de su Madre, cual trono de Salomón, y ello
es síntoma de antigüedad notoria, ya que no está desplazado hacia la izquierda
como es normal en otras composiciones más naturalistas y propias del gótico, va
descalzo, le falta la mano derecha con la que posiblemente presentaba una
actitud bendiciendo, el Niño también se toca con corona elemental, a la manera
de gorro, viste túnica talar y los cabellos son muy geométricos y están
tratados a modo de casquete. Es una de
las imágenes más antiguas que se conocen
en Plasencia, representativas de la Madre con el Hijo, el grupo acusa en gran medida
las leyes de la frontalidad, y erotismo y rigidez propias del estilo románico,
no sólo por la disposición general, sino también por la estructura del pliegues
de las vestiduras que son poco naturalistas. Estamos ante una obra lignaria,
fechable en la segunda mitad del siglo XIII. La Virgen placentina está
representada como Madre de un Niño Dios, éste está representado claramente como
Rey del Universo, habitual iconografía románica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario