martes, 26 de junio de 2018


DOS IMÁGENES DE LA VIRGEN CON EL NIÑO EN PLASENCIA


José Antonio Pajuelo Jiménez
José Antonio Ramos Rubio


Virgen con Niño, iglesia de San Martín de Plasencia




En la iglesia de San Martín de Plasencia, presidiendo un retablo barroquizante, en la hornacina central se conserva una imagen de la Virgen con el Niño, conocida popularmente como "la Virgen del pajarito". La iglesia de San Martín es obra románica del siglo XIII con restos del edificio primitivo en el muro meridional y en una de las jambas de la portada norte ("Era MCCXXVIII"). Su actual estructura de tres naves proviene de los siglos XIV y XV, mientras que la Capilla Mayor, con nervaduras rectas y curvas, fue diseñada por el aparejador Juan Correa entre los años 1519 y 1523.
La Virgen con el Niño, objeto de nuestro estudio, pertenece al tipo de Virgen sedente con el Niño sobre su  rodilla izquierda, carece de la simplificación convencional que se aprecia en la mayor parte de imágenes de culto de este tipo. El tema ha sido resuelto con un naturalismo y una frescura poco común. La hermosura de la policromía del siglo XVI contribuye a acentuar esta impresión. La Virgen se nos muestra con un rostro delicado, destacamos el magnífico tratamiento del plegado, va vestida con manto y túnica, las vestiduras talladas de manera naturalista. La Virgen María sostiene sobre su mano derecha un ave que entrega al Niño Jesús, se trata de la paloma que representa la divinidad o el Espíritu Santo. Pocos símbolos tienen una tradición tan larga y tan rica como la paloma. Uno de los favoritos en el arte y la iconografía, la paloma representa a menudo un cierto aspecto de lo divino, y su uso ha sido compartido, adaptado y reinterpretado a través de culturas y milenios para adaptarse a cambios en los sistemas de creencias. Así, por el tiempo de Jesús, la paloma ya era rica en simbolismo y muchas interpretaciones, como una representación de Israel, el sacrificio expiatorio, el sufrimiento, una señal de Dios, la fertilidad y el espíritu de Dios. Todos estos significados y más se incorporaron en el uso cristiano de la iconografía con respecto a la paloma. Palomas aparecen en el Nuevo Testamento en escenas asociadas con el nacimiento, el bautismo de Jesús y justo antes de su muerte. El Evangelio de Lucas dice que María y José se sacrificaron dos palomas en el templo después del nacimiento de Jesús, tal como se prescribe en la Ley mencionada más arriba (Lucas 02:24). Sin embargo, en el Evangelio de Juan, Jesús se dirige con enojo y saca a todos los mercaderes del Templo, incluyendo “a los que vendían palomas” a los fieles allí (Juan 2:16).
Pero tal vez la imaginería de la paloma más familiar en el Nuevo Testamento se cuenta en los cuatro Evangelios (aunque en formas diferentes) en el bautismo de Jesús por Juan el Bautista en el río Jordán. Después que Jesús salió del agua, el Espíritu Santo que vino del cielo y descendió sobre él “como una paloma” ( Mateo 3:16Marcos 1:10Lucas 3:22Juan 1: 32). La historia del bautismo construida sobre el símbolo preexistente de la paloma como el espíritu de Dios (y sus muchos otros significados) y firmemente arraigada como la representación preferida del Espíritu Santo, especialmente en representaciones artísticas posteriores de la Trinidad.
En el arte del Renacimiento, una paloma se convirtió en un elemento estándar en la escena de la Anunciación , que representa al Espíritu Santo a punto de fusionarse con la Virgen María. Las palomas también se mostraron volar en las bocas de los profetas en el arte cristiano como un signo del espíritu de Dios y la autoridad divina. Desde la antigüedad se utilizó la paloma para identificar y representar lo divino.
Los movimientos naturales tanto en el Niño como en la Madre, nos hacen pensar en una cronología de los primeros años del siglo XVI.


IMAGEN INÉDITA DE NTRA. SRA. CON EL NIÑO EN PLASENCIA






Representar a la Madre de Dios en una época, la medieval, en la que la imagen de la Virgen María presidía templos, ermitas o palacios. Una época en la que la sociedad vivía en torno a la búsqueda de lo divino y la Virgen representaba, al lado de su Hijo, el papel mediador entre Dios y el hombre.
Ya en el siglo II el icono de la Virgen María pasa de las pinceladas de las catacumbas hasta los ábsides y muros de las basílicas y desde finales del siglo V preside con el Pantocrator las iglesias bizantinas principales, habiéndose convertido en preciado tesoro de culto y protección en batallas. Pero será desde finales del siglo XI y hasta el siglo XIV cuando florezca en el Occidente europeo la veneración a la Madre de Dios, en la proliferación de pinturas y esculturas que representen su imagen.
Es imagen de la Virgen con el Niño que ha sido descubierta en Plasencia en el trascurso de unas obras realizadas en la Casa madre de las religiosas Josefinas, al lado de la muralla,  es una imagen pétrea que se encuentra cobijada en una hornacina de granito y sobre un pedestal decorado con motivos vegetales tallados en la piedra, aún se aprecian restos de policromía. Las esculturas representativas de la Madre con el Niño estaban talladas frecuentemente en madera por artesanos ambulantes anónimos.  Nos encontramos ante la Theotókos que en el Medievo evoluciona desde los llamados “Tronos de Sabiduría”, donde la Virgen posa su mano izquierda sobre el Niño. Obra en piedra labrada, posiblemente por algún maestro gremial o por algún artesano ambulante que recorría los pueblos. Es de pequeñas dimensiones , sobre una peana, y se halla entronizada sobre un elemental banco constituido por un madero vertical que va torneado por uno de sus laterales. Sus pies son visibles, calza zapatos puntiagudos, y va tocada con velo y lleva una corona elemental. Viste túnica y manto, cuyos pliegues caen de manera arcaizante. El Niño descansa sentado en el regazo de su Madre, cual trono de Salomón, y ello es síntoma de antigüedad notoria, ya que no está desplazado hacia la izquierda como es normal en otras composiciones más naturalistas y propias del gótico, va descalzo, le falta la mano derecha con la que posiblemente presentaba una actitud bendiciendo, el Niño también se toca con corona elemental, a la manera de gorro, viste túnica talar y los cabellos son muy geométricos y están tratados a modo de casquete.  Es una de las  imágenes más antiguas que se conocen en Plasencia, representativas de la Madre con el Hijo, el grupo acusa en gran medida las leyes de la frontalidad, y erotismo y rigidez propias del estilo románico, no sólo por la disposición general, sino también por la estructura del pliegues de las vestiduras que son poco naturalistas. Estamos ante una obra lignaria, fechable en la segunda mitad del siglo XIII. La Virgen placentina está representada como Madre de un Niño Dios, éste está representado claramente como Rey del Universo, habitual iconografía románica.


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