EL
CASTILLO DE TRUJILLO
Trujillo se estructura en dos partes
claramente diferenciadas: la villa y la ciudad, que separadas por la muralla,
presentan evidentes diferencias arquitectónicas y urbanísticas. En la Villa, el
Castillo está emplazado en la parte más elevada del promontorio trujillano,
domina visualmente la ciudad. Construido originalmente en tiempos califales y
reformado tras la reconquista, consta de un cuerpo cuadrado al que se adosan
diferentes elementos de fortificación. El segundo cuerpo del Castillo lo forma
el albacar, cuyo perímetro irregular alberga en su interior la ermita de San
Pablo, edificada en el siglo XVI, que dispone de una sola nave dividida en tres
tramos por arcos apuntados y cabecera poligonal.
El castillo es uno de
los diversos puntos de interés de la monumental y hermosa ciudad de Trujillo.
Tiene origen árabe (siglo IX) y fue alzado sobre el extremo del recinto murado
sobre la denominada "Cabeza del Zorro". Fue un edificio eminentemente
defensivo pues no posee estancias residenciales, ni torre destacada en altura,
de acorde con el hecho de que esta ciudad fue casi siempre realenga, por eso no
tiene torre del Homenaje ni escudos de familias nobles. En tiempos de los Reyes
Católicos Trujillo fue capital de la provincia de la Hermandad.
El
castillo consta de dos partes: el Patio de Armas y la Albacar. La planta del
castillo se nos ofrece así con dos grandes recintos geométricos adyacentes[1].
Uno es el Patio de Armas, que se inscribe en un cuadrángulo levemente irregular
de 52 m. S. x 56,80 E. x 56 N. x 56,20 W., y el otro, conocido como Albacar,
forma en planta un hexágono de 92 x 90,40 m. El acceso al primer recinto se
realiza por una puerta que se abre en arco de herradura al mediodía, defendida
por dos torres albarranas, esta puerta fue reformada en el siglo XVI, cuando el
Concejo ordenó el 21 de abril de 1531 que entre las torres de la fortaleza se
construyera una bóveda para colocar una imagen de granito que representara la
Virgen de la Victoria. En el año 1952 el arquitecto y restaurador D. José González
Valcárcel, hizo un suplemento hacia el N. con el fin de levantar un cuerpo de
edificación para construir un camarín a la Virgen. Por tanto, el lado N. de la
puerta que actualmente se ve es falso y reciente, debiendo aceptarse sólo como
auténtico el existente en el exterior, descubierto al retirar el antiguo
camarín de la Virgen que se encontraba entre los dos cubos y detrás de la
barbacana cristiana, destruida también al abrirse de nuevo la puerta.
Con
respecto a esta debemos hacer notar que en lo referente a su disposición los
paralelos orientales son claros, como ocurre en Qasr Haraneh, Qasr al-Tuba
Hirbat al mafyar y Qasr al-Hayr Al-Garbi paralelos que no se reducen a la
puerta sino que atañen también al esquema de la planta de este primer recinto y
otros aspectos.
La puerta
principal del albacar tiene de ancho entre las dos torres 3,75 m. y de luz 3,40
m. El radio del arco es de l,70 m. El tipo parece arcaizante ya que la entrada
es clarísimamente más simple aun que la del recinto principal similar en planta
a las de Agreda y del castillo aun inédito de primera época de Osma. Fue
localizada una inscripción árabe en este lugar, fechada en 1018. Es de notar
que las impostas han sido rozadas haciendo el efecto de un arco de medio punto.
Junto a esta puerta se construyó en la segunda mitad del siglo XVI un baluarte
defensivo con amplias troneras con motivo de las guerras con Portugal. La otra
puerta se vio destruida y reformada en el siglo XVI. Está al lado de la
anterior, y no se la puede considerar como una poterna.
En el rincón
N.E. del Patio de Armas se encuentran dos aljibes, sobreelevados respecto al
suelo actual. Los aljibes son de clara raigambre islámica cuya cronología puede
situarse entre los siglos XI y XII. Uno de ellos tiene planta regular y es
geminado, con las claraboyas superiores como único modo de acceso. Está
cubierto por bóveda de medio cañón y es iluminado por tres linternas,
comunicándose de un lado al otro por dos arcos de medio punto apoyados en una
columna. La obra es de ladrillo y piedra. Las claraboyas carecen de derrame
interior o exterior. El otro aljibe es de planta irregular, aprovechando el
espacio que hay entre el exterior del aljibe citado y los muros N. y W. del
interior del recinto principal. Tiene escalera de acceso desde el exterior, que
da a un andén. Está dividido en ocho cámaras distribuidas en forma de
"L", siendo las dos últimas de planta cuadrangular irregular. Cada
uno de los compartimentos se comunica con el otro mediante un arco de medio
punto con estribos para reforzar las paredes contra el empuje del agua.
Por el lado de levante
está el Albacar, que prolonga el conjunto macizo del castillo en forma de
planta de hexágono irregular, por las características constructivas este
espacio se adosó veinte años después al Patio de Armas. En su interior se
encuentra una pequeña ermita del siglo XVI dedicada a San Pablo para conmemorar
el día que se reconquistó Trujillo, el 25 de enero de 1233, día de la
conversión del santo. Junto a la ermita hay un pozo con brocal de piedra, para
suministrar agua a los animales. La
palabra “albacar” o “albacara” (del ár. Al-baqqara, la vaquería) define a un
recinto murado en la parte exterior de una fortaleza, con entrada en la plaza y
salida al campo, y en el cual se solía guardar ganado vacuno. Este edificio
castrense se utilizó para albergue de la guarnición y se dedicó a los distintos
servicios de mantenimiento de la tropa y almacén, por eso no existen
dependencias, pues se realizarían con materiales más perecederos que la piedra.
La Albacara está rodeada, en parte, por una barbacana de época cristiana. La
inestabilidad del imperio almohade junto a la cercanía y belicosidad de los
reinos norteños, justifican las reformas y mejoras de las defensas del
castillo, así como la construcción del Albacar. El castillo presenta un
refuerzo defensivo con torres
albarranas.
Realmente las
fuentes árabes existentes sobre Trujillo son importantes como hemos estudiado
en capítulos anteriores. Sabemos que en el 881 hay una incursión de Alfonso III
contra los Nafza, que ocupaban la zona, que en el 317 Héjira/929-30 d. C. se
nombra gobernador militar de Trujillo a Ahmad Ibn Sakan. Ibn Jaldun la cita al
igual que Al Idrisi y al Himyari y entre las crónicas cristianas que lo citan
está la Primera Crónica General de Alfonso el Sabio y los Anales Toledanos II,
que citan su Reconquista en 1232. Estos datos históricos avalan una fecha de
construcción del castillo en la segunda mitad del siglo IX, posterior al modelo
emeritense. Las torres albarranas son posteriores, estuvieron unidas con los
cubos del castillo mediante arcos de los cuales quedan hoy restos del lugar de
sus enjarjes que se corresponden de lado a lado, y que son exactos a los existentes en la Alcazaba de Mérida, no
solo en obra sino también en similitud de dimensiones y de aparejo a base de
grandes sillares romanos, reutilizados, fundamentalmente para establecer la
cimentación a cota militar, dispuestos en hiladas calzadas de trozos de
ladrillos y de lajas fragmentadas de pizarra. La altura de los cajones de obra
es de 50 cm, con leves oscilaciones, medidas que es en principio básicas para
modular las dimensiones básicas del castillo y del Albacar. Paralelos de este tipo de aparejo tenemos los
de Mérida, Gormaz y Agreda en España, y el de Qasr Harani en Palestina.
La fortaleza
estuvo bajo la autoridad militar del Alcaide que representaba la máxima
autoridad de la ciudad tanto de la defensa de la misma como de su término.
Este
recinto fortificado es muy visitado diariamente, aquí se venera la imagen de
Ntra. Sra. de la Victoria, Patrona de la Ciudad. El concejo acordó desde 1531
que la imagen que en dicho año ejecutara el cantero Diego Durán, se colocase
entre las dos torres del castillo, cumpliendo así con la venerable leyenda
según la cual la Virgen se apareció con el Niño en sus brazos entre dos torres
de la muralla, gracias a ella se reconquistó la ciudadela. Así se representa en
el escudo de la Ciudad.
El
castillo fue construido con aparejo de sillares reaprovechados de
construcciones romanas, alternando en sus muros y en sus ocho torres macizas la
mampostería. Esta reutilización de sillares romanos es fundamental para
establecer la cimentación a cota militar, dispuestos en hiladas calzadas de
trozos de ladrillos y de lajas fragmentadas de pizarra. Modo de construcción
típico en otras alcazabas de la misma época en Mérida, Gormaz y Agreda en
España; y el de Qasr Harani en Palestina. De hecho aún se conservan
inscripciones romanas embutidas en la pared formando parte del paramento. Tal
es el caso de un cipo de granito con la transcripción: M(arcus) L(ucius)
CATVL(us); traducido: “Marco Lucio Catulo…”; o el cipo sepulcral de granito que
presenta la transcripción: CA(ecili VS IA / CRVSTENI F(ilius) / SEVERUS /
AN(forum) XXV. H(ic) S(itus) E(st) / FRATRES/ F(aciendum) C(uraverunt);
traducción: “Caecilio Severo, hijo de Iacrusteno, de 25 años, aquí yace. Sus
hermanos procuraron hacerlo”. También se han localizado en el castillo varias
monedas correspondientes a los períodos emiral y califal, que se encuentran
depositadas en el Museo Arqueológico Provincial de Cáceres.
En tiempos de Pedro I fue elegido el castillo para que el tesorero del
rey, el judío Samuel Leví, guardase las riquezas de la Corona, porque se la
consideraba una de las fortalezas más seguras del reino.
Aquí
se refugió Juana La Beltraneja en su
disputa con la reina Isabel I en una época de agitación familiar y social. Una
vez entregado el castillo a la reina Católica, Juana tuvo que salir huyendo
hacia Plasencia, donde se casó con Alfonso V de Portugal. El rey Fernando El Católico se interesó por las obras
que se estaban llevando a cabo en el castillo cuando pasó por aquí camino de
Guadalupe, hallando su muerte el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo.
En
el recinto se venera la imagen de Ntra. Sra. de la Victoria, Patrona de la
Ciudad. El concejo acordó desde 1531 –según documentación existente en el
Archivo Municipal de Trujillo- que la imagen que en dicho año ejecutara el
cantero Diego Durán, se colocase entre las dos torres del castillo, cumpliendo
así con la venerable leyenda según la cual la Virgen se apareció con el Niño en
sus brazos entre dos torres de la muralla, gracias a ella se reconquistó la
ciudadela. Así se representa en el escudo de la Ciudad, creado en el año 1233
con motivo de la toma de Trujillo por
las tropas del rey Fernando III, que capitaneaban D. Pedro González Mengo,
Maestre de Alcántara, en obsequio por la intercesión de Ntra. Sra. en la
victoria final contra los árabes. En su origen se organizó de la forma siguiente:
En campo de plata, una imagen de Nuestra Señora de la Victoria con el Niño
Jesús en los brazos, puesta encima de una muralla almenada y acotada de dos
torres, todo de gules y mazonado de plata. El uso de tal escudo fue
confirmado por el mismo Rey D. Fernando III.
Cuando el Rey de Castilla y León
D. Juan II concedió a Trujillo el titulo de Ciudad, el 12 de abril de 1430 en
Astudillo, y fue confirmado el 4 de enero de 1432 en Zamora, esta ciudad
extremeña con su asentimiento, timbró su escudo de armas con una corona igual a
la de Marqués. Y, por último, el Rey D. Alfonso XII, a petición del
Ayuntamiento de Trujillo, confirmó el escudo de armas, y mandó dar certificado
de la Confirmación por D. Félix de Rújula Martín Crespo Busel y Quirós,
Cronista de S.M.C., el 18 de mayo de 1880; ordenándose en él que la Ciudad de
Trujillo pueda usar de las referidas armas, haciéndolas bordar, esculpir y
pintar en sus sellos, anillos,
reposteros, Casas Consistoriales portadas, y demás partes acostumbradas.
En dicho
certificado de confirmación se define el emblema del escudo en la forma
siguiente: "La plata significa pureza, integridad, obediencia, celo,
firmeza y gratitud. La imagen de la Virgen, devoción y agradecimiento a la
victoria conseguida a los sarracenos. El muro y las dos torres declaran el
brío, firmeza, constancia, esfuerzo y osadía de los moradores y vecinos de
Trujillo. Y el color gules (o rojo) demuestra la sangre que en su conquista y
defensa derramaron los hijosdalgos y caballeros pobladores de ella".
[1] Yaqüt calificó Trujillo (Taryalah como Medina y
al-Himyari dijo que era un recinto inexpugnable. Inscripción. Yaqut, Mu´yam.
Ed. Beirut, II. P. 22; AL-HIMYARI, RASD: Ed. Lèvi-Provençal. Cit. PEREZ
ALVAREZ, op. cit., p. 277.
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