La muralla de Cáceres: lienzo de
muralla, torre y postigo.
La
Ciudad de Cáceres está situada al oeste de la provincia de su mismo nombre, en
la meseta trujillano-cacereña. Se emplaza en un altozano entre las sierras de
la Mosca y la Sierrilla. En el año 1929 fue considerado el recinto fortificado
Monumento Histórico-Artístico incluyéndose, dos años después, algunos edificios
singulares. A pesar de estas puntuales intervenciones en la muralla, los casi
1150 m de perímetro de la cerca almohade ha llegado muy alterada hasta nuestros
días, convirtiéndose en el elemento patrimonial cacereño que primero fue
distinguido, mediante su declaración en el año 1930 como Monumento del Tesoro Artístico Nacional[1],
para después ser determinante en las declaraciones de Cáceres como Conjunto Monumental en el año 1949[2] y su posterior inclusión
en la lista del Patrimonio Mundial en
el año 1986[3].
Cáceres cuenta también con otros galardones: Pomme d´Or al "Mérito
turístico", concedido por la Federación Internacional de Periodistas y
Escritores de Turismo en 1996; Les Etoiles d´Or du Jumelage, otorgado
por la Comisión Europea en 1999; el premio Archival que le concedió la
Asociación para la Recuperación de Centros Históricos en el año 2004. Diversos
edificios de carácter militar, civil y religioso, así como el trazado
urbanístico del conjunto intramuros avalan y hacen honor a estas
consideraciones merecidas.
Con motivo de un estudio de investigación realizado sobre la
muralla de Cáceres, hemos conseguido descubrir un lienzo de mayores dimensiones
de lo esperado de la muralla cacereña, inédito hasta el presente estudio.
Además del lienzo encontrado hemos localizado un postigo que se encontraba en
el interior de una vivienda particular con acceso a un patio que en otros
tiempos se utilizó como plazuela. Concretamente este lienzo de adobe
corresponde a la muralla almohade. Esta torre árabe -fechable en el siglo XII,
por su tipología, características constructivas- que forma parte de la fachada de las
viviendas números 5 y 7 del Adarve del Cristo en Cáceres, el lienzo de muralla
y el postigo formaron parte del sistema defensivo de la muralla de la Ciudad
Monumental de Cáceres. Estos restos que hemos localizado no aparecen en ningún
plano de Cáceres (trazados y publicados en 1845, 1900). Nos encontraríamos ante
un tramo de la muralla -hasta el momento perdido- y un postigo que enlazaría
con el tramo de muralla que va desde el Arco del Cristo a la Torre del Aire.
Vamos
a pasar a exponer los datos histórico-artísticos de la muralla cacereña para un
mejor conocimiento de los restos encontrados.
Las
calles y plazas de la zona intramuros de Cáceres son el resultado de la
aglomeración de cúbicos edificios en torno a las parroquias y a la distribución
vial ya existente desde la etapa romana, con dos vías principales
perpendiculares que comunicaban las cuatro puertas romanas de la ciudad, o y
sólo se conserva la del Cristo en el lado meridional de la muralla.
En
el siglo I a. C. los romanos se habían
asentado en los campamentos de Castra Caecilia[4] y Castra Servilia[5] de manera permanente en el
entorno de la colina en la que estaría la colonia Norba Caesarina, que se fundó
en un lugar clave para controlar el espacio extendido entre los ríos Tajo y
Guadiana, enclave que además contaba con acuíferos permanentes, en lo que hoy
se conoce como el Calerizo, donde las aguas subterráneas brotan a lo largo de
todo el año e incluso en épocas de sequía. En el año 1930 al destruirse un
trozo de la muralla se encontró una inscripción que aclaró la polémica de la
situación de Norba Caesarina[6], que fue fundada en el año
35 a. C. en el II Triunvirato por el Procónsul en Hispania, Caivs Norbanvs
Flaccvs, siguiendo las directrices fijadas por Julio César antes de su
asesinato en 44 a. C., que incluían un amplio programa de fundación o
refundación de nuevas ciudades en Italia y las provincias, particularmente las
de Hispania. Como consecuencia, en su nombre oficial Norba recuerda el nomen de su fundador y consta Cesarina
en honor de Julio César, inspirador de su fundación. Los nuevos colonos fueron
adscritos a la tribu Sergia, la misma que la de su fundador[7]. El día 22 mayo 1794 al
derribarse un trozo de la antigua muralla. La puerta de Mérida, apareció una
esclarecedora inscripción: “COLONIA NORB(A) CAESARIN(A)”, inscripción de tipo
monumental de capital importancia para el conocimiento de la situación de Norba
Caesarina[8].
La
Ciudad romana de Cáceres contó con una estructura rectangular atravesada
por el cardo y decumano, propios de la planificación urbanística romana (más
bien un trapecio irregular acondicionado al terreno, de unos 500 por 300
metros de ejes mayor y menor, respectivamente), y se le dotó con una fuerte
muralla defensiva, realizada principalmente a base de sillares graníticos.
Cuatro puertas daban acceso a su interior, abiertas en la mitad de cada uno de
los cuatro flancos de la colonia, defendidas por torres albarranas y orientadas
a cada uno de los cuatro puntos cardinales. Así, la llamada Puerta de Coria se
orientaba al Norte, la de Mérida al Sur, la del Río (actual Arco del Cristo)
hacia el Este, y una más hacia el Oeste, en lo que hoy es el Foro de los
Balbos. La Vía de la Plata, que llegaba a la urbe desde Mérida para dirigirse
hasta Astorga, avanzaba por el flanco este junto a las murallas, en lo que hoy
es la calle Caleros, mientras que dos ramales accedían a la colonia a través de
las puertas de Mérida y del Río.
La
Colonia pertenecía a la provincia Hispania Ulterior republicana y, desde la
reordenación provincial de Hispania realizada por Augusto en 27 a. C., a la
nueva provincia imperial Lusitania, siendo adscrita en un momento indeterminado
entre los imperios de Augusto y de Claudio I al conventus iuridicus Emeritensis, cuya capital era la Colonia
Augusta Emerita junto a la importante vía de comunicaciones que después se
conocería como Vía de la Plata[9]. Plinio el Viejo[10] nos ofrece que de colonia
dependían, al menos en época flavia, los antiguos campamentos de Castra
Servilia y Castra Cecilia, viejas fundaciones de época Republicana de los
siglos II y I a. C., respectivamente, ambos situados en las proximidades de la
actual ciudad de Cáceres. Por su parte, Ptolomeo menciona su existencia en el
siglo II.
Norba
Caesarina conoció un largo periodo de prosperidad entre los siglos I y III, en
la época romana alto imperial, a
pesar de funcionar como ciudad de Emerita Augusta (Mérida), que fue
fundada como centro administrativo de los nuevos territorios conquistados en la
expansión de la Lusitania. Norba Caesarina es una de las cinco colonias con que
contaba la Lusitania: Pax Iulia, Scallabis, Metellinum, Emérita Augusta y Norba
Caesarina[11].
Para intentar compensar esa influencia de Emérita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, hijo de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron un pedestal en un momento posterior a 19 a. C., lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre de la Colonia hacia 20-10 a. C.
Para intentar compensar esa influencia de Emérita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, hijo de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron un pedestal en un momento posterior a 19 a. C., lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre de la Colonia hacia 20-10 a. C.
A mediados del siglo III, ante la general inestabilidad
político-militar del mundo romano, reaprovechando los materiales anteriores
-sillares, inscripciones, columnas y decoraciones de edificios amortizados...-,
se reconstruyó un cinturón de murallas, a semejanza de la mayoría de las
ciudades de mayor importancia de Hispania y de todo el Imperio.
Tras las invasiones germanas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada hacía mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas fueron reutilizados después de la conquista musulmana de la Península
Tras las invasiones germanas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada hacía mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas fueron reutilizados después de la conquista musulmana de la Península
Las
obras de remodelación y acondicionamiento llevadas a cabo en el Casco Histórico
en los últimos años junto a la muralla almohada, han sacado a la luz lienzos
importantes de muralla romana. Según los estudios realizados los almohades
aprovecharon parte de los cimientos e hiladas inferiores de las murallas
romanas, de sillares graníticos[12]. Se aprecian claramente
restos (sillares) de la antigua muralla Bajo imperial
de Cáceres en la Puerta de Coria –derribada a
mediados del siglo XVIII-, en bloques
cuadrados y rectangulares, restos de sillares romanos, en la parte inferior de
algunas torres de la muralla islámica, destacando los restos del llamado Arco
del Cristo, datado en el siglo I, también conocido como Puerta del Río ya que
la cuesta por la que a él se accede desciende hasta la vaguada de la Ribera del
Marco, de esta puerta parte el adarve o camino de ronda de la muralla. Así
mismo, se conservan algunas inscripciones funerarias romanas empotradas en los
muros de algunos edificios del casco histórico y algunas conservadas y
expuestas en el Museo Arqueológico de Cáceres, junto con monedas, fragmentos
cerámicos, particularmente de terra sigillata hispánica, y esculturas
imperiales procedentes del Palacio de Mayoralgo.
Las excavaciones arqueológicas en el Palacio de Mayoralgo han proporcionado
abundantes restos cerámicos, junto con los restos de una vivienda con patio
porticado, termas y aljibe de etapa altoimperial, adyacente al foro de la
colonia, cuyo pavimento se encuentra debajo de la C/ Cuesta de Aldana, y que,
como era previsible, coincide en parte con la actual Plaza de Santa María; del
siglo III y la época bajoimperial se documentan restos de nuevos edificios.
Por
tanto, tras la decadencia romana y posteriores avatares de la historia, la
muralla romana de Cáceres fue reutilizada por los sucesivos ocupantes de la
ciudad, siendo así cómo los almohades, en el siglo XII, construyen sobre
ella nuevas torres y lienzos a base de tapial, respetando en muchos tramos los
antiguos basamentos romanos, eran macizas en su primer cuerpo y habitables en
el segundo[13].
Se conservaban también en la Edad Media tres de las cuatro puertas romanas,
demoliéndose después, en pleno siglo XVIII la de Mérida (año de 1751, y
según Real provisión de Fernando VI, que también permitía el derribo de una
parte del lienzo norte de la muralla, entre el ángulo NO y el Arco del
Socorro). Un siglo más tarde (año de 1879) se derribó la Puerta de
Coria o del Socorro, exponiendo como motivos la falta de mérito artístico de la
construcción e incompatibilidad con la limpieza de la población, y siendo la
iniciativa llevada a cabo por Muñoz Chaves, desoyendo el oficio de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando que intentaba impedir el atropello. La
Puerta del Río, por suerte y debido a su situación más apartada, se conservó,
pudiendo hoy en día disfrutar de ella, como triunfo de un pasado romano en que
comenzó a escribirse la historia de esta insigne ciudad.
Es
lamentable que la villa de Cáceres fue una las primeras de la Península en
ejecutar el planteamiento de licencia del derribo para dar paso a un nuevo
concepto de ciudad más abierto y no constreñido por su cerca defensiva. Donde
se observa con mayor claridad este hecho es en las Ordenanzas Municipales del
año 1891[14].
En
el flanco norte de la muralla, a pesar de las diversas órdenes de derribo
contra sus lienzos y la desaparición de la llamada Puerta de Coria, la
construcción de varias casas sobre los muros de la misma permitió, tiempo
después y tras la demolición de éstas, que se recuperase una porción de la
muralla original, datada entre los siglos III y IV d. C. Se localiza en lo que
hoy es la Plazuela del Socorro, a la que se llega desde la Plaza Mayor
recorriendo la calle de Arco España, o desde la Plaza de Santiago subiendo la
calle de Godoy. Igualmente, si partimos desde la Plaza de Santa María a través
de la calle Tiendas, llegamos al yacimiento, y si seguimos en línea recta las
hileras de los sillares, girando a la izquierda intramuros, veremos al
final de la calle, en las traseras del Palacio de los Toledo-Moctezuma, algunos
sillares romanos que también pudieron sortear los designios de la
historia.
La
zona más occidental del amurallado presenta por su parte vestigios romanos en
forma de basamento a base de sillarejo granítico, en la práctica totalidad de
las torres almohades subsistentes que allí se levantan. Así, podemos adivinar
sillares romanos en los pies de la Torre de Bujaco, y en aquella
denominada de la Yerba, ambas situadas en la Plaza Mayor. Sin embargo, el
basamento más claro podemos disfrutarlo bajo la Torre del Horno, localizada en
la Plaza de las Piñuelas, traseras del edificio sede del Ayuntamiento, así como
en la Torre del Aver, ubicada ésta en la calle del Postigo, a la que accedemos
desde la Plaza de San Juan, en cruce con la calle de Gallegos. Otras torres y
cubos de éste y otros flancos conservan igualmente sillarejo de origen
romano en sus bases, pero, engullidas entre viviendas posteriores.
Los
musulmanes aprovecharon el lugar estratégico sobre el cual se asentó la
primitiva colonia romana como base militar para hacer frente a los reinos
cristianos del norte, durante los primeros siglos de la Reconquista. Así, en el
año 1147 Abd al-Mumin refundó la ciudad sobre los restos hispanorromanos y
visigodos. No se conservan muchos
relatos de viajeros árabes que nos aporten datos interesantes para nuestro
trabajo. La mayoría se basó en los relatos de los viajeros que desde aquí
llegaban a Oriente y son pocos los que lo conocieron personalmente.
Será
desde el siglo X hasta el siglo XIII cuando Cáceres se convierta en un
importante punto militar de la Marca Inferior, especialmente con los almohades,
para proteger las importantes poblaciones de Mérida y Badajoz. Los geógrafos
Ibn Hawqal, en el siglo X, y El Edrisi, en el siglo XII, describieron
a Qázris –del que derivaría el
nombre de Cáceres- [15] como una plaza fuerte y
base sobre la que articular la conquista del territorio cristiano. El historiador magrebí Ibn Idari
al-Marrakusi, que vivió en la segunda mitad del siglo XIII, en su obra titulada
Bayan al-mugrib fi ijtisar ajbar muluk
al-.Andalus wa-l-Magrib, nos refiere la estratagema que solía urdir Giraldo
para apoderarse de algunas ciudades, traicionó en su primera tradición la
ciudad de Trujillo en el año 1165, luego la de Evora y se la vendió los
cristianos; luego traicionó la de Cáceres en diciembre-enero del año 1166.
La
tipología urbana medieval del recinto intramuros está definida por la
adaptación a una planimetría impuesta por el origen de la propia ciudad.
Primero fue un asentamiento romano y luego una fortaleza islámica que durante
el dominio de los almohades rehízo la muralla, conservando el trazado y
aprovechando las puertas de la muralla romana, marcando profundamente el
desarrollo de la ciudad medieval y definiendo su morfología.
Hemos
de tener en cuenta que este recinto es mencionado en las fuentes islámicas de
distinto período indistintamente como madina o como hisn[16].
Lo que sí resulta evidente es que las mayores peculiaridades de esta plaza
residen en lo vasto de su extensión en fase almohade, acorde a lo visto en
numerosas mudun, y, sin embargo, en su aparente falta de importancia
administrativa y cultural[17]. Resulta sugerente, y
pensamos que acertada, la hipótesis de Fernando Valdés que relaciona Cáceres
con una ciudad campamento[18].
Aunque
la cita de algunas fuentes islámicas hacen referencia a un recinto anterior al
almohade, lo que está claro es que su protagonismo fue esencial a partir del
año 1174 momento en el cual se renovó la muralla para reforzar la defensa
aprovechando el basamento, las puertas y parte de anterior trazado, dotando a
la cerca con importantes elementos defensivos como fueron las torres albarranas
o las dos torres poligonales[19]. Por tanto, los almohades
procedieron a la reconstrucción del antiguo recinto fortificado, proporcionando
avanzados sistemas de defensa mediante una cerca de tapial sobre una sólida
cimentación de piedra (en muchos casos, materiales reaprovechados de la muralla
romana) y torres defensivas jalonando el perímetro amurallado, con un total de
7,74 hectáreas de superficie intramuros[20]. La cerca de Cáceres con
una longitud de unos 1174 metros nos ofrece un carácter esencialmente militar y
defensivo[21],
y una superficie cerrada de 8,68 Ha. Teniendo muy en cuenta el asentamiento en
un terreno accidentado con defensas naturales en algunos flancos de la ciudad y
con una línea avanzada de torres albarranas y un camino de ronda que circundaba
el perímetro interior de la muralla para el acceso de las tropas hacia un
determinado punto de la misma consiguiendo un recinto amurallado inexpugnable.
Las murallas que defendían la cerca almohade fueron construidas en su última
versión hacia el año 1180, en tiempos del califa Abu Yacub Yusuf. Tenían un
perímetro de 1200 m, formando éste, aproximadamente, un trapecio con las
dimensiones medias de 400 × 250 m[22]. Su construcción se realizó fundamentalmente
en tapia de argamasa sobre una base de mampostería o fábrica de sillares de
procedencia romana. La composición del tapial varía en distintos muros, pero
los resultados de los análisis llevados a efecto nos indican que está compuesto
de un 40% de cal y arcilla, un 40% de arena y un 20% de gravas del lugar de
diversos tamaños (cuarcitas, pizarras y ladrillos cerámicos)[23].
Desde
la segunda mitad del siglo XII hasta el primer tercio del siglo XIII la ciudad
intramuros será escenario de numerosas contiendas bélicas provocadas por el
proceso de reconquista, de modo que el recinto pertenecerá en unos momentos a
las tropas cristianas para pasar a otros a manos musulmanas. Concretamente
Geraldo Sempavor en el año 1166, la toma
y la vuelve a perder, si bien Fernando II de León en el año 1169, pudo
recuperar la plaza para los cristianos, y
dejó la villa en manos de un grupo de
caballeros que, poco después, crean la orden militar y religiosa de los Fratres
de Cáceres, volviendo a caer de nuevo en manos musulmanas en el año 1174, por
las tropas de Abu Yaqub Yusuf al mando de su lugarteniente Abu Hafs.
El
día de San Jorge, el 23 de abril del año 1229 fue reconquistada definitivamente
por Alfonso IX de León, obteniendo la preciada condición de villa libre de
realengo, otorgándose el Fuero Latino y
un amplio territorio dependiente del Concejo. Conforme a la política monárquica
del momento se concedieron importantes heredades a los caballeros que apoyaron
al monarca en su conquista y además se otorgó un amplio territorio estaba
gobernado por el propio Concejo. De este modo se lograba al establecimiento de
moradores en la población en sus cercanías y, por otro lado, se gratificaba los
caballeros que habían participado en la contienda. Por lo que a finales del
siglo XIII ya debían de haberse instalado en Cáceres familias procedentes del
norte de la Península Ibérica, grupos que mantendrán el solar familiar
prácticamente sin variantes hasta el siglo XV, momento en el que serán
absorbidas las realizaciones anteriores en la construcción de nuevas casas
fuertes.
La muralla dispuso de cuatro puertas en época medieval (de Coria,
de Mérida, del Cristo y Santa Ana, posteriormente se abrió la conocida puerta
como Arco de la Estrella[24]. Gran parte del sistema
defensivo ha desaparecido, el Alcázar, dos de las puertas, veintidós torres y
una gran parte de la muralla, que siguió siendo el cinturón que cerraba la
población cristiana hasta que en los tiempos modernos se comenzó a plantear la
necesidad de abrir pasos entre la ciudad moderna y la medieval mediante el
derribo del muro en algunos sectores, siendo el centro neurálgico de la ciudad
musulmana la zona elevada donde actualmente se encuentra la plazuela de San
Mateo, en sus proximidades estaría situada la mezquita, cuyo patio debió ocupar
parte del espacio de la actual plazuela citada[25]. Un edificio árabe se
situaría en el solar que actualmente ocupa el palacio de las Cigüeñas, que tras
su destrucción después de la reconquista de la Villa, el rey Enrique IV
concedió en el año 1473 la posesión de su solar a don Diego de Cáceres Ovando
para levantar sobre él su palacio. El palacio almohade o alcázar se situaba en
el actual palacio o Casa de las Veletas, único resto arquitectónico no
castrense de la dominación árabe en la ciudad, como denota la presencia del
aljibe donde se observan claramente los materiales aprovechados romanos,
utilizado para de abastecimiento de agua en la ciudad gracias a los acuíferos
embalsados en las formaciones cuarcíticas del subsuelo. Es un edificio de
planta rectangular que consta de cinco naves separadas por galerías de arcos de
herradura apoyados en columnas cuyos fustes y capiteles han sido reutilizados, se
cubre con bóvedas de medio cañón cuyas claves se alzan por encima de los 4 m de
altura, utilizando como materiales el hormigón de cal para los muros y el
ladrillo para los arcos y las bóvedas[26]. Probablemente el aljibe fue construido en
tiempos prealmohades, fechable en el siglo XI[27].
Hemos de destacar algunos de los baluartes defensivos torreados
que se
conservan.
La cerca disponía de un total de diecisiete torres albarranas de planta
cuadrada u octogonal de las que se conservan catorce y seis torres adosadas de
planta rectangular y una más circular, de las que se conservan cinco. Cuatro
puertas dispuestas en cada uno de los lados completan la arquitectura del
recinto amurallado. La primera
edificación cristiana del siglo XIII se fue adaptando al trazado modificado en
tiempos árabes y se caracteriza por construcciones de discretos programas
constructivos tanto en planta como en altura: Casas fuertes, ermitas e iglesias[28].
En la Plaza Mayor, se encuentra la torre más grande de todo el
recinto amurallado, que ha recibido en distintas épocas reformas que la
diferencian de las demás torres de la muralla. Fue reconstruida en el siglo XV
y se le colocaron a ambos lados y a la altura del almenaje sendos matacanes de
piedra. Y en la zona inferior de la misma otro matacán, con balcón tapiado.
En las obras acometidas en la torre en el siglo XV se forró por
completo el macizo de tapia y sustituyó las cámaras originales por otras de
nuevo cuño. La torre actual posee forma tronco prismático; el cuadrado de su
base mide 11.50 m de lado, y alcanza el bastión una altura de 21.50 m en el
remate piramidal de sus merlones. Estas dimensiones, unidas al hecho de
ubicarse sobre una de las pendientes más suaves del promontorio, permiten
suponer para la primitiva de Bujaco un tamaño y forma similares a la vecina de
la Yerba. Las dos debieron de ser, con diferencia, las mayores albarranas de
todo el conjunto amurallado[29].
En el año 1820 se colocó en el testero de la torre una espadaña
que cobijaba una estatua romana de mármol que representaba al Genio andrógino
de la Colonia Norba. En el año 1962, el Patronato de la Ciudad Monumental quitó
la espadaña y restituyó el almenaje de la torre. La estatua original se
encuentra en el Museo Provincial y una copia en el atrio del Ayuntamiento (“El Foro de los Balbos”, nombre
simbólico para Cáceres porque el Cónsul romano Lucio Cornelio BaIbo fue quien
fundó la Colonia Norba Caesarina antecesora de la actual población).
La planta de la torre de la Yerba es un trapezoide casi cuadrado,
está ubicada en el flanco occidental del recinto. El muro fue reconstruido a
principios de la década de los setenta del siglo XX. Con respecto a su
estructura interior, la albarrana alberga dos cámaras[30].
La
muralla de Cáceres ha sufrido diferentes alteraciones, las propias del paso del
tiempo y las provocadas por la intervención humana, las que estuvieron
encaminadas a su arreglo y mantenimiento sin alterar el trazado original. Como
consecuencia de las adiciones de vivienda en el espacio murado de extramuros,
una vez que la cerca ya había perdido las funciones originales para las que fue
concebida en época almohade. En el siglo XVIII se agudiza la destrucción de la
muralla por la permisividad municipal, baste citar las Puertas Nueva y de
Mérida, así, las solicitudes para la demolición de los muros musulmanes[31]. Esta dinámica de
destrucción continuó en el siglo XX, concretamente en el año 1914 hay un
Acuerdo municipal para derribar la muralla en la pared del Adarve y casas del
Postigo, afectadas por los desprendimientos causados por el temporal[32]. A pesar de que en enero
de 1915 se crea la Dirección General de Bellas Artes el Ayuntamiento en el año
1929 vuelve a ejecutar el derribo de un tramo que transcurre por el Adarve de
la Estrella al de Santa Ana y la amputación de la torre que existió en la plaza
de las Piñuelas[33].
La construcción del mercado de abastos que sustituyó al de casetas situadas a
ambos lados de las escaleras que comunicaban la Plaza Mayor con la plazuela de
los Caldereros, provocó estos derribos. En un mercado ocupó el solar situado
entre las torres de la Yerba y la del Horno[34].
Hemos de tener en cuenta que el Arco de la Estrella es el que ha sufrido más modificaciones, posiblemente,
por estar ubicado en la principal vía que unía la zona monumental con la actual
Plaza Mayor o Ciudad Moderna. En el
siglo XV se construyó la llamada “Puerta Nueva” en el lugar que hoy ocupa el
Arco de la Estrella (en la entrada principal a la zona monumental). En este
lugar, la reina Isabel la Católica juró respetar y defender los Fueros de
Cáceres en 1477[35].
Dos años después, haría lo mismo el rey Fernando el Católico[36]. En el nicho de dicho
Arco, Lucas Holguín fue el encargado de pintar en la capilla que había en la
Puerta Nueva un cuadro de Nuestra Señora de la Antigua que tenía devoción
popular en aquella época en España y en América[37]. La escritura para la
realización de la pintura de Nuestra Señora de la Antigua ejecutada por Lucas
Holguín tuvo lugar en Cáceres ante Diego Pacheco el 23 octubre de 1547, el
mecenas de dicha obra fue el corregidor Vázquez de Cepeda[38].
En el siglo XVIII, para facilitar el paso de los carruajes al
Adarve y de allí al palacio de los Toledo-Moctezuma, se derribó y sustituyó por
el arco actual, obras realizadas en 1726 por Manuel de Larra Churriguera[39], que diseñó un arco
escarzano en esviaje, a expensas del Conde de la Quinta de la Enjarada, don
Bernardino de Carvajal, como se hizo constar en la lápida que monta sobre la
clave del arco por la parte exterior[40], después de litigar
pleitos en los que intervino el Sr. Obispo, el propio Conde de la Enjarada con
el Corregidor y Regidores de la Villa de Cáceres[41].
En
el año 1930 es declarado el casco histórico de Cáceres Monumento histórico-artístico, declaración que conlleva una
inmediata toma de decisiones en orden a su protección y puesta en valor. Las
intervenciones son encargadas al arquitecto don J. M. González Valcárcel que
durante 30 años llevar a cabo un proceso de restauración con criterios
historicistas para devolver a la muralla su glorioso pasado.
Las obras a realizar en las diversas campañas desarrolladas desde
el año 1941 hasta el año 1957 fueron dirigidas, hasta el año 1950, por los
arquitectos don José María Rodríguez Cano y don José Manuel González Valcárcel,
continuando en solitario el último a partir de esa fecha. Los trabajos se
centraron en la consolidación y restauración del sector que comunica con la
plaza mayor y en el de lienzo opuesto de la muralla, en la zona de la torre de
los Pozos y del arco romano del Cristo, aunque también se intervendrá
puntualmente en las torres poligonales conocidas como Redonda y Desmochada o Mochada.
La primera comunica con un punto determinado al otro lado del riachuelo,
está rodeada por una gran barbacana como almenas terminadas en pináculos
adelantándose 29 m desde la línea de la muralla, es una torre que se encuentra
actualmente sobre la carretera de ronda exterior. La torre Redonda es un baluarte árabe con
forma octogonal y una altura de ocho metros. Construida sobre una torre de
época romana, habiéndose empleado para su construcción la técnica del tapial.
Es maciza hasta la parte superior, en la que se encuentra aún conservada una
estancia. Mientras que la Torre Desmochada o Mochada está situada en el ángulo sur de las murallas, es una de
las más destacadas torres albarranas, recibe su nombre por conservar sólo la
parte maciza, habiendo desaparecido la cámara superior desde donde se accedía a
la terraza almenada.
La muralla está construida
a base de tapial confeccionado con mampostería menuda y cal, adoptando una
forma octogonal, se halla unida a la muralla por un cuerpo saliente, del que se
conserva un trozo en el arranque. En las intervenciones llevadas a cabo por
González Valcárcel se construyeron lienzos, se potenció el uso de la
mampostería en los lienzos de tapial existente, se derribaron casas que se
habían construido delante de la muralla y se crea una conciencia ciudadana en
la defensa del patrimonio histórico artístico de Cáceres.
La
eliminación de casas para liberar la muralla fue un proyecto que ya se había
planteado en la década de los años 30 del siglo XX por el entonces arquitecto
señor Villanueva, pero no será hasta el periodo comprendido de los años 1941 y
1953 cuando de nuevo se retome esta iniciativa. Se comienza por liberar la
cerca en el sector de la plaza mayor con la intención de convertir este espacio
en una monumental fachada que prepare al visitante para acceder a la ciudad
monumental intramuros, como nos indican los mismos arquitectos en la memoria
realizada en el año 1941[42]. El proyecto continuó
durante los años siguiente, publicando el arquitecto en la Revista de Estudios
Extremeños el resultado de tal restauración considerada como la obra más
importante realizada en la cerca de Cáceres, no sólo desde el punto de vista
del monumento, sino también por el feliz resultado de valorar el acceso a la
zona monumental[43].
En
el proyecto firmado por don José María Rodríguez Cano y don J. Manuel González
Valcárcel el 31 julio 1941 el presupuesto ascendía a 19.827, 83 ptas. En este
proyecto se mencionaba que las edificaciones adosadas a la muralla son anti
estéticas y desfiguran el conjunto. Se proyectó un plan para el futuro, con el
menor número posible de expropiaciones, “ para
dar un acceso digno al casco antiguo por el arco de la Estrella y Torre de
Bujaco y mediante una reducción en altura se logrará el poder admirar la Torre
de los Púlpitos desde la Plaza Mayor”[44]. En el proyecto se
proponía derribar las casas que estaban anexas al arco del Cristo (limpieza y
recalzo de los torreones) y sus proximidades, la limpieza de la vegetación,
reparación de almenas junto al arco de la Estrella y la reparación e
impermeabilización del enlosado de la Torre de Bujaco, el repaso de la cubierta
de la ermita de la Paz; así como la consolidación de las torres ochavadas.
La
primera propuesta de descubrir la muralla se centró en el tramo del arco de la
Estrella y de las torres de Bujaco y Púlpitos y en la memoria de los
arquitectos restauradores señores Rodríguez Cano y González Valcárcel, se
menciona que ya había sido liberado algún tramo. En el proyecto firmado por don
José María Rodríguez Cano y don J. Manuel González Valcárcel en mayo de 1950 se
establece un presupuesto final de 40.103, 69 ptas, en el comienzo de la memoria
se redacta “ que han conseguido librar de la ruina los torreones y varios
lienzos de la muralla”[45]. En el año 1950 se
eliminarán los encalados de los arcos de la Estrella y del Cristo utilizándose
para ello cepillos metálicos y de raíces, actuando urgentemente en la torre de
los Pozos, porque la práctica de los vecinos de eliminar el material de su base
para reaprovecharlo en las cercas de sus huertos, y la presión ejercida en los
muros por la tierra y el riesgo que suponía el muro, había ocasionado
importantes grietas en los muros, con el consiguiente peligro de
desprendimientos. Fue necesario recalzar el basamento de la torre porque un
socavón, producido por la saca del material, había puesto en peligro su
estabilidad. Los recalces del basamento se realizarán en mampostería con
mortero de cemento, en la torre y muralla, el relleno de los socavones con
hormigón de cal con gravilla y la reparación de fábrica mixta de tapial y
ladrillo en los remates del Torreón. Además, se repararon las bóvedas de la
torre y se impermeabilizó la terraza.
La
consolidación de la muralla en este sector continuará en el proyecto al año
siguiente (1951) en el que González Valcárcel tuvo que utilizar en la zona
vista mortero de cal ligeramente teñido para conseguir la entonación con la
obra original[46].
En este año las obras se centraron en el lienzo de la muralla adosado a la
torre del Pozo o del Gitano. Las obras
consistieron en el picado de 75,60 m³ y los escombros de otras zonas sirvieron
para recalzar los cimientos que se encontraban muy socavados, porque había existido
en esta zona viviendas y huertos adosados a la muralla. La consolidación se
realizó por medio de puntos de fábrica de ladrillo, con mortero de cemento y se
hizo necesario consolidar la parte alta de la muralla, reponiéndose los trozos
perdidos de mampostería careada, utilizando en la zona vista mortero de cal
ligeramente teñido para conseguir una mejor entonación[47].
En
el año 1953 las obras de conservación ejecutadas ascendieron a 90.991, 23
pesetas. En tal ocasión, se realiza la
puerta de ingreso a la ciudad monumental desde la plaza de las Piñuelas a la
plazuela intramuros de los Caldereros,
siguiéndose como modelo el próximo arco de Santa Ana, procurándose que los
sistemas constructivos y materiales sean similares a los del resto de la
muralla, indicándose la memoria “ de las tierras tengan el mismo tono rojizo
para una más perfecta entonación con el resto del lienzo amurallado”, teniendo
un cuenta que el proyecto de 1953 tenía como principal objetivo la restauración
del lienzo destruido de la muralla para devolver al conjunto la unidad perdida,
“ evitándose al mismo tiempo el anacronismo del Mercado. La muralla, salvando el acceso al mismo, por
medio de un arco semejante a los del ingreso al postigo de Santa Ana”[48]. Se trata de hacer una
puerta de acceso a la plaza Caldereros imitando la composición del cercano arco de Santa Ana, la obra resultante fue muy
sencilla, diferenciándose en su tipología de las restantes puertas[49].
En
el año 1957, en el proyecto de obras de conservación en las murallas de Cáceres
ascendió a la cantidad de 80.311, 92 pesetas, don José Manuel González
Valcárcel (director del proyecto)
ejecutó obras en el sector de la torre de la Hierba y la denominada del
Conde, consistentes en la reparación y restauración de la muralla, impermeabilización
de la torre y restauración de sus bóvedas. También se incluía la restauración
en mampostería del almenado y cortinas que estaban muy deterioradas y casi
perdidas[50].
El lienzo de la
muralla entre las torres del Horno y de la Yerba que da a la Plaza Mayor o del General
Mola, y parte lateral del Ayuntamiento, había sido ocupado por un mercado de
traza entre Secenionista y «Art Decó», obra del arquitecto municipal Ángel
Pérez, e inaugurado en 1931, bastante interesante: EI mercado de las Piñuelas;
a pesar de que en su momento y, sobre todo, desde que comenzara la existencia
de un anterior mercado a finales del siglo XIX, supuso el derribo y deterioro
de una importante zona de la muralla. Hecho nada extraño en aquella época en
que se destruyeron tantos cascos históricos con criterios funcionalistas e
higienistas. Derribado todo en 1973, se ha reconstruido la muralla y las torres
a imitación árabe.
El
arquitecto González Valcárcel continuará trabajando la restauración de Cáceres
hasta la década de los años 70, presentándose su trabajo internacionalmente
como modelo de puesta en valor de una ciudad monumental, como el arquitecto
conservador expone en diciembre del año 1968 y publicó en la Revista de
Estudios Extremeños[51].
La
restauración y consolidación de los torreones y muros de cortina en la zona de
la Torre de los Pozos. Esta zona se ha liberado de construcciones adosadas y se
han destruido la totalidad de casas suburbiales recobrando este sector su
antigua belleza. Se descubrió en las proximidades de las torres una galería
cubierta que enlazaba con el antiguo Alcázar[52].
La
restauración se llevó a cabo, igualmente, en las torres Redonda y Desmochada, y
en la mayor parte de las torres albarranas, especialmente en los pasos de la
Cerca. La restauración de la puerta del Cristo y el Postigo de Santa Ana,
consiguiendo restaurar acertadamente las bóvedas de ladrillo. También, la zona
comprendida entre las torres Bujaco y de la Yerba. Suprimiéndose revocos y
añadidos modernos, concretamente en la torre de Bujaco se restauró el cuerpo
inferior de la misma, eliminando edificios adosados consiguiendo recobrar sus
antiguas proporciones, contribuyendo la ermita de la Paz, igualmente
restaurada, a darle escala y monumentalidad y, mediante una amplia escalinata se
accede a la zona monumental tras pasar el arco de la Estrella, liberado
igualmente de añadidos que la ocultaban. En el entorno de la iglesia de San
Juan ha sido también posible suprimir añadidos que lo desvirtuaban, poniendo en
valor el templo y los edificios de las plazuelas que le rodean. Por tanto, la
arquitectura militar ha merecido un especial cuidado, por su calidad y por su
importancia dentro del conjunto monumental cacereño.
El
eminente arquitecto don Dionisio Hernández-Gil, Medalla de Extremadura y
experto restaurador de edificios históricos, que desde 1978 a 1980 desempeñó la
jefatura de la inspección técnica de monumentos y conjuntos
histórico-artísticos, y en 1981 subdirector general de Restauración de
Monumentos, llevó a cabo la restauración de un importante lienzo de la muralla
de Cáceres, concretamente la zona de la Torre de los Pozos. Sin lugar a dudas, la zona mejor restaurada de
la cerca almohade.
En
el año 1989 y tras el empuje que supuso la Declaración de Cáceres como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, la
Consejería de Educación y cultura de la entonces Junta de Extremadura financió
un proyecto de puesta en valor de la muralla, llevándose a cabo un riguroso
estudio arqueológico y la elaboración de un pormenorizado estudio del estado en
el que se encontraban cada uno los elementos defensivos. Se obtuvieron y
analizaron muestras del tapial, se detectaron las patologías más comunes y se
concluyó con la zonificación de la muralla para establecer unidades de
actuación homogéneas que requiriesen de un tratamiento unitario. La solución
pasó por la redacción de un plan especial específico considerando que el estado
de conservación de la muralla era lamentable (fisuras, erosiones, oquedades,
etc.)[53].
En
el año 1995 se llevó a cabo un proceso de restauración de las murallas bajo la
dirección del Arquitecto don Miguel Matas Cascos y el Arquitecto Técnico don
Fernando García Alonso, con inversión de 45.500.000 pesetas. La intervención
siguió los siguientes pasos: se hicieron prospecciones en la base y tramo de
contención del muro a la búsqueda de las oquedades que la humedad y la acción
de los vecinos habían producido y que derivaban en la pérdida de estabilidad de
las zonas superiores. Una vez rescatadas estas propiedades y recalzados los
cimientos convenientemente con hormigón pétreo, se procedió a la consolidación
de los restos de tapial primitivo que aún existía, para proceder a las
demoliciones de todos los elementos extraños. Se limpió y recontó la
mampostería, dejándose las aristas vivas de la piedra mediante el rehundido
profundo del mortero, dejándola alineada. Posteriormente se procedió a la
construcción de varias hileras de cajones de hormigón en masa contrapeados y
machihembrados que reproducen en sus frentes la geometría genérica que presentan
los restos existentes de la muralla y, en planta, el espesor requerido en cada
lugar en función de las horadaciones que les hubiera producido en cada zona de
la edificación. Se utilizaron encofrados de madera de pino sin tratamiento
alguno y agujas a base de perfiles cuadrados de acero laminado. En la
composición se intentó seguir la métrica de los cajones existentes en esa zona.
El material utilizado para la construcción del muro se componía de cal,
cemento, arena de molino y zahorra de gravilla (que portaba el color que
buscaban los arquitectos). En la torre del Postigo, los arquitectos se
encontraron con un problema muy diferente. Es la torre que construyeron los
almohades pero había recibido intervenciones en el cuerpo de guardia, en la
coronación y serias alteraciones del espigón de acceso y del arco del mismo por
parte de las edificaciones adosadas en todo su perímetro. Las humedades y la
acumulación de agua en las oquedades de sus muros fueron problemas importantes
a la hora de llevar a cabo el proceso de restauración. Había que solucionar las
humedades, limpiar y consolidar los paramentos y recuperar las trazas
originales de la torre. El almenado de saliente había sido demolido. Para su nuevo acceso se había horadado la
bóveda del cuerpo de guardia y construido un pequeño pasito que servía de
techumbre. En las obras de reconstrucción llevadas a cabo se procedió al picado
de la parte disgregada aumentándose el vuelco hasta alcanzar el espesor del
cajón de tapial en que se encontraba y a su posterior secado y relleno con
mortero de cal, cemento y arena de molino, unidas al cuerpo principal mediante
llaves de esparto. El resto de las grietas fueron limpiadas, perfiladas e
inyectadas con un mortero con adición una vez que mediante brocas permitieron
la realización de anclajes en el interior del muro. Las oquedades fueron
rellenadas con mortero. En el paramento se realizó un cepillado general con
cepillos de cerdas vegetales que desprendió material sin consistencia y una
limpieza con aire a presión.
Han
sido importantes las tareas llevadas a cabo con motivo de la reestructuración
vial de la zona de Mira al Río, que arrojaron un importante hallazgo que ha
permitido situar la llamada “Torre del Aljibe”, recogida en las fuentes,
formando parte de un interesante proyecto de revitalización de toda esta área
de la cerca cacereña[54]. El desarrollo de los
trabajos de arqueología fue encargado en el año 2005 por la Dirección General
de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura a
la empresa Estudio de Arqueología
Patrimonio Histórico, en una zona
correspondiente a unos antiguos inmuebles que fueron derribados situados en la calle San Roque y Mira al Río
(sector Este extramuros de la ciudad monumental de Cáceres), un tramo de
muralla que se marca entre el Arco del Cristo y la Torre Mochada.
En
las tareas llevadas a cabo se picaron los revestimientos modernos de los
paramentos que formaban parte de la estructura de las viviendas que habían sido
demolidas, han puesto al descubierto el paramento que se hallaba oculto de la
torre cuadrangular conocida como “Torre del Aljibe” de unos 12 m de altura,
situada al otro lado de la Torre de los Pozos, junto al jardín del Olivar de la
judería. Se trata de una fábrica realizada en tapial, de época almohade
(finales del siglo XII). El hallazgo más relevante ha sido la localización de
unas escaleras, enmarcadas por unos potentes muros de 1 m de espesor, que unían
el postigo localizado en el lienzo de la muralla entre la Torre del Aljibe y la
de los Pozos, con el interior de la gran torre que albergaba el aljibe en su
parte inferior, que se nutre con agua procedente de acuíferos subterráneos.
Estas escaleras conectaban el recinto intramuros, desde una zona situada en la
Casa de las Veletas, con la estructura hidráulica, tratándose de un acceso
fortificado. Por tanto, un conjunto estructural de gran valor documental y
arqueológico[55].
[1] Declarado el 25
agosto de 1930 en la Gaceta de Madrid,
número 239, 27 agosto 1930, pp. 1251 y 1252.
[2] En el Decreto
publicado en febrero de 1949 se indica: “Aún conserva la población en la parte
murada restos muy visibles de su fundación romana, otros de la construcción
visigoda y otros todavía de la intervención árabe. Dentro del recinto se
encierra un maravilloso conjunto medieval”. Declarado el día 21 enero del año
1949 publicado en el BOE número 33 del 2 febrero del año 1929, página 560.
[3] Uno de los criterios
señalados para su incorporación en la lista de la UNESCO fue que “las murallas
de Cáceres aportan un testimonio excepcional de las fortificaciones realizadas
por los almohades en España. Comparada con la Torre de Espantaperros de Badajoz
o la Torre del Oro en Sevilla, la Torre Mochada de Cáceres se integra en un
conjunto de muros y torres representativo y largo tiempo conservado”. Cit. MOGOLLON CANO-CORTES, P: La restauración monumental durante la
posguerra en Extremadura y la Dirección General de Bellas Artes, 1940-1958,
op. cit., p. 91..
[4] El yacimiento
arqueológico de Cáceres el Viejo se
identifica con Castra Caecilia, un campamento romano fundado por el general
Cecilio Metelo durante las guerras sertorianas, en torno al año 80 a. C. ,
coincidiendo con los datos proporcionados por el Itinerario de Antonino.
Cáceres el Viejo es uno de los pocos
restos de campamentos de época republicana en la Península
Ibérica. El campamento es de grandes dimensiones, y debió de perdurar
bastantes años a juzgar por los restos de construcciones y la riqueza de los
objetos hallados. Está en un recinto rectangular definido por una muralla de mampostería
de cuatro metros de anchura y un doble foso que la rodea. SÁNCHEZ ABAL, J. L:
“Algunas consideraciones sobre el campamento de Cáceres el Viejo”. Actas de las II Jornadas de Metodología y
Didáctica de la Historia (Historia Antigua). Cáceres, 1984, pp. 159-167.
[5] Campamento fundado
el 109 a. C. por Servilio Cepión para su lucha contra los lusitanos.
[6] L. CORNELIO.
BALBO.IMP.C. NORBA. CAESA PATRONO. Esta lápida honorífica se encuentra
actualmente en el Ayuntamiento de Cáceres.
[7] Vid. GARCIA BELLIDO,
A: “Fundación de Norba”. BRAH, CLIX,
1946, p. 43; FLORIANO CUMBREÑO, A.C.: Cáceres
ante la historia. La cuestión crítica de la fundación y nombre de Cáceres.
Cáceres, 1931, pp. 3 y ss. HURTADO DE SAN ANTONIO, R: Corpus Provincial de inscripciones latinas - Cáceres. Cáceres,
1977, p. 97
[8] Hübner la conocido
por Masdeu y demostró que la auténtica en su obra HÜBNER: “Situación de la
antigua Norba”. Boletín de la Real
Academia de la Historia, número I, Madrid, 1877, pp. 87-97. CIL, 694.
Lamentablemente ha desaparecido.
[9] Del
árabe proviene el nombre actual de Vía de la Plata, denominación de la calzada
romana que unía Astorga con Mérida (del árabe balata,
calzada, de donde derivó -por corrupción- la palabra "plata").
[10] “…Norbensis
Caesarina cognomine contributa sunt in eam Castra Servilia, Castra Caecilia”.
PLINIO: Historia Naturalis, IV, 117.
[11] Según las fuentes
antiguas. PLINIO: Historia
Naturalis, op. cit. PTOLOMEO: Tablas Geográficas, II- 5-6.
[12] Estamos de acuerdo
con TORRES BALBAS: “Cáceres y Cerca Almohade”. Al-Andalus, XIII, fas. 2. Madrid, 1948, p. 464; BELTRAN LLORIS, M:
“La Arqueología romana de Cáceres”. Caesaraugusta,
39-40. Zaragoza, 1975-1976, pp. 103-108; MÉLIDA, J. R: Catálogo Monumental de España (Provincia de Cáceres). Madrid,
1914-1916, pp. 67-68.
[13]
NAVAREÑO MATEOS, A: “El castillo bajomedieval: arquitectura y táctica
medieval”. Gladius, vol. Especial,
Actas del I Simposio Nacional “Las Armas en la Historia“ (siglos X-XIV). 1988,
pp. 113-152.
[14] Ordenanzas
municipales para la ciudad de Cáceres, aprobadas por el Sr. Gobernador Civil en
7 abril 1891. Imprenta librería y encuadernación de Nicolás M. Jiménez, p. 57.
Concretamente el artículo 441: “Las
murallas antiguas de esta población, serán derruidas y sus terrenos se irán
agregando a los solares y casas colindantes conforme la ley de parcelas
vigente, según se vayan construyendo aquellos o reedificándose éstas, debiendo
los propietarios a tenerse en las nuevas construcciones corre edificaciones a
disposiciones de estas ordenanzas y previo el pago del valor que se asigne a
las parcelas que se les apropien”. Vid. PULIDO CORDERO, M y CERRILLO Y
MARTIN DE CACERES, E: “Sobre una desaparecida torre de la muralla de Cáceres”. Norba, Revista de Historia, Vol,. 18,
Uex, Cáceres, 2005, pp. 147-161.
[15] PACHECO PANIAGUA, J.
A: Extremadura en los geógrafos árabes.
Badajoz, 1991, pp. 23 y 42. PEREZ ALVAREZ, M. A: Fuentes árabes de Extremadura. Cáceres, 1992, p. 28. El prof. Callejo consideró que derivaría el
nombre actual de Cáceres del árabe Qázris, vid. CALLEJO SERRANO, C: El origen y el nombre de Cáceres. De Norba
a Qazris y a Cáceres. Cáceres, 1962, p. 109.
[16] C.
MAZZOLI-GUINTARD: Villes d´al-Andalus. L´Espagne et le
Portugal à l´époque musulmane (VIIIe- XVe siècles), Rennes, 1996, p.
316.
[17]
MÁRQUEZ BUENO, S y GURRIARÁN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres: aspectos
constructivos, formales y funcionales”, en Arqueología
y Territorio Medieval (10.1), 2003, p. 60.
desarrollo”, Genèse de la ville islamique en al-Andalus et au Magreb Occidental,
Madrid, 1998, pp. 172 a 179; “Urbanismo islámico en la Raya de Portugal”, Jornadas
de cultura hispano-portuguesa, Madrid, 1999, pp. 229 a
254.
[19]
TORRES BALBAS, L: “Cáceres y su cerca almohade”. Revista Al-Andalus, XIII, 1948, pp. 443- 472. Para lo cual recurre al
testimonio de al-Idrisi donde se refiere cómo en ella “se reunían allí para ir a robar y saquear el país de los cristianos”. AL-IDRISI:
Description
de l´Afrique et de l´Espagne, Trad. R. Dozy y M. J. de Goeje,
Amsterdam, 1969, p. 227.
[20] VALDES FERNANDEZ, F:
“La fortificación islámica en Extremadura resultados provisionales de los
trabajos en las alcazabas de Mérida, Badajoz y Trujillo y en la cerca urbana de
Cáceres”. Extremadura Arqueologica, II, Mérida, 1991, pp. 547-557.
[21] MARQUEZ BUENO, S y
GURRIARAN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos,
formales y funcionales”. Arqueología y
Territorio Medieval. Número 10, 1. Madrid, 2003, pp. 57-118; RODRIGUEZ
CEREZO, M. G: “La muralla musulmana de Cáceres”. Alcantara, 15. Cáceres, 1989,
pp. 95-105.
[22] CALLEJO SERRANO, C: Cáceres monumental. Los monumentos
cardinales de España, XXV. Segunda edición, Madrid, 1972, p. 29
[23] Es
importante destacar que con motivo de la guerra con Portugal y la de Sucesión
de Felipe V, se construye en el año 1629 una nueva muralla que se refuerza
entre los años 1644 y 1705 para esos fines. No obstante, los restos de esta
última han desaparecido totalmente.
[24]GIBELLO BRAVO, V: El poblamiento islámico en Extremadura,
op. cit, p. 178.
[25] Según PUBLIO
HURTADO, que nos ofreció una reconstrucción aproximada e ideal de la mezquita
de Cáceres en su obra La parroquia de
San Mateo de Cáceres y sus agregados. Cáceres, 1918, p. 13.
[26] Vid. PIZARRO GÓMEZ,
F. J: Cáceres, paisajes urbanos de
Extremadura. Cáceres, 2002, p. 26. Diversas fuentes históricas confirman
que Cáceres tuvo un alcázar y que fue derribado por orden de Pedro I en el año
1367, del cual aún se conserva el aljibe en el actual Museo Arqueológico
Provincial. Vid. PAVON MALDONADO, B:
Tratado de arquitectura hispano musulmana I. Agua (aljibes, puentes,
acueductos, jardines, desagües de ciudades y fortalezas, ruedas hidráulicas,
baños, corachas). Madrid, 1990, p. 33; PAVON MALDONADO, B: “Arqueología musulmana en Cáceres”. Revista Al-Andalus, vol. XXXII, fasc. 1, 1967,
p. 183; MELIDA, J. R: Catálogo Monumental de España. Provincia de
Cáceres, Madrid, 1924, pp. 233-239.
[27] MOGOLLON
CANO-CORTES, P: El mudéjar en
Extremadura. Salamanca, 1987, pp. 139-140. PAVON MALDONADO, “Arqueología
musulmana en Caceres”, op. cit., p. 205.
[28] VALDES FERNANDEZ, F:
“el urbanismo islámico de la Extremadura leonesa: Cuatro pautas de desarrollo”.
En Genèse de la ville islamique en
al-Andalus et au Magreb Occidental. Madrid, 1998, pp. 172-179; VALDES
FERNANDEZ, F: “Urbanismo islámico en la raya de Portugal”. Jornadas de cultura hispano portuguesa. Madrid, 1999, pp. 227-254.
[29] MARQUEZ BUENO, S y
GURRIARAN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos,
formales y funcionales”, op. cit., p. 66.
[30] MARQUEZ BUENO, S y
GURRIARAN DAZA, P: “La muralla almohade de Cáceres, aspectos constructivos,
formales y funcionales”, op. cit., p. 66.
[31] Archivo Municipal de
Cáceres. Libro de acuerdos, 1751-1754, 27 de noviembre de 1751 “Real Facultad
concedida a esta villa para demolición de las murallas”. Ordenanzas municipales para la ciudad de
Cáceres, aprobadas por el Sr. Gobernador Civil en 7 de abril 1891. Imprenta
librería y encuadernación de Nicolás M. Jiménez, p. 57, donde se especifica la
permisividad para la demolición de murallas. Vid. SALAS MARTIN, J: “Las
murallas romanas de Cáceres”. Actas de
las II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia (Historia Antigua).
Cáceres, 1984, pp. 140-150.
[32] El Ayuntamiento de
Cáceres acordó el día 26 de junio de 1914 derribar “un trozo de la muralla romana y árabe que amenazaba ruina, por estar
socavada y a ver desprendimiento de piedra durante muchos años sobre los
corrales de casas de la calle del Postigo y esto en una amplitud de 12 m…, como
la muralla forma una de las de la calle llamada del Adarve de Santa Ana
quedaría rota la línea del muro”. Hubo muchas protestas como la de la
Comisión de Monumentos y algunos investigadores locales. El Bloque del 23-V-
1914; en El Reformista, 25-VI- 1914; Diario de Cáceres el 27-VI- 1914 y 7-VII-
1914.
[33] Nombre que ya
encontramos en el año 1592 en una escritura que nos fija la situación de la
Torre del Horno y la diferencia de la torre de la Yerba: “Pedro Hernández Vázquez, armero, vecino de Cáceres reconoce a favor de
Leonor Espadero, un censo sobre la casa que tiene en la colación de Sr. San
Juan arraval desta villa a do dizen las peñuelas, la qual casa linda con casa
de Alonso López cerero y con casa de Sancho Martyn, sastre, y por las espaldas
alinda con el muro desta villa y con la torre que dizen del horno”. Archivo
de Protocolos, Juan Romero, 17 de marzo de 1592. Archivo Municipal de Cáceres.
[34] Vid. MELIDA, J. R:
“Murallas de Cáceres”. en Boletín de la
Real Academia de la Historia, XCVII, Madrid, 1930, pp. 5-8.
[35] Biblioteca Nacional. Sección de
Mss, núm. 430.
[36] FLORIANO CUMBREÑO, A: Guía histórico artística de Cáceres.
Diputación Provincial de Cáceres, 1952, p. 94.
[37] según Tomás Pulido y Pulido esta
pintura sería a imitación de la de la catedral de Sevilla. PULIDO y Pulido, T: Datos para la historia artística cacereña,
Cáceres, 1980, pág. 247. Está clara esta versión de Pulido pues en la escritura
de obligación firmada por el pintor ante
Diego Pacheco en Cáceres a 23 de octubre de 1547 así lo expresa: “Sepan quantos la presente escritura de
obligación vieren como yo Lucas Holguyn, pintor e vezino que soy de la noble
villa de caçeres digo que me obligo por mi persona e bienes presentes e futuros
de pintar e que dare pyntada en el
frontispicio de la capilla questa hecha sobre la puerta nueva de la dicha villa
una imagen de nuestra señora que ymite a la de lantigua de nuestra señora de la
cibdad de Sevilla con dos angeles que la estén coronando todo de pinzel e
colores al fresco..”Archivo Histórico Provincial, leg. 4110, foñl. 214 vº.
[38] “…. escrivano se avia obligado de hazer una ymajen de nuestra señora que
ymitase a la ymajen de nuestra señora de lantigua de la cibdad de sevilla, la
qual e otras ymajenes e armas e cosas avia de hazer e pintar sobre la puerta
nueva de la dicha villa e por çierto presçio de mrs. e hanegas de trigo segund
se qontiene en la dicha escriptura de obligación a la qual se rrefirio que
agora añadiendo fuerça a fuerça, e contrato a contrato se obligava e obligo por
su persona e bienes que juntamente con él començara e acabara la dicha obra
lesmes az(..)maestro pintor que al presente estava en la dicha villa e yo el
dicho lesmes az (..) no alçare mano e sino acabare la dicha obra que quiere
quel dicho señor corregidor a su costa enbye de Sevilla o de otra qualquier
parte que quysiere por maestro que haga e acabe..” Archivo Histórico
Provincial, leg. 4110, fol. 234.
[39] “….y asi mismo doy fee que con ocasión de aber benido a esta Villa un
Maestro de Obras llamado Churriguera, el que bino de orden del conde de la
Enjarada, cuya es la obra que yntenta hazer, a reconozerla y abiendola tomado
por su quenta se demolienron dos varas y media más de la Muralla en lo largo y
de alto abajo por la puerta del Adarve correspondiente a los corrales de Joseph
Mayoralgo, de forma que a quedado la rotura de la muralla por donde estava la
puerta de la villa y Nicho de Nuestra Señora de la Estrella….” (12 de
agosto de 1726, copia del Expediente del Archivo Histórico Nacional, leg. 35,
p. 11.). Cit. VELO Y NIETO, G: El Arco de la Estrella (Cáceres, siglo
XVIII). Cáceres, 1960, p. 39.
Declaración de los maestros de obra, copia del Expediente del Archivo Histórico
Nacional, leg. 35, pp. 54-56.
[40] “EL AÑO DE 1726 / SE EDIFICO
ESTA PVERTA / NUEV. DE ESTA M. N. Y L. VI / LLA DE CAZ. SIEND. CORREG. / DN.
FRAN. DEL CASTILLO Y DE LA / CONCHA A EXPENSAS / DE DN. BERNARDINO DE CA /
RVAXAL MOTEZUMA CON / DE FE DE LA ENXARADA / FUE EL MO. MANL DE LARA”.
[41]
VELO Y NIETO, G: El arco de la Estrella
(Cáceres, siglo XVIII). Cáceres, 1960.
[42] “para dar un acceso digno al
casco antiguo por el arco de la Estrella y Torre de Bujaco, y mediante una
reducción en la altura se logrará el poder admirar la Torre de los Púlpitos
desde la Plaza Mayor”. Ministerio de Cultura. Archivo General de la
Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
[43] GONZALEZ VALCARCEL, J. M:
“Treinta años de restauración monumental en Cáceres”. Revista de Estudios Extremeños, tomo XXVI, número 2, Badajoz, 1970,
p. 273 y ss.
[44] GONZALEZ VARCARCEL, op. cit., p.
280.
[45] Ministerio de Cultura. Archivo
General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
Proyecto de obras urgentes en las murallas de Cáceres.
[46] Ministerio de Cultura. Archivo
General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja
26/00384.proyecto de obras de conservación de las murallas de Cáceres.
[47] MOGOLLON CANO-CORTES, P: La
restauración monumental durante la posguerra en Extremadura y la dirección
general de Bellas Artes, 1940-1958. Cáceres, 2011, p. 94.
[48] Ministerio de Cultura. Archivo
General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000 caja 26/00384.
[49] MOGOLLON CANO-CORTES, op. cit.,
p. 95.
[50] Ministerio de Cultura. Archivo
General de la Administración, Alcalá de Henares IDD (03) 115.000.
[51] GONZALEZ VALCARCEL, J. M:
“Treinta años de restauración monumental en Cáceres”, op. cit., pp. 280-281.
[52] Ibídem, p. 274.
[53]
V.V. A.A.: Extremadura
restaurada. Quince años intervenciones en el Patrimonio Histórico de
Extremadura. Salamanca, 1999, p. 62.
[54] SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, C: “Las
murallas de Cáceres. Excavaciones y novedades en la Ronda de Mira al Río”. Actas de las Jornadas de Arqueología urbana
en Cáceres. Investigaciones e intervenciones recientes en la ciudad de Cáceres
y su entorno (editor, primitivo Javier Sanabria Marcos). Memorias del Museo
de Cáceres, Cáceres, 2008, pp. 233-246.
[55] SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, op. cit., p.
234.
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