LOS
RESTOS PREHISTORICOS DE CAÑAMERO
La fertilidad natural del suelo, unida a la
gran abundancia de aguas, clima y excelente posición geográfica, determinaron
el poblamiento de esta comarca desde tiempos remotos que se pierden en la bruma
prehistórica. Útiles de la industria lítica se han localizado en las Mesas de
las Rañas y en las terrazas del río Ruecas, consistentes en cantos rodados,
raederas, bifaces. Mario Roso de Luna descubrió a principios del siglo XX en la
Dehesa del Porrero, junto al río Ruecas varias hachas de fibrolita, de perfil
semiovoideo, pulimentadas y finamente ejecutadas[1].
Los primeros utensilios humanos, se han encontrado en las rañas más orientales
consisten en piedras hábilmente talladas que fueron transformadas en
herramientas cortantes, los restos más numerosos e interesantes datan del
Neolítico.
En su término municipal se ha localizado un
importante conjunto de pinturas rupestres esquemáticas, formado por más de una
decena de estaciones distribuidas a ambos lados del río Ruecas, en las terrazas
del mirador y detrás del castillo, clara vía de penetración prehistórica hacia
la zona montañosa de las Villuercas, destacando la Cueva Chiquita o de Álvarez[2],
el cancho de la Burra, las pinturas de Asunción, de la Rosa y los Vencejos, del
Batán o en La Madrastra[3].
Nos encontramos ante varios conjuntos de pinturas esquemáticas trazadas
generalmente en las superficies rocosas más pulimentadas y visibles de las
covachas, abrigos o paredes al aire libre, que se han conformado en los
afloramientos de cuarcitas. En Cañamero es donde han aparecido la mayor
densidad de pinturas esquemáticas de las Villuercas así como en los abrigos de
las proximidades de Berzocana, desde que las descubriese en 1916 el abate
francés Henri Breuil, respondiendo a figuras de tamaños pequeños, pintadas con
un solo color, en tintas planas de tonos rojos, a los que siguen en abundancia
pigmentos negros o blancos. Formas humanas o de animales y signos, encontrando
las estaciones pictóricas más impresionantes en la margen derecha del río
Ruecas, en las umbrías de la Sierra de la Madrila y la del Pimpollar.
Menos abundantes son los conjuntos de
grabados rupestres. Se trata de cazoletas, series de trazos o figuras muy
esquematizadas, inscritas en superficies rocosas, contando con importantes
ejemplos en Cañamero concretamente en el lugar conocido como Vaciancha.
También nos encontramos con
restos de viviendas o chozas presumiblemente circulares, su construcción arranca directamente de la
roca madre sin ningún tipo de cimentación, a lo sumo se aplanaba el terreno y
se desbastaba la superficie de la roca para colocar las primeras hiladas. A
continuación se levantaba el muro sin argamasa y se cubrían los huecos con
barro. La estructura se remataba con una cubierta vegetal compactada con pellas
de barro. Este tipo de hábitat es muy característico de la última etapa del
Bronce.
Próxima a una de las
viviendas hay una peña con cazoletas. Una de las cuestiones que más incógnitas han provocado a los arqueólogos
a la hora de datar y ofrecer una explicación coherente son las cazoletas. Se conjetura que las ha ido creando la
naturaleza con el tiempo, sin que el hombre haya intervenido para nada. Pero es
cierto, sin embargo, que algunas de las cazoletas que presentamos en este
estudio presentan circunstancias y características que hacen sospechar que,
sobre una base natural, alguien en algún tiempo y por alguna circunstancia las
ha transformado por algo y para algo que no conocemos. Las cazoletas
localizadas tienen un diámetro aproximado de entre 10 y 15 mm, se encuentran agrupadas. Es difícil
encontrarle el significado concreto. Lo primero y más importante en estos casos
es saber discernir lo hecho por la naturaleza de lo que no lo es. Cuando
estamos seguros de lo segundo es cuando comienza la investigación arqueológica.
Algunos investigadores indagan la relación que pudiera
existir entre la colocación de las cazoletas sobre las peñas y las visiones del
cielo. Con modernos mecanismos de medición están encontrando relaciones
evidentes entre fenómenos periódicos de tipo climático (equinoccios,
solsticios…) y algunos casos de cazoletas. Esto pudiera tener una explicación
sencilla en unas sociedades en las que no existían los mecanismos para saber
las horas, el tiempo, etc. Sabían de la periodicidad de los fenómenos en el
cielo porque los veían y tenían que fijar pistas para detectarlos. De hecho, muchas de las tareas de su economía
agraria estaban basadas en los ciclos del sol, por lo tanto era preciso
conocerlos con exactitud. Evidentemente esos lugares se convertían en sitios
sagrados y como tales, teniendo en cuenta que su uso era durante mucho tiempo,
se dejaban marcas unas veces simbólicas y otras destinadas a marcar pistas para
la detección de los fenómenos celestes que les interesaran. Algunas de esas
marcas eran las cazoletas aludidas y en las que a través de su estudio parece
evidente que al menos las de algunos puntos tenían que ver con la observación
fenómenos celestes, pero en otros no, lo cual indica que su cometido no era exclusivamente
astronómico.
También, pudiera darse el caso de que las cazoletas
fueran huecos para contener líquidos utilizados para un determinado ritual, ya
que algunos pueblos actuales de estructura primitiva labran estas cazoletas
buscando recoger el ellas el agua lustral, por ejemplo el agua procedente del
rocío. En otro caso, podemos relacionarlas con lugares donde van a reunirse
para honrar a una divinidad y de paso comunicarse inventos y adelantos,
cambiarse productos. También, por la disposición de las mismas, pudiera
tratarse de algún tipo de juego primitivo e incluso, hemos llegado a aventurar
la hipótesis de encontrarnos con los más primitivos planos de una tribu, la ubicación
de sus chozas.
Del Neolítico se conservan los dólmenes del
Rosano y el de La Olivilla. Al popularmente conocido dólmen de las Brujas se
puede acceder una vez visitado el castillo, desde este peñón donde otea la
fortaleza árabe, tras un suave descenso llegamos al collado de la Escarihuela.
Continuando ladera abajo llegamos al conjunto arqueológico de El Mirador, allí
está el dólmen, que recibe ese popular nombre por la tradición villuerquina de
brujas blancas. Igualmente, hemos hallado restos de un castro en la ladera del
castillo, la zona Oeste. Entre los restos encontrados se hallan hachas de
piedra, restos de muros convertidos en majanos, ruedas de molino de piedra,
cerámica fina y tosca, etc.
En los alrededores del casco urbano existen
vestigios de los castros conocidos como Castillejos y Cenal. En el municipio
fue localizada por don Juan Maldonado Otero una estela de pizarra con
caracteres ibéricos en la que podemos leer según los vocablos: “RAIATA”. La
estela fue hallada junto a varios útiles mineros, un puñal de hoja triangular,
una punta de flecha y un torqués de bronce, catalogados y conservados en el
Museo Provincial de Cáceres. Hallazgos que según la interpretación fidedigna de
don Juan Gil Montes confirman los contactos comerciales y culturales que
existieron entre los pobladores de nuestra comarca y el mítico reino de
Tartessos, situado en la desembocadura del Guadalquivir, donde afluían los
viajeros procedentes del Mediterráneo para adquirir estaño.
Del proceso de romanización se han localizado
restos de villas en La Olivilla, Las Víboras, Los
Carrascales y en la Dehesa Boyal, habiéndose localizado en superficie abundantes tégulas, cerámicas y
monedas. En el siglo IV, existía una importante
villa romana que explotaba el rico valle del Vacianchas y que sirvió, en
sucesivas etapas, como núcleo de población aglutinante de lo que sería el
futuro Cañamero.
Cañamero
y su entorno han mantenido potencialmente la existencia de filones mineros
desde su explotación en época romana, destacando los filones con material de
hierro en Cañamero[4] y las
minas de fosforita de Logrosán en el Cerro de San Cristóbal[5].
También, hemos de tener en cuenta que la población se encuentra ubicada próxima
a la calzada romana, en el trazado entre Emérita
Augusta (Mérida) y Toletum (Toledo)[6]
discurre en gran parte por las estribaciones de la Sierra de las Villuercas
donde nos encontramos con el Puerto Llano de Cañamero (700 m.) y el Puerto de
San Vicente (800 m.). El Puerto Llano o Puerto de Cañamero
debe su nombre a que se remonta fácilmente desde una gran plataforma que se
extiende al pie de su ladera suroeste, formando una meseta de numerosos
kilómetros cuadrados denominada Las Mesas de las Rañas en
Cañamero, y los baluartes orográficos del Puerto de San Vicente.
Calzada que nacía en Mérida y continúa por la mansio Lacipea, estación caminera que era también usada para llegar hasta las ciudades de Metelinum (Medellín) al sur y a Turgalium (Trujillo) al norte. Atravesando las Vegas Altas del Guadiana por Rena en dirección a la mansio Leuciana (cerro del Castillejo de Madrigalejo), continuando por las Vegas del Ruecas hasta la antigua Venta de Valdeazores, sobre el viejo camino medieval de Guadalupe a la Dehesa de Valdepalacios y en dirección a las Rañas de Cañamero, hasta llegar primero a la Venta de La Laguna y después al Puerto Llano, donde ambas vías se separan, una en dirección norte, por el valle de Valtravieso buscando el Puerto de la Cabeza de la Brama y el valle del Ibor para alcanzar finalmente Augustóbriga (Talavera la Vieja).
Calzada que nacía en Mérida y continúa por la mansio Lacipea, estación caminera que era también usada para llegar hasta las ciudades de Metelinum (Medellín) al sur y a Turgalium (Trujillo) al norte. Atravesando las Vegas Altas del Guadiana por Rena en dirección a la mansio Leuciana (cerro del Castillejo de Madrigalejo), continuando por las Vegas del Ruecas hasta la antigua Venta de Valdeazores, sobre el viejo camino medieval de Guadalupe a la Dehesa de Valdepalacios y en dirección a las Rañas de Cañamero, hasta llegar primero a la Venta de La Laguna y después al Puerto Llano, donde ambas vías se separan, una en dirección norte, por el valle de Valtravieso buscando el Puerto de la Cabeza de la Brama y el valle del Ibor para alcanzar finalmente Augustóbriga (Talavera la Vieja).
En
la plaza del “pueblo de abajo” o villa vieja de Cañamero aparecieron en el año
1972 tres inscripciones funerarias que se conservan en el Museo Provincial de Cáceres. Una de
ellas, es un ara votiva romana (foto 4) de piedra granítica rojiza en la que
leemos: “Marti/ Avgv(s)/tinv(s)/ ser(vvs)/ e(x) i(ussu)/ v(otvm) s(olvit)
m(erito)[7].
Esta ara está coronada por el foculus de forma circular, en el centro del mismo
se ha grabado el nombre de la divinidad: Marte. Fue donada al Museo Provincial
de Cáceres por Roso de Luna en el año 1902[8].
En el citado Museo Provincial se expone una
estela de granito (foto 5) fragmentada que formaba parte del pavimento de la
plaza de la villa vieja. Fue localizada por Juan Gil Montes y donada al Museo
Provincial de Cáceres por el Ayuntamiento de Cañamero, puede leerse en este
epitafio doble: "D(is) M(anibus) S(acrum)/ Eburus / (Tauri) f(ilius)/
an(norum) LXIII / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi)/ t(erra) l(evis) Abita.
D(is) M (anibus)
s(acrum)/ Succ(e)ssa / Succ(e)ssi f(ilia)/ an(norum) LIII / hi(c) s(ita) e(st)
s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / ITM"[9].
Es importante tener en cuenta que por Puerto Llano
pasaba una de las vías romanas que unían las ciudades de Mérida y Toledo,
camino que perdurará durante toda la Edad Media con el nombre de “camino
sevillano”.
BIBLIOGRAFÍA
BREUIL, H: Les peintures rupestres schématiques de la Péninsule
Ibérique, tomo 2 Bassin du Guadiana, Lagny, 1933.
CABRÉ AGUILÓ, J: Arte rupestre en España. Madrid, 1915.
CALLEJO SERRANO, C: “Novedades y correcciones
a la epigrafía de Cáceres”. Biblioteca
Real Academia de la Historia, CLI, Madrid 1962, pp. 127 y ss.
CORRAL VAL, L.: Los monjes soldados de la Orden
de Alcántara en la Edad Media. Castellum, Madrid, 1999.
ESTEBAN ORTEGA, J: Corpus de Inscripciones Latinas de Cáceres. II Turgalium, Cáceres,
Universidad de Extremadura, 2012.
ESTEBAN ORTEGA, J y SALAS MARTÍN, J: Epigrafía romana y cristiana del Museo de
Cáceres. Cáceres, 2003.
FERNÁNDEZ JIMÉNEZ, F: “Los caminos de Córdoba
hacia noroeste en época musulmana”. Al-Andalus, XXXII (1967), pp. 74 ss.
FERNÁNDEZ OXEA, J. R: “Nuevas pictografías y
petroglifos en tierras cacereñas”. Revista
de Guimaraes, vol. LXXIX, núms. 1-2, 1969, pp. 41-44.
GARCIA ARRANZ, J. J: La pintura
rupestre esquemática en la comarca de las Villuercas. Institución Cultural
“El Brocense”. Cáceres, 1990.
GARCÍA ARRANZ, J. J: "Los animales en la pintura rupestre
esquemática de las Villuercas". Revista Alcántara, mayo-agosto, número 20, Cáceres, 1992.
GONZÁLEZ CORDERO, A: "Repoblación
islámica en la sierra de las Villuercas o la articulación de un sistema
defensivo al Sur de la marca media del Tajo (Al-Tagr Al Awsat). Revista Sociedad Arqueológica de Extremadura,
2001, pp. 42-46.
GONZÁLEZ CORDERO, A y DE ALVARADO GONZALO, M:
“Nuevos abrigos con pinturas esquemáticas en la provincia de Cáceres”. Actas
del XXI Congreso Nacional de Arqueología. Teruel, 1991, Zaragoza, Departamento
de Educación Cultural, Diputación General
de Aragón, vol. III, Zaragoza, 1991, pp. 733-747.
GONZÁLEZ CORDERO A y DE ALVARADO GONZALO, M:
“Pinturas y grabados rupestres de la provincia de Cáceres. Estado de la
investigación”. Extremadura Arqueológica
II, Mérida, 1991, pp. 139-156.
.
GONZÁLEZ CORDERO A y DE ALVARADO GONZALO, M:
“Nuevos conjuntos esquemáticos de Las Villuercas cacereñas”, en R. de Balbín
Behrmann y P. Bueno Ramírez (eds), II
Congreso de Arqueología Peninsular, tomo II. Zamora, 1991, pp. 281-290.
GUTIÉRREZ ELORZA Y VEGAS: “Consideraciones
sobre la estratigrafía y tectónica del Este de la Provincia de Cáceres”. Estudios Geológicos, vol. XXVIII,
C.S.I.S. Madrid, 1971.
MÉLIDA ALINARI, J. R: Catálogo Monumental de
España. Provincia de Cáceres (1914-1916). Madrid, 1924.
NAVAREÑO MATEOS, A y GARRIDO SANTIAGO, M y
otros: "El abrigo de Asunción (monte del Castillo, Cañamero). Facultad de
Filosofía y Letras. Cáceres, 1976.
RIVERO DE LA HIGUERA, M: "Nuevas
estaciones de pintura rupestre esquemática en Extremadura". Zephyrus, XXIII-XXIV, Salamanca, 1972-73, pp. 287-312.
RODRÍGUEZ DE LAS HERAS, A y GIL MONTES, J:
"Últimos hallazgos de pintura rupestre esquemática en las
Villuercas". Actas del V Congreso de
Estudios Extremeños. Badajoz, 1976, pp. 68-78.
RUBIO ANDRADA, M:
"Reflexiones en torno a cuatro escenas de contenido cinegético
representadas en la pintura rupestre esquemática de la provincia de
Cáceres". Actas de los XXIII
Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 1994, pp. 425-439.
SÁNCHEZ GÓMEZ, J. L: "Ensayo
metodológico para el estudio del arte rupestre", XVI Congreso Nacional de Arqueología. Zaragoza, 1983, pp. 407-415.
SÁNCHEZ GÓMEZ, J. L: "Acerca de la
coloración en las pinturas rupestres prehistóricas". Zephyrus, XXXVI, Salamanca, 1983, pp. 245- 153.
SANGUINO, J: "Nota epigráfica. Extracto
de los acuerdos tomados en la sesión de 6 de junio de 1900. Revista de Extremadura, 2, 274-275.
SOS BAYNAT, V: “Geología y morfología de las
Sierras de las Villuercas”. Revista de
Estudios Geográficos, números 61 y 62, 1956.
VALVERDE, J. A: Anotaciones
al Libro de la Montería del rey Alfonso XI (1ª edición). Salamanca. Versión actualizada (2009, Ediciones
Universidad de Salamanca).
VELO Y NIETO, G: La Orden de Caballero de
Monfrag. Madrid, 1950.
[1]
MÉLIDA ALINARI, 1924, 12.
[2]
CABRÉ, 1915; BREUIL, 1933; MÉLIDA, 1924; HERNÁNDEZ PACHECO, 1952;
FERNÁNDEZ OXEA, 1969, 41-44; GIL MONTES y RODRÍGUEZ DE LAS HERAS, 1976, 68-78;
GONZÁLEZ CORDERO y DE ALVARADO GONZALO, 1991, 139-156; 1991, 281-290; 1993,
18-25; GARCÍA ARRANZ, 1990 y 1992; GARCÍA ARRANZ, 2011; V. M. PIZARRO, 2008.
[3]
1994, 45-439; GIL MONTES y RODRÍGUEZ DE LAS HERAS, 1976, 68-78; RIVERO DE LA
HIGUERA, 1972-73, 304.
[4]
CHECKLAND, 1967, 5.
[5]
ÁLVAREZ MARTÍNEZ, 1985, 138; BLÁZQUEZ, 1968, 37; ROSO DE LUNA, 1982, 17-26.
[6]
Itinerario
nº 25 de Antonino Pío: “Alio Itinere ab Emerita Caesaraugustam”. Recorrido diseñado por mi buen amigo Juan
Gil Montes.
[7]
SANGUINO, 1900, 275; CALLEJO SERRANO, 1962, 127; BELTRÁN, 1982, 115; ESTEBAN
ORTEGA y SALAS MARTÍN, 2003, 53-54; ESTEBAN ORTEGA, 2012, 72.
[8]
ROSO, 1900, 322.
[9]
ESTEBAN ORTEGA, 2012, 72-73; ESTEBAN ORTEGA y SALAS MARTÍN, 2003, 54-55;
BELTRÁN, 1976, 24-25. Agradecimiento a don Juan Valadés por permitirnos
realizar foto en el Museo Provincial de Cáceres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario