LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ DE CÁCERES
Junto
a la torre de Bujaco se encuentra la ermita de Nuestra Señora de la Paz. Su
origen hay que buscarlo en la cesión que hizo el Ayuntamiento en el año 1724 de
la antigua ermita de San Benito[1], a la cofradía de Nuestra
Señora de la Paz, para que se reedificase la existente ermita ruinosa para el
culto de su Virgen titular; construyéndose también una casa para el ermitaño,
junto a la misma, con acceso frente al Arco de la Estrella.
Se
debía tener una gran devoción a la imagen de Nuestra Señora de la Paz en la
ciudad de Cáceres ya que en el año 1712 por iniciativa del beato Lázaro Lasso
se colocó una imagen bajo esta vocación en la parte alta del Portal Llano,
sobre el escudo de armas de la entonces Villa, alumbrada por dos faroles, que
se encargaron de mantener iluminado los vecinos, evitándose de esta forma
también ahuyentar con la luz a los posibles malhechores[2]. Es un dato importante
según el cual entendemos que por eso la recién fundada Hermandad de Nuestra
Señora de la Paz, una vez que el señor obispo Sancho II Antonio de Velunza de
Corcuera aprobase sus Ordenanzas en el año 1720, acudieran posteriormente los
hermanos al Concejo alegando que en el sitio en el que estaba el cuadro con la
imagen de Nuestra Señora de la paz no podría decirse misa, y para tal fin le
pidieron la existente ermita de San Benito, que se encontraba en deplorable
estado (hoy ermita de la Paz) a lo que el Concejo accedió en la sesión del día
24 abril 1724. Construyéndose la citada ermita sobre los restos de la
anteriormente citada ermita de San Benito y se colocó en el altar mayor una
imagen tallada que mandó hacer la Hermandad.
Finalmente en el año 1736 está concluida la obra, se colocó un
retablo procedente del Convento de San Francisco y se realizó una talla de la
Virgen de la Paz, por el artista vallisoletano Pedro Correa, costando
cuatrocientos reales, era por entonces Mayordomo Pedro Sarmiento y Pizarro. Es
la imagen que en la actualidad está en su ermita, talla policromada, siendo
bendecida por el Obispo de Coria don Miguel Vicente Cebrián y Agustín, la
Capilla la bendijo don Juan de la Mata y Vivero, vicario eclesiástico y cura de
Santa María, el 28 de diciembre de 1736, festividad de los Santos Inocentes. La
noche del 23 de enero de 1737 en procesión solemnísima se trasladó a la imagen
de la Virgen de la Paz, desde Santa María hasta su nueva ermita, acompañada por
las imágenes de San Benito y San Juan Evangelista, anteriores titulares de
aquella recién restaurada ermita.
Ya, en el año 1733 el Concejo en sesión municipal había donado una
campana que servía para convocar a los ediles a reunión, a fin de que fuese
colocada en el tejadillo, con la única condición que pudiese utilizarla el
Concejo cuando lo necesitase[3]. La imagen de la Virgen de
la Paz, que estaba situada en la parte alta del Portal Llano, no fue trasladada
a la ermita, continuó recibiendo culto hasta nuestros días en el mismo lugar.
En el año 1739 se acuerda construir la casa para el ermitaño en el sitio que
anteriormente se utiliza como toril. Años después se realizó el portal
aprovechando las piedras de granito de la muralla.
Recibió
importantes obras de restauración en los años 60 del siglo XX, como anteriormente
se habían efectuado en la escalerilla de acceso a la zona monumental por el
Arco de la Estrella, ejecutada en el año 1741 y modificada después con tramos a
izquierda y derecha de una fuente pública, desaparecida para hacer las amplias
escalinatas que actualmente existen[4]. El ilustrado sacerdote
don Simón Benito nos refiere lo siguiente: “Es
de tres bajas y pequeñas naves, pero con bastante adorno, y tres altares, en
que se celebran misas todos los días de precepto, y la fiesta anual en 24 de
enero, como también la del santísimo Rosario, que sale cantado desde el 3 de
marzo de 1754, y también se reza diariamente”[5]. También, el referido
sacerdote nos indica que de esta ermita, por costumbre inmemorial, sale la
procesión para publicar la bula de la Cruzada, desde que fue titular de ella
San Juan Evangelista[6].
Don
Miguel Ángel Ortí, Cronista de la Ciudad, nos refiere lo siguiente: “ En el año 1568 fue instituida canónicamente
en Cáceres la cofradía de Nuestra Señora de la Paz y Caridad y adscrita a la
parroquia de Santa María. Su fin era el socorro y actos preparatorios para la
asistencia de los reos puestos en capilla. Con fecha 2 febrero 1794 solicitaba
de la Hermandad en la Virgen de la Paz que se le abriera su iglesia, la de la
plaza, para que los días que se hiciera justicia con algún reo, en su portal se
pudieran cumplir los fines de la institución, concediendo a los cofrades lo que
éstos habían solicitado de la Hermandad. Esta cofradía existe todavía –esto
lo escribe el Cronista en el año 1949- con
su reglamento cuyos fines son: fomentar el amor y veneración que de antiguo
viene atribuyéndose la ciudad a la santísima virgen de la paz y caridad que se
venera la parroquia de Santa María la mayor, hacer obras de caridad y
misericordia por todos los necesitados y en particular con los condenados a
pena capital”[7].
Es
una construcción de sillarejo, con una nave de un tramo y presbiterio recto, y
una capilla en el lado del Evangelio. Todos los arcos son de medio punto y las
bóvedas de arista en la nave y la capilla, y semiesférico en el presbiterio.
Se accede al interior por
una puerta en arco de medio punto situada a los pies, precedida de un pórtico
con triple arquería medio punto, cerrada con verja de hierro en la que consta
la siguiente inscripción: ESTA CAPILLA ES DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ. SE IZO
ESTA OBRA AÑO DE 1756. En la parte superior tiene dos escudos con un rosario y
una cruz; las otras verjas se rematan en águila bicéfala coronada en el
anagrama IHS; se conoce la intervención, al menos en los remates, del artista
rejero Juan de Acedo[8]. El edificio fue
construido entre los años 1733 y 1734.
Hoy no se conservan las
obras del pintor vecino de Alcántara, Juan Cordero fue el encargado de realizar
en el año 1764 nueve cuadros (cuatro de ellos representaban a los
Evangelistas), para colocarlos en los arcos de la ermita, costaron 211 reales
incluyendo los soportes para traerlos desde la vecina población de Alcántara,
donde tenía taller establecido, del dorado de los nueve cuadros se encargó
Joaquín Rodríguez, que también realizó el plateado de la lámpara y pintura y
dorado de los muros y columnas, se le abonaron por todo ello 808 reales y 24
maravedíes, aparte de 25 libras de oro[9].
En el presbiterio destaca una mesa de altar, tallada por el tallista Rafael Sayago en el año 1784, costó 1563 reales y 16 mavaredíes, 770 reales por la hechura y la madera, fue dorada por Joaquín Rodríguez y Andrés Gallardo[10].
Hemos
de destacar la imagen de San Benito, obra de la segunda mitad del siglo XVIII,
realizada en madera policromada por el escultor José Proenza[11]. Retablo mayor dorado,
del año 1750, rococó; tiene columnas estriadas con rocallas en las que se
representan motivos de la Pasión, y hornacina central con imagen de la Virgen
con el Niño, bien estofada y encarnada; a los lados, escultura policromada de
Santa Benedictina y Santo Benedicto, del siglo XVII; el remate, el Espíritu
Santo dentro de nubes con querubines. La imagen que preside la hornacina
central del retablo es Nuestra Señora de la Paz, talla policromada, que fue
bendecida por el Obispo de Coria don Miguel Vicente Cebrián y Agustín, el 28 de
diciembre de 1736, obra del artista vallisoletano Pedro Correa por el precio de
400 reales[12].
Se
conserva también en la ermita una imagen de San Juan Evangelista, madera
policromada, del siglo XVIII. Tenemos constancia de los trabajos realizados por
el afamado tallista Vicente Barbadillo que interviene en el año 1758
restaurando el cuadro de San Pedro colocado en el altar de San Benito de esta
ermita, igualmente ejecutó los marcos con decoración de cenefas para los
cuadros que había pintado José Galván y, también realizó el trabajo de yesería
que cubría la cúpula central de la ermita en el año 1763[13]. Por tanto, José Galván
pintó los evangelistas de las esquinas de la cúpula de la ermita, por encargo
del Marqués de Torreorgaz, mayordomo de la cofradía. Para estos cuadros y unos
espejos para el embellecimiento del lugar se encargaron marcos y cenefas de
enlace al citado artista Vicente Barbadillo,
interesantes estas referencias de don Miguel Muñoz de San Pedro, pues
nos ofrece otros datos de sumo interés artístico, los retablos laterales,
sacras, marco del cuadro de la Virgen del Rosario y del de la Indulgencia,
fueron dorados por José Moreno en el año 1773[14], el retablo del altar de
San Pedro fue ejecutado en el año 1775 por el tallista Alonso Felipe Paredes,
natural de Gata, costó 1.143 reales (incluidos los gastos de su colocación).
En
el mes de febrero del año 2012 fue bendecida por el Sr. Obispo don Francisco
Cerro, la escultura de Jesús Condenado, un Jesucristo camino del Calvario
cargando solo el travesaño de la cruz, De tamaño natural, evoca a Jesús camino
del Calvario difiriendo de la representación tradicional al portar sólo el patíbulum o travesaño superior de
la cruz, tal y como avalan algunas investigaciones históricas y textos
bíblicos. La imagen está tallada en
madera de cedro y policromada por el imaginero
sevillano afincado en Cáceres Antonio Fernández Domínguez. La Cofradía
(cuya primera junta tuvo lugar el 14 de octubre de
2011), tiene su sede canónica en el Convento de las Jerónimas, procesionó por primera vez la Semana Santa en
la madrugada del Viernes Santo, vistiendo túnica negra con verduguillo y
guantes del mismo color.
En el año 1865 el pintor Rafael Lucenqui y
Martínez[15]
pintó un cuadro de la Virgen de la Paz o Nuestra Señora del Buen Parto que
reemplazó al que desde el año 1714 había estado expuesto en una hornacina del
Portal LLano o de los Escribanos de la Plaza Mayor hasta que la Asociación
Cultural San Jorge, retiró el cuadro original del pintor Rafael Lucenqui el 11
de julio de 1992 con el propósito de restaurarlo doña María A. González Luceño,
debido a su deterioro, tras haber permanecido expuesto en los soportales
durante 127 años. El proceso de restauración finalizó el 24 de marzo de 1994, y
el cuadro fue colocado encima de la puerta de la Sala de Banderas del
Ayuntamiento. El 20 de febrero de 1997 se colocó una réplica en los soportales
de la Plaza Mayor, una fotografía tratada y enmarcada, que ha tenido que ser
también sustituida por otra al estar deteriorada, descolorida y con
humedades. El original está en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento
cacereño. La obra representa a la Virgen con el Niño en sus brazos y un ángel que,
a la derecha del lienzo, presenta a su Madre una corona. Los personajes forman
una agrupación piramidal que se recorta al fondo. Es un cuadro de excelente
composición y factura para el cual se ha inspirado Lucenqui en algún modelo
mariano del Renacimiento, encontrando en el cuadro soluciones leonardescas y
rafaelescas, lo cual se hace extensivo también a la forma de disponer a Jesús
sobre su Madre[16].
[1] Existen referencias
documentales de la existencia de la ermita de San Benito. Según datos de Tomás
Pulido Pulido: “Reunido el cabildo de la Cofradía del Señor San Benito en su
iglesia, en la placa, el 20 de Agosto de 1610, ante el escribano público, Diego
Martín Pulido, por no haber al presente escribano de la cofradía, el mayordomo
dijo que Pedro Delgado, escribano que fue del Ayuntamiento y de la dicha
hermandad, era difunto por lo que la cofradía tenía necesidad de escribano y
siendo cofrades Francisco de Tovar Velázquez, escribano del Ayuntamiento,
Benito Sánchez Magdaleno, Pedro Pérez de Osma y yo, Diego Martín Pulido. A
continuación, nominalmente, fueron votando los demás hermanos. Surgen
cuestiones por este nombramiento y por otros motivos como el de la petición por
parte de Pedro González, de la llave del cepo y de la troxe de la cofradía que
está en la iglesia que el santo tienen en el campo”.
[2] Según HURTADO, P: Ayuntamiento
y familias cacerenses. Cáceres,
1919.
[3] SELLERS DE PAZ, G: Cáceres visto por un periodista. Cáceres,
1981, p. 284.
[4] SELLERS DE PAZ, G: Cáceres
visto por un periodista, op. cit., p. 284.
[5] BENITO BOXOYO, S: Historia de Cáceres y su Patrona (Historia de
Cáceres y su Patrona (Noticias históricas de la Villa de
Cáceres y Breve noticia del Santuario de Ntra. Sra. de la Montaña), op. cit., p. 110.
[6] BENITO BOXOYO, S: “La Coronación
Cacereña de Nuestra Señora de la Paz”. Revista
de Estudios Extremeños, 1949, tomo V, pp. 11 y ss.
[7] ORTI BELMONTE, M. A: Fundaciones benéficas de la provincia de
Cáceres. Cáceres, 1949, p. 23.
[8] Juan Acedo ejecutó el coronamiento de la reja que cierra el arco
central de la ermita de la Paz en el año 1756 y en el año siguiente las águilas
y remates de las rejas correspondientes a los arcos laterales. MUÑOZ DE SAN
PEDRO, M: “La cofradía cacereña de Nuestra Señora de la Paz”. Revista de Estudios Extremeños, V,
números 1-2, Badajoz, 1949, p. 140.
[9] MUÑOZ DE SAN PEDRO, “La cofradía
cacereña de Nuestra Señora de la Paz”, op.
cit., p. 142. Cit. TERRON REYNOLDS, M. T: Patrimonio
histórico de Extremadura, siglos XVII y XVIII. Salamanca, 1999 , p. 201.
[10] Según Cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Paz recogidas
y anotadas por PULIDO Y PULIDO, op. cit., p. 473.
[11] “Como la deterioradísima y vieja imagen de San Benito desentonaba
del conjunto, se encargó otra nueva al escultor portugués José Proenza que se
encontraba en Cáceres, y talló aquí la que hoy se conserva”. MUÑOZ DE SAN PEDRO, op. cit., p.
144.
[12] MUÑOZ DE SAN PEDRO, M: “La
cofradía cacereña de Nuestra Señora de la Paz”, op. cit., p. 123.
[13] MUÑOZ DE SAN PEDRO, op. cit., 142.
[14] MUÑOZ DE SAN PEDRO, op. cit., p.
143.
[15] Hijo de un pintor polaco
de nombre Antonio que se había asentado en Badajoz, donde posiblemente había
llegado formando parte del ejército napoleónico. Su apellido Luschinski
o Luchensky lo españolizó por «Lucenqui». Bajo la tutela de su padre, el
joven Rafael se inició en el arte de la pintura y la escultura, aunque en 1833 comienza la carrera militar y decide
colgar la paleta y los pinceles, aunque sólo fuera momentáneamente. En 1848, el
año en que toda Europa se veía encendida una vez más por el ardor
revolucionario, Rafael Lucenqui abandona el Ejército y comienza a ejercer como
profesor de dibujo en el Instituto de Cáceres. Desde entonces pudo retomar la
pintura y dedicarse en exclusividad a ella. Su obra, aunque de una calidad
indiscutible, no es muy conocida, ya que la mayoría de los cuadros que pintó
fueron encargos de las principales familias cacereñas y, junto a algunas obras
que seguramente se habrán perdido, la mayor parte se encuentran en manos de
particulares.
Lucenqui falleció soltero y sin descendencia en 1873. Tras de sí dejaba una
profunda huella en algunos alumnos y seguidores, de modo que podemos considerar
a este artista como el precedente en el que se fundamenta la pintura cacereña
de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. PIZARRO GOMEZ, F. J:
“Pintura extremeña del siglo XIX: los Lucenqui”. Norba-Arte, Cáceres, 1989, pp. 175-190; F.
García Morales: «Los Lucenqui extremeños», Hoy, 30 de noviembre de 1983.
[16] PIZARRO GOMEZ, op. cit., p. 189;
M. BAZAN HUERTA, C. MARCHENA GARCIA y PAREDES PEREZ, M: Patrimonio artístico del Ayuntamiento de
Cáceres. Cáceres, 1996. Págs. 78-83.
No hay comentarios:
Publicar un comentario