ÁLVARO
GÓMEZ BECERRA
El absolutismo monárquico
europeo, que pretende abrirse camino en los albores de la Edad Moderna y que
triunfa en el siglo XVIII, es suplantado por el Estado liberal y
constitucionalen la centuria siguiente. El naciente Estado, como persona
jurídica y elemento fundamental del Poder, configura la nueva forma política de
acuerdo con lo que establece la Constitución, vaciando de funciones a la figura
regiadel Antiguo Régimen, como persona natural. La penetración material del
constitucionalismo en España, con la pretensión de cristalizarse en una
realidad política, se produce durante el período invasor de los Bonaparte. Las
Cortes generales y extraordinarias reunidas en la ciudad de Cádiz decretan y
sancionan la Constitución de 1812, influenciada por el iusnaturalismo
racionalista ilustrado y por el proceso constitucional francés,que había
propulsado un Estado liberal de Derecho en los últimos años del Dieciocho.
A este
fenómeno alterador de la realidad política ha de sumarse, de forma encadenada y
simultánea,el drama que supuso el estallido de la guerra de independencia
nacional cuya finalidad era la expulsión de los francesesinvasores. En este
escenario bélico patriótico y, a la vez, liberal y constitucional es en donde
hemos de situar las primeras acciones del cacereño Álvaro Gómez Becerra
(1771-1855).
Nació
en Cáceres el 26 de diciembre del año 1771, era hijo de Pedro Joaquín Gómez,
procurador de número de la villa de Cáceres y de la Audiencia de Extremadura, y
de Teresa de Jesús Becerra Figueredo. Su familia estuvo muy ligada a la familia
Ulloa y Vasconcelos. Sus abuelos paternos fueron Vicente Gómez de Solís y Ana
Flores de Solís; y los abuelos maternos, Juan Becerra y María Teresa Ruiz
Figueredo.
Fue
bautizado en la iglesia de San Juan de los Ovejeros el 1 de enero de 1772.
Después de una tierna infancia en Cáceres y después de haber recibido y
terminado la instrucción correspondiente a su clase entre su familia,
atendiendo a sus recomendables méritos siguió la trayectoria profesional de sus
familiares, Álvaro Gómez Becerra llegó a Salamanca en 1789 a estudiar leyes, a
ese emporio de las letras españolas cuando la Universidad se encontraba en
pleno auge, con insaciable aspiración por conocer las materias jurídicas.
Tras
su formación jurídica en la Universidad de Salamanca a finales del siglo XVIII,
Gómez Becerra vuelve a su Cáceres natal para practicar la abogacía junto a una
naciente y revulsiva Real Audiencia de Extremadura. Con la invasión
francesa,manifiesta una actitud patriótica múltiple, que le lleva al cargo de
Corregidor de Cáceres en 1809, como autoridad delegadadel gobierno central en
la demarcacióndel corregimiento y presidente local de la ciudad cacereña. Con
la extinción de los corregimientos, de origen bajomedieval, la Regencia
española nombra Jefe Político de la provincia única de Extremadura a Álvaro
Gómez Becerra en 1813; este nuevo órgano constitucional se conformacomo
delegación política territorial del Gobierno central del Estado.
Junto
a este órgano, las Cortes de Cádiz crean las denominadas Diputaciones
provinciales, presididas por losmismosJefes Políticos; la Diputación de
Extremadura se había constituido ya en octubre de 1812, aunque las Cortes la
disuelven por encontrar vicios de nulidad, instituyéndose finalmente al año
siguiente bajo la presidencia de Gómez Becerra.Las recientes Diputaciones
ejercerán el control y vigilancia política y económica de las corporaciones
locales, además de potenciar el desarrollo del territorio. El Jefe Político
será el vínculo entre el Gobierno y la Diputación, configurándose una
estructura jurídico-pública centralista y uniformista, propia del Estado
liberal.
El
regreso al absolutismo, reconduce a Gómez Becerra a la abogacía, ya en Madrid,
desde donde alimenta su proyección política progresista con otros compañeros
adeptos. El Trienio Liberalle devuelve brevemente su cargo de Jefe Político de
Extremadura y, consecuentemente, también de Presidente de la Diputación
extremeña, antes de pasar a la Jefatura Política de Toledo. El regreso al
liberalismo estuvo plagado de continuas dificultades a sortear. La reacción de
los realistas frente a la política transformadora constitucional dificultó
enormemente la aplicación de la restaurada legislación de Cádiz.En estos
momentos de exaltación revolucionaria, Becerra es elegido en 1822 diputado a
Cortes por Extremadura e incluso presidente del órgano legislativo. La caída
del Trienio le arrastra al exilio en Malta y finalmente en Francia; en estos
años fijará por escrito la historia de las Cortes de 1822 1823 o temas
relativos a su pensamiento político y el sistema constitucional.
La
muerte de Fernando VII le permite acogerse a la amnistía posterior y regresar a
España. En 1835, ya encontramos a Gómez Becerra encumbrado al complejo ministerio
de Gracia y Justicia con el gobierno progresista de Juan Álvarez Mendizábal,
habiendo de participar en espinosas decisiones como la desamortización
eclesiástica o la expulsión de los jesuitas. Se mantendrá hasta la caída de
Mendizábal, volviendo a ocupar durante un año esta misma cartera en 1840 con el
gobierno progresista de Baldomero Espartero.Incluso, ante la llamada del
regente del Reino, volverá al ministerio de Gracia y Justicia en 1843 con el
añadido de la presidencia del Consejo de Ministros, que conservará hastala
caída del general Espartero meses más tarde, trasel derrumbamiento progresista
por los moderados de Narváez.
Gómez
Becerra alterna su frenética actividad política con la actividad judicial, al
acceder a magistrado del Tribunal Supremo en 1836, que reforzará en 1847.
Durante el período progresista, es elegido diputado por Cáceres en diferentes
ocasiones (la antigua provincia de Extremadura se había desdoblado en 1822 en
las provincias actuales); también accede a presidente de la Cámara Baja.Igualmente,
lo encontramos como senador electivo por Badajoz y más tarde por Toledo,
llegando a presidir el Senado en dos ocasiones. Ya en la Década Moderada, en
1847, el gran defensor del sistema constitucional, ya longevo, es reconocido
por la reina con el nombramiento de senador vitalicio; pero esto no impedirá
que, al año siguiente, Narváez le confine en Cuenca durante unos meses por
conspirador progresista. En los años siguientes, Gómez Becerra vivirá apartado
de la política, cerrándose con él uno de los períodos más arriesgados, pero
relevantes, de la historia española.
El
cacereño Álvaro Gómez Becerra fue uno de los personajes más importantes de la
vida pública nacional durante la primera mitad del siglo XIX. Uno de los más
destacados juristas y políticos de la historia de Extremadura, alcanzando los
principales cargos públicos de la época: Regente de la Audiencia de
Aragón en 1833, Ministro de Gracia y Justicia en 1835, diputado en Cortés por
Cáceres, magistrado del Tribunal Supremo, Presidente de las Cortes
Constituyentes en 1836, Presidente del Senado en 1842, Presidente del Consejo
de Ministros en 1843.
Es, por tanto, el cacereño
más activo en la vida política de España, ocupando en la primera mitad del
siglo XIX los principales puestos políticos y judiciales de la época. En
Cáceres los franceses estuvieron a punto de fusilarlo el 22 de marzo de 1810.
Ocupó a lo largo de su vida la jefatura de los tres principales poderes del
estado: ejecutivo, legislativo y judicial.
La trascendencia de Álvaro Gómez Becerra no es sólo política;
es también intelectual. Destacamos su actividad como escritor, compaginándola
con la vida pública o política con dedicaciones intelectuales, literarias o
sociales. Aunque no se sintió muy satisfecho con su obra escrita, tal y como
manifiesta en varias ocasiones a la escritora romántica Carolina Coronado.
Fue el
principal responsable de la publicación de un periódico que editó en el seno de
la Asociación de Cáceres y que comenzó el número 1 el día 11 de enero de 1813
con una alocución suya dirigida a los subalternos de su Juzgado de primera instancia
de Cáceres, expresándoles sus obligaciones. Fue un gran humanista y un buen
conocedor de la historia: Memorias, ensayos políticos y jurídicos. Entre ellas
destacamos las siguientes:
Apuntes
para la historia de las Cortes en 1822 y 1823, La Cemogia o Constitución de un pueblo, que es un alegato en favor del sistema constitucional
escrito en Marsella.
La anti-cemogia, obrano terminada, porque al capítulo tercero salió de
Marsella, donde estaba exiliado y abandonó la idea de terminarla. Programas del Ministerio López, que son ensayos de
jurisprudencia, con un fuerte compromiso político, utilizó argumentos
históricos para justificar sus posturas en los conflictos jurídicos; obra
precedida por un proyecto de constitución del estado, en el que se percibe la
idea ilustrada de progreso, en el que intenta allanar el camino del progreso,
liberando al colectivo popular de prejuicios. Fueron publicados en Reus, por un sobrino suyo.
Mi destierro a Cuenca, memorias íntimas de sus experiencias durante el
destierro, uno de los episodios más dramáticos de la vida de Gómez Becerra, por
encontrarse lejos de su tierra natal, como si estuviera privado de libertad, el
tiempo fue diluyendo ese doloroso recuerdo, transmitiéndono su estado de
angustia; aún así, nos muestra que su estancia en Cuenca fue fructífera desde
el punto de vista formativo.
En su
hogar madrileño y contando con el aprecio general, Gómez Becerra, el político
que había prestado con infatible celo servicios a su patria, murió el día 23 de
enero del año 1855, en el nº 11 de la calle de los Señores de Luzón, en el
conocido barrio de Palacio de Madrid. Tenía 84 años de edad. No quería que fuera excesiva la pompa en su entierro. Con
una emotiva ceremonia fue enterrado en el desaparecido cementerio de la Patriarcal,
situado entre las
calles de Joaquín María López, Donoso Cortés y Magallanes. Este
cementerio había sido construido en 1849 y será clausurado en 1884.