sábado, 26 de abril de 2025

 

ÁLVARO GÓMEZ BECERRA

  

El absolutismo monárquico europeo, que pretende abrirse camino en los albores de la Edad Moderna y que triunfa en el siglo XVIII, es suplantado por el Estado liberal y constitucionalen la centuria siguiente. El naciente Estado, como persona jurídica y elemento fundamental del Poder, configura la nueva forma política de acuerdo con lo que establece la Constitución, vaciando de funciones a la figura regiadel Antiguo Régimen, como persona natural. La penetración material del constitucionalismo en España, con la pretensión de cristalizarse en una realidad política, se produce durante el período invasor de los Bonaparte. Las Cortes generales y extraordinarias reunidas en la ciudad de Cádiz decretan y sancionan la Constitución de 1812, influenciada por el iusnaturalismo racionalista ilustrado y por el proceso constitucional francés,que había propulsado un Estado liberal de Derecho en los últimos años del Dieciocho.

 

A este fenómeno alterador de la realidad política ha de sumarse, de forma encadenada y simultánea,el drama que supuso el estallido de la guerra de independencia nacional cuya finalidad era la expulsión de los francesesinvasores. En este escenario bélico patriótico y, a la vez, liberal y constitucional es en donde hemos de situar las primeras acciones del cacereño Álvaro Gómez Becerra (1771-1855).

 

Nació en Cáceres el 26 de diciembre del año 1771, era hijo de Pedro Joaquín Gómez, procurador de número de la villa de Cáceres y de la Audiencia de Extremadura, y de Teresa de Jesús Becerra Figueredo. Su familia estuvo muy ligada a la familia Ulloa y Vasconcelos. Sus abuelos paternos fueron Vicente Gómez de Solís y Ana Flores de Solís; y los abuelos maternos, Juan Becerra y María Teresa Ruiz Figueredo.

 

Fue bautizado en la iglesia de San Juan de los Ovejeros el 1 de enero de 1772. Después de una tierna infancia en Cáceres y después de haber recibido y terminado la instrucción correspondiente a su clase entre su familia, atendiendo a sus recomendables méritos siguió la trayectoria profesional de sus familiares, Álvaro Gómez Becerra llegó a Salamanca en 1789 a estudiar leyes, a ese emporio de las letras españolas cuando la Universidad se encontraba en pleno auge, con insaciable aspiración por conocer las materias jurídicas.

 

Tras su formación jurídica en la Universidad de Salamanca a finales del siglo XVIII, Gómez Becerra vuelve a su Cáceres natal para practicar la abogacía junto a una naciente y revulsiva Real Audiencia de Extremadura. Con la invasión francesa,manifiesta una actitud patriótica múltiple, que le lleva al cargo de Corregidor de Cáceres en 1809, como autoridad delegadadel gobierno central en la demarcacióndel corregimiento y presidente local de la ciudad cacereña. Con la extinción de los corregimientos, de origen bajomedieval, la Regencia española nombra Jefe Político de la provincia única de Extremadura a Álvaro Gómez Becerra en 1813; este nuevo órgano constitucional se conformacomo delegación política territorial del Gobierno central del Estado.

 

Junto a este órgano, las Cortes de Cádiz crean las denominadas Diputaciones provinciales, presididas por losmismosJefes Políticos; la Diputación de Extremadura se había constituido ya en octubre de 1812, aunque las Cortes la disuelven por encontrar vicios de nulidad, instituyéndose finalmente al año siguiente bajo la presidencia de Gómez Becerra.Las recientes Diputaciones ejercerán el control y vigilancia política y económica de las corporaciones locales, además de potenciar el desarrollo del territorio. El Jefe Político será el vínculo entre el Gobierno y la Diputación, configurándose una estructura jurídico-pública centralista y uniformista, propia del Estado liberal.

 

El regreso al absolutismo, reconduce a Gómez Becerra a la abogacía, ya en Madrid, desde donde alimenta su proyección política progresista con otros compañeros adeptos. El Trienio Liberalle devuelve brevemente su cargo de Jefe Político de Extremadura y, consecuentemente, también de Presidente de la Diputación extremeña, antes de pasar a la Jefatura Política de Toledo. El regreso al liberalismo estuvo plagado de continuas dificultades a sortear. La reacción de los realistas frente a la política transformadora constitucional dificultó enormemente la aplicación de la restaurada legislación de Cádiz.En estos momentos de exaltación revolucionaria, Becerra es elegido en 1822 diputado a Cortes por Extremadura e incluso presidente del órgano legislativo. La caída del Trienio le arrastra al exilio en Malta y finalmente en Francia; en estos años fijará por escrito la historia de las Cortes de 1822 1823 o temas relativos a su pensamiento político y el sistema constitucional.

 

La muerte de Fernando VII le permite acogerse a la amnistía posterior y regresar a España. En 1835, ya encontramos a Gómez Becerra encumbrado al complejo ministerio de Gracia y Justicia con el gobierno progresista de Juan Álvarez Mendizábal, habiendo de participar en espinosas decisiones como la desamortización eclesiástica o la expulsión de los jesuitas. Se mantendrá hasta la caída de Mendizábal, volviendo a ocupar durante un año esta misma cartera en 1840 con el gobierno progresista de Baldomero Espartero.Incluso, ante la llamada del regente del Reino, volverá al ministerio de Gracia y Justicia en 1843 con el añadido de la presidencia del Consejo de Ministros, que conservará hastala caída del general Espartero meses más tarde, trasel derrumbamiento progresista por los moderados de Narváez.

 

Gómez Becerra alterna su frenética actividad política con la actividad judicial, al acceder a magistrado del Tribunal Supremo en 1836, que reforzará en 1847. Durante el período progresista, es elegido diputado por Cáceres en diferentes ocasiones (la antigua provincia de Extremadura se había desdoblado en 1822 en las provincias actuales); también accede a presidente de la Cámara Baja.Igualmente, lo encontramos como senador electivo por Badajoz y más tarde por Toledo, llegando a presidir el Senado en dos ocasiones. Ya en la Década Moderada, en 1847, el gran defensor del sistema constitucional, ya longevo, es reconocido por la reina con el nombramiento de senador vitalicio; pero esto no impedirá que, al año siguiente, Narváez le confine en Cuenca durante unos meses por conspirador progresista. En los años siguientes, Gómez Becerra vivirá apartado de la política, cerrándose con él uno de los períodos más arriesgados, pero relevantes, de la historia española.

 

El cacereño Álvaro Gómez Becerra fue uno de los personajes más importantes de la vida pública nacional durante la primera mitad del siglo XIX. Uno de los más destacados juristas y políticos de la historia de Extremadura, alcanzando los principales cargos públicos de la época: Regente de la Audiencia de Aragón en 1833, Ministro de Gracia y Justicia en 1835, diputado en Cortés por Cáceres, magistrado del Tribunal Supremo, Presidente de las Cortes Constituyentes en 1836, Presidente del Senado en 1842, Presidente del Consejo de Ministros en 1843.

 

Es, por tanto, el cacereño más activo en la vida política de España, ocupando en la primera mitad del siglo XIX los principales puestos políticos y judiciales de la época. En Cáceres los franceses estuvieron a punto de fusilarlo el 22 de marzo de 1810. Ocupó a lo largo de su vida la jefatura de los tres principales poderes del estado: ejecutivo, legislativo y judicial.

 




La trascendencia de Álvaro Gómez Becerra no es sólo política; es también intelectual. Destacamos su actividad como escritor, compaginándola con la vida pública o política con dedicaciones intelectuales, literarias o sociales. Aunque no se sintió muy satisfecho con su obra escrita, tal y como manifiesta en varias ocasiones a la escritora romántica Carolina Coronado.

 

Fue el principal responsable de la publicación de un periódico que editó en el seno de la Asociación de Cáceres y que comenzó el número 1 el día 11 de enero de 1813 con una alocución suya dirigida a los subalternos de su Juzgado de primera instancia de Cáceres, expresándoles sus obligaciones. Fue un gran humanista y un buen conocedor de la historia: Memorias, ensayos políticos y jurídicos. Entre ellas destacamos las siguientes:

Apuntes para la historia de las Cortes en 1822 y 1823, La Cemogia o Constitución de un pueblo, que es un alegato en favor del sistema constitucional escrito en Marsella.

La anti-cemogia, obrano terminada, porque al capítulo tercero salió de Marsella, donde estaba exiliado y abandonó la idea de terminarla. Programas del Ministerio López, que son ensayos de jurisprudencia, con un fuerte compromiso político, utilizó argumentos históricos para justificar sus posturas en los conflictos jurídicos; obra precedida por un proyecto de constitución del estado, en el que se percibe la idea ilustrada de progreso, en el que intenta allanar el camino del progreso, liberando al colectivo popular de prejuicios. Fueron publicados en Reus, por un sobrino suyo.

 

Mi destierro a Cuenca, memorias íntimas de sus experiencias durante el destierro, uno de los episodios más dramáticos de la vida de Gómez Becerra, por encontrarse lejos de su tierra natal, como si estuviera privado de libertad, el tiempo fue diluyendo ese doloroso recuerdo, transmitiéndono su estado de angustia; aún así, nos muestra que su estancia en Cuenca fue fructífera desde el punto de vista formativo.

 

En su hogar madrileño y contando con el aprecio general, Gómez Becerra, el político que había prestado con infatible celo servicios a su patria, murió el día 23 de enero del año 1855, en el nº 11 de la calle de los Señores de Luzón, en el conocido barrio de Palacio de Madrid. Tenía 84 años de edad. No quería que fuera excesiva la pompa en su entierro. Con una emotiva ceremonia fue enterrado en el desaparecido cementerio de la Patriarcal, situado entre las calles de Joaquín María López, Donoso Cortés y Magallanes. Este cementerio había sido construido en 1849 y será clausurado en 1884.




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