LA MUERTE PELONA
La iglesia de San Miguel de Tejeda, situada en la localidad de Tiétar,
alberga una de las piezas más enigmáticas de la arqueología romana en
Extremadura: un ara votiva que conserva una inscripción dedicada a unas
divinidades prerromanas denominadas Selais
Duillas. Este interesante testimonio de la antigua religiosidad local,
tallado en un bloque de granito, ha atraído la atención de expertos y curiosos
debido a su peculiar representación antropomorfa, que ha sido objeto de
diversas interpretaciones a lo largo del tiempo.
El arte de la escultura en la antigua Roma, como el que encontramos en
esta ara, era una forma de expresar devoción a las divinidades, pero también de
comunicar creencias y rituales que estructuraban la vida cotidiana. En este
caso, la imagen de la figura inscrita sobre el granito presenta una serie de
características que la hacen única. Su forma desproporcionada ha generado
muchas teorías, incluidas algunas de índole popular, que han llegado a
vincularla con representaciones de seres extraterrestres, bautizándola como la
"Muerte Pelona". Sin embargo, un análisis detallado permite deducir
que esta figura corresponde probablemente a una representación de un danzante,
lo que tiene sentido si consideramos el contexto religioso y cultural de la época.
La figura presenta una cabeza, cuello y hombros inusualmente grandes, en
contraste con un cuerpo y extremidades que, aunque también desproporcionados,
son más estilizados. La representación es bidimensional, con la cabeza y el
torso en vista frontal, mientras que las piernas y los pies están de perfil. La
forma de la figura sugiere un movimiento de danza, con los pies elevados sobre
el suelo, como si se tratara de un bailarín ejecutando un paso ritual. Esta
interpretación cobra fuerza cuando se observa que los brazos parecen sostener
una falda o enagua, y la figura porta un tocado similar a una montera o
sombrero de picos, lo cual podría ser parte de un atuendo ceremonial.
El estudio de la inscripción que acompaña al ara votiva nos ofrece más
pistas sobre su significado. La inscripción latina reza: Votvm fecit libe (nier) Selais Duillis Ivlive, que puede traducirse
como: “Julio hizo un voto libremente a las Selais Duillas”. Esto indica que la
pieza fue erigida como parte de un voto o promesa a estas deidades, en este
caso, bajo la supervisión de un individuo llamado Julio. El hecho de que se
realice un voto, acompañado de una representación ritual como la danza, sugiere
que el danzante fue una forma de honrar a las divinidades.
Las Selais Duillas eran probablemente
deidades relacionadas con la vegetación y los ciclos naturales, como lo indican
los estudios etimológicos de sus nombres. El término Selais podría estar vinculado a la raíz indoeuropea Sela o Sala, que significa “río”, lo que sugiere una posible asociación
con cuerpos de agua o con la fertilidad de la tierra. Por otro lado, Duillas parece derivar de la raíz dhal o dhel, que está relacionada con el crecimiento, la brotación o la
floración, lo cual refuerza la idea de que estas divinidades estaban dedicadas
a la vegetación y la naturaleza.
Este vínculo con la vegetación y los ciclos naturales podría explicar la
importancia de la danza en su culto, ya que las danzas rituales eran comunes en
las festividades dedicadas a las deidades agrarias y naturales en muchas
culturas antiguas. El danzante representado en el ara de Tejeda podría ser la
figura central en algún tipo de ceremonia destinada a promover la fertilidad o
a honrar los elementos de la naturaleza que influían en la vida agrícola.
Las Selais Duillas parecen
haber sido deidades protectoras de la naturaleza en el contexto pre-romano. Es
probable que fueran deidades locales que, al entrar en contacto con las
religiones romanas, fueron reinterpretadas a través del prisma del panteón
romano. La figura danzante representada en la ara podría ser un símbolo de la
conexión entre el ser humano y los ciclos naturales de la tierra, como un
intermediario que, a través de la danza, invocaba la bendición de las
divinidades para asegurar una cosecha abundante o la prosperidad de la
comunidad.
La influencia de los pueblos prerromanos de la región, como los vettones
y los celtíberos, es también un factor relevante. Estos pueblos veneraban a una
gran cantidad de deidades relacionadas con la naturaleza, los ríos y las
montañas, conceptos que se solían personificar en figuras de gran simbolismo.
En este sentido, el culto a las Selais
Duillas podría haber sido una práctica profundamente arraigada en la
tradición local, y el ara votiva de Tejeda es un claro testimonio de esta
devoción.
Esta pieza no es única en la región de Extremadura. En el Museo de
Cáceres se conserva un ara similar, proveniente de Casar de Cáceres, que data
de tiempos romanos y muestra características muy semejantes. Ambas piezas
comparten la representación de una figura antropomorfa desproporcionada y la
inscripción en honor a las divinidades prerromanas, lo que permite establecer
una conexión entre las tradiciones religiosas de distintas localidades de la
región.
Sin embargo, el ara votiva de Tejeda tiene una particularidad que la
hace especialmente relevante, ya que no solo es una representación artística,
sino también un reflejo de la interacción entre el mundo romano y las creencias
indígenas locales. La figura del danzante, como elemento central de la escena,
no solo refleja la devoción a las Selais
Duillas, sino que también evoca un tipo de ritual que integra el movimiento
corporal con la espiritualidad de la época, lo cual era común en muchas
culturas pre-romanas.
El ara votiva de Tejeda no solo
es un objeto arqueológico de gran valor, sino también un testimonio de la
religiosidad y las prácticas culturales de una región marcada por el mestizaje
entre las creencias indígenas y las influencias romanas. A través de esta
pieza, podemos vislumbrar una tradición en la que la danza, como acto ritual,
se convertía en una vía de comunicación con el mundo divino, especialmente en
relación con las fuerzas de la naturaleza que regían la vida cotidiana de las
comunidades antiguas. Concretamente, en la
lápida de Casar de Cáceres, el bajorrelieve antropomorfo sirve como soporte de
una inscripción en caracteres latinos en la que podemos leer: “I.D.T/ N.I.N /
ILVCIA/ SP. N. A/ SVB. DIE /CH. A/ S. N”. Respecto a esta inscripción, está
escrita en alguna lengua indoeuropea céltica, lusitana o vetona, influida por
corrientes íberas y transcrita usando caracteres latinos. La única palabra en
la que todos los epigrafistas parecen coincidir es la que aparece en la tercera
línea: ILVCIA (ILUCIA), para algunos, este término podría tener
relación con alguna divinidad pagana y para otros probablemente provenga de la
voz “Lux-Lu- cis (luz).
Podríamos interpretar a la figura de la estela como la
representación de un guerrero centinela que vigila las almas que duermen en el
sueño eterno, otros piensan que su origen podría estar honrando la presencia de
algún antiguo dios. Sobre su origen, unos la consideran de época tardorromana y
otros, en cambio, piensan que es celtibérica. A pesar de estar fecha en aquella
época lo extraño es que la figura aparezca representada de cuerpo entero, pues
en aquellos tiempos las estelas funerarias eran realizadas a partir del busto
de la persona o deidad en cuestión. Podemos considerar que se trate de una
estela lusitana correspondiente a una época avanzada de la Edad del Hierro
(siglo III a. C), en honor de una deidad funeraria indígena, posteriormente, la
inscripción se hizo en época romana aprovechando la existencia de la estela
para grabar las letras latinas.
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