viernes, 8 de agosto de 2025

 



LA MUERTE PELONA

La iglesia de San Miguel de Tejeda, situada en la localidad de Tiétar, alberga una de las piezas más enigmáticas de la arqueología romana en Extremadura: un ara votiva que conserva una inscripción dedicada a unas divinidades prerromanas denominadas Selais Duillas. Este interesante testimonio de la antigua religiosidad local, tallado en un bloque de granito, ha atraído la atención de expertos y curiosos debido a su peculiar representación antropomorfa, que ha sido objeto de diversas interpretaciones a lo largo del tiempo.

El arte de la escultura en la antigua Roma, como el que encontramos en esta ara, era una forma de expresar devoción a las divinidades, pero también de comunicar creencias y rituales que estructuraban la vida cotidiana. En este caso, la imagen de la figura inscrita sobre el granito presenta una serie de características que la hacen única. Su forma desproporcionada ha generado muchas teorías, incluidas algunas de índole popular, que han llegado a vincularla con representaciones de seres extraterrestres, bautizándola como la "Muerte Pelona". Sin embargo, un análisis detallado permite deducir que esta figura corresponde probablemente a una representación de un danzante, lo que tiene sentido si consideramos el contexto religioso y cultural de la época.

La figura presenta una cabeza, cuello y hombros inusualmente grandes, en contraste con un cuerpo y extremidades que, aunque también desproporcionados, son más estilizados. La representación es bidimensional, con la cabeza y el torso en vista frontal, mientras que las piernas y los pies están de perfil. La forma de la figura sugiere un movimiento de danza, con los pies elevados sobre el suelo, como si se tratara de un bailarín ejecutando un paso ritual. Esta interpretación cobra fuerza cuando se observa que los brazos parecen sostener una falda o enagua, y la figura porta un tocado similar a una montera o sombrero de picos, lo cual podría ser parte de un atuendo ceremonial.

El estudio de la inscripción que acompaña al ara votiva nos ofrece más pistas sobre su significado. La inscripción latina reza: Votvm fecit libe (nier) Selais Duillis Ivlive, que puede traducirse como: “Julio hizo un voto libremente a las Selais Duillas”. Esto indica que la pieza fue erigida como parte de un voto o promesa a estas deidades, en este caso, bajo la supervisión de un individuo llamado Julio. El hecho de que se realice un voto, acompañado de una representación ritual como la danza, sugiere que el danzante fue una forma de honrar a las divinidades.

Las Selais Duillas eran probablemente deidades relacionadas con la vegetación y los ciclos naturales, como lo indican los estudios etimológicos de sus nombres. El término Selais podría estar vinculado a la raíz indoeuropea Sela o Sala, que significa “río”, lo que sugiere una posible asociación con cuerpos de agua o con la fertilidad de la tierra. Por otro lado, Duillas parece derivar de la raíz dhal o dhel, que está relacionada con el crecimiento, la brotación o la floración, lo cual refuerza la idea de que estas divinidades estaban dedicadas a la vegetación y la naturaleza.

Este vínculo con la vegetación y los ciclos naturales podría explicar la importancia de la danza en su culto, ya que las danzas rituales eran comunes en las festividades dedicadas a las deidades agrarias y naturales en muchas culturas antiguas. El danzante representado en el ara de Tejeda podría ser la figura central en algún tipo de ceremonia destinada a promover la fertilidad o a honrar los elementos de la naturaleza que influían en la vida agrícola.

Las Selais Duillas parecen haber sido deidades protectoras de la naturaleza en el contexto pre-romano. Es probable que fueran deidades locales que, al entrar en contacto con las religiones romanas, fueron reinterpretadas a través del prisma del panteón romano. La figura danzante representada en la ara podría ser un símbolo de la conexión entre el ser humano y los ciclos naturales de la tierra, como un intermediario que, a través de la danza, invocaba la bendición de las divinidades para asegurar una cosecha abundante o la prosperidad de la comunidad.

La influencia de los pueblos prerromanos de la región, como los vettones y los celtíberos, es también un factor relevante. Estos pueblos veneraban a una gran cantidad de deidades relacionadas con la naturaleza, los ríos y las montañas, conceptos que se solían personificar en figuras de gran simbolismo. En este sentido, el culto a las Selais Duillas podría haber sido una práctica profundamente arraigada en la tradición local, y el ara votiva de Tejeda es un claro testimonio de esta devoción.

Esta pieza no es única en la región de Extremadura. En el Museo de Cáceres se conserva un ara similar, proveniente de Casar de Cáceres, que data de tiempos romanos y muestra características muy semejantes. Ambas piezas comparten la representación de una figura antropomorfa desproporcionada y la inscripción en honor a las divinidades prerromanas, lo que permite establecer una conexión entre las tradiciones religiosas de distintas localidades de la región.

Sin embargo, el ara votiva de Tejeda tiene una particularidad que la hace especialmente relevante, ya que no solo es una representación artística, sino también un reflejo de la interacción entre el mundo romano y las creencias indígenas locales. La figura del danzante, como elemento central de la escena, no solo refleja la devoción a las Selais Duillas, sino que también evoca un tipo de ritual que integra el movimiento corporal con la espiritualidad de la época, lo cual era común en muchas culturas pre-romanas.

El  ara votiva de Tejeda no solo es un objeto arqueológico de gran valor, sino también un testimonio de la religiosidad y las prácticas culturales de una región marcada por el mestizaje entre las creencias indígenas y las influencias romanas. A través de esta pieza, podemos vislumbrar una tradición en la que la danza, como acto ritual, se convertía en una vía de comunicación con el mundo divino, especialmente en relación con las fuerzas de la naturaleza que regían la vida cotidiana de las comunidades antiguas. Concretamente, en la lápida de Casar de Cáceres, el bajorrelieve antropomorfo sirve como soporte de una inscripción en caracteres latinos en la que podemos leer: “I.D.T/ N.I.N / ILVCIA/ SP. N. A/ SVB. DIE /CH. A/ S. N”. Respecto a esta inscripción, está escrita en alguna lengua indoeuropea céltica, lusitana o vetona, influida por corrientes íberas y transcrita usando caracteres latinos. La única palabra en la que todos los epigrafistas parecen coincidir es la que aparece en la tercera línea: ILVCIA (ILUCIA),  para algunos, este término podría tener relación con alguna divinidad pagana y para otros probablemente provenga de la voz “Lux-Lu- cis (luz). 

Podríamos interpretar a la figura de la estela como la representación de un guerrero centinela que vigila las almas que duermen en el sueño eterno, otros piensan que su origen podría estar honrando la presencia de algún antiguo dios. Sobre su origen, unos la consideran de época tardorromana y otros, en cambio, piensan que es celtibérica. A pesar de estar fecha en aquella época lo extraño es que la figura aparezca representada de cuerpo entero, pues en aquellos tiempos las estelas funerarias eran realizadas a partir del busto de la persona o deidad en cuestión. Podemos considerar que se trate de una estela lusitana correspondiente a una época avanzada de la Edad del Hierro (siglo III a. C), en honor de una deidad funeraria indígena, posteriormente, la inscripción se hizo en época romana aprovechando la existencia de la estela para grabar las letras latinas.

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