CRISTO DE LA SALUD DE TRUJILLO
Con esta advocación preside el altar mayor de la ermita de San Lázaro, y
a diferencia de la anterior, actualmente es una de las que mayor culto recibe
por parte de todos los trujillanos. El marco temporal de nuestro estudio
abarcará la segunda mitad del siglo XIX, aunque disponemos de testimonios
documentales que acreditan la antigüedad del fervor religioso que siempre ha
suscitado. Aportamos uno que se refiere a la rogativa que se hizo al Cristo de
la Salud en 1770, para que pusiera término a una pertinaz sequía, que azotaba
los campos amenazando las cosechas y el pasto agrícola, que son básicos en una
zona eminentemente ganadera. Estas plegarias eran muy habituales durante el
Antiguo Régimen, y que caracterizaban por ser una respuesta inmediata de la
sociedad a situaciones difíciles y calamitosas en las que estaba en juego su
propia supervivencia. Por ello eran expresiones religiosas muy espontáneas y
reflejaban el fervor religioso del momento.
El 1 de marzo de 1770 el Cabildo Municipal acordó que el Cristo de la
Salud saliera en procesión desde su ermita hasta la iglesia de San Martín,
donde permanecería nueve días, y para que los cultos tuvieran mayor solemnidad
y boato, comenzarían con un solemne sermón:
"El Sr Correx or hizo presente a la Ciudad, que
en atención a lo calamitoso de los tpos pr la falta de agua que se está
experimentando era indispensable rrogar a Dios nro q se digne mirar con ojos de
piedad la causa común, y que mediantte a que en esta Ciudad parece se esmera
especialmente el zelo Christiano en tributar los reuerentes cultos al SSmo
Christo de la Salud que existe en la Hermita de Sn Lázaro extramuros de esta
Ciudad, le parecía mui conduzente que este Diuino Señor se condujese en
procesión con el culto y uenerazión debida a la Yglesia Parroquia de S or S n
Martín de esta Ciudad en donde por nuebe días continuos deuera permanecer
recibiendo las adonar nes uenerazion s debidas del Pueblo como se ha practicado
en otras ocasiones y a exemplo de otras ciudades y uillas en que actualmente se
están celebrando funciones iguales y oydo pr la Ciudad acordó así se ejecute y
que sea la procesión el domingo próximo uenidero a la hora de las tres y la
primera fiesta sea de q ta de esta Ciudad con Sermón y todo el debido aparato".
La ermita de San Lázaro se encontraba en mal estado a mediados del siglo
XIX[6],
situación derivada de los avatares históricos de la época, al abandonar los
condes de Canilleros el patronato que ejercían desde el siglo XVII y que era su
sostén económico. En este estado de cosas don Francisco Reglado, sacerdote
responsable de la parroquia de San Martín a cuya jurisdicción pertenecía la
ermita, se hizo cargo del culto al Cristo de la Salud hasta su fallecimiento en
1880, y consiguió fomentarlo en un momento histórico de caracterizado por el
decaimiento de todo lo relacionado con lo religioso.
Nos servirá de apoyatura el Libro de Fábrica de la ermita, que contiene
datos desde 1859 hasta 1964, pero que siempre se refieren de forma expresa a
los gastos derivados de la devoción a la referida imagen, y que comienza con el
Inventario de las alhajas y ropas del Sr de la Salud en este año de 1860 fechado
el 31 de diciembre de ese año, cuyo tenor literal es el siguiente:
"Plata: un cáliz con su patena y cucharita; un baso pequeño;
una presentalla de los Siete Dolores; unos ojos de plata ofrecidos pr Dª
Angustias Orellana. Efigies: la del Señor de la Salud ; la de Nuestra Señora
del Buen Fin; la de San Lázaro; una pequeña de mármol de Nra Señora del Pilar;
un crucifijo de metal. Ropas del Señor: tres pares de enaguas de terciopelo
morado, los dos con galón, y el otro con guarnición. Tres frontales = Un paño
de púlpito = Dos cubiertas de ule para el altar = Cuatro manteles para id =
Tres vestidos para la Virgen = Dos sudarios pª la cruz = Tres albas = Tres
pares y dos bolsas de corporales = Tres amitos = Tres cíngulos = Dos casullas =
Tres corporales = Tres purificadores".
El examen del documento citado nos va a permitir conocer los actos de
culto organizados en su honor, que son un indicador harto elocuente del intenso
fervor que despertaba entre amplios sectores de la población. Cada año se
celebraba una novena que terminaba con la fiesta principal, que tenía lugar el
primer domingo de mayo, por tanto en fechas coincidentes con la festividad de
la Invención de la Santa Cruz, que se conmemora el 3 de mayo.
Los primeros datos que aportamos se refieren al año 1860, cuando se
entregaron 20 reales "gastados en unos dulces y vino para los
sacerdotes y cantores en el día de la función"; 16 reales por la
conducción del piano que se utilizaba; 30 reales a los servidores por los días
de la novena y fiesta; 52 reales y 17 maravedís a la cerera Agustina Sánchez
por la renovación de 21 de una libra de peso; o los 12 reales pagados al sastre
Pedro Avellanada por coser la colgadura y cortinas para que la ermita estuviera
más ornamentada.
Ese año se procedió a arreglar la ermita, como resulta de los 120 reales
dados con este fin por doña Josefa Palacios, otros 120 por doña Joaquina
Pastor, o los 320 de don Lorenzo Aragón. Derivado del mantenimiento del
edificio, constan los siguientes cargos: 19 reales al carpintero Antonio
Cuadrado; 251 reales al herrero Manuel Gómez; 66 reales al hojalatero Joaquín
Díaz, 262 reales a José Iglesias; 651 y 17 maravedís al maestro albañil Andrés
Ordóñez.
Carecía de dotación económica, y todos los gastos eran sufragados en su
mayor por las muchas y cuantiosas limosnas que siempre se hacían al Cristo de
la Salud , como los 224 reales recogidos ese año durante la novena y fiesta del
Señor. Fue muy relevante la aportación efectuada por don Diego Nevado, "quinientos
de limosna al Señor y los ciento cuarenta restantes en calidad de reintegro ".
La identidad de los donantes refleja de forma evidente el cambio social
producido en España, cuando la burguesía liberal se convirtió en la clase
social dominante desplazando a la nobleza y clero, pues además del económico
pasó a detentar el político, convirtiéndose en conservadora y fomentando un
ideal cristiano que defendía sus intereses frente a los de la incipiente clase
trabajadora. Esta nueva situación iba a provocar un conflicto con las nuevas
ideologías laicistas y antirreligiosas, que cuestionaban los privilegios de una
minoría apoyada por una Iglesia que justificaba el sistema social dominante,
dando lugar a un modelo de manifestaciones de religiosidad popular que se iba a
mantener hasta mediados del siglo XX con las siguientes características:
A. La conservación de gran parte del antiguo sistema de devociones a
ciertas imágenes, que se siguen considerando bienes sociales que hay que
cuidar. Aunque los mayores conocimientos científicos permiten explicar en parte
los fenómenos naturales adversos (terremotos, sequías, pestes), al igual que en
épocas pretéritas, se seguiría utilizando el recurso a lo sobrenatural a través
de las rogativas públicas, cómo única solución a estas difíciles
situaciones. Don Juan Tena Fernández
señala que los trujillanos imploraron la protección al Cristo de la Salud , con
motivo de las epidemias que de forma constante asolaron Trujillo durante el
Siglo XIX. Por esta razón don Francisco Reglado escribió la novena que aun se
le reza, y que se refiere de forma expresa a este particular. Otro testimonio que pretende reflejar este
poder milagroso es el exvoto que se conserva en la sacristía de la ermita, que
representa al trujillano Francisco del Rosal cuando se caía desde las murallas
del castillo de la ciudad, y que por su intercesión le salvó su vida,
dedicándole por el citado exvoto.
B. Subsistencia del capital simbólico que disfrutan determinadas
imágenes religiosas, que por la anterior significación social van a ser
preservadas y conservados, a pesar de que las normas desamortizadoras y
desvinculadotas las habían dejado sin sostén económico. A partir de ahora
serían acaparadas por la nueva burguesía agraria y ganadera, que se ve
legitimada en su posición de poder, al asumir la obligación de contribuir al
mantenimiento de estos iconos protectores, que como hemos acreditado se
consideran fundamentales para el bienestar colectivo. De esta forma se hace
patente la posición de poder de la burguesía, pues hemos de tener muy presente
que en nuestro país los actos religiosos han servido y sirven como lugar donde
visualizar los cambios sociales y las relaciones de poder entre grupos
sociales.
El otro recurso económico procedía de las subastas de bienes que se
entregaban al Cristo de la Salud con ese fin, y que tenía lugar el día de la
fiesta principal. Ésta práctica aun se conserva, siendo muchos los regalos que
se le hacen llegar con este fin, estando bastante arraigada en la zona. Son
múltiples los ejemplos que constan en el Libro de Fábrica, y solo expondremos
algunos representativos: los 167 reales por la rifa de una colcha en 1860; en
el siguiente por una caja de dulce se obtuvo 184 reales, una rosca de bollo de
leche 12 reales, un par de pichones valieron 8 reales; en 1866 importaron
varios objetos pujados en la mesa 72 reales y 17 maravedís, y un neceser para
señora 86 reales y 4 maravedís; en 1871 un tiesto de reseda, un cabrito, un
borrego, cinco novenas; en 1883 "por la rifa de un corderito, se han
recibido 37 reales, tocó a S. Lázaro y se vendió por 20 reales".
Era habitual que cada año fuera superior el importe de los cargos al de
los ingresos, siendo sufragada la diferencia por la persona encargada de las
cuentas. Así en 1860 las deudas fueron 288 reales, 150 en 1862, 111 en 1863,
167 en el siguiente, 227 en 1865, y 119 en 1866.
El 14 de diciembre de 1867 don Gregorio Idelfonso Cidoncha, rector de la
parroquia de Santa María la Mayor, visitador designado por el obispo de Plasencia
don Gregorio María López y Zaragoza, "verificó de cuentas q e preceden
desde el año de mil ochocientos sesenta hasta la fecha, sonde se anotan las
limosnas recaudadas para sostener el culto del Señor de la Salud de la hermita
de San Lázaro, q e se halla al cuidado del actual Párroco de S. Martín D.
Francisco Reglado, habiendo examinado sus partidas de cargo y data",
y fueron aprobadas con la salvedad de un pequeño error aritmético de 20 reales.
Las últimas dadas por don Francisco Reglado lo fueron el 13 de mayo de
1878, pues falleció el 14 de junio de 1880, haciéndose cargo del culto don
Pedro Trancón, que por entonces era el párroco de Santiago. De su análisis
resulta que ese año se obtuvieron recursos económicos importantes, como fueron
los 800 reales que por testamento dejó don Francisco Reglado, los 100 reales
dados por el presbítero don Agustín Solís, y lo "recibido en pequeñas
cantidades, para costear la obra de reparación que se ha verificado, en el
trono para la Efigie del Señor, los nichos para la Virgen del Buen Fin, S.
Lázaro".
La importancia de los gastos que se reflejan en el Libro
de Fábrica nos hace saber de la vitalidad de esta devoción en estos años, cómo
los 245 reales obtenidos en una petición de limosnas por las calles de Trujillo
efectuada en dos días. Fue preciso hacer una nueva sacristía, aportando por
ésta razón los Condes de Canilleros 500 reales, el Ayuntamiento dio igual
cantidad para reparar el atrio deteriorado por las lluvias, colaborando don
Agustín Solís con 140 reales.
A continuación vamos a aportar algunos sobre la existencia en Trujillo,
de una hermandad con la advocación del Cristo de la Salud que le rendía culto a
ésta imagen. El primero está fechado en 1885, cuando aparece en el Libro de
Fábrica un apunte de 20 reales "a la cofradía", sin expresar
de cual se trataba, lo que nos puede hacer pensar de la existencia de un cauce
organizado que se encargaba de los actos de culto que hemos indicado, aunque no
estuviera erigido canónicamente en debida forma.
Sin embargo tenemos constancia documental que a partir de la primera
década del siglo XX, concretamente en 1921, existía en Trujillo una cofradía,
aunque por ahora no sepamos la fecha exacta de su nacimiento:
"La moderna del Smo Cristo de la Salud. El número de cofrades
es pequeño y se nota poco entusiasmo; se concreta a hacer novena y fiesta
formal en su ermita".
Disponemos de otro testimonio que nos hace saber que se titulaba Santísimo
Cristo de la Salud y Virgen de la Victoria, que se encargaba de los cultos
en honor de su titular en la ermita. Asimismo realizó importantes gestiones
ante el Ayuntamiento para hacerse cargo de la restauración, conservación y
ornato de la capilla de la Virgen de la Victoria en el castillo de la ciudad.
Esta petición fue aceptada, constituyéndose al efecto un patronato formado por
la cofradía, la parroquia de San Martín y el Ayuntamiento.
Su presidenta María Guillén de Bote, tesorera Josefa Vidarte de Higuero
y Secretaria Julia Martínez de Blázquez, y el examen de la identidad de las
personas que rubricaron esa solicitud, nos hacer saber que sus componentes
formaban parte de las familias con mejor posición económica y social de
Trujillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario