EL BELÉN DEL CONVENTO DE SANTA CLARA DE TRUJILLO
La Navidad conmemora el
nacimiento de Jesús quien, según la religión cristiana es el Hijo de Dios hecho
hombre. Las mismas creencias indican que Jesús nació en Belén de Judea, y que
era el Mesías que el pueblo anhelaba y debía reconocer como su salvador. El
Belén es un recordatorio visual de ese nacimiento divino, para bloques utilizan
figuras desubican en un escenario. El Convento de Santa Clara de Trujillo
conserva magnífico Belén fechable en el siglo XIX, cuyas figuritas están
realizadas en madera, fue adquirido en un taller valenciano.
El Belén es una
representación plástica y simbólica, que se repite cíclicamente, y adopta, por
lo general, diversas formas al emplazar de manera diferente las figuras en un
escenario. El Belén del convento de religiosas concepcionistas franciscana nos
presenta a la Sagrada Familia, la Virgen, San José y el Niño Jesús. Las
circunstancias de la Natividad de Jesús están descritas en los capítulos iniciales
de los Evangelios de San Lucas San Mateo, textos que consisten en una serie de
relatos previos a su venida al mundo, en los cuales se explican ciertas
peculiaridades y continúan con la relación de su nacimiento y sucesos que
ocasionó.
Acerca del origen de la
celebración de la Navidad, razón de la misma existencia de los belenes, se han
realizado varios estudios que aportan datos y teorías a veces contradictorias.
Consideramos que a finales del siglo II, la conmemoración aparece ya arraigada
en Alejandría, y se celebra junto con la Epifanía, en la noche del cinco al 6
enero, costumbre que también se seguía en Mesopotamia. Antes, en la primera
mitad del siglo cuarto, Cirilo de Jerusalén había solicitado al papa Julio I
QUE designara otra fecha para la Natividad de Jesús, ya que se celebraban
conjuntamente su nacimiento y su bautismo. El papa contestó asignando el 25
diciembre para la Natividad, aunque las Escrituras no precisan el día y ni
siquiera la estación del año en que el nacimiento de Jesús tuvo lugar, aunque
muchos crean que pueden invierno, pese a que San Lucas indica que los pastores
dormían a la intemperie, lo que sólo podía hacerse en primavera o verano. De
esta forma, el viejo Natalis Solis
Invicti, celebrado el 25 diciembre, en pleno su auspicio de invierno, se
convirtió en la fecha oficial del nacimiento de Jesús. Precisamente el
calendario de Filocalo nos presenta, en el año 354, el día 25 diciembre como Natalis Invicti, y también aparece como
natalicio de Jesús en la lista de mártires y santos a venerar conocida como Depositio Martyrium, año 336.
Finalmente, se establece que desde antes del año 354, se celebraba la Navidad
el 25 diciembre, fecha que es declarada oficial por el papa Liberio.
En lo referente a los
orígenes del Belén, hemos de destacar como una primera representación la escena
pintada en el siglo II, en la catacumba de Priscila, que representa a María con
su Hijo en el regazo, con un hombre separado del grupo central que algunos
autores han creído ver al profeta Isaías señalando la estrella como principal
signo mesiánico. Hacia el siglo IV se comienzan a representar en los relieves
de los sarcófagos de los cristianos difuntos las escenas de la Adoración de los
Pastores y la de los Magos. En la basílica de Santa María la Mayor se conserva
el más antiguo belén de toda la cristiandad, sino conocido desde entonces como
Santa María ad Praesepe, es el mismo lugar en el que se conservan las reliquias
de la cuna, que actualmente se contienen en un artístico monumento de estilo
neoclásico que representa Jesús en el pesebre, obra realizada en plata y
costeada por la española duquesa de Villahermosa. Pero será San Francisco de
Asís, hacia el año 1223, el que visitando los Santos Lugares comenzó a propagar
la celebración de la misa de Navidad y, precisamente en una de estas
celebraciones ocurrió un hecho milagroso tal y como narra su biógrafo Tomás
Barbene de Celano, mientras el Santo oficiaba misa un caballero tuvo una
extraordinaria visión del pesebre, donde apareció un niño como si estuviera
dormido. Sólo San Francisco y este noble caballero pudieron verlo. Desde
entonces San Francisco de Asís, junto con sus hermanos franciscanos serán los
principales propagandistas la costumbre que constituye la antesala del Belén:
la representación visual del Niño Jesús. En España se difundirá la pasión por
los belenes, sobre todo en tiempos del monarca Carlos III, siendo los más
importantes y mayor calidad los belenes napolitanos, aunque existen escasos
ejemplos en España en la edad media, concretamente el Belén de las catedrales
de León y Jaca, obras de la segunda mitad del siglo XIV o dos belenes de
escuela catalana que se conservan en el Museo Frederic Marès de Barcelona y en
el monasterio de Pedralbes, tallado en alabastro.
El Belén del Convento de Santa Clara es un
monumento excepcional, que debería recibir, una atención proporcional a su
importancia, que trascienden el plano religioso, pues se trata de un belén
artístico. Estas figuras del Convento de Santa Clara se podrían confundir con
las figuras que se utilizaban en algunos conventos para celebrar las
jornaditas, que era una tradición que se desarrolló en torno a estas ferias
mayores de Adviento fue la de las Jornadas o Jornaditas, que
consisten en meditar sobre los sucesos preparatorios al Nacimiento de Cristo al
hilo del evangelio lucano, en especial las penurias del viaje a Belén de María
y José, como Santos Peregrinos, para cumplir con el Censo del César Augusto.
Surgieron en la Baja Edad Media al hilo de la devotio moderna, que
reflexionaba sobre la humanidad del Verbo, y de la religiosidad popular
franciscana, que promovió la piedad navideña, en torno a las eucaristías de
estos días, llamadas de Aquiland o Aguinaldo. No obstante, se observa
claramente que tanto la figura de San José como la de la Virgen dirigen su
mirada al Infante.
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