domingo, 10 de diciembre de 2017

EL BELÉN DEL CONVENTO DE SANTA CLARA DE TRUJILLO


La Navidad conmemora el nacimiento de Jesús quien, según la religión cristiana es el Hijo de Dios hecho hombre. Las mismas creencias indican que Jesús nació en Belén de Judea, y que era el Mesías que el pueblo anhelaba y debía reconocer como su salvador. El Belén es un recordatorio visual de ese nacimiento divino, para bloques utilizan figuras desubican en un escenario. El Convento de Santa Clara de Trujillo conserva magnífico Belén fechable en el siglo XIX, cuyas figuritas están realizadas en madera, fue adquirido en un taller valenciano.
El Belén es una representación plástica y simbólica, que se repite cíclicamente, y adopta, por lo general, diversas formas al emplazar de manera diferente las figuras en un escenario. El Belén del convento de religiosas concepcionistas franciscana nos presenta a la Sagrada Familia, la Virgen, San José y el Niño Jesús. Las circunstancias de la Natividad de Jesús están descritas en los capítulos iniciales de los Evangelios de San Lucas San Mateo, textos que consisten en una serie de relatos previos a su venida al mundo, en los cuales se explican ciertas peculiaridades y continúan con la relación de su nacimiento y sucesos que ocasionó.
Acerca del origen de la celebración de la Navidad, razón de la misma existencia de los belenes, se han realizado varios estudios que aportan datos y teorías a veces contradictorias. Consideramos que a finales del siglo II, la conmemoración aparece ya arraigada en Alejandría, y se celebra junto con la Epifanía, en la noche del cinco al 6 enero, costumbre que también se seguía en Mesopotamia. Antes, en la primera mitad del siglo cuarto, Cirilo de Jerusalén había solicitado al papa Julio I QUE designara otra fecha para la Natividad de Jesús, ya que se celebraban conjuntamente su nacimiento y su bautismo. El papa contestó asignando el 25 diciembre para la Natividad, aunque las Escrituras no precisan el día y ni siquiera la estación del año en que el nacimiento de Jesús tuvo lugar, aunque muchos crean que pueden invierno, pese a que San Lucas indica que los pastores dormían a la intemperie, lo que sólo podía hacerse en primavera o verano. De esta forma, el viejo Natalis Solis Invicti, celebrado el 25 diciembre, en pleno su auspicio de invierno, se convirtió en la fecha oficial del nacimiento de Jesús. Precisamente el calendario de Filocalo nos presenta, en el año 354, el día 25 diciembre como Natalis Invicti, y también aparece como natalicio de Jesús en la lista de mártires y santos a venerar conocida como Depositio Martyrium, año 336. Finalmente, se establece que desde antes del año 354, se celebraba la Navidad el 25 diciembre, fecha que es declarada oficial por el papa Liberio.

En lo referente a los orígenes del Belén, hemos de destacar como una primera representación la escena pintada en el siglo II, en la catacumba de Priscila, que representa a María con su Hijo en el regazo, con un hombre separado del grupo central que algunos autores han creído ver al profeta Isaías señalando la estrella como principal signo mesiánico. Hacia el siglo IV se comienzan a representar en los relieves de los sarcófagos de los cristianos difuntos las escenas de la Adoración de los Pastores y la de los Magos. En la basílica de Santa María la Mayor se conserva el más antiguo belén de toda la cristiandad, sino conocido desde entonces como Santa María ad Praesepe, es el mismo lugar en el que se conservan las reliquias de la cuna, que actualmente se contienen en un artístico monumento de estilo neoclásico que representa Jesús en el pesebre, obra realizada en plata y costeada por la española duquesa de Villahermosa. Pero será San Francisco de Asís, hacia el año 1223, el que visitando los Santos Lugares comenzó a propagar la celebración de la misa de Navidad y, precisamente en una de estas celebraciones ocurrió un hecho milagroso tal y como narra su biógrafo Tomás Barbene de Celano, mientras el Santo oficiaba misa un caballero tuvo una extraordinaria visión del pesebre, donde apareció un niño como si estuviera dormido. Sólo San Francisco y este noble caballero pudieron verlo. Desde entonces San Francisco de Asís, junto con sus hermanos franciscanos serán los principales propagandistas la costumbre que constituye la antesala del Belén: la representación visual del Niño Jesús. En España se difundirá la pasión por los belenes, sobre todo en tiempos del monarca Carlos III, siendo los más importantes y mayor calidad los belenes napolitanos, aunque existen escasos ejemplos en España en la edad media, concretamente el Belén de las catedrales de León y Jaca, obras de la segunda mitad del siglo XIV o dos belenes de escuela catalana que se conservan en el Museo Frederic Marès de Barcelona y en el monasterio de Pedralbes, tallado en alabastro.
El Belén del Convento de Santa Clara es un monumento excepcional, que debería recibir, una atención proporcional a su importancia, que trascienden el plano religioso, pues se trata de un belén artístico. Estas figuras del Convento de Santa Clara se podrían confundir con las figuras que se utilizaban en algunos conventos para celebrar las jornaditas, que era una tradición que se desarrolló en torno a estas ferias mayores de Adviento fue la de las Jornadas o Jornaditas, que consisten en meditar sobre los sucesos preparatorios al Nacimiento de Cristo al hilo del evangelio lucano, en especial las penurias del viaje a Belén de María y José, como Santos Peregrinos, para cumplir con el Censo del César Augusto. Surgieron en la Baja Edad Media al hilo de la devotio moderna, que reflexionaba sobre la humanidad del Verbo, y de la religiosidad popular franciscana, que promovió la piedad navideña, en torno a las eucaristías de estos días, llamadas de Aquiland o Aguinaldo. No obstante, se observa claramente que tanto la figura de San José como la de la Virgen dirigen su mirada al Infante.


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