viernes, 17 de mayo de 2024

 

 

UNA OBRA INEDITA DE JUAN BARJOLA

 

  

Tema: Cabeza de toro

Medidas: 100 x 70 cm.

Aguafuerte

Autor: Barjola, 1993.

Colección particular Collado-Díaz[1].

 

 

 


 

Presentamos en este estudio una obra maestra inédita del pintor extremeño Juan Barjola, perteneciente a la serie de aguafuertes “Tauromaquias negras” del artista, nacido en Torre de Miguel sexmero, existente en la Colección particular Collado. Es una obra semejante a la que se encuentra expuesta en Gijón en el Museo Barjola, que se fundó con el impulso del Gobierno del Principado de Asturias el 16 de diciembre de 1988, dotado con una generosa donación de obras del pintor Juan Barjola y de su esposa, la asturiana Honesta Fernández. Desde su creación, el objetivo del museo ha sido difundir y acercar el arte contemporáneo a través de la colección permanente de obras de Juan Barjola, máximo exponente del expresionismo subjetivo y que algunos críticos inscriben dentro de la "nueva figuración".

Juan Galea Barjola nació en Torre de Miguel Sesmero en 1919 y falleció en Madrid en 2004. perteneciente a la corriente del expresionismo representativo. El naturalismo, la figuración y el expresionismo con notas surrealistas y cubistas. Y aunque pasó por diferentes etapas, todas ellas estuvieron enmarcadas en la línea figurativa.

Recibió sus primeras enseñanzas de dibujo en la escuela de su pueblo natal y posteriormente, recibió clases del tallista Genaro Remedios y del pintor Julio Núñez. A los 17 años ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, pasando más tarde a la de Madrid. Hizo sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, trabajo como tallista, vendió sus primeros dibujos hasta que, en 1957 hizo su primera exposición en la Galería Abril de Madrid.

En 1960 obtiene una beca de estudio de la Fundación Juan March que le permite viajar a París y Bélgica. Comenzó una etapa trascendental en su evolución que le condujo a una abstracción de formas en las que se vislumbra el leve gesto de una pincelada expresionista concebida en tonos atemperados. El conjunto de sus composiciones es una armonía tonal y compositiva que ha llevado a algunos críticos a denominar esta etapa como de “nueva figuración”. Poco a poco, su pintura se fue cargando de expresividad a través de una pincelada mucho más violenta al servicio de una temática inquietante. La singularidad de su pintura obedece al hecho de ser proyección del miedo como “categoría existencial”.

En 1963 los críticos le distinguen la Medalla de Oro Eugenio D’ Ors y expone en las salas de la Dirección General de Bellas Artes. En la Exposición Nacional de 1968 obtiene el Premio Nacional de Dibujo. Posteriormente expone en salas como Ateneo de Madrid , Galería Altamira (Oviedo), Bienal de Sao Paulo, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Galería Biosca (Madrid). En esta década de los sesenta, la obra de Barjola experimentó una nueva evolución de carácter expresionista, con rasgos procedentes del informalismo, el expresionismo abstracto y la figuración con conexiones con el trabajo de artistas como Bacon, Picasso y de Kooning. Su pintura se relaciona con lo sórdido, lo violento, incluso con un erotismo concebido por medio de tintas planas, de tonos más violentos, que le acercan en algunos aspectos al arte pop. Su pintura se recrea en el espacio, trabajando “un cuadro dentro de un cuadro”, con la utilización de espejos en sus composiciones, que le conduce a una ruptura total del mismo.

En 1985 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas. Destacan sus donaciones al pueblo español que se materializan en 1988 en la inauguración en Gijón del museo que reúne gran parte de su obra y otra donación a Extremadura. En 1991 obtuvo la Medalla de Extremadura y en 2001 se le concedió el Premio Tomás Francisco Prieto.

Es uno de los pintores españoles de mayor importancia en la segunda mitad del siglo XX, destacando en su pintura el componente moral, que recoge en imágenes las convulsiones que se producen en la sociedad española de su tiempo con un gran dominio del color y del gesto.

Su obra es deudora también del gran pintor aragonés Francisco de Goya, especialmente en la serie de lienzos y litografías dedicadas al mundo de los toros, tal es el caso del aguafuerte que nos interesa en este estudio. Obras realizadas en un lenguaje pictórico desgarrado y sin concesiones, constituyen la obra más representativa de su autor.

Lo que es y ha sido Juan Barjola: un pintor expresionista; o, lo que es lo mismo, un pintor que vive y representa la realidad como deformada. Deformar la realidad es enfatizar lo expresivo de la misma; es, en suma, humanizarla. Un pintor con intención analítica pro- pende, sin embargo, a la visión inhumana de lo real, la visión que diluye lo subjetivo. Aunque no de forma exclusiva, la pintura española se ha caracterizado por frecuentar más el expresionismo, por la captación "intensa" de la realidad de la vida. Ha cuidado mejor los afectos y los efectos que las razones. La pintura española es exclamativa y, además, clama por cualquier cosa, en estos momentos tan problemáticos de la defensa o no de la fiesta nacional o taurina, ya que concede importancia dramática a todo, sin atender a jerarquías. Tanto sus lienzos como sus litografías dedicadas al mundo de los toros constituyen su obra más representativa. La clave diferencial de las tauromaquias de Barjola radica en su capacidad de solapar el hondo sentimiento patético que lo caracteriza, sobre el colorista, luminoso, abigarrado y rítmico tema de la fiesta popular. Tal y como nos ofrece en esta impresionante obra. Las representaciones de cabezas solitarias de toro dispuestas sobre mesas de matadero. Estos cráneos de animales degollados, estos despojos, de tanta inquietud y tensión, enlazan con el sentimiento “humanista” de nuestra tradición más severa dentro del género de la naturaleza muerta, Entre abstraer y figurar, entre hacer triunfar a un mismo tiempo el complejo y dinámico entramado de las formas y los puros valores del espacio.  En esta versatilidad, en  ese doble venero de tradición y modernidad se levantan la heterodoxia, la grandeza, la excelencia y el misterio de la pintura de Barjola. Pintura ascética dura, comprometida, implacable, intensa con un sello vigorosamente personal, con una fuerte carga de potente expresividad. En esta obra “Cabeza de Toro” como en tantas otras el pintor renunció al preciosismo, y aunque podemos atribuirle varios modos pictóricos de expresión, el sustrato que guía toda su obra es un representar sin adornos, con simplicidad, nacida, desde la humildad y de una profunda comunión con las cosas.



[1] Agradecimiento a Carlos Marcos Plaza.

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