UNA OBRA INEDITA DE JUAN BARJOLA
Tema: Cabeza de
toro
Medidas: 100 x 70
cm.
Aguafuerte
Autor: Barjola,
1993.
Colección
particular Collado-Díaz[1].
Presentamos en este estudio una obra maestra inédita del pintor
extremeño Juan Barjola, perteneciente a la serie de aguafuertes “Tauromaquias
negras” del artista, nacido en Torre de Miguel sexmero, existente en la
Colección particular Collado. Es una obra semejante a la que se encuentra
expuesta en Gijón en el Museo Barjola, que se fundó con el impulso del Gobierno
del Principado de Asturias el 16 de diciembre de 1988, dotado con una generosa
donación de obras del pintor Juan Barjola y de su esposa, la asturiana Honesta
Fernández. Desde su creación, el objetivo del museo ha sido difundir y acercar
el arte contemporáneo a través de la colección permanente de obras de Juan
Barjola, máximo exponente del expresionismo subjetivo y que algunos críticos
inscriben dentro de la "nueva figuración".
Juan Galea Barjola nació en Torre de Miguel Sesmero en 1919
y falleció en Madrid en 2004. perteneciente a la corriente del expresionismo
representativo. El naturalismo, la
figuración y el expresionismo con notas surrealistas y cubistas. Y aunque pasó
por diferentes etapas, todas ellas estuvieron enmarcadas en la línea
figurativa.
Recibió
sus primeras enseñanzas de dibujo en la escuela de su pueblo natal y
posteriormente, recibió clases del tallista Genaro Remedios y del pintor Julio
Núñez. A los 17 años ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, pasando
más tarde a la de Madrid. Hizo sus estudios en la Escuela
de Bellas Artes de San Fernando, trabajo como tallista, vendió sus
primeros dibujos hasta que, en 1957 hizo su primera exposición en la Galería
Abril de Madrid.
En
1960 obtiene una beca de estudio de la Fundación Juan March
que le permite viajar a París y Bélgica. Comenzó
una etapa trascendental en su evolución que le condujo a una abstracción de
formas en las que se vislumbra el leve gesto de una pincelada expresionista
concebida en tonos atemperados. El conjunto de sus composiciones es una armonía
tonal y compositiva que ha llevado a algunos críticos a denominar esta etapa
como de “nueva figuración”. Poco a poco, su pintura se fue cargando de
expresividad a través de una pincelada mucho más violenta al servicio de una
temática inquietante. La singularidad de su pintura obedece al hecho de ser
proyección del miedo como “categoría existencial”.
En
1963 los críticos le distinguen la Medalla de Oro Eugenio D’ Ors y expone en
las salas de la Dirección General de Bellas Artes. En la Exposición Nacional de
1968 obtiene el Premio Nacional de Dibujo. Posteriormente expone en salas como
Ateneo de Madrid , Galería Altamira (Oviedo), Bienal de Sao Paulo, Museo de Bellas Artes de
Bilbao, Galería Biosca (Madrid). En esta década de los sesenta, la obra de Barjola experimentó una nueva evolución
de carácter expresionista, con rasgos procedentes del informalismo, el
expresionismo abstracto y la figuración con conexiones con el trabajo de
artistas como Bacon, Picasso y de Kooning. Su pintura se relaciona con lo
sórdido, lo violento, incluso con un erotismo concebido por medio de tintas
planas, de tonos más violentos, que le acercan en algunos aspectos al arte pop.
Su pintura se recrea en el espacio, trabajando “un cuadro dentro de un cuadro”,
con la utilización de espejos en sus composiciones, que le conduce a una
ruptura total del mismo.
En
1985 obtuvo el Premio
Nacional de Artes Plásticas. Destacan sus donaciones al pueblo
español que se materializan en 1988 en la inauguración en Gijón del museo que reúne
gran parte de su obra y otra donación a Extremadura. En 1991 obtuvo la Medalla de Extremadura y en 2001 se le concedió el
Premio Tomás Francisco Prieto.
Es uno de los pintores españoles de mayor importancia en la
segunda mitad del siglo XX, destacando en su pintura el componente moral, que
recoge en imágenes las convulsiones que se producen en la sociedad española de
su tiempo con un gran dominio del color y del gesto.
Su
obra es deudora también del gran pintor aragonés Francisco de Goya,
especialmente en la serie de lienzos y litografías dedicadas al mundo de los
toros, tal es el caso del aguafuerte que nos interesa en este estudio. Obras
realizadas en un lenguaje pictórico desgarrado y sin concesiones, constituyen
la obra más representativa de su autor.
Lo
que es y ha sido Juan Barjola: un pintor expresionista; o, lo que es lo mismo,
un pintor que vive y representa la realidad como deformada. Deformar la
realidad es enfatizar lo expresivo de la misma; es, en suma, humanizarla. Un
pintor con intención analítica pro- pende, sin embargo, a la visión inhumana de
lo real, la visión que diluye lo subjetivo. Aunque no de forma exclusiva, la
pintura española se ha caracterizado por frecuentar más el expresionismo, por
la captación "intensa" de la realidad de la vida. Ha cuidado mejor
los afectos y los efectos que las razones. La pintura española es exclamativa y,
además, clama por cualquier cosa, en estos momentos tan problemáticos de la
defensa o no de la fiesta nacional o taurina, ya que concede importancia
dramática a todo, sin atender a jerarquías. Tanto sus lienzos como sus
litografías dedicadas al mundo de los toros constituyen su obra más
representativa. La clave diferencial de las
tauromaquias de Barjola radica en su capacidad de solapar el hondo sentimiento
patético que lo caracteriza, sobre el colorista, luminoso, abigarrado y rítmico
tema de la fiesta popular. Tal y como nos ofrece en esta impresionante obra.
Las representaciones de cabezas solitarias de toro dispuestas sobre mesas de
matadero. Estos cráneos de animales degollados, estos despojos, de tanta
inquietud y tensión, enlazan con el sentimiento “humanista” de nuestra
tradición más severa dentro del género de la naturaleza muerta, Entre abstraer
y figurar, entre hacer triunfar a un mismo tiempo el complejo y dinámico
entramado de las formas y los puros valores del espacio. En esta versatilidad, en ese doble venero de tradición y modernidad se
levantan la heterodoxia, la grandeza, la excelencia y el misterio de la pintura
de Barjola. Pintura ascética dura, comprometida, implacable, intensa con
un sello vigorosamente personal, con una fuerte carga de potente expresividad.
En esta obra “Cabeza de Toro” como en tantas otras el pintor renunció al
preciosismo, y aunque podemos atribuirle varios modos pictóricos de expresión,
el sustrato que guía toda su obra es un representar sin adornos, con
simplicidad, nacida, desde la humildad y de una profunda comunión con las
cosas.
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