martes, 23 de septiembre de 2025

 

La zarzuela Luisa Fernanda se escribió en Trujillo

 

La ciudad de Trujillo, cuna de historia, arte y tradición, ha sido a lo largo de los siglos lugar de encuentro para ilustres personajes del ámbito cultural, político y social. Entre ellos, destaca la figura del maestro Federico Moreno Torroba, compositor de la célebre zarzuela Luisa Fernanda, una de las obras más emblemáticas del repertorio lírico español del siglo XX.

Coincidiendo con el primer día de la tradicional feria de junio, varios trujillanos que posteriormente escribieron sus impresiones en periódicos locales de la época, tuvieron el honor de conversar con el maestro durante su estancia en nuestra ciudad. No pudieron evitar preguntarle si su visita tenía relación con la adquisición de algún aderezo, joya típica de nuestra artesanía local, como evocando aquella célebre línea de la zarzuela: “De la feria de Trujillo te he traído un aderezo”, pronunciada por el entrañable personaje de Vidal, símbolo del labrador extremeño.

Sin embargo, el motivo que trajo al maestro en aquella ocasión no fue festivo, sino melancólico: venía a rendir homenaje póstumo al señor Salas Bosh, cuya pérdida había conmocionado a numerosos trujillanos. A pesar del dolor que le causaba la noticia, Moreno Torroba se mostró emocionado al reencontrarse con la ciudad que, en sus propias palabras, había servido de base e inspiración para escribir Luisa Fernanda, durante su estancia en la ciudad.

Pocos conocen que la zarzuela Luisa Fernanda fue concebida en parte en tierras trujillanas. Según  relató el propio compositor, la letra de la obra fue escrita por Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, en una dehesa cercana a la ciudad, conocida con el pintoresco nombre de “Mamaleche”. Ambos libretistas, unidos por una profunda amistad y una sensibilidad lírica extraordinaria, encontraron en el paisaje extremeño la inspiración perfecta para dar vida a una historia de amores, ideales y costumbres populares. La riqueza de la dehesa, la nobleza del carácter extremeño y la estética rural de la zona se tradujeron en versos que, acompañados por la magistral música de Moreno Torroba, terminaron por inmortalizar la esencia de Extremadura sobre los escenarios.

Cabe destacar que Moreno Torroba, además de compositor de renombre, fue presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, lo que da muestra de su prestigio intelectual y artístico en el panorama cultural de su época.

En el alma de Luisa Fernanda late el espíritu de Trujillo. No solo por la mención explícita de la ciudad en sus diálogos, sino por la fuerza emocional que transmite cada una de sus melodías y letras. Así lo recuerda una de las coplas que forma parte del repertorio:

 

En los encinares de mi Extremadura,

 tengo una casina chicusa y blanquina,

 parece un palacio mi pobre casina,

 pues guarda una moza como una infantina…”

Y continúa:

 “…Por los encinares voy en mi caballo,

 a ver a la moza que me ha enamorado,

 será, si Dios quiere, la dueña y señora

 de mis encinares y de mi persona…”

“…De la feria de Trujillo te he traído un aderezo…

 ¡Ay, mi morena, morena clara!

 ¡Ay, mi morena, qué gusto da mirarla!

 Toda la vida, mi compañera, toda la vida…”

Estas letras, que evocan tanto el paisaje como la emoción de la tierra extremeña, conectan directamente con las tradiciones de nuestra ciudad. La imagen del aderezo, joya característica del atuendo tradicional trujillano, se convierte así en símbolo de amor y pertenencia, y, al mismo tiempo, en homenaje al patrimonio artesanal del lugar.

Tras 35 años de su visita a Trujillo, el maestro Moreno Torroba recordó con nostalgia en un escrito que en su primera visita a la feria trujillana, había adquirido unos pendientes, aunque no llegó a comprar el famoso aderezo. No obstante, rememoró con entusiasmo el bullicio, el colorido y la hospitalidad del pueblo, elementos que, sin duda, alimentaron su creatividad musical.

Luisa Fernanda, estrenada en 1932 en el Teatro Calderón de Madrid, no ha dejado de representarse desde entonces. Su éxito, sostenido por generaciones, es testimonio del talento de sus creadores y del arraigo emocional que despierta en el público. Y Trujillo, aunque discretamente, ha estado siempre presente en esa historia. El legado del maestro Moreno Torroba sigue vivo no solo en los escenarios, sino también en el recuerdo de los trujillanos que, con orgullo, pueden decir que una parte de la zarzuela más castiza de España se escribió bajo los cielos de Mamaleche, entre encinas, mozas e ilusiones.



 

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