lunes, 15 de septiembre de 2025

 

Trujillo: un plató de cine a cielo abierto

 

Pasear por las calles de Trujillo es como entrar en un viaje cinematográfico. Sus murallas, plazas y palacios respiran historia y, al mismo tiempo, ofrecen un escenario perfecto para que el séptimo arte cobre vida. No hace falta artificio: su casco histórico se conserva de tal forma que ningún director requiere grandes intervenciones para ambientar escenas de época.

La ciudad, auténtico “crisol de culturas”, ha recibido la huella de vettones, romanos, árabes, judíos y cristianos. Esa mezcla de estilos y tradiciones no solo la convierte en un tesoro patrimonial, sino también en un decorado natural de enorme atractivo para las productoras nacionales e internacionales.

En los últimos años, cadenas de prestigio como HBO, ABC o Televisión Española han fijado su mirada en Trujillo. Y no es casualidad: pocos lugares ofrecen un abanico tan amplio de posibilidades, desde fortalezas medievales hasta conventos renacentistas o plazas que parecen congeladas en el tiempo.

La historia del cine en Trujillo arranca en 1963 con El Tulipán Negro, superproducción francesa protagonizada por Alain Delon y Virna Lisi. Durante días, la ciudad extremeña se transformó en la Francia revolucionaria. La Plaza Mayor y el Castillo fueron testigos de duelos de espadas, cabalgatas y conspiraciones, inaugurando así una tradición fílmica que sigue viva seis décadas después.

En los años 70, Trujillo volvió a atraer cámaras. En 1975, Ricardo Franco adaptó la obra de Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte, rodando escenas en viviendas particulares que aún conservaban el aire austero y romántico de épocas pasadas. Un año después, Vicente Escrivá eligió sus calles para La Lozana Andaluza, película polémica para la época por la carga erótica de algunas escenas. También entonces se rodó la comedia Los alegres pícaros, dirigida por Mario Monicelli, inspirada en clásicos de la literatura española como el Lazarillo de Tormes o Guzmán de Alfarache.

El salto internacional se consolidó en 1985 con Los señores del acero, dirigida por Paul Verhoeven. El imponente castillo trujillano se convirtió en una fortaleza sitiada, en un film que se caracterizó por su crudeza y violencia, con una banda sonora inolvidable de Basil Poledouris.

Quizás uno de los rodajes más recordados en Trujillo sea 1492: La conquista del paraíso, de Ridley Scott, estrenada en 1992 con Gerard Depardieu en el papel de Cristóbal Colón. El director británico convirtió la ciudad en una vibrante Granada renacentista. Durante varias jornadas, plazas y conventos fueron invadidos por caballos, pendones y actores de primera fila, transportando a los espectadores a la época de los Reyes Católicos.

Ese mismo año, el humor de José Luis Cuerda llenó las calles con La Marrana, protagonizada por Alfredo Landa y Antonio Resines. Con un tono más costumbrista, el film narraba las desventuras de dos hombres y una cerda en plena España del siglo XVI.

Los años 90 confirmaron a Trujillo como referente cinematográfico. En 1996, se rodó La Celestina, con Juan Diego Botto y una jovencísima Penélope Cruz. La obra clásica de Fernando de Rojas encontró en la ciudad el marco perfecto para su historia de pasiones y engaños.

 

Ya en 2005, el director Ray Loriga volvió a situar a Trujillo en las pantallas con Teresa, el cuerpo de Cristo, protagonizada por Paz Vega. La ermita de Santa Ana y la zona monumental fueron algunos de los escenarios de este largometraje que buscaba retratar la espiritualidad y contradicciones de Santa Teresa de Jesús.

El siglo XXI trajo consigo un nuevo auge gracias a las series de televisión. En 2011, la producción española Isabel, mi reina, recreó la vida de Isabel la Católica en localizaciones de Cáceres y Trujillo. El actor Rodolfo Sancho reconocía entonces: “Son las ciudades que conservan el casco histórico mejor de toda España, apenas había que intervenir en nada”.

Pero la gran explosión llegó en 2018 con el rodaje de la séptima temporada de Juego de Tronos. El castillo de Trujillo se convirtió en un escenario clave, compartiendo plano con los paisajes naturales de Los Barruecos en Malpartida de Cáceres. La producción no solo colocó a la ciudad en el mapa de millones de espectadores en todo el mundo, sino que también impulsó el turismo local con un notable aumento de visitantes.

En paralelo, la serie estadounidense Still Star Crossed, inspirada en la obra de Shakespeare, eligió la Plaza Mayor, el Palacio de San Carlos y la iglesia de Santa María para sus grabaciones. Una producción de la cadena ABC y Shondaland —responsable de éxitos como Anatomía de Grey— que volvió a demostrar que Trujillo tiene un atractivo universal.

Además de películas y series, Trujillo ha sido escenario habitual de documentales y reportajes sobre la conquista de América y la figura de Francisco Pizarro, hijo ilustre de la ciudad. Su legado ha despertado el interés de cadenas internacionales que ven en estas calles un lugar idóneo para recrear episodios históricos ligados al Descubrimiento y la Evangelización.

Hoy, hablar de Trujillo es hablar de un lugar que combina historia, patrimonio y modernidad con la proyección cultural que otorga el cine. Cada rodaje deja una huella, no solo en las pantallas, sino en la economía y el turismo local. Restaurantes, hoteles y guías turísticos han visto cómo el interés de los visitantes crece a medida que las producciones convierten a la ciudad en un icono global.

Trujillo no es simplemente un escenario: es un personaje en sí mismo. Sus murallas han visto pasar caballeros medievales, exploradores del Nuevo Mundo, pícaros del Siglo de Oro y dragones televisivos. Un lugar donde el pasado se convierte en presente a través de la magia del cine.


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