ARTE E HISTORIA
DE LAS FIESTAS RELIGIOSAS DE TRUJILLO
Estos Estatutos versaban sobre asistencia a oficios,
funerales, procesiones, fiestas, etc., sobre lugar y a cada uno correspondía,
sobre la forma y cuantía de las distribuciones, sobre penas a los que faltaren
y otras cosas pertenecientes al estado eclesiástico de la ciudad; como en ellos
se hace mención de las profesiones oficiales que habían aquella época, y que
algunas aparecen igualmente en el Procesionario que estamos estudiando,
destacando esencialmente: a la ermita de los Santos Mártires de Trujillo en el
día 12 diciembre; la de 
            Las
cofradías responden a un tipo de asociaciones que supieron comportarse como
algo más que todo lo anterior, dentro de un momento histórico –la Modernidad-
muy significativo y peculiar en sus formas religiosas, con carácter de
entidades propias, capaces de manifestar unas expresiones que identifican en
este terreno la modernidad con el fenómeno de la religiosidad  y 
piedad popular.
Las cofradías surgen en 
Las cuentas de
las cofradías se llevan a acabo en unos libros a parte y que se encuadran en
los conocidos Libro de Cuentas de la
Fábrica, sin duda el tipo documental más abundante en los archivos
parroquiales y eclesiásticos. Velados por los mayordomos, quedando en ellos
reflejadas las distintas actividades económicas, benéficas y culturales de la
cofradía, anotándose los ingresos (cargos) y los pagos (datas) por los diversos
conceptos: cuotas, limosnas, rentas de bienes de la cofradía, censos, etc.
Estas suelen proceder de tributos, censos, rentas de fincas urbanas o de
heredades rústicas como podremos ver en un gran número de casos. Sin duda los
más voluminosos entre los distintos fondos documentales, configurándose en la
mayoría de los casos, varios números. Paralelo a ellos, los Libros de Visita de las cuentas de la
cofradía, que corría a cargo del Visitador del Obispado y en ellos, tras el
decreto de la visita y el auto de iniciación, seguía un examen bastante
exigente y pormenorizado de todas las rentas de la hermandad, que culminaba con
un auto final, en el que el mayordomo, por lo general, resultaba casi siempre
alcanzado.
También
podemos encontrarnos con los Libros de
Protocolo, en el que se recogen las escrituras y títulos de propiedad de
los bienes de la cofradía, y en muchos casos, se hacía un breve resumen
histórico y contable de los bienes patrimoniales de la propia cofradía para
conocimiento de los mayordomos[5].
Las principales fiestas religiosas en el
siglo XVIII no solamente eran celebradas en la calle con el Concejo y el
Cabildo, también, en los interiores de algunos conventos se celebraron.
Concretamente, en el Convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria[6].
Concretamente por estos años del siglo XVIII hasta la exclaustración[7],
se celebraban el extraordinario de Reyes, en enero; la fiesta de los santos
auxiliares San Fabián y San Sebastián; el extraordinario de San José y el de
Jueves Santo; en junio, el extraordinario de Feria; en agosto, el
extraordinario del Asunción[8];
en septiembre, la fiesta de Ntra. Sra. de las Mercedes y el extraordinario de
las Llagas a San Francisco[9].
Y, concretamente la forma de vida religiosa
tanto en el convento de San Francisco de la Puerta de Coria[10]
como en el de San Pedro[11],
es la regla y espíritu de la tercera orden regular que gira en torno a la
oración, el retiro, la vida mortificada y la pobreza extrema. En dichos
conventos se celebró todo un programa de festividades religiosas que merecieron
especial atención a lo largo de los años y que nos acerca a la vida interna de
dichos cenobios. Entre ellas destacan las fiestas de la Encarnación, la
Navidad, adoración de los Reyes Magos, el Bautismo, la Circuncisión, la
Ascensión, el Corpus Christi y, cómo no el Triduo Sacro del Jueves, Viernes y
Sábado Santo, y Resurrección. Las fiestas marianas, como la Natividad, Nuestra
Señora de la Paz; y de los santos podemos recordar la decoración de San Juan
Bautista, de San José, Santa Teresa de Jesús, San Francisco, la Cruz de Mayo; y
naturalmente, San Pedro apóstol y Santa Isabel de Hungría, pero estas fiestas
revisten especial solemnidad, porque celebra la liturgia con gran delicadeza[12].
            Pero, para tener un
mayor conocimiento de la fiesta más importante que se ha celebrado en Trujillo
a lo largo de los siglos, y que aparece mencionada en este Procesionario, nos
referimos a la fiesta de la Virgen de la
Asunción que por distintas circunstancias del destino[13],
llegaría a fusionarse en un momento de la historia con la fiesta de la Patrona,
desde que en el siglo XVI se ejecutase una imagen que representase a la patrona
de la ciudad y fuese colocada y venerada en una capilla construida en el
castillo entre las dos torres de la fortaleza, siendo fieles al escudo
municipal y cumpliendo así la tradición, transmitida de generación en
generación: ”En campo de plata, una imagen de Nuestra Señora de la Victoria
con el Niño Jesús en los brazos, puesta encima de una muralla almenada y
acotada de dos torres, todo de gules y mazonado de plata”. El uso de tal
escudo fue confirmado por el mismo Rey D. Fernando III[14].
            Los orígenes del
culto a la Virgen en Trujillo. Extremadura, región a la que pertenece Trujillo, tiene su origen en la
Edad Media[15]. En
este largo período que nos ocupa, las unidades administrativas existentes
fueron los concejos de realengo y los señoríos. En éstos las órdenes militares
organizaron la tierra en partidos o en provincias. La Iglesia seguía
organizándose territorialmente  superando
a la división territorial civil, siendo con frecuencia punto de referencia para
describir el territorio extremeño[16].
            Por otro lado, el
régimen jurídico de los municipios está contenido en los fueros y
cartas-pueblas concedidos por el rey o el señor, también cabe citar los
estatutos y las concordias. Los fueros otorgados a los concejos castellanos y
leoneses entre los siglos XI y XIII son una fuente de gran importancia para el
conocimiento de la producción agrícola, ganadera y artesanal, actividades
frecuentes en Trujillo[17].
El modelo de constitución municipal predominante en los municipios extremeños
era el de las "ciudades fronterizas", concejos que surgen al Sur del
Duero, organizándose esencialmente en dos células o unidades territoriales: la
villa o zona intramuros y el término[18].
            En el siglo XII los
territorios extremeños son fronterizos. Durante cinco siglos el norte de la
región será controlado de manera inestable por tribus beréberes. Los inicios de
reconquista en las localidades que hoy día corresponden al territorio
extremeño, comienzan en los albores del siglo XII. No obstante, hasta el año
1142 no conseguirá Alfonso VII reconquistar una primera plaza: Coria[19].
El primer ataque cristiano a Trujillo fue obra de Geraldo Sempavor, el que
fuera alférez del rey Alfonso I, rey de Portugal, que aprovechando la debilidad
del ejército musulmán logró conquistar la citada villa en el año 1165[20].
Las Ordenes Militares eran las más apropiadas para dominar estos territorios
despoblados y de frecuentes ataques árabes. Con motivo de un gran ataque
acaecido en el año 1174, todos los territorios al sur del Tajo cayeron de nuevo
en manos de los musulmanes, a excepción de los territorios que pertenecían a
Fernando Rodríguez de Castro. Pero a su muerte, heredó el dominio sobre los
territorios su hijo, Pedro Fernández, que reconoció al rey Alfonso VIII de
Castilla. Trujillo se preparó para un nuevo ataque musulmán. Se tomaron varias
medidas, la construcción de una extensa muralla que bordeara el conjunto
poblacional, así como la edificación de alcázares en los extremos y puertas de
acceso a la misma; y la fundación de un convento para la Orden del Pereiro
-después Alcántara- en el que vivieron los freyles bajo la dirección de D.
Gómez, maestre del Pereiro. También, se fundó una nueva ciudad a orillas del
río Jerte que ayudaría a poblar esta frontera, ya que Trujillo distaba 138
kilómetros de Talavera y 229 de Avila, los dos alfoces que lindaban con el
suyo, incapaces de poblarlos en poco tiempo. Así surgió la ciudad de Plasencia.
También, sería de gran ayuda la unión de las Ordenes Militares-Alcántara,
Santiago y Temple- para la defensa de los territorios[21].
El rey Alfonso VIII entregó a la Orden de Santiago en Trujillo, la mitad de los
diezmos y tercias de la población y los términos que se poblasen desde el
Guadiana hasta el Tajo[22].
            En el año 1196,
Trujillo sufrió un nuevo ataque, cayendo en manos almohades la fortaleza y el
territorio, que hasta entonces había estado bajo el poder de la Orden de
Trujillo. Esta, que nunca tuvo aprobación pontificia, desapareció de esta
villa. Sus freyles pasaron al convento del Pereiro. Para unos autores fue una
orden distinta a la de Alcántara, aunque luego pasó a formar parte de ella, y
para otros la Orden del Pereiro y la de Trujillo fue siempre la misma[23].     
            Un nuevo avance
cristiano surge tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212. La unión entre
castellanos y leoneses ayudó para que el rey Alfonso IX conquistara Alcántara
en 1217 y Cáceres en 1229, y en 1230 las poblaciones de Montánchez, Badajoz y
Mérida.
            Pero, la conquista
definitiva de Trujillo tuvo lugar en tiempos del rey Fernando III, el 25 de
enero de 1233, participando en la misma las Ordenes Militares de Alcántara,
Santiago y el Temple[24].
Según la tradición, transmitida de generación en generación, la puerta por la
que entraron las tropas en la toma de Trujillo recibió el nombre de Arco del
Triunfo, en conmemoración al acontecimiento. Junto a las tropas de las
Ordenes Militares, destacaron caballeros de tres linajes que serían decisivos
en la posterior administración municipal de Trujillo: Altamiranos, Bejaranos y
Añasco. Entre los primeros destacó Fernán Ruiz de Altamirano, que logró abrir
la puerta del Triunfo para facilitar así la entrada a los ejércitos. Encima de
la puerta se pusieron los escudos de dichos linajes, y en una hornacina, una
imagen de Ntra. Sra. de la Victoria abogada de la conquista[25].
Pues, según una venerable leyenda, la Virgen intercedió para que el ejército
cristiano venciese en la toma de Trujillo contra los infieles. Esta leyenda
motivó el escudo de Trujillo que representa a la Virgen de la Victoria sobre
las murallas, en medio de dos torreones. El rey Fernando III concedió al Obispo
de Plasencia, diez yugadas en el término de Trujillo, en atención a los
servicios prestados en la toma de la villa[26].
            Tras la reconquista
aparecen en la villa las primeras fábricas religiosas cristianas, como es el
caso de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, ubicada sobre el solar
de una mezquita árabe, la cual sería el centro del nodo urbano más importante
de la ciudad intramuros.
            Al desaparecer el
peligro musulmán y con el enriquecimiento de los patrimonios solariegos, la
población comienza a abandonar la zona intramuros y rebasa la cerca de
murallas, levantando edificios entorno a lugar de celebración del mercado de
ganados o agrario en el arrabal en que se vendían los excedentes de los
dominios y a los que acudían buhoneros y artesanos que acabaron por
establecerse allí de forma permanente, a estos núcleos se los denominó burgos.
El centro cívico medieval, sito en la villa intramuros, pasará a la
"ciudad nueva", configurándose así la Plaza Mayor.
            La
expansión demográfica es importante para los intereses políticos y militares de
los reyes, que sólo podían prosperar mediante un adecuado poblamiento de las
regiones conquistadas. De esta manera, se afirman algunas ciudades como
Plasencia, Cáceres y Trujillo. La mayor parte de los pueblos de la Diócesis
placentina estaban muy vinculados desde el punto de vista económico, político y
administrativo a una Ciudad principal: Trujillo, Plasencia, etc., que dictaba
unas ordenanzas observables en todas las aldeas de su término. El Corregidor
visita los lugares y efectúa los mandatos que obligan bajo pena a los aldeanos.
A finales de la Baja Edad Media se observará una mayor autonomía. Los
municipios comienzan a establecer sus propias ordenanzas, aunque serán aprobadas
en esas Ciudades principales. 
            Es
importante el estudio de las características de las imágenes medievales e
intentar localizar su época, pero también resulta interesante conocer las
sutiles transformaciones que han sufrido a lo largo de la historia, así como
las vicisitudes por las que han pasado desde las numerosas leyendas de tipo
simbólico que se las han atribuido hasta los festejos que en honor a ellas se
celebran en nuestros días. 
            En
aquella época de inquebrantable fe y de elemental cultura popular, de
efervescentes pasiones juveniles y de costumbres semibárbaras, no es de
maravillar que tropecemos con los más fuertes contrastes en la vida moral, los
actos más heroicos de abnegación, de penitencia, de humildad, de
desprendimiento evangélico, con la codicia insaciable de bienes mundanos, la
rapacidad más brutal, la ambición, el egoísmo; la pureza angélica, la
virginidad, el espiritualismo más noble, con los instintos más desenfrenados,
el adulterio y el concubinato casi sin escrúpulos; la misericordia, la caridad
y el amor al prójimo, con la crueldad, la extorsión y la usura; la piedad más
ejemplar, con la más grosera superstición.
            El comentario de San
Bernardo al Cantar de los Cantares sobre el amor místico casi coincide
con las más apasionadas y sensuales novelas caballerescas, en que se exalta el
amor libre pecaminoso y adúltero, como en Tristán e Isolda. Siempre hubo
delitos e inmoralidades en el mundo, y es fácil trazar cuadros de subido color
presentando las costumbres de la época, buena muestra de ello lo encontramos en
la sillería coral de la Catedral de Plasencia.
            Para explicar de algún
modo este sentido sombrío de las obras artísticas de la época, hemos de tener
en cuenta que en la masa del pueblo, y en aquellos eclesiásticos que no cursaban
estudios, reinaba la mayor ignorancia, y en las sombras de ésta se incuban
fácilmente los vicios más envilecedores. Anotemos, además, que el hombre
medieval vive en continuo estado de guerra. Siempre alerta contra las
incursiones de los enemigos en las luchas civiles y siempre soñando en
fantásticas matanzas de infieles bajo los cielos de Oriente[27].
            Ahora bien, la guerra
despierta las pasiones más violentas, y si es lejana y larga, relaja las
costumbres. Finalmente no olvidemos que muchos de los crímenes y depredaciones
se explican por la deficiente organización de la vida civil y la falta
consiguiente de eficaz justicia represiva.
            Pero, en general,
conviene resaltar la fe y espiritualidad de aquellas gentes que todo lo
contemplaban sub specie aeternitatis, que conocían perfectamente su
origen y su destino eterno y miraban todas las cosas del mundo como criaturas
de Dios y en el Vicario de Cristo con adhesión total; que amaban a Nuestro
Señor y a su Madre Santísima con apasionamiento y ternura; que invocaban a los
santos con familiaridad y confianza; que si pecaban, expiaban su culpa con  austeridades y  penitencias; que hacían actos heroicos,
luchando por la fe o consagrándose a obras de caridad; y veían en el santo
local el ideal y prototipo del hombre; y, en fin, que cantaron su fe en poemas
inmortales y obras de sabiduría teológica y construyeron para honra de Dios
obras artísticas espirituales.
            Pero,
la fecundidad de la fe se mostró en otras muchas manifestaciones de la vida,
hasta en las fiestas populares, que con frecuencia son para el hombre del
Medievo prolongación de las fiestas religiosas[28].
Muchas de las romerías que se celebraban en torno a la Virgen se convirtieron
en la mayoría de los casos, en uno de los paradigmas de la localidad y en una exaltación
folklórica-turística.
            Difícil
resulta a veces encontrar datos sobre el origen de ciertas imágenes
medievales  -como es el caso, de Ntra.
Sra. de la Asunción de la parroquia de Santa María- y sobre la devoción a
ellas, por no encontrarse documentación en los archivos parroquiales y, en el
caso de que hubiese alguna información sobre la devoción a las imágenes, se han
perdido la mayoría de los documentos correspondientes, unas veces por el
abandono de los mismos sacerdotes o de los seglares encargados de las cofradías
y, otras veces, por las vicisitudes de la historia como la invasión francesa o
la  Desamortización[29].
            Es
curioso el origen legendario de la mayoría de las imágenes. Casi todas estas
"mariofanías" (manifestaciones de María) obedecen siempre a este
esquema tipificado: origen de la imagen en Tierra Santa; traída de allí por
algún varón apostólico; ocultamiento de la misma ante la invasión árabe;
aparición a un pastor o a una persona de baja categoría social e intelectual;
voluntad expresa de la Virgen de querer quedarse en ese lugar elegido por ella;
expreso deseo de la Virgen de que en ese citado lugar se levante un templo e
inamovilidad de la imagen al intentar ser trasladada a otro lugar distinto. 
            Al difundirse estos relatos, según un
modelo establecido, los monjes o el pueblo sencillo no buscaban la
verosimilitud. Su objetivo era el de incorporar al culto de una imagen el
"medio ambiente" legendario que entrase más entrañablemente en el
corazón del pueblo[30].
Pero, cada época tiene su idiosincrasia y no se puede aplicar a una época
pasada criterios que hoy estimamos insustituibles. Es difícil entrar en la piel
de unos hombres medievales que creían en un mundo en el que casi todo era
simbólico. 
            La
leyenda va más allá de la historia porque expresa todo aquello que está en el
alma de un pueblo o de una comunidad, pero que la historia no ha podido captar.
La ley que debe aplicarse a estas leyendas no puede ser más que ésta: El hombre
capta la realidad no sólo por el entendimiento, sino también con el
sentimiento, y la expresa no con palabras frías, sino a base de alegorías,
símbolos, leyendas y mitos. Así, el misterio de María no sólo se explica con la
historia, más bien escasa, sino también con la teología y el lenguaje indirecto
del símbolo y de la metáfora, como encarnación de lo indecible.
            El
fondo espiritual de las leyendas medievales es la presencia de María
protegiendo a los pueblos cristianos en el momento en que se encontraban así
mismos, a medida que avanzaba la Reconquista. Los cristianos al lado de la
Madre protectora se sentían fuertes, gracias a las imágenes que iban llenando
los santuarios de las tierras conquistadas a los árabes. Este convencimiento se
vivía comunitariamente y fue concretándose en el momento en el que un poeta
-expresión del alma popular- fingió, que no inventó, la historia de la imagen
venerada. La narración, con el correr del tiempo, fue creciendo con detalles
que corrían de boca en boca, hasta pasar al acerbo común y transformarse en
leyenda. 
            Las
manifestaciones marianas muestran como tipificados, unos esquemas devocionales
e históricos, que proyectan a su vez manifiestas analogías para la comprensión
del fenómeno religioso. Ejemplo de ellos son estas relaciones que acabamos de
comentar, entre las imágenes de María y las Ordenes Militares, la principal
fuerza cristiana.
            Tras
la reconquista, hubo de ser masiva la demanda de imágenes de la Virgen y los
Crucificados para las nuevas iglesias y ermitas que se estaban erigiendo en las
distintas localidades de la Diócesis placentina, según podemos constatar en las
numerosas advocaciones existentes, muchas de ellas no pasaron de ser obras de
devotos locales, que en la mayoría de los casos se conformaron con plasmar las
cabezas y los cuerpos que habían contemplado en las imágenes vecinas más
veneradas. 
            El
concepto de la realeza de la Madre de Jesús, fue captado por los tallistas
medievales en toda su profundidad teológica y grandeza litúrgica, existiendo
una gran correlación entre la plástica y la corriente ideológica que la
informa, de esta forma, aquélla se produce en función directa de ésta.
            Por
tanto, podemos pensar en una conciencia que podríamos llamar iniciática,
producto de una concepción sagrada paralela a la que los maestros constructores
tradujeron en los templos. La tradición, en sus leyendas sobre el origen de
ciertas imágenes, ha plasmado también esa circunstancia.
            En
la mayor parte de los casos, estas imágenes se convierten en Patronas de la
localidad en cuyo territorio han sido localizadas. Son varios los autores, que
sin contar con documentación alguna, consideran que los cristianos en la toma
definitiva de Trujillo encontraron una imagen de Ntra. Sra. escondida en la
Torre Julia. Cuando es más probable que la Virgen de la Asunción fuese una
imagen fernandina que viniese con las tropas en el año 1233. La festividad
mayor suele coincidir con la fecha de su supuesto hallazgo o de la toma de la
villa. En muchos casos se utiliza la devoción popular para socorrer a los
gastos que la iglesia debe sufragar a lo largo del año, como es la reparación
del templo o ermita, ya que son muchas las ofrendas que los fieles otorgan a
sus imágenes de devoción. 
            Otra
prueba de la gran devoción que el pueblo ha tenido a la mayoría de estas
imágenes, es la existencia en las iglesias y ermitas de diversos exvotos que
nos hablan de favores concedidos por la Virgen. Precisamente, gracias a un
cuadro exvoto del año 1745 existente en la iglesia parroquial de Santa María de
Trujillo, nos podemos dar una idea del aspecto que tenía la imagen de Ntra.
Sra. de la Asunción, que desapareció en 1809 con motivo de la invasión
francesa.
            El
Escudo de Armas de Trujillo fue creado en 1233 con motivo de la toma de
Trujillo  por las tropas del rey Fernando
III, que capitaneaban D. Pedro González Mengo, Maestre de Alcántara, en
obsequio por la intercesión de Ntra. Sra. en la victoria final contra los
árabes. En su origen se organizó de la forma siguiente: En campo de plata,
una imagen de Nuestra Señora de la Victoria con el Niño Jesús en los brazos,
puesta encima de una muralla almenada y acotada de dos torres, todo de gules y
mazonado de plata. El uso de tal escudo fue confirmado por el mismo Rey D.
Fernando III[31].
            Cuando el Rey de
Castilla y León D. Juan II concedió a Trujillo el titulo de Ciudad, el 12 de
abril de 1430 en Astudillo, y fue confirmado el 4 de enero de 1432 en Zamora,
esta ciudad extremeña con su asentimiento, timbró su escudo de armas con una
corona igual a la de Marqués[32].
            Y, por último, el Rey
D. Alfonso XII, a petición del Ayuntamiento de Trujillo, confirmó el escudo de
armas, y mandó dar certificado de la confirmación por D. Félix de Rújula Martín
Crespo Busel y Quirós, Cronista de S.M.C., el 18 de mayo de 1880; ordenándose
en él que la Ciudad de Trujillo pueda usar de las referidas armas, haciéndolas
bordar, esculpir y pintar en sus  
sellos, anillos, reposteros, Casas Consistoriales portadas, y demás
partes acostumbradas.
            En dicho certificado
de confirmación se define el emblema del escudo en la forma siguiente: "La
plata significa pureza, integridad, obediencia, celo, firmeza y gratitud. La
imagen de la Virgen, devoción y agradecimiento a la victoria conseguida a los
sarracenos. El muro y las dos torres declaran el brío, firmeza, constancia,
esfuerzo y osadía de los moradores y vecinos de Trujillo. Y el color gules (o
rojo) demuestra la sangre que en su conquista y defensa derramaron los
hijosdalgos y caballeros pobladores de ella".
            Siete puertas abrían el cinturón de la
muralla almohade al exterior de la ciudad. Estas fueron reformadas entre los
años finales del siglo XV y principios del siguiente. En ellas y sobre el arco
de acceso se emplazaba una pequeña capilla, escoltada con los blasones de
España, de la ciudad y de algunas familias nobiliarias, con un retablo de
imágenes. 
            Las puertas de
Santiago y San Juan se adornaban con las imágenes de sus santos titulares. La
del Triunfo ostentaba una imagen de bulto de Nuestra Señora de la Victoria,
acorde con la tradición de que allí se apareció la Virgen al ejército cristiano
en la reconquista de la ciudad.
            Desaparecidos todos
los retablos, que inicialmente se decoraban con pinturas, se perdieron las
imágenes, que en 1554 ejecutara Jerónimo González para las puertas de Santiago
y San Juan. Igual suerte corrió la imagen que para la puerta del Triunfo
hiciera el pintor Muriel Solano en 1575, en sustitución de la escultura que
para dicha hornacina realizara el artista Sancho Casco, en 1505. La que  actualmente se expone a la veneración de los
fieles en la citada puerta, es obra realizada en 1963 por el cantero trujillano
Francisco Serván Donaire.
            Unas noticias
documentales son los únicos restos que quedan de los retablos emplazados en el
Cañón de la Cárcel y en el de la calle Sillería. Servidumbre de paso a través
de las antiguas casas consistoriales, que enlaza el camino de las almenas con
la plaza mayor, en el primero puede apreciarse aún la hornacina ciega,
desprovista de su correspondiente retablo, en el que Muriel Solano pintara en
1575 una imagen de Nuestra Señora. En el arco de Sillería no queda rastro
alguno del retablo, que sabemos estuvo situado en la parte exterior de la
plaza, pero los testimonios escritos son lo suficientemente explícitos para
afirmar la existencia de una capilla abierta dedicada a la Virgen[33].
Conformaban ambos, junto con la capilla del Reposo, que aún se conservan, la
trilogía de retablos marianos situados en la entrada a la Plaza, de los tres
caminos más utilizados.
            Por tanto, en un breve
recorrido por las calles trujillanas nos detendremos a contemplar las imágenes
de Nuestra Señora. Muchas desaparecieron, pero otras aún siguen recibiendo las
oraciones de los fieles transeúntes. El escudo de la ciudad es el motivo
heráldico más repetido en la iconografía mariana.
              El escudo de la ciudad de Trujillo efigia a
la Virgen de la Victoria entre dos torres almenadas sobre campo de plata las
calles de 
             Allí donde se encuentra, testimonia la
propiedad o mecenazgo del concejo trujillano. Así lo vemos en las portadas de
los predios comunales, en las iglesias de patronazgo y en las bóvedas de los
templos, a cuya construcción acudió el Ayuntamiento.                                     
            Las armas de la ciudad
aparecen en las portadas de las dehesas de los Caballos y de las Yeguas,
erigidas respectivamente en 1535 y 1573, con el acompañamiento de las del
reino, en su calidad de ciudad realenga. EI escudo trujillano preside la casa
de los Fieles y otros edificios públicos, 
desgraciadamente desaparecidos.                                       
            Escudos de la ciudad
-con la obligada representaci6n de la imagen de Nuestra Señora entre dos
torres- aparecen en las portadas de las iglesias conventuales de San Pedro y
San Francisco, y en la principal de la parroquia de San Martín, ornando
asimismo las claves de las bóvedas interiores. Responden todos ellos a un mismo
modelo compositivo, en que aparece la Virgen de tres cuartos, con la única
excepción del escudo de la portada de la iglesia de San Francisco, que
representa a Nuestra Señora de cuerpo entero, con un lirio en su mano derecha.
Es este sin duda el  mejor ejemplar
iconográfico de la heráldica concejil, por su diseño y labra. En el interior
del templo franciscano pueden contemplarse los escudos situados en las claves
de las bóvedas de la nave principal, con la policromía original, que pusiera en
ellos el pintor Juan Ximénez, en 1588
            Otro escudo decora la
fachada del actual Ayuntamiento, edificado bajo el mandato del corregidor Juan
de Lodeña en 1585, durante cuyo corregimiento se alzaron los arcos del portal
del pan, que remataban en un ático con los blasones de la ciudad.  Esta obra desapareció, al descomponerse en el
siglo pasado este lienzo de la Plaza, si bien podemos conocer su alzado gracias
a los dibujos del taller de Laborde, descubiertos por el historiador del Arte
fallecido Dr. D. Xavier de Salas.             
            De las capillas
abiertas en el callejero de la ciudad tan sólo se conservan las siguientes: la
de la Virgen de la Guía, el Reposo, la de la calle Afuera (desaparecida) y una
situada en el costado exterior de la iglesia conventual de San Francisco. Todas
ellas son imágenes de piedra, de distinta 
calidad artística, y procedentes de un mismo modelo iconográfico.
            
Años antes, en el año 1531, el concejo acordó
construir una capilla en el castillo para venerar en ella a la imagen que
ejecutara Diego Durán,  de vara y dos
tercios, bien dorada y lucida, adornos que estuvieron a cargo de Antón Torino y
Juan Notario[34]. Esta
imagen sería la Patrona de Trujillo, la Virgen de 
La obra del arco, bóveda, altar y retablo de
Nuestra Señora de la Victoria fue encargada al maestro Sancho de Cabrera por un
importe total de cien ducados, según acordó el Concejo en 
            Cinco decenios más
tarde, en 1583, la escultura fue retocada por el escultor Juanes de la Fuente,
activo en la ciudad por aquellos tiempos; al año siguiente sería policromada y
dorada por el pintor Juan Sánchez[35].
            Es una imagen de gran
belleza, que muestra a la Virgen en pie, con el Niño desnudo en su izquierda;
tratada con formas blandas, constituye un buen ejemplar de arte renacentista.
            En el año 1755, un año
después de que se realizasen otras obras de mejora en la capilla de Nuestra
Señora de la Victoria, se decide llevar a cabo "alguna obra que redunde
en el maior y más honroso adorno" en acción de gracias ante el
terremoto registrado a finales de dicho año. A principios de 1756, Fernando de
Mendoza, nombrado comisario para las obras de la capilla, inicia los trámites
para el comienzo de las mismas. Meses más tarde se ordena el libramiento de 530
reales de vellón de la "madera cortada para la obra de Nuestra Señora
de la Victoria". No obstante, las obras no se habían iniciado aún en
1760. En abril de dicho año el procurador síndico pone en conocimiento del
concejo las quejas que los vecinos le habían manifestado por el apilamiento de
materiales en aquel sitio sin que los trabajos de ampliación diesen principio,
de forma que "lo que se preparó para maior dezencia, produce oy
indezencia a lo que no es justo que la ziudad buelba los ojos".
            En 1809, con motivo de
la entrada de las tropas francesas en Trujillo, D. Agustín Serrano, criado del
Marqués de la Conquista, escondió la sagrada imagen en el Palacio de la
Conquista. En 1854 fue devuelta la imagen de la Patrona a la fortaleza. En la
festividad del año 1912, se inauguró la nueva capilla del castillo, la obra fue
costeada por el Excmo. Sr. Marqués de Albayda. Coincidiendo con este hecho se
quitó la policromía a la imagen de la Patrona[36].
            Al concluir la fiesta
de la Patrona del año 1949, el Sr. Alcalde D. Julián García de Guadiana
Artaloytia, al despedir a los invitados en el salón de actos del Ayuntamiento,
les expuso la pena que causaba el estado en que se encontraba la capilla de la
Virgen y lanzó la idea de hacer una profunda reforma. Ni que decir hay que fue
extraordinariamente acogida su propuesta. Para realizar la obra se encargaron
planos y estudios y sin demora alguna, el Alcalde convocó a los patronos y
obreros de distintos ramos a una reunión que se celebró el 26 de Marzo de 1950,
en la que fueron mostrados los planos realizados por los arquitectos Valcárcel
y Feduchi. En las fiestas de la Victoria de 1950, se realizaron audiciones
radiofónicas que pudieron ser escuchadas por todos los trujillanos gracias a la
megafonía instalada en la Plaza por generosidad de la firma comercial Eusebio
González y Cía, S.A. En su alocución señaló el Sr. Alcalde que era el momento
propicio de acometer las obras de restauración de la ermita del Castillo,
animando a los trujillanos a colaborar. La idea es acogida favorablemente y el
público congregado en la Plaza aplaude con entusiasmo. En efecto, de inmediato
se abre una suscripción popular para que cada trujillano aporte lo que crea
conveniente.
            En los primeros días del mes de
marzo de 1951, comenzaron las obras de la Capilla o Santuario de la Virgen
según los planos que el 18 de febrero anterior entregó el arquitecto de 
            Según
constatamos por el Libro de Cuentas de Fábrica más antiguo que se conserva[37], existió una imagen de Ntra. Sra. con
su Niño en brazos en el altar mayor. Debe de tratarse de la imagen titular de
la parroquia, Ntra. Sra. de la Asunción.
            Es
difícil, al contar con tan escasa información en los libros de fábrica, saber
qué forma tendría. Tan solo se conserva un cuadro exvoto, realizado en 1745, en
el que aparecen representados la Virgen sosteniendo al Niño con su brazo
izquierdo[38]. Pero, la imagen está vestida,
imposible para datar 
            Pero,
contar solamente con un cuadro exvoto popular y una vaga referencia a la imagen
en los libros de fábrica, además de tener en cuenta el estilo personal del
artista, en este caso mediocre; no nos permite aventurar hipótesis. El culto a
la Virgen con el Niño de Santa María, bajo la advocación del Misterio de la
Asunción, se estableció enseguida, una vez conquistada la villa por las tropas
cristianas. Según Tena Fernández: "Fue la imagen de mayor devoción en
Trujillo, hasta el año 1531, fecha en la cual el concejo acordó construir una
capilla en el castillo para venerar en ella a la imagen que ejecutara Diego
Durán[39],
sería la Patrona de Trujillo, la Virgen de la Victoria"[40].
            Con
anterioridad, las representaciones a Nuestra Señora, estaban reservadas para el
escudo de la ciudad, repartidos en puertas de acceso a la villa, bóvedas de las
iglesias, etc. 
            El
escudo de armas de la ciudad fue confirmado por el rey Fernando III, según la
venerable leyenda que nos cuenta que la Virgen auxilió a las tropas cristianas
en la conquista definitiva acaecida el 25 de enero del año 1232. En el escudo
de armas aparece: "En campo de plata
una imagen de Ntra. Sra. de la Victoria, puesta encima de la muralla almenada
de dos torres, todo de gules y mazonado de plata". 
            Ntra.
Sra. de la Asunción, titular de la iglesia de Santa María, sería la imagen que
recibiría culto y sería la más venerada hasta la fecha citada. Tuvo muchas
alhajas y ricos vestidos como se desprende del Inventario realizado en 1729[41]. Esta imagen desapareció en 1809. Su
lugar en el retablo le vino a ocupar una imagen de Ntra. Sra., actual titular
de la parroquia, obra del escultor Modesto Pastor, natural de Valencia[42].
            En
un Libro de Cuentas de la parroquia podemos leer: "Es tradición que en la invasión francesa del presente siglo
desapareció la imagen de Ntra. Sra. de la Asunción, patrona de la iglesia de
Santa María; llevándose los preciosos vestidos de su uso al extranjero, algunos
se pudieron rescatar. El camarín quedó sin imagen, cuya falta se suplió en el
año mil ochocientos diez y siete por el Sr. Marqués de Santa Marta que donó un
magnífico lienzo a la iglesia, representando el misterio de la Asunción de
Ntra. Sra., se colocó en el centro del retablo mayor desde lo alto del
tabernáculo hasta cubrir el escudo final de aquel ocultando por sus
dimensiones, el camarín y siete cuadros más del retablo. En mil ochocientos
ochenta y dos se trasladó este lienzo y hoy está colocado en la nave del
baptisterio frente a la ventana grande de Mediodía[43] y puesta en el camarín una imagen de talla que representa dicho
misterio estando la Virgen sentada sobre una nube, subida por dos mancebos
preciosos, circuida de rayos dorados en grupo de unos dos metros y treinta
centímetros de altura, por uno y doce de ancho, es obra del escultor de
Valencia del Cid don Modesto Pastor, encargada por el cura párroco de esta
iglesia y costeada por los fondos de la fábrica, siendo su coste nueve mil
reales. Llegó esta imagen a Trujillo a últimos de abril de 1882; estuvo, hasta
su traslado en procesión, en la casa del presbítero don Agustín Solís, en 
También tuvieron gran interés entre los fieles trujillanos
las procesiones en honor a los Santos
Mártires Fabián y Sebastián, y a San
Gregorio. En el campo de San Juan, próxima a la ermita de Santa Ana, y
antes de la construcción de ésta[45],
existía la ermita de los Santos Mártires Fabián y Sebastián, de la que no
quedan restos, siendo demolida esta fábrica según el vulgo popular durante la
invasión francesa en el año 1809[46].
Los primeros datos que tenemos sobre esta ermita proceden
del siglo XVI. El 28 julio del año 1564, el ayuntamiento encargó a don Pedro
Suárez de Toledo la realización de una campana para la ermita de los Santos
Mártires a los que se tenía gran devoción[47].
La fiesta se realizaba solemnemente el 20 enero de cada año, con procesión que
partía de la iglesia de Santa María la Mayor y a la que asistía el Clero y el
Concejo en cuerpo de ciudad[48].
Las imágenes de San Fabián y San Sebastián fueron depositadas en el Convento de
San Francisco el Real de la Puerta de Coria cuando se extinguió la ermita y el
culto[49].
La procesión de los Mártires San Fabián[50]
y San Sebastián[51]
celebrada el 20 de enero, se realizó con gran boato a causa de la peste general
que tuvo lugar en 1720, llamada “peste de Marsella”, las anteriores más
cercanas habían tenido lugar en los años 1705, 
1713 y posteriormente, entre los años 1810-1811, la más conocida 
La procesión partía de la Iglesia de Santa María “La
Mayor”, considerada iglesia matriz de Trujillo[53].
Según la concordia celebrada el 1 de mayo de 1719 entre el Concejo de Trujillo
y el Cabildo, según consta en Protocolos ante el escribano Pedro de Rodas. Esta
procesión pasaría por la iglesia de Santiago y bajo el Arco de su nombre hacia
la cuesta de la iglesia de la Sangre, una vez atravesada 
Como hemos citado anteriormente, se hace mención a la
procesión de San Gregorio[54],
que aquí en la ciudad tenía singular devoción como abogado de las cosechas,
fertilidad de los campos y prosperidad de la ganadería, y al que en 1582 hizo
voto de ir con su consejo en procesión desde la iglesia de Santa María la Mayor
a la ermita de los Prados de San Juan, en la que levantó un altar a este Santo
Obispo de Ostia, y en cuyo día se corrían toros y se celebraban festejos. La
ermita ha desaparecido. Pero aún se conserva en la iglesia de Santiago la
imagen de San Gregorio, que fue tallada por el escultor trujillano Juanes de la
Fuente en el año 1582[55],
y fue pintada y dorada por el pintor Muriel Solano[56].
Gran importancia tuvo la veneración a este Santo en Trujillo, una ciudad
dedicada esencialmente a la actividad agrícola y ganadera. De hecho, esta
imagen se ubicó en el altar de las Casas Consistoriales o antiguo Ayuntamiento,
junto a la imagen de San Andrés, que fue patrón de la ciudad, obra realizada en
el año 1595 por el escultor placentino Pedro de Mata, en el lugar donde se
decidieron y aprobaron los asuntos más importantes que concernían a la ciudad
tal o pueden constatar Libros Capitulares[57].
No obstante, también existió otra imagen de San Gregorio en
la propia ermita de San Juan de los Prados[58],
que era muy venerada por el gremio de labradores, contribuyendo también a su
culto y al cuidado de la propia ermita con importantes limosnas el Concejo[59].
Por un Inventario que está en el Protocolo del escribano Juan de Santiago
Madrigal, sabemos que en esta ermita había en el año 1598 los siguientes bienes
muebles: dos imágenes de bulto, una de San Juan, puesto en un retablo de
madera, y la otra de San Gregorio en sus altares. Otra imagen de Nuestra
Señora, vestida. Otra imagen de bulto pequeña de San Juan con el cordero a los
pies. Otra de San Juan Evangelista pintado en un lienzo. Una Verónica y otra
tabla de la Magdalena[60].
Esta ermita desapareció con la invasión francesa del año 1809, según un acuerdo
del Concejo con fecha 13 mayo 1825 se dice lo siguiente: ”Atendiendo a que se han consumido crecidas cantidades en la extinción
de langosta sin que sea bastante para votar la, se acuerda que todo vecino sin
distinción presente medio celemín de langostas en el corral de la ermita
destruida de San Juan a las cinco de la tarde”[61].
            Otras de las fiestas que despertaron
gran interés en la ciudad estaban relacionadas con el culto a los Santos Mártires San Hermógenes y San
Donato. En una de las capillas laterales del muro de la epístola se
encuentra la capilla de los Santos Mártires, San Hermógenes y San Donato[62].  Encontramos referencias a ellos en la obra la
España Sagrada del padre Enrique
Flórez, el cual específica literalmente “que
son santos atribuidos a Trujillo. En el año 1431 empezó a ser ciudad por
concesión del rey don Juan el segundo; y queriendo también honrar la el autor
de los falsos cronicones, que no la había dado nada en los primeros escritos,
resarció bien la omisión en el último, donde la concedió veinte y cuatro
mártires de un golpe, pues el adversario 307 de Julián Pérez dijo que San
Hermógenes, Donato y otros veintidós mártires fueron naturales de Trogilio
(Trujillo) y que allí empezaron a padecer, consumando luego su martirio en
Mérida”[63].
El obispado de Plasencia (al que pertenece Trujillo)
celebró a estos santos como propios, señalando el día 12 diciembre en que se
leen sus nombres en el Martirologio[64],
según consta por un edicto firmado por el Obispo de Plasencia don Diego de Arce
el 12 junio 1651. Previamente, encontramos referencias a la capilla de los
santos mártires en la iglesia de San Martín, en el testamento de Mencía Gil
fechado el 23 enero de 1566, en el cual específica que se la entierre en la
capilla de los Santos Mártires y que asista a su entierro la Cofradía de los
Santos Mártires de la cual es hermana[65].
Existen
otros Martiriológicos que indican que estos santos mártires pudieran haber
muerto en Mérida, mientras que otros los excluyen de Mérida, siendo el más
antiguo de ellos el Georminiano
Epternaccense[66].
Hemos de insistir que los mártires San Hermógenes y San
Donato, no fueron trujillanos, ni siquiera españoles, ni fueron martirizados en
Mérida ni en Trujillo, a pesar de ello recibieron culto y gran devoción entre
los ciudadanos de Trujillo.
También, la festividad a San Pablo, nos remite a la conquista definitiva de Trujillo en el
año 1232. El gran avance cristiano en el proceso reconquistador extremeño tuvo
lugar en el siglo XIII a partir de las Navas de Tolosa (1212). La concordia
entre castellanos y leoneses ayudo para que Alfonso IX conquistara
Alcántara  en 1217 y Cáceres en 1229. La
Orden de Santiago esperaba que se la cediesen considerando que había sido su
origen pero esto no formaba parte de decisiones regias. Al año siguiente
continuo el avance se conquista Montánchez, Badajoz y Mérida y se le entregó la
primera de estas villas.
La conquista definitiva se dio en tiempos de Fernando III
el 25 de enero de 1233, y en ella participaron las Órdenes militares de
Alcántara, Santiago, el Temple y el obispo de Plasencia, Don Domingo. Por
tanto, tuvo lugar el día de la festividad de San Pablo[67].
Los cristianos construyeron una ermita en su honor en el Patio-Albacar del
Castillo. A pesar de haber sido construida la ermita al finalizar la
reconquista y restaurada en el siglo XVI, las primeras referencias documentales
las encontramos en el siglo XVII, concretamente en el año 1608, cuando se
llevan a cabo nuevas reformas arquitectónicas en la misma, encargadas por
Jerónimo de Loaisa[68],
obras de reparación que estaban finalizadas en 1618, según consta en un
documento de la “Comisión de Fiestas de San Pablo[69].
Junto a las Ordenes Militares que participaron en la
reconquista, también destacaron caballeros de tres linajes que en siglos
posteriores, van a protagonizar la historia local trujillana: son los
Altamiranos, los Bejaranos y Añasco. Entre ellos destaco de forma singular
Fernán Ruiz de Altamirano que logro abrir una de las puertas de la ciudad y
facilitar la entrada de las tropas cristianas al recinto amurallado y así poder
tomar 
La
leyenda motivo el escudo de Trujillo que representa a la Virgen de la Victoria
sobre un muro, en medio de dos torreones, y la creación en el siglo XVI de una
capilla en la fortaleza en el acceso principal en la parte que mira a la
población.
Una vez
conquistada Trujillo los ejércitos cristianos corren hasta llegar a los
márgenes del Guadiana. En 1234, conquistaron Santa Cruz, Medellín y en febrero
de 1235, Magacela.
En el Castillo, en el patio denominado de San Pablo o
Albacar, se ubicó una ermita en memoria del Santo Apóstol Pablo, por haberse
producido el  día de su conversión, el 25
enero, la reconquista definitiva de Trujillo arrebatado a los árabes por los
cristianos.
En conmemoración de la toma de Granada, los
Reyes Católicos ordenaron que se reconstruyera la Puerta del Triunfo de
Trujillo y se pusiera sobre el muro exterior del arco su escudo de armas. En la
hornacina existía una imagen de la Virgen, que las tropas que reconquistaron la
villa en 1232, habían situado en este bello pórtico de poniente. 
            A este lugar, después
de la misa mayor, que se celebraba en la cercana iglesia parroquial el día de
Nuestra Señora de Agosto, y en la conmemoración de la toma de Trujillo, en el
día de la festividad de San Pablo, el Concejo y el Clero se trasladaba en
solemne procesión al Arco del Triunfo, donde se cantaba una Salve con su
antífona y oración. Por la tarde se celebraban los festejos populares de cañas
y toros, en la plazuela de Santa María, y posteriormente, se trasladaron a 
            El primer testimonio
documental que recogemos de estos festejos taurinos lo encontramos en el acta
de la sesión celebrada por el Ayuntamiento, el día 5 de agosto de 1499, en
dicho año los ciudadanos piden que manden dar los toros para el día de Santa
María. El Concejo toma el acuerdo de no aceptar esta propuesta. Pero, el hecho
de encontrarnos con datos sobre festejos populares en estas fechas finales del
Medioevo, no quiere decir que no hubieran existido anteriormente pues la
tradición y la historia atestiguan que las que las fiestas religiosas de la
Virgen de la Victoria y las corridas de toros están íntimamente ligadas a
través de los siglos. 
            Las fiestas más
extraordinarias fueron las celebradas en 1519 con motivo de haber sido elegido
Carlos I, el 28 de junio de dicho año, Emperador de Alemania.
            En 1531, se construye
la capilla del Castillo y en ella se coloca la nueva imagen de 
El
Procesionario menciona la Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria o Fiesta
de la Candelaria, es una fiesta popular celebrada por los cristianos, en
honor de la Virgen de la Candelaria, advocación mariana aparecida en Tenerife
en el siglo XV. Inicialmente la fiesta de la Candelaria o de la Luz tuvo su
origen en el Oriente con el nombre del "Encuentro", posteriormente se
extendió al Occidente en el siglo VI, llegando a celebrarse en Roma con un
carácter penitencial. Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral
católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del
Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc. 2; 22-39) y la purificación de 
            
También,
el Procesionario hace referencia a la Bula
de 
En los siglos XV y XVI, surge la
necesidad de ofrecer al pueblo una visión sencilla de la religión, acercando al
vulgo las esferas de lo divino y lo humano, facilitando así comprensión de los
misterios de 
[1] En el Archivo Diocesano de Plasencia se conserva el más
antiguo fechado en 1587.
[2] Llegó a tener tanta aceptación entre los
fieles que incluso se conseguía  “bendita
agua de San Gregorio” para bendecir en la procesión los campos infestados por
langostas. Según constatamos por diversos documentos como el Testimonio despachado a 18 de abril por Gregorio de
Deva, Abad de Soslada en el Valle de 
[3] RAMOS RUBIO, J. A: 
“Aproximación histórico-artística de la imagen de 
[4] RAMOS RUBIO, J. A: "Aportaciones históricas
sobre las ermitas trujillanas". Revista 
[5] IGLESIAS AUNION, P: “Una aproximación a la
religiosidad y piedad popular por medio de las cofradías en 
[6] El convento de San Francisco
"El Real", llamado de la
 Puerta  de Coria, por su proximidad a una de las siete puertas
que accedían a la Villa 
medieval de Trujillo, el arco o puerta desde donde partía el camino hacia la
ciudad de Coria, de aquí su nombre, se fundó por disposición suprema, por lo
que ha sido admirable la virtud que siempre en él ha resplandecido. Confirmase
este aserto y se corrobora el precedente con una Real Cédula, que se hallaba en
el archivo del Convento de San Pedro de la misma ciudad (perteneciente a la
misma orden religiosa que habitó el Convento de La Coria ), concedida por el rey
Juan II, en Toro a 28 de junio de 1426, en favor de Inés de Cristo, Marina
Herrera y demás beatas, en atención a los buenos servicios que los linajes a
los que pertenecían la mayoría de las religiosas en él profesas, habían
realizado a la Corona 
de España. Por tanto, existió con anterioridad a la fecha citada un beaterio en
el lugar en que se emplazaría el edificio conventual desde junio de 1426. El
rey envió al corregidor y demás ministros de la entonces Villa de Trujillo
(erigida Ciudad desde 1432), para que no llevaran tributo alguno a las dichas
beatas, por cuanto la información que precedió consta que su vida es la más
honesta, virtuosa y solo dedicada a servir a Dios. Según
Manuscrito de Ascensio de Morales y Tercero,
comisionado real. Cit.por SANCHEZ LORO, D.: Historias
placentinas inéditas, vol. C. Cáceres, 1985, pp.
165.
                
[7] En el año 1836 las monjas de los conventos de San
Francisco el Real y San Pedro de Trujillo, 
habiendo sido suprimidos sus conventos, fueron trasladadas al convento
de San Ildefonso de Plasencia. En la sesión del Concejo del 11 mayo de 1836, se
dice literalmente: “Di cuenta de la
contestación que da la comunidad de San Francisco el Real de la puerta de
Coria, de esta ciudad, manifestando estar conformes en ser trasladadas a
Plasencia y solicitando llevar en su compañía a doña Ignacia López, en su vista
y de otras razones que expuso el Sr. Vicario eclesiástico en apoyo de esta
solicitud se acuerde que se consulte a la junta diocesana para que resuelva lo
que tenga por conveniente”. El día 26 mayo 1836 el ayuntamiento ordena el
traslado de las religiosas del convento de 
[8] Alfonso X, heredó de su
padre Fernando III la devoción a 
[9] Libro de Cuentas destinado para las preladas del convento
de 
[10] El convento de San
Francisco "El Real", llamado de 
[11] El convento de San Pedro fue fundación del sacerdote de la
iglesia parroquial de Santa María de Trujillo don García Sánchez, el 16 marzo
del año 1493, según consta en las Escrituras del convento de San Pedro, 1500-1803.
Al principio existe una hoja suelta de la fundación del convento, fechado el 16
marzo de 1493, donde se especifica que fue realmente el que sentaba las bases
para fundar el convento, pues dejaba por su testamento 500 maravedíes de renta,
puestos en 
[12] Libro de cuentas de los años 1654 a 1694. Archivo del
convento de San Pedro de Trujillo. Libro de cuentas de los años 1851 a
1885,  folios 63, 68 y 90. Archivo del
convento de San Pedro de Trujillo. 
[13]En el Archivo Municipal de Trujillo existen varios
documentos que hacen referencia a las fiestas de Agosto en honor a 
[14] Leg. 5-3-5-11. Archivo Municipal de Trujillo. Cit.
RAMOS RUBIO, J. A: "
[15] PALACIOS MARTIN, B: El largo proceso histórico de Extremadura,
en EXTREMADURA Y AMERICA. Madrid, 1990, p. 42. La entidad regional de
Extremadura tiene su origen en 
[16] LLABRES, G: “Que dio 
[17] Fuero de Trujillo. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 5, doc. 1,
fol. 123. 
[18] MARTIN RODRIGUEZ, J. L: Evolución económica de 
[19] GONZALEZ, J: “Reconquista
y repoblación de Castilla, León, Extremadura y Andalucía”. Reconquista Española y repoblación del país. Zaragoza, 1951; LOMAX,
W: “La fecha de la reconquista de Cáceres”. Archivos leoneses, 1981, p. 309 ss; MARTIN MARTIN, J. L: “
[20] GONZALEZ, J:
“Introducción histórica”. Extremadura.
Moguer, Madrid, 1979, p. 60. 
[21] TORRES TAPIA, A: Crónica de 
[22] MARTINEZ, M. R:
“Trujillo”. Revista de Extremadura,
1900, p. 251; MUÑOZ DE SAN PEDRO, M: Crónicas
trujillanas del siglo XVI. Manuscrito de Tapia, Cáceres, 1952, p. 202. 
[23] MARTINEZ, M, op. cit., p. 251; MARTIN, J. L: Tiempos
medievales. Historia de Extremadura,
Badajoz, 1985, pp. 384 y 485; Véase el estudio interesante de 
[24] Según la relación de los Anales Toledanos I, Crónica Latina de
Castilla 4, en FERNANDEZ, Fr. A: Historia
y Anales de  
[25] Según la relación de los Anales Toledanos, op. cit.; FERNANDEZ,
A, op. cit., p. 62.
[26] Documento publicado por
BENAVIDES, J: “Trujillo”. Revista de
Extremadura, 1900, pp. 497-499.
[27] RAMOS RUBIO, J. A: “La influencia de mundo antiguo en
la diócesis de Plasencia y sus aportaciones a la iconografía de obras
escultóricas y pictóricas de 
[28] RAMOS RUBIO, J. A: “Fiestas en Trujillo: Arte,
historia y devoción popular”. Comarca de Trujillo, núm.
79, Extraordinario, agosto de 1989, pp. 57 a 59.
[29] RAMOS RUBIO, J. A: Historia del Culto a Ntra. Sra. de 
[30] HERRAN, L.: Historia, culto y leyenda de las
apariciones marianas. Estudios Marianos. Vol.  De 
[31] RAMOS RUBIO, J. A: “Al año siguiente de 
[32] NARAJO ALONSO, C: Trujillo, sus hijos y sus monumentos. 2º
ed. Serradilla, 1929, pp. 91-93.
[33] Legs. 1-1-3, 1-5-1 y
1-1-13, Archivo Municipal de Trujillo.
[34] Legs. 1-1-21, 1-1-11,
1-2-4, Archivo Municipal de Trujillo.
[35] Leg. 1-6-4, Archivo
Municipal de Trujillo.
[36] RAMOS RUBIO, J. A.: "Ocho siglos de historia
viva". Diario de Extremadura,
sábado 24 de agosto de 1991, p. 30.
    [38]RAMOS RUBIO, J. A.: "Cuadro exvoto hallado en
Trujillo". Rev. Comarca de Trujillo. Núm. 65. Cáceres, 1988, p. 9.
"Nuevas aportaciones acerca de la escultura de la iglesia parroquial de
Santa 
[39] Legs. 1-1-21, 1-1-11,
1-2-4, Archivo Municipal de Trujillo.
   [40]A 
   A partir de
1531, una vez construida la ermita del castillo y ejecutada la imagen en piedra
de 
    [43]En la actualidad ha sido restaurado (abril, 1992) por el
equipo de restauración madrileño de don Javier Bacariza, está colocado en el
crucero de la iglesia de San 
[45] La ermita de Santa Ana fue construida y dotada por
voluntad y a expensas del obispo de Plasencia, fray Francisco Lasso de 
[46] No obstante, no podemos echar todas las culpas de las
desgracias artísticas ocurridas en Trujillo a la invasión francesa. A finales
del siglo XVIII, se enajenan los predios colindantes a la ermita de los
Mártires y que eran de su propiedad. Don Manuel Pérez de los Ríos, corregidor y
subdelegado de rentas de Trujillo especificó: “Con arreglo al E. D. 19 septiembre 1798,  otorgó a nombre de 
[47] TENA FERNANDEZ, J: Trujillo,
histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, p. 554. Existen más datos
sobre la ermita, como 
[48] Sobre las procesiones realizadas en honor a estos santos
existen muchos acuerdos que se encuentran en los Libros Capitulares del Archivo
Municipal de Trujillo. Y, también encontramos varias referencias en algunos
Protocolos, como escrituras de censos en las que se habla repetidas veces de la
citada ermita.
[49] Dorar una pieza del altar lateral de las Mercedes y
las pifias de Santa Ana y el Niño,
sesenta reales", L 25 v. Agosto de 1799; "Limosna para la novena de
Ntra.  Sra. de las Mercedes, veinte
reales", f. 30.  Septiembre de 1799.  Op. cit. 23,. Siete misas rezadas a los
Santos auxiliares, San Fabián y San Sebastián, cerca el altar de Santa Ana,
veintiocho reales", f. 9. Enero, 1799. 
Op. cit "Un fuol de christal para Ntra.  Sra. a la puerta del coro baxo, noventa y
nueve reales", 9. Enero de 1789. 
Por medio del Libro de Cuentas del Convento de 
[50] San Fabián fue un ciudadano romano. Muerto el Papa, y
hallándose el pueblo reunido para proceder a la elección de su sucesor, sobre
la cabeza de Fabián, que se daba entre la multitud contemplando el espectáculo,
se puso una paloma blanca. Los concurrentes interpretaron el hecho como un
signo divino entre grandes aclamaciones le eligieron a él para que ocupará el
puesto del pontífice fallecido. Dice el Papa San Dámaso de San Fabián envió por
todas las regiones cristianas a siete diáconos y a siete su diáconos con el
encargo de que recogiesen cuantos datos pudieran hallar en relación con las
gestas de los mártires. Por Haymón sabemos que este Santo Pontífice supuso
valientemente a las pretensiones del emperador Felipe, que quería asistir a los
cultos de la vigilia pascual y tomar parte en los misterios que 
[51] San Sebastián, oriundo de Narbona y
avecindado Milán, se comportó todo momento como un fiel cristiano. Diocleciano
y Maximiano lo distinguieron con su amistad, y lo estimaron tanto que uno y
otro lo mantuvieron al frente de la primera cohorte, cuyo oficio consistía en
dar escolta a los emperadores. Si lo honraron con un cargo de tanta
responsabilidad fue por la confianza que en él tenían y por el deseo de gozar
frecuentemente de su presencia y conversación. Él, en cambio, al alistarse en
la milicia buscó solamente la posibilidad de confortar a los cristianos,
expuestos a desfallecer sufre en medio de las persecuciones a que se verían
sometidos, en muchas ocasiones Sebastián recriminó duramente a los soberanos.
Yo recién ordenó que la pesarán y que lo apalearan hasta que costase con toda
certeza que lo habían matado, y que después arrojaran su cuerpo a una cloaca de
manera que los cristianos no pudieron recuperarlo ni tributar a sus restos el
culto con que honraban a sus mártires. La orden del emperador fue cumplida en
todos sus extremos. Pero la noche siguiente se apareció el Santo a Santa Lucía
y le indicó lugar donde estaba su cadáver y le dio instrucciones para que lo
sacaran de allí y lo sepultaron al lado de los apóstoles. Los cristianos
llevaron a cabo todo lo que el Santo pidió a Santa Lucía que se hiciese. San
Sebastián murió martirizado por mandato de los emperadores citados
anteriormente, y comenzaron a reinar hacia el año 187. SANTIAGO DE 
[52]JOAQUIN DE VILLALBA: Epidemiología española, o Historia
cronológica de las pestes y contagios.2 tomos.  Madrid, 1803;
Bernabeu Mestre, J: Enfermedad y población, Valencia, 1994; SAN MARTIN,
H: Epidemiología. Madrid, 1986.
[53] En el Libro de Dotaciones de la parroquia del año
1670, se constata mejor que en ninguna otra parte, lo que fue el templo en lo
referente al culto y privilegios:" Preeminencia sobre todas las parroquias
y conventos de la ciudad, los que no pueden tocar a los oficios ni actos del
culto general sin que primero toque Santa María, y lo mismo a las oraciones y
sermón en los días de Cuaresma, Adviento y Pascuas, todo de tiempo inmemorial ,
por ser la primera y matriz. Es la primera iglesia que visitan los reyes y obispos  y donde se hacen las honras por los reyes y
príncipes y tiene anejo el Arciprestazgo".       En
otro libro de la parroquia se lee: "Títulos para que la cruz y la capa de
la iglesia de Santa María presidan en las procesiones en los territorios de las
otras iglesias y para que ninguna toque a vísperas, misas mayores y a la gloria
del Sábado Santo hasta que no de el relox de la dicha iglesia mayor y toquen
sus campanas, 11 de mayo de 1711". RAMOS RUBIO, J.A: Estudio Histórico-Artístico de la iglesia parroquial de Santa María 
[54] En 
[55] Libramiento, 6 diciembre de 1582: “ en este día se mandaron librar a Juanes de 
[56] “El 6 mayo de 1583
mandaron librar a Muriel Solano, pintor, 14 ducados porque pintó y duró la
imagen de San Gregorio para la capilla del Ayuntamiento”. Libramiento.
Archivo Municipal de Trujillo.
[57] Leg. 1-3-1- Archivo
Municipal de Trujillo.
[58] La ermita se construye el año 1572, que es la primera
referencia que encontramos en las actas del Concejo. El 18 abril de 1572, el
Concejo mandó librar veinticuatro ducados para la obra de la ermita de San
Juan, y el 27 junio de 1575, el propio Concejo entregaba diez mil maravedíes
para tejar la iglesia, finalizando las obras el 27 junio de 1578. Cit. TENA
FERNANDEZ, J:  Trujillo, histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, p. 552.
[59] Libro Capitular del Concejo, 1709. Archivo Municipal de
Trujillo.
[60] Protocolo del escribano Juan de Santiago Madrigal. Archivo
de Protocolos de Trujillo, 1598.
[61] incluso en el año 1868, todavía existían restos de los
muros de esta ermita, pues el 28 diciembre del año 1868 en una sesión municipal
se da cuenta de una solicitud de Lucas Acedo, en representación de 
[62] Tres censos que gravan a una tenería y tahona de Trujillo. El primero
a favor de Alonso Galán y el segundo a los herederos de Juan Escobar y el
tercero a 
[63] FLOREZ, E: 
[64] Tomo III, pág. 460.
[65] TENA FERNANDEZ, J, op. cit., p. 305.
[66] “Idus Decembris. In Spanis Civitate Emérita natalis Eulaliae, et in
alio loco Ermogenis, Donatis et aliorum XXII”. TENA
FERNANDEZ, J, op. Cit, p. 316.  Lo mismo testifica el Martiriologio Blumnao que expresa: “Hermógenis, Donati et aliorum XII”. Y, también el Richenoviense: “Et in alio loco Ermoginis, Donati, etc…”.
[67] Según consta en los Anales
Toledanos I-II, datan entre 1219-1250. Nos interesan los Anales II, que
llegan hasta 1250 y parecen estar redactados por un mudéjar. Los Anales
Toledanos I y II fueron publicados por primera vez por Francisco de Berganza en
Antigüedades
de España en 1721; en 1767 el historiador y teólogo Enrique Flórez
reunió los tres Anales en el tomo XXIII de 
[68] Leg. 1-4-2. Archivo
Municipal de Trujillo.
[69] “Que los caballeros del
mes fagan prevenir la feista del Señor San Pablo para que se celebre en su
iglesia que se ha reedificado desde este año en adelante y echen el sermón a
quien le a de predicar”. Leg. 1-6-10. Archivo Municipal de Trujillo. 
[70] Por Real Cédula de 1603 se crea el
Tribunal de 
[71] RAMOS RUBIO, J. A: "Aportaciones históricas
acerca de 
[72] Carta de pago de Pedro Gómez Suárez, Receptor de 
 
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