HISTORIA
DE LA SEMANA SANTA EN TRUJILLO. ARTE Y DEVOCIÓN EN LA ALTA EXTREMADURA
La ciudad de Trujillo es de suma
importancia no solo desde el punto de vista histórico-artístico,, sino también
como punto clave de encrucijada de comunicaciones en la Alta Extremadura,
abasteciendo a una extensa comarca agropecuaria, centro de servicios, ciudad
turística y cultural.
La celebración de la Semana
Santa en Trujillo viene de tiempo inmemorial. Podemos partir de la primera
mitad del siglo VII, el recuerdo y la contemplación de los Misterios de la
Pasión en la basílica visigoda de Trujillo, tras muros de la Puerta romana de
Coria. El Cristianismo enalteció por medio de celebraciones litúrgicas las
diferentes escenas de la Pasión, con toda la trama que emanan de los hechos
acaecidos en tierras de Palestina. Partiendo de que la celebración de la misa
es la rememoración del punto culminante del sacrificio, la Iglesia representó tales
hechos en las fiestas del Triduo Sagrado: Jueves, Viernes y Sábado Santo,
dentro del recinto sagrado.
La dominación musulmana, durante
centurias, hizo caer sobre Trujillo el velo del abandono. Pero, la posición
estratégica de nuestra ciudad la convirtió en centro apetecido por los
cristianos. Fueron aquellas Semanas Santas anticipo de otras, conmemoradas en
un ambiente religioso y guerrero.
La creación de las Ordenes
Militares en el alborear de la Baja Edad Media es un aspecto de suma
importancia desde el punto de vista histórico-artístico, aparte de las
connotaciones sociológicas, políticas y económicas, como es evidente. La
finalidad de éstas es concreta y específica, los caballeros de Cristo, han de
cumplir la defensa de la cristiandad frente a los poderes islámicos que son los
enemigos de la Cristiandad[1].
La reconquista definitiva de
Trujillo se produce el 25 de enero del año 1232. La defensa de la villa le
volvió a ser otorgada a las Ordenes Militares[2]. La Hermandad
más antigua existente en Trujillo, del tipo de las militares era la de los
caballeros de la Orden Truxillense, en la que aparecen reguladas
reuniones anuales para adorar a Dios y rendir culto al patrón San Andrés,
estableciendo prescripciones religiosas, de paz y de caridad. Así todos acudían
a misa en común, para luego acusarse públicamente de sus culpas y recibir el
castigo corporal adecuado, en una iglesia sita en el lugar de la actual
parroquia de San Andrés, de la que aún se conserva la torre.
Debieron de existir otras
cofradías semejantes en esos tiempos oscuros medievales; pero sírvanos ésta
como exponente y reflejo del espíritu de fraternidad cristiana.
Hemos de mencionar en la Baja
Edad Media los Vía Crucis que, traídos a Occidente por los franciscanos que se
instalan en el convento de la Luz en Trujillo, en virtud de la bula pontificia Super
Familiam Domus, de Alejandro VI (25 de julio de 1499), era la liturgia
importada de Jerusalén[3]. Es secular la
consoladora devoción del Vía Crucis, que primeramente contemplaba solo siete
estaciones, hasta que el franciscano Leonardo de Porto Mauricio las elevó a
catorce, en la forma que, poco más o menos, meditamos ahora.
Los "oficios", íntimamente ligados a
la vida municipal trujillana, renacen el día en que los Concejos arraigan en el
suelo español. Por el Fuero conocemos que una de las atribuciones primitivas
del Concejo era la política de la industria y el comercio[4], lo que prueba
que los menestrales y mercaderes formaban los "oficios", ya
constituidos y que se agrupaban en las calles colindantes a la Plaza y que irán
adquiriendo un fuerte protagonismo en la vida social de nuestra ciudad.
Una efervescencia cofradiera
vive Trujillo en los años finales del siglo XV, dirigida por los franciscanos
fray Pedro de Melgar y fray Juan de Guadalupe, y propiciada en Castilla y León
por los Reyes Católicos en un deseo de restaurar la maltrecha moralidad
pública, imprescindible para crear el ambiente religioso que propiciase el de
cruzada para culminar con éxito el último bastión que quedaba en España, la
conquista de Granada. Esos gremios participaban en celebraciones masivas en
Trujillo en Autos Sacramentales. De los textos escritos por los evangelistas se
pasaba a obras compuestas exprofeso, representadas en las naves de las iglesias
de San Martín y Santa María. Posteriormente, denostados por la censura
eclesiástica que llegó a prohibir su representación en el interior de los
templos, tuvieron que trasladarse estos dramas litúrgicos al atrio de la
iglesia de San Martín[5].
Los atrios llegaron a ser
pequeños, así el sentimiento de caridad que despertaban los impedidos que no
podían asistir a estas representaciones que duraban hasta bien entrada la
madrugada, consiguió que estos actos salieran a la calle. Serán los gremios
artesanos existentes en Trujillo, acogidos cada uno a la advocación de una
imagen procesional, los que llenen las calles de "pasos" (del latín
"passus", sufrimiento). los que se encarguen de organizar procesiones
religiosas en estos tiempos medievales. Sus reglas están presididas por la obra
de misericordia que supone enterrar a los muertos, ya sean hermanos cofrades,
pobres o ajusticiados, atendiendo a su inhumación, exequias y sufragios.
La economía agrícola de los
siglos XIV y XV, con frecuentes años de malas cosechas, las sucesivas epidemias
que diezman la población española, junto a la mortalidad ocasionada por las
guerras, inducen a actos penitenciales públicos, pidiendo favores celestiales
como remedio de los diversos males. Así, se van configurando las cofradías de
penitencia, uno de cuyos rituales es la celebración de un Vía-Crucis, que
partiendo de la iglesia de la Vera Cruz, pasaba por la plazuela de los
Descalzos, llegaba a la iglesia de Santiago, para regresar de nuevo a la Vera
Cruz por la calle Gargüera.
Por tanto, la constitución de
Hermandades o Cofradías en Trujillo, tal y como las entendemos hoy día, surgen
en los años finales del siglo XV, un antecedente de las mismas podría ser la
Gilda germánica, asociación que tenía por objeto la defensa y asistencia de sus
miembros, el establecimiento y posterior desarrollo de los artesanos debio
determinar el florecimiento de las Hermandades, en primer lugar, y,
posteriormente, las Cofradías, según el derecho canónico.
La fidelidad a la temática
religiosa, constituía la base esencial de los artistas en los tiempos
medievales y así cuando un artista se disponía a tallar una imagen, su interés
se cifraba en la forma o líneas intrínsecas dejando como secundaria la
manifestación extrínseca. No era el propósito de aquellos artistas alcanzar la
belleza sensible por el arte, sino el manifestar la verdad sentida.
Tras la prohibición del
pontificado de Aviñón de las prácticas expiatorias y colectivas que llevaban
aparejado el derramamiento de sangre, los cofrades comienzan a utilizar un
ropaje amplio y a cubrirse la cabeza con un capirote o capuz. Desde los
orígenes de las estaciones de penitencia hasta el Concilio de Trento, se van
diversificando los tejidos y los colores de las túnicas y se generaliza el
capirote alto.
La representación plástica de
los momentos de la Pasión y Muerte de Cristo se multiplicarán de modo
impresionante en Trujillo en los años finales del siglo XVI, imágenes que
saldrán en procesión con un profundo sentido de religiosidad. Con el arte
religioso como factor perceptible de la facultad sensitiva-humana puesta al
servicio de la fe movió a más almas sencillas que la dialéctica de sus
apologistas y así el efecto trágico de un Cristo en la cruz, llevaron a muchos
corazones a una mayor compunción que algunas pláticas carentes de fondo.
En la floración del espíritu
cofradiero está la devoción más sincera. En los estatutos de estas primitivas
cofradías se regulaba la actividad interna: sistema de ingreso, constitución de
cabildos y las periódicas reuniones a campana tañida, elección de los cargos
(alcaldes y mayordomos). En consideración de la cuota pagada se distinguía
entre Hermanos normales y Hermanos oficiales, entre los que se establecía una
graduación más. Estos estatutos evolucionarán al ritmo de los tiempos.
Tras el Concilio de Trento
(1546-1563) se multiplican en nuestra localidad estas conmemoraciones
multitudinarias, con la formación de hermandades y cofradías, que se encargarán
del ornato y culto de una imagen o "paso" en concreto. Los viejos estatutos
de las Cofradías se hacen tremendamente exigentes al señalar las condiciones de
ingreso en las mismas.
A partir de la Contrarreforma
vamos a asistir a una potenciación del interés estético en todo lo que
concierne al vivir religioso en las localidades. La pomposidad del culto y la
búsqueda de emociones son inseparables de una imaginería procesional dirigida a
mover a la devoción. Es la influencia del Concilio de Trento que adquiere
importancia en los años finales del siglo XVI.
El Concilio de Trento y sus decretos
exigían a la jerarquía el cuidado de todo tipo de expresión de religiosidad
popular con objeto de conformarla de manera que sirviera de misión
evangelizadora de cara al pueblo. Así, las cofradías eran un vehículo para
mover a una religiosidad externa. Pero, para no desvirtuar el sentido de la
Pasión, en un principio las salidas procesionales se limitaban a los días
estrictamente conmemorativos, Jueves y Viernes Santo, siendo posterior la
incorporación de los restantes, en función del número e importancia que han ido
tomando los desfiles procesionales.
De mediados del siglo XVI data
la Cofradía de la Caridad de Trujillo que comenzó a edificar en 1578 un
hospital e iglesia en la Plazuela de la Encarnación bajo la advocación de San
Lorenzo, siendo favorecidos por el Ayuntamiento que colaboró en la edificación
de la obra con 20.000 maravedís y Gonzalo de Sanabria otros 20.000 maravedís[6]. El 6 de enero
de 1586 el Concejo y la citada Cofradía concertaban por Escritura Pública, ante
Juan Velardo, recibir ésta de los Propios de la ciudad trescientos ducados con
Facultad Real para terminar en el plazo de breves días las obras, a las que con
otras menores limosnas, ya había subvenido el Ayuntamiento[7]. La iglesia
estuvo bajo el patrocinio y advocación de San Lorenzo. El Hospital era conocido
con el nombre de la Caridad, por la Cofradía a quien se debía tal construcción.
El espíritu de fraternidad
cristiana que les movía a ejercitar la caridad no sólo con ellos, sino con el
prójimo, está reflejado en estas palabras de los estatutos: "Extendamos y
ejercitemos sus obras, a saber: la limosna con todos los pobres de Cristo, y,
principalmente, con nuestros cofrades de la Santa Caridad, que a diario
trabajando en el serviicio de Cristo y de sus pobres soportan el peso en
invierno y en verano".
Gran importancia tuvo en nuestra
ciudad a lo largo del siglo XVI la Cofradía de la Vera Cruz, la única
que tenía disciplinantes. En la tarde del Viernes Santo, anualmente, concurrían
a la iglesia de la Vera Cruz, confesados, jurando ante el mayordomo hallarse
perdonados y contritos. Llevaban preparadas sus disciplinas y sus cuerpos
despojados, cubiertas sus caras y exentos de cualquier signo que pudiera
identificarles. La procesión que organizaba la Cofradía citada, el Viernes Santo,
partía de la parroquia de la Vera Cruz, seguía por la plazuela de los
Descalzos, bajaba por la cuesta de San Andrés y pasando por la calle del Paso
(antes Olleros), en cuya plazoleta se tenía lugar el encuentro de la Virgen del
Mayor Dolor, de la Cofradía de Caballeros de San Martín, procedente de
la parroquia de San Martín[8], con el Cristo
Crucificado que venía del templo de la Vera Cruz, continuaban juntos hacia la
iglesia de la Encarnación[9]. La calle que
corre paralela a este templo, se la conocía como vía del Mayor Dolor, por un
acto de flagelación que realizaban los disciplinantes que acompañaban a estas
imágenes en la procesión del Viernes Santo. Todos los penitentes llevaban los
pies descalzos y algunos aumentaban la mortificación atados a un grueso madero,
recibiendo los nombres de aspados. Cuando los disciplinantes regresaban a la
iglesia de la Vera Cruz, el mayordomo tenía preparadas esponjas y toallas para
lavar las heridas[10].
Un acuerdo concejil del 13 de
abril de 1581 nos habla de esta procesión: "E luego el señor Corregidor
dijo que la cuesta y paso que está desde la puerta de la Vera-Cruz hacia la
Encarnación está muy agrio y mal empedrado, y como pasan por allí las
procesiones y disciplinas del Jueves y Viernes Santo, que se conviene que se
aderece y repare, y así se acordó que el señor Melchor González lo haga traer
en pregones y de razon dello a esta ciudad, para que se haga como mejor y más
barato sea y con brevedad"[11].
El día 26 de marzo de 1582 era
ensanchada la calle de la Vera-Cruz por disposición del Ayuntamiento, tomando
terreno de un cercado de Pedro Calderón Altamirano.
En los años finales del siglo
XVI es cuando se establece la costumbre del Desclavamiento o Descendimiento en
Trujillo[12]. Aún se
conserva una imagen de este período del Crucificado, con sus brazos
articulados. Su función se orienta a que el "pueblo pecador"
crucifique al Nazareno cada año y luego, también, cada año, acabe llorando y
arrepintiéndose de su delito. Pero, la teoría se aleja mucho de la práctica y
la pretendida funcionalidad queda en entredicho[13].
En la literatura ascética
hispana, influyó mucho la traducción a fines del siglo XVI del libro medieval: La
Imitación de Cristo, del venerable padre Tomás de Kempis, cuyo capítulo XII
del libro II, que trata del camino real de la Santa Cruz, produjo y sigue
produciendo hondo impacto en los cristianos. También, fueron consultadas las
obras del padre Fr. Luis de Granada, como secuela del ambiente religioso
conseguido, sirviendo -entre otras obras exegéticas- de fuente a los
imagineros.
El siglo XVII va a constituir un
hito decisivo de los desfiles procesionales pasionistas. El Barroco, como nueva
modalidad cultural, en su afán de realismo y de gran teatralidad, desarrollará
en España la escultura procesional, favorecido por una religiosidad que lo
inundaba todo y por la propia Corona. A mediados del siglo XVII, surge la Cofradía
de Jesús de Nazaret, que piden la oportuna licencia al Sr. Obispo de
Plasencia don Diego de Arce Reinoso para hacer la procesión, adquirir la imagen
de Jesús Nazareno que era venerada en la iglesia de San Lorenzo, e
incorporarla, como un capítulo más, a sus Ordenanzas. Esta imagen de Jesús
Nazareno, se conserva actualmente en el coro de la iglesia de San Francisco. A
esta procesión asistían todos los cofrades con túnicas moradas, ceñidas con
cordones de esparto y cruces al hombro. La procesión visitaba las parroquias
para hacer estación ante el Santísimo Sacramento, expuesto en ellas.
En la segunda mitad del siglo
XVII, los gremios trujillanos acogidos a la Cofradía de la Santa Caridad y
Cofradía de Jesús de Nazaret organizan la Semana Santa[14]. El 11 de enero de 1671, ante el escribano
Francisco Márquez, se otorgó escritura pública de "Contrato y Concordia
entre la Cofradía y Hospital de la Caridad y la Cofradía de Jesús de Nazaret en
razón de poner un retablo en el Altar Mayor de la dicha iglesia". En dicho
retablo estuvieron colocadas las imágenes que salían en procesión en Semana
Santa. En el centro del retablo estaba la imagen de Jesús de Nazaret, debajo de
ella el Sagrario para el Santísimo Sacramento, para que los enfermos del
Hospital de la Caridad pudieran recibirlo. A ambos lados, las imágenes de la
Verónica y San Juan Evangelista, y en el ático del retablo, la imagen de San
Lorenzo. En un lateral, la Coronación de espinas, y frente de él se haga otro
para el Señor atado a la columna[15]. Ese mismo año
la iglesia de San Lorenzo cambia su nombre por iglesia de Jesús[16].
De todas estas imágenes, en la
actualidad solamente se conserva la imagen de Jesús de Nazaret, en lamentable
estado; el Señor atado a la columna y San Lorenzo, éste se encuentra en la
iglesia de Ibahernando, pues cuando cesó el culto en la dicha iglesia de Jesús
en el año 1923, las imágenes que allí había fueron repartidas por los templos
de Trujillo y su comarca.
En los Estatutos de las
Cofradías se citan algunas condiciones muy exigentes sobre el ingreso a las
mismas; las obligaciones del alcalde (de la cofradía) para convocar juntas,
imponer multas a cofrades desobedientes, encargas obras para reparar la fábrica
de la iglesia, el orden de los pasos en las procesiones, etc. Por otra parte,
uno de los derechos del Concejo por su Patronazgo sobre los conventos era que
uno de sus caballeros Regidores llevase colgado al cuello la llave del Sagrario
durante el Jueves Santo hasta los oficios del siguiente día[17].
Estas celebraciones
multitudinarias florecen en toda España en los siglos XVII y XVIII, a pesar de
contar con detractores como los economistas liberales y los enciclopedistas,
que abogaban por la extinción de las cofradías sacramentales con el achaque de
que eran contrarias a la Ley 4, tít. 14, Lib. 8 de la Nueva Recopilación[18].
La Semana Santa tanto en
Trujillo como en el resto de España, conmemorativa de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo, es como un mensaje recordatorio de la Redención, en que
por medio de imágenes más o menos artísticas se evoca con un profundo sentido
espiritual este Misterio, que es lo esencial en las procesiones, mientras que
algunas corrientes del siglo XVIII, dirigidas por los llamanos
"Cristiano-progresistas", pretendieron atacar esta manifestación de
fe, con la pretensión de que suprimiéndolas quedaran solamente los actos
litúrgicos, cuando en realidad se pueden complementar recíprocamente los actos
litúrgicos con las procesiones. Además, eran muy populares entre los ciudadanos
de Trujillo las representaciones teatrales que la Cofradía de la Caridad
hacía en la Casa de Comedias[19].
En el siglo XVIII, los abusos
seudorreligiosos que incluso entran en la superstición crean las primeras
crisis, Carlos III publica en 1777 una Real Cédula en la que prohibe la
presencia de disciplinantes, empalados o aspados y otros espectáculos en las
procesiones de Semana Santa. Es, precisamente, por estos años cuando se
acrecienta el uso de los hábitos, quizás para preservarse de las manchas de
cera o tal vez para evitar el deterioro de la ropa en la estrechez de las
callejuelas. Hasta entonces, la única cofradía que marchaba en las procesiones
con túnica y capa era la de Jesús Nazareno. Los nuevos hábitos tendran el color
característico del mandil gremial al que representaban, naciendo así el
cromatismo en los hábitos de la Semana Santa que fue desapareciendo en nuestra
ciudad a lo largo de los años.
Tras el Decreto de Carlos III,
en 1783, en el cual ordena la extinción de hermandades gremiales y todas las
erigidas sin autoridad real o eclesiástica, decretando que únicamente podrán
subsistir las aprobadas por ambas jurisdicciones y las Sacramentales,
desaparecen por completo las cofradías de la Vera Cruz y de Caballeros de San
Martín, que en la práctica de la realidad casi eran inexistentes, se limitaban
a acompañar en los desfiles procesionales a las cofradías de la Caridad y de
Jesús Nazareno, éstas sí continuarán organizando la Semana Santa.
Las cofradías trujillanas ven
como su acervo espiritual se enriquece con la concesión de nuevas indulgencias
o ratificación de otras antiguas, con el consiguiente aumento del fervor de sus
miembros y mayor veneración de sus advocaciones titulares. Todo este auge se va
a ver interrumpido con la Guerra de la Independencia. Precisamente, en
Trujillo, se suspenden los desfiles procesionales de 1809, ante la proximidad
de las tropas francesas y el consiguiente abandono de la ciudad por parte de
sus vecinos[20]. Sin duda, fue
el momento más difícil tanto para la población como para algunas de nuestras
antiguas cofradías.
Con la invasión francesa, en
1809, desapareció la Cofradía de la Caridad con la destrucción del
Hospital. La iglesia no corrió la misma suerte, quedó abierta al culto y
continuó en ella la Cofradía de Ntro. Padre Jesús que siguió celebrando
los cultos de Semana Santa a partir del año 1811, fecha en la que se fundará la
Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad.
El día 12 de diciembre de 1820, un grupo de
representantes de los ciudadanos de Trujillo acudieron al Jefe Político
Superintendente de la Provincia, en súplica de que la Caja de Crédito Público
no se incautase de los bienes y rentas del Hospital de la Caridad, pues aunque
estaba arruinado el edificio que servía para curar a los enfermos a causa de la
guerra de 1809, proyectaba el Concejo destinar los bienes para la creación de
un Hospital Municipal. En 1856 un vecino de Trujillo adquiere el Hospital de la
Caridad por 8.200 reales[21]. Por Real
Orden de 1874, El Jefe Político accedió a la creación de un Hospital Municipal,
que fue creado en la plazuela de los Descalzos[22].
A las funciones que anualmente
celebraba la Cofradía de Ntro. Padre Jesús acudían un gran número de cofrades
y devotos. Oradores sagrados ocuparon el púlpito de la iglesia de Jesús
predicando en sucesivos Miércoles de cuaresma y en riguroso orden los hechos
más destacados de la Pasión: Oración en el Huerto, venta, prisión de Jesús,
bofetada, azotes, colocación de la corona de espinas, cruz a cuestas,
concluyendo todos estos actos con el canto del "Miserere", a
excepción del último Miércoles que era santo y al concluir la predicación, a
las cinco de la tarde, se iniciaba la procesión a las cinco de la tarde de
Ntro. Padre Jesús y los demás pasos que componían el desfile de ese día:
Oración en el Huerto, Verónica, Señor atado a la Columna, Señor de las Espinas,
San Juan Evangelista, Bendita Magdalena. El Jueves Santo a las ocho de la noche
tenía lugar el sermón de la Pasión[23]. La procesión
del Viernes Santo era organizada por la Cofradía de la Soledad que tenía
sus propios estatutos y actuaba ajena a la otra Cofradía.
En Noviembre de 1846 los
hermanos de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno acuerdan llevar un
distintivo en los actos públicos a los que asistan, éste consistirá en un
escapulario con la imagen de Nuestro Padre Jesús llevando la cruz a cuestas,
estampada en tafetán, color morado y en el reverso una inscripción (N.P.J.N)[24].
El 28 de marzo de 1847, las
Cofradías de Ntro. Padre Jesús y la Soledad acuerdan organizar las procesiones
y las funciones religiosas en común, pero aún habría que esperar un año para la
unión de ambas cofradías. Todas estas reuniones tenían lugar en la sacristía de
la iglesia de Jesús. Se solicita al Ayuntamiento ayuda económica ante la
precaria situación de la población a raíz de la Desamortización para las
funciones religiosas[25].
La Cofradía de Ntro. Padre Jesús
organizaba la procesión del Miércoles Santo y la de la Soledad, el Viernes
Santo. En Junta celebrada el Domingo de Ramos, 28 de marzo de 1847, se avienen
a que la procesión que hace la Cofradía de Ntro. Padre Jesús el Miércoles Santo
asistan los hermanos de la Soledad con sus insignias, estandarte y seis velas;
participando también éstos, en la procesión que el Viernes Santo hace la de la
Soledad. Y que los hermanos de ambas Cofradías asistan a los actos religiosos
que en la Semana Santa se celebran en el templo de San Francisco, siendo uno de
ellos el Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento y Soledad, el Viernes
Santo[26].
Los pasos que salían en la
procesión del Miércoles Santo: Oración en el Huerto, la Verónica, el Señor
atado a la Columna, el Señor de las espinas, Jesús Nazareno, la Magdalena, San
Juan y la Soledad[27]. El recorrido
procesional era el siguiente: De la calle Encarnación a la calle Nueva, en
dirección a la plazuela de San Miguel, subía por la calles Sofraga y Sillerías
hasta la Plaza Mayor, en donde daba la vuelta alrededor de la misma,
seguidamente bajaba por las calles Carnicerías y Herreros hasta el templo de
San Francisco, en donde concluía. Las imágenes eran trasladadas el Jueves Santo
a la iglesia de Jesús, después de sermón de Pasión.
En el año 1848, se agrega la Cofradía
de la Piedad a la de Jesús, considerando además que la imagen de la Virgen
de la Piedad se venera en la iglesia de Jesús, desde la destrucción de su
ermita con motivo de la invasión francesa de 1809[28]. Desde
entonces, la divisa de la Piedad iniciará el desfile procesional del Miércoles
Santo junto con el estandarte de la Cofradía de Jesús. Atendiendo a los
beneficios que producían los miembros de la Cofradía de la Piedad a la de Jesús
Nazareno, se acordó que en obsequio y culto a la Virgen se haga una fiesta el
domingo siguiente al día de la Asunción de Ntra. Sra. el 15 de agosto[29].
El día 5 de febrero de 1848 se
unen las Cofradías de Jesús y la Soledad[30], que se habían
reorganizado aún con mayor fuerza que antes de que fueran extinguidas con
motivo de la Desamortización.
Es penoso no conocer algunas
obras de cierta calidad artística que han desaparecido, pero que formaron parte
de la Semana Santa de Trujillo y que conocemos gracias a los Libros de
Cofradías[31]. Una tradición
en la imaginería española del siglo XIX ha sido la imitación de modelos
prexistentes, tanto escultóricos como pictóricos. Trujillo no podía ser en este
caso una excepción. La Cofradía de Ntro. Padre Jesús adquirió algunas
imágenes que vendrían a sustituir a otras homónimas que se encontraban en mal
estado de conservación, como es el caso de la imagen de San Juan. Sus hermanos
cofrades asistían al entierro y funeral de los hermanos de paso ue fallecían,
con las insignias y estandartes de la Cofradía, según constaba en un artículo
de su Constitución[32].
En 1923 cesó el culto en la
iglesia de Jesús. Su retablo fue depositado en la parroquia de San Francisco.
Un año después, la Cofradía de Ntro. Padre Jesús fue reorganizada bajo
el título de Cofradía de Jesús del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad,
que obtenía el título posesorio de la iglesia de Jesús ante el Juez de Primera
Instancia don Rufino Gutiérrez. De esta manera el espíritu cofradiero de
Trujillo conoció una renovación espiritual, intensificando los cultos a sus
advocaciones titulares.
Las convulsiones
político-sociales que vive España desde el año 1936 a 1939, no influirán mucho
sobre esta Cofradía, continuando los desfiles procesionales. Tan solo, no se
celebraron comitivas en la Semana Santa de los días 9 y 10 de abril de 1936.
Gobernaba la II República el Frente Popular, ganador de las elecciones en el
mes de febrero, presidido por Azaña. El ministro de la Gobernación, Amós
Salvador, el lunes 30 de marzo dio el siguiente decreto: "En mi deseo de
asegurar la tranquilidad pública ante las próximas elecciones municipales,
prohibo desde el día de hoy las manifestaciones en la vía pública cualquiera
que sea su carácter y sentido". Trujillo se limitó a colocar los pasos,
que deberían salir en procesión, sobre sus andas y exponerlos en el interior del
templo de San Francisco a la veneración de los fieles.
Tras esta tímida paralización de
las procesiones de Semana Santa, volvieron las imágenes a las calles,
aumentando el recorrido de las mismas de acuerdo con el ensanche de la
población. Sin ninguna duda podemos asegurar que una de las épocas más
brillantes de las procesiones de Trujillo fue la que corresponde a la década de
los cincuenta, no solo por la brillantez que adquieren entonces los desfiles
procesionales sino por el número de personas que se reune en los cultos que se
realizan en la parroquia de San Francisco.
En los sesenta, por el
contrario, suponen cierto retroceso de las procesiones de Trujillo. La
emigración desvinculó de la ciudad a muchas personas tradicionalmente ligadas a
la Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad. Algunas
imágenes dejaron de salir en procesión, tal es el caso de San Juan o la Bendita
Magdalena. Parte de la juventud vive el síndrome del Mayo del 68 parisino.
Influye también, la creación de nuevos barrios en todo ello, con la consecuente
desvinculación de las familias a sus antiguas parroquias.
En los años ochenta se inicia
una recuperación de cofradías y desfiles. En el año 1984 se funda la Cofradía
de San Juan y un año después se actualiza la Hermandad del Cristo del
Perdón con la renovación de sus estatutos (fundada en el año 1952). En el
corto espacio de dos años irán surgiendo nuevas cofradías en Trujillo que se
sumarán con sus hermanos de paso y luz, imágenes, estandartes y bandas de
música, a los desfiles procesionales. De esa recuperación fueron protagonistas
un buen número de personas jóvenes que se incorporaron a las tareas
cofradieras. Al mismo tiempo que se alejaba el miedo, vivido en los setenta, de
tener que dejar en el templo, por falta de hermanos de carga, alguna imagen.
En el año 1992, se crea con
renovadas ilusiones la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de
Trujillo que tiene encomendada la tarea de la organización de las
procesiones de Semana Santa. Se reanudan los famosos pregones en la voz
carismática de don Agustín Villanueva, que habían decaido en los años setenta
parejos a las procesiones, y la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias
editan nuevas guías y carteles. En la actualidad, estas cofradías y hermandades
han llevado a cabo la loable labor de restaurar sus imágenes e influyen
decisivamente en la brillantez de los desfiles procesionales.
LA
PASION EN LAS IMAGENES DE LA SEMANA SANTA.
1.- ENTRADA TRIUNFAL DE JESUS EN
JERUSALEN.
Este paso, conocido popularmente
como "La borriquita" sale en procesión el Domingo de Ramos. Es imagen
de Olot adquirida por la parroquia de San Martín en 1952.
Es la única procesión litúrgica
que se celebra y desarrolla en las calles de Trujillo durante la Semana Santa.
2.- ORACION EN EL HUERTO.
Esta imagen representa el
momento en que el Angel de Getsemaní muestra a Jesús el cáliz de su pasión. Es
una obra un poco alejada del dramatismo con que los evangelistas describen esta
escena, ésta se halla inundada de paz, serenidad y calma, quedando marcada por
ese ángel de apolínea belleza, en contraste con la figura más pequeña de
Cristo, cuya cabeza se alza, elevando los ojos hacia el cáliz que ya ha sido
aceptado.
Fue adquirida en el año 1917 en
un taller valenciano para incorporarla a las que ya salían en procesión. La
iniciativa partió de la familia Blázquez Mediavilla que la donó a la parroquia
de San Francisco para tal fin. Este paso ha sido restaurado en 1992 en el
Taller de Restauraciones Artísticas de Trujillo.
En 1989 se funda la Cofradía de
este paso. El hábito está compuesto de capirote y túnica negros con botones y
cinturón verdes, capa verde con escudo central en el cinturón.
Sale en procesión el Martes
Santo desde las Escuelas de la carretera de Cáceres hasta el templo parroquial
de San Francisco para iniciar el desfile procesional del Jueves Santo. El
elemento fundamental de la procesión es la espontaneidad que rezuma, ya que la
imagen es acompañada por prácticamente la totalidad de los vecinos del barrio.
3.- CRISTO AMARRADO A LA
COLUMNA.
Es la única figura conservada en
Trujillo del paso de la flagelación. Es, probablemente, obra de hacia 1678,
realizada por algún discípulo del taller madrileño de Pedro Alonso de los Ríos,
imitador tardío de Gregorio Fernández. Esta imagen es semejante al Cristo atado
a la Columna del Convento de las Bernardas del Sacramento. Es obra de buena
calidad artística, con líneas serenas, modelado de sobrio realismo y ampuloso
paño anudado a la cadera.
El artista ha sabido expresar en
esta imagen de Trujillo el gusto popular por lo emotivo como cauce de expresión
religiosa. Esto justifica también la tendencia realista que se manifiesta con
gran crudeza.
Es evidente la acentuación de
los valores puramente formales y la fuerza con que está tratado un tema de
tanta hondura dramática. La figura de Jesús muestra un modelado muy acabado,
con la habitual morbidez y en elegante postura su curvado cuerpo. Este modelado
es de un fuerte naturalismo y de gran belleza, amortiguada por la profusión de
heridas. La cuidada y bellísima cabeza resume impecablemente las calidades
exquisitas del artista. El rostro, presenta los ojos suplicantes, la boca
entreabierta y los labios hinchados, es de un patetismo conmovedor.
Es obra anónima de la escuela
castellana del siglo XVII. Perteneció a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús
y se veneró en la iglesia de Jesús. Hoy es propiedad de la iglesia parroquial
de Santa María la Mayor y se encuentra en su filial San Francisco.
Es acompañado por penitentes de
la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias con capirote y túnica
burdeos y capa blanca. Utilizan como insignia la Santa Cruz con el sudario.
4.- CRISTO CAUTIVO.
Vulgarmente conocido como
"Cristo de Medinaceli", por exponerse en besapiés el primer Viernes
de marzo, a imitación del célebre Nazareño madrileño. Esta imagen sustituyó en
el siglo XIX a una notable obra artística de Jesús Nazareno, del siglo XVII,
que aún se conserva en la iglesia de San Francisco, aunque en muy mal estado de
conservación. Esa imagen del Nazareno era la titular de la iglesia de Jesús en
la que se daban cita la mayor parte de imágenes procesionales de la Semana
Santa, antes de que cesara el culto en ella.
La imagen del Cristo Cautivo fue
originariamente un Nazareno cruciferario, siendo variado de postura y colocados
sus brazos en otra posición, durante una restauración llevada a cabo en los
años veinte. Esta devotísima imagen viste túnica bordada por el célebre modisto
don Enrique Elías, que a su vez es el Presidente de dicha Cofradía, el cual
conserva la imagen de Cristo Cautivo y acrecienta su culto.
La Cofradía del Cristo
Cautivo fue fundada en 1987. Un año después se unió con la Cofradía de
San Juan, formando en la actualidad una sola.
Sus penitentes visten túnica
morada y capirote de seda amarilla. Utilizan como insignia la Cruz Trinitaria.
Sale en procesión el Jueves Santo.
5.- "JESUS NAZARENO".
En nuestra nomenclatura piadosa
reservamos el título de Jesús Nazareno a las representaciones de Cristo cargado
con la cruz, camino del Calvario, aunque en sí mismo el apelativo sea en cierto
modo gentilicio por haber vivido Jesús en Nazareth.
De la frase evangélica tomada de
San Mateo y San Lucas: "Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí
mismo, tome a cuestas su cruz y sígame", surgió en la ascética cristiana,
desde remotos tiempos, multitud de stauróforos o amantes de la cruz,
staurofilia que fue cultivada de modo singular por los franciscanos que
llegaron a Trujillo[33].
No es extraño que los penitentes
de las cofradías se llaman también nazarenos; es posible que la razón
secundaria -la principal es el recuerdo de Cristo- derive del grupo hebraico de
los nazarenos, que se consagraban particularmente al culto de Dios, no bebían
licor alguuno que pudiera embriagar y no se cortaban la barba ni el cabello[34].
Aguda unción sagrada emana de la
figura de Jesús Nazareno, que se conserva en el Convento de San Pedro de
Trujillo, obra del siglo XIX. Fue donado al citado Convento por los hermanos
Vázquez, del capital que debían[35]. Es una imagen
que invita a la profunda y participativa conmiseración y delata los carismas de
su anónimo autor, que estaba formado evangélicamente para ejecutar esta obra
con acierto. El paso ha sido representado doliente, angustiano, pero todavía
posee entereza física para seguir cargando con el madero por la Vía Dolorosa.
Posee volúmenes bien contorneados y dramatismo expresivo con afiladas aristas
en el rostro y cabellera, tratada como conjunto sin pormemorizar. Viste una
hermosa túnica bordada por las franciscanas terciarias de Trujillo que lo
custodian.
Fue constituida esta Hermandad
el 28 de agosto de 1987. Años atrás salía en procesión acompañada por operarios
de AJUSA, que vestían un hábito color morado, ceñido con correaje de esparto.
En la actualidad los hermanos de luz y carga visten hábito blanco con cordón y
botones rojos con capirote y capa rojos exhibiendo el anagrama de Jesús con la
Cruz a cuestas.
Sale en Miércoles Santo en
procesión desde el convento de San Pedro, lugar en el que recibe el culto y el
cuidado de las religiosas franciscanas de la T.O.R., para unirse al Cristo del
Perdón que desciende de la Villa bajomedieval, para continuar juntos la
procesión hacia el templo de San Francisco. El Jueves Santo sale en procesión
con el resto de las imágenes.
6.- CRISTO DEL PERDON.
Recibe culto en la iglesia
parroquial de Santa María la Mayor, en la capilla de los Loaisas. Se le conoció
anteriormente como Cristo de la Misericordia, troncándose este nombre por el
del Perdón a raíz de unas intercesiones populares en los años de la postguerra
civil española.
Es obra del siglo XVI,
presentando paño de pureza anudado al lado derecho, y rostro doliente, bien
tallados los huesos y las venas. Representa a Cristo en su agonía, con la
cabeza inclinada sobre el pecho, "mirando a cualquier persona que
estuviese orando al pie de él", cuidada barba y cabellos rizados y
revueltos, y con la boca y ojos entreabiertos. Conserva su policromía original,
pero algo dañada y con la pátina del tiempo. Se halla dentro de la línea
barroquizante del realismo del siglo XVIII, aunque éste es moderado, dotado de
una expresión patética pero sin extremismos, de modelado correcto.
La fundación de esta Hermandad
data del año 1952. A partir del año 1985 se actualizó está Hermandad con la
renovación de Estatutos y la incorporación de nuevos hermanos. En la actualidad
es la Hermandad más numerosa en cuanto al número de socios. En el año 1991, don
Tomás Terrones Tamayo y don Andrés Martínez Grande, artesanos locales, donaron
a la Hermandad unas artísticas andas en madera de nogal, extraida de
Navezuelas, que ellos habían ejecutado para que el Cristo del Perdón fuera
portado en ellas. En las andas aparece magníficamente talladas algunas escenas
relativas con la Pasión y Muerte de Cristo, y la imagen de Ntra. Sra. de la
Victoria, Patrona de Trujillo.
El hábito de los hermanos está
compuesto de capa morada y capirote del mismo color con túnica blanca. Utilizan
como insignia tres clavos circundados por la corona de espinas. Es
impresionante observar a los penitentes que acompañan a la imagen portando una
pesada cruz a cuestas.
Se traslada procesionalmente el
Miércoles Santo desde el templo parroquial de Santa María la Mayor, lugar en el
que recibe la veneración de los trujillanos a lo largo del año, hasta la
iglesia de San Francisco. El Viernes Santo inicia el desfile procesional al que
se suman el resto de las imágenes. También, en la procesión del Silencio,
acompaña a la Soledad para regresar de nuevo al templo de Santa María.
7.- NUESTRA SEÑORA DE LAS
ANGUSTIAS.
Este notable grupo escultórico
procede de la iglesia de Jesús y fue trasladado a la parroquia de San
Francisco, en cuyo retablo mayor fue colocado, cuando cesó el culto en aquélla
iglesia.
Es obra de fina ejecución y gran
nobleza. De la rica y brillante policromía de los paños resalta fuertemente el
rostro de María con un dolor contenido, sin extremismos, así como la cabeza
serena de Cristo, que la Madre sujeta con amoroso cariño. Es un conjunto
escultórico de exquisito realismo, según el tipo de Alejandro Carnicero, de
mediados del siglo XVIII.
Visten sus cofrades túnica y
capirotes burdeos y amplia capa blanca. Sale
en procesión el Jueves Santo.
8.- SAN JUAN.
Perteneció a la Cofradía de
Nuestro Padre Jesús Nazareno que lo adquirió en 1884 para sustituir a otra
imagen del siglo XVIII que se encontraba en mal estado de conservación. La
efigie antigua de San Juan fue entregada a doña Paz Orellana, en atención a los
beneficios que esta señora estaba haciendo a la Cofradía de Ntro. Padre Jesús[36]. Esta señora
era viuda de don Juan Malo de Molina, que durante muchos años había sido
alcalde y benefactor de esta Cofradía.
La imagen de San Juan formó el
Calvario junto a la imagen de la Soledad y la Magdalena, junto con el Cristo de
Limpias, que actualmente se encuentra en la sacristía de San Francisco,
retirado del culto. Fue retirado del desfile procesional de Semana Santa en los
años sesenta de nuestro siglo.
La Cofradía de San Juan fue
fundada en el año 1983 por un grupo de amigos que lograron recuperar el popular
paso de San Juan para que formara parte de los desfiles procesionales, tras
haber estado en el olvido veinte años. A esta Cofradía se debe la iniciativa de
que los cofrades de carga vistieran hábito para portar las imágenes. Esta
Cofradía se unió en el año 1988 a la del Cristo Cautivo, dando lugar a la Ilustre
Cofradía de Cristo Cautivo y San Juan, tras haber sido nombrado Miembro
Honorario y Cofrade Mayor el Ilmo. y Exmo. Sr. D. Juan Pablos Abril.
Sale en procesión el Viernes
Santo. Sus cofrades visten túnica morada y capirote dorado los cofrades de luz,
mientras que los cofrades de carga llevan capirote al estilo monacal de color
morado y apretado cíngulo de ambos colores.
9.- CRISTO YACENTE.
Es una de las imágenes titulares
de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad.
Esta talla moderna, de los
talleres de Olot, fue donada a la Cofradía por doña María Guillén Cano en el
año 1923, quedando depositada bajo el altar de la iglesia de la Consolación que
aquel mismo año era abierta el culto, merced al esfuerzo y generosidad de la
bienhechora doña Margarita de Iturralde. Es un Cristo yacente, muerto, tendido
sobre una sábana, desnudo -salvo un paño de pureza sujeto a las caderas-, que
reclina su cabeza sobre un cojín. El modelado del cuerpo es de una gran belleza
plástica, que se concentra en la cabeza, de honda expresividad, pero sin
concesiones a efectismos dramáticos de facilón realismo. Presenta rasgos bien
definidos de una cabeza noble, ojos sermicerrados, boca entreabierta, con los
cabellos y la barba extendidos en cuidados mechones. Todos estos rasgos se unen
para expresar de una forma más adecuada el sereno reposo de la muerte tras el
sufrimiento en la cruz.
Esta imagen vino a sustituir a una talla de
principios del siglo XVII, la cual se habilitó con brazos articulados para el
acto emotivo del Descendimiento, era el Crucifijo que presidía el Sermón de las
Siete Palabras. Antes de la procesión del Viernes Santo, era trasladado con
todos los respetos a un arca para salir en procesión.
Desfila procesionalmente el
Viernes Santo, acompañada por sus cofrades vestidos dignamente de riguroso
luto, y acompañada por hermanos de luz que visten hábito y capirote negro, y
capa blanca, realzado por la Cruz de Jerusalén. Es la Cofradía de mayor
tradición en Trujillo.
10.- NTRA. SRA. DE LA SOLEDAD.
Es imagen de tambor, solamente
tiene talladas las manos, la cabeza y los pies. Fue adquirida en el siglo XIX
por la Cofradía de la Soledad, vino a sustituir en las procesiones a una
dolorosa castellana de bastidor, obra del último tercio del siglo XVII, que se
conserva en el coro alto del Convento de San Pedro. Es propiedad de la Ilustre
Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. Está retirada
del culto.
El manto que actualmente lleva
la Virgen de la Soledad se consiguió en 1966, por la cantidad de 175.000 ptas,
gracias a donativos populares y con la iniciativa de doña Soledad Quiles
Blanco, ya que el que tenía se encontraba en deplorable estado de conservación.
Este mismo año, la Asociación de Antiguos Cruzados, se hacen cargo del
desfile procesional de la imagen y del ornato de la misma, en colaboración con
la familia de don Diego Romero Domínguez. En esa misma fecha se adquirió el
trono de la Virgen en 78.000 ptas.
Sus cofrades visten los colores
de la bandera de los Antiguos Cruzados, el blanco en la capa y en el
capirote, y el rojo en el hábito. Utilizando como insignias las mismas que la
Asociación. Es el paso que cierra los desfiles procesionales en Trujillo.
11.- OTRAS IMAGENES.
En este apartado vamos a
estudiar el resto de imágenes que en otras épocas formaban parte de las
procesiones de la Semana Santa y que en la actualidad se conservan en templos y
conventos de la ciudad, custodiados celosamente por religiosas o sacerdotes.
Tal es el caso de la Magdalena,
imagen de tambor, que solamente tiene talladas la cabeza, manos y pies. Es obra
del siglo XIX, fue adquirida por la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno[37]. Esta imagen
podía venerarse hasta los años 60 en un retablo que había en el muro de la
Epístola de la parroquia de San Francisco, y procedía de la iglesia de Jesús.
En la actualidad se encuentra en el coro de la citada iglesia de San Francisco.
En el convento de San Pedro se
conserva una imagen de Ntra. Sra. de la Soledad. Es obra de estimable
factura del último tercio del siglo XVII, de bastidor, tiene talladas la
cabeza, las manos y los pies. Estuvo en la iglesia de Jesús. Con motivo de la
Desamortización, se extinguieron las Cofradías de Ntro. Padre Jesús y Ntra.
Sra. de la Soledad, que fue reorganizada algunos años después[38].
La imagen de Ntra. Sra. de la
Soledad, fue trasladada el 7 de mayo de 1846, provisionalmente, a la iglesia
conventual de las MM. Jerónimas. Pero, el sacerdote don Francisco Navarro, a
instancias del Sr. Obispo de Plasencia don Pedro Casas y Souto, ordenó el 9 de
abril de 1879 que fuera trasladada esta imagen al convento de San Pedro de
Trujillo, el Viernes Santo después del sermón de Soledad, para que fuese
cuidada y atendida por las franciscanas de San Pedro, quedando allí
definitivamente[39]. El día 15 de
mayo de 1886, el Alcalde Presidente de la Cofradía de la Soledad envió una
solicitud al Sr. Obispo don Pedro Casas para que la imagen de la Soledad fuera
trasladada a la iglesia de San Francisco. Pero, el Sr. Obispo rechazó esta
solicitud el 31 de mayo del citado año, considerando que en el convento de San
Pedro estaba mejor conservada y era más venerada por las religiosas
franciscanas[40].
La imagen de Ntra. Sra. del
Mayor Dolor, de estimable factura y expresivo realismo, es obra castellana
del primer tercio del siglo XVIII, llegó al monasterio de San Miguel de
Trujillo en el año 1836. Procedía del extinguido Convento de la Encarnación,
hoy conocido como Colegio de la Salle. Con motivo de la Desamortización el 9 de
marzo de 1836, los frailes dominicos fueron exclaustrados[41]. Las dominicas
del Convento de San Miguel reclamaron la venerada imagen de Ntra. Sra. del
Mayor Dolor. Pero, el 31 de mayo de 1836 tuvieron éstas que abandonar su
monasterio, suprimido por Orden Ministerial, marchando al Convento de la
Encarnación de Plasencia, lugar en el que estuvieron durante catorce años. Una
de las religiosas era nieta de un vecino de Trujillo, un sastre llamado don
Pedro Peña. Este conservó en su casa algunas imágenes del monasterio de San
Miguel en el tiempo en que las religiosas estuvieron en Plasencia, entre ellas
la Virgen del Mayor Dolor. A su regreso a Trujillo, el 4 de noviembre de 1850
(según Real Orden de Isabel II), don Pedro Peña devolvió las imágenes al
monasterio de San Miguel[42]. En 1852 se
levantó, por fin, la prohibición de admitir novicias, y las monjas de clausura
lograron mantenerse.
[1]AZCARATE
RISTORI, J. Mª de: "Las Ordenes Militares y el Arte". Actas del
Simposio: El Arte y las Ordenes Militares. Cáceres, 1985, p. 27.
Sobre la participación de las Ordenes Militares en la Reconquista, véase LOMAX,
D. W.: La Reconquista. Barcelona, 1984, p. 153.
[2]PALACIOS MARTIN,
B.: "Alfonso VIII y su política en la frontera de Extremadura". A.E.M. 1989, p. 160. Ya, en la primera
reconquista de Trujillo por parte del ejército cristiano, en 1186, el rey
Alfonso VIII la había entregado a la Orden de Trujillo, nacida expresamente
para la defensa de esta plaza. MONTAÑA CONCHIÑA, J. L.: La Extremadura
Cristiana. Memoria de Licenciatura, Cáceres, 1990, p. 38.
[3] Vid. sobre la existencia del franciscanismo en
Trujillo. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. en
Trujillo. Cáceres, 1991.
[4]Fuero concecido por
el rey Alfonso X el 27 de julio de 1256, 1-1-5-1, fol. 123, num. 33. Archivo
Municipal Trujillo.
[5]Libros de
Cuentas de las citadas parroquias. Cit. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio histórico
artístico de la iglesia parroquial de Santa María de Trujillo. Cáceres,
1989.
[6]Archivo
Municipal de Trujillo, 1-2-70-95, 2 fols.
[7]Archivo
Municipal de Trujillo, 1-1-14-154-8, fols. del 13 al 15.
[8]Ordenanzas de la
Cofradía de San Martín, erigida para caballeros, en la parroquia de este mismo
nombre en Trujillo. 8 fols. 1-2-72-10. Archivo Municipal de Trujillo.
[9]TENA FERNANDEZ,
J.: Trujillo histórico y monumental. Alicante, 1967, p. 522.
[10]Fue Carlos III,
en el año 1777, el que prohibió los disciplinantes y todo tipo de mortificación
sangrienta en cualquier procesión penitencial.
[11]TENA FERNANDEZ,
op. cit., p. 523.
[12]La inauguración
del Concilio tuvo lugar bajo el pontificado de Lucio III, quien hace
convocatoria para 1545 y 1546. Es este Papa el que mediante bula autoriza la
celebración del Descendimiento en Bercianos de Aliste (Zamora). Arch. Parroq.
Es el primer dato escrito sobre esta costumbre. Siguiéndole el resto de
poblaciones en los años finales del siglo XVI.
[13]Sobre la
práctica del Desclavamiento véase a DOMINGUEZ MORENO, J. Mª: "La
Crucifixión y el Desclavamiento en el norte de Cáceres". Antropología
Cultural en Extremadura. Mérida, 1989, p. 143.
[14]Contrato y
Concordia entre la Cofradía de La Caridad y la de Nuestro Padre Jesús, 1674.
Archivo Municipal de Trujillo.
[15]Contrato y
Concordia entre la Cofradía y Hospital de la Santa Caridad y la Cofradía de
Jesús de Nazaret, 11 de enero de 1674. Francisco Márquez, escribano. Arch.
Municipal de Trujillo, fol. 1.
[16]Archivo
Municipal de Trujillo, 1-4-157-9, 13 fols. Traslado a 11 de enero de 1671.
[17]Acta de
sesiones del Ayuntamiento, 24 de diciembre de 1707. Arch. Municipal de
Trujillo.
[18]Dictámenes
enviados al Consejo de Castilla, 23 de abril de 1789. Archivo Histórico
Nacional. Sala de Gobierno de Castilla, leg. 827.
[19]Archivo
Municipal de Trujillo, Legs. 240 y 244, Acuerdos del 1 de julio y 5 de agosto
de 1709.
[20]Es muy
explícito el fol. 1 del Libro de Bautismos, 1809-1833. Arch. Parroquia de Santa
María. También, hay varios libros en el Arch. Municipal de Trujillo que recogen
la situación precaria de la población tras la invasión francesa. Leg. 444.
Acuerdos, 1842, fol. 138. Leg. 962. Libro 3. MADOZ, P.: Diccionario
geográfico-histórico de España y sus posesiones en Ultramar. Madrid, 1846,
t. XV, pp. 169.
[21]A.D.H. Leg. 56. Bienes
Nacionales. Expediente de ventas núm. 202.
[22]Sobre las
vicisitudes que tuvo que pasar el Hospital de la Caridad véanse varios
documentos existentes en el Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 469. Libro de
Acuuerdos de 25 de marzo de 1867, fol. 30 y vº; Leg. 1215, libro 3. Expediente
de subasta para la reedificación de parte del edificio del Hospital Municipal
de Trujillo.
[23]Desde el año
1847 comenzó a predicarse el Jueves Santo en la iglesia de San Francisco. Con
anterioridad, se celebraba en la madrugada del Viernes. Pero, al cometerse
muchas irreverencias en la noche del Viernes, se cambió al día anterior. Libro
de Acuerdos de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fol. 8. Arch. Parroquial
de Santa María de Trujillo.
[24]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846, fols. 1 y 5
vº.
[25]Arch. Municipal
de Trujillo, leg. 449. Acuerdos del 12 de marzo de 1847, fol. 21.
[26]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fol. 13.
[27]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fols. 15 y 16.
[28]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 7 de enero de 1848,
fol. 20 vº. Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo.
[29]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 14 de febrero de
1876, fol. 99.
[30]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846-1884, fol. 11 y
22.
[31]Constituciones
y reglamento de la Cofradía de Jesús Nazareno, 1882. Archivo parroquial de
Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro.
Padre Jesús en donde se anotan los hermanos de luz de la citada cofradía, 1846.
Archivo parroquial de San Martín de Trujillo.
[32]Libro de
Cuentas de las Cofradías de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la
Piedad, 1889, p. 20. Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo. Existen
varios folios en donde se anotan los hermanos de paso de la Cofradía de Ntro.
Padre Jesús que han fallecido, 1848-1889.
[33]Vid. RAMOS
RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. en Trujillo, op.
cit. "Aproximación histórica sobre el convento de Ntra. Sra. de la Luz en
Trujillo". Actas de los XXI Coloquios Históricos de Extremadura,
Trujillo, 1992.
[34]No hemos de
olvidar que Trujillo fue una ciudad habitada por una populosa comunidad de
judíos, hasta su expulsión en 1492. LACAVE, J. L.: Sinagogas y juderías
extremeñas. Sefarad, t. XL, fasc. 2. Madrid, 1980.
[35]RAMOS RUBIO,
J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. de Trujillo. Cáceres,
1991, p. 81.
[36]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 27 de febrero de
1884, fols. 135 y 137 vº.
[37]Libro de
Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846-1884, fol. 11 y
22.
[38]Acuerdos y
Concordias de la Cofradía de Jesús de Nazaret. Arch. Parroquial de Santa María
de Trujillo.
[39]Documentos
pertenecientes a Ntra. Sra. de la Soledad que se venera en la iglesia del
convento de San Pedro. Arch. Convento de San Pedro. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio
sobre los conventos de la T.O.R.F. de Trujillo, op. cit., p. 78.
[40]Documentos
existentes en el Archivo de Convento de San Pedro de Trujillo.
[41]Real Decreto,
1836, fols. 120-130. Cit. REVUELTA GONZALEZ, M.: La Exclaustración
(1833-1840). B.A.C. Madrid, 1976, pp. 386-389.
[42]R.R. MONASTERIO
DE SAN MIGUEL: "Breve reseña histórica de la imagen de Ntra. Sra. del Mayor
Dolor de la iglesia conventual de San Miguel de Trujillo". Folleto
Semana Santa, 1992, p. 49.
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